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martes, 6 de diciembre de 2016

UNA RÁPIDA MIRADA A LA ACTUALIDAD Y AL FUTURO....

 El Ministerio de Educación anunció el cierre de la Universidad Arcis, por que
 “no es sustentable en el tiempo”, los alumnos del plantel serían reubicados en
la Universidad de Chile. Los alumnos deben estar agradecidos del PC.
 La Teletón 2016 llegó y sobrepasó la meta programada, confirmándose que
los chilenos somos un pueblo solidario que financiamos una obra que debía
ser financiada por el Estado.
Terminado el show del funeral del chacal caribeno, Fidel Castro, el pueblo de Cuba
puede comenzar a soñar con que algún día recuperará las libertades y sueños que
les fueron robados por la miserable tiranìa comunista.




Los temas del 2017 y la campaña,
por Sergio Melnick.



De este Gobierno ya no se espera mucho, quizás solo que no siga cometiendo errores. Desde el punto de vista de la izquierda dura son grandes logros aumentar el tamaño del Estado, sacarle los patines a los colegios privados subvencionados, pasar la Ley de aborto, el debilitamiento sistemático de los colegios y universidades privadas, el fortalecimiento de los sindicatos (no tanto como quiso), aumento de los impuestos y debilitamiento general del mundo empresarial, “los poderosos de siempre”. También es un logro para la izquierda el término de las concesiones hospitalarias, o un impuesto al trabajo adicional de 50% a las cotizaciones previsionales. Para el Gobierno, son solo los “costos necesarios de las grandes transformaciones”.


Efectivamente, el costo presente ha sido enorme, pero también el costo futuro es inconmensurable. La Presidente ha dicho que sin crecimiento económico no hay desarrollo social. Esto es absolutamente verdad, como también lo es que absolutamente todas las medidas que han implementado van exactamente en el sentido contrario. El Gobierno dice una cosa, pero hace otra. Es solo retórica.


La economía en efecto claramente se desplomó y no por razones externas. Al menos un 70% de las causas del deterioro son internas. El irresponsable déficit Fiscal es agudo y creciente, lo que significa que la deuda nacional sube aceleradamente. Esa mochila es grave para nuestro futuro.


Para las Presidenciales que ya se iniciaron formalmente con Lagos, lo que yo esperaría en propuestas es: primero, cómo lograr un mínimo de tolerancia y respeto, para construir grandes acuerdos y eliminar las ideologías de retroexcavadora. Sin esa convivencia básica el país no tiene futuro. La clave es fortalecer el centro político. Lo segundo es cómo recuperar el crecimiento económico, para lo que se requiere fuerte estímulo al ahorro e inversión, a la productividad que depende de la educación y la tecnología. También para el crecimiento se requieren reglas claras y de largo plazo, disminuir la burocracia agobiante, y tener regulaciones adecuadas. Una muy difícil tarea es eliminar el déficit Fiscal y reducir la deuda pública. El gasto Fiscal ya comprometido para muchos años lo hace crítico.


El Estado no puede seguir siendo Juez y parte en una gran cantidad de actividades que realiza, porque deja de ser fiscalizador efectivo. Así ocurre en salud, educación y muchas actividades productivas.


También necesitamos un sindicalismo moderno orientado a la productividad y beneficios mutuos más que a la lucha de poder.


Todo esto requiere una real modernización del Estado que no se alcanza en cuatro años y requiere grandes consensos. Parte de ello es la descentralización, pero no retórica ni con Leyes a medias. Es fundamental mejorar en serio la salud pública. La brecha digital debe ser encarada urgentemente como política social, ya que ésta será la base de las grandes desigualdades del siglo XXI.


Tenemos una urgencia por actualizar la infraestructura, en un monto no menor a unos US$ 100 mil millones, que solo es factible en base a las concesiones. Hay que partir ya.


Toda la necesaria reforma educacional debe partir por un gran acuerdo sobre qué es la calidad de educación en el siglo XXI, tema que a la izquierda no le interesa ya que su visión de educación es más bien de control y de adoctrinamiento. Debemos terminar el cartel del Cruch, mejorar radicalmente la educación pública sin sacarle los patines a la otra. La clave son los Directores. En la era del conocimiento, la diversidad es clave en la calidad. El sistema de títulos y grados universitarios es absolutamente inadecuado, igual que la PSU. Parte de ello es una verdadera política de ciencia y tecnología aumentando la inversión en estos temas unas 10 veces en el tiempo.


Necesitamos resolver el tema de las jubilaciones desde donde se origina el problema: las lagunas, la evasión, los años de cotización, entre otros.


En otra perspectiva, las Leyes que se hacen en el Congreso son de mala calidad, improvisadas, y reaccionarias. La Justicia es de mala calidad. La Araucanía es una bomba de tiempo que debemos desactivar, y en la delincuencia es clave empoderar realmente a Carabineros, no solo socialmente, sino con frontera tecnológica y mayor trabajo en inteligencia, en vez de personal. Los campamentos dejaron de ser un tema relevante para el Gobierno y deben ser erradicados. En fin, queremos soluciones, no retórica y menos populismo.


Esos son algunos de los temas reales, el resto es luchas ideológicas de poder a costa del progreso de la población.



¿Mal momento?,
por Juan Andrés Fontaine.



Bajo el intrigante nombre de "Momentum", se celebró el principal encuentro empresarial del país. Asistió el Presidente del Perú, quien -educadamente- abrió su exposición comentando que "siempre los de la casa son más pesimistas que los que la miran desde afuera".


Es verdad que hay desaliento entre los empresarios. Nuestra acelerada carrera al desarrollo está prácticamente detenida. Las expectativas recogidas en el evento hablan de un crecimiento de 2% o menos para el próximo año. La promesa que llevó a la Nueva Mayoría al Gobierno -construir una sociedad más equitativa- se ha desvanecido por falta de recursos. Las reformas anunciadas o implementadas adolecieron de graves fallas de concepción y ejecución. Pero, además, se pensaron para tiempos de abundancia que el viento ya se llevó. Solo tardía y muy parcialmente el Gobierno ha reaccionado al fin de la bonanza del cobre. En las últimas semanas -aunque matizado por un repunte del cobre inesperado y posiblemente pasajero-, el escenario económico mundial se ha ensombrecido: suben los intereses en Estados Unidos, cae el peso ante el dólar y la amenaza proteccionista cobra fuerza.


El contraste entre las palabras de los Presidentes de Perú y Chile explica en parte la desazón reinante en la Enade. El Presidente Kuczynski no desconoció las dificultades que ambos países enfrentamos, pero esbozó un programa de acción que procura crecer al menos al 4% (con un buen pisco dijo soñar en 5%) y elevar la inversión al 30% (hoy allá es 27%; acá 22%), destrabando las grandes inversiones e impulsando el emprendimiento, por ejemplo, mediante la formalización y el acceso al crédito de la pequeña empresa. En cambio, la Presidente Bachelet una vez más justificó sus reformas con el argumento de que ellas aportarían cohesión social al país, sin reparar en que el socavón económico en que hemos caído puede agravar la desigualdad y minar la Gobernabilidad. Sonó realista al admitir posibles rectificaciones, pero en cambio su alusión a que "buscamos empujar la transición de Chile hacia una economía post-cobre" pareció desconectada de la realidad.


Sin embargo, tiene razón el Presidente del Perú en que la situación chilena es más auspiciosa de lo que el debate público hace suponer. Aunque la economía marcha lento, hay una bullente ola de emprendimiento capaz de reimpulsar el crecimiento. Contamos con grandes empresas, sólidas y muy competitivas, con atractivos planes de expansión en Chile y en el mundo. El deterioro de la calidad de la política -al que aludió el Presidente de la CPC, Alberto Salas- sin duda es algo que se debe considerar. Pero es significativo que tanto la Presidente Bachelet como los demás líderes políticos presentes en el evento hayan refrendado su compromiso con la responsabilidad Fiscal y su rechazo al proteccionismo, piedras angulares de nuestro modelo de desarrollo.



Partimos mal,
por Jorge Navarrete.



El reciente debate sobre la inmigración sorprendió a muchos por su oportunidad y contenido. Algunos han querido ver el intento por emular la campaña de Trump, donde un provocador tono, sumado a un desdén en las formas, pudo haber conectado con los miedos de un considerable porcentaje de estadounidenses que por fin sentían que alguien decía lo que ellos no podían publicamente sostener. Otros han visto una maniobra distractora por parte de un sector de la derecha, la que algo preocupada por los agobios de su principal candidato, quisieron salir al paso cambiando el eje de la agenda política.


Pero más allá de las elucubraciones, lo primero que me parece importante es constatar que se trata de una problemática real, que no solo se limita a los emblemáticos casos que habitualmente se ponen sobre la mesa -pienso en la inmigración colombiana en Antofagasta, por ejemplo- sino que también se extiende a las otras grandes ciudades del país. Varios datos vienen mostrando cómo hace un buen tiempo se están generando focos de tensión en el ámbito laboral o en la prestación y provisión de servicios básicos, como es el caso de salud, vivienda o educación. Sin embargo, del hecho que estemos en presencia de una situación que debemos abordar -con calma, rigor y responsabilidad- no se sigue el caótico cuadro con que algunos han querido revestir el hecho, y mucho menos el populismo que subyace a los argumentos vertidos por estos días, lo que resulta especialmente grave para quienes ya han tenido la responsabilidad de gobernar.


En efecto, relacionar la inmigración con la delincuencia es un acto de ignorancia y clasismo superlativos. Ignorante, ya que solo el 1% de los extranjeros en Chile ha sido detenido por cometer algún delito, cifra que no evidencia nada y menos permite sacar conclusiones ni remotamente cercanas a las expresadas por tanto descendiente de inmigrante que, como queriendo olvidar o diferenciar su origen, hoy intentan criminalizar el esfuerzo que otrora hicieron sus padres o abuelos. Clasista, porque lo que pareciera molestar es la condición social de dichos extranjeros, sugiriendo una suerte de clasificación de los inmigrantes entre “gente decente” y delincuentes.


Casualmente los segundos siempre coinciden con esas personas de menores recursos, que requieren de los beneficios del Estado y aceptan puestos de trabajos que muchos compatriotas miran con desdén, acrecentando ese estigma de que “no son un real aporte para el país”.


De hecho, es tan arraigado este clasismo, que nos felicitamos por el ingreso de ese “otro tipo de extranjeros”, aquellos de tez blanca y bien vestidos, a los cuales extendemos sin más un certificado de protección y honorabilidad, incluso al punto de cuestionar la persecución que se hizo de verdaderos y terribles delincuentes, como eran los jerarcas de colonia dignidad; o, para no ir tan lejos en el tiempo, baste recordar la escandalera de una parte de nuestra élite por la condena de ese ilustre evangelizador conocido como John O’Reilly.



Nota de la Redacción:



Reproducimos este comentario de Don Jorge Navarrete porque creemos que el tema debe ser discutido, básicamente para evitar un estallido social contra los inmigrantes. Consideramos abusivo y falso lo que sostiene el autor, nadie ha intentado identificar la inmigración con la delincuencia, pero es claro que mezclados con la llegada de ilegales, que no cumplen con los requisitos legales vigentes en Chile, llega también gente indeseable, que claramente no deben ser legalizados e inmediatamente deportados a sus países de origen.


Respecto a su clasista afirmación de que “nos felicitamos por el ingreso de ese “otro tipo de extranjeros”, aquellos de tez blanca y bien vestidos, a los cuales extendemos sin más un certificado de protección y honorabilidad”, nos parece falaz y que la realidad contraría de manera evidente lo sostenido por el articulista, la prueba de ello es que tanto los jerarcas de Colonia Dignidad han sido duramente sancionados por nuestras Leyes y al Cura O’Reilly ha sido condenado por nuestra Legislación.


Creemos que es imperioso modernizar nuestras Leyes de Extranjería, pero que a la vez es necesario que las autoridades administrativas hagan cumplir con la Legislación vigente, obligación a la que claramente han abdicado, la que se establezcan de manera clara los requisitos para optar a la residencia en nuestro país, los derechos de los emigrantes, así como las causales por las que se exponen a ser expulsados del territorio nacional.



Tres problemas fundamentales,
por Pablo Rodríguez.

Es curioso observar que ninguno de los numerosos personeros "disponibles" para Gobernar nuestro país se haya referido a los tres problemas que agobian a los chilenos y que deberíamos encarar con resolución y realismo. El debate público se ocupa de cosas intrascendentes y no de lo sustancial.


Centralismo. La distribución territorial de nuestra población es absolutamente incompatible con un desarrollo estable y compartido entre los diversos sectores sociales. Más del 40% de los habitantes se concentra en Santiago, que se extiende inorgánicamente, cada vez más, impidiendo la remoción de los obstáculos que genera la saturación de un área determinada. Lo anterior ha hecho que la institucionalidad privilegie la inversión en una ciudad (Santiago), en desmedro de otros centros de mayor productividad y mejores condiciones de vida. Lo ocurrido con el transporte público es elocuente. El fracaso del Transantiago y las enormes inversiones que demanda el Ferrocarril Metropolitano revelan hasta dónde puede llegarse como consecuencia de este fenómeno. Nuestros Gobernantes, salvo expresar preocupación de tiempo en tiempo y adoptar algunas medidas siempre aisladas e insuficientes, no han encarado este problema con decisión. Se trata, es cierto, de una materia que demanda planes de largo plazo, que no rinde dividendos electorales inmediatos o en períodos políticamente razonables y que, lamentablemente, no se soluciona con declaraciones grandilocuentes. La elección de los Intendentes, que se ha exhibido como un triunfo del regionalismo, puede operar en sentido inverso, al paralizar o limitar las facultades del representante del poder central, enfrentándolo a la autoridad local elegida por voto popular. No ha habido, hasta este momento, una sola proposición seria para salvar esta eventual contradicción. No pasará mucho tiempo antes de que los chilenos terminemos ahogados en el tumulto, abandonando lugares altamente atractivos que pueden mejorar nuestro estándar de vida.


Estructura del Estado. Chile cuenta con una administración pública de proporciones desmesuradas (los asalariados dependientes del Estado alcanzan a 890 mil personas, que representan el 11% de la masa laboral). Su crecimiento es el resultado de la llamada "política del botín"; esto es, la apropiación de beneficios para retribuir los servicios prestados por los militantes luego de un éxito electoral. Tanto se ha extendido esta deformación que existen organismos públicos cooptados por un partido, como si fueran una hijuela pagadora de favores políticos. Esta lacra se arrastra desde hace largos años y se seguirá profundizando en la medida que el país crezca. Para que una nación progrese efectivamente, se requiere de una administración pública reducida, profesionalizada, transparente y estable. Nada daña más a un Gobierno que la manipulación de estos servicios por cambios y recambios de los funcionarios públicos. Por desgracia, la tendencia que predomina es la inversa, como ha quedado de manifiesto con los últimos acontecimientos en el ámbito previsional.


Redistribución del ingreso. Es un hecho indiscutible que Chile ha crecido las tres últimas décadas por sobre los índices de los países emergentes del continente americano. Al cabo de estos años, exhibimos un ingreso per cápita que nos ubica entre los que aspiran legítimamente a una economía desarrollada (US$ 23.564 en 2015). Es cierto que las cosas no se ven fáciles en este momento, pero todavía es posible una rectificación. Inevitablemente, como lo demuestra la experiencia, el crecimiento, en una primera etapa, tiende a concentrar el ingreso, desatando el descontento social. Para enfrentar este problema, hay que ceñirse a una premisa esencial: la redistribución debe hacerse sobre la base del crecimiento y estrechamente ligada con él. De lo contrario, se resiente la confianza y, con ella, se frena la inversión, afectando a todos los grupos sociales, como sucede en este momento. La consigna debe ser "crecimiento con redistribución" para no malograr la situación de los más desvalidos.


Los graves problemas de Chile (seguridad, salud, previsión social, educación) tienen un trasfondo que los "candidatos disponibles" deben encarar. Las políticas de escasos dividendos electorales y de largo plazo, por cierto, no incentivan a los votantes. Pero hay que hacer conciencia sobre ellas e impedir que se mantengan soterradas, como ha sucedido hasta hoy. En caso contario, se agudizarán las tensiones, aumentará el descontento y perderemos toda posibilidad de avanzar.



Al margen de las encuestas,
por Héctor Soto.



Digamos las cosas como son: encuestas más, encuestas menos, el verdadero problema de la izquierda no es que Alejandro Guillier triplique el rating de Ricardo Lagos o que el ex Presidente no consiga remontar pese a su trabajoso despliegue en terreno. Esto es anécdota. El tema de fondo es que este Gobierno va a dejar al sector en un estado deplorable, dividido, con una agenda pública desgastada, sin liderazgos claros y con cero energía para proyectar la continuidad de un programa de reformas cuyo balance es más bien desastroso.


Esa es la realidad. Lagos ha estado tratando de posicionar su nombre en un borde imposible. Por un lado, trata de asumir ante su partido, el PPD, y ante el PS, su compromiso con las reformas, puesto que la orgánica de ambas colectividades necesita saber que lo que hicieron en los últimos tres años no fue un despropósito. Se entiende que el ex mandatario tenga que izquierdizarse: necesita ser nominado por esos partidos.


Pero, en la misma medida que se identifica con la actual administración, se desdibuja como candidato, pierde los atributos que lo diferencian -de hecho, su liderazgo no tiene no tiene nada que ver con el de Michelle Bachelet- y queda convertido en una dudosa opción de continuidad. Dudosa porque -con su historia, con su carácter, con su discurso de futuro- no convence a los que efectivamente están por profundizar las reformas y tampoco moviliza a los sectores moderados que saben que llegó la hora de corregirlas. Atrapado en esa disyuntiva, hasta ahora el ex Presidente no ha podido encontrar un camino de salida.


En realidad, al día de hoy ninguno de los candidatos Presidenciales que se perfilan en el horizonte político tiene la suerte comprada. La cátedra dice que el escenario está muy líquido y en eso no se equivoca. Como las encuestas, ahora más que nunca, le han introducido un factor de vértigo, pero también de inestabilidad a las decisiones que los partidos deberán adoptar, porque, efectivamente, las percepciones ciudadanas se han vuelto veleidosas en medio mundo, al punto de poner contra las cuerdas a la propia industria de los sondeos de opinión, lo más probable es que en los próximos meses asistamos a un mano a mano entre la reserva de prudencia que exista en los partidos y el riesgo de apostar a Guillier, un candidato desconfiable para muchos y políticamente borroso, pero que tiene en la actualidad un evidente perfil ganador.


El Senador Guillier, con mucho menos despliegue y aparato, se ha manejado con destreza en los últimos meses, desde que su nombre comenzó a aparecer en los sondeos. Su gran secreto es arriesgar poco, pasar de largo en las discusiones de política chica que les encantan a los partidos y plantearse desde el mundo ciudadano -expresión que si algo significa, la verdad es que sirve para un barrido y un fregado-. Ahí, en esa suerte de vaguedad, radica la fuerza de su postulación. Lo más probable es que si el Senador comenzara a despejar dudas, a explicitar sus opciones de políticas públicas, a recortar con qué tanto de la historia de este Gobierno quiere quedarse y qué preferiría tirar a la basura, su buena estrella podría eclipsarse. Es lo que ocurre con los liderazgos más bien emocionales que emergen de un día para otro.


Pueden crecer con mucha rapidez, pero también pueden desfondarse en cosa de semanas. Eso lo sabe el Senador y lo saben también las dirigencias de la Nueva Mayoría. Hay que descartar, en todo caso, una maniobra oscura detrás de las indefiniciones. Esta no es una conspiración. Así son las lógicas de la política y cualquiera que se hubiera encontrado con un capital electoral inesperado o caído del cielo, como le ha ocurrido a Alejandro Guillier, no habría actuado probablemente muy distinto.


En pocos meses más, la izquierda tendrá que definirse y decidir con quién dará la pelea. Lo que haga o deje de hacer la DC, de nuevo, volverá a ser secundario. En las definiciones de la alianza oficialista la DC pesa cada vez menos. Ninguna de sus opciones como partido de momento es muy brillante. O se resigna a volver a ser comparsa o se aventura a un camino propio, que por ahora tiene el riesgo de dejarla en un lugar humillante.


La debilidad con que la izquierda entrará el próximo año a la campaña Presidencial es, por la inversa, la gran fortaleza con que hasta ahora se perfila la centroderecha. Es cierto que no está dicha la última palabra y que la ventaja que tiene Sebastián Piñera en las encuestas se ha estado acortando. Es natural que se acorte. Nadie pone en duda que la próxima elección va a ser reñida. Lo importante para él, o para quien sea el candidato del sector, es que Chile Vamos sea capaz de mantener la unidad que ha estado proyectando, sea capaz de capitalizar la decepción generada por esa administración y -más importante que todo lo anterior- sea también capaz de ofrecer un programa de Gobierno realista y de convocatoria a los sectores medios que se sintieron traicionados por esta administración.


El lugar común por estos días es decir que cualquier cosa puede pasar, que la política se ha gasificado y que, como más de la mitad de los ciudadanos no está votando, cualquiera que logre interpretar a esa mayoría ausente podría dar vuelta de campana el tablero. Se ha especulado mucho a este respecto, porque efectivamente da pie para imaginar hundimientos, rarezas y liderazgos de última hora. Pero ese imaginario desbocado, por así decirlo, que puede entretener a los que les gustan las emociones fuertes, choca con dos factores que tienen cierta consistencia en nuestro país. El primero lo aportan los estudios que indican que el Chile que no va a votar no es tan distinto del que va.


El segundo es que el país tiene un escenario político bastante estable, donde todavía quedan partidos que representan algo y, además, una ciudadanía finalmente más sensata de lo que muchos creen.



Insultos bárbaros y coprolalia política,
por Gerardo Varela.



Parece que después de la elección de Trump se ha puesto de moda el insulto y la vulgaridad. Ha dejado de ser políticamente correcto hacer uso adecuado del lenguaje. En lo que nos evoca los peores períodos de nuestra convivencia democrática, como fue el 70-73, el respeto y buenas maneras parecen haberse perdido.


Una cosa es la salida de micrófono del vicepresidente de Codelco, cuando nos iluminó con su famosa frase "no hay un p... peso" -que fue muy aclaratoria para todos los chilenos sobre el destino de una empresa que, siguiendo los vientos Gobernantes, ha renunciado al fin de lucro-, y otra cosa la sarta de garabatos que se mandó la cada vez menos flamante Presidente de la CUT. Ella, que ha denostado el lucro a diestra y siniestra, pierde toda compostura por un 0,8% de reajuste. Se le olvidó que ella defendió la reforma tributaria que subió a perpetuidad en un 30% los impuestos a las empresas, porque había que hacer un esfuerzo por el país. Sin embargo, cuando a los empleados públicos se les pide un esfuerzo de 0,8% por un año, ella despliega una codicia impúdica y un lenguaje que sonrojaría a la "Garra Blanca".


Olvidándose del fair play que enseña que la madre es sagrada, trató al Ministro de Hacienda de "hijo de p...". Su desprecio por la profesión más antigua del mundo no deriva, sin embargo, de un reproche moral (que no sería progre), sino económico. Esas profesionales no se sindicalizan; sus precios los fija el mercado; sus remuneraciones se asocian a su productividad y como empresarias, procuran extraer completo el excedente del consumidor.


Pero eso no es todo. Ella, además, mostró sus verdaderos sentimientos hacia la comunidad gay tratando al Ministro de "mar...ón de m...", olvidándose que hemos aprendido que la homosexualidad es una orientación sexual y no una debilidad de carácter. Sin embargo, echa por tierra años de educación y asimila esa condición a la de tacaño, miserable y traicionero.


La historia destaca a grandes políticos que dominaron el arte de insultar con ingenio y elegancia. Sir Winston Churchill describía a su archirrival socialista Clement Attlee como "un hombre modesto con buenas razones para serlo". Y con respecto a Sir Stafford Cripps, dijo: "Tiene todas las virtudes que desprecio y ninguno de los vicios que admiro". Golda Meir, por su parte, bajaba a tierra al héroe Moshe Dayan con un certero: "No seas tan modesto, si no eres tan fantástico".


La verdad sea dicha, al Ministro Valdés le faltó oficio para defenderse de las invectivas de la sindicalista. En la historia de los insultos políticos hay muchos fajadores que salían contraatacando frente a un improperio de mal gusto. Don José Victorino Lastarria, cuando un rival le imputa ser hijo bastardo, contestó: "Soy hijo del amor y no del deber como su señoría". Al León de Tarapacá le cuelgan que frente al grito desaforado de una dama diciendo: "¡Abajo Alessandri!", él la habría mirado con detención y le habría respondido: "Con usted arriba o abajo me da igual". El mismo sir Winston, un maestro del contragolpe, frente al insulto de Lady Astor, de que si fuera su esposa le serviría té envenenado, él le contesto: "Y si yo fuera su marido me lo tomaría". En nuestro Chile querido, un ministro apremiado majaderamente en el Congreso por la Senador María de la Cruz para que respondiera sobre un tema, le disparó: "No tengo por costumbre contestar a tontas y a locas".


Pero ahora que se inicia la campaña, y con ello la temporada de insultos, un nuevo integrante se ha sumado a esta galería. Está por verse si él honrará la tosca y vulgar coprolalia de la sindicalista o el sutil ingenio de Sir Winston. El Senador Guillier debutó mofándose del ex Presidente Lagos, tratándolo con ironía de Bernardo O'Higgins. Acto seguido insultó al Ministro del Interior preguntándole si tenía alzhéimer, ofendiendo a miles de personas que padecen esa enfermedad. Hasta el momento, el Senador está al debe en ingenio, ironía y sutileza. Le tengo fe, sin embargo, porque, la verdad sea dicha, sería el primer radical sin ingenio.



Caja de Pandora,
por Max Colodro.


El mismo día en que se conocía la encuesta Adimark de noviembre, el Ministro del Interior solicitó a los partidos de gobierno anticipar la designación de sus candidatos Presidenciales. La autoridad argumentó que la demora en dicho proceso contribuía al desorden en el oficialismo, pero lo relevante en realidad fue lo que prefirió no decir: existe una tensión creciente en sectores del Ejecutivo y de la Nueva Mayoría, provocada por el sorprendente avance del Senador Alejandro Guillier en las encuestas.


Cabe recordar que el mismo Mario Fernández había anticipado hace un par de semanas que -a su juicio- la contienda Presidencial sería en definitiva entre los ex presidentes Lagos y Piñera. Hoy, en cambio, las cosas parecen moverse velozmente en una dirección distinta: un escenario donde el Parlamentario independiente está logrando canalizar para sí mismo una cuota importante de la desafección hacia el Gobierno y la política tradicional.


Sin duda, adelantar los tiempos de los partidos resultaría del todo inoficioso, ya que, a estas alturas, es muy difícil evitar la realización de primarias legales recién el 2 de julio del próximo año. En efecto, nada podrá impedir que en los siete meses que restan el posicionamiento de los candidatos genere una tensión importante al interior del Ejecutivo y de la Nueva Mayoría.


Durante enero el PPD debería proclamar a Ricardo Lagos, lo que de concretarse hará muy improbable que el ex Mandatario opte por el riesgo de competir, además, en la primaria interna del PS. Eso puede despejar el camino para que José Miguel Insulza se quede con la nominación de su partido, pero inevitablemente obligará a competir entre sí a dos candidatos que representan más o menos lo mismo. En paralelo, los radicales ungirán al Senador Guillier y la DC quedará en el peor de los mundos: forzada a designar un candidato propio que hoy no existe para competir en la primaria de julio, arriesgarse a ir sola a la primera vuelta o escoger entre Guillier, Lagos e Insulza.


En síntesis, el impresionante crecimiento de Alejandro Guillier en las encuestas terminó de complicarlo todo, ya que de mantenerse la tendencia actual, a los partidos se les hará cada vez más cuesta arriba optar por otro candidato. La única alternativa es que el Senador independiente a la larga decaiga o que alguno de los otros competidores puede tener un repunte enorme, que hoy no se ve por dónde. Así las cosas, si en los próximos meses no hay un evidente cambio de escenario, apostar a que el peso de las máquinas partidarias logre imponer en la primaria de julio a un candidato con escaso respaldo en la opinión pública, puede terminar siendo simplemente suicida.


Es cierto: el Senador Guillier no ha tenido hasta ahora la necesidad de mostrar equipos ni programa. Y lo singular es que las encuestas dicen que no los necesita o, más delicado aún, quizás ese factor sea una de las razones de su éxito. Tal como ocurrió con Michelle Bachelet, hoy un sector del electorado está optando otra vez por la empatía y la conexión emocional, por la distancia con los liderazgos tradicionales y por el rechazo a la elite. Los partidos se ven forzados a subirse al carro de una victoria eventualmente posible, pero donde de nuevo serán ‘vagones de cola’ o deberán apostar por candidatos de otro tiempo que pueden terminar siendo, paradójicamente, testimoniales.


En la elección pasada los partidos de la Nueva Mayoría optaron por entregarse sin reservas en los brazos de una candidata popular, asumiendo un diagnóstico completamente errado de la realidad. Con la pretensión de volver al poder a cualquier precio, ni leyeron el programa de Gobierno y estuvieron dispuestos a apoyar después proyectos carentes de rigor y densidad técnica. Abrieron así una ‘caja de Pandora’ para la que ahora, carentes de toda confianza pública, no tienen la fuerza ni la legitimidad para intentar cerrar.



CEPAL celebra al dictador,
por Roberto Ampuero.



Puedo entender que las Diputados Karol Cariola y Camila Vallejo manifiesten su congoja por el deceso de Fidel Castro y su admiración por él y la dictadura, pues se trata de militantes comunistas. Puedo entender también el elogio de Castro por parte de la Presidente Bachelet, porque su corazón está atado al socialismo real, pero me cuesta comprender la apología del "máximo líder" de Alicia Bárcena, directora ejecutiva de CEPAL, por cuanto ella dirige una de las 5 comisiones regionales de la ONU, a la que uno supone identificada con derechos humanos, progreso, libertad y democracia.


Quiero imaginar que esta apología cepaliana causó escozor e irritación en algunos sectores de Naciones Unidas. Una cosa es expresar luto oficial entre países u organizaciones por el fallecimiento de figuras políticas, pero otra muy diferente es que una institución financiada con fondos internacionales celebre a un dictador sin mostrar el más mínimo respeto, pudor o sensibilidad hacia sus millones de víctimas.


Y no hablo solo del drama de Cuba, que ha pasado más de la mitad de su vida independiente bajo los Castro. Chile -CEPAL tiene sede en Santiago- también exhibe un historial de violencia, dolor y muertes debido al castrismo. Como sabemos, el dictador instigó y financió la vía armada en Chile desde la década del 60, cuando éramos una democracia ejemplar, y entre 1971 y 73 hostigó la vía pacífica del Gobierno de Salvador Allende a través de las acciones de la ultraizquierda. El dictador caribeño contribuyó así también al surgimiento de un dictador en nuestra patria. Es lamentable que una representante de mi querido México muestre esta falta de sensibilidad hacia cubanos, chilenos y latinoamericanos.


La laudatio de Bárcena es deplorable e impresentable: define al dictador como "uno de los gigantes de nuestra historia compartida". Afirma que América Latina "lleva impreso en sus rasgos la huella de su presencia, el timbre de su voz, los colores de los sueños que animó". Y añade que el siglo XX del continente no se comprende "sin ubicar a Fidel como protagonista de primer orden". Como si no bastara, sostiene que ante la América Latina actual "la figura de Fidel se constituyó, en palabra y acción, en una demostración tangible de que otro camino era posible".


El director para las Américas del Human Rights Watch (HRW), José Miguel Vivanco, dijo que esta desmesura en favor del totalitarismo constituye "un homenaje objetivamente inmerecido... un panfleto ideológico", "un escándalo". Y tiene razón: "Es una vergüenza" que Cepal "coloque en entredicho su credibilidad con un pronunciamiento que más bien parece haber sido redactado por (Nicolás) Maduro o por el propio Fidel Castro".


Pero más allá de las loas a Castro provenientes del PC, la Presidencia, CEPAL o la izquierda, lo que no debe olvidarse es el saldo humano hasta la fecha: al menos 5.700 ejecutados, cientos de miles de torturados, detenidos o presos políticos, un número indeterminado de balseros ahogados o devorados por tiburones mientras intentaban escapar de la miseria y tiranía, y la existencia de un exilio de 2,5 millones de personas. Hay más: el castrismo prohibió a los cubanos dejar el país, y hasta hoy necesitan una visa de entrada a su patria y autorización para mudarse a La Habana u otros puntos. Hay mucho más: Cuba lleva 58 años sin elecciones libres y sin un solo partido político, periódico, radio o canal de tv de oposición, y los isleños reciben un salario mensual promedio de US$ 20, es decir, 14.000 pesos chilenos.


Puedo entender que para el PC "las reflexiones de Fidel son luz y esperanza para Chile" porque entre los 17 y 23 años también fui comunista y porque su monolítica visión de mundo se basa en cinco convicciones esenciales: 1) la democracia liberal es una fachada, y el Partido Comunista debe utilizarla para avanzar hacia el socialismo, sea por la vía electoral o las armas; 2) las leyes de la historia, descubiertas por Carlos Marx, conducen inexorablemente al comunismo a escala mundial; 3) al partido comunista, "vanguardia del pueblo", le corresponde dirigir la construcción del socialismo; 4) no importan los medios ni los costos que exija la causa porque ella -como creían Marx, Lenin, Stalin y Castro (también Kim Il Sung, Honecker, Ceaucescu, etc.)- permite instaurar igualdad, justicia, paz, prosperidad, felicidad y la auténtica democracia, tras eliminar la propiedad privada y a la burguesía. ¿Quién puede oponerse a esta idea de establecer el paraíso sobre la Tierra? Solo vendepatrias, agentes de la CIA, ingratos y traidores.


Celebrar hoy a Fidel Castro no es solo celebrarlo a él. Implica también aprobar la sucesión al poder que estableció e identificarse con la visión que el "máximo líder" trazó para el futuro de la isla. Siguiendo las instrucciones de su hermano, Raúl ya comenzó a materializar ese sueño de eternidad megalomaníaca: no solo llamó a los cubanos a despedir los restos de su hermano sino a suscribir al mismo tiempo "el solemne juramento de lealtad al concepto de revolución de Fidel".


La dictadura debe ser eterna. Y para ello necesita aliados eternos.



Milagro cubano,
por Fernando Villegas.



En un punto de la baranda que recorre el angosto jardín central de avenida Los Leones alguien -un “espontáneo” dirían los aficionados a la tauromaquia- instaló, el martes o miércoles pasado, un letrero hecho a mano resaltando las bondades del régimen cubano. Nos recordaba, entre otros ítems, que en Cuba no hay niños botados en la calle y todos reciben educación. Probablemente al muralista le faltó espacio para agregar el precio que dichos logros les costaron a los cubanos, a saber, 57 años de gran pobreza, sofocamiento ideológico, mazmorras para los disidentes (miles de ellos sepultados en más de 200 cárceles), paredones (miles de ejecutados), promoción de guerras subversivas en América Latina y Africa (otros muchos miles de muertos) etc. Para cualquier persona razonable eso sería suficiente no sólo para relativizar, sino evaporar dicho beneficio, pero no es así para la feligresía del culto a Cuba y a Fidel.


El universo mental de los feligreses no abunda tanto en razón como en fidelidad, credulidad, rabiosidad y obsesa y obsecuente pleitesía y culto a la personalidad. Es, el suyo, el cosmos de los prodigios y los milagros.


Milagro es la palabra adecuada para el examen de tan pegajoso fenómeno. Siendo un hecho extraordinario, en los credos teístas paradójicamente el milagro suele ser cosa de todos los días, prueba puntual pero no infrecuente de la existencia de una voluntad todopoderosa capaz de torcer el curso normal de los acontecimientos; en los credos ateos, al contrario, lo milagroso es lo duradero y permanente de la voluntad de las masas deseosas de creer a pesar de las derrotas, los desastres, las salvajadas y los fracasos.


La creencia en milagros no es cuestión baladí; es el combustible que echa a andar la maquinaria de ilusiones necesaria para todo movimiento que pretenda tener éxito. Sin las demoledoras trompetas de Jericó, ya sea que en verdad sonaran o no, ¿cómo hubieran podido ganar sus guerras los israelitas? Sin maná cayendo del cielo o no, ¿cómo hubieran alimentado su esperanza? Sin la creencia de que reliquias de santos y mártires devolvían la vista a los ciegos, echaban a andar a los paralíticos y resucitaban a los muertos, ¿cómo hubiera podido sostenerse y prosperar la cristiandad? La religiosidad del medioevo descansó en gran parte en el culto de reliquias capaces de hacer milagros. Los interesados en examinarlo con detalle pueden consultar Holy Bones, Holy Dust del historiador Charles Freeman.


¿Son posibles los milagros? ¿Alguna vez realmente se han producido? Al menos en la esfera política se producen todos los días; los ignorantes se convierten en sabios, los mediocres en lumbreras, los deshonestos lucen transparencia, los charlatanes devienen en ideólogos y los renovados milagrosamente repiten fórmulas decimonónicas. Por su parte, los electorados los vuelven a elegir una y otra vez, posiblemente el milagro más grande de todos.


¿Quién dijo que la era de los milagros terminó hace siglos? Nunca ha habido más. Después de todo satisfacen una sentida aspiración de las multitudes, más numerosas, visibles y empoderadas que nunca. Hoy como ayer don Juan y doña Juanita necesitan la SALVACION. En el caso de las religiones con Dios incluido, se trata de salvarse de los pesares de esta vida; en el de los credos terrenales es salvarse de los exitosos y/o afortunados de este mundo que nos han pasado por encima. Para esto último la primera versión inventó el infierno y la segunda, los campos de concentración.


Casilla inicial
Nada de raro entonces que hubiera nutridas romerías de dolientes acudiendo a Cuba a rendirles homenaje a las cenizas de Fidel. Las doctrinas de izquierda, herederas seculares del cristianismo, siempre han manifestado una fuerte inclinación a la debida parafernalia de mártires, ídolos, reliquias, cuerpos momificados y una ardiente veneración de todo eso. De ahí la apoteosis del personaje al Alto Cielo del panteón progresista. De ahí que en su hagiografía se hable de “legado” aunque la revolución cubana se haya limitado a ser una revolución en el sentido geométrico del término, la trayectoria que conduce en círculo al punto de partida. Si acaso la Cuba de Fulgencio Batista era un paraíso para mafiosos, millonarios y celebridades deseosas de degustar los placeres de la carne ofrecidos en casinos y prostíbulos, 57 años después gran parte de su subsistencia -a duras penas- radica en haberse convertido por largos años en mendigo dependiente de la URSS y hoy en un resort turístico donde muchos van a buscar exactamente lo mismo que sus abuelos buscaban el año 1959 y anteriores. Es el gran legado del régimen fidelista, pero eso importa poco o nada a la feligresía. Los estudiantes que dan saltitos proclamando ser hijos del Che y de Fidel, los sesentones y setentones del PC y otras sensibilidades que van en procesión a Cuba y la dama o caballero que instaló ese cartel en avenida Los Leones están más allá de esas minucias; dichas carencias no les interesan más de lo que a los cristianos del medioevo pudiera haberles interesado saber que había dos o tres cabezas de San Juan Bautista en otras tantas capillas o sido testigos -y clientes- de la venta de indulgencias. La creencia, la fe, la necesidad de salvarse, de escapar de la pequeñez de la condición humana y/o los sinsabores extras de una posición social subordinada y perdedora pueden mucho más que esos frívolos detalles empíricos.


En los 60..
La transformación de Cuba en un Más Allá donde serían eliminadas las iniquidades se inició en los años 60, cuando la isla se instaló en el imaginario socialista como la Tierra Prometida donde habría de nacer el “hombre nuevo” tal como en Belén nació, para redimirnos, NSJC. Los que ya vivíamos en esos años recordamos muy bien cómo se construyó ese mito y el paralelo culto a Fidel y al Che, vigentes hasta el día de hoy tal como en Italia se sigue adorando a Santa Cecilia o a San Genaro. Recordamos el pasmoso espectáculo de los corrillos de emocionados estudiantes oyendo un disco del discurso de Fidel para explicar el enésimo fracaso de la zafra de ese año y recordamos la hipnótica y lujosa panfletería en papel couché que evacuaba el régimen cubano a borbotones, como también las glamorosas revistas literarias, el premio “Casa de las Américas” codiciado por todo escritor progresista, en breve, la onda literatosa y cantinflera que les daba una pátina de intelectualidad a los barbudos.


Cuba era el lugar donde el socialismo tendría “un rostro humano”.


Allí nacería el “hombre comunista”, ser completo que no cae en la picantería de competir por las pegas, el éxito y la notoriedad porque eso, naturalmente, está superado. Cuando todos somos iguales, hacemos cola por igual la completa semana frente a la panadería.


El socialismo y/o comunismo y su empobrecido heredero del presente, el “progresismo”, el cual no sabe bien en qué cree pero aun así lo cree a pie juntillas, son sistemas de ideas que comparten por igual la condición de aparatos ideológicos de carácter religioso. Recuérdese el sentido original del término, nacido de la expresión latina “religare”, la cual significa juntar, unir. Un sistema de ideas puede cumplir esa función de “religare” con o sin una divinidad; lo esencial es que haya axiomas y principios inconmovibles, absolutos, dotados de su propia moralidad y su propio estándar -doble estándar- de Verdad; así es como se crea la comunidad de fieles y una tradición en la Fe que va de padres a hijos; todos están ligados por y en la misma burbuja de emociones y pensamientos, ideas y eslóganes.


Es burbuja de tal solidez que perdura a pesar de los fracasos. De ahí que Cuba inspire procesiones y carteles colgados en un jardín público. Cuba nunca ha sido simplemente un lugar donde se inició un experimento casi totalmente fallido, sino sigue siendo el equivalente de lo que para los cristianos de los siglos I y II después de Cristo fue la esperanza del segundo advenimiento. El milenarismo escatológico, no la lógica, es lo que da durabilidad coriácea a esas máquinas de milagros.


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Letra Marcha: Soldados del 73

Letra Marcha Soldados del 73

Autor: Rosabella Liniers
Compositor Gianfranco



Son hermanos los Infantes,
todas las armas y soldados del ayer
Carabineros, Marinos y Aviadores
Combatientes del 73.

Un sólo cuerpo, un sólo corazón,
noble misión, proteger a la Nación,
la frente en alto saliendo del cuartel,
los soldados del 73.

Ya dió la orden mi General,
para vencer tenemos que luchar,
no ha sido arriada jamás nuestra bandera,
orgullo eterno de nuestra libertad.

En el recuento se hace el silencio,
por los heridos, los caídos que no están,
lo lamento mi Capitán,
mi Sargento no le puede contestar.

La Patria es libre, llegó la paz,
en el desierto, el cielo, azul el mar,
ya nuestros hombres cantan victoria
Combatientes del 73

Ya dió la orden mi General,
para vencer tenemos que luchar,
no ha sido arriada jamás nuestra bandera,
orgullo eterno de nuestra libertad.

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