Las
encuestas no hacen más que confirmar que la Presidente Michelle
Bachelet
y
su Gobierno son muy mal evaluados por la ciudadanía que ve que
llevan
a
nuestro país por un muy mal camino.
|
Para
la mayoría de los chilenos la mejor noticia de la semana fue la
goleada
que
nuestra selección de fútbol le propinó al representativo de México
al
que
humilló con 7 excepcionales goles. |
La
resaca del Socialismo Siglo XXI,
por
Roberto Ampuero.
Regreso
después de un par de años a Ecuador, esta vez para asistir al
aniversario 127 de la legendaria Cámara de Comercio de Guayaquil,
una de las organizaciones gremiales más antiguas del continente, y
me encuentro con un país que ha
cambiado. Lo malo es que para peor. Está mucho más caro, muestra un
creciente desempleo, sufre una fuerte división política y, lo más
grave, perdió la confianza en el futuro. Hoy ya se escucha el
crujir de los otrora bien lubricados engranajes de la denominada
"Revolución Ciudadana", proceso inspirado en el chavismo y
el castrismo, el etnonacionalismo y el "antiimperialismo",
creado y encabezado por el Presidente Rafael Correa.
Margaret Thatcher dice que el socialismo se acaba cuando se acaba el dinero... de los demás. A Ecuador le ocurrió eso. Se le acabó el dinero de la era de los precios soñados del petróleo y no le dan abasto los tributos recaudados entre la población. Un reciente intento por aplicar elevados impuestos a la herencia llevó a las calles a millares de personas a expresar su rechazo contra una medida que ven diseñada para impedir que los padres leguen a sus hijos lo que logran ahorrar tras pagar impuestos.
En esta economía dolarizada se huele la incertidumbre, aumenta la violencia y crece el desencanto con el Gobierno. Es evidente que la caída del precio del petróleo, las reformas de Correa y su expansivo gasto Fiscal le están pasando la cuenta al país y a la popularidad del Mandatario. Como en Venezuela, aquí también están contados los días del Socialismo del Siglo XXI. Al parecer, Correa no buscará la reelección (una obsesión bolivariana) en 2017: la Constitución se lo prohíbe y él optará al parecer por no modificar la Ley Fundamental y promover que sea otro el que conduzca al país de la resaca a la sobriedad y el realismo.
Las cifras son inquietantes: el Fondo Monetario Internacional pronostica que Ecuador decrecerá económicamente en 2016 y 2017 en 4,5% y 4,3% respectivamente, y el Banco Mundial considera que el decrecimiento será de 4% en ambos años. "Esta perspectiva hace brillar el pobre crecimiento de 1,5% de Michelle Bachelet", comentan economistas ecuatorianos. Y hay más: la deuda pública pasó del 16% del PIB (US$ 10.200 millones) a finales de 2009, a más del 33% del PIB (US$ 34.180 millones) en abril de 2016. Todo esto golpeará a la gente, de modo especial a la más vulnerable.
El alza de impuestos se materializó estos años a través de 17 nuevas Leyes y 68 reformas a la tributación. En su libro "La culpa es de las vacas flacas", los economistas Pablo Arosemena y Pablo Lucio Paredes plantean una pregunta crucial: ¿Por qué Correa, al mando de un país petrolero, no ahorró en la época de las vacas gordas, cuando el precio del crudo alcanzó récords históricos, para enfrentar la fase de las vacas flacas? Es la pregunta que también le hacen los venezolanos al chavismo. Lo que los ecuatorianos sí saben es que lo peor de la recesión está aun por llegar, y que el Estado carece de recursos para continuar ampliando sus medidas asistencialistas.
La crisis complicará desde luego la campaña de los Presidenciables correístas, entre los que destacan el ex Vicepresidente Lenin Moreno, y el actual Vicepresidente Jorge Glass, y soplará al mismo tiempo en las velas del opositor Guillermo Lasso, del movimiento CREO, la segunda fuerza política, y de otros candidatos opositores.
Recuerdo al Presidente Correa cuando vino a Chile en 2012 para lanzar un libro de su autoría en la Feria del Libro de Santiago. En un acto inusual para un Mandatario extranjero, respaldó públicamente las marchas contra el Gobierno de su anfitrión, quien lo acompañaba en su promoción en la FIL, criticó al modelo chileno, minimizó sus logros de las últimas décadas y dijo que su prosperidad se debía solo al cobre. Era un Correa soberbio e imprudente, aunque con el petróleo por las nubes, que no ahorraba en descalificaciones ni mofas contra los periodistas que lo cuestionaban, y que tampoco ahorraba -lo sabemos ahora- recursos para la etapa de las vacas flacas. Ecuador ha cambiado y confío en que cambie más, y vuelva a ser un aliado confiable de Chile.
Fin
al doble estándar,
por
Axel Buchheister.
Diecinueve
Senadores suscribieron un oficio dirigido a la Presidente de la
República para que adopte medidas administrativas humanitarias ante
la situación de reclusos aquejados de enfermedades graves e
incurables, sin distinción alguna. Abarca,
por ende, a los militares y policías condenados por casos de
“derechos humanos”, y lo significativo es que la petición
incluye a cinco Senadores oficialistas.
Se unieron así al llamado del presbítero Fernando Montes en favor
de los ancianos enfermos de Punta Peuco.
Una gestión de
mínima Justicia, que constituye un primer paso para poner fin al
doble estándar en nuestro país en materia de derechos humanos. Pues
nada justifica mantener ancianos en la cárcel, cuando ya no están
conscientes ni capacitados para entender que están cumpliendo una
pena. Si el
condenado no está en situación de percibir la pena, ningún
propósito cumple mantenerlo privado de libertad. Además, es un
despropósito práctico, ya que el cuidado de esas personas
corresponde que sea asumido por su familia, pero se nos obliga a
hacerlo a todos los chilenos a través del erario nacional. El
único motivo para mantener presos a esos condenados incapacitados no
puede sino ser el afán de revancha.
Con tal fin se
usa la teoría que sólo los agentes del Estado violan los derechos
humanos, lo que justificaría un trato diferenciado. La izquierda se
moviliza siempre para asegurar las garantías del debido proceso y
las razones humanitarias cuando se trata de delincuentes, pero no
hay “ni perdón ni olvido” cuando el caso involucra a agentes del
Estado, pero siempre que se identifiquen con la “derecha”. Porque
bien pudieron dar asilo a Erich Hönecker, que era el primer agente
del Estado de Alemania Oriental.
En simple: ¿qué diferencia humanitaria hace que un anciano
incapacitado haya sido o no agente del Estado?
La petición es
un paso mínimo, cuando
nadie ha querido ver que todos los encarcelados en Punta Peuco lo han
sido en violación de sus derechos humanos. Sí, porque se ha faltado
sistemáticamente al debido proceso.
Hicimos una reforma procesal penal porque el sistema vigente no
cumplía los estándares básicos, como son separar el acusador del
Juez, otorgar defensa jurídica al acusado, consagrar a éste el
derecho de guardar silencio, presumir la inocencia, etc. De
tales derechos gozan hoy todos los chilenos, salvo los militares y
policías. Estos son los únicos que se les sigue -más de década y
media después de la reforma- iniciando nuevos juicios bajo el
antiguo sistema,
que niega todos esos derechos. Y no está de más recordar que ello
se intensificó durante el Gobierno de Sebastián Piñera.
Además, con
Jueces designados ad hoc -lo que prohíbe la Constitución desde
siempre- y que están bajo la “coordinación” de un Ministro de
la Corte Suprema, lo que atenta contra la independencia para fallar
y vuelve casi estéril cualquier recurso ante los Tribunales
superiores.
El
principal reclamo de los chilenos hoy es la igualdad de trato,
pero frente a ese doble estándar han mirado para el lado. Hay que
reconocer la valentía y misericordia del padre Montes. Pero también,
y especialmente, de esos cinco Senadores.
La Presidente encapuchada,
por Alberto
López-Hermida.
El encapuchado
es cobarde. No da la cara, pese a estar en medio de todos. Culpa de
sus errores al sistema, a “los mismos de siempre” o a otros. El
encapuchado no se arrepiente ni pide perdón; en el mejor de los
casos se “disculpa” y dice que de existir la mera posibilidad de
haber cometido un error fue culpa de dejarse llevar y de no seguir su
intuición.
El encapuchado es
impredecible. Todas las semanas sorprende con algo nuevo con lo que
busca fijar su posición extremista. El encapuchado es obstinado:
aunque todos se lo digan, incluidos sus antiguos compañeros de
armas, insiste en su agenda obtusa. Y es que el encapuchado no admite
que se equivocó de camino desde el comienzo. El romanticismo al
inicio de sus andaduras ha dejado paso a la torpeza crónica y
sistemática.
El encapuchado
se envalentona. Día a día va dando un paso más hacia lo que al
principio pudo parecer algo loable e incluso popularmente aplaudido,
pero que a estas alturas resulta grotesco y desmedido.
Al encapuchado le
da igual el escenario: ostentoso, próspero, desacelerado o
estancado, siempre es la temporada propicia para arrojar municiones
contra “el otro”. Al encapuchado le da igual si su proyectil
ofende, hiere o profana a una minoría o una mayoría del norte, del
centro o del sur del país.
El encapuchado
parece no tener a nadie en frente, pese a decir insistentemente que
actúa por “el pueblo”. Quienes están llamados a resistirlo o
llamarle la atención están de manos atadas por sus propios pecados,
la corrección política o la astucia en el actuar del mismo
encapuchado, pues el encapuchado se hace la víctima y evita así el
juicio, el castigo y hasta la culpa.
Cobarde, no se
arrepiente, no pide perdón, es impredecible, sorpresivo, obstinado,
torpe, envalentonado, todo parece darle igual, actúa como si no
tuviera nadie en frente y suele victimizarse.
Así es el
encapuchado que todas las semanas se adueña un poco más de nuestras
ciudades, alimenta nuestros temores y cultiva nuestras rabias.
Y así, guste
o no, es nuestra Presidente, que semana a semana dilapida fuerza
política, social y discursiva para dirigir con verdadero liderazgo
al país.
¿Optimismo
sobre la economía?,
por
Hernán Büchi.
En
una entrevista reciente, el Ministro de Hacienda parece querer
infundir ánimo sobre el futuro de la economía. En medio de bajas en
las proyecciones -incluidas las del Banco Central en el IPoM- y de la
salida del Ministro Burgos, señaló que parece haber quedado atrás
el punto más bajo de crecimiento. No es extraña su nota de
optimismo. Sabe que las expectativas son relevantes para la economía
-lo que parece no comprender la autoridad política- y busca sacarlas
del terreno negativo actual.
No habló, eso sí, de "brotes verdes" como los pronosticaba su predecesor hace año y medio, cuando en realidad Chile se adentraba en un período de bajo crecimiento y caída de la inversión como no veía hace mucho tiempo. Pero hay que ser cuidadosos con alentar la esperanza. Si los ciudadanos no perciben mejoras reales, las declaraciones pueden ser contraproducentes.
Podría entenderse su optimismo si pensamos que el país está lejos de enfrentar una recesión profunda, o una crisis de balanza de pagos, Fiscal o un colapso financiero como algunos países del continente. Es sin duda reconfortante que nuestras empresas, Fisco y bancos sean sólidos todavía. Pero si la vorágine refundacional continúa, es predecible que aún esa fortaleza ganada con esfuerzo la perdamos paulatinamente.
No olvidemos que la Presidente nos ha lanzado en una catarsis Constitucional fuera de todas las normas establecidas para reformar nuestra Carta Fundamental. El efecto final es desconocido e impredecible. El caos populista al que conduce al querer transformar una Constitución en una lista de deseos y anhelos está a la vista en el continente. Pero ya el solo proceso elegido violenta nuestro ordenamiento y genera incertidumbre. Se trata de un montaje político no propio de un país serio que puede terminar desvirtuando el sentido mismo de nuestra democracia.
Se está usando la forma clásica de la construcción del poder personalista -la supuesta relación directa entre líder y pueblo- que se atribuye una voluntad superior por sobre las instituciones representativas, forzándolas vía los hechos consumados y no utilizando directamente los procedimientos establecidos en la propia Constitución para su reforma. La Presidente puede proponer la reforma que quiera y los Parlamentarios discutirla escuchando a sus votantes, como pueden y deben hacerlo en cualquier Ley o reforma. Pero subvertir el orden establecido no siguiendo los procedimientos adecuados multiplica la incertidumbre y abre el camino a lo desconocido.
El último IPoM del Banco Central trajo malas noticias y probablemente el Ministro quiso sacarnos ese sabor amargo. Además de una pequeña disminución en el rango superior del crecimiento, estima que la inversión caerá por tercer año consecutivo, algo inédito en el último medio siglo. Ello habla de un cambio en el que las proyecciones de crecimiento de mediano plazo se han ajustado definitivamente a la baja. Para el año 2017 postula un pequeño incremento de la inversión de 0,9% aunque sujeto a una mejora de las expectativas privadas.
Pero quizás sea más importante lo que el Central indica en el Informe de Estabilidad Financiera. Allí da luces sobre lo que podría ser un deterioro incipiente de nuestros baluartes de estabilidad. La rentabilidad de las empresas decrece a su nivel más bajo desde inicios del milenio. El endeudamiento corporativo se encuentra en el peak de los últimos 20 años. La seguridad con que se decía que los cambios tributarios no tendrían efecto en la economía, pues en Chile las empresas eran rentables y con poca deuda, fue un error de diagnóstico más de parte de un Gobierno cegado por su afán refundacional. Según los datos, la deuda corporativa alcanza al 120% del PIB -que no es bajo- y el endeudamiento equivale al 72% del patrimonio. El sistema financiero es sólido a nivel global; sin embargo, mereció que el Banco Central indicara que su capitalización ha tendido a reducirse, en términos relativos al mundo, lo que deberá revertirse si se quiere seguir la línea establecida en Basilea III.
Pero no es solo respecto a datos económicos donde el Ministro enfrenta el desafío de infundir optimismo. Además de la incertidumbre que generan las reformas en el área política, están las malas noticias por la escalada de violencia reciente, que afectan su esfuerzo por inyectar optimismo.
Habremos cruzado el Rubicón en esta materia si la ilegalidad y el desquiciamiento violento de la acción política pasan a ser tolerados por la autoridad, que es precisamente quien debe evitar que la prescindencia de la legalidad y el uso de la fuerza se transformen en un modus operandi legítimo y eficaz. Ya ocurrió en Chile en la segunda mitad de los 60 y las consecuencias pueden ser terribles. No hay manera que ello no pese negativamente en el ánimo de los agentes económicos. A este respecto, la tarea del Ministro no es dar seguridades y señales de optimismo. Debe hacer ver a sus colegas de Gabinete -en especial al nuevo Ministro del Interior- la gravedad que también para la economía reviste este camino.
En el entorno externo podemos destacar positivamente la baja probabilidad de algún episodio que descarrile la economía mundial del nuevo nivel de tendencia, más modesto, en el que se ha estabilizado. Descartamos un golpe de suerte que catapulte de nuevo el cobre. Por el contrario, el rebote del petróleo afectará a los importadores de combustible, como es nuestro caso. La inflación mundial se elevará y con ello se hacen inevitables las alzas de tasas sobre las que la Fed lleva ya meses alertándonos. Los efectos en el financiamiento y el valor de la divisa serán relevantes en el país, pero nuestra economía debiera absorberlos bien. Desafortunadamente no la ayudarán a salir del letargo en que está sumida sin un cambio en el escenario interno. Siguiendo las proyecciones del Banco Central, el 2017 completaríamos 4 años de crecimiento rozando el 2%. Esta es una nueva tendencia que mutila los anhelos de mejoría en el bienestar de nuestra población.
Discrepo de los que piensan que el voto popular al que concurrirán el 23 de junio los ingleses -si aprueban o no el llamado Brexit o salida de ese país de la Unión Europea- podría descarrilar seriamente la economía mundial. Las encuestas han sido volátiles y ya se equivocaron con la última elección Parlamentaria, de modo que los pronósticos firmes no existen. Adicionalmente, genera especial incertidumbre el impacto tras la masacre en Orlando y el asesinato de la Diputado del Partido Laborista británico, que sin duda tendrán influencia relevante en el ánimo de los votantes.
Concuerdo con el célebre economista francés Frédéric Bastiat en el sentido de que si los bienes no cruzan las fronteras, tarde o temprano lo harán los ejércitos. Pero de la libertad de comercio a la burocracia de Bruselas de hoy existe un abismo. Pretender borrar de un plumazo tradiciones centenarias, imponiendo normas y leyes por encima de la jurisprudencia y tradición que en Gran Bretaña tienen raíces casi milenarias no puede ser estable. Si el pueblo vota sí al Brexit, como en 2005 los franceses y holandeses rechazaron la Constitución Europea, no tiene por qué ser el fin de un espacio creciente de mayor libertad. Por el contario, puede ser el inicio, luego de una turbulencia inicial, de una visión más flexible que rescate la diversidad y con ello potencie la innovación y el progreso en el mundo.
Del mismo modo podríamos ser optimistas sobre la marcha de nuestra economía y, con ella, del bienestar de los chilenos, pero para ello no bastan las seguridades de la autoridad. Se necesitan sus acciones en el sentido correcto.
Las
ideas de los estudiantes,
por
Sergio Melnick.
Sería
curioso que los pacientes trataran de dirigir a sus médicos, o que
las ideas científicas se aprobaran por votación popular.
O que los obreros fueran quienes se hicieran cargo de diseñar una
planta nuclear de energía o que una iglesia sometiera a votación la
existencia de Dios. Más curioso aun sería que los pasajeros se
hicieran cargo del avión.
En nuestro país,
los estudiantes quieren definir cómo debe ser la educación en el
país, y recurren a la fuerza para imponerlo.
Cuán relevantes pueden ser esas “ideas” cuando ni siquiera han
terminado sus estudios. En general sólo escuchamos slogans
ideologizados, de muy poca profundidad, propio de quienes aún no
saben mucho. En general se hacen caricaturas o simplificaciones de la
realidad, de modo que si se implementan las cosas resultan peor de lo
que estaban. Confunden sistemáticamente la equidad con la igualdad.
Hablan de la Constitución como si fuera el reglamento de un
condominio.
En la academia
mundial de calidad, el grado básico de acceso para enseñar en una
universidad, es el de doctor (o Ph.D.), y muchas veces el post
doctorado. Es un largo camino que requiere llegar a la frontera del
conocimiento de su especialidad. Y con esas credenciales recién
entran al grado inferior de la carrera académica que se define como
profesor asistente. Para avanzar, deberán hacer investigación de
calidad mundial con reconocimiento de los pares. Pues bien, en Chile
los estudiantes se sienten sus equivalentes y opinan cómo debe ser
la educación.
En Chile,
literalmente niños de 15 o 16 años amenazan con hacer ingobernable
al país si no se hace lo que ellos dicen, y se toman sus colegios
que frecuentemente son destrozados.
Hemos visto encapuchados lanzando bombas molotov desde el interior de
universidades, y a la fuerza policial que ya no se atreve a
intervenir. ¿Esas son ideas? Y si la autoridad no autoriza un cierto
recorrido para una marcha, los estudiantes no respetan las normas
básicas de convivencia y lo hacen. Es
curioso que todos estos movimientos sean básicamente de izquierda y
cada vez más extrema, con planteamientos ideológicos realmente
añejos y trasnochados.
No les hemos escuchado a los estudiantes ni una sola idea propia del
siglo 21.
No hacen la
diferencia entre educación, entrenamiento, o capacitación. Para
armar un sistema nacional de educación se requiere entender esas
diferencias que entre otros temas define el sistema de títulos y
grados que ofrece el sistema. Eso a su vez define las formas de
acceso a las casas de estudio. La
sociedad del siglo 21 duplica el stock de conocimiento cada 3 o 4
años. Se duplican los datos cada semana. Aparece la e-sciences con
nuevos principios lógicos. Entramos a la web 3.0 que apunta a la
creación de un cerebro colectivo tecnológico, que es clave para la
educación en este siglo.
Tampoco al parecer los estudiantes entienden la diferencia entre el
idioma y el lenguaje. En general en sus discursos los vemos confundir
el Estado con el Gobierno, o la mente con el cerebro.
La velocidad a la
que se mueve la sociedad moderna impone nuevos requerimientos para la
educación. La expectativa de vida se seguirá ampliando, requiriendo
una forma nueva de educación. Los medios electrónicos digitales
cambian toda la estructura educativa en el siglo 21. Las
salas de clases empiezan a vaciarse. La principal causa de
segmentación y pobreza social en este siglo será la brecha digital,
de lo cual no hemos escuchado una sola palabra de los movimientos
estudiantiles.
La máquina le gana al mejor jugador de ajedrez del mundo: no es
trivial.
En una
civilización que depende de una enorme plataforma tecnológica
global, que opera 7×24 y es crecientemente automatizada, la relación
del ser humano y la tecnología está cambiando notablemente, y por
ende la educación. Cada
vez hay más evidencia de que nos enfrentamos literalmente a un salto
evolutivo de la humanidad.
Para Kurzweil, líder mundial en inteligencia artificial y creador de
la Singularity University, nos enfrentamos a una fusión literal
entre la biología y la tecnología. Para Lipton, biólogo celular,
la humanidad como un todo se convierte en un nuevo tipo de organismo,
tema que tiene implicancias enormes en la educación.
Es curioso que
todos los movimientos estudiantiles tienen un solo norte: educación
Estatal y gratuita. Por
alguna razón que nadie entiende, creen que por el solo expediente de
ser Estatal la educación será mejor.
La evidencia parece indicar lo contrario. En Chile la mejor
universidad es privada.
En
suma, no estamos frente a un
movimiento estudiantil, sino frente a la extensión ideológica de un
movimiento político extremo,
que se basa en la fuerza más que en las ideas: lo opuesto al
principio básico de la educación y de la democracia.
Autoridad
y violencia política,
por
Gonzalo Müller.
El orden público
se ha transformado en un nuevo dolor de cabeza para el Gobierno. En
las últimas tres semanas se han sucedido episodios de violencia y
desórdenes de distinta magnitud que ponen en duda la capacidad y
convicción de la izquierda Gobernante para asegurar a los chilenos
el derecho a vivir en paz.
El incendio del
Consejo Municipal en Valparaíso que resultó en la muerte de Eduardo
Lara, pasando por la violenta irrupción en La Moneda, la marcha sin
autorización de los estudiantes secundarios, los saqueos y la
destrucción de una imagen del Cristo crucificado. Son todos hechos
que van construyendo una espiral de violencia que ha debilitado a la
autoridad.
Pareciera que la
izquierda chilena vive atrapada en sus propios traumas, que le
impiden ejercer el rol de autoridad en cuanto asegurar el orden
social, su pulsión permanente a contextualizar o a apuntar a causas
profundas como manera de evitar la condena y repudio necesarios para
que los actos de violencia sean injustificables y considerados fuera
del sistema democrático, esa condena transversal que sí se produce
en la sociedad civil, no ha sido categórica en la Nueva Mayoría que
se divide en matices que paralizan la labor del propio Gobierno.
Hay en nuestro
país una izquierda extrema y no democrática que ve en la violencia
un medio legítimo de hacer política, y que permanentemente no sólo
justifica esa violencia sino que la alienta y promueve no sólo en
redes sociales sino que en organizaciones. Así se entiende que la
violencia que hemos visto en estos días y que ha provocado el
rechazo mayoritario, esté dirigida contra instituciones específicas,
como la Iglesia, un Consejo Comunal, templos religiosos en el sur,
todos ellos símbolos de un orden social que se busca destruir.
La falta de una
autoridad ejercida con claridad y comprometida en garantizar el orden
social sólo alienta a quienes de manera planificada y sistemática
buscan presionar a la sociedad bajo la amenaza permanente del uso de
la violencia. Una primera señal sería un apoyo explícito y
permanente a la labor de Carabineros, quienes no pueden sentirse
inhibidos de ejercer su rol de asegurar el orden público por la
falta de convicción del Gobierno.
La izquierda
democrática que está en el Gobierno hoy ha tenido una actitud de
tolerancia hacia estos grupos, difícil de entender. Partiendo por
tolerar las tomas de los establecimientos educacionales y evitar a
todo evento la penalización de los encapuchados. Esta actitud
permanente sólo aumenta las dudas de su capacidad de ejercer la
autoridad y asegurar a los chilenos el derecho a vivir en paz y sin
temor.
“Todo
va bien, señora marquesa…”,
por
Fernando Villegas.
El
título de esta columna se inspira en dos fuentes: la primera es
cierta canción que se entonaba en Francia hace muchos años y en la
cual a cierta marquesa se le informa de a poco -“tout va bien,
madame la marquise, pero…”- que su palacio se ha incendiado, su
marido el marqués fallecido, el gato atropellado y su fortuna
desvanecida; la
segunda son declaraciones del Intendente de La Araucanía, el señor
-¿o debiéramos decir antropólogo y filósofo de la historia?-
Joannet, quien acaba de afirmar que su Región es “la tercera más
segura de la nación”.
Como prueba de ello recordó a la ciudadanía que desde que él está
a cargo nadie se ha tomado ningún edificio público. Eso
es totalmente cierto; como la CAM se ha tomado el entero territorio
de la Región que al Intendente le compete,
lo cual incluye por default cada edificio público y privado que se
encuentre dentro de aquella, sus combatientes ya no necesitan perder
tiempo en ir a tomarse las oficinas del Departamento de Aseo y Ornato
de Temuco u orinar en el escritorio del señor Intendente. Entendemos
que este último, satisfecho por su logro, prepara una campaña para
promocionar los encantos turísticos de la Región aduciendo esa
calma chicha. Para los amigos del turismo aventura se les ofrecerá
la opción de recorrer caminos rurales.
No todas las
autoridades de la República ostentan tal grado de voluntaria y
persistente ceguera o tanta disposición para declaraciones cargadas
de inconsciente humor negro. La Alcalde de Santiago, Carolina Tohá,
a propósito de los brutales desmanes que los estudiantes preocupados
por la calidad de la educación perpetraron en el Inba, primero
destrozando la biblioteca, luego vandalizando lo que no robaron y
robando lo que no vandalizaron, ha dicho que para ella ahora es claro
que con estos estudiantes no hay diálogo posible y no existe otro
camino sino el desalojo. Eso
bastó para que un dirigente estudiantil, luego de reconocer los
“daños”, acusara a Tohá de no respetar “acuerdos de campaña”.
Ignorábamos que doña Carolina hubiera contraído el compromiso de
permitirles saquear establecimientos educacionales.
Dicho sea de
paso, la Alcalde, junto con declarar que ha abandonado siquiera en
ese inciso su encantadora visión progre del universo, de inmediato
acusó a Carabineros de no haber hecho caso a 20 interpelaciones del
Municipio para que dicho desalojo del Inba se celebrara. Es
de presumirse, sin embargo, que las peticiones debieron ser revisadas
por uno de los grandes inefables del régimen, el buenazo del
Intendente Orrego, quien no gusta poner obstáculos al sacrosanto
derecho a manifestarse y del cual el destrozar y/o robar es parte
constitutiva.
Es en esa fase del proceso donde posiblemente reposa parte de la
razón de la tardanza, pero es de adivinarse que tampoco la
superioridad de Carabineros tiene hoy mucho apuro en satisfacer
peticiones que terminan con sus funcionarios jugando el papel de los
malos de la película, con sanciones, sumarios, despidos, la vindicta
de los medios y como cereza que corona la torta la invitada especial
de todas estas funciones, la santa patrona de los derechos humanos,
señora Fries.
Declaraciones
Así pues tenemos a Tohá haciendo declaraciones acerca de haberse pegado la cachada. Tenemos al Intendente de La Araucanía haciendo declaraciones sobre la seráfica paz que reina en sus dominios. Tenemos al ya ido Burgos haciendo declaraciones sobre el descanso eterno. Tenemos al recién llegado Fernández haciendo declaraciones con una mano puesta en la Biblia. Tenemos a Teillier haciendo declaraciones acerca de cómo pondrá el grito en el cielo si Fernández no se porta bien. Tenemos a Andrade haciendo declaraciones que él imagina llenas de humor acerca de Burgos y de Burgos acerca de Andrade. Tenemos a dirigentes estudiantiles haciendo declaraciones en las que reconocen los “daños” pero advierten que con eso se pretende desviar la atención de los elevados fines del movimiento. Tenemos a la Presidente, día por medio en CNN y 24 Horas, haciendo declaraciones de cualquier cosa. Tenemos a la Fries haciendo las declaraciones y acusaciones de siempre. Tenemos a Carabineros haciendo declaraciones de exculpación. Tenemos a las autoridades universitarias haciendo declaraciones bastante cobardes, salvo Darrigrandi. Lo único que no tenemos es a Cantinflas, quien, por haber muerto, no pudo ser reclutado por el Gobierno para que hiciera declaraciones verdaderamente graciosas.
Así pues tenemos a Tohá haciendo declaraciones acerca de haberse pegado la cachada. Tenemos al Intendente de La Araucanía haciendo declaraciones sobre la seráfica paz que reina en sus dominios. Tenemos al ya ido Burgos haciendo declaraciones sobre el descanso eterno. Tenemos al recién llegado Fernández haciendo declaraciones con una mano puesta en la Biblia. Tenemos a Teillier haciendo declaraciones acerca de cómo pondrá el grito en el cielo si Fernández no se porta bien. Tenemos a Andrade haciendo declaraciones que él imagina llenas de humor acerca de Burgos y de Burgos acerca de Andrade. Tenemos a dirigentes estudiantiles haciendo declaraciones en las que reconocen los “daños” pero advierten que con eso se pretende desviar la atención de los elevados fines del movimiento. Tenemos a la Presidente, día por medio en CNN y 24 Horas, haciendo declaraciones de cualquier cosa. Tenemos a la Fries haciendo las declaraciones y acusaciones de siempre. Tenemos a Carabineros haciendo declaraciones de exculpación. Tenemos a las autoridades universitarias haciendo declaraciones bastante cobardes, salvo Darrigrandi. Lo único que no tenemos es a Cantinflas, quien, por haber muerto, no pudo ser reclutado por el Gobierno para que hiciera declaraciones verdaderamente graciosas.
Amén de no tener
a Cantinflas tampoco tenemos a quien Gobierne, estudie, trabaje,
controle a las turbas y los vándalos, restablezca la tranquilidad,
fomente el crecimiento, disminuya la inflación y el desempleo y
defienda como es debido nuestro territorio. Tenemos sólo a la señora
marquesa intentando personalmente o por medio de sus lacayos de
Palacio convencernos que “tout va bien” y cualquier idea en
contrario es a lo sumo un problema derivado de una “mala
comunicación” y/o del golpismo.
Contradicción
Tenemos, sobre todo, un Gobierno hundido hasta el cuello en la contradicción. Es la horrible contradicción entre el mundo verbal en el que siempre se han movido sus celebrantes y feligreses y la torva realidad en la que se metieron. Es relativamente probable que a veces se den cuenta, como lo hizo Tohá, del lío en que están por culpa de la distancia sideral entre sus conceptos de papelería y la brutal dificultad de Gobernar, pero, ¿cómo pueden ponerle remedio a eso si su propio discurso, el que los justifica y legitima ante sus propias audiencias, el Credo que recitan desde la pubertad, los dogmas que hicieron suyos y con los cuales interpretan, diagnostican y le dan recetas al mundo, si todo eso se los impide ideológica, visceral y hormonalmente? ¿Cómo desalojar de verdad colegios tomados por vándalos si Carabineros no puede literalmente hacer uso de la fuerza pública porque el régimen se las ha quitado? De hecho, ¿cómo emplear fuerza pública en ninguna ocasión si los actos de dicha fuerza, de llevarse a cabo, inmediatamente disparan en la izquierda y en sus compañeros de ruta un ciego automatismo de rechazo hecho a base de odio parido, malas experiencias y peores doctrinas y por las que, en el acto, ven en toda acción policial una “represión”, como hoy les parece hasta un chorro del guanaco?
Tenemos, sobre todo, un Gobierno hundido hasta el cuello en la contradicción. Es la horrible contradicción entre el mundo verbal en el que siempre se han movido sus celebrantes y feligreses y la torva realidad en la que se metieron. Es relativamente probable que a veces se den cuenta, como lo hizo Tohá, del lío en que están por culpa de la distancia sideral entre sus conceptos de papelería y la brutal dificultad de Gobernar, pero, ¿cómo pueden ponerle remedio a eso si su propio discurso, el que los justifica y legitima ante sus propias audiencias, el Credo que recitan desde la pubertad, los dogmas que hicieron suyos y con los cuales interpretan, diagnostican y le dan recetas al mundo, si todo eso se los impide ideológica, visceral y hormonalmente? ¿Cómo desalojar de verdad colegios tomados por vándalos si Carabineros no puede literalmente hacer uso de la fuerza pública porque el régimen se las ha quitado? De hecho, ¿cómo emplear fuerza pública en ninguna ocasión si los actos de dicha fuerza, de llevarse a cabo, inmediatamente disparan en la izquierda y en sus compañeros de ruta un ciego automatismo de rechazo hecho a base de odio parido, malas experiencias y peores doctrinas y por las que, en el acto, ven en toda acción policial una “represión”, como hoy les parece hasta un chorro del guanaco?
Atrapados
sin salida.
El Gobierno, sus
Congresales, partidarios, apitutados y sus no pocos ayudistas en los
medios están, entonces, atrapados sin salida. Saben o siquiera
sospechan de que el piso se hunde bajo sus pies, pero ni tienen
recursos para ejercer el arte de la levitación ni menos de la
reparación o revisión. Aun si la economía naufraga, ¿cómo
podrían reflotarla sin ser acusados por sus partidarios y hasta por
sus propias almas de haber entrado en contubernio con los satánicos
poderes fácticos? Aun si comprenden al fin de qué laya de
dirigentes estudiantiles y activistas del movimiento estamos
hablando, ¿cómo podrían seriamente controlarlos sin ser abucheados
por ser “fascistas”? Aun si se dan cuenta de que en La Araucanía
se está poniendo en peligro la continuidad territorial del país y
encaran a combatientes armados e incendiarios en serie, ¿cómo
podrían hacer uso de los recursos que a estas alturas serían
necesarios para contenerlos, detenerlos, procesarlos y condenarlos?
¿De dónde sacarían la convicción necesaria?
Y
así entonces a estos despavoridos feligreses les ha sucedido lo que
no les sucedió durante el período de la Concertación ya sea por
miedo, cautela e incluso por conveniencia;
al fin, 20 años después, ya de lleno en la segunda infancia
política, les sucede que creen haber llegado el momento de la
expiación y la redención, de lavar sus pecados, sus componendas y
transacas, de olvidar todo lo bueno o necesario que aprendieron y
recordar todo lo inútil que debían olvidar, lo cual incluye desde
sus pobres lecturas de adolescencia a sus convocatorias y lemas
vacíos vociferados ya de viejos. Y ahí están de nuevo, quizás
para su propio asombro, alzando el puño mientras todo se tambalea a
su alrededor…
¿Fin del realismo sin renuncia?,
por
Andrés Barrientos.
La retirada de
Jorge Burgos no hace más que mostrar el deterioro interno del
Gobierno actual. En temas económicos, para lo que queda del año, el
Banco Mundial ha bajado por quinta vez consecutiva sus proyecciones
de crecimiento para Chile. El índice real de remuneraciones con una
contracción de -0,6%, y como si fuera poco, en el informe de
estabilidad financiera se advierte riesgo de alzas en desistimientos
de compras inmobiliarias y endeudamiento de hogares.
Las
consecuencias y la desconfianza que se ha generado en el mercado de
capitales y en los ciudadanos se aprecia en que Argentina hoy está
cambiando el rumbo del socialismo corporativista que los tuvo sumidos
en un deterioro institucional, y ahora están aprontándose a recibir
masivas inversiones por más de US$ 20 mil millones gracias al nuevo
clima y su salida del default financiero. Recordemos que una economía
no es sustentable en el tiempo si gasta más de lo que produce.
La evidencia es
clara respecto de las condiciones necesarias: derecho de propiedad
bien definido y protegido para que los países avancen; estabilidad
monetaria y presupuestaria; fiscalidad no confiscatoria; mercados de
factores y de productos no intervenidos; libertad de comercio y de
movimientos de capital, y un Estado limitado, garante de la paz
interna, del imperio de la Ley y de los derechos individuales, y del
incremento de la libertad económica (Termes, 2001).
En ello, la
situación latinoamericana pareciera comenzar a despertar en este
nuevo ciclo, con Macri en Argentina, Kuczynski en Perú, el juicio
político que se prepara para Rousseff en Brasil.
Un
ciclo de altos y bajos que advierten los riesgos que presenta el
populismo, lo cual forma parte de una característica arraigada en lo
más profundo de la cultura latinoamericana. Ahora bien, con una
aprobación de 22% (Cadem) o 24% (Adimark), ¿será el momento del
retroceso de Michelle Bachelet?
El factor mesiánico,
por Héctor Soto.
La Presidente sigue creyendo que va entregar un país más igualitario, inclusivo y justo que el que encontró al regresar a La Moneda el año 2014. Es su convicción más profunda y no está dispuesta a transigirla ni ponerla en duda. Para cumplir esa aspiración es que ella insiste en el cumplimiento, letra por letra y punto por punto, de su programa de Gobierno. En el programa, que redactó el pequeño círculo de incondicionales que ella llevó a su comando y que los partidos de la Nueva Mayoría suscribieron sin siquiera haberlo leído muchas veces, está todo y sus verdades son infalibles. Fue votado, lo aprobó más del 60% de los ciudadanos que concurrió a las urnas y listo.
Una confianza
similar en ese nuevo Chile ha manifestado en sus primeras
declaraciones, alineado y obediente, el nuevo Ministro del Interior.
Aunque el
67% de los chilenos cree que el país va por un camino equivocado,
ella y él están tranquilos, lo cual no deja de ser un tanto
aterrador.
El Ministro se toma las cosas con distancia y no pierde la calma. La
Presidente, tampoco. Dice saber que los procesos de cambios profundos
traen inevitablemente ruidos, debates y hasta convulsiones. Se supone
que hay que aguantarlos porque, cuando hayan pasado el griterío y
las turbulencias, el sol volverá a brillar y los chilenos nos
daremos cuenta de que ella y él estaban en lo cierto. Éramos
nosotros los que estábamos equivocados.
Aunque estas
ideas y percepciones puedan ser admirables en términos de fe -la fe
del carbonero, que llaman-, no hay duda de que se trata de una
actitud políticamente peligrosa. Como
insumo, esta manera misional de entender el ejercicio del poder no
difiere gran cosa de las convicciones -resueltas, insobornables, muy
consecuentes y todo lo que se quiera- que llevaron en su momento a
países como Cuba, más tarde a Venezuela y ahora último a Argentina
-que se salvó en la quemada con el triunfo de Macri- a cuadros muy
agudos de empobrecimiento,
destrucción institucional e inestabilidad. Lo que esos Gobiernos
hicieron no fue en principio por pura mala fe. También hubo ahí
gente convencida y que también tenía mucha fe. En
algún momento creyeron que el mundo corría en esa dirección y
apostaron el todo por el todo a transformaciones regresivas que
supuestamente la historia iba a reivindicar como justas y
visionarias.
Ya se sabe lo que ocurrió: fue todo lo contrario. De acuerdo: Chile
no es Cuba, ni Venezuela, ni tampoco la Argentina kirchnerista. Pero
pareciera haber empezado a compartir con esas experiencias el
horizonte mesiánico en función de muchas de las transformaciones
que se han estado llevando a cabo.
Es compleja la
obstinación por imponer reformas que la gente rechaza. Aparte de
revelar una conciencia democrática un tanto frágil y algo
acomodaticia, por decir lo menos, hay en ella una cuota de arrogancia
intelectual que no es menor. Yo sé más que todos ustedes. Yo sé lo
que a ustedes les conviene. Cuando
el Gobernante parte asumiendo que nadie sabe mejor que él lo que es
bueno para el país y los ciudadanos, obviamente que el sistema
político se tensiona de manera innecesaria.
Chile ya dejó de ser una sociedad dispuesta a firmarles cheques en
blanco a sus Gobernantes. De hecho, mucho antes de haber cumplido el
primer año de su mandato, y también mucho antes del caso Caval, el
Gobierno comenzó a registrar fuertes caídas en las encuestas. Se
supone que La Moneda quiso rectificar con el ingreso al Gabinete de
los Ministros Burgos y Valdés. Efectivamente algo se rectificó,
pero al final la resaca refundacional fue más fuerte. No es sólo la
convivencia la que se ha crispado. También la economía se desplomó
y las expectativas se fueron al piso. Un
país que, mal o bien, había llegado a distinguirse en la región
por las oportunidades que estaba generando, ahora parece empeñado en
desaprovecharlas todas.
No obstante que
el balance político de la actual administración hasta el momento es
adverso, por lo menos en función del rechazo a la gestión
Presidencial que muestran todos los estudios de opinión, y también
de la baja posibilidad de que la actual coalición pueda proyectarse
a otro mandato, es
todavía una incógnita determinar de qué modo Bachelet II será
juzgada por la historia.
La experiencia suele recomendar no entrar a estos ejercicio de
futurología, entre otras cosas porque son engañosos y casi siempre
conducen a conclusiones extraviadas. Aun así, sin embargo, es
evidente que Bachelet corrió los límites, aumentó la recaudación,
agrandó el Estado, puso de cuestión la Carta Fundamental, sacó al
mercado del sector educacional y está tratando de llegar a nuevos
equilibrios en las relaciones laborales. Son logros o realizaciones
que si bien la opinión pública todavía no aprecia, van a
establecer, para bien o para mal, un escenario con el cual los
futuros Gobiernos tendrán que contar en el futuro, cualquiera sea el
signo político que tengan.
No es
improbable que Bachelet termine siendo condenada en términos
políticos ahora, si es que los niveles de aprobación no remontan, y
salvada en cambio por la historia.
Obviamente que no debe agradarle, porque esa posición es incómoda.
Pero, una vez planteada la disociación, ella podría estar
prefiriendo quedar bien más en el largo plazo que en lo inmediato.
Lo que no ha
considerado es que se está exponiendo al riesgo de quedar mal en
ambos.
Pueblos bien
informados
difícilmente
son engañados.