Gran
libro de Axel Kaiser,
por Sergio Melnick.
La
verdadera historia de la humanidad se ha jugado siempre en las ideas,
sean estas racionales o espirituales. Las mejores ideas han sido
siempre hijas de la libertad, no de las tiranías. Sin embargo, el
actual futuro se juega en la tecnología y en particular en una nueva
mente tecnológica colectiva, un paso evolutivo crucial que está en
marcha. Algunos hablan de la “singularidad” (fusión de la
biología y la tecnología Kurzweil), otros de la “humanidad como
nuevo ente biológico” (Lipton), otros de transhumanismo. Es un
gran tema para el liberalismo moderno que no está siendo indagado y
debiera ser el próximo libro del autor.
La
izquierda tradicional, a pesar de ser ontológicamente materialista,
es notablemente experta en las ideas, como lo es también en
confundirlas o mezclarlas magistralmente con las emociones y cautivar
así a las masas ansiosas y desinformadas propias de países en
desarrollo. Eso es el populismo. La derecha, que supuestamente tiene
una metafísica idealista, curiosamente invierte muy poco en las
ideas, al menos en nuestro país. Como dice Axel Kaiser en La Tiranía
de la igualdad, la derecha conservadora nunca ha entendido que el
problema es intelectual e ideológico y no técnico. Los desafíos
reales están en la subjetividad, no en lo finito.
Por eso la derecha pierde sistemáticamente la pelea de la historia
de las ideas y la cultura, muy bien definida por Gramsci. Como las
ideas de la izquierda son más bien creencias fundamentalistas que
racionalidad coherente y consistente, estas chocan una y otra vez
contra la dura realidad y en especial con la naturaleza humana
esencial. Siempre han querido “crear” un hombre nuevo, pero no
han resuelto cómo el hombre viejo y malo podría hacer ese milagro.
A
pesar de la contundente evidencia histórica que muestra que esas
ideas fracasan en la práctica, y generan resultados exactamente
opuestos a los deseados, la izquierda sigue “creyendo” en ellas.
Creen y aman al Estado como los religiosos creen y aman a sus dioses.
Creen en la ingeniería social, que es el fundamento esencial de todo
totalitarismo. Creen que la igualdad es el único criterio de
equidad. El gran problema de la sociedad no es la desigualdad, sino
la escasez de recursos. El desafío de la eficiencia es -por ende-
permanente y siempre despreciado por la ideología de la igualdad.
Sólo la libertad y el emprendimiento libre aumentan los recursos.
El
libro de Kaiser debiese ser lectura obligatoria en los colegios, pero
Axel mismo se opondría radicalmente a ello, por restringir la
libertad. Le encuentro razón. Los buenos empresarios debieran
regalar, cada uno de ellos, 1.000 copias para difundir esas ideas de
libertad, la búsqueda esencial del ser humano, y el fundamento
esencial del emprendimiento y la innovación. Este nuevo libro de
Kaiser disputa palmo a palmo las enormes debilidades conceptuales, y
las aseveraciones sin fundamento, del libro El otro modelo, que
inspira ideológicamente a este Gobierno. Kaiser solo contra cuatro
autores les gana 6-0. El Gobierno precisamente en base a ese modelo
ha fracasado de manera radical y en poco tiempo. La igualdad es
finalmente enemiga mortal de la libertad, ya que ello sólo es
posible hacia abajo, como lo hemos visto en las reformas
estructurales de esta administración.
La
izquierda habla de neoliberalismo y nunca lo ha estudiado ni
entendido seriamente. Ni siquiera es consciente de sus orígenes,
como señala el autor. La izquierda habla de una sociedad abstracta,
independiente de los individuos, y ahí parten todos los errores. La
izquierda desconfía esencialmente de las personas, las manipula. Los
considera inteligentes para elegir el Presidente, pero no para elegir
el colegio de un hijo. El mercado no es el que corrompe, es la ética
debilitada la que corrompe al mercado. El mercado ha generado enorme
cantidad de bienes públicos, como lo que ocurre hoy con la
tecnología e internet. En fin, no es como sataniza la izquierda sino
exactamente lo contrario.
Kaiser
hace un análisis brillante de los derechos sociales, y demuestra
cómo estos son expropiatorios del derecho de propiedad.
Conceptualmente significa que algunos deben trabajar gratis para
sustentar a otros, o que la riqueza no es de quien la produce sino
que en parte es colectiva, pero ésta no se extrae, se crea, y ahí
está la enorme diferencia.
La
doctrina fundamental del liberalismo no es que todos sean iguales,
sino que todos estén mejor que antes. Sin propiedad privada nunca
habrá real libertad. La pobreza es tema del Estado sin duda.
Este
libro es fundamental para entender el fracaso del Gobierno. En
esencia, no sólo no cumplirá las promesas sino que los eventuales
beneficiados terminarán peor de lo que estaban. Es el síndrome
Transantiago. Las buenas intenciones no bastan para Gobernar. Se
requieren ideas sólidas y buena gestión.
La
Carta Magna,
por
Karin Ebensperger.
Nada
más difícil para una sociedad que el equilibrio entre la libertad
individual y el ejercicio de la autoridad en un Estado de Derecho.
En momentos en que en Chile discutimos sobre la Constitución, es
interesante observar cómo han resuelto el tema en otras sociedades.
Estoy en Londres y me ha impresionado la devoción con que los británicos celebran los 800 años de la Carta Magna, que estableció el imperio de la Ley y el Estado de Derecho.
Decenas de miles de persona han visitado este ancestral documento exhibido en la Biblioteca Británica. Cada escuela del país recibió una copia de la Carta Magna, incorporando así desde la primera infancia la educación cívica y el respeto por las instituciones del Reino Unido. ¿Y qué establece esta Carta Magna que tras ocho siglos sigue siendo la piedra angular de la cual derivan las organizaciones del Estado de Derecho hasta hoy? Expresa principios intransables, como que nadie puede ser privado de su libertad, de sus derechos y de sus posesiones de ninguna manera, que a nadie se le negará la justicia y que nadie, ni siquiera el rey, está por encima de la Ley. Es muy notable que ya en 1215 se consagrara que la voz del pueblo debía ser oída por el rey Juan, debido a las tensiones por la tierra, la corrupción y la arbitrariedad.
Es, en esencia, un documento que garantiza las libertades inalienables de los individuos frente al poder, y las responsabilidades que todos tenemos respecto de los acuerdos y de la legalidad.
Sus conceptos están hoy impresos en muchas sociedades e inspiraron los orígenes del Parlamento y de la democracia en Occidente. La Carta Magna se ve reflejada por ejemplo en la Declaración de Derechos de Estados Unidos de 1791; también en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de Naciones Unidas de 1948. Su influencia permanente fue diseñando los modernos conceptos de libertades civiles y democracia.
Los ideales de la Carta Magna están vivos y son la base hasta hoy del Derecho inglés. Los británicos son tan conscientes de estos valores, que los han reforzado en los llamados principios Nolan, que son las normas de comportamiento exigidos a los funcionarios públicos y a los Parlamentarios: desinterés, integridad, objetividad, responsabilidad, transparencia, honestidad y liderazgo.
El pueblo británico valora estos grandes principios que son los que dan estabilidad a una nación; no se enredan en detalles interminables, como ocurre con las Constituciones que suelen redactarse en América Latina, y que pocos respetan. Son los buenos principios, simples y claros, los que ayudan a formar sociedades cohesionadas e instituciones legítimas.
Los
tres chiflados,
por
Fernando Villegas.
Al
observador de la política latinoamericana bien podría alguna vez
asaltarlo la perturbadora sensación de haber regresado a su infancia
y estar en el cine viendo a Los Tres Chiflados dándose los sopapos y
coscachos de siempre. Por qué no; después de todo el pueblo
soberano de la región una y otra vez permite, con el ticket de sus
votos, a Moe hacerse cargo de la economía, a Larry manejar la
distribución de sobornos y maletines y a Curly enfrascarse en la
tarea de distorsionar las instituciones. En Chile ese viajero del
tiempo habría disfrutado esta semana de un sabroso “bonus track”:
el fogoso ex Intendente Huenchumilla amenazando con un malón
decimonónico de las etnias originarias.
Desde
el punto de vista de la cátedra económica, desde el punto de vista
de la moral y desde el de la eficiencia el Moe de turno es casi
siempre un morón sin remedio, Larry -quien se multiplica en miles de
especímenes- es un corrupto de pies a cabezas y Curly, micrófono en
mano, no deja de espetar tonterías. Desde cualquier punto de vista
el trío no hace sino arruinar a los países. Nótese que a las
figuras estelares preciso es agregar el reparto, el Gran Elenco de
los tíos, padres, sobrinos, hijos, amigotes y camaradas que pululan
en los pasillos y recámaras del poder con cargos de gobierno,
vendiendo influencias -se llama lobby- o sumidos hasta el cogote en
oscuros negociados.
¿Cómo
es posible?, se pregunta ese observador. ¿Cómo no los han sacado
del escenario a patadas en el trasero? ¿Acaso ha prosperado tanto
Argentina para que el peronismo, instaurado en los años 40 del siglo
pasado, siga levantando cabeza con una encarnación tras otra? ¿Acaso
Venezuela no va a la ruina y sin embargo el chavismo y el madurismo
continúan en su sitio ganando 18 elecciones de 19? ¿Acaso Brasil,
con ya más de 10 años de Gobierno del Partido de los Trabajadores,
no afronta una crisis y putrefacción política como nunca antes
tuvo? Pues bien, la función continúa porque dichos regímenes son
reelegidos. Es entonces cuando ese observador, ya no pasmado sino
hastiado, concluye que estos pueblos son de una irremediable necedad
y se merecen lo que tienen, pensado lo cual se retira a su vida
privada y se convierte en ciudadano desinteresado de la política.
Con su hastío y retiro fortalece una de las condiciones que hacen
posible los Gobiernos de los tres chiflados, esto es, de los
populismos, régimen hacia el cual pareciera tender nuestro país. Es
entonces necesario y quizás urgente echarle una mirada al reestreno
que se nos viene, al populismo 2.0 en todo diferente al original
salvo en una cosa en la que es idéntico, a saber, en su inevitable
inepcia, irremediable esterilidad, atmósfera de barbarie, espíritu
de vendetta y vocación por un atraso crónico.
Eternidad.
Este perpetuo reestreno no es de extrañar. Todo sistema político aspira a la eternidad, sinónimo de duración indefinida de los privilegios y de tiempo ilimitado para poner en práctica las agendas. Para lograrlo sus titulares hacen uso de cualesquiera mecanismos tengan a mano. Por eso el tema central de los tratadistas desde Platón en adelante, pasando por Macchiavelo, Hobbes y muchísimos más, es desentrañar la “cuestión del poder”, cómo se obtiene, cómo se promueve y sobre todo cómo se conserva. El Príncipe de Macchiavelo es un recetario para lograr esos efectos.
Este perpetuo reestreno no es de extrañar. Todo sistema político aspira a la eternidad, sinónimo de duración indefinida de los privilegios y de tiempo ilimitado para poner en práctica las agendas. Para lograrlo sus titulares hacen uso de cualesquiera mecanismos tengan a mano. Por eso el tema central de los tratadistas desde Platón en adelante, pasando por Macchiavelo, Hobbes y muchísimos más, es desentrañar la “cuestión del poder”, cómo se obtiene, cómo se promueve y sobre todo cómo se conserva. El Príncipe de Macchiavelo es un recetario para lograr esos efectos.
Los
sistemas difieren en su grado de hospitalidad para los ambiciosos. La
democracia clásica no lo es. De su esencia es mantener en vilo a
quienes Gobiernan por la sola existencia de comicios frecuentes que
pueden sacarlos abruptamente de sus posiciones. Si eso es un “vicio”
de estabilidad, ha sido trasmutado en una virtud expresada en la
frase “la alternancia en el poder”. Otros sistemas son más
estables porque ninguna intervención popular los juzga y jubila y el
poder puede conservarse largo tiempo, pero son peligrosos; un cambio
de autócrata en el Imperio Romano o de Secretario General del PCUS
en el Imperio soviético bien podía significar, para los engordados
cortesanos del anterior tirano o “Secretario”, el reglamentario
tiro en la nuca, un exilio miserable o con suerte sólo una caída en
desgracia, en la pobreza y la oscuridad. Las monarquías con la
sucesión teóricamente asegurada tampoco eran una taza de leche; se
dependía del capricho del monarca y sus favoritos, de los azares de
la procreación en el seno de la dinastía y de la discrecionalidad
de un Estado manejado como propiedad inmobiliaria.
Menos
mal que con el avance de la humanidad llegaron los populismos a
ofrecer a los ávidos de poder la síntesis ideal: un remedo de
elecciones democráticas que tranquilice la conciencia, supervivencia
física garantizada y una larga gestión mientras dure la plata para
beneficiar a la clientela.
Nuevas
clientelas.
El
populismo del siglo pasado se basaba en la simple dupla constituida
por el “líder carismático” y la base electoral popular que lo
sustentaba. El Estado, sin el vasto tinglado que maneja hoy, no tenía
grandes capacidades para la beneficencia; normalmente a la querida
chusma sólo se le ofrecían promesas, Leyes ineficaces, una
esperanza, el “Cielito Lindo” y mucha buena onda. Era un
populismo sin base institucional, sólo personal. El líder llegaba
al poder a lomos de su clientela, pero ya en el Gobierno era muy
pronto desmontado por elites, Congresos y ejércitos listos para
intervenir a la primera ocasión. La imposibilidad de cumplir las
promesas era siempre la causa.
El
populismo actual es muchísimo más sólido. No se fundamenta en
carismas, sino en estructuras y dinastías. La señora Rousseff
carece de gracia, es más, peca de lo contrario, pero le bastó el
mérito de su alta membresía en el Partido de los Trabajadores y la
bendición apostólica de su antecesor, el señor Lula. Maduro, en
Venezuela, no es precisamente un genio deslumbrante, un orador
ciceroniano ni un chacotero como al menos solía serlo Menem sino un
conductor de camiones cuya palanca de cambios sólo conoce la marcha
atrás, pero la mano de Chávez se posó sobre su cerviz y eso bastó
para ungirlo. La señora Kirchner tampoco da ejemplo de las “buenas
prácticas” populistas del pasado, pero en su calidad de viuda de
Kirchner contaba con los debidos antecedentes sacramentales. En suma,
el populismo es ahora una suerte de monarquía popular, sistema bien
organizado y no una anécdota de discursos, pistoletazos y primeras
damas -Eva Perón- embalsamadas y escondidas en la trastienda de un
rotativo; es hoy un duradero estado de cosas, no un accidente
político, entidad institucional capaz de legar una máquina de poder
dotada del maravilloso don de la auto- perpetuación. Lo hace a base
de una amplia clientela de beneficiarios, el control del Estado y,
llegado el caso, el fraude electoral que permite lo último. En
breve,
los populismos modernos no son fenómenos transitorios sino cuerpos
estables y reelegibles. Como un buen circo itinerante, tienen líder
pero no ya dependen de él.
Quid
pro quo.
No
se trata, entonces, que el populismo exista y persista por “necedad”
del pueblo ni nos encaminemos a él -como aceleradamente sucede-
debido a eso, sino es fruto de un regulado y frío intercambio de
favores celebrado a plena conciencia entre una clientela de electores
y sus patrones políticos, base a la cual se suman muchísimos
miembros del aparato del Estado y sus familias, los intereses
corporativos asociados a él y jóvenes declamando su apoyo por
razones ideológicas. Eso suele ser suficiente, pero si acaso no lo
es siempre es posible agregar una módica dosis de intervención
electoral.
En
breve: hoy ya no se requiere tener un talentoso Arturo Alessandri
para encantar a las masas; una medianía funcionaria está en
condiciones de cumplir igual función. En vez de arrojarle el abrigo
a la “querida chusma” para que no pase frío se cuenta con un
importante presupuesto para calentarles el cutis a jóvenes,
mujeres, ancianos y niños, a marginales o pobladores, a los
desposeídos o a los “sectores vulnerables”, a las clases medias
emergentes o a etnias especiales. Para eso está el “gasto social”.
Niños
a la basura,
por
Joaquín García Huidobro.
Para
muchos de nosotros, la actual crisis de inmigración en Europa se
reducía a unos titulares en la prensa, a análisis politológicos,
a comparaciones históricas. Nos daba pena lo que le pasaba a esa
pobre gente, pero parecía muy lejano. Así era, hasta que una foto
de un pequeño niño sirio muerto, botado por el mar en las arenas
de Turquía, vino a despertarnos.
Nos imaginamos a Aylan, con sus tres años de edad, chapoteando en las aguas, con la desesperación de quien no sabe nadar, hasta que sus escasas fuerzas se terminaron y comenzó a hundirse. Por su pequeña cabeza pasarían, rápidas, mil imágenes: la de su madre, que también se estaba ahogando a unos metros de distancia; las escenas terribles de la guerra, que los llevaron a huir con lo puesto, y probablemente también recordó el momento en que la familia se subió a una embarcación comandada por unos hombres de caras poco amables, pero que debía llevarlos a la libertad.
Este fenómeno de fría distancia nos puede afectar a cada rato, cada vez que nos quedamos en las estadísticas, los papeles, los argumentos, y olvidamos que detrás de todos esos hechos hay gente muy concreta, tan real como el pequeño Aylan. Otro tanto sucede con el abandono infantil. Una cosa es saber que existen esos casos, allá lejos, y otra muy distinta conocer la historia de Adrián, en Arica, viviendo en condiciones inhumanas, amamantado por una perra.
Con la discusión acerca del aborto sucede algo semejante, en cuanto percibimos como ajeno y distante lo que no vemos. Oímos sesudas elucubraciones sobre el liberalismo y la autonomía; se barajan semanas más o semanas menos. Pero tanta palabra nos hace olvidar lo fundamental: el niño o la niña que serán partidos en trocitos y luego chupados por un aspirador, o que recibirán una inyección con una solución salina que pondrá fin a sus días, como el agua del mar terminó con la de Aylan. En un caso, sus cadáveres podrán ser empleados en clases de Medicina o aprovechados para obtener diversos subproductos. En otros, simplemente irán a parar al basurero.
No es de extrañar que muchos partidarios del aborto hayan cambiado de opinión con solo ver alguno de los documentales de Bernard Nathanson, el médico que una vez fuera llamado el "rey del aborto" y que abandonó esas prácticas cuando el ultrasonido le permitió ver las reacciones de un feto al que un amigo suyo estaba eliminando mediante un aborto. Necesitamos ver para creer lo que está sucediendo, sea en Siria, en Arica o en un quirófano.
El hecho de no ver, nos impide reparar hasta en las cuestiones más elementales. Así, entre los conceptos que más se utilizan en la discusión sobre el aborto está el de autonomía de la mujer, pero se olvida que la mayoría de las víctimas del aborto son precisamente mujeres. En 1990, Amartya Sen publicó un famoso ensayo en The New York Review of Books con el título "More than 100 million women are missing". Aludía al incremento del aborto selectivo en países como China y la India, donde se prefiere a los hijos varones sobre las mujeres. Han pasado 25 años, y la cifra de las mujeres que faltan en el mundo supera los 160 millones, fruto de una macabra selección antinatural.
Naturalmente, no solo los partidarios del aborto corren el peligro de olvidar a las personas concretas que serán víctimas de esta práctica. También están las mujeres violadas, las que sufren la angustia de un embarazo que piensan que no pueden llevar a término, abandonadas por todos en el momento en que más ayuda necesitan. Cuando uno ve "Solas", la película de Benito Zambrano, o "Preciosa", de Lee Daniels, no puede menos que quedar con el estómago apretado al ver tanto sufrimiento en esas jóvenes embarazadas víctimas del abandono, y pensar que ese dolor no solo tiene lugar en la pantalla, sino también en la vida real de millones de mujeres en todo el mundo.
Es verdad que la vida tiene un valor absoluto, no simplemente la vida en abstracto, sino la vida real, de todos, incluidos esos indefensos como Aylan, Adrián y esos niños y niñas cuyos casos en parte son distintos (entre otras razones, porque no los vemos y desconocemos sus nombres) si bien tienen la misma dignidad. Pero también las mujeres que pasan por esos momentos terribles requieren un apoyo absoluto, porque sin él cualquier propuesta provida sería tan selectiva y parcial como lamentablemente sucede con la postura favorable al aborto. Solo un acompañamiento absoluto les ayudará a vencer la desesperación y ver que quizá una esperanza viene en su vientre.
Nadie
gana, todos pierden,
por Héctor Soto.
La
gran damnificada de la reciente encuesta Adimark fue la Presidente
Bachelet. El problema, sin embargo, ya no es sólo suyo, sino de todo
el país. Pocas veces el desánimo en distintos planos de la
actividad nacional había llegado tan lejos. Siendo menor la
conflictividad social que en los peores momentos del Gobierno
anterior, la crisis, al menos en términos de credibilidad y
confianza en la clase política, es sustancialmente más profunda. Y
lo peor es que no da visos de aflojar.
En
el último año, el país ha estado destruyendo confianzas, quemando
expectativas y farreándose oportunidades a una velocidad que es al
menos preocupante.
Esto
jamás se había visto tan concentrada y corrosivamente.
Hasta los más indignados que protestaban el 2011 albergaban por lo
bajo la ilusión de que todo cambiaría para mejor el día que
acabáramos con el lucro, garantizáramos la educación gratis y de
calidad para todos y se convocara a una asamblea constituyente. Hoy,
esos fetiches no conmueven a nadie y lo poco que se ha hecho en esta
dirección -como lo reconocen los propios partidarios del Gobierno-
es chapucero, vacilante e improvisado, si es que no abiertamente
descaminado.
La
dificultad en estos momentos es doble. Por una parte, la Presidente
se resiste con tozudez a cambiar los rumbos de su Gobierno. Por la
otra, a la administración le quedan 32 largos meses por delante y la
amenaza de que las cosas sigan empeorando es alta. Si bien las bases
de la economía y de la institucionalidad todavía están sanas, hay
consenso en que el país no tiene la suerte comprada. No es cierto
que esta crisis esté radicada sólo en las elites. El desprecio con
que la gente está mirando la política, el recorte mes a mes en las
expectativas de los consumidores, la anomia ciudadana respecto de los
temas públicos establecen que el fenómeno está mucho más
extendido de lo que se suele reconocer. Las familias podrán seguir
acudiendo como siempre a los malls o a los cines los fines de semana,
y la congestión a la hora del taco es más o menos parecida. Sin
embargo, hay un cambio anímico que se está traduciendo en
frustración.
Tal
como van las cosas -y en función del atrincheramiento de la
Presidenta en una nube que ya la está dejando con poco contacto con
la realidad, por muchas que sean las selfies que le pidan-, lo que
perfila para el horizonte más inmediato es un Gobierno de
administración empeñado en que las platas Fiscales le cuadren y en
que sus problemas políticos al menos no se agudicen, puesto que se
está dando por descontado que no se van a resolver. Pareciera no
haber ni en Hacienda ni en los equipos de La Moneda espaldas ni
musculatura política para más. Son tantos los frentes de conflicto
que el Gobierno tiene abiertos (la gratuidad de la educación
superior, el caso Caval y el computador de Dávalos, las platas
irregulares de la política, la crisis de la delincuencia, el zapato
chino del “proceso constituyente”, la bomba de tiempo de La
Araucanía, los hospitales públicos, la desafección del bloque
oficialista, Codelco…) que la estrategia oficial no está apuntando
a otra cosa que a contener, que a apagar incendios, a tratar de
terminar el día sin nuevos escándalos en el noticiario. Que esto
sea suficiente para transmutar en confianza la depresión existente o
para volver a poner la economía en movimiento equivale a algo muy
parecido a salir de caza con una trampa para ratones.
Hay
que reconocer que parte importante del desaliento que transmiten
actualmente las encuestas también está conectado a que no se
vislumbran mayores alternativas. Es cierto que la campaña
Presidencial se va a adelantar y que ya se están viendo prematuros
acomodos. Pero también lo es que lo que han perdido el Gobierno y la
Presidente en términos de adhesión y confianza política no lo está
capitalizando nadie. Tampoco han soplado vientos favorables para la
oposición, al menos para la oposición de derecha, no obstante que
la agenda diaria de noticias (delincuencia, desempleo, atentados en
el sur, cambios de criterio en el asunto de la gratuidad) le deja la
mesa puesta para darse un banquete. Y nada: por buenas o malas
razones, y más allá del fortalecimiento que ha registrado la imagen
de Sebastián Piñera en el sector, la oposición está a dieta. A
dieta y haciendo gárgaras con el discurso de la unidad. ¿Unidad
para qué, en torno a qué y con qué nuevas soluciones?
Todo
indica que Chile está necesitando a gritos otra agenda y que sea
conjunta. Algo hay que hacer para reactivar la economía. Y algo hay
que hacer también para comenzar a restituirle el prestigio a las
instituciones.
Lo ocurrido esta semana con el incidente que afectó al Senador
Fulvio Rossi (revelación de correo pedigüeño al gerente de SQM,
crítica transversal de sus correligionarios y suspensión voluntaria
de su militancia al PS) abre lo que quizás sea un principio de
demarcación. De ser así, tendrían que irse para su casa todos los
que queden tocados por los escándalos. No será la más perfecta ni
la más justa, pero -vamos- es una fórmula. Estando pendientes en el
Parlamento varias de las iniciativas que planteó la Comisión Engel,
desde luego esto no es lo único que hay que hacer. Pero ya basta de
seguir perdiendo el tiempo. Es el Gobierno el que debe presentar al
país un plan político de regeneración de la confianza, entre otras
cosas porque está visto que sin su iniciativa es difícil que la
clase política tenga el incentivo para asumir los riesgos envueltos
en la definición de un nuevo rayado de cancha congruente con las
expectativas ciudadanas.
Es
para eso que se necesita liderazgo. Pedirlo en este momento,
precisamente cuando se advierte un enorme vacío de poder, es como
exigir agua mineral helada y en copa de cristal a los tres días de
andar perdidos por el desierto. Liderazgo es justo lo que no hay.
¿Sabrá La Moneda que el desánimo puede ser tan letal como la sed?
Color
esperanza,
por
Cristina Bitar.
Puede
ser efecto de la última encuesta de Adimark o de la perspectiva
naturalmente más global que da la Secretaría General de la
Presidencia, pero la entrevista de Nicolás Eyzaguirre en El
Mercurio del domingo marca el punto de inflexión más profundo que
hemos visto desde que se inició la gestión de la Presidente
Bachelet.
Dos
aspectos hacen de esta entrevista un hito: la mirada autocrítica es
de una extensión y calado que, si asumiéramos que el Ejecutivo va
a seguir este rumbo, sería un Gobierno muy diferente en los años
que le restan. Pero, además, se percibe en las palabras del
Ministro una preocupación muy auténtica por el rumbo que ha tomado
el país, tanto en relación con la implementación del programa de
Gobierno, como de la dinámica social y política en que estamos
inmersos.
Hay
una autocrítica que es central y dice relación con la
improvisación. A estas alturas parece un dato ampliamente
compartido, pero que hasta ahora no había tenido un reconocimiento
así de claro y de parte de un miembro de este nivel en el Gabinete.
Tácitamente y sin nombrarlos –se aprecia un grado de cuidado en
las palabras y conceptos infrecuente en él– hace una crítica
feroz al equipo que trabajó en el programa y tuvo a su cargo la
implementación técnica, así como la conducción política, del
llamado primer tiempo.
Esta
entrevista permite varias lecturas y deducir varias consecuencias.
La improvisación, una vez asumida, debiera llevar a dedicar el
tiempo que queda a corregir lo mal hecho –reforma tributaria– y
encarrilar por buenos derroteros las que están en tramitación. Y
el resto, como en ese viejo chiste de Condorito, bueno, el resto que
espere. Ese es otro efecto brutal de la lógica en que se coloca
Eyzaguirre: para efectos políticos –la voluntad de moldear la
sociedad de una cierta manera y no únicamente administrarla– se
da por terminado el actual período Presidencial. Las reformas son
las que están hoy sobre la mesa y no hay más. No se entendería
que se insistiera en la improvisación ya reconocida.
Otro
elemento insoslayable es el retorno a la lógica del diálogo y del
consenso; el Ministro aparece extraordinariamente alejado de
conceptos como “las mayorías están para ejercerlas”, que se
escucharon mucho el año pasado. Por el contrario, reaparecen dos
características que imprimieron carácter a la vieja Concertación:
la valoración de lo hecho en el pasado y el diálogo para buscar
acuerdos.
La
entrevista está demasiado cuidada en sus términos para no asumir
que es la expresión de decisiones reflexionadas en el Gobierno y
compartidas desde la misma Presidente. Una entrevista que, como la
canción de Diego Torres, podría titularse “color esperanza”.
Control de identidad.
Por unanimidad se aprobó en la
Comisión de Constitución de la Cámara el proyecto de Ley que
autoriza a las policías a realizar controles de identidad a
cualquier persona, donde quiera que se encuentre, y sin necesidad de
que existan sospechas o indicios de que tal persona ha cometido o se
dispone a cometer algún delito. Si la persona no es capaz de
identificarse o se niega a hacerlo, puede ser conducida a la unidad
policial más cercana para fines de identificación. El conjunto de
estos procedimientos no puede extenderse por más de cuatro horas.
La aprobación definitiva de estas nuevas reglas, que se añadirían
al actual artículo 85 del Código Procesal Penal, proporcionará al
Estado una herramienta para la prevención de la delincuencia.
La normativa aprobada contiene como parte esencial una serie de resguardos con el fin de evitar el uso abusivo o discriminatorio de la nueva atribución. Así, el funcionario debe otorgar a la persona facilidades para identificarse y atender especialmente a consideraciones de trato igualitario o no discriminatorio. Se establece, asimismo, la obligación de elaborar un procedimiento estandarizado de reclamo para quienes estimen que han sido objeto de un tratamiento arbitrario o discriminatorio. Este procedimiento es complementado con obligaciones de registro y publicidad de las estadísticas correspondientes a estas denuncias, y por obligaciones de información bastante detalladas al Ministerio del Interior y Seguridad Pública.
Por cierto que la prevención del delito requiere mucho más que una nueva regla sobre control de identidad. En especial, es indispensable una mayor profesionalización y coordinación de todas las instituciones y servicios asociados a la prevención y persecución del delito con resultados tangibles que hoy no se ven. Pero la nueva atribución pondrá en manos de las policías un instrumento importante y debatido, que ellas mismas han solicitado. La Ley que lo establezca obligará a los ciudadanos a ceder una porción de su privacidad -y, en ocasiones, también de su libertad ambulatoria- en aras de obtener efectivamente una mejor seguridad pública. Por esta razón, el Estado y las policías deben ser particularmente conscientes de que el sacrificio en materia de libertades solo estará justificado en la medida en que se observen frutos concretos en la prevención del delito. Sin estos resultados, la regla solo dará lugar a un Estado con menos libertades que antes.
Inconsistencias
en causales para legalizar el aborto.
Para
precaver el rechazo del proyecto de Ley que legaliza el aborto en
tres casos, fundamentalmente ante críticas de la Democracia
Cristiana, el Gobierno presentó indicaciones para corregir aspectos
controvertidos. Se dispone en ellas que el facultativo que constate
la violación como causal de interrupción del embarazo debe
denunciarla; se reduce el plazo para practicar el aborto en menores
de edad, de 18 a 14 semanas de embarazo, y se establece un sistema de
acompañamiento a la mujer embarazada.
Algunos personeros de dicho partido se han mostrado conformes con las indicaciones, en razón que sus inquietudes ante el proyecto de Ley han sido acogidas. Este predicamento llama la atención cuando hay envuelto un dilema de principios: se está o no por proteger la vida del feto. El socialcristianismo está por la protección de la vida y rechaza, por ende, el aborto. Por lo mismo, ajustes en el proyecto de Ley para restringir la procedencia de la interrupción del embarazo o corregir ambigüedades que amenazaban en constituirse en un subterfugio para ampliar la aplicación de causales supuestamente restrictivas, no son una respuesta en la medida que se sigue permitiendo una práctica que atenta contra el ser humano que está en el vientre materno.
Por otra parte, no es realmente efectivo que las indicaciones resuelvan los inconvenientes que se han planteado. La violación para que se considere causal bastaría que la acrediten facultativos, regulación que pugna con el hecho que se trata de un delito que sólo un Tribunal puede tener por comprobado, con lo que se producirá una contradicción si judicialmente se declara que el ilícito no tuvo lugar o no está probado, cuando el aborto ya ha sido practicado. Establecer la obligación de denunciar el delito es concordante con la Legislación penal, pero no resuelve el referido inconveniente. Por otra parte, es sabido que la gran mayoría de las violaciones de menores de edad las perpetran parientes o personas cercanas, motivo por el que no se denuncian y los eventuales embarazos llegan a término. Por consiguiente, esta causal, que provoca gran adhesión en el debate público, tiene mucho de irreal; y lo es más, si quienes tendrían que prestar su asentimiento al aborto, tratándose de una menor, pueden ser autores o responsables del delito. Si en subsidio se establece que el asentimiento lo dé un Juez de familia no está definido con qué base resolverá.
Asimismo, no hace mucha diferencia restringir el número de semanas para autorizar el aborto en las menores, pues es evidente que ya a las 14 semanas, como a las 18, existe una vida en gestación, siendo difícil comprender por qué ella merece protección desde el momento que se alcanza una fecha que arbitrariamente escoge la Ley y no antes. El acompañamiento parece ser un aporte para minimizar la opción por la interrupción del embarazo, pero no queda claro en qué consistirá concretamente, como tampoco qué efectividad tendrá, si se consideran las graves carencias de atención y disponibilidad de recursos que tiene hoy el sistema público de salud. Es ilusorio presumir que se contará con psicólogos o asistentes sociales y otros medios reales para acompañar a la mujer. En suma, cuestionamientos que se basan en principios no pueden ser resueltos con soluciones prácticas que apenas moderen los efectos.
Nuevo fracaso de OEA.
Las presiones de Venezuela sobre
sus socios caribeños, a los que les entrega petróleo en condiciones
privilegiadas, explican parte de las 11 abstenciones en la votación.
Sin embargo, hay otras que no se justifican. Brasil y Argentina, dos
potencias regionales, pudieron haber tenido una participación
destacada en devolver relevancia al principal foro hemisférico. Con
su voto, ambos países le hicieron el juego a Venezuela, que buscaba
trasladar la discusión a Unasur, un foro que Caracas siente más
favorable a sus intereses, y Brasil perdió una oportunidad
inigualable de mostrar liderazgo, ese que trata de ganar a nivel
mundial en el grupo de los BRICS. Chile junto a Perú y México
demostraron voluntad por apoyar a su socio de la Alianza del Pacífico
y con su voto favorable dieron una señal de que la OEA les importa.
Cada vez están más claras las divisiones ideológicas entre los países bolivarianos que desprecian la existencia de OEA y las naciones que buscan darle un rol relevante a la organización hemisférica. En el medio quedaron países que anteponen intereses menores a dos objetivos declarados de la organización: el afianzamiento de la paz y seguridad continental, y la prevención de conflictos y resolución pacífica de controversias.
Si bien los países miembros no pudieron ponerse de acuerdo, al menos la Comisión Interamericana de Derechos Humanos -un órgano autónomo de OEA, cuyos miembros son independientes de sus países- emitió un comunicado que estaba a la altura de las circunstancias, instando a Venezuela a actuar de acuerdo a las normas internacionales y "detener cualquier expulsión colectiva, arbitraria y/o sumaria", y garantice el debido proceso para las deportaciones.
Si Colombia y Venezuela resuelven la situación mediante el diálogo bilateral, será igualmente un triunfo de la Diplomacia, pero se perdió una buena oportunidad para demostrar que el multilateralismo todavía tiene un papel en la región. El actuar del nuevo Secretario General será determinante para el logro de ese objetivo.
Oportunidad de un cambio de rumbo en gratuidad.
El
Consejo Consultivo para la Reforma a la Educación Superior,
instancia creada recientemente por el Ministerio de Educación para
“colaborar en la construcción de la nueva política para la
educación superior”, celebró el viernes su primera sesión y, no
obstante las expectativas que se han forjado en torno a dicho comité,
que a juicio de algunas voces podría colocar mesura y orientar mejor
una reforma hasta ahora enteramente errática, aún no es posible
anticipar si prestará una efectiva contribución. Esta primera
sesión no ahondó en mayores definiciones, fijando lo que será su
estructura de trabajo para los próximos tres meses.
Si bien este nuevo consejo tiene por misión brindar asesoría en la reforma a la educación superior -habría sido deseable que su composición fuera más pluralista y recogiera el aporte de expertos también de oposición-, parece obvio que la razón que motivó su creación fue el naufragio político que ha representado el proyecto de gratuidad en universidades y centros de formación técnica, en el cual se ha apreciado un grado de improvisación de escaso precedente. Ello es explicable cuando el proyecto contempla que una institución sólo podría acceder a este beneficio Estatal en la medida que se someta a un conjunto de condiciones que arriesgan desnaturalizar la autonomía universitaria, introduciendo además odiosas discriminaciones entre los propios estudiantes.
Las destempladas críticas que sectores más radicalizados han proferido en contra de esta instancia -que el Colegio de Profesores solicitara la renuncia de uno de sus integrantes, el ex Ministro de Educación Sergio Bitar- es un signo de las extremas dificultades para llevar adelante un debate sereno y en profundidad sobre la reforma al sistema de educación superior. En tal sentido, el nuevo consejo podría hacer una contribución relevante en la medida que introduzca grados de realismo en dicho proyecto y consiga una total reformulación del mismo. Naturalmente que una señal en esa dirección sería que el Consejo persuada al Ministerio de que la gratuidad no puede comenzar el 2016, pues tal como se ha diseñado resulta inviable y ocasionaría un daño de incalculables dimensiones sobre el sistema universitario y los propios alumnos.
Algunos miembros del Consejo han sugerido la conveniencia de dividir el proyecto de educación superior; otros se han abierto a la posibilidad de proponer su postergación; todo ello podría constituir un primer paso en la dirección correcta, pero su tarea estará lejos de rendir frutos si acaso no se consigue una reformulación completa del proyecto de gratuidad. Su mera postergación sería en los hechos un fracaso. Posiblemente ello excede el mandato que el propio Ministerio le ha conferido, pero si no existe una instancia de auténtica crítica e independencia de juicio sentaría un muy negativo precedente que se constituya una entidad de esta naturaleza con el único fin de intentar conferirle sustentabilidad política a un proyecto que carece de ella a la luz de las fundadas críticas que se le han formulado.
Inexplicablemente el Ministerio se contradice en los objetivos que persigue, porque a la par de haber nombrado a este Consejo mantiene la intención de incluir la gratuidad mediante una glosa en la Ley de Presupuestos, con el fin de ponerla en marcha en 2016, mientras que pretende enviar el proyecto a trámite Legislativo en diciembre, tiempo insuficiente para introducir las correcciones que se requieren.
Un líder de los sesenta para el laborismo.
Un remezón de proporciones recibió el Partido Laborista (PL) británico en las Legislativas de mayo pasado y ahora, probablemente, recibirá otro, cuando sea elegido líder de la agrupación Jeremy Corbyn, un político que representa al viejo laborismo, ese que todos creían que Tony Blair había enterrado. Su candidatura, que no iba a ser sino simbólica y "para abrir el debate", parece encaminada a la victoria.
A los 66 años, Corbyn se mantiene fiel a las convicciones que tenía a los 20: "antiimperialista", contrario a la OTAN y a la guerra, a favor de las nacionalizaciones de empresas y de la intervención del Estado, y antimonarquista. Es vegetariano, no toma alcohol y todos dicen que es una especie de asceta. Y cuando ya nadie pensaba que esas "viejas ideas socialistas", sesenteras, podían atraer a los votantes, su popularidad dentro de las filas laboristas se disparó, al mismo tiempo que subieron las inscripciones y afiliaciones al partido. Ha tenido un éxito similar al de Podemos, en España, o Syriza, en Grecia, y por las mismas razones.
Si Corbyn se precia de coherencia ideológica, fue puesto a prueba cuando se supo que uno de sus hijos asistía a un colegio "selectivo", en vez de ir al que le habían asignado en el barrio. El escándalo mermó cuando él y su mujer, la chilena Claudia Bracchitta, explicaron que se separaron por ese tema. Fue ella, aseguraron a la prensa, la que tomó la decisión de mandarlo a un colegio selectivo (un grammar school ) de otra Comuna porque el que le correspondía era de muy baja calidad. Largas discusiones sobre el asunto educacional -"y otras incompatibilidades"- terminaron con el matrimonio en 1997, dicen ellos, pero el niño finalmente asistió a uno de los cinco mejores colegios públicos ingleses, el Queen Elizabeth's de Barnet. Corbyn ha vuelto a tocar el tema en esta campaña porque no acepta quedar como un político que apoya el sistema de educación pública no selectivo, "inclusivo", para otros, pero no para sus hijos. Ahora está casado con una empresaria mexicana que importa café desde su país.
La incógnita es qué pasará con el laborismo dirigido por Corbyn. Los conservadores esperan que esto mantenga a sus rivales en las cuerdas, y a ellos, en el poder. Dentro del partido, en cambio, hay preocupación. El sector "renovado" teme que Corbyn lleve al PL "al abismo", como dijo el propio Blair. Su "euroescepticismo" va a contrapelo del establishment del partido; lo mismo con su oposición a la OTAN, y sus propuestas de alza de impuestos a las pymes, de nacionalizaciones sin compensación y de financiar infraestructura con mayor emisión. Su ambigüedad en declaraciones sobre "la trágica" muerte de Bin Laden provocó la repulsa de muchos, que, preocupados por el avance del terrorismo, apoyan políticas de seguridad.
Se dice que Corbyn nunca ha mantenido buenas relaciones con los demás Parlamentarios laboristas, y eso pone en duda su real capacidad para dirigir la maquinaria del partido, y más, para ganar las elecciones de 2020. Por eso, algunos piensan que Corbyn puede ser un líder de transición, y que luego deje el paso a un Parlamentario más joven que represente las ideas de izquierda, pero que tenga posibilidades de ganar las elecciones generales del 2020. Tiene tiempo todavía, aunque algunos temen que en ese lapso se produzca la división definitiva del laborismo.
Avance para mejorar la política.
El
Gobierno propuso una modificación Legal destinada a extender de 90 a
200 días el período de campañas previo a una elección, lo que
unido a otros cambios permitiría superar el absurdo que significa
hoy lo limitado del plazo y la ausencia de otras flexibilidades
indispensables para permitir una campaña informada y competitiva.
La investigación de las denuncias por aportes ilegales a las campañas y el análisis de las reformas propuestas para prevenirlas, han puesto de manifiesto que la Ley vigente contempla un plazo de campaña muy estrecho y que limita la posibilidad de obtener fondos por la vía prevista, para garantizar la reserva y el respeto de los límites. El acertado planteamiento Gubernamental se enmarca dentro del proyecto de fortalecimiento de la democracia, y es probable incluso que se establezca un plazo mayor para las candidaturas Presidenciales, por el tiempo que requiere difundir una postulación en todo el país. También se evalúa una indicación Parlamentaria para permitir la formación de los denominados "comités exploratorios", una forma de regularizar las precampañas de los candidatos.
Es importante que no se pierda de vista que una condición primordial que deben cumplir estas reformas es lograr que existan elecciones informadas y más competitivas, toda vez que sucesivas reformas limitaron mucho el espacio de los nuevos candidatos para darse conocer y así desafiar a los incumbentes. Por ello, cabría abordar también un aumento general del período de propaganda electoral -el proyecto sólo lo incrementa para la prensa y la televisión-, así como eliminar restricciones obsoletas a la publicidad televisiva, sobre todo desde que existe un límite de gasto que previene las objeciones que fundaban esa limitación. Todo esto, unido a un sistema de aportes que garantice la reserva y que los libere de impuestos, sería un avance relevante para la calidad de los procesos electorales.
"Bachelet
contra las Cuerdas" titula el medio español elmundo.es un
artículo del analista John Müller.
"En
Chile se dice que lo único que mantiene unida a la Nueva Mayoría,
es que todos están de acuerdo en criticar a Bachelet".
Su
"popularidad (72% reprueba su gestión cuando aún no entera a
la mitad de su período) ha sido destruida por varios factores: un
programa maximalista radical que no interpreta a todos los chilenos;
una mala lectura de la coyuntura económica internacional que ya en
2014 se volvió adversa para Chile, y la elección de colaboradores
muy mediocres"
"Sin
embargo, nada ha hecho tanto daño como su propio hijo Sebastián
Dávalos Bachelet (dice El Mundo). Cuando los chilenos se enteraron
que uno de los banqueros más poderosos del país, había financiado
un pelotazo inmobiliario de la empresa que tenían Dávalos y su
esposa, la Presidente quedó situada en el ojo del huracán"
"El
hijo formaba parte del Gobierno bajo el ampuloso cargo de 'Director
Sociocultural de la Presidencia' y tuvo que dimitir en febrero de
este año, no sin antes ordenar el borrado de su computador"
"Que
su propio hijo pasara en pocas horas a formar parte del 1% más rico
del país contra el que Bachelet había hecho campaña exigiendo que
pagaran más impuestos para mitigar las desigualdades, sentenció el
Programa electoral de la NM y de paso a Bachelet que no se ha
recuperado del impacto".
"Hace
poco tiempo, la Presidente cambió dos puestos claves de su Gabinete,
los Ministros de Interior y Hacienda. Sin embargo a los pocos días
desautorizó a uno de ellos y debilitó al otro, razón por la
cual ambos llevan todo este tiempo tratando de recomponer su
autoridad ..."
"En
la prensa se habla de un golpe blanco (...) y que dimitirá después
del 11 de marzo de 2016, para permitir que el Congreso elija un
sucesor por lo que resta de su mandato".
"Nada
indica que la incertidumbre vaya a ceder (refiriéndose a la crisis
de confianza empresarial aunque también a la política) y se
acerca la fecha en que el hijo de Bachelet debe ser imputado o
absuelto por tráfico de influencias. Si se formaliza la acusación,
la continuidad de la Presidente parece muy difícil".
En
un sentido similar Carlos Peña en su columna de El Mercurio,
sostiene que "los fracasos Gubernamentales no tienen más que
dos explicaciones básicas: que el camino elegido por el Gobierno es
el correcto, pero quienes lo integran son torpes a la hora de
transitarlo, o el camino escogido es erróneo y aunque se ponga
esmero y cuidado al recorrerlo, el resultado será peor".
"¿En
cuál de esas alternativas se encuentra el Gobierno de la Presidente
Bachelet? En una tercera: el camino es erróneo y los encargados de
transitarlo además son torpes".
Drástico
el Rector quien argumenta que los sociólogos de la NM, no solo se
equivocaron sino que fueron necios a la hora del diagnóstico: que
vendieron un cuento chino al país a la clase emergente y a la clase
media. Y que como casi en todo, los errores "son casi siempre
intelectuales".
Algo
menos sofisticado pero no menos atinado, es el escrito de Pablo
Halpern (ex asesor comunicacional de Frei Ruiz Tagle) en otra
columna, esta vez para el diario El País de España, al hablar de
"Bachelet bizarra" para criticar la defensa desesperada de
su propia figura (ej. "las personas siguen sacándose fotos y
selfies conmigo" o "y le hice así (saluda) y él me hizo
así (saluda). No tuvo nada de frío el saludo" (con Alberto
Arenas a la distancia después de sacarlo del cargo) y el atropello a
todos los códigos que hacen a la investidura Presidencial la cual
"tiene una fuerte carga simbólica" sostiene Halpern.
"Los
roles y, particularmente, el de Presidente traen aparejados (as)
ciertas formas. Cuando estas se transgreden, como lo hizo Michelle
Bachelet en su entrevista a La Tercera (sobre el incidente Arenas)
algo se desmorona. En este caso la investidura Presidencial".