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martes, 24 de noviembre de 2015

En la semana de la derrota del populismo totalitario en Argentina....

 El triunfo de Mauricio Macri en las Presidenciales de Argentina, que creemos es
en inicio del retroceso del populismo en nuestro continente, consideramos que
es la noticia más importante del fin de semana.
 La renuncia del agente chileno ante La Haya, Felipe Bulnes, acusando falta de
cohesión ante el juicio con Bolivia, es una mala noticia para el país. Su reemplazo
por José Miguel Insulza lo consideramos un error garrafal del Gobierno.
 Gobierno pidió, por medio del Ministro Eyzaguirre, a la Comisión de Constitución
de la Cámara de Diputados sacar de tabla Ley de partidos mientras prepara nuevas
indicaciones, comprobando la improvisación de la administración.

ONG Leasur presentará una denuncia criminal por privación ilegal de libertad de
más de 500 personas mientras el actual Ministro de Defensa, José Antonio Gómez,
estaba a la cabeza de la cartera de Justicia.
Creemos que el Estado no puede seguir haciéndose el leso y no financiar la Teletón.
nos parece impresentable que una obra de esta envergadura deba financiarse con
aportes populares. La salud de los niños es función Estatal. Por ahora a cooperar.




Corrupción urbi et orbi,
por Sergio Melnick.




La corrupción es un símbolo general de degradación. Tiene diversas formas de manifestación, y en esencia es trampear los sistemas al prójimo. Hasta hace unos años teníamos la impresión de que éramos un país especial, relativamente honrado, bien portado, republicano. Los acontecimientos nacionales que seguimos observando parecen seguir la dirección de una creciente corrupción.




La delincuencia, para partir, es una enorme fuente de corrupción y atemoriza cada vez más a la población. La seguridad es una función esencial del Estado, y específicamente del Gobierno, quien dirige a las policías. No enfrentar decididamente esa corrupción (la delincuencia) es una forma de colusión pasiva del Gobierno. También es a mi juicio una forma de corrupción social intentar saltarse las colas, escupir en las calles o botar basura afuera de los autos, los robos hormiga en las tiendas, y en las empresas, en fin. Para qué hablar del burócrata que abusa del “poder del timbre”.




La caída del Presidente del fútbol deja nuevamente en evidencia que en ese sector, donde se mueven muchos recursos y poder, abundan diversas formas de corrupción. Un secreto a voces en la sociedad, que casi todos sabían, pero todos toleraban; otra forma indirecta de colusión.




En la política las formas de corrupción abundan. Hoy vemos los temas judiciales del financiamiento en que aquellos que Legislan, se saltan las Leyes que ellos mismos hicieron. Pero también están las asignaciones, las asesorías, y tantas otras formas de corrupción que hemos conocido. Usar una glosa para hacer una política estructural en educación es claramente un resquicio y, por ende, una forma de corrupción del sentido republicano. El nepotismo que observamos en las contrataciones Estatales es otro ejemplo. También lo es el mal uso de los gastos reservados del Gobierno, los dobles viáticos de los Parlamentarios, etc. A ello se suman los episodios de los sobresueldos, el MOP-GATE, el uso de inversiones para fines políticos, como EFE, en fin. Para mí la peor forma de corrupción en la política es que raramente dicen lo que piensan. En mi opinión, también las huelgas ilegales del sector público son otra forma de corrupción. Literalmente en esas huelgas se ha corrompido el Estado de Derecho, que los Gobiernos no hacen respetar, entonces comparten un claro aroma de corrupción.




Sin duda alguna, el uso del aparato Estatal por parte del Gobierno para perseguir a sus adversarios políticos es una forma de corrupción muy delicada. Lamentablemente, así ha quedado en evidencia en los últimos meses, por declaraciones del ex Director jurídico del Servicio de Impuestos Internos.




En las empresas también hemos visto diversos casos de corrupción como las colusiones diversas que han estremecido al país. Otro caso elocuente fue La Polar. Igual ocurre cuando las grandes empresas retrasan abusivamente sus pagos a proveedores, estamos frente a otra forma de abuso que denota una forma de corrupción. Pero también la hay en el trabajador que saca la vuelta, que falsea licencias médicas para no trabajar, etc.




El terrorismo es en sí mismo, para mí, otra forma de corrupción, difícil de separar derechamente con la delincuencia, pero más violento. En La Araucanía, los bombazos y otros casos hay clara degradación societal y, por ende, corrupción.




También hemos sido testigos de la corrupción moral de algunos sacerdotes, que es un ámbito dónde se esperaba precisamente un estándar más estricto. Otro ámbito claro de corrupción lo hemos observado en el tráfico de influencias, como ha sido el caso Caval, al que se agrega, al parecer, un trato preferencial de la Justicia.




Quizás una de las formas de corrupción es el “yo no sabía nada, me enteré por la prensa”. Nadie sabía nada en el fútbol, la Presidente se enteró por la prensa de Caval, como Dávalos de los negocios de su señora. Los directores de las empresas no sabían nada, los jefes de la iglesia tampoco, el ministro de Hacienda no sabía del bono del Banco Estado, las autoridades de Chile no sabían nada del lavado que se hacía en la universidad con el MOP-GATE, así como el rector de la Usach tampoco sabía nada del escándalo con contrato con el Registro Civil. Bachelet no sabía del tsunami, ni de lo malo que era el Transantiago. En Codelco nadie sabía de los futuros de Dávalos, y en el tema de los derechos humanos pasaba igual.




Entonces, parece que la corrupción es algo que pertenece más bien a la naturaleza humana que a la política, la empresa, la iglesia, el deporte, o un área especial.




Parte del enorme proceso de la civilización, basado en la conciencia de ser conscientes, el aprender a controlar el instinto con la consciencia. Pensar que la corrupción está siempre en el “otro lado” y nunca en el nuestro, es el error que no podemos cometer. El que esté libre de pecados que lance la primera piedra.


El silencio ante Venezuela,
por Roberto Ampuero.




Es probable que en Chile perdure la discusión sobre si correspondía o no que la Corte Suprema emitiera un fallo que, en rigor, le permite internarse en política exterior. La Corte dispuso que, a través del Gobierno, se pida a la Comisión de Derechos Humanos de la OEA que se ocupe de dos presos políticos de Nicolás Maduro. Es un fallo discutible, desde luego, pero lo que está fuera de discusión es el deplorable silencio que guarda el Gobierno frente a la violación de derechos humanos en ese país. El fallo arroja luz sobre el doble discurso de La Moneda, que condena -y con razón- la violación de derechos humanos en la dictadura militar, pero calla cuando esa violación ocurre bajo regímenes de izquierda.


Políticos oficialistas simpatizantes de Maduro y los hermanos Castro alegan que una cosa es condenar la violación de derechos en Chile y otra condenar lo mismo un paso más allá de la frontera. Parece un buen argumento, pero se contradice con la aseveración de la izquierda de que en casos de violación de derechos humanos no existe prescripción ni fronteras. Implica decir: yo me ocupo de defender los derechos humanos solo de quienes piensan como yo; que otros se ocupen del resto.


Escandaliza esta indiferencia hacia las víctimas de la represión izquierdista. Los mismos que bajo la dictadura militar celebraban a Gobiernos que respaldaban la causa de la libertad en Chile, optan hoy por el silencio ante Maduro. Por eso resultó fallida la declaración de Heraldo Muñoz en Filipinas: anunció que el Ejecutivo no comenta decisiones de otro poder del Estado y después guardó silencio sobre el tema de fondo, la represión, como si el fallo se refiriese a un caso puntual en Noruega. La Moneda guardó su voz para ignorar a los sin voz: Leopoldo López y Daniel Ceballos. No es un hecho aislado: Bachelet se las arregló este año para no recibir a las esposas de López y de Antonio Ledezma, otro preso político, cuando vinieron al país.


¿O Bachelet actuó más bien con la prudencia que debe exhibir un Mandatario, para beneficio de su país, en su relación con otros Estados? ¿Constituye tal vez una injusticia criticar su silencio y no descubrir en él un recurso para evitar que, junto a las tensiones con Bolivia y Perú, emerjan otras con Venezuela? Aquí ayuda la memoria: en su viaje a Alemania en 2014, Bachelet no mostró prudencia ante el Presidente Joachim Gauck ni la Canciller Federal, Angela Merkel. Mientras agradecía allá la acogida de chilenos en 1973 por ambos Estados, uno dictatorial, otro democrático, puso en pie de igualdad a la ex Alemania Occidental y la extinta RDA. Bajo el manto de la "gratitud", equiparó a dos Estados disímiles. ¿Error, audacia política? Creo que Bachelet no conoce a Gauck ni a Merkel, evangélicos que sufrieron la intolerancia de la RDA, y que hirió la sensibilidad especialmente de Gauck, cuyo padre fue condenado por la RDA a trabajos forzados en Siberia, algo a lo que el Presidente se refiere con gran dolor en sus memorias. Merkel, que vivió en la RDA muchos más años que Bachelet, es diáfana: "la RDA fue todo menos un Estado de Derecho". Supongo que Evo Morales, al que le fue bastante bien en su reciente visita a Merkel, tuvo la prudencia de no ensalzar ante ella el socialismo de la RDA.


Pero detrás del silencio frente a Maduro se halla también la presión del Partido Comunista y de otras fuerzas más modestas, aunque influyentes en la Nueva Mayoría. Si bien sectores moderados del conglomerado critican al régimen de Venezuela, no logran que la balanza de La Moneda se incline a su favor. Los jacobinos disponen al parecer de un derecho de veto en estos casos, poder que basan en su capacidad para articular a "la calle". En La Moneda deben temer que, a la compleja situación política y económica nacional, se sume una "calle" combativa que genere la tormenta perfecta.


Pero el silencio de La Moneda obedece asimismo a una peligrosa ilusión: pensar que así se apaciguará la crítica de los gobiernos del socialismo siglo XXI hacia Chile y lo que este simboliza. Es una ilusión: la postura de esas fuerzas la definen los principios del Foro de Sao Paulo, máxima instancia coordinadora regional de la izquierda.


Para el Foro, la integración de la "Patria Grande" pasa por el acceso soberano al mar de Bolivia. Basta con leer las declaraciones del Foro, al que pertenecen partidos oficialistas, para constatar que, guardando silencio, La Moneda no atemperará la solidaridad de los Gobiernos izquierdistas con Morales.


Seguir callando ante lo que ocurre en Venezuela no reportará la tregua con la que sueña La Moneda. Fortalecerá en cambio a los sectores jacobinos de la Nueva Mayoría, envalentonará a los países con los cuales tenemos hoy tensiones y dificultará la recuperación en un futuro próximo del liderazgo "soft" de Chile en la región. La Corte Suprema sabe por experiencia propia que el silencio al final no paga.


Diluvio Universal,
por Fernando Villegas.


El actual no es Gobierno que concite nutridos aplausos del respetable público. Lo rechaza la gente que está a su derecha, lo rechaza la que está a su izquierda y le hacen reproches no pocos de los que están adentro. De aceptarse simultáneamente la validez de todas las críticas, este Gobierno estaría sufriendo un Diluvio Universal de desdén intelectual e inquina emocional sin precedentes en toda la historia de la República. No hay desde dónde no se lo ataque: a su diagnóstico de los problemas algunos le reprochan ser excesivo y fantasioso mientras otros lo critican por insuficiente, pero a la vez a su recetario o agenda se la tilda de pésima por atarantada y al mismo tiempo se la rechaza por ser tímida y lenta. A eso debemos sumar el repudio transversal que inspira su interminable retahíla de cantinfladas administrativas. Son muchas y recurrentes. La última o penúltima es pretender -para dar una señal de “serena firmeza y viril energía”- descontarles a los empleados del Registro Civil, quienes sumaron 1.482 funcionarios en huelga, la aparentemente masiva cifra de 32 mil horas, lo que sólo equivale  a 21,59 horas por empleado, esto es, a 2,69 días laborales. El paro no duró 2,69 días sino 39, pero, como quizás hay gente en la Moneda capaz de manejar la regla de tres simple, cabe colegir que hablar de “32 mil horas” no es error aritmético sino una “operación comunicacional”  para meterle el dedo en la boca a la ciudadanía; mencionando las “32 mil horas” el público no notaría el fenomenal descuento al descuento. Verdad que se dijo sería sólo el primero, pero se requieren demasiados grados de ingenuidad e inmensas tragaderas para creer que alguna vez se cobrará el resto en cómodas cuotas mensuales. Aun el pie inicial doña Nelly no lo va a permitir. Sería “arbitrario” y se organizan miniparos matinales para torpedearlo. Ya se sabe: la huelga pagada, como las vacaciones, es ahora parte de las conquistas de los trabajadores.


¿Cómo es posible?
¿Cómo se ha llegado a tanto eufemismo y mentira? ¿Y cómo casi no hay área donde no se aprecien fallas colosales en el manejo de los proyectos, pobre ejecución presupuestaria, agravamiento acelerado de los problemas y tonterías puras y simples?




Tal descalabro puede suceder porque una organización privada o pública no depende sólo de lo correcto o incorrecto del diagnóstico o “planes de desarrollo” y las recetas o prácticas que intente implementar la cúpula dirigente; depende, además de esos factores institucionales, del estilo de los incumbentes, de sus temperamentos, su formación y el modo como se paran en el mundo. La competencia profesional deriva de todo eso y ésta consiste no sólo en planear y ejecutar bien desde un comienzo, sino también en  desfacer a tiempos los entuertos y corregir el rumbo. Esa capacidad no ha existido.




¿Por qué dicho déficit? ¿En qué se diferencia esta administración de las de la Concertación? ¿No es acaso la misma gente, los mismos militantes de izquierda, los mismos o parecidos profesionales?




No, no es la misma. Han pasado los años y hay algunos caballeros ya situados de frentón en el reblandecido territorio de la demencia senil; otra parte del personal, aun siendo joven, lo es en demasía al punto de haber sido incapaces de trascender la edad mental de un niño de 12 años; mucha de esta gente posee una cultura que se detuvo en el deletreo del Silabario Hispano-Americano; hay también cierta porción sustantiva de fulanos experimentando la segunda infancia política y que arden por darse un gustito, imposible cuando el binominal los frenaba, amén de sus miedos cervales a un nuevo golpe Militar. Nunca estuvieron reciclados sino sólo resignados y esperanzados al mismo tiempo, aguardando el día glorioso en que podrían al fin “construir el socialismo”. Y todos por igual, viejos y jóvenes, los caballeros y las muchas damas del matriarcado bacheletista, siempre han detestado el modelo “burgués”. En fin, es gente CREYENTE y por tanto ajena a la razón, la evidencia empírica, las matemáticas y el sentido común.




Juicio.
Este no es un juicio acerca de las capacidades de la Mandatario, del ex Ministro de Hacienda, de muchos Congresales o de tal o cual funcionario; es un juicio sobre la competencia y habilidad del mundo ideológico y cultural al que el personal de Gobierno pertenece o más bien del cual es rehén, background tal vez difuso e inmensurable pero no irrelevante porque es la matriz en la cual y de la cual se alimentó la agenda que se nos ha impuesto.


No nos gobierna una masa indistinta de profesionales estadísticamente similar a otra posible masa de profesionales, mero agregado de individuos salidos al azar desde un stock poblacional en abstracto; es un contingente humano inserto en una configuración, en un particular modo de ser. Del mismo modo que a la Curia llegan disciplinados funcionarios de la Iglesia con larga carrera y ojalá creyentes en Dios, pero nunca anarquistas y ateos, la actual elite del Estado y la segunda y tercera línea funcionaria que la rodean no es un grupo aleatorio, sino una selección de personas gravitando alrededor del mismo sistema de ideas, valores, emociones y posturas que a la vez no se agrupan al azar sino en ciertas constelaciones, en “memes” articulando determinado perfil psicológico.




Perfil
El primer elemento destacable y notorio del perfil de la élite que nos Gobierna es que no hay en él lugar para la ansiedad por una gestión de excelencia, ni siquiera para una mediocre. La prioridad la tiene la logomaquia sociológica y jurídica, ahora también antropológica, si bien esta última sólo a cargo del señor Intendente de La Araucanía. Hay entonces, en esta “meme”, sitio preferente para los discursos a medias demagógicos y a medias metafísicos, para la sublimación del resentimiento en proclamas y quizás para ir a recitales de la versión septuagenaria de Los Jaivas. Así como los políticos de derecha nunca demuestran disciplina y rara vez cuentan con agenda que vaya más allá de las libertades anexas a la apropiación privada del mundo, los de izquierda tienen una sobreabundante dosis de posturas discursivas de alcance galáctico, mientras simultáneamente los paraliza una dejación atroz que rara vez les permite movilizar el culo.  Nos lo dijo una vez el propio José Miguel Insulza: “Los compadres son buenos para decir “echémosle para adelante”, pero al otro día nadie da ni un paso”.




Esa negligencia, incompetencia o simple y vulgar desidia tan propias de los cantinflas es uno de los caminos que conducen al Paraíso con estación intermedia en la ruina, la chantería cultural, la asfixia ideológica y la pobreza equitativa; el otro camino es cuando se ponen las pilas por un lapso y construyen en serio su sueño societario; entonces hablamos del infierno a la Maduro, con adversarios arrojados a mazmorras, represión policial con muertos a destajo y todo el Gran Elenco que acompaña esas maravillosas experiencias.




¿Hay además, en ese perfil, un problema de coeficiente intelectual? ¡Dios no lo permita! Verdad es que para Gobernar con decencia bastan personas normales y no debiera ser difícil encontrarlas porque constituyen la mayor parte de la población, pero ojo: los limítrofes, que es gente bordeando la normalidad aunque por debajo de ella, pueden disimular su condición escondiéndose tras rutinas laborales sencillas y frases hechas que no requieren más habilidad para pronunciarlas que la de un loro de organillero. En actividades con siquiera alguna exigencia ese disimulo es imposible, pero no  así en política, donde bien puede un simplón ocupar un curul Parlamentario recitando toda la vida el mantra que aprendió cuando era candidato a jefe de curso en el colegio. Un visitante alienígena se asombraría. Le parecería fascinante que en la actividad con más relevancia de todas, la conducción de una sociedad, los niveles de exigencia intelectual suelan limitarse a un flexible uso de la lengua, la laringe y los pulmones. De ahí, en la historia universal, la frecuencia inaudita de errores colosales siempre pagados por el Estado llano.


La economía del terror,
por Sergio Urzua.


Los ataques en Beirut, París y Mali, el derribo del vuelo 9286 de Metrojet, nos han recordado el horror que significa el terrorismo. Son todas muestras de lo que se ha catalogado como el nuevo estado "normal" de las sociedades. Tristísima y preocupante situación.


Desde la economía, no han sido pocos los esfuerzos por comprender el terrorismo. Estos van desde la evaluación del impacto de los monstruosos actos hasta los desafíos organizacionales que enfrentan los grupos subversivos; pasando por los factores individuales y sociales que gatillan el fenómeno, las características psicológicas de sus líderes y seguidores y, por cierto, los costos de prevenirlo.


Y si bien los esfuerzos no han logrado eliminar la lacra, sí han permitido identificar elementos que desincentivan su aparición y reducen la productividad de sus ataques. Por ejemplo, la evidencia sugiere que es la ausencia de libertades civiles, más que las malas condiciones económicas de la población (pobreza y desigualdad), lo que gatilla el terrorismo. Por eso, el subdesarrollo por sí solo no explica la violencia, sino que su combinación con conflictos políticos y étnicos (Latinoamérica es un claro ejemplo). Por otra parte, los datos sugieren que la integración económica puede reducir la "producción" agregada de terrorismo, mientras que el fortalecimiento de la familia tiene el mismo efecto, pero a nivel individual. Y si bien no es sencillo encontrar la composición exacta, las acciones contra el terrorismo más costo-efectivas son aquellas que combinan correctamente el castigo y la disuasión.


Ahora bien, una vez organizado, el éxito de un grupo terrorista depende de su capacidad para extender su dominio económico. El Estado Islámico es un claro ejemplo. Se estima que sus negocios con el petróleo generan entre US$ 800 mil y US$ 1,6 millones diarios, lo que sumado al cobro de impuestos y venta ilegal de antigüedades le permite mantener un ejército bien pagado de más de 30 mil hombres: sueldos mensuales entre US$ 350 y US$ 500 por terrorista, tres veces el salario promedio en la región, con incentivos de promoción en base a "productividad". Por eso los esfuerzos mundiales por limitar el financiamiento del grupo.


Así, la solución económica al terrorismo no pasa por entregar tierras o dinero. Requiere comprender la organización de grupos terroristas para anularlos. Implica utilizar los incentivos para afectar comportamiento, entender las funciones y objetivos de los grupos para desmantelarlos, identificar sus fuentes de financiamiento para ahogarlos.


¿Es relevante esto para Chile? Por cierto. Guardando todas las proporciones, la situación en La Araucanía es insostenible. La discusión de si los crímenes en la región son actos terroristas no justifica la incapacidad de las autoridades para batallarlos. Las inversiones tempranas en contra de la violencia son las más costo-efectivas. En La Araucanía hace rato que se pasó la hora.


Privilegios de izquierda,
por Axel Buchheister.


Un reportaje de Diario La Tercera dio cuenta de la nueva vida de Rodrigo Peñailillo: entró a trabajar a Flacso, dejando el pasado atrás. Doble privilegio de la izquierda: el pasado siempre se olvida, a lo que la derecha no puede aspirar, y la oportunidad siempre presente de circular entre las ONG, financiadas con dineros del Gobierno, y el Gobierno mismo.


Flacso es un organismo internacional creado con el auspicio de la Unesco, que se dedica a la investigación y a hacer academia en ciencias sociales. Recibe un aporte directo del Gobierno de Chile ascendente a US$ 94.000 anuales. En lo demás, se financia con “proyectos”. Sería interesante saber en cuántos hay involucrados recursos públicos y por qué montos. En su página web hay indicios, pero la información no es completa.




Si es un organismo internacional y financiado con dineros de todos los chilenos, usted -siempre bien pensado- creerá que ahí son todos apolíticos. Y que si no lo son, pensará que al menos la cosa estará balanceada entre gente de derecha e izquierda. Pero me temo que no es así, sino que más bien son de izquierda y muchos estuvieron vinculados a los gobiernos de la Concertación, basta con mirar la página web. Quedo a la espera de la “carta al director” que rectifique mi apreciación y señale a todos los profesionales de derecha que hay ahí. Y que, de paso, nos explique el currículum académico del ex Ministro del Interior que justifica su contratación en los estudios de Flacso.




¿Acaso eso cumple algún estándar? No, ellos hacen las asesorías para que en Chile haya estándares correctos, pero otra cosa es que los organismos internacionales rindan cuentas a los países que los financian. Y para que no se piense que tengo una fijación con Flacso, me gustaría que la Cepal explique también la circulación de algunos de sus profesionales a los Ministerios durante los Gobiernos de la Concertación. Porque, ¿cuántos economistas identificables con la centroderecha tiene la Cepal en su planta profesional? Es un organismo internacional y debe dar garantías de prescindencia y oportunidades a todos.




Rodrigo Peñailillo declaró como inculpado en la causa por la facturación de Asesorías y Negocios SpA a la empresa SQM. El administrador de esa sociedad ha dicho que las órdenes las daba el ex Ministro y hay antecedentes en las carpetas de investigación que intervino para que el Servicio de Impuestos Internos no ejerciera acciones penales en ese caso. Esto tiene que ser aclarado y no corresponde que sea olvidado. La pregunta es si los organismos internacionales, como Flacso, tienen por política contratar personas a pesar que están sabidamente bajo investigación por los organismos de persecución penal en los países donde están acreditados. Si bien ellas gozan de la presunción de inocencia, dichos organismos debieran cumplir un estándar mayor acorde con su carácter y cuando hay involucrados recursos de los contribuyentes de esos países.




No hago la pregunta si acaso contratarían a alguien de derecha que estuviere en una situación así, porque sería una respuesta totalmente especulativa.




Operador impasible,
por Roberto Merino.




En una de las escasas fotografías en las que Mahmud Aleuy aparece sonriendo, se lo ve apoyado en un farol en actitud distendida, como esperando a alguien en una esquina cualquiera. Hay algo que no cuadra en esa imagen, porque la pose del Subsecretario del Interior es rígida y se nota que la está sosteniendo con esfuerzo por insistencia del fotógrafo.




Es posible que a Aleuy -a su personaje público- le convenga más la cara impasible con la que se ha hecho conocido a través de la prensa, esa cara seria, inescrutable, que enfrenta las cámaras con la expresividad de una puerta cerrada. Esa figura se aviene mejor con el mito del negociador habilísimo, experto electoral, cerebro gris, gestor de segundo plano, agente del poder en las sombras, abrazadera del círculo de hierro Presidencial.




No está para ser simpático Aleuy, si bien sus cercanos lo califican como respetuoso, amable y se asombran de la capacidad zen que le impide estresarse. Por su oficina -donde ocho grandes pantallas lo mantienen atento a la alarmante realidad- pasan todos los problemas de un periodo especialmente problemático: naufragios políticos, carrera docente, terremotos, inundaciones, bombazos, zafacoca del Registro Civil, delincuencia, manifestaciones estudiantiles, camioneros puntudos y mapuches indignados.




Exageraba probablemente Pamela Jiles hace un tiempo cuando lo llamó secretarillo y palo blanco de Camilo Escalona, con vocación de chófer o de estafeta, “asesor chinchulín” a quien las revistas de papel couché le querían construir una leyenda que combinaba el glamour y el sibaritismo con un pasado clandestino en la dictadura, período en el que usó por lo demás el nombre de chapa Pancho García.




Sea como sea, Aleuy ha resistido los embates de una gestión tormentosa sin cambiar la expresión. Es el hombre de las malas noticias y de las declaraciones duras, como aquella en que acotó la magnitud del aluvión de Tocopilla y que le valió ser declarado persona non grata por esos lados.




La política de los lamentos,
por Héctor Soto




A pesar de tener seis Ministros en el Gabinete, que por lo demás está encabezado por un militante suyo, la Democracia Cristiana ha recordado ahora último a sus socios de la Nueva Mayoría que una sostenida corriente de desafección la está separando del Gobierno. El partido se siente poco interpretado. Tampoco muy tomado en cuenta: de hecho, ha sido duro para sus dirigencias saber que hay temas donde el PC califica mucho más que ellos, que en principio son el principal partido de la coalición y tienen una bancada Parlamentaria cuatro o cinco veces mayor.




La DC pareciera mirar la obra del Gobierno y comprobar con distintos matices que no era esto lo que quería. Sobre todo, no con estos resultados. En la política, los matices siempre importan, pero en la DC importan mucho más. Casi no hay proyecto Legislativo de esta administración donde la DC no haya tratado de forzar la máquina, estirar la cuerda, recortar el alcance, introducir más gradualidad o de atenuar el golpe de timón de las reformas. Y no es mucho lo que ha sacado. Sin embargo, sus bancadas no se han permitido ni una sola deserción importante del libreto oficialista, con una disciplina que debe reconocérsele, aunque con frecuencia se haya tenido que poner esa máscara de entusiasmo forzado que siempre han necesitado colocarse los tibios para demostrar que no son menos que el resto.




Se dirá que son las bajezas de la política, aunque al plantearlo así es una verdad a medias. No es que sean bajezas. Lo cierto es que precisamente en esto consiste el negocio de la política. Esta no es una actividad de la cual nos podamos llevar sólo el filete. El animal, por decirlo así, se vende entero. Y porque es así, hay que apechugar, hay que estar y hay que afrontar las consecuencias, tanto las que merecen aplausos como las que motivan pifias. Como se ha dicho tantas veces con alguna crudeza, la política consiste en el arte de comer mierda y de hacerlo con buenas maneras.




Como cualquiera otra actividad, y a lo mejor más que en las demás, la política no es sólo intención o voluntad. Si hay algo de lo cual sus lógicas difícilmente puede zafarse es de los efectos no buscados o queridos. La responsabilidad política comienza precisamente en el momento en que se le empieza a tomar el peso a esta verdad. Y esto, claro, comporta tensiones. En un Gobierno como el actual, donde todo le sale al revés, esta variable ciertamente es crítica. Se quiso recaudar más y se va a terminar recaudando menos; se quiso hacer un país más equitativo y vamos a terminar en otro más clasista; se quiso tener un Estado más activo y vamos derecho a un Estado más postrado; se quiso ir a un esquema más inclusivo en la educación, y lo que se está profundizando, en cambio, es la segmentación.




Milton Freidman, que nunca fue el monstruo que ahora se ha querido ver, instaba a evaluar las políticas públicas no por las intenciones, sino por sus resultados. Como el camino al infierno, la política está pavimentada de buenas intenciones. Lo responsable, sin embargo, es esperar un rato y ver qué es lo que sale de ahí. Y lo que ha estado saliendo en este último tiempo para la DC es decepcionante.




Sin embargo, su problema en la actual coyuntura no va ni por los berrinches de Ignacio Walker ni por el lado de los acatamientos de Pizarro. El problema de fondo es de poder. La DC lo ha perdido y al paso que va será difícil que lo recupere. Está falta de líderes. También de proyecto: al igualitarismo de la Nueva Mayoría no tiene mucho que ofrecer como alternativa.




Este es un partido que ha sabido siempre más lo que no quiere que lo quiere. No quiso a la UP. Tampoco a Pinochet. Después, durante la transición, poco menos que le cayó el poder como a quien le cae un piano en la cabeza. Fue el partido hegemónico de ese período y lo hizo bien, hasta que a partir de Lagos tuvo que empezar a aprender a sobrevivir girando con cargo al pasado, al sistema binominal y a su lealtad al proyecto concertacionista.




Hoy queda poco saldo en esas cuentas. Le queda, sí, a la DC una llave que es importante para sus dirigentes: la certeza de que sin la DC no hay centroizquierda ni Nueva Mayoría. Sin embargo, esto también puede ser reversible.




Al final, para recuperar peso y volver a roncar en su coalición, el partido tendrá que tener más base social y más calle. Va a necesitar también un proyecto político convincente. Y con urgencia, un líder. Hace demasiado tiempo que la DC no tiene una figura de estatura política indiscutida. La última vez que lanzó una carta de sus filas a la arena Presidencial, el 2013, en las primarias, el desempeño de su precandidato fue lamentable. En ese mismo momento el partido, que ya había perdido su derecho a poner la música, perdió también el de vetar la letra. Es la izquierda la que ahora pone una y otra, y eso desde luego le incomoda. Le incomoda, aunque en realidad no tiene más alternativa que el lamento.




Por ADN, por historia, por doctrina, por traumas asociados incluso a la génesis de la falange, la DC jamás saltaría a la otra orilla. Y como eso  está descartado, no tiene otra que quedarse donde está. La ilusión del camino propio fue muy sesentera  y hoy sería tanto o más desastrosa que entonces. De ahí los rezongos y recriminaciones. Nada de esto es muy glamoroso ni estimulante. Pero es una manera de estar donde está el poder. Y eso nunca ha sido tan lloroso como el gimoteo pudiera hacer creer.



Estrecheces presupuestarias.





En tan solo dos años hemos pasado desde una holgura Fiscal amplia -y que muchos creyeron asegurada- a tener que encarar en el debate sobre el presupuesto Fiscal para 2016 las duras disyuntivas que imponen los tiempos de estrechez. En efecto, la fuerte expansión del gasto público, la pérdida de ingresos tributarios que ha traído consigo la desaceleración de la economía y -últimamente- la brusca caída del precio del cobre han llevado a que el déficit Fiscal se ubique, de acuerdo con las proyecciones oficiales, sobre 3% del PIB tanto este año como el próximo. Otras estimaciones lo sitúan incluso cerca de un insostenible 4%.


La estrategia adoptada por el Ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, para enfrentar la estrechez parece adecuada: limitar la expansión del gasto en 2016 -y también en años siguientes- a poco más del 4% real anual, la mitad de lo previsto para el presente año, evitando así una excesiva acumulación de deuda pública.
Pero el Gobierno y sus Parlamentarios, en lugar de adaptar sus prioridades de gasto a la nueva realidad, insisten en proyectos de alto costo -gratuidad universitaria, 60 nuevos hospitales-, concebidos para tiempos mejores. En consecuencia, el presupuesto pronto a aprobarse restringe severamente los fondos para, por ejemplo, desarrollo social, obras públicas, ciencia y tecnología.


Adicionalmente, presionado por Parlamentarios oficialistas para avanzar al menos parcialmente en el cumplimiento de las promesas políticas del Gobierno, el Ministro Valdés ha optado por financiarlas reasignando recursos previstos para otros fines, tales como el Aporte Fiscal Indirecto a las universidades y los fondos "espejo" para el transporte de pasajeros en Regiones.
En ello se han afectado programas valiosos y denotado una sorprendente dosis de improvisación y desprolijidad.

Parece haber faltado aquí una visión más amplia de política económica que, trascendiendo la mera contabilidad Fiscal, hubiese alineado al Gobierno y sus partidos en un rumbo acorde con el complejo escenario Fiscal que se visualiza para el año próximo y los siguientes. En ausencia de tal visión, la estrategia del Ministro Valdés, aunque acertadamente procura frenar la expansión del gasto, por desgracia ha dado lugar a decisiones presupuestarias perturbadoras y discriminatorias, que pueden influir negativamente en la marcha futura de la economía nacional.


¿Bajan los robos y sube el temor?






Sorpresa han causado los resultados de la última encuesta de la Fundación Paz Ciudadana-Adimark: contrariamente a lo que se preveía, la victimización disminuyó del anterior 43,5 % (que marcaba el máximo nivel histórico) a 38,9%. A la inversa, y muy llamativamente, el porcentaje de hogares con "alto temor" alcanzó esta vez su máximo histórico, saltando de 13,8 a 21,1%. Resalta también que bajó la proporción de víctimas que denuncian, lo que abre el interrogante de si ellas están denunciando menos porque perdieron la fe en que eso sirva de algo, como lo sugirió el político DC Gutenberg Martínez. Parece coherente con esta hipótesis el que todas las instituciones del sistema penal, así como el Gobierno y los alcaldes, bajaron significativamente las notas que la ciudadanía les asigna en la reducción de la delincuencia.


De una encuesta de victimización no cabe esperar respuestas al porqué de este inesperado resultado. No obstante, para variaciones de corto plazo como estas, ¿es plausible que a esa baja en los robos pudieran haber contribuido las acciones de las instituciones responsables de controlar el delito? ¿Por qué en la Región Metropolitana esa disminución se da en las zonas del oriente, y no en las del poniente, donde los niveles de victimización se mantienen en 44-45%?


Solo caben preguntas hipotéticas, dado que no hay -o no se entrega- información pública sobre dotaciones, planes y programas o compromisos por las policías, el Ministerio Público, Gendarmería o Sename. Nada sabemos de sus actuaciones en cada zona que permitan conocer los métodos y recursos empleados, y su cobertura en relación con la que sería necesaria. Tampoco conocemos los resultados en cuanto a patrullajes focalizados, bandas desarticuladas, bajas en las tasas de quebrantamiento de penas que se cumplen en libertad, mejoras en programas de reinserción, o prófugos capturados, y es de preguntarse si las instituciones tienen realmente esos datos. Y si los tienen, ¿es justificable que no se den a conocer íntegra y regularmente? Así, es hoy imposible hacer un seguimiento sistemático de qué se está haciendo, y con qué resultados, con los más de 2 millones de millones de pesos anuales que Chile destina a la seguridad pública.


Por otra parte, la victimización no baja en los sectores de menores recursos, que siempre han tenido y tienen el mayor porcentaje de alto temor (27%). Por tanto, cabe preguntarse qué situaciones o delitos distintos de los robos en que se enfoca la encuesta, tales como balaceras y violencia entre pandillas o traficantes de drogas, crean en ellos tan alto temor. Es posible que a esta alza del temor hayan contribuido el paulatino aumento desde 2004 del porcentaje de hechos cometidos con violencia -de 25 a 30%-, y el que este año aumentara la proporción de ellos que ocurre dentro del hogar. También puede incidir el actual uso extendido de redes sociales para comunicar e informarse de hechos de los cuales antes no había cómo enterarse.

Como fuere, el temor per se afecta gravemente la calidad de vida, y la victimización sigue prácticamente 9 puntos porcentuales por sobre el 30% a principios de los años 2000. No cabe, pues, lectura exitista alguna.






Castigo efectivo para la colusión.


La colusión de dos empresas papeleras, CMPC y SCA, antes PISA, para repartirse el mercado del papel tissue durante más de una década, ha recibido un duro reproche de la sociedad. La dirigencia empresarial se pronunció condenando estas prácticas. El Presidente de la CPC pidió a las firmas que reparen el daño causado; el timonel de la Asociación de Bancos solicitó revisar las penas para estos casos, y otros ejecutivos sugirieron incluso la expulsión de las compañías involucradas de los gremios empresariales.




Felizmente, se trata de una reacción más severa que la que ocurrió cuando se destaparon los carteles de las farmacias, de los pollos o de los buses. Sin embargo, parece evidente que el simple reproche no es suficiente para desincentivar este tipo de acciones. Los antecedentes revelados por la Fiscalía Nacional Económica (FNE) sobre el modus operandi de los ejecutivos involucrados (por ejemplo, la forma en que se deshicieron de teléfonos y computadores arrojándolos al canal San Carlos) indican que éstos tenían plena conciencia de la gravedad del ilícito que estaban cometiendo. Si las empresas quieren prevenir estas conductas no basta con redactar códigos de ética. Tal vez habría que revisar también si los bonos e incentivos que muchas veces se ofrecen a los ejecutivos, a cambio de maximizar ganancias a cualquier precio, no terminan estimulando tropelías.




También la clase política, de manera transversal, se ha plegado a esta condena, pidiendo al Gobierno otorgar suma urgencia al proyecto de Ley que endurece las sanciones contra la colusión y otras violaciones a la libre competencia. Esta iniciativa del Ministerio de Economía, que se tramita desde hace siete meses en el Congreso, permitiría imponer multas efectivamente disuasivas; sancionar penalmente a los ejecutivos que hicieron factible la colusión, incluso con cárcel efectiva, e incentivar que sean los propios ejecutivos los que acudan a la delación compensada, limitando las posibilidades de las empresas de exculparse o eximirse de multas.




Hay opiniones divergentes respecto a cuáles son los instrumentos más efectivos para desenmascarar a los carteles. Pero caben pocas dudas de que las sanciones que tenemos actualmente colocan este delito muy al borde de la impunidad, y es necesario que sean más severas. La Corte Suprema acaba de confirmar el fallo que multó con US$ 60 millones, el monto máximo que permite la Ley, a las empresas que formaron el cartel de los pollos. La FNE había calculado las ganancias de este ilícito en US$ 1.500 millones. La colusión es una conducta difícil de probar, y mientras siga siendo un negocio rentable para las empresas y sus ejecutivos, es probable que siga ocurriendo. Castigarla no desincentiva el emprendimiento y la libre empresa, sino todo lo contrario.




Una oportunidad para Chile .




El triunfo de Mauricio Macri llevará a la Casa Rosada a un conglomerado de la centroderecha por primera vez en cien años. El nuevo Presidente, cuya coalición integra también al radicalismo y otras corrientes socialdemócratas, tendrá que asumir cuidadosamente el desafío de superar el estancamiento económico y deterioro institucional de Argentina en los últimos años.




Macri tendrá que ir con cuidado. La delicada situación financiera del país lo obligará a plantear un cambio moderado, con reformas pausadas y prudentes. Primero, negociar con acreedores, algo que asoma como indispensable para conseguir crédito y divisas. Más complicado será desarmar controles al comercio exterior, porque no hay recursos para resistir una apertura a importaciones, liberar el dólar y otras medidas estructurales.




Sin embargo, y por modestos que sean en un comienzo, los pasos que el nuevo gobernante pueda dar en este sentido abren una perspectiva alentadora para la integración económica con Chile. Una apertura comercial del otro lado de los Andes podría representar una oportunidad para las compañías chilenas que están a la búsqueda de nuevos mercados para exportar, en especial empresas pequeñas y medianas.




Para un país como el nuestro, lejano a los grandes centros del comercio internacional, exportar representa un costo enorme cuando se trata de volúmenes poco significativos. Argentina, en ese sentido, es un mercado logísticamente accesible y, por lo tanto, atractivo para empresas de menor tamaño. Por otro lado, el actual tipo de cambio, que se prevé debería mantenerse alto durante los próximos años, representa también un estímulo para que las empresas se orienten de manera decidida al mercado externo. Según el propio Gobierno, se espera que este sector se transforme en un motor del crecimiento, compensando en parte el bajo precio de las materias primas.




Para ello, sin embargo, no bastará con esperar los cambios que pueda ofrecer Macri una vez instalado en el Gobierno. También se requerirá un esfuerzo decidido para facilitar que las empresas chilenas, sobre todo pymes, puedan desplegar su potencial. Hoy, apenas el 1,8% de las 207 mil empresas de menor tamaño que funcionan en Chile realizan ventas en el exterior. Junto con medidas como los Centros Pyme Exporta, que se han establecido en Regiones para facilitar el acceso de las pequeñas empresas a los mercados internacionales, la reducción de la burocracia y la modernización de Aduanas serán fundamentales.




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Letra Marcha: Soldados del 73

Letra Marcha Soldados del 73

Autor: Rosabella Liniers
Compositor Gianfranco



Son hermanos los Infantes,
todas las armas y soldados del ayer
Carabineros, Marinos y Aviadores
Combatientes del 73.

Un sólo cuerpo, un sólo corazón,
noble misión, proteger a la Nación,
la frente en alto saliendo del cuartel,
los soldados del 73.

Ya dió la orden mi General,
para vencer tenemos que luchar,
no ha sido arriada jamás nuestra bandera,
orgullo eterno de nuestra libertad.

En el recuento se hace el silencio,
por los heridos, los caídos que no están,
lo lamento mi Capitán,
mi Sargento no le puede contestar.

La Patria es libre, llegó la paz,
en el desierto, el cielo, azul el mar,
ya nuestros hombres cantan victoria
Combatientes del 73

Ya dió la orden mi General,
para vencer tenemos que luchar,
no ha sido arriada jamás nuestra bandera,
orgullo eterno de nuestra libertad.

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