Camiones: un mal día para el Gobierno.
por
Sergio Melnick.
Todos
los errores del Gobierno en el tema de los camioneros superan la
ficción. Se hicieron puros autogoles no forzados producto de una
improvisación sin parangón.
La
trama: una marcha de apenas 13 camiones que sólo quieren hacer
visible un problema muy serio que el Gobierno no quiere enfrentar: la
delincuencia y el terrorismo que los afecta en su trabajo. No están
pidiendo subsidios, concesiones, bonos, rebajas de bencina, ni
regalos, etc.: simplemente que se visibilice un problema que no da
para más. ¿Qué deseaban? Sólo llegar a La Moneda, mostrar los
camiones quemados y entregar una carta en forma pacífica. ¿Era
mucho acaso?
¿Y
qué hacen las luminarias del Gobierno? Primero anunciar a voz en
cuello que no pueden entrar a Santiago; los torean y alardean desde
el poder. Luego los empiezan a hostigar en la ruta: no los dejan
entrar a las ciudades, les bloquean el acceso a las bombas de
bencina, simplemente bajezas de no creer. Matonaje de barrio. ¿Y qué
logran? Que el país entero se empiece a preocupar de la marcha de
los camiones. Las redes sociales se incendian y el apoyo a los
camioneros es masivo.
Todo el país está hoy acosado por la delincuencia, por eso la
simpatía con los camioneros sólo podía crecer, y así fue. Cientos
de Carabineros dedicados -por orden del Gobierno- a hostigar a las
víctimas como si fueran los victimarios. Y entre medio de todo esto
se suma un escándalo político con la remoción del Intendente que
sale tirando el mantel, mostrando pugnas internas del Gobierno y la
Nueva Mayoría. Todo mal.
Finalmente
los camioneros siguen su avance a Santiago. Entonces los genios del
Gobierno aumentan el tono diciendo que bajo ninguna circunstancia
llegarán a Santiago para no afectar la vida cotidiana de la capital.
Que marchan las personas no los camiones, un argumento de muy pequeña
monta. Pero al mismo tiempo, la Alameda está totalmente cerrada por
una manifestación estudiantil, cuidada por otros cientos de
Carabineros y con un tremendo perímetro que hace invivible el centro
una vez más. Hay que recordar que el mismo Intendente cuidó una
marcha no autorizada, por ende ilegal, y otra nocturna que culmina
con una violencia inusitada. Todo ello ciertamente mucho peor que una
marcha de 13 camiones pacíficos, que duraría quizás una hora y
chao.
El
drama sigue. De manera casi delirante, un Seremi de Transporte dicta
un decreto para que ningún camión pueda entrar a Santiago por 20
horas. Un experto en transporte debió representar el problema que
causaría, y si fue obligado a hacerlo, nunca firmarlo y renunciar,
¿o no? Bueno, lo firmó y así logran bloquear los 13 camiones en
Angostura, pero también a otros muchos cientos de camiones impedidos
de pasar que quedan parados y se bloquean así las carreteras, o se
hacen tacos monumentales, afectando la vida de miles de personas,
mucho más que lo que ocurriría en Santiago. Esto dura todo el día
y es cada vez peor, ya que frente a este absurdo, el gremio nacional
entero empieza a solidarizar, primero en las rutas a Valparaíso y
San Antonio, y luego en distintas partes del país. Un problema
chico, realmente menor, es transformado en un tema nacional de
grandes alcances, sin necesidad alguna. Sólo mal manejo. Durante el
día las autoridades endurecen aún más el discurso y señalan que
jamás entrarán a Santiago. Incluso llegan a insinuar el uso de la
Ley de Seguridad del Estado, justo lo que debiera ocurrir en La
Araucanía con los delincuentes, no con las víctimas. Los cientos de
camiones parados por el decreto, más los otros cientos que
solidarizan de manera creciente encienden un tema nacional.
Finalmente
en el Gobierno se dan cuenta del tremendo error de manejo de este
problema. Tienen entonces y obligadamente que negociar, y ceder. Se
tienen que retractar de todo lo esencial, y los camiones siguen a
Santiago y llegan a La Moneda. Las explicaciones públicas que
intenta Orrego son para llorar a gritos. Aleuy desaparece luego de
todas las amenazas y advertencias que hizo durante el día. ¿Se
acuerdan de “cajero robado, banco multado”? Aquí hay un patrón.
El
resultado fue un despelote descomunal en las carreteras, la evidencia
de una total improvisación del Gobierno, la falta de mando
Presidencial, el logro de una visibilidad que los camioneros no se
imaginaron en sus mejores sueños, y la llegada simbólica a La
Moneda. Una derrota de proporciones más allá de los eufemismos,
todo innecesario. Y para remate, a una cuadra de La Moneda, los
camioneros son cobardemente agredidos a vista y paciencia de los
Carabineros e incompetencia total del Gobierno en seguridad.
Preguntas:
(1) ¿Habrán responsables de este increíble chascarro? (2) ¿Qué
sigue en políticas públicas para que no se repita? (3) ¿Qué
piensa la Presidente de todo esto? (4) ¿Cómo se reflejará esto en
las encuestas de mañana? Otro muy mal día para el Gobierno. Burgos
igual dio la cara y se anotó un punto a favor.
¿Se puede construir confianza?,
por
Eugenio Guzmán.
La
confianza es uno de los temas más recurrentes hoy día. Existe una
extensa literatura que ha ido desentrañando los factores más
relevantes a la hora de explicar qué factores se encuentran
asociados a su emergencia y sus efectos. No obstante, a la hora de
responder la pregunta de cómo se puede generar confianza, las
recetas no son fáciles. Una de las razones es que la generación de
confianza supone el diseño de instituciones o, al menos, políticas,
que a su vez inciden sobre las conductas de los individuos. Y son
precisamente ellos los que finalmente juzgan cuán confiables son
tales diseños o a quienes los diseñan. Si la confianza
interpersonal no sobrepasa el espacio familiar, y tanto los extraños
como las instituciones (privadas y públicas) son vistos con recelo,
cualquier mecanismo proveniente de aquellos estará sujeto al
fracaso.
La
confianza es el resultado de una práctica. Sólo en la medida que se
experimenta se aprende a confiar, y ello depende de nosotros y de los
otros. No basta con ser crédulo o que por razones estructurales de
nuestra personalidad confiemos en los otros. Es necesario que el
ambiente donde nos desenvolvemos también lo sea. En el extremo,
personas recelosas (de otras) podrían comportarse como si fueran
confiadas –digamos no poner rejas a sus casas–, si saben que
quienes intenten entrar sin permiso serán descubiertos y
sancionados.
Luego,
cuando hablamos de confianza no sólo estamos hablando de una actitud
o disposición psicológica, sino también del ambiente en que se
actúa. Suponer que podemos crear confianza a través de tales o
cuales políticas no pasa de ser voluntarismo. Pero existen algunas
pistas para construir confianza. Aplicar sanciones cuando la Ley no
se cumple es lo más obvio. Un funcionamiento institucional eficiente
y efectivo en respuesta a la demandas por servicios excluye el
favoritismo y aumenta la confianza. También la creación de redes en
torno a la escuela, incorporando a los padres, ha resultado ser un
activo importante para la generación de confianza, lo mismo que
mecanismos de microcrédito, en materia de creación de redes.
Estos
ejemplos ilustran que, más que una política, la clave es la
aplicación de las normas y fomento de prácticas. Tenemos las
herramientas para ello.
Fantasmas
del pasado: pésimos consejeros,
por
Roberto Ampuero.
¿Cabe
imaginar un peor autogol que el que se marcó este jueves el Gobierno
al prohibir el paso de 13 camiones frente a La Moneda? ¿Cómo
entender que políticos experimentados conviertan una manifestación
de víctimas del terrorismo en un reality que tuvo al país en vilo
por 24 horas? ¿Cómo justificar que en el día más decisivo de la
administración brillara por su ausencia la Presidente? Y todo era al
parecer manejable: autorizar la caravana, escoltarla con Carabineros,
recibir a la misiva en Palacio, ofrecer un tecito, y por la noche
mostrar en los noticiarios a un Gobierno que sabe escuchar a todos.
Que tenemos un liderazgo errático lo ratificó la prohibición/autorización a los camiones, que de no haber sido levantada pudo acarrear consecuencias desastrosas. Pero la causa del yerro no radica solo en la impericia Gubernamental sino también en otra cosa: Los fantasmas del pasado. El ala más radical de la Nueva Mayoría nutre su Weltanschauung de una interpretación maniquea de la Unidad Popular y, por ello, reacciona hoy de forma visceral y con pánico frente a los transportistas, que en 1973 jugaron un rol crucial en el fin de Salvador Allende. Más que a 13 camiones cargando carcasas de vehículos incendiados, Palacio vio venir a miles de camiones encabezados por León Vilarín, los que con su paro nacional indefinido sellaron la suerte de la UP. Así cuesta adoptar medidas sensatas.
Con los camioneros, a la Nueva Mayoría le ocurrió lo que a Bachelet con el Estado de Excepción tras el terremoto del 2010. Pese al vandalismo, le costó decretar el Estado de Excepción para restablecer el orden, porque implicaba sacar a los militares a la calle (que fueron recibidos con vítores por la población). ¿La razón? Los fantasmas del pasado. Estos le impedían entender que sus fuerzas armadas habían cambiado. Tanto frente a los militares el año 2010 como frente a los camioneros esta semana, sospecho que a Bachelet la traicionó su, a ratos, anacrónica visión de mundo, que incide desde luego en su visión de la UP, las fuerzas armadas, los camioneros, el país y las vías para transformarlo.
Más que por ideologías, el Estadista debe orientarse por las realidades. La ideologización de la Nueva Mayoría está no obstante a la vista: en su reciente viaje al extranjero, Bachelet celebró a Allende y destacó aspectos de la extinta RDA. Recordemos que el Partido Comunista chileno felicitó al dictador norcoreano Kim Il Jong al ser entronizado, tal como lo fueron su padre y su abuelo; no olvidemos que el MAS y la IC respaldan al régimen de Maduro, y que Diputados del sector ven en Fidel Castro un "faro y guía" latinoamericano. No digo con esto que la Nueva Mayoría planea construir una Corea del Norte, pero sí que resulta inquietante que modelos de dudoso carácter democrático inspiren a tanta gente que ejerce influencia gravitante en el Gobierno. Más que ideologismo, en el Gobierno se precisa pragmatismo, como el de Jorge Burgos, que reconoce errores, los rectifica y estima que negociar y llegar a acuerdos en democracia no humilla a nadie.
Las decisiones de este jueves no solo volvieron a mostrar el zigzagueo de La Moneda sino que contribuyeron también a convertir a los camioneros -y a través de ellos a todas las víctimas de la delincuencia y el terrorismo- en el gran Juez de la gestión oficialista en este ámbito. El gremio advirtió que puede volver a Santiago si los problemas no son resueltos. Y el panorama pinta mal. Este jueves, el Gobierno no logró garantizar ni ante La Moneda la seguridad de las personas. Jorge Luchsinger, hijo del matrimonio quemado vivo en su casa de La Araucanía, y sus acompañantes fueron impunemente agredidos por turbas con banderas de izquierda, que también apedrearon a los camiones. La escena mostró la creciente polarización de Chile y nos recordó a países donde el oficialismo, bajo la consigna "no dejar que la reacción salga a la calle", ataca a opositores en cuanto estos salen a manifestar. Tomás Borge hablaba de "mis turbas divinas", Fidel Castro de "reacción espontánea", y Hugo Chávez de "ira popular".
En medio de este panorama desolador, parece particularmente inapropiado que ciertos políticos se proclamen ya candidatos Presidenciales para el 2017. Más que soñar con entrar a La Moneda el 2018, hoy los líderes deben ocuparse de cómo aportan para que el país llegue a esa fecha sin más sobresaltos. Para eso deben ocuparse, primero, del agobiante ahora y de promover el reencuentro nacional y acuerdos políticos que devuelvan a Chile a la convivencia cívica, la senda del crecimiento, la seguridad y el liderazgo efectivo. Hay que mirar hacia adelante unidos. El gran enemigo de este esfuerzo son los fantasmas del pasado.
El
miedo es cosa viva…
por
Fernando Villegas.
Los
camioneros y sus protestas o siquiera la amenaza de que protestaran
les causan pánico a La Moneda y su coalición. Ya vimos a qué
extremos llegaron el jueves, inspirados por Su Majestad el Miedo, por
detener y abortar una caravana de sólo 13 camiones. Para esos
efectos desenvainaron una suerte de “ukase” -prohibición de
entrar a Santiago- quebrantando toda norma jurídica y
Constitucional, amén de desplegar a las Fuerzas Especiales de
Carabineros y tomar medidas que nunca toman cuando la marcha o
manifestación es protagonizada por los compañeros combatientes. Con
los camioneros actuaron de otro modo porque inevitablemente
recordaron el paro que terminó por desarticular el Gobierno de
Allende y preludió el Golpe Militar; revivieron esa pesadilla,
comenzaron a ver sediciosos por todas partes, los camiones se
convirtieron en una columna pánzer y sus conductores en miembros de
la SS. Quizás hubo incluso algunos caballeros, víctimas de traumas
incurables por la ciencia médica, que se imaginaron saltando por
segunda vez los muros de las Embajadas, lo cual ahora, a los 60 o 70
años, sería tarea más dificultosa. Ya no hay salud para esos
trotes.
La
izquierda vive todo el tiempo con sobresaltos de ese tipo. Se
obstinan con tan tristes recuerdos y se frotan las heridas para una
perpetua supuración que es parte de su cultura grupal y
temperamental, de su legitimación como víctimas, fundamento
visceral de sus quejas y de sus pretensiones siempre fallidas de
transformar el mundo. No por nada el recién nominado Intendente de
La Araucanía, hombre de dicha “sensibilidad”, no se demoró un
segundo en soltar una muy desafortunada frase asociando a la derecha
exclusivamente con el uso de la fuerza. Es un reflejo condicionado
nacido del temor, a lo cual se une esa rutinaria y conocida paranoia
en virtud de la cual sus cultores suelen ven “fachos” y
“golpistas” por todas partes. Recuérdese cómo, apenas iniciado
el régimen de la Concertación, un “ejercicio de enlace” en el
que participaron quizás una docena de militares con la cara
camuflada con betún Virginia puso los pelos de punta a las
autoridades de entonces. De hecho gran parte del motivo y premura que
promovió los acuerdos y las cautelas de esos años fue ese temor, el
fantasma del Golpe, el de ser expulsados una vez más.
Son
pánicos completamente infundados. El país vive en otra época y no
hay ni una gota, ni una molécula de agua en la piscina de las
intervenciones castrenses. Las FF.AA. son hoy por hoy un cuerpo
domesticado, aun apabullado por su historia, acoquinado, arrinconado
y dócil.
Si alguien tuviera la peregrina idea de ir a tocarles el timbre, le
gritarían desde adentro “no hay nadie”. O, como en ese chiste,
“ya dimos”. Tampoco hay motivo; al
país no le va bien, la inflación ya asomó su feo rostro y también
lo hicieron la cesantía, la incompetencia y/o confusión de las
autoridades en casi todas sus gestiones es colosal, el debilitamiento
del orden social muy grande, los delincuentes disfrutan de impunidad,
los grupos extremistas se han adueñado de parte del territorio
nacional y de los espacios públicos de todas las ciudades, los
estudiantes no estudian, los profesores apenas profesan y la mala
leche circula a borbotones,
PERO fuera de eso, haciendo abstracción de todo eso, estamos
bastante bien, gracias.
¿Estado
fallido?
En medio del batifondo del jueves el Ministro Burgos hizo acto de presencia y soltó algunas frases muy significativas. Reconoció que el Estado ha fallado en lo que toca a impedir o al menos detener y procesar a los autores de incontables atentados de todo tipo en La Araucanía, con lo cual no sólo reconoció un hecho evidente, sino, de soslayo, puso entre paréntesis la completa visión oficial de la NM relativa a los fenómenos que se producen en esa zona. Para la NM la falla del Estado NO CONSISTE en no haber detenido, procesado y sancionado a los culpables de las trapacerías, sino en no haber hecho siquiera aproximadamente lo que quiso proponer el defenestrado Intendente Huenchumilla, a saber, posibilitar un territorio autónomo para el pueblo mapuche, declarar a Chile como Estado multinacional y expropiar las forestales. Para la izquierda que el Estado NO HAYA HECHO ESO o siquiera parte de eso sería el déficit, NO la casi inexistente persecución policial y Judicial de los hechores de atentados.
El
evento, entonces, como ha sucedido con casi todos los que nos ha
ofrecido la actual administración, manifestó por enésima vez el
insalvable abismo que media entre los revolucionarios de la NM que
quieren chicotear las reformas a todo caballo y los miembros de la
antigua Concertación, quienes desean detenerlas, aunque por razones
tácticas no hablan de pararlas, sino de “graduarlas”. Sus
adversarios lo ven claramente y no lo quieren permitir, pero tampoco
pueden evitar que Burgos y otros lo intenten y suelten frases como la
del jueves.
Hay,
entonces, un caso de Estado fallido, pero es preciso dilucidar en qué
sentido. Si entendemos el término en su acepción normal, en ese
caso tenemos efectivamente un Estado al menos parcialmente fallido
porque ha sido y es incapaz de cumplir a cabalidad con la primera
tarea de todo Estado, la preservación de la Ley y el orden. Y lo ha
sido no por simple incompetencia -aunque ha habido una generosa
porción de aquella- sino porque los miembros de este Gobierno, desde
la Mandatario hasta los ascensoristas, están en importantes grados
de acuerdo con la visión de Huenchumilla y con todas las visiones
que catalogan, hoy, cada despelote público como una “lucha
social”, cada acto de vandalismo como una “expresión de cultura
popular”, cada desorden como un acto democrático, cada asamblea
celebrada a empellones como un “debate”.
Cantinflas
vs. Robespierre.
¿Quién, qué sector ganará la contienda? ¿Los moderados encabezados por Burgos o los revolucionarios encabezados -o más bien sólo vociferados- por la troika Navarro-Quintana-Teillier? Y el ganador, sea quien sea, ¿ganará sobre la sola base de la superioridad política e ideológica o recurrirá a la fuerza, ya sea pública y legal o privada e ilegal?
Los
precedentes históricos de este tipo de situaciones informan que el
ganador suele ser el grupo más radical, nunca los moderados,
quienes, por serlo, carecen de cojones, razones y sobre todo de
voluntad para imponer sus vacilantes puntos de vista.
Pero,
por otra parte, aunque la historia se repite, se repite en la rima,
no en el verso. O tal vez, como dijo Marx, los sucesos históricos
importantes se manifiestan primero como tragedia y luego como
comedia. Como la tragedia ya la vivimos en 1973 y años siguientes,
se deduce que esta vez será como comedia, elemento ya notorio en las
frases y posturas de Sus Excelencias.
Tal
vez, Dios mediante, un país con ingreso promedio de 15-20 mil
dólares ya no se presta para pampiroladas más allá de las
protagonizadas por una sarta de niñitos y una cohorte demográfica
de veteranos en busca de la Fuente de Juvencia. Tal vez en esta
oportunidad no será Robespierre sino Cantinflas quien gane la mano.
Mientras tanto, vivimos en crisis…
Sin
un cobre,
por
Guillermo Larraín.
La
semana pasada el cobre cerró en 2,35 dólares la libra. Desde que
alcanzó su máximo histórico de 4,48 dólares la libra, en febrero
de 2011, no ha dejado de caer.
Entre
2004 y 2014 Chile vivió un período de “vacas gordas” gracias a
la exuberante demanda china por materias primas. El Estado recibió
recursos que, superávit estructural mediante, en parte se ahorraron
en fondos soberanos. Estos se usaron durante las “vacas flacas”:
en la crisis de 2008, Chile financió una buena política Fiscal
contracíclica. El supuesto era que se trataba de una situación de
corto plazo y no era necesario un ajuste fiscal mayor.
La
situación hoy es distinta. China no vive una crisis todavía, pero
todo indica que sufrirá una importante desaceleración estructural.
Las autoridades han intentado evitarlo y no han sido capaces. Esto
significa precios de materias primas más bajos por más tiempo y,
como Chile vive de materias primas, el ingreso nacional sufre las
consecuencias.
¿Qué
hace una familia que enfrenta una caída en sus ingresos? Se endeuda,
reduce gastos o aumenta ingresos. En el caso de un país, la
situación es similar. Veamos.
Algo
de endeudamiento. Esta solución no puede ser un componente principal
si la caída de ingresos es permanente. La razón es simple: ¿cómo
alguien podría pagar una deuda si sus gastos exceden a sus ingresos?
Para un país la cosa es más compleja y la deuda puede ayudar a
suavizar el ajuste del gasto.
Reducir
gastos es controversial y conflictivo, pero cuando el ingreso
nacional cae de forma duradera, es necesario que el gasto, en
particular el Fiscal, se ajuste. Esto será complejo: en los últimos
diez años el país se involucró en incrementos de gasto público
alimentados por una percepción del crecimiento de largo plazo que, a
la luz de la situación actual, era optimista.
Mayores
ingresos para el Estado pueden provenir de tasas de impuestos más
altas, ampliación de la base de tributación —en parte por
crecimiento económico— y utilidades de empresas públicas. La
reforma tributaria ya fue lo que fue y Codelco, principal fuente de
ingresos para el Estado, enfrenta una coyuntura compleja. Así, la
salida menos dolorosa y más necesaria, pero más lenta, es
reimpulsar el crecimiento.
¿Cómo
hacerlo? Mediante crecimiento exportador, con otros productos y otros
mercados. Por un tiempo se necesita un tipo de cambio alto, tasas de
interés bajas e inflación controlada. En América Latina, Chile
tiene las mejores condiciones para hacer esta ingeniería y lo está
haciendo, pero se puede dar una orientación más clara para
reasignar esfuerzos de inversión a estos sectores (incluyendo
infraestructura y capital humano).
Esto
toma tiempo. En el corto plazo no hay muchas alternativas a la
frugalidad en los gastos y prudencia en el endeudamiento.
Empecinamiento
absurdo,
por
Axel Buchheister.
La
protesta de los camioneros terminó en un éxito rotundo, que ni
ellos mismos hubieran imaginado, como consecuencia del nulo manejo
político del Gobierno y el empecinamiento absurdo de impedirla como
fuera, aunque hubiera que violar derechos Constitucionales y normas
legales.
Lo
que pudo ser apenas una “pasada” corta de trece camiones por la
Alameda frente a La Moneda, dando origen a unas notas marginales en
la prensa, tuvo en vilo al país, mientras los medios de comunicación
reporteaban en vivo durante todo el día. ¡Qué miopía política!
Todo
comenzó cuando el Intendente Orrego decidió arbitrariamente negar a
los camioneros el derecho de reunión y a manifestarse en las calles,
para la cual la normativa sólo le autoriza a poner ciertas
condiciones que resguarden el orden público y protejan los derechos
de terceros, con el argumento que el derecho de reunión sólo está
para las personas y no los camiones. Y lo dijo poniendo cara muy
docta. Después, cuando los afectados no cedieron e insistieron, se
buscó cómo impedir la manifestación, para lo cual hicieron que el
“Seremi” de Transportes dictara una resolución prohibiendo el
ingreso de camiones de más de dos ejes a la ciudad, excediéndose de
sus facultades y usándolas para lo que no están previstas:
establecer restricciones a la circulación por razones técnicas y no
para mantener el orden público. Sabiendo que no podían discriminar
entre camiones, prohibieron el ingreso de todos, lo cual llevó a un
atochamiento en la mayoría de las rutas de acceso a Santiago, con la
consiguiente molestia de los conductores de automóviles particulares
y el apoyo de los transportistas de carga a nivel nacional. Tanto,
que al final del día tuvieron que permitir que igual pasaran frente
al palacio Presidencial, sin que ocurriera ninguna de las cosas
graves que supuestamente justificaban la prohibición, salvo
agresiones de quienes apoyan a los mapuches violentos, que creen
-cabe suponer- que es legítimo quemar los vehículos y maquinaria de
los que trabajan.
La
UDI ha anunciado una acusación Constitucional contra el Intendente,
que bien haría en presentar y sostener hasta el final, aunque todos
sabemos que no tiene ninguna posibilidad de ser aprobada, sólo para
que los chilenos tengamos la oportunidad de ver a los Diputados de la
Nueva Mayoría defendiendo el doble estándar: apoyan la protesta
social siempre que les favorezca; menos cuando se trata de víctimas
de la delincuencia.
¿Quién
es responsable de todo este despropósito? El Ministro del Interior,
no hay otra respuesta, pues era su área de competencia y estuvo
dirigiendo las acciones en La Moneda. Demostró poco apego al derecho
y ninguna capacidad de manejo político, características en las que
muchos confiaban que poseía y que nos iban a salvar de la
retroexcavadora. Su falta de anticipación infligió un severo
autogol al Gobierno, pero además prestó la oportunidad al gremio
del transporte de carga para que se uniera y demostrara su poder. Y
eso puede que no nos salga gratis a los chilenos, cuando se trate de
demandas más cotidianas y de interés del sector.
Percepciones y confianza.
El
Instituto Nacional de Estadísticas entregó hoy su informe de empleo
del trimestre móvil mayo-julio, donde la tasa de desocupación
alcanzó al 6,6% de la población económicamente activa. Esto
representa un incremento de 0,1 punto porcentual respecto del
trimestre móvil anterior y de los últimos doce meses.
El
informe detalla también los sectores que lideran el aumento de la
ocupación durante el último año (Construcción, Transporte y
Comunicaciones y Administración Pública), y las mayores caídas
(Servicio Doméstico y Electricidad, Gas y Agua).
Casi
al mismo tiempo, la consultora Plaza Pública-Cadem publicó su
informe semanal de opinión pública. Allí, un 59% de los
encuestados califica la situación actual del empleo como mala o muy
mala, y sólo un 28% tiene una percepción positiva. Respecto de la
gestión del Gobierno en la creación de puestos de trabajo, un 64%
la desaprueba. Además, el desempleo destaca como la principal
preocupación económica, al igual como ocurrió en abril y junio.
Es
fácil observar que la realidad del desempleo en Chile, a partir de
lo que indican los números oficiales, no es tan negativa como indica
la percepción ciudadana. Las cifras parecen controladas, por las
razones que sea, y se comparan bien con la situación de otros países
similares al nuestro.
Por un lado, esta brecha resulta lógica. Es un indicador que afecta directamente el bienestar de las personas y sus familias, por sobre problemas como la baja en el precio del cobre, el bajo crecimiento o la falta de inversión, cuyas cifras son peores pero cuyo impacto es más indirecto.
Por
otro lado, sin embargo, los datos de la encuesta podrían confirmar
un problema mayor: las personas no están confiando en la capacidad
de las autoridades para revertir la desaceleración económica y el
pesimismo respecto de la marcha del país. La crisis de ansiedad que
viene manifestándose en la élite parece haberse extendido al resto
de la ciudadanía.
Quizás
el desafío más complejo del Gobierno no está en cambiar la
orientación o mejorar la implementación de sus reformas. Son
asuntos que se podrían resolver por medio de acuerdos políticos y
una adecuada gestión técnica, respectivamente. Aunque en los
últimos meses se hayan empeñado en demostrar lo contrario, nuestra
clase política, incluso buena parte del actual oficialismo, han
demostrado credenciales para ello. Más difícil podría ser revertir
el desánimo que parece haberse posado sobre las personas.
Ramificaciones del "caso Caval".
Las
aristas en torno al llamado “caso Caval” continúan
multiplicándose, con el evidente daño político que ello ocasiona a
La Moneda. Recientemente se conoció el antecedente de que las
pericias que la Fiscalía ordenó realizar al computador del hijo de
la Presidente Bachelet -empleado mientras ocupó el cargo de Director
Sociocultural de la Presidencia- no arrojaron resultados. “Es un
disco aparentemente vacío al cual se le borró la información”,
dice el informe pericial de Carabineros.
El vocero de Palacio dijo que se trata de “una práctica regular”, aunque los expertos advierten que borrar la información no es fácil si se pretende hacer un trabajo de carácter profundo. Simultáneamente, la Fiscalía ha profundizado en otras aristas del caso, como la investigación de los contratos entre esta sociedad y un empresario de la Región de O’Higgins, que en apenas un año involucraron una facturación por parte de Caval de más de $ 1.380 millones por asesorías que van desde proyectos mineros hasta estudios sobre “profundidades marinas”.
Conforme se han ido conociendo estos antecedentes, parece obvio que el “caso Caval” excede solamente la controversia suscitada a raíz de la polémica compra de unos terrenos en la localidad de Machalí. Sus diversas ramificaciones hacen que este caso sea crecientemente delicado, porque involucra impropiamente a La Moneda y a las versiones que desestimaron sus alcances en un principio. De allí que resulte indispensable que el Gobierno continúe prestando toda su colaboración y asegure la disponibilidad de la información que permita aclarar los hechos investigados.
Transporte
y aeropuerto.
Las
molestias por la prohibición de que automóviles particulares puedan
recoger pasajeros en el primer nivel del aeropuerto internacional de
Santiago son solo una dimensión de la crisis de crecimiento que vive
ese recinto y sufren sus usuarios. Las instalaciones de retiro de
maletas, de control fitosanitario y de aduanas, sumadas a la oferta
de transporte informal que acosa a los viajeros, no cumplen los
estándares de calidad que esperan los turistas que visitan uno de
los países más modernos de América Latina.
El crecimiento del flujo de pasajeros y vuelos superó largamente las proyecciones del diseño original de ese terminal, y la gestión del concesionario y de las autoridades no tuvo la agilidad necesaria para responder a los múltiples requerimientos que emergieron.
El mes pasado, con el fin de regularizar la disputa entre taxistas autorizados y los llamados "taxis piratas", y facilitar el transporte público de pasajeros que llegan al país o al terminal nacional, la concesionaria del aeropuerto, con el respaldo del Ministerio de Obras Públicas, de la Dirección de Aeropuertos y del Coordinador de Concesiones, instaló una barrera para impedir el tránsito por el primer nivel de la construcción, obligando a quienes vayan a buscar un pasajero a utilizar el estacionamiento pagado. El segundo nivel está reservado para dejar pasajeros, y su utilización para recoger a un viajero, sea por un particular o un transporte pagado, es multada por Carabineros.
Dicha medida agiliza la circulación y favorece el transporte público de los viajeros, pero obliga al uso de un estacionamiento pagado. Se ha planteado que esta política es similar a la aplicada en muchos países desarrollados -aunque dista de ser una realidad general en todos estos-, pero la calidad del estacionamiento santiaguino parece distante del servicio que se ofrece en aquellos. Más allá del precio, el aeropuerto local tiene vías estrechas e incómodas para la circulación de autos y personas, y escasísima protección frente a la lluvia o la radiación solar. No basta cobrar tarifas y aplicar prácticas de países desarrollados si no se ofrecen servicios de calidad similar. Asimismo, como lo hacen ver expertos en transporte, no se ven razones para descartar una alternativa por la que automóviles particulares puedan dejar y recibir pasajeros en otras zonas, distintas de las del transporte público, dispuestas para esos efectos, como ocurre en otros países. Tampoco parece prestarse suficiente atención a los riesgos de seguridad, ya que no se observan impedimentos efectivos para el acoso a los pasajeros por los oferentes de transporte informal, que ahora usan el estacionamiento al no poder acceder a la vía de servicio.
Los chilenos deben asumir los efectos que conlleva la masificación de ciertos servicios -como el transporte aéreo-, que ya no permiten las rutinas casi domésticas que aún se practicaban hace no muchos años en ese terminal, pero tienen derecho a esperar un servicio a la altura del esfuerzo económico que supone la experiencia de viajar, sea por razones laborales o familiares.
Impacto de situación externa en economía chilena.
La
semana pasada se observaron fuertes caídas en la bolsa de China,
replicadas por las bolsas mundiales incluida la chilena, todo ello
con fuertes movimientos en las tasas de cambio y ajustes a la baja en
los precios de materias primas. No hay claridad absoluta sobre lo que
desencadenó este episodio específico, si bien desde hace algunos
años hay dudas de fondo sobre la economía china. Una explicación
próxima podría estar en las recientes depreciaciones del valor del
yuan respecto del dólar efectuadas por las autoridades. Fueron
intervenciones limitadas y presentadas como ajustes por una vez, pero
crearon incertidumbre y validaron un diagnóstico de serias
dificultades financieras.
China representa una fracción importante de la demanda mundial por cobre, y por ello sus perspectivas económicas son, por sí mismas, importantes para nuestro país. Pero más allá de eso, lo que ocurre en China es una manifestación más de un fenómeno global, que afecta por múltiples vías y a muchos países, como es la deflación global de precios en dólares que está generando la apreciación del dólar americano frente a otras monedas principales. En los últimos 20 años ha habido cuatro episodios de deflación en dólares, esto es, de caída de los precios en dólares que afecta -más allá de las materias primas- al comercio internacional en general: en 1998, cuando se desató la Crisis Asiática y Chile experimentó tasas negativas de crecimiento; en 2002, cuando Chile tuvo su peor desempeño en los 20 años, con la excepción de los años de la Crisis Asiática (1998) y la Crisis Subprime de 2008, cuando esta última significó caídas en nuestra producción. El cuarto episodio transcurre actualmente. Los precios en dólares de las importaciones chilenas han caído más de 9% en doce meses, según las mediciones oficiales (IVUM) hasta el segundo trimestre de este año. La mayor homogeneidad de nuestros productos de exportación hace que estos reflejen el impacto deflacionario de la apreciación del dólar antes que los productos de importación. Pero ya percibimos que la caída en términos de intercambio va decantando en deflación.
El reciente episodio en China creó una expectativa de postergación del ajuste de tasas de interés pendiente en Estados Unidos, lo que, transitoriamente, interrumpe el fortalecimiento de esa moneda que es la causa de la deflación. Pero, eventualmente, el dólar retomará su tendencia de fortalecimiento y con ello persistirá la tendencia deflacionaria en dólares.
¿Cómo enfrentar este escenario, que históricamente ha probado ser complejo? Desde luego con máxima flexibilidad cambiaria, porque los episodios más costosos para el país han ocurrido cuando se ha querido enfrentar períodos de deflación en dólares con rigidez cambiaria. Pero junto a ello, y con consciencia de que se trata de circunstancias muy exigentes, deben procurarse condiciones que estimulen la inversión y la generación de empleo. Una drástica reforma tributaria comenzando a aplicarse, una reforma laboral expropiatoria en discusión y un clima anti empresarial generalizado, parecen llevar al país a una mala experiencia, más allá de la existencia de deflación externa o de las políticas macroeconómicas para enfrentarla.
Venezuela en tensión.
Se
estima que la maltrecha economía venezolana tendrá una caída del
7% este año. Se deprecian sus hidrocarburos, que representan el 96%
de las exportaciones. Graves son la inflación, el desabastecimiento,
la violencia y la disminución de 50% de los recursos Fiscales, lo
que restringe la política de subsidios y bonos que sostiene al
Gobierno del Presidente Nicolás Maduro.
La posibilidad de un fraude crece por la negativa del Consejo Electoral y del Gobierno venezolano a autorizar observadores de los comicios, como lo reclaman la oposición, la Unión Europea y el nuevo Secretario General de la OEA, el ex Canciller uruguayo Luis Almagro, que ha dado indicaciones de un giro a las relaciones de esa institución con Venezuela, tras la salida de su predecesor, José Miguel Insulza. A esta última solicitud, Maduro respondió que "la OEA debe morir ya. Y ojalá Almagro sea el sepulturero".
Paralelamente, el Presidente venezolano ha recurrido nuevamente al fantasma del peligro de agresión externa. Para ello cerró la frontera con Colombia en el Estado de Táchira y expulsó a centenares de colombianos de esa zona. Denunció que "paramilitares" del país vecino habían atentado contra oficiales de la Guardia Nacional venezolana, versión avalada por el discutido Secretario General de Unasur, Ernesto Samper, lo que provocó que en Colombia se planteara el abandono de esa organización.
El incidente parece uno más de los sucesivos enfrentamientos entre bandas dedicadas al contrabando y narcotráfico, favorecidos por las enormes diferencias de precios de los productos básicos en ambos lados de la frontera, y por el involucramiento de personal militar y policial venezolano en el tráfico de drogas, denunciado hace unos meses por quien fuera ayudante militar de Chávez y luego de Maduro.
Diosdado Cabello, Presidente de la Asamblea Nacional y segundo hombre del régimen, sindicado como protector del llamado "Cartel de los Cuatro Soles" (alusión a los soles de las charreteras de los Generales), propuso que el cierre de frontera sea ampliado.
Con un elevado costo para su imagen, el Presidente Santos ha reaccionado con prudencia, recurriendo a la Diplomacia para no agravar la situación, pero el curso del conflicto es incierto, dado el angustioso cuadro político del régimen venezolano.
Crisis migratoria en Europa.
El explosivo aumento de refugiados en Europa obliga a revisar la política migratoria de la Unión Europea (UE) y del resto del continente. Divididos ante el valioso aporte de las migraciones al crecimiento económico, de la capacidad de la UE para abordarlas y de su compromiso con el respeto a las obligaciones humanitarias, crece la inquietud por la posible pérdida de empleos, las consecuencias del multiculturalismo, las dificultades de la integración y los riesgos para la seguridad.
Por primera vez la crisis migratoria surge como la principal preocupación en Europa. Cerca de 300.000 refugiados han desembarcado en sus costas este año, superando el total de 2014. Esta cifra es solo aparentemente impactante si se la compara con los más de 500 millones de habitantes de la UE, que sin la inmigración podrían reducirse en las próximas décadas.
El masivo y creciente desplazamiento proviene principalmente de la "Primavera árabe", que desestabilizó al Norte de África y al Medio Oriente. A ello se suman quienes huyen de Afganistán, Siria, Irak, los Balcanes y África subsahariana, por la inseguridad y los sistemas políticos oprobiosos.
Los acuerdos de Schengen y Dublín permiten la libre circulación en la UE de cualquiera que haya ingresado a casi todos los Estados de la Unión. Aunque sus normativas son consideradas esenciales para la vigencia de esta, ha quedado en claro que hay aquí un problema que debe ser compartido en sus soluciones, en el financiamiento a la asistencia y en la relocalización de los refugiados. Igualmente evidentes son las presiones para contemplar excepciones a los acuerdos migratorios respecto de los refugiados, aunque no así sobre las normativas respecto de los inmigrantes denominados económicos, sujetos a la selectividad y discrecionalidad de los países de acogida.
Francia y Austria reimplantaron los controles fronterizos con Italia, y Gran Bretaña logró que Francia los reforzara en Calais. Hungría, Polonia, Eslovaquia y Macedonia aplican medidas infructuosas para impedir el ingreso de refugiados. Grecia, Italia y varios otros países de la UE sostienen que no están en condiciones de cumplir con la normativa que obliga al Estado de ingreso a encargarse de mantenerlos mientras tramitan las peticiones de refugio, y no hay acuerdo en las cuotas de relocalización ni en los financiamientos. En cambio, han prosperado los rescates marítimos evitando más naufragios.
Los Gobiernos de Alemania y Suecia, los mejor dispuestos a recibir refugiados, experimentan considerable oposición interna. Más intenso es el rechazo ciudadano en la República Checa, Eslovaquia y Hungría y entre adherentes a partidos nacionalistas de otras regiones, como el Frente Nacional francés.
El hallazgo en Austria de un camión con más de 50 cadáveres de refugiados y la detención de un migrante de origen marroquí que intentó perpetrar un atentado en un tren desde Ámsterdam a París, han agregado urgencia y dramatismo al creciente problema humanitario, económico y de seguridad que plantea el intento de millares de personas de variado origen por ingresar a la Unión Europea.
Encuesta
Cadem. Plaza Pública, malas cifras para el Gobierno.
La
encuesta Cadem Plaza Pública, develada ayer, nos muestra otra semana
en la que el apoyo a la Presidente Michelle Bachelet se encuentra
reducido a un modesto 24%, registrando una baja de 1 punto
porcentual, mientras la desaprobación se empina a un contundente
68%, mostrando un aumento de 2 unidades.
La
situación por la que atraviesa la economía se refleja claramente en
las respuestas de los consultados en las que un elocuente 72% se
inclina por la desaprobación a la forma en que la Presidente y su
equipo están manejando la economía, con un aumento de la crítica
de 7 puntos, y una aprobación de solo 24%. -1 punto.
Los
atributos de la Presidente Bachelet también tienen grandes bajas,
siendo positivas solamente que tiene carisma, con 63% favorable y 36%
negativo, y que conoce los problemas de las personas, 50% contra
48%, quienes opinan que no tiene capacidad para solucionar los
problemas del país llegan a un escaso 32%.
No
deja de ser preocupante que quienes opinan que la Presidente de la
República no tiene autoridad ni liderazgo alcanzan a un 67%, igual
guarismo negativo a que llegan las respuestas a la pregunta de si la
Gobernante genera confianza, y un 68% cree que la Mandatario
simplemente no cumple con lo que promete.
La
evaluación popular sobre el desempeño del Gabinete de Ministros y
Ministras tampoco alcanza números positivos, los que desaprueban el
trabajo de los Secretarios de Estado alcanzan un elocuente 75%,
mientras que quienes creen que lo hacen bien llegan a un misérrimo
16%, mala evaluación que ha escalado 21 puntos desde el cambio de
Gabinete.
Las
áreas de gestión del Gobierno, fuera de RREE, que tiene una
aprobación de 56%, son muy mal evaluadas, la desaprobación a la
forma en que se lucha contra la delincuencia llega a 88%, el manejo
de la corrupción 87%, el modo en que se enfrenta el conflicto
mapuche es rechazado por 79%, salud 77%, educación 76%, transporte
público 73%, creación de empleo 64%.
Las
reformas estrella de la administración Bachelet, tampoco son bien
evaluadas por la ciudadanía, la de la tributaria tiene un 57% de
desacuerdo y un escaso 23% de acuerdo, la educacional es vista
negativamente por el 65% y bien evaluada por 25%, la laboral concita
el rechazo de 52% y el apoyo de solo 29%.
A
la pregunta de si el país va por buen camino, un 67% cree que vamos
por mal camino, mientras solo un 23% piensa que vamos por buena
senda. La percepción de la gente es de que la economía se encuentra
estancada, opinión de del 58%, que está retrocediendo es el
parecer del 23%, mientras que los que ven que estamos progresando
solo llegan al 17%.
Consultados
sobre ¿Cuál cree usted que es la principal razón por la cual la
economía chilena no está creciendo según lo esperado ? un
gigantesco 64% cree que es por razones políticas y
económicas
propias de Chile, mientras que solamente un 31% se traga la
explicación oficial de que es por las condiciones de la economía
internacional.
Ante
la pregunta de como ven la ciudadanía el próximo año para el país,
un contundente 61% opina que será un año de crisis económica y
desempleo, contra un 31% considera que será bueno para nuestra
economía. A la economía internacional un 53% la visualiza en
crisis, un 38% cree que estará estable y un 6% cree que será de
crecimiento.
Ante
la situación de que nuestro país va a crecer económicamente solo
en torno al 2% este año. Si la situación de China y de los mercados
internacionales empeora, ¿Ud. cree que Chile puede sufrir una
recesión económica en 2016?, un piensa que es posible que debamos
enfrentar una recesión, mientras un 26% piensa lo contrario.
Asumir
costos políticos sin que haya consecuencias
es
una de la causas del desprestigio de la política.