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martes, 15 de septiembre de 2015

El difícil presente y complejo futuro que enfrentamos....



Creemos que la fotografía de la tumba del asesinado Senador Jaime Guzmán,
profanada e incendiada por “desconocidos”, es la demostración del destructor
odio que sigue fomentando el partido comunista.
La imagen de la Presidente Michelle Bachelet y de su Gobierno no dejan de caer,
las encuestas muestran que la aprobación a la Gobernante y a su administración
se han derrumbado logrando el apoyo de solo un 20% de la población.
Repudio de todos los países democráticos ha recibido Venezuela por la insólita
condena a más de 13 años de prisión para el líder opositor Leopoldo López, por
haber tenido la osadía de llamar a protestas contra la tiranía de Maduro.


Autonomía,
por Eugenio Guzmán.




Los resultados de la última encuesta CEP, y la aprobación del Ejecutivo, nos recuerdan una frase de Churchill: “La política es más peligrosa que la guerra, porque en la guerra sólo se muere una vez”.




Sin perjuicio de lo anterior, el estudio muestra también cambios en la sociedad chilena que resulta más interesante comentar. Además de ratificar la desconfianza en las instituciones, revelan una aparente paradoja: a pesar del juicio crítico hacia el Gobierno, las empresas, los Jueces, etcétera, las personas exhiben niveles altos de satisfacción (¿felicidad?) personal, y se la atribuyen a los más cercanos (familiares y amigos). Los mismos encuestados, sin embargo, sostienen que el resto de los chilenos no estaría igualmente satisfecho o feliz.




¿Cómo puede ser posible que la percepción del entorno local (yo y mis cercanos) sea de una alta satisfacción, a pesar de un contexto crítico sobre el país, especialmente en el ámbito público? El sentido común advierte que la satisfacción personal, e incluso la “felicidad”, no se encuentran vinculadas a espacios anónimos o abstractos, como los chilenos, el país o el Gobierno. Pero esto también podría responder a una sociedad que aspira a más autonomía de las instituciones públicas. No es casualidad que frente a la pregunta de ¿cuánto afectan las actividades del Gobierno?, sólo un 14% señala que tienen un “gran efecto”; y de los que dicen que tiene “algún efecto” (33%), un 55% sostiene que dicho efecto es negativo. Esto, sumado a los que afirman que no tiene ningún efecto (45%), resulta sugerente.




Esto podría explicar la alta preocupación por temas específicos: educación (88%), delincuencia (84%) y salud (83%), y el temor a ser afectado por la delincuencia (72%), no tener una pensión adecuada (72%), y no poder pagar una deuda (64%) o no poder pagar la educación (64%). Lo que se desea es que el Estado amplíe espacios de autonomía (y disponga mecanismos que la permitan) y no de dependencia. De allí la resistencia e incertidumbre que provocan las reformas en educación.




Estas pueden ser malas noticias para quienes sueñan con un Estado “fuerte” y omnisciente del querer de las personas, y obliga a reflexionar sobre el sentir de los ciudadanos-clientes que pueblan el paisaje de nuestra sociedad. La demanda es por más autonomía, no por más Estado.


¿Regresó el socialismo con "sabor a empanadas y vino tinto"?,
por Roberto Ampuero.


¿Qué Chile pretende construir la Nueva Mayoría? ¿Se propone dotar al país solo de un rostro más humano o aspira arrancar de cuajo los cimientos del orden actual? En pocas palabras: ¿estamos ante reformistas o revolucionarios? Al pensar en el Partido Demócrata Cristiano o el radical, estamos ante los primeros. Pero si pensamos en los jacobinos, es decir, la izquierda "dura" dentro y fuera de la Nueva Mayoría, estamos ante los segundos.
Los jacobinos sueñan con el socialismo para Chile. Lo prueban irrefutablemente los planes de acción y las declaraciones del influyente Foro de Sao Paulo, en que militan. Creado en 1990 por la izquierda dura regional, que se reorganizó tras la caída del socialismo real, el FSP ha celebrado 21 encuentros continentales. Contaba en 1990 apenas con un partido en el poder, en Cuba, y unos partidos de luto por la derrota ante la democracia parlamentaria y la economía de mercado. Veinticinco años después, los partidos del FSP superan el centenar y lideran o integran Gobiernos en diez países latinoamericanos. Chile es uno de ellos.


El FSP, cuyos inspiradores son Fidel Castro y Hugo Chávez, declara entre sus objetivos (forodesaopaulo.org) eliminar el capitalismo, instaurar el poder popular y el socialismo, y crear una "Patria Grande" latinoamericana. Los miembros chilenos de esta coordinadora son Izquierda Ciudadana, Movimiento Amplio Social, Movimiento de Izquierda Revolucionaria, Partido Comunista, Partido Humanista, Partido Socialista, Partido del Socialismo Allendista y Revolución Democrática. Es decir, hay allí partidos que influyen en La Moneda y los destinos de Chile, y que por lo mismo deberían sincerar ante la ciudadanía los objetivos que tienen para la nación.


No se trata solo del objetivo socialista sino también de otros temas. Uno resulta particularmente inquietante por comprometer intereses sustantivos del país. Una de las resoluciones del FSP, que se ratifican año a año, dice relación con Bolivia: "Apoyo a la salida al mar de Bolivia: El FSP, en el marco de la integración de la Patria Grande, espera una solución a la justa demanda boliviana de acceso soberano al mar, mediante el diálogo, que sea razonable, equitativa y duradera". Entre los objetivos del Plan de Acción del FSP figuran: "Expresar nuestro apoyo al derecho boliviano de una salida soberana al mar como aspecto fundamental para la integración sudamericana y de la Patria Grande latinoamericana". Esto perjudica a Chile, y no se sabe que los partidos chilenos redactaran una declaración aparte para no respaldar la posición de Evo Morales. ¿Tendrá La Haya información de que hay partidos oficialistas chilenos que, en el marco de la FSP, suscriben la idea de un "derecho boliviano"? Esto es de una delicadeza extrema y contradice la posición chilena.


¿Y qué dirá la Cancillería con respecto a la declaración del FSP que demoniza otro aspecto clave de la política exterior chilena? Cito del texto de 2013: "Denunciamos las tentativas, inspiradas por potencias extrarregionales, en el sentido de fracturar y sabotear la integración regional, como es el caso de la llamada 'Alianza del Pacífico'". ¿No corresponde que partidos oficialistas refuten la declaración que denigra a Chile y aliados?
También es inquietante otra declaración del FSP de 2013: En el continente existiría una "guerra de posiciones" entre las fuerzas populares y "las fuerzas de la derecha y del imperialismo". Añade que estos enfrentamientos "definirán la consolidación y continuidad del actual ciclo político avanzado, instalado hace 15 años en nuestra América Latina y el Caribe". Agrega: "Tenemos la convicción de que, continuando con la profundización de los cambios y acelerando la integración regional, podemos recorrer caminos hacia el socialismo en nuestra América Latina y el Caribe". ¿Por qué los partidos chilenos no reconocen en Chile su aspiración de avanzar al socialismo con la que se identifican en el marco del FSP?


El FSP apoya al Gobierno de Bachelet y reduce a la oposición chilena a una "derecha y ultraderecha fascista", que "reinciden en implementar una estrategia de desestabilización". Se trataría de una oposición sediciosa. Ya lo sabe el 80% de la población. Sin embargo, el FSP apoya al régimen de Venezuela, que "es una democracia asediada por el imperialismo y sus aliados", y celebra al régimen de La Habana. Ya en 2011, Ricardo Alemao, director de Relaciones Internacionales del FSP, declaró que los Gobiernos bolivarianos "inauguran el desafío de construir no solamente una mayor democratización, sino también, en términos estratégicos, un nuevo poder popular que asegure un rumbo socialista al proceso".


Es conveniente que en Chile examinemos las declaraciones del FSP porque brindan una información que permite entender mejor la política de hoy y constatar coincidencias con el programa de la Nueva Mayoría. Corresponde que los partidos oficialistas del FSP arrojen luz sobre lo que tiene trazas de un doble discurso: disimular en Chile la meta socialista y el apoyo a regímenes no democráticos, pero hacer lo contrario en el FSP. También deberían explicar dónde radicaría nuestra soberanía en la "Patria Grande" con que sueñan. En medio de la incertidumbre, el frenazo de la economía y el deterioro de la convivencia cívica, los partidos chilenos que integran el FSP y la Nueva Mayoría deben decirnos con cuál de sus discursos nos quedamos y explicar qué país aspiran construir.


Temporada circense,
por Fernando Villegas.


Se ha iniciado la temporada circense y como de costumbre el desfile inaugural lo encabezaron los cómicos de la compañía. Primero hizo sus gracias el sociólogo Moulian, quien, con su flamante condecoración por servicios prestados, nos ha anunciado la necesidad de inventar un “nuevo socialismo”, chiste escuchado ya antes pero que aun así todavía causa risa. En seguida hizo su entrada en escena Marcos E. Ominami, negador tres veces seguidas ante los esbirros del Mufti de la existencia de las pegajosas boletas que lo involucran, pero hoy y de pronto está apareciendo más envuelto que nunca en una catarata de papeles, efecto que no deja de ser gracioso. Tras cartón Nicolás Eyzaguirre ofreció una suerte de comedia con fingidos rasgos melodramáticos en el estilo de los recordados Jaujarana, la cual representó en función dominical con un ingenioso libreto en el que confiesa sus culpas y errores; ha sido, ese salto cuántico desde la arrogancia extrema a la humildad contrita, un recurso cómico que ha encantado a grandes y chicos.


No podía faltar en el desfile el consabido número del artista vapuleado por el resto del elenco, ese al que todo el mundo patea en salva sea la parte, como ha ocurrido con Mahmud Aleuy, quien, en el capítulo final del también farsesco episodio de los camiones, se taimó luego de recibir la puntera del zapato Ministerial en dicha porción de su anatomía y abandonó su oficina antes de la hora de salida y acompañado, en gesto solidario o subordinado, por todo su elenco de corre-ve-diles. Ya se sabe; de vez en cuando los graciosos han de mostrar un lado tierno, como hacía Chaplin. ¿Y cómo había de faltar el señor Corales anunciando el espectáculo desde su tarima de vocero con su teoría de los “protocolos”, la que luego reemplazó con un “perdón señorita, me equivoqué al poner la mano ahí” en un bien logrado y agradable recuerdo de tantas celebradas rutinas de Cantinflas? Gánense en sus asientos y apaguen celulares.


Mailer.
Norman Mailer, en un ensayo o memoria suya sobre la tauromaquia, contaba que los aficionados mejicanos a ese sórdido espectáculo son particularmente crueles, o al menos más de lo que es normal, gustando hacer mofa del torero que haga una mala verónica sin considerar cómo el pobre hombre está arriesgando que la bestia lo destripe de una cornada. No recordamos bien si en esa actitud Mailer veía un amortiguado reflejo terrenal de la olímpica mirada de los dioses ante las desgracias humanas, si acaso lo consideraba un comentario metafísico sobre la ridiculez y falta de valor de la vida o era la ácida evacuación de ese resentimiento popular que según otro escritor, Octavio Paz, abunda en el pecho de los cuates. Metafísica o no, esa reacción hilarante no es infrecuente cuando la confusión, las torpezas y a menudo la pura y simple necedad llegan a tal punto que nos olvidamos de las trágicas consecuencias. Hay en YouTube registros de horrorosas situaciones como esas. Pongo de ejemplo el de un soldado que acaba de perder ambas piernas, pero ríe como loco ante su súbita y fenomenal desgracia. En otra terrible imagen un tipo al que van a colgar se ríe sin parar tal vez porque acaba de descubrir la absoluta falta de sentido del hecho de que, en uno o dos segundos más, caerá y se desvanecerá en la nada.
En nuestro caso hay una agravante que disminuye un tanto el efecto de esa variante del humor: la función no terminará en una hora ni en un misericordioso segundo, sino en 18 meses más y no podemos salirnos. Estamos atornillados en las butacas frente a las tres pistas.




El Mundo.
En verdad todo esto deja de ser gracioso luego del primer momento. Hasta el tipo con el alma más endurecida no puede sino reemplazar la risa con una mueca cuando el horror NO se revela como la mera ilusión de un efecto cómico. La risa se hiela aun más cuando se revisan los rumores y versiones que corren relativos a nuestra situación política. Peor aun si se reflexiona en los efectos, porque a menudo los remedios son peores que la enfermedad.



Véase el caso del columnista John Müller, del diario español El Mundo, uno de los que no se ríen sino toma nuestra situación muy en serio. Por eso acaba de escribir lo siguiente: “Bachelet se ha convertido en la Presidente más impopular de Chile tras la dictadura”. Y agrega: “La Mandatario dimitirá después del 11 de marzo de 2016 para permitir que el Congreso elija a un sucesor por lo que resta de su mandato…”.



Luego explica que Bachelet habría implementado “un programa radical que NO interpreta a todos los chilenos, una mala lectura de la coyuntura económica internacional y la elección de colaboradores muy mediocres”. Agrega Müller, respecto del hijo de la Presidente, que “nada indica que la incertidumbre vaya a ceder y se acerca la fecha en que el hijo de Bachelet debe ser imputado o absuelto por tráfico de influencias. Si se formaliza la acusación, la continuidad de la Presidente parece muy difícil…”.
Duras, atrevidas y esperamos que muy erróneas palabras.




Certeza y dudas…
Dejemos de lado el tema de la presunta mediocridad de los colaboradores de Bachelet, cosa de suyo relativa pues depende del metro de comparación. Al lado de Washington, Lincoln, Talleyrand, Otto von Bismarck, Cicerón o Julio César todos nuestros políticos no son sólo mediocres, sino deficientes mentales; al lado del Chavo del Ocho, todos son genios deslumbrantes. Por lo demás la mediocridad es un destino que, como ha sido probado, nos pesa a casi todos -Francis Galton, “Hereditary Genius”- y no es entonces considerando esa masiva y porfiada constante que debe examinarse un fenómeno tan variable como lo es el escenario político, siempre oscilando entre la sensatez y la locura.


El meollo del asunto no es la falta de inteligencia de los “players”, sino la desinteligencia entre los proyectos, agendas, ideas, ideologías, valores, estrategias y tácticas de entre casi todos los componentes de la NM y del Gobierno.




Es la confusión y parálisis derivadas del caos producido por esa extrema diversidad lo que explica la llamada “falta de liderazgo” de la Presidente, no viceversa; el mismo factor causa el creciente desembarco -al menos moral- de un personaje tras otro de la baqueteada nave del Estado, con o sin mea culpa; finalmente es lo que sustenta la imposibilidad de seguir adelante a toda máquina o retroceder cautelosamente, no haciéndose, por ahora, ni una cosa ni la otra; es por ese batifondo que no hay disponibles en el tablero sino malas jugadas, como sucede en ajedrez cuando se está perdido. El desconcierto y la parálisis, ambas a medias parchadas por Burgos, constituyen los signos y augurios del momento.




Si se quiere buscar un elemento común en el ánimo del elenco de la compañía, este no es otro que el ambivalente estado de ánimo que resulta de la coexistencia de la certeza absoluta por un lado y la duda creciente por el otro; se sienten, estos artistas, propietarios de la triunfal verdad, pero también les sopla en la nuca el pesado y frío hálito del fracaso, la sensación abismal de estar entera y fatalmente equivocados. De ahí que la psicología imperante en los “cuadros” de la NM recuerde no sólo la personalidad dividida de la esquizofrenia, sino también la obsesión de la paranoia, siempre en busca de perseguidores a quienes culpar. En una curiosa voltereta temporal nuestros prohombres han terminado asemejándose a los teólogos de la era del emperador Constantino, siempre enredados en furiosas disquisiciones acerca de la naturaleza de Cristo y/o de la Santísima Trinidad, fanáticamente feroces y seguros de su doctrina, pero simultáneamente -léase a San Agustín, quien vivió un siglo después que esos caballeros- dudosos, vacilantes, al borde de la apostasía, a un paso de la herejía y a veces a no tanta distancia del puro y simple descreimiento.


Confusión política y deterioro económico,
por Hernán Büchi.




Las marchas y contramarchas de las políticas del Gobierno y la opinión unánime respecto del lento avance de nuestra economía hoy y en el futuro próximo son los dos elementos que han marcado las últimas semanas.


Luego que el Ministro de Hacienda sincerara las cifras y calculara un crecimiento anual cercano al 2,5%, al Banco Central le tocó el turno en su informe de septiembre de rebajar las proyecciones a un rango de 2 a 2,5%. Hace solo un año estimaba un valor de 3% a 4% para 2015. Que el Imacec de julio, de 2,5%, haya sido visto como algo esperanzador por algunos es indicativo de lo poco que esperamos de nuestro progreso. Incluso, el propio Ministro tuvo que llamarlos al realismo.


Pero más novedosa es la visión del Banco Central respecto del futuro. Rebajó sus estimaciones del producto tendencial a un rango de 3,3% a 3,7%, pero además destacó un concepto distinto -el producto potencial- con un valor de solo 3,1%. Es precisamente ese número el que considera relevante para las decisiones monetarias, y en la práctica implica que hay poca holgura en la economía. Ese dato, mirado en conjunto con la proyección de inflación de 4,6% a diciembre, ya superada con el IPC de agosto, que acumula en 12 meses 5%, muestra que el espacio para una política monetaria expansiva se estrechó. No es extraño que las expectativas del mercado muestren que el próximo movimiento de tasa será al alza y en un futuro no tan lejano.


Es cierto que las condiciones externas no son ventajosas para los países productores de materias primas. Pero Chile tiene la condición especial de beneficiarse por la caída del precio del petróleo, que compensa en parte el menor precio del cobre. Nuestro país se destacó en el pasado por superar a Latinoamérica y ello le permitió un salto en el bienestar general. Hoy está entre el montón, sobrepasado o a la par con países como Colombia, Perú, Uruguay y México.


Si miramos el mundo, China se modera más allá de lo previsto, pero otros, en particular EE.UU. y Europa, están más dinámicos. La combinación de cifras estadounidenses hace posible que el próximo 17 de septiembre la Reserva Federal inicie un alza de las tasas de interés. El mercado estima esta posibilidad solo en un 30%, pero si analizamos declaraciones recientes y datos de su economía es más probable de lo que parece. Los problemas de China no tienen prácticamente impacto en ese país y además se beneficia por la búsqueda de los inversionistas de lugares más seguros.


Una economía flexible y vigorosa como la del pasado en Chile rápidamente se adaptaría a esta nueva situación absorbiendo los golpes y aprovechando las oportunidades. A comienzos de los 90, con un precio del cobre deprimido, el país creció como no la había hecho nunca.


Pero el entorno interno no hace esto posible ahora. Existe reconocimiento del error de las políticas, sea en su concepción, implementación u oportunidad. Sin embargo, el Gobierno persevera en un camino zigzagueante y confuso de idas y venidas. La reforma Constitucional sigue latente y -aunque prime el silencio sobre su objetivo- para cualquier observador solo puede significar derechos de propiedad más débiles, mayor poder discrecional de los burócratas y políticos de turno e inestabilidad institucional. Las inseguridades no hacen sino acentuarse cuando el Ministro Eyzaguirre hace un análisis descarnado de lo vivido con las reformas a la fecha, con énfasis en su desempeño en Educación; al día siguiente la Ministro del área plantea un plan acelerado para profundizar las reformas que al día subsiguiente es moderado por nuevas declaraciones contradictorias. En el instante en que el realismo y sensatez que tanto ayudaron a Chile a dar su salto de progreso parecen florecer, aparecen con igual ímpetu visiones rupturistas, con un marcado tinte ideológico de corte setentero.


¿Por qué en lugar de una propuesta educacional Estatista y corporativista no se buscan soluciones que aprovechen la iniciativa de las personas y las nuevas tecnologías? ¿Por qué se insiste en un sistema tributario politizado, con facultades discrecionales, confrontacional y poco amigable con la creación de riqueza y de premio a la innovación? ¿Por qué insistir con una Ley laboral basada en el añejo concepto de lucha de clases y contra el empleo?


¿Por qué sucede esto? ¿Es solo temor al ala de extrema izquierda de la Nueva Mayoría y a su vocación de que todo vale para imponerse? ¿O hay algo más profundo en el corazón del Gobierno?

Es iluminador al respecto atender a lo que hace y dice la Presidente Bachelet. En El Salvador alabó y recordó con nostalgia su experiencia en la Alemania comunista y su red de protección social. El problema no es solo que estas experiencias se daban en el contexto de los peores y más crueles totalitarismos de la historia, donde las élites se eternizaban en el poder con privilegios de los que la gran mayoría carecía. Peor aún es que esos supuestos beneficios sociales tenían pies de barro, y por ello sin que los líderes entendieran lo que pasaba se desmoronó el edificio comunista que habían armado. No pudieron lograr un sustento económico sólido que creara e innovara. Por el contrario, el denostado capitalismo, aún en momentos difíciles como los vividos desde el 2008, crea y avanza. La tecnología de las comunicaciones hace que hoy la mayoría interactúe como era impensado siete años atrás. La revolución en gas y petróleo promete energía barata nuevamente. De todo esto y de mucho más era incapaz el comunismo. Una red social, que además no era buena en la mayoría de los países comunistas, no puede ir separada de un genuino progreso y ello se da solo con grados importantes de libertad.


Si la primera autoridad no entiende esa realidad, o los moderados que la acompañen no la empujan en esa dirección, el riesgo es que los grupos más extremos -cuya agenda es simplemente la del poder y no la del progreso- continúen con su estrategia de "vamos por todo". Pocas esperanzas quedarán con ello de nuestro soñado despegue hacia el desarrollo.


¿Qué se incuba en el atanor político?,
por Sergio Melnick.



A mi juicio hay dos señales críticas en el acontecer político nacional, y que podrían ser portadores de cambios futuros importantes. Los dos hechos en cuestión son la publicación de El Mostrador sobre los problemas personales de Bachelet, y la curiosa entrevista del Ministro Eyzaguirre. Ambos hechos, que podrían parecer independientes, en mi opinión no lo son. Tienen un hilo común que vale la pena monitorear con cuidado.





El primer hecho da cuenta de comentarios conocidos desde hace bastante tiempo, y de muchas personas de distinto signo de amplia credibilidad. Lo curioso no es la información propiamente tal, sino que es el dónde se publica y con qué fin: un medio electrónico que no es precisamente de oposición, y cuyo director es un periodista muy informado, agudo y de análisis político muy refinado, que siempre va dos pasos más delante de los hechos. Quiero decir con esto que algo se cuece en algún sector de la Nueva Mayoría que ciertamente avaló o es parte del sentido de dicha publicación.




Por otro lado, la entrevista del Ministro Eyzaguirre es sorprendente. Su crítica superó cualquier cuestionamiento que hasta entonces hubiese hecho la oposición, es tan severa que hace al Gobierno y su innumerable secuencia de errores (como los califica el propio Ministro), que deja en muy mal pie a la Presidente, quizás en una posición insostenible, ya que sólo ella es quien dirige al Gobierno. Por ello es evidente que el tono de esa entrevista nunca pudo haber sido avalado por Bachelet.




Hecha la entrevista, y el tono acerca de la magnitud de los errores, es incomprensible que Eyzaguirre siga en el Gobierno, especialmente porque muchas de las críticas hablan también de su propia mala gestión en educación. Es claro que Bachelet no tiene hoy la fuerza para cambiar al Ministro que le ha dado tan duro.




Cuando estos hechos han sido realizados por personas inteligentes, informadas y con poder, ello debe tener algún sentido que tenemos que tratar de encontrar. Aquí va mi interpretación.




Desde el inicio de este Gobierno, dada la inexistencia de una oposición desde la derecha, la pugna siempre ha sido entre la ex Concertación versus la Nueva Mayoría, particularmente la izquierda más dura, con la retroexcavadora y el G90, que echó raíces en toda la administración. Pero el resultado ha sido muy malo. La situación política y social del país se agrava día a día, la clase política está desprestigiada, la polarización es creciente, el Congreso tiene 85% de rechazo, las dos grandes coaliciones otro 85% de rechazo, el Gobierno 75% de rechazo, el Poder Judicial por ahí. Las soluciones deseadas para los países son políticas, y hoy no hay legitimidad para ello.




Por lo anterior, hay un claro movimiento de la ex Concertación para hacerse cargo del Gobierno en los hechos, y enmendar rumbos cuando aún es tiempo; y lo es. Es una pelea de familia. Es tiempo de tomar posiciones. En ese sentido, yo leo la entrevista de Eyzaguirre como una declaración pública del bando al que pertenece ahora: deja la retroexcavadora y se suma a la Concertación. Por eso no deja el Gobierno, ya que es parte del proceso. Todo esto debe ocurrir contra la voluntad de la Presidente, quien calificó literalmente de “wishful thinking” cualquier posibilidad de moverse un poco al centro. Es decir, si la Concertación logra hacerse cargo de la conducción del Gobierno, será contra su voluntad. Por eso se prepara uno de los varios escenarios, probablemente el menos deseado, en que se invocaría de alguna forma problemas de salud en marzo del 2016, de modo que no haya elecciones. Ese escenario no puede ser abrupto, sino irse preparando de a poco.




En esa lógica adquiere sentido el empoderamiento de Burgos sobre Aleuy, las intervenciones de Lagos, de Pérez Yoma, las críticas de Ignacio Walker por los diarios a la reforma educacional, el ingreso de Bitar al tema educación, las movidas de Insulza, las declaraciones de Genaro Arriagada, o Brunner, y las múltiples críticas de ex Ministros de la Concertación, y tantas otras cosas curiosas que han pasado en estos tiempos. Es extraño el cambio de Pizarro, y también de Girardi, y lo que se prepara en el PPD para sacar a Quintana.




Todo esto puede verse agravado o acelerado por el curso de los acontecimientos que tome el caso Caval, y la apertura de muchos más casos de boletas políticas y nuevas empresas más asociadas al Gobierno.




El atanor está prendido para la primera fase del calcinatio alquímico.




Ley Indígena y la violencia en el sur,
por Harold Bethauer.




A más de veinte años de la promulgación de la Ley 19.253, que establece normas sobre protección, fomento y desarrollo de los pueblos indígenas, la violencia con este tipo de connotación sigue incrementándose en la zona sur de Chile. Solo en el primer semestre de este año se han registrado 200 hechos de estas características. La violencia con justificación étnica no solo aumenta en cantidad e intensidad, sino que también se ha expandido hacia otras zonas del país.


Una mirada profundamente ideológica de la Ley, que nos rige desde 1993, se puede observar en su artículo primero, que señala: "El Estado reconoce que los indígenas de Chile son los descendientes de las agrupaciones humanas que existen en el territorio nacional desde tiempos precolombinos, que conservan manifestaciones étnicas y culturales propias, siendo para ellos la tierra el fundamento principal de su existencia y cultura".
Se le olvidó quizás al Legislador que estos chilenos, antes de ser indígenas, son personas, y, como todo grupo humano, independientemente de su identificación étnica y cultural, la cual es por cierto absolutamente legítima y valorable, no son grupos homogéneos, sino todo lo contrario, individuos con todo tipo de vocaciones, que abarcan todos los ámbitos de la creación humana.
Esta visión, tremendamente reduccionista de los pueblos originarios, que limita su existencia a la tierra, se ha ido transformando en una realidad indiscutible, que les impide a los actores relevantes visualizar cualquier solución distinta de la ejercida por el Estado en las últimas dos décadas, esto es, la transferencia de la propiedad de la tierra.


Este proceso ha favorecido de forma sistemática a las comunidades violentas, que han usado esta vía como medida de presión, de forma bastante efectiva, para anteponer sus demandas a las demás. Como era de esperarse, esta política no ha hecho otra cosa que extender la violencia al resto de comunidades hasta ahora pacíficas, que ven postergadas sus propias demandas. Las comunidades beneficiadas tampoco tienen acceso al crédito ni a la tecnología, lo cual reproduce una agricultura de subsistencia, y con ello la pobreza, generando así mayor sustento para conflictos futuros.


Por supuesto, hay quienes, cegados por la ideología, rechazan esta mirada por considerarla una visión capitalista, que sería antagónica a la visión ancestral de los pueblos originarios. Quienes sostienen esto claramente confunden la identidad cultural con el bienestar material, que en ningún caso son excluyentes. Por el contrario, la superación de la pobreza y el acceso a una mejor condición material son determinantes para la supervivencia de cualquier cultura.


Sin duda, la actual Ley Indígena genera un incentivo perverso, premiando a quienes ejercen la violencia, lo cual, sumado al escaso interés del Estado en perseguir penalmente a estos grupos, nos ha conducido al actual escenario, que era bastante previsible.
Se hace imprescindible, entonces, corregir la actual Ley, restringiendo la potestad del Poder Ejecutivo en la asignación de tierras, ya que este ha actuado siempre, independientemente de su color político, con una mirada electoralista de corto plazo. A su vez, se hace necesario cuantificar, de una vez por todas, la llamada deuda histórica, para terminar con la situación actual, la cual crece a la par con las tierras entregadas y donde cualquier persona, por el solo hecho de considerarse indígena, se convierte automáticamente en un acreedor del Estado.


La hoguera de las vanidades,
por Héctor Soto.


Si el Gobierno no logra parar -y si no logra hacerlo luego- la rotativa de señales contradictorias entregadas a la ciudadanía por la propia Presidente y sus Ministros, el riesgo de desestabilización del tablero político será muy alto. No hay vacío de poder que dure para siempre. Desestabilización en este caso -duro es decirlo- significa trastornos en el cumplimiento de los mandatos Constitucionales, apuesta por liderazgos populistas y regresiones económicas y políticas que podrían borrar de una plumada lo mucho y al mismo tiempo lo poco que el país ha conseguido desde su reencuentro con la democracia el año 90.


Hay quienes creen que el asunto no es para tanto. Pero no deja de ser inquietante que la conversación nacional haya comenzado a escindirse entre aquello que se dice y escribe para el escenario público y aquello de lo cual efectivamente se habla en círculos privados. Es verdad que chismes, rumores y pelambres han existido siempre. Lo de ahora, sin embargo, es bastante más que eso y está instalada una nube de conjeturas -simplistas unas, tétricas otras, delirantes casi todas- que el revoltijo comunicacional Gubernativo no hace cosa que alimentar.




La tómbola que gira y gira en La Moneda -y que un día anuncia moderación y al otro reformismo radical, que un día va por más y al otro regresa por menos- habla de un Gobierno sin quilla ni brújula. Es claro que nadie está al timón. El nuevo equipo político no ha logrado articularse ni tapar los forados abiertos el año pasado por la irresponsabilidad e improvisación en la gestión política, económica y social del país. La entrevista del domingo pasado a El Mercurio del Ministro Secretario General de la Presidencia entregó, antes que nada, en medio de reflexiones que parecen sensatas y de autocríticas que pueden ser sinceras, una dimensión inédita de los extremos a los cuales puede llevar la frivolidad. Fue un despliegue de frivolidad químicamente pura.




La derecha puede ser frívola porque ama las terrazas con jacuzzis y los autos descomunales y caros, pero la izquierda lo es mucho más todavía cuando juega al emboque con las políticas públicas, asumiendo una impunidad que es entre vanidosa, altanera y caradura. Le importa un rábano generar distorsiones que costará años corregir. Le tienen sin cuidado los efectos adversos o tóxicos que sus reformas puedan tener sobre los estratos más vulnerables. Lo importante es quedar bien con los fetiches de su tribu y -una vez que aparece el desastre- tratar de salvar el pellejo personal con autocríticas de manual de autoayuda. “Sí, quizás fuimos demasiado ambiciosos”, dicen con los ojos en blanco, a corazón abierto y desde el mullido diván de la catarsis. Nada muy distinto de lo que podrían haber dicho los hermanos Castro o el Comandante Chávez, el genio al que se le ocurrió el Transantiago o los bribones que montaron una bicicleta de fraudes en La Polar. Da igual. Sí, pobres, el tamaño de sus sueños les pasó la cuenta.



¡Hasta cuándo!



No va a ser, en todo caso, en función de palabras más o palabras menos que este Gobierno podría salvarse. La piedra que dividirá finalmente las aguas está asociada a las rectificaciones que el Ministro de Hacienda le pueda introducir a la reforma tributaria que se hizo, al tipo de reforma laboral que el Gobierno y el Parlamento decidan llevar adelante, al esquema de gratuidad para la educación superior que finalmente se imponga, al rumbo que siga esa ruleta rusa que es el “proceso constituyente” y, en general, a la recuperación de los estándares de rigor y seriedad que en el último año y medio dejaron de tener las iniciativas Gubernamentales. No todo, por eso, está perdido. Claro que el margen de oportunidades se está estrechando y va quedando poco espacio para más palos de ciego o para seguir perdiendo el tiempo en terapias Ministeriales narcisistas.




Es un secreto a voces que la actual administración, partiendo por la Presidente, mantiene abierto en el caso Caval un frente difícil. Es una espada de Damocles que, por supuesto, está fuera del control del Ejecutivo. Todo depende del curso de la investigación y de lo que digan finalmente los Tribunales. Dicho así parece simple, pero esto puede demorar años o, en todo caso, tiempos, plazos, que la política no aguanta. Hasta aquí, los únicos que conocen los reales alcances de esta trama son los implicados. El Ministerio Público y los medios huelen por lo bajo irregularidades y se formulan preguntas que aún no tienen respuestas. Obviamente, es difícil que el Gobierno pueda aislarse de las derivadas Judiciales del episodio. Pero al menos debería tratarlo. Si bien no es ella, sino el hijo de la Presidente y su mujer quienes están en entredicho, el temor es que la incógnita pueda extenderse.




Lo peor de un escenario como el actual no es tanto el desánimo y la falta de horizontes concretos respecto de cuándo el país podría comenzar a recomponerse en términos de saneamiento político y desarrollo económico. El daño ya está hecho y con un poco de suerte ya habrá tiempo de repararlo. El factor más pernicioso de esta crisis es la reacción de las manadas cuando huelen sangre. No sólo pierden la compostura. Es un fenómeno que, combinado con el oportunismo, puede terminar sacando lo peor de cada cual. De más está decir que difícilmente algo bueno podría salir de ahí.


La marea (in)humana,
por Álvaro Vargas Llosa.


Tuvieron que ser descubiertos los cadáveres de 71 migrantes en un camión en Austria y ahogarse un niño sirio de tres años en Turquía para que la conciencia universal despertara a una realidad que estaba allí pidiendo atención hacía mucho rato. Miles, millones de seres humanos que sobreviven en condiciones animales pugnan por instalarse en la civilización europea. Para tratar de facilitar la comprensión del laberíntico asunto de los refugiados, lo divido en lo que creo que son las principales “claves” de lo que está en juego.


Los sirios.
Es cierto que hay migrantes de distintos países, entre ellos sirios, libios, afganos, algunos africanos magrebíes y subsaharianos, y otros de países balcánicos. Pero hay que hacer una distinción: lo que estamos viendo ahora no tiene que ver con los flujos migratorios normales. Estamos ante un desborde relacionado con las crisis políticas -de países en guerra, el principal de ellos Siria-. Por tanto no hablamos de migrantes económicos aunque la economía esté consustanciada con esta problemática, sino de seres que huyen para sobrevivir porque su vida está en peligro.
Lo que hoy sucede tiene que ver con las guerras de Siria y, en menor medida, Libia y Afganistán.



Los sirios son, con mucha diferencia, la nacionalidad “estrella” de esta marea (in)humana que durante muchos años se desplazó hacia los países de la región del conflicto, especialmente Turquía, Líbano y Jordania, pero que ahora, en vista de que esos países ya no pueden seguir acogiendo a más personas, avanza hacia Europa.



Unos cuatro millones de sirios han huido hacia Turquía, Líbano y Jordania en años recientes. Pero ahora hay un desborde. Los sirios han empezado a huir hacia Europa en el último año. Ellos y los refugiados que huyen de otros conflictos utilizan muchas vías pero principalmente aquellas que conducen a Grecia, Hungría e Italia, los tres países de la Unión Europea que han pasado a ser los principales, y muy angustiados, “receptores”.




¿Quién tiene la culpa?
También aquí conviene hacer una distinción crucial, en este caso entre responsabilidades y culpas.



Siria, Líbano y Afganistán sufren conflictos devastadores. En todos ellos, dictaduras vigentes o derrocadas y grupos terroristas que profesan el fundamentalismo islámico están en el centro del problema. En cuanto a las dictaduras: en el caso sirio, el bárbaro Bashar al-Assad está en el poder; en el de Libia, Muamar Gadafi fue derrocado por tribus rivales con apoyo internacional, y en el afgano los talibanes fueron expulsados por la invasión estadounidense con apoyo de otros países.



Todo lo que sucede hoy remite, antes que a cualquier otra cosa, a esos regímenes: es la secuela, la cadena de causas y efectos que nace en esos regímenes de distinta naturaleza (los talibanes eran fanáticos religiosos y Assad es más bien secular) pero de crueldad semejante.



Ahora bien: esos regímenes dieron origen a conflictos que involucraron a distintos actores a los que se puede atribuir responsabilidad en mayor o menor medida sin que tengan la “culpa” principal ni mucho menos. La intervención de las democracias liberales para destruir algunos Gobiernos que eran fuente de agresiones y ataques terroristas contra Occidente indudablemente creó tantos problemas como los que solucionó. La historia con mayúsculas está hecha de actos bienintencionados que a veces tienen consecuencias imprevistas y nefastas. Una de ellas, en este caso, ha sido el surgimiento del Estado Islámico, que, bajo el liderazgo de al-Bagdadi, vino a llenar el vacío dejado por un Al-Qaeda muy debilitado por la guerra contra el terrorismo.



El Estado Islámico no es la única fuente de fanatismo violento, ni la única organización terrorista bien organizada y armada. Pero no hay duda de que sus conquistas en Irak y Siria, y su penetración impresionante en el Magreb y el Asia Central, así como en algunos otros países del Medio Oriente, ha hecho crecer exponencialmente el problema humanitario que ya existía.



El Estado Islámico compite con otras organizaciones islámicas por el control de ciertas zonas (los talibanes en Afganistán, varias tribus en Libia, grupos anti-Assad en Siria), del mismo modo que ellas rivalizan entre sí. Si añadimos a esto el conflicto que todas mantienen con los Gobiernos de estos tres países, lo que tenemos son verdaderos campos de Agramante. El drama humanitario ha ido creciendo a medida que esta devastación expulsaba a millones de personas de sus casas. Unos 12 millones de sirios han huido.




¿Qué hace Europa?
Europa ha demostrado no estar preparada para lo sucedido, no haber previsto que millones de refugiados agolpados a las puertas del Viejo Continente representaban un potencial problema social para ella y no tener capacidad de respuesta inmediata. Durante semanas, unos guardaron silencio, otros anunciaron que no aceptarían a ningún refugiado, algunos ofrecieron acoger una cantidad simbólica de personas.



Ahora, con retraso, Jean-Claude Juncker, el Presidente de la Comisión Europea, ha propuesto, apoyado en el respaldo de Alemania, Francia, Italia y España, un plan para distribuir a los refugiados en distintos países. Da un buen argumento -que los 500 mil que han llegado el último año son apenas el 0,11% de la población europea- pero el plan es insuficiente. En cualquier caso, consiste en tratar de desatorar la situación en los tres países “receptores” más afectados: Grecia, Hungría e Italia. Para ello, se prevé que los miembros de la unión, salvo tres países que tienen cláusulas de excepción en el tema de los refugiados -el Reino Unido, Dinamarca e Irlanda- acojan a un total de 160 mil personas a lo largo de dos años.



Esto refleja la falta de consenso en Europa, donde dos grupos de países se resisten a ser generosos con los refugiados. Un grupo lo constituyen los países de Europa Central/Oriental que fueron del bloque soviético, donde hay un fuerte sentimiento xenófobo que se ha traducido en algunos Gobiernos, especialmente el de Hungría, alejados de los valores más liberales y civilizados. Viktor Orbán está haciendo erigir una verja de 170 kilómetros en la frontera con Serbia (los Balcanes han sido otra vía de acceso y fuente de personas en busca de refugio).



Otro grupo es el de quienes en un primer momento se resistieron a recibir a los refugiados pero que, ante la presión, han dado marcha atrás. Ellos aceptarán ahora cuotas más o menos pequeñas, o en todo caso muy alejadas de las necesarias ante esta crisis. Francia es uno de estos Gobiernos. En el caso español, la negativa inicial a aceptar más de mil o dos mil ha dado pie a una actitud distinta: se prevé ahora que recibirá algo menos de 18 mil.
Un problema sintomático de la falta de previsión es que las normas han resultado irreales.
En principio, los refugiados sólo pueden ser acogidos, en caso de ser aceptados, en el país por el que ingresan a Europa y donde quedan registrados. Alemania tuvo que forzar, en la práctica ya que no en las normas, que aún no han sido modificadas, un cambio para que miles de personas pudieran desplazarse a otro país -incluida, sobre todo, la propia Alemania.




Alemania, país líder.
Aunque titubeó un poco durante unos días ante la embestida política y social que sufrió Europa al estallar la crisis, Alemania después se decidió a jugar el rol de líder que sólo ella está, por lo visto, en condiciones de cumplir. Lo hemos visto en todas las crisis recientes pero se confirma una vez más. Angela Merkel, a la que hay que elogiar sin reservas por lo que está haciendo, decidió tomar el toro por las astas y no sólo anunciar que acogerá a cientos de miles de sirios y refugiados de otras nacionalidades sino también empujar a los Gobiernos europeos a hacer lo propio.



Sólo cuando Merkel hizo sentir a franceses, británicos, españoles, italianos y tantos otros el peso determinante de su país, Europa empezó a entender que un principio básico de civilización la obliga, a pesar de todas sus dificultades actuales, a hacerse cargo de un drama humano que nadie, salvo los europeos, puede resolver en el corto y mediano plazo. El plan que ha presentado Juncker es hijo del liderazgo alemán.




¿Y Estados Unidos?
En cierta forma puede decirse que el liderazgo alemán también ha movido a Estados Unidos. La reacción inicial de Washington, país que acoge en general a unos 70 mil refugiados todos los años, fue mirar a otro lado. Luego murmuró algo que no se entendió bien, hasta que el eco del liderazgo alemán en Europa sacudió la conciencia norteamericana.



Gracias a ello, el Secretario de Estado, John Kerry, acaba de anunciar que tratará de que su país amplíe la cuota para que algunos miles de sirios puedan viajar a este país. ¿Qué significa “tratar”? Algo muy simple de acuerdo con el sistema estadounidense: la decisión la toma el Congreso y por tanto el papel de la Casa Blanca y el Departamento de Estado tiene límites.




Todo dependerá de si Obama querrá jugársela.



En un texto interesante divulgado por el Cato Institute, Alex Nowrasteh sugiere que Estados Unidos abra los abrazos a muchos más sirios siguiendo el ejemplo de lo sucedido con el programa piloto del Consejo de Federaciones Judías y la Sociedad de Ayuda para los Inmigrantes Hebreos en 1990. El programa permitió reubicar en Estados Unidos a unos ocho mil judíos que huían de la URSS (en ese momento en proceso de desmoronamiento). La condición fue que el Gobierno estadounidense no tuviera que financiar la acogida (es decir que los refugiados no tuvieran acceso a los subsidios del Estado del bienestar). Las organizaciones privadas los recibieron y pronto se distribuyeron por el país con bastante éxito sin costo para el erario.
En el caso de los sirios, hay ya una comunidad de ese origen en Estados Unidos que tiene un promedio de ingreso per cápita superior al del estadounidense promedio nacido dentro de Estados Unidos. No sólo podría haber allí formas de financiar la acogida: la exitosa comunidad también representa un indicio del beneficio que podrían traer para Estados Unidos los refugiados sirios.
Francia acogió, tras la Guerra de Vietnam, a más de 100 mil vietnamitas de procedencia china que habían sido enviados al ostracismo por los comunistas que tomaron el poder. El Reino Unido acogió a grandes números de indios y paquistaníes en los años 50, 60 y 70. Con gran éxito.




El enemigo que ahora es amigo.
La política occidental frente a lo que sucede ha estado caracterizada por el cambio continuo de estrategia. El mal manejo de las relaciones y la ayuda a la resistencia que luchaba contra Assad abrió espacios para que el Estado Islámico, que también se enfrentaba al dictador, se hiciera fuerte en Siria. Por tanto, ahora Estados Unidos y Europa se ven obligados a entenderse tácitamente con Assad, el carnicero sirio, para dedicar esfuerzos a combatir al Estado Islámico, cuyas acciones son vistas como fuente principal de la crisis humanitaria.



Assad, por supuesto, se frota las manos. Y de paso su gran aliado, Vladimir Putin.


Esperando a La Haya.




El 24 de septiembre se conocerá la sentencia del Tribunal de La Haya, y Bolivia ya preanuncia una victoria en sus aspiraciones de que la Corte Internacional de Justicia se declare competente para abordar la demanda marítima del país altiplánico.




Las especulaciones apuntan a que, a estas alturas, los dos Gobiernos pueden tener indicios ciertos sobre la dirección del fallo. Aunque las partes no puedan admitirlo, cada país tiene en sus Jueces ad hoc antenas perceptoras que, a su modo, pueden sugerir cómo se pronunciará el Tribunal. Será para Chile un indicativo importante el saber si la elección de la Juez canadiense Louise Arbour fue acertada. Los bolivianos incorporaron a un Juez marroquí que, como abogado especialista de estos temas, puede haber hecho algún guiño a Evo Morales, lo que justificaría la postura triunfalista con la que aparece por estos días.




Es cierto que Morales está trabajando para asegurarse la reelección permanente y ya adelantó que modificará la Constitución para ello, aprovechando el buen momento de su conducción. Sin embargo, a juzgar por sus acciones, el Presidente boliviano no se ha puesto en el caso de que la Corte se declare incompetente y rechace sus apetencias. Se sabe que en su momento los abogados externos le recomendaron no presentar la demanda, porque ello sería perder, pero él ha insistido en que se trata de una causa irrenunciable e imprescriptible para su país. Ha señalado también que hay otros recursos que se pueden presentar. Es claramente una advertencia que, pase lo que pase el jueves 24, Bolivia seguirá bajo la consigna de su aspiración marítima.




Históricamente han sido pocos los períodos en que nuestro vecino ha tenido una relación tranquila con Chile, como ocurrió después de 1952, con Carlos Ibáñez en La Moneda y Víctor Paz Estenssoro en Palacio Quemado. El Gobernante boliviano asumió una actitud ponderada y, como se recuerda, culpó del reclamo marítimo a una distracción de la oligarquía. Ahora no se ve posible esa meseta en las relaciones.




En Chile, mientras se espera la decisión, el Canciller ha informado que no concurrirá a La Haya, en un gesto también significativo de lo que puede ocurrir. Pero el Gobierno de la Presidente Bachelet sabe que una fortaleza de la posición de nuestro país es que en esta materia cuenta con una opinión uniforme y prácticamente sin disidencias en todas las fuerzas políticas. Y que si, llegado el momento, hubiese que tomar decisiones mayores sobre la Carta de Bogotá, esa unidad resulta indispensable.


Preocupación por la inflación.


Hay preocupación por la evolución de la inflación. La medida anualizada del IPC alcanzó un 5 por ciento en agosto y se ha mantenido por 17 meses consecutivos por encima del 4 por ciento, techo del rango meta del Banco Central. La inflación subyacente -que excluye frutas, verduras y combustibles, que presentan grandes fluctuaciones, a veces incluso estacionales- anualizada ha estado los últimos nueve meses por encima del registro general y en la última medición alcanzó una tasa, en 12 meses, de 5,7 por ciento.

Este aumento en la inflación parece explicarse principalmente por fenómenos transitorios; en particular, la depreciación del peso. En efecto, el tipo de cambio nominal se ha incrementado en un 34 por ciento en los últimos dos años, y en el caso de una economía tan abierta como la nuestra, sin duda, se produce un impacto en los precios internos. Pero no hay que descartar que otros factores estén afectando el comportamiento de los precios. De hecho, las variaciones de precio de los bienes no transables han estado a la par de las observadas para los transables.


Frente a este escenario, el Banco Central ha advertido que podrían venir alzas de la tasa de interés en las próximas reuniones de política monetaria como una forma de combatir estas incipientes presiones inflacionarias. Con todo, ha mostrado excesiva cautela frente a este fenómeno. La población es muy sensible a las alzas de precios, más aún si el impacto se refleja sobre los alimentos; estos han estado subiendo a tasas más altas que el promedio general. Pero también los analistas parecen preocupados. Por segundo mes consecutivo, en agosto sus proyecciones sitúan la inflación a diciembre de 2016 por encima de la meta de tres por ciento.


Cabría esperar, entonces, una actitud más decidida del instituto emisor en esta materia. La posibilidad de que se desanclen las expectativas sería perjudicial para la evolución de la inflación, ya que Chile tuvo en el pasado un comportamiento muy inercial -en que la inflación pasada afectaba los esfuerzos por bajarla- en esta variable. En la coyuntura actual, el argumento de la transitoriedad del impacto sobre los precios, más allá de su plausibilidad, no está siendo aceptado del todo por los agentes económicos. Corresponde, por tanto, que el Banco Central actúe y no sea superado por las circunstancias. En ese sentido, hay quienes piensan que debe considerar seriamente la posibilidad de subir la tasa de interés en la reunión de política monetaria del próximo martes.


También se requiere, en medio de las incertidumbres actuales, una mayor presencia de la autoridad para marcar su visión. No es conveniente este retraimiento que se observa en su actuación. Las economías emergentes están pasando por una situación económica compleja y, además, China genera cada vez más incertidumbres. Se requiere una voz con una perspectiva de largo plazo, y al respecto el Consejo del Banco Central tiene un papel insustituible.

Foco en la delincuencia.


Apenas cuatro páginas dedicó el programa de Gobierno, el mismo que ha guiado los pasos de la actual administración, a los proyectos en materia de seguridad ciudadana. Allí se habla de prevención -"mucho más eficiente en la lucha contra la delincuencia que la disuasión mediante penas o mecanismos afines", dice el documento- del consumo de drogas, del fortalecimiento institucional del Ministerio Público, del sistema penitenciario y de la Justicia penal de adolescentes. Sobre los mecanismos para enfrentar el creciente problema de la delincuencia, sólo algunas propuestas generales, como ampliar la dotación de Carabineros e Investigaciones, el "Plan Cuadrante 2.0" y nuevos indicadores.


Por tratarse de un programa que pretendió recoger las denominadas demandas ciudadanas, llama la atención la evidente distancia entre la relevancia que sus redactores otorgaron al problema de la delincuencia y la importancia que la ciudadanía en general le otorga. La reciente encuesta publicada por el Centro de Estudios Públicos (CEP) confirma esa preocupación: según el estudio, el 60% de los consultados considera que la delincuencia es el principal problema al que el Gobierno debiera enfocar sus esfuerzos y políticas públicas.


Si bien, la Presidente de la República lo incorporó como prioridad tras el llamado cónclave que organizó con su Gabinete en pleno, la agenda de proyectos continúa dominada por reformas que en nada se relacionan con la delincuencia e, incluso, algunas están lejos de ser urgentes, como la debatida reforma laboral.


El Gobierno debiese tomar nota: el 71% de la población está insatisfecha con el funcionamiento de la seguridad ciudadana y el 84% teme ser víctima de un asalto violento. Frente a la demanda transversal de liderazgo, el Gobierno tiene aquí una gran oportunidad para responder, con énfasis y decisión, ante la mayor preocupación de los ciudadanos.


Acceso a la información en La Moneda.





Las dos instituciones que los periodistas perciben como menos transparentes, por su poca disposición a entregar información de manera abierta, de acuerdo a los resultados del estudio realizado por el Barómetro de Acceso a la Información 2015, son la Presidencia y la Segpres. Aunque esto pueda sorprender, una mirada a lo que ha sido el actuar de La Moneda en los últimos meses permite entender las causas que están detrás de este síntoma.

Buscando recuperar el respaldo de la ciudadanía, la Mandatario ha optado por privilegiar un discurso ciudadano que vele por la calidad de vida de las personas. Así, sus apariciones se han concentrado en la promoción y defensa de derechos, con un énfasis afín a su anterior mandato: la protección de los grupos sociales más desamparados, como mujeres, niños y adultos mayores. Con esta receta, fructífera en la anterior crisis económica, se buscaría recuperar los rasgos de cercanía y amparo que dieron a la figura de Bachelet su aura y que hoy, a la luz de las cifras de la reciente encuesta del Centro de Estudios Públicos, se encuentran muy debilitados. Pero ¿esa estrategia es acertada para los actuales problemas y desafíos del país?


A diferencia de 2009, las dificultades económicas que atraviesa Chile tienen un importante componente local. Más aún, dichas dificultades están entretejidas con los continuos escándalos y desaciertos que mantienen agobiado al mundo político, y el negativo balance de la gestión de un Gobierno cuyo vértigo refundacional alimentó expectativas imposibles de cumplir y que hoy lo tienen atrapado. A estos conflictos y dilemas se suman otros más cotidianos que afectan la calidad de vida de las personas, como la delincuencia y la inseguridad, que copan la parrilla mediática y aumentan la insatisfacción ciudadana en sus Gobernantes y políticos.


Con todo, las apariciones públicas de la Presidente evaden estos grandes temas. A diferencia de Gobernantes como Angela Merkel, Bachelet privilegia una agenda mediática de prestaciones concretas y visibles por sobre las disyuntivas que hoy enfrenta el país, lo que podría ser razonable en un escenario de aguas calmas. Pero cuando el país navega en aguas turbulentas, la autoridad máxima debe ser la guía que marca el camino y pone a su gente a trabajar bajo una convicción clara y constante, alineándola en sus actuaciones tanto como en sus declaraciones. Lo que quiere la ciudadanía es acceder precisamente a ese pensamiento más de fondo de la Presidente. Las personas desean conocer el diálogo de la Mandatario con sus interlocutores -que regularmente serán los profesionales de los medios de comunicación- frente a los asuntos que les conciernen vivamente, como la inseguridad pública o la situación económica, y no solo las que interesa difundir o marcar al Ejecutivo. Las dificultades para llevar a cabo eso pueden explicar por qué existe esta percepción de escasa disponibilidad de información entre los periodistas.

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Letra Marcha: Soldados del 73

Letra Marcha Soldados del 73

Autor: Rosabella Liniers
Compositor Gianfranco



Son hermanos los Infantes,
todas las armas y soldados del ayer
Carabineros, Marinos y Aviadores
Combatientes del 73.

Un sólo cuerpo, un sólo corazón,
noble misión, proteger a la Nación,
la frente en alto saliendo del cuartel,
los soldados del 73.

Ya dió la orden mi General,
para vencer tenemos que luchar,
no ha sido arriada jamás nuestra bandera,
orgullo eterno de nuestra libertad.

En el recuento se hace el silencio,
por los heridos, los caídos que no están,
lo lamento mi Capitán,
mi Sargento no le puede contestar.

La Patria es libre, llegó la paz,
en el desierto, el cielo, azul el mar,
ya nuestros hombres cantan victoria
Combatientes del 73

Ya dió la orden mi General,
para vencer tenemos que luchar,
no ha sido arriada jamás nuestra bandera,
orgullo eterno de nuestra libertad.

Piñera anuncia propuesta de reformas educacional y tributaria, gentileza EMOL

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