El saqueo a
la iglesia de la Gratitud Nacional y la destrucción de
una imagen de
Jesucristo demuestran que al terrorismo nacional
no le
importan ni respeta los valores populares. |
La toma del
INBA dejó cuantiosos daños, por fin la Autoridad
se querellará
contra los padres o apoderados de quienes
se tomaron y
vandalizaron esta institución.
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Un
Cristo roto, un niño angustiado,
por
Joaquín García Huidobro.
Un
Cristo apaleado y destruido a la salida de una iglesia: la imagen
conmocionó al país y deja en el aire una gran pregunta: ¿por qué?
Los autores del acto cubrían sus caras con capuchas, no sabemos quiénes son y solo podemos suponer sus motivos. Son vándalos, ciertamente, pero, a diferencia de otros, tienen ciertas aspiraciones intelectuales: querían que su acto destructivo tuviera fuerza simbólica, y ciertamente lo consiguieron.
¿Por qué destruir una imagen de Cristo? Porque su figura representa una propuesta que ellos no están dispuestos a aceptar: la idea de que es posible volver más humano el corazón del hombre; la afirmación de que la absoluta carencia de poder, encarnada en ese cadáver de brazos extendidos, puede tener un sentido; en suma, la disposición a perdonar lo que parece imperdonable. Para ellos, la religión es tan solo el aroma espiritual de un mundo al que odian con todas sus fuerzas, un empeño por echarle colonia al cadáver, para tratar que huela bien. Por eso la necesidad de dirigirse especialmente a la destrucción de lo que se presenta como bueno.
Cada vez resulta más patente el esfuerzo de algunos por descargar sobre la religión todas sus frustraciones. No se trata simplemente de la reacción de personas que intentan hacer justicia por su mano ante el triste espectáculo que han dado ciertos creyentes en los últimos años. Eso, a lo sumo, llevaría al desprecio o a la crítica, como sucede con la reacción ciudadana frente a ciertos dirigentes deportivos, políticos o empresariales.
Eso no es todo. Estas personas ven la religión como una incómoda barrera que impide el desenvolvimiento de la propia libertad: la figura de Cristo, con su simple existencia, aunque sea bajo la forma de una modesta estatua de yeso, nos dice que no todo está permitido. Esto significa que o uno ajusta su definición de libertad y la hace compatible con los límites que derivan de nuestra condición finita o termina arremetiendo contra Dios, la religión, la Ley, los semáforos y todo aquello que se le ponga por delante.
El origen de esta mala relación con la autoridad, representada en este caso por la Iglesia, no está en la propuesta educacional del Gobierno o en los problemas económicos, ambientales o Constitucionales que nos aquejan a los chilenos. Ella se sitúa muchos años antes, en la vida de esos encapuchados, con la falta de ese ambiente protector que llamamos "familia" y que es la gran ausente de nuestros programas políticos.
La familia es importante, no porque constituya un remanso de paz (eso solo sucede en "Los locos Adams"), sino precisamente por lo contrario: ella es el lugar donde uno aprende a manejar sus frustraciones, el sitio en que se adquiere el arte de pelear sin que el conflicto se transforme en una guerra de exterminio. En la mayoría de las familias hay portazos, malas caras e incluso algún grito, pero también están el cumpleaños, el día de la madre y las sopaipillas. Hay muchos "no"; sin embargo, ellos resultan compensados por altas dosis de cariño.
Cuando el encapuchado golpea a un policía o le corta la cabeza a Jesucristo, no se está dirigiendo en contra de ellos: está apaleando a su padre, lo está degollando porque no estuvo allí cuando él lo necesitaba. Agrede a la figura paterna, porque nadie le enseñó lo que era la vida, la escuela, el trabajo o el sexo, ni qué podía hacer para formar parte de ese jet set que diariamente le muestra la publicidad, pero que se ve cada día más lejano.
La solución para estos casos de violencia, que probablemente se irán haciendo más habituales, no consiste simplemente en poner más policías y que la autoridad les entregue el respaldo que necesitan. Ciertamente, es necesario, aunque por sí solo lo único que consigue es poner a esos jóvenes en la disyuntiva de elegir entre un resentimiento impotente y la explosión violenta.
El papel de los policías es proteger al débil de la fuerza ilegítima, pero son otras las instancias que deben enseñar cómo orientar esas energías de manera positiva. Esta respuesta, sin embargo, no la vamos a encontrar ni en el programa del Gobierno ni en el discurso del último 21 de mayo ni en las propuestas Constitucionales de la centroderecha.
La razón es muy simple: resulta más fácil pensar que debajo de la capucha se esconde el rostro de un sádico integrante de una secta satánica, en vez de admitir que lo que está allí es solo la cara de un niño desesperado.
Escila, Caribdis y Burgos,
por Fernando Villegas.
Explica
Wikipedia: “Escila y Caribdis son dos monstruos marinos de la
mitología griega situados en orillas opuestas de un estrecho canal
de agua, tan cerca que los marineros intentando evitar a Caribdis
pasarían muy cerca de Escila y viceversa…”.
Considerando
dicha definición y su ilustre origen en el panteón de los dioses y
monstruos de la antigüedad clásica, nada de raro que por muchos
siglos se dijera “estar entre Escila y Caribdis” para graficar el
difícil predicamento de transitarse entre dos amenazas opuestas,
pero igualmente cercanas y peligrosas. Hoy ya no se usa. Los
términos no significan nada para el homo-tablet del siglo XXI. Se la
ha reemplazado por la parecida y gastronómica “saltar del sartén
para caer en las brazas”. Ninguna era o es un dilema: no se está
obligado a elegir un lado o el otro, sino se pretende no elegir
ninguno y pasar piola, pero eso, no escoger entre dos extremos, es
justamente la tarea más difícil de todas.
Si no nos creen
pregúntenle a Jorge Burgos, ex ministro del Interior.
El
desgrane.
La salida de
Burgos -en medio de una previa discusión a gritos, nos sopló
un informante- se intentó diluir convocando todo el repertorio de
clichés usados en estas ocasiones. Se habló de “una decisión
personal” (¿existen las decisiones impersonales?) o también
algunos quisieron darle un aire de cosa previsible y hasta sujeta a
calendario porque “su salida estaba pactada desde marzo”, o
finalmente, para convertir a la Presidente en Florence Nightingale,
que el hombre estaba sufriendo “estrés”. Dicha retórica vale
aun menos de lo que es habitual en las pasmosamente inanes
declaraciones del vocero. Si de estrés se trata, ¿quién no lo
sufre? No es fácil vivir en las condiciones que ha promovido o hecho
posible el Gobierno de las “transformaciones profundas”, menos
dentro de La Moneda.
Si Burgos
estaba tenso la explicación ha de buscarse en el porqué lo estaba y
no en el implícito razonamiento circular “estaba tenso porque
tiene estés”. Poco probable es que haya sido picado por una nueva
especie de mosquitos portadores del ataque de nervios; más verosímil
es que su papel en el Gobierno fuera la raíz de su incomodidad. No
es agradable ni relajante haber sido al mismo tiempo vagón de cola
del Presidente y su círculo íntimo de turno, pegamento para
mantener pegado en el diario mural de las mentiras que la Decé
“está” en el Gobierno y además cumplir el rol de ser la
coartada “moderada y razonable” de aquél.
El problema fue precisamente que Burgos nunca se resignó a esos
papeles de reparto. No se resignaba a ser vagón de cola ni -como se
ha comprobado- la Decé necesitaba su presencia para atornillarse en
los cargos, no pudo jamás imponer una “política moderada y
razonable”, como tampoco el Gobierno necesita esa coartada; hace
rato quemó las naves y margina sin contemplaciones a quienes no
estén dispuestos a dar un salto al vacío. Como el ángel haciendo
de portero en el Paraíso, la Presidente blande en estos días una
espada de fuego y expulsa o expulsará a los meros temporeros
políticos.
Por todo eso
Burgos estaba hace rato en una postura políticamente imposible y
psicológicamente intolerable. Si acaso se necesita una prueba de la
obsolescencia funcionaria del ahora ex Ministro, de su desahucio
incluso para desempeñar esos lastimosos papeles, obsérvese qué
vacía estaba últimamente su agenda, qué poco aparecía a dar la
cara, qué liviano era ya su peso específico dentro de La Moneda.
En este
fenómeno no hay nada de nuevo y pasmoso. Todo proceso político
similar al nuestro manifiesta a poco andar un desgrane del choclo, la
partida de los elementos moderados y como complemento y en paralelo
una creciente hegemonía de sectores e individuos más extremos en
sus posturas y más reducidos en su número.
Hace rato que los moderados de la NM adquirieron mala fama y/o
habitaban el limbo; de hecho no pueden siquiera sacar la voz sin que
les caiga encima una manada de combatientes y luchadores sociales,
como lo vivió incluso el ex Presidente Lagos, a quien mocosos de
discutibles facultades e indiscutible delirio se permitieron
ningunearlo a su gusto.
Por la misma
razón la salida de Burgos no tendrá NINGUN efecto ni va a
significar NADA nuevo. La jubilación precoz de los moderados se
celebró hace rato y la intrascendencia política e incluso
administrativa de Burgos existía desde hace meses. Del mismo modo,
la permanencia de la Decé en el Gobierno, ya sea por convicción y
conversión, como ocurre con Ximena Rincón y Mario Fernández (el
reemplazante de Burgos y quien acaba de ver la luz) o por la
necesidad de sobrevivir política y financieramente, como ocurre con
muchos más, es cosa oleada y sacramentada desde el primer día del
segundo año del Gobierno de Bachelet. La renuncia de Burgos,
entonces, no inicia ni termina, no corta ni pincha. Como diría el
rey Lear, “es una renuncia llena de ruido y furia, pero que no
significa nada”. Ni siquiera podemos hablar de una muerte
anunciada; es a lo más, dicha salida, como las peripecias del cuerpo
embalsamado de Evita Perón hasta 20 años después de su muerte. Los
viejos marinos o caían en garras de Escila o en las de Caribdis;
Burgos cayó en las de ambos.
Contradicciones
Pero los Escila y
Caribdis agobian también al entero clan que nos Gobierna. Es el sino
simultáneamente trágico y cómico de estos procesos. La
decisión de demandar a Bolivia es una de esas antinomias. Se anunció
súbitamente muy en el estilo de la Presidente, quien no gusta hacer
anuncios si no es en un medio de propiedad del Satánico doctor No.
La acción de arte fue concebida como un modo para abducirla, desde
el platillo volador de los efectos mediáticos, del escenario
suscitado por su demanda contra periodistas de Qué
Pasa.
En esa visita a
una radio de propiedad del grupo empresarial también propietario de
la revista Qué
Pasa, la
Presidente cayó -es también parte de su rico estilo- en un cúmulo
de contradicciones. La contradicción es territorio que la Presidente
transita con frecuencia. ¿No es contradictorio plantarse como
persona flexible dispuesta a reconsiderar las cosas si se reconoce
que se cometió un “error”, pero al mismo tiempo pidiendo
tres años de cárcel para los perpetradores del presunto error si no
lo reconocen? Es también contradictorio insinuar que los medios no
son libres porque están en manos de una oligarquía y al mismo
tiempo visitarlos para hacer anuncios de peso; es contradictorio
acusar a Morales de usar las relaciones internacionales en pro
de su imagen y hacer lo mismo; es contradictorio pretender refundar
el país debido a un presunto conocimiento ABSOLUTO de lo que nos
conviene, pero alegar en cada ocasión desagradable que “no sabía”.
Contradicción es el nombre del juego, su juego.
La
demanda
Las
contradicciones que nos estrellan o contra Escila o contra Caribdis a
menudo son inevitables porque están en la naturaleza de las cosas,
pero en muchos casos resultan de una torpe navegación por donde no
corresponde. Es de temerse que la torpeza tiene una nefasta capacidad
para multiplicar el primer error con un segundo y un tercero.
Conocido es el caso de quien pisa una bosta y procede enseguida a
hacer lo mismo con el otro zapato. Lo
de la demanda es, a nuestro juicio, una de esas pisadas. Si acaso
íbamos a ser una vez más arrastrados a La Haya, lugar donde nunca
hemos vivido felices experiencias, el ir allí por propia voluntad
empeora la situación pues por un lado ubica a Chile en el único
territorio que conviene a Morales, pero además nos deja de manos
atadas si acaso el Tribunal, una vez más desoyendo los llamados
“argumentos jurídicos”, procede a otro tedéum de jurisdicción
políticamente correcta y declara no tener Chile derecho a las aguas
del Silala.
Y en ese caso, ¿qué hacemos?
He ahí la más
grande y peligrosa contradicción de todas: que el Estado de Chile, a
través de este Gobierno, proclame derechos absolutos sobre un
territorio o en el uso de un río, para entonces convertirlos
instantáneamente en materia de discusión en un Tribunal. Evo debe
estar de fiesta. Pisamos la bosta por segunda vez…
Respeto a los templos,
por Otto Dörr.
Lo ocurrido con la Gratitud
Nacional ha sobrepasado todos los límites y constituye un escándalo
sin precedentes. La profanación de una iglesia ya había ocurrido
antes y continúa ocurriendo a diario en La Araucanía, pero el
arrastrar, golpear y destruir la imagen de Cristo crucificado es
algo inédito y solo comparable con la profanación e incendio de
sinagogas por los nazis en la tristemente célebre "Noche de
los Cristales Rotos", anticipo del Holocausto. Las imágenes
de lo sucedido el jueves recorrerán probablemente el mundo y
mostrarán el rostro de este otro Chile, no el del "milagro
económico", ni el de las instituciones más sólidas de
Latinoamérica, ni el único que se encontraba a las puertas del
desarrollo, sino, por desgracia, ese en el que nos hemos convertido
y del que siempre quisimos escapar: un país irremediablemente
subdesarrollado y ahora, además, bárbaro.
Porque atentar contra templos y símbolos religiosos no es un acto de violencia cualquiera que pueda ser comprendido como el desborde de una manifestación estudiantil en el clímax de su entusiasmo revolucionario. No, porque como lo hemos desarrollado en artículos anteriores, a propósito de hechos similares aunque no tan graves (25 de octubre de 2010 y 16 de enero de 2011), estos actos son inaceptables por dos razones:
Desconocen
la diferencia entre el espacio sagrado y el espacio profano,
distinción que atraviesa toda la historia humana. Desde que la
especie homo accede al lenguaje -hace alrededor de cien mil años-
que el hombre distingue estos dos espacios. Para el hombre primitivo
el espacio profano era lo desconocido, arbitrario, caótico. Frente
a este se erigía el cosmos, el mundo del orden que estaba
alimentado desde la dimensión sobrenatural. Las tribus Bororo del
Brasil, que vivían en el Paleolítico, establecían sus poblados en
claros de bosque alrededor de una construcción redonda con el techo
abierto hacia el firmamento. Su carácter central y su apertura al
cielo denotan en forma inequívoca su condición sagrada. Y esta
centralidad, tanto en su sentido espacial como simbólico, se
continuó observando luego en las ciudades a lo largo de la
historia. Clásicos ejemplos son el templo de Karnak, el Partenón,
el templo de Jerusalén, las catedrales góticas, pero también
nuestras modestas parroquias coloniales. Quemar o profanar una
iglesia constituye, por ende, un acto de absoluta barbarie, de una
regresión a etapas muy pretéritas del desarrollo humano, antes de
que aprendiéramos a diferenciar el espacio sagrado del espacio
profano.
2. En esta oportunidad y como un nuevo paso en el proceso de destruir el orden social, nuestros jóvenes han ido más allá de profanar el espacio sagrado de una iglesia llegando hasta arrastrar por la calle y romper la imagen de Cristo. Pero sucede que Cristo no es un líder religioso más, como los ha habido muchos, sino el fundador de nuestra cultura, fuente inagotable de inspiración para el arte, la arquitectura, las normas y las instituciones que nos rigen. Su historia es la narración constitutiva de Occidente y, por lo tanto, el origen de nuestra identidad, en el sentido de la "identidad narrativa" de Paul Ricoeur. Lo que han hecho nuestros estudiantes es, entonces, atentar contra el fundamento mismo de nuestra civilización.
Ante estos hechos tan graves, uno no puede dejar de preguntarse: ¿y por qué? No estoy en condiciones de dar una respuesta a esta pregunta, porque ello implicaría considerar aspectos históricos, sociológicos y sobre todo políticos que me sobrepasan, pero quisiera mencionar dos factores que pienso podrían contribuir a su génesis.
1. Uno es la desintegración de la familia. En relación o no con los ataques sistemáticos que ha venido sufriendo en Chile la institución de la familia tradicional, hemos alcanzado el triste récord mundial de niños nacidos fuera del matrimonio: el 71%. Y ocurre que no se ha descubierto aún una institución que permita un mejor desarrollo de la afectividad (a través de la madre) y de la identidad (a través del padre) que este tipo de familia.
2. La alta proporción de consumo de drogas y alcohol, pero muy en particular de marihuana, consumo este último que viene aumentando en forma alarmante en los escolares desde 2009 en adelante: 100% en los alumnos de 3º y 4º medio, 300% en los de 1º medio y 400% en los de 8º básico. Y la marihuana no solo daña las funciones cognitivas, como han sostenido con insistencia las Sociedades Médicas, sino también la capacidad de discernimiento ético.
Estimo que las autoridades no deberían limitarse a "repudiar los hechos" (que no basta) y a "presentar querellas en contra de los que resulten responsables" (que nunca aparecen), sino a repensar la idea de familia que queremos promover y a tomar medidas drásticas en contra del consumo de marihuana y alcohol en colegios y universidades.
Lo
inconfesable,
por
Max Colodro.
La
renuncia del ex Ministro Jorge Burgos marca el definitivo término
del ‘realismo’ Gubernamental, es decir, de esa breve tentación
de contener su voluntad reformista en función del deterioro del
escenario económico.
El Ejecutivo resolvió finalmente la tensión instalada desde el
anterior cambio de Gabinete y optó por mantenerse fiel a la
inconfesada lógica que alimenta su línea política: concretar el
programa de reformas, aunque ello signifique sacrificar niveles no
menores de inversión y crecimiento económico.
En mayo de 2015,
la llegada de Burgos y Valdés al Gabinete hizo que algunos sectores
anticiparan una etapa de mayor moderación -y eventualmente de
rectificación- en el cumplimiento del programa de Gobierno. La
esperanza de algunos y el temor de otros fueron sin duda infundados;
en los hechos, luego de un acelerado ciclo de desgaste y aislamiento
del ahora ex Ministro de Interior, esta semana terminó de removerse
uno de los últimos obstáculos para que la lógica impuesta desde
el entorno Presidencial pueda seguir desplegándose a sus anchas.
En
resumen, esa lógica sostiene que no sólo la desconfianza de los
inversionistas es un costo pasajero e inevitable del proceso de
reformas. También, que al final del día no son políticamente
relevantes los bajos niveles de aprobación al Gobierno ni los altos
índices de rechazo a su gestión; tampoco es significativo el
desorden o la debilidad de la coalición Gobernante.
En rigor, lo único de verdad importante es que las reformas sean
aprobadas y queden firmemente instaladas, aunque sea con
insuficiencias técnicas, dado que ellas podrán corregirse más
adelante como ya empezó a hacerse con el nuevo esquema tributario.
Todo lo demás
es secundario: los llamados a reponer las confianzas, la
preocupación por el crecimiento y la productividad son genuinos,
pero no lo suficientemente sólidos como para sacrificar un ápice
de lo que está comprometido en materia de reformas. Y eso, aunque
no se explicite, ha sido de algún modo percibido e internalizado
por un sector relevante de la opinión pública. En definitiva, esa
es la razón de porqué las voces de la autoridad buscando mejorar
las expectativas de inversionistas y consumidores caen simplemente
en el vacío.
El ex
Ministro Burgos nunca tuvo posibilidades de éxito político, por la
misma razón que el Ministro Valdés no podrá reponer confianzas y
mejorar expectativas.
Las escasas y debilitadas energías que le quedan a esta
administración serán destinadas a la tramitación del proyecto
sobre Educación Superior, a la desmunicipalización de las escuelas
públicas, a tratar de destrabar la reforma laboral y a dejar lo
suficientemente avanzado el proceso Constituyente como para que el
próximo Gobierno, del signo que sea, no pueda echarlo abajo.
Fuerza,
voluntad o convicción para hacer las cosas que son imprescindibles
para reactivar la economía, simplemente, no habrá.
De algún modo,
eso es lo que el cambio de Gabinete de esta semana vino a dejar a
firme. Aunque a la autoridad le resulte, en rigor, inconfesable.
Parar
la decadencia,
por
Karin Ebensperger.
La
falta de certeza jurídica es a la política lo que la inflación es
a la economía: un cáncer. Es
una maligna enfermedad social que perjudica a los más débiles,
porque no tienen la influencia ni la capacidad de especulación que
permite a los inescrupulosos sacar partido de ambas distorsiones.
Chile está perdiendo uno de los mejores atributos que lo han distinguido en la región: la seriedad de sus instituciones y, como consecuencia directa, la certeza jurídica. La responsabilidad es del Gobierno, que usa en forma discrecional su poder para desvirtuar algunas facultades del Estado, y de algunos potentes particulares que han ejercido su enorme riqueza e influencia para desemparejar la cancha, para distorsionar la economía y afectar la confianza.
Como muchos chilenos, quiero ser parte de una sociedad civil que se oponga -con respeto- a los abusos, que no acepte que desde empresas poderosas se reparta dinero a los políticos, que no permita que Gobiernos como el actual liquiden de un plumazo la productividad que Chile ha ido construyendo por décadas. Quiero que mis hijos y nietos vivan en una sociedad más amable, más respetuosa, con mayor responsabilidad cívica.
Esta caída que estamos viviendo no terminará mientras todos nosotros, como parte de la sociedad civil, no captemos que Gobiernos con mala gestión como el actual, o actuaciones como la de SQM y sus pagos, están mermando lo más preciado que debe garantizar un Estado de Derecho: las libertades personales. Libertad es lo que se va perdiendo cuando la autoridad y algunos poderosos se sirven del país para obtener cuotas de poder a costa de esforzados ciudadanos.
Es preocupante además comprobar el grado de ignorancia con que se está discutiendo el tema Constitucional. Esto es consecuencia directa de la nula preocupación histórica en Chile por la educación cívica, cuyos conceptos en los países con democracias estables se inculcan desde la primera infancia. A través de los años he comprobado con tristeza que impartir educación cívica en Chile en forma objetiva y respetuosa es otro tema que divide.
La esencia del liberalismo político es creer en un Estado de Derecho que garantice las libertades personales frente al poder, y promueva la responsabilidad individual por los actos propios. Como he insistido en estas columnas, en Chile se impuso una derecha demasiado centrada en la economía, sin asociarla a un verdadero, profundo y responsable sentido social. No está en su ADN devolver a la sociedad, como debería, sin un sentido paternalista sino justo. Y la izquierda, en vez de seguir la tendencia socialdemócrata que avanzó en Occidente, en Chile es proclive a una trasnochada visión ideológica, estatista, sumada a una ineficiencia total. Eso es lo peor para el verdadero progreso social, en el que las personas puedan lograr su propio desarrollo, en vez de estar condenadas a ser dependientes y clientes de un Estado burócrata, ineficiente, asfixiante.
Regalo
para Evo,
por
Axel Buchheister.
EN UNA decisión
que hará historia, demandamos a Bolivia ante la Corte Internacional
de Justicia, para que reconozca el carácter internacional del río
Silala y los derechos que de ello se seguirían para Chile. Una
acción que parece haber tenido un solo objetivo: ganarle el “quién
vive” a Evo Morales, que había anunciado que nos demandaría por
el estatus del mismo curso de agua.
Ciertamente
que el objetivo de sorprender se logró; y no sólo a Evo Morales.
Pero la pregunta es si esto es lo que convenía al país. La
respuesta -me temo- es que no, porque el Tribunal no es confiable.
Peor aún, cuando debíamos retirarnos de la jurisdicción de la
Corte, no hacemos más que ratificarla con esta demanda.
Chile adhirió
al Pacto de Bogotá, que nos somete a la jurisdicción de la Corte
de La Haya, en la creencia era un Tribunal de derecho. Pensamos que
ello constituía una garantía para nuestros intereses, seguros de
los títulos de lo que consideramos nuestro y cuando no tenemos
pretensiones pendientes en contra de nadie. Pero la dura evidencia
nos ha mostrado que no falla conforme a derecho. Está el precedente
del diferendo entre Colombia y Nicaragua, en que la Corte se saltó
un tratado entre las partes. Tras cartón, nos tocó a nosotros, ya
que si bien nos dio toda la razón en cuanto las cuestiones
jurídicas en el diferendo ideado por Perú sobre el límite
marítimo, nuestro mar fue para el vecino, para lo cual la Corte
interpretó en los acuerdos -que reconoció como un tratado- que
donde dice doscientas millas son ochenta. Así, queda prístino que
la dichosa Corte de La Haya no falla en derecho, sino que es un
“Tribunal pascuero” que regala a los que supone más débiles a
costa de los demás, no obstante lo que estatuya el derecho
internacional.
Ni corto ni
perezoso Evo Morales demandó su parte, a pesar que existe un
tratado de límites que es intangible. Planteamos la incompetencia
del Tribunal y nos fue denegada.
Entonces, ¿le cabe alguna duda a alguien a estas alturas que la
Corte le dará a Bolivia más de algo?
Porque el país altiplánico no tiene mar y nosotros tenemos mucho.
Por eso hay que salirse de la Corte y tiene que hacerse ya, pues el
retiro surge efectos recién un año después de formularlo.
En vez
de irnos, se nos ocurre demandar ante el mismo Tribunal. Los Jueces
justicieros de La Haya no podrán sino interpretar que estamos muy
satisfechos con sus actuaciones.
Lo peor es que la demanda de Chile tiene un punto de conexión con
la de Bolivia: en el pasado (incluido el primer Gobierno de
Bachelet) mostramos disposición a negociar en ambos temas. ¡Pero
si en eso se basó la demanda de Evo! Si se acoge su pretensión que
las conversaciones generan derechos, en la nuestra también
sucederá. Y claro, la Corte se las arreglará para regalar: dirá
-por ejemplo- que no obstante ser un río internacional, debemos
pagar por usar parte del caudal, que es lo que quiere Bolivia. Le
será fácil, considerando que lo anduvimos ofreciendo.
Si
negociamos de buena fe y lo usaron para demandarnos, es
desconcertante que ahora demandemos nosotros, porque lo usarán
nuevamente para defenderse y contrademandar.
Menos marchas y más estudio,
por Sergio Urzua.
Estimada/o
estudiante, contuve la tentación de repudiar (nuevamente) a los
cavernícolas encapuchados que te acompañan en las marchas, para
darles mejor uso a estas líneas. Vamos directo al grano: creo que
llegó la hora de que dejes de marchar.
El sincero consejo no nace del creciente repudio que genera en la población el caos que causan tus manifestaciones, cosa que igual no creo que te importe. Tampoco por la posibilidad de que la autoridad se resuelva a restringirlas, pues sospechas que eso no ocurrirá. Y seguro no te preocupa que los "líderes" estudiantiles utilicen las movilizaciones para escalar políticamente. De hecho, me imagino tu fascinación de creer que marchas codo a codo con los reemplazantes de Camila, Giorgio o Gabriel. Es que no hay posibilidad de que las marchas paren y es precisamente por eso que tienes que dejar de marchar.
¿Cómo así? El secreto está en un principio económico básico: el retorno al talento aumenta mientras más escaso este sea. Y como vamos, reflauta que será escaso el talento en el Chile del futuro. Ahí tu gran oportunidad: no costará mucho destacar en tu generación.
¿No lo ves? Analiza, por ejemplo, los resultados del Simce de lectura. Una caída brutal en un período de solo un año. Además, como muy poco se ha hecho para que esto se revierta, de no mediar sorpresas, la tendencia se mantendrá. En serio, ¿cuándo has tenido una mejor oportunidad de distinguirte? Que el resto marche, mientras tú estudias. ¿Eliminar las tareas por Ley? ¡Otra oportunidad! Aprovecha el ofertón, deja de marchar y mejora tu competitividad.
Pero, además, dado tu perfil, apuesto que ya cuentas con un talento que podrías explotar. Vas a cuanta manifestación se organice, ¿no? Y mientras el resto se dedica a pelusear, tú perseveras con el movimiento estudiantil, pues estás comprometida/o con él, ¿cierto? Bueno, no sabes lo escaso e importante que es ese rasgo de personalidad, la perseverancia, en las sociedades modernas. Su valoración es incluso mayor a la del talento cognitivo. De hecho, ese es precisamente el tema de "Grit", el reciente libro (superventas en EE.UU.) de la profesora de psicología de la Universidad de Pennsylvania Angela Duckworth. A partir de distintos ejemplos, el texto demuestra cómo la perseverancia por alcanzar objetivos es la clave del éxito en economías modernas. Tuve la suerte de escribir con Angela y puedo testificar que tal rasgo de personalidad la distingue en su profesión. Entonces, ¿por qué no le das mejor uso a tu pasión y perseverancia, destacándote así del resto?
Estudiante, "sin querer queriendo" se te está dando una oportunidad única. Todo sugiere que la mediocridad caracterizará a tu generación. Por eso, utiliza mejor tu tiempo, invierte en tus capacidades y aprovecha tus talentos. Desmárcate hoy, para destacar mañana. Se valorará tu esfuerzo. Los puntos de tus reclamos ya están hechos. Menos lienzos y más libros. Menos marchas y más estudio.
No soy yo, eres tú,
por Sergio Melnick.
LA
HISTORIA de la Presidente Bachelet con sus Ministros del Interior no
ha sido de las mejores. Son así como desechables. Cuando un
Gobernante ha tenido tantos Vicepresidentes en sus dos
administraciones (seis hasta ahora), en mi opinión el problema de
fondo no puede ser de los Ministros.
Nadie le cree a Burgos su discurso elegante del cansancio.
Simplemente lo ningunearon una y otra vez. Era una gran esperanza de
cambios en el mal curso del Gobierno y se habló de la dupla con
Valdés. Pero nada funcionó y el Gobierno siguió exactamente igual,
tanto en la política como en la economía.
Lamentablemente
han habido demasiados rumores y trascendidos sobre una salida muy
airada de Burgos. Nadie renuncia intempestivamente de un cargo así
por “cansancio físico”, y menos se tiene listo un Vicepresidente
esperando en el pasillo.
Pero más allá de los trascendidos, lo relevante es que Bachelet
nunca escuchó ni respetó a Jorge Burgos en su rango de
Vicepresidente. El telón de fondo fue el respaldo de la Presidente,
en sus hechos, a la política de la retroexcavadora, algo que Burgos
desechó desde su llegada. Burgos es una persona de diálogos y
acuerdos, de caminos intermedios; es un republicano cabal.
Hay tres
incidentes básicos que literalmente enfurecieron a Bachelet. El
primero cuando Lagos, después de fuertes críticas públicas al
Gobierno, fue a reunirse con Burgos en La Moneda, y habló con
micrófono instalado en el patio de los cañones, mientras ella
estaba de viaje. El segundo episodio de las iras, fue la remoción de
Riquelme de La Moneda a la que Bachelet inexplicablemente se resistió
hasta el final. Tuvo que ser removido por Burgos para mantener una
mínima imagen de seriedad del Gobierno. Finalmente, el tercer
incidente de las furias, fue el tema de las causales del aborto, en
que Burgos mostró su posición personal en una de éstas. Su destino
en el gabinete estaba echado.
Pero hubo muchos
otros temas de tensión. Es evidente que Burgos no puede haber estado
a favor de la demanda a Qué
Pasa;
claramente no fue consultado, y si lo fue, simplemente no fue
escuchado. Para qué hablar del Presidente de la Cámara de Diputados
(del mismo partido que la Presidente) que presenta un recurso en el
TC contra una Ley que patrocina Burgos. O recordemos también los
incidentes con los camioneros en que Bachelet se entendió con su
visir Aleuy en vez de Burgos, quien tuvo que intervenir finalmente
para arreglar los errores del primero. Eso generó la renuncia de
Aleuy que Bachelet no aceptó, mostrando quien era realmente la
persona de su confianza en ese Ministerio. Lo mismo ocurre en las
disputas entre Burgos y Rincón, en que la Presidente siempre mostró
más apoyo a la segunda, de menor rango que el primero.
La cosa sigue. Si
recordamos el episodio del viaje a escondidas a La Araucanía, sin
siquiera informarle, pero sí a sus subordinados, el desencuentro era
total. En la reforma “sindical”, más que laboral, el recurso de
ir a una reforma Constitucional que es imposible, es sólo una
estrategia de choque que anticipa serios conflictos políticos y
refleja un mal manejo del tema, en lo que Burgos no puede haber
estado a favor. También había fuertes roces en el manejo del orden
interno, y con el proceso Constitucional.
El vocero
dice que todo esto es un tema personal y no hay crisis alguna. La
hipocresía en las declaraciones de algunos líderes de la Nueva
Mayoría es de no creer. Las palabras de despedida de Bachelet son de
antología.
Burgos se va
mostrando su diferencia con el manejo del Gobierno, y se transforma
así en una figura Presidencial. Imagínense si contara todo lo que
sabe del manejo de Bachelet. Lamentablemente Burgos jamás lo hará,
mostrando su propia altura.
El nuevo
Ministro, tiene muy buenas credenciales políticas, académicas y
personales. Es también un republicano, moderado, de diálogos.
Dentro de la DC pertenece al circuito de Gutemberg Martínez lo que
significa fuerza, y es claramente más Concertación que Nueva
Mayoría. Eso tiene mal pronóstico en este Gobierno ya que es
básicamente un Burgos 2.0.
Será difícil su tarea en un país que atraviesa una situación muy
compleja, con un Gobierno que tiene nada menos que 80% de rechazo y
en que los hilos se mueven desde el segundo piso cruzado con Aleuy y
Eyzaguirre. Ojalá
el nuevo Ministro tenga el carácter para ejercer su investidura,
moderar al Gobierno y mejorar su gestión.
Las opiniones del pueblo mapuche.
Valiosos antecedentes sobre
actitudes y percepciones del pueblo mapuche aporta la nueva encuesta
representativa de esa etnia del Centro de Estudios Públicos, y estos
desvirtúan la imagen que los grupos violentistas intentan crear
sobre la visión de esa comunidad y el carácter de sus
reivindicaciones.
Así por ejemplo, el 58 por ciento de los mapuches estima que no se justifica el uso de la fuerza para reclamar tierras, esto es 21 puntos porcentuales más que en 2006, fecha en que se realizó la primera encuesta en esta población. Este rechazo no tiene mayores diferencias por grupos de edad y es especialmente fuerte, 64 por ciento, entre los mapuches que viven en zonas rurales. Los actos violentistas, que supuestamente se realizan en su nombre, no tienen, entonces, mayor legitimidad en el pueblo mismo.
Los hechos de violencia han creado sí la percepción de que en La Araucanía la convivencia es violenta -el 69 por ciento de los mapuches así lo considera- y 60 de cada 100 creen que esta es menos pacífica que hace diez años. Pero esta percepción no está relacionada con la vida cotidiana. Solo ello puede explicar, por ejemplo, que 92, 89 y 84 por ciento de los mapuches que viven en zonas rurales manifiesten que nunca han tenido diferencias, problemas o conflictos con Carabineros, agricultores y empresas forestales, respectivamente. Son los grupos violentistas los que generan esta percepción y de ahí la importancia de que sean neutralizados.
Adicionalmente, las demandas por autonomía que los grupos violentistas a veces levantan tampoco parecen tener respaldo en el pueblo mapuche. Apenas el dos por ciento le da prioridad a esta posibilidad. La restitución de tierras, en cambio, alcanza al 49 por ciento. La única demanda política que tiene algo de adhesión entre las alternativas de compensación o reconocimiento al pueblo mapuche es el reconocimiento constitucional: el 16 por ciento de la población mapuche la menciona.
La preferencia por la restitución de tierras probablemente no solo tiene que ver con una reclamación económica, sino también cultural. De ahí que el 59 por ciento de los mapuches de zonas rurales no estén dispuestos a venderle sus tierras a una persona que no es mapuche. Quizás esta disposición esté influida por la pérdida de las raíces que se refleja en otras dimensiones. De hecho, el 67 por ciento de los que se autoidentifican como mapuches no habla ni entiende la lengua, once puntos porcentuales más que hace una década. La práctica de las ceremonias tradicionales también se ha reducido. Sin embargo, eso no los lleva a querer protegerse de otras influencias. Así la gran mayoría de los mapuches se sienten plenamente integrados a Chile y creen que las comunidades mapuches deben intensificar ese proceso, en lugar de buscar más autonomía. Con todo, el 60 por ciento quisiera que la enseñanza de la lengua mapuche fuese obligatoria para sus hijos, cuatro puntos porcentuales más que en 2006. Posiblemente, porque consideran que el dominio de la lengua es la mejor forma de preservar la cultura.
Demanda contra Bolivia por el río Silala.
EL LUNES, en
forma sorpresiva, la Presidente de la República anunció en una
radio la decisión de Chile de demandar a Bolivia por el río Silala.
Luego, el Canciller precisó que el país “no puede permanecer
pasivo” y por consiguiente demandará a Bolivia ante La Haya “para
que esta institución resuelva, declare y reconozca nuestra posición
jurídica conforme a derecho y para proteger nuestros recursos
naturales”. La propia Mandatario minutos antes había dejado claro
que Chile había decidido “tomar la iniciativa” frente al
Gobierno de Evo Morales, quien había dicho hace unos meses que
demandaría a nuestro país por el uso de las aguas de ese río
internacional, que La Paz no considera como tal.
La agente designada por la Cancillería para llevar el caso ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) explicitó a este diario que la demanda aspira a que la Corte declare “la naturaleza internacional del río Silala (y) que Chile tiene derecho a usar sus aguas”, agregando que en ella se solicita que esa instancia determine que el uso que hoy hace nuestro país de ese curso de agua es compatible con el derecho internacional que rige los recursos hídricos y que Bolivia tiene que informar sobre todas las acciones y medidas que adopte con respecto al Silala, además de cumplir con una serie de obligaciones, como “evitar la contaminación de las aguas y no afectar los derechos chilenos”.
La medida recibió un amplio respaldo del mundo político y los ex Presidentes también emitieron una declaración validando la medida. El creciente rechazo que han ido produciendo en la población las declaraciones y falsas acusaciones del Presidente Evo Morales contra Chile explican en parte ese respaldo. Los propios ex Mandatarios lamentaron “que el comportamiento del actual Gobierno de Bolivia esté produciendo un deterioro de las relaciones entre ambos países”. Además, algunos sectores se mostraron a favor de que al contrario de la actitud reactiva que había tenido la Cancillería chilena en el pasado ahora optara por tomar la iniciativa, descolocando a La Paz.
Pero al margen de la validez de la posición chilena, que se sustenta entre otros puntos en que hasta 1997 Bolivia nunca cuestionó el carácter internacional del Silala, el camino elegido no resulta el más apropiado, al validar un instrumento -el Pacto de Bogotá-, que ha estado en entredicho en los últimos años y ha sido criticado, en algunos casos, por su uso para fines de política interna. Tanto Parlamentarios, Académicos como Diplomáticos lo han cuestionado por obligar a los países miembros a solucionar sus controversias ante una Corte, como la de La Haya, que ha fallado influida por factores ajenos al derecho mismo y privilegiando sentencias salomónicas.
Sostener por ello que Chile, considerando que aún forma parte del pacto, puede y debe hacer uso de él en caso de no poder optar a un arbitraje o mediación concordado entre las partes no parece el mejor camino, porque debilita la noción de que es un instrumento que ha perjudicado los intereses chilenos y que por lo mismo es justificable evaluar el retiro de Chile. Dado que una vez denunciado el pacto un país debe esperar un año antes de concretar la salida -período en que puede ser demandado-, la decisión de evaluar la permanencia en el Pacto de Bogotá sólo debe atender a si los intereses de Chile están bien salvaguardados. Hasta ahora los costos de seguir en dicho pacto han sido elevados, como dejó en evidencia el fallo sobre límites marítimos con Perú y la anuencia a la artificiosa demanda boliviana para acceder soberanamente al Pacífico.
Pueblos bien
informados
dificilmente
son engañados.