Ocho
años de Transantiago,
por
Eugenio Guzmán.
La
política, como la religión, cuando deja de sincronizar con el ritmo
cotidiano, pierde adhesión. Un ejemplo de esto es el Transantiago.
Se
prometía mayor acceso de los más pobres, menor congestión, menor
contaminación, menos buses, mayor equidad, tiempos más reducidos de
viaje, mayor seguridad, etc. En buenas cuentas, todos más felices.
Si bien algunas de esas promesas se cumplieron, las personas no están mas felices. Entre 2007 y 2015, el promedio de desaprobación de la gestión de las autoridades sobre el tema es de 65% y la aprobación no supera el 25%. A 8 años de su puesta en marcha, los usuarios aún esperan una respuesta.
A
diferencia de las vilipendiadas micros amarillas, los viajes y
tiempos de espera han aumentado, hay más viajes en auto, la evasión
supera el 24%, se necesitan fiscalizadores (antes innecesarios) y la
autoridad pareciera tener un animadversión contra la idea de
construir más redes de metro.
Todos
los chilenos subsidian el 60% del transporte del 40% de la población.
Para compensar el reclamo de los no beneficiados, se crea un fondo
espejo para el resto de las regiones. No obstante, la distribución
“equitativa” por habitante no necesariamente resuelve el
problema, porque el sistema es más caro que antes. Además, los
recursos asignados pueden no ser óptimos para compensar a Regiones,
pues las ciudades son unidades complejas territorialmente, con costos
distintos.
Para
coronar, se propone un subsidio adicional de US$ 2.500 millones,
pues, de otro modo, algunas empresas quebrarían y se afectaría a
los mas pobres. Antes había cientos de empresas compitiendo y la
quiebra de unas no afectaba el sistema. Hoy son sólo 6, lo que hace
el riesgo de quiebra devastador. Curiosamente, se buscaba esto:
concentrar la industria para mejorar los males de las micros
amarillas.
Si
el tema son los mas pobres, hay fórmulas mas baratas. Pero Santiago
concentra la mayor población de votantes, el poder mediático y las
finanzas. El riesgo político es muy alto. Observar cómo votan
nuestros parlamentarios el proyecto de subsidio es clave. Es de
suponer que las órdenes de partido no se impongan y nuevamente se
desprestigien.
El rol simbólico del mea culpa,
por
Luis Cordero Vega.
Al
recibir el informe de la Comisión Anticorrupción, la Presidente de
la República expresó ante todos un mea culpa por no haber condenado
oportunamente los actos reñidos contra la probidad, así como las
relaciones impropias entre negocios y política. Sus expresiones
apuntaban a un reconocimiento colectivo, pero también a uno
personal. Como suele suceder en este tipo de asuntos, algunos han
considerado adecuados sus dichos y otros señalan que son
insuficientes, porque colectivizan culpas personales; pero pocos se
han detenido en el rol simbólico que juegan sus palabras para el
sistema político.
Como
señala Foucault, el Gobierno exige no sólo actos de obediencia,
sino que también actos de verdad de quienes dirigen nuestros
destinos colectivos. Esto no sólo se refiere a que el sujeto diga la
verdad, sino que la diga de sí mismo, de sus faltas, de sus deseos.
No se puede dirigir a las personas sin llevar a cabo operaciones en
el orden de lo verdadero, operaciones siempre excedentarias en
relación a lo que es útil o necesario, pero indispensables para
Gobernar de manera eficaz. No es posible sostener un Gobierno
legítimo sin enfrentar las verdades, sin reconocer los errores y sin
enmendar rumbo tras las penitencias debidas.
Por
tal motivo, el modo en que se implementen las recomendaciones de la
Comisión Engel será importante. Sin embargo, ninguna de sus
iniciativas podrá tener éxito si quienes participan del debate
público no realizan actos de verdad. Eso no sólo es exigible para
los que participan en política —a quienes aún falta un
pronunciamiento explícito por haber tolerado prácticas indebidas—,
sino que también es necesario que lo realice el sector privado, que
sobre la base de aportes y relaciones impropias, terminó por
comprometer no sólo la vida pública, sino que también potenció
sus conflictos de intereses y afectó la ética de sus negocios.
Durante largo tiempo, algunos creyeron que preocuparse del
cumplimiento de ciertas reglas éticas superiores a las exigencias
Legales era un obstáculo para el pragmatismo que exige la política
o la eficacia de la economía.
Como
afirmó Lipovetsky, “el siglo XXI será ético o no será”. Por
eso los tiempos que vienen no serán pacíficos, entre una demanda
por moralizar conductas públicas y privadas, así como otras
necesarias para la eficacia del Gobierno, resulta indispensable no
olvidar que los actos de verdad son un medio necesario para la
construcción de una sociedad mejor, y no una manera para imponer
ordalías por parte de promotores de la fe de la desconfianza, en
donde la ética pública comience a ser un asunto permanentemente
plebiscitado, promovido por los profetas de turno.
Peor que las faltas, ¡son las mentiras,
por Sergio Melnick.
La
situación política e institucional de nuestro país está delicada;
es cosa de leer los diarios y escuchar las noticias. Hay empresarios
presos, políticos y funcionarios públicos cuestionados, y muchas
instituciones que no funcionan adecuadamente. Efectivamente parece
que hay muchas faltas e irregularidades por doquier. Sin
embargo, lo peor de todo este asunto parecen ser las mentiras, que
además son burdas y ofenden a la población.
En
las encuestas, un 70% de la población no le ha creído a la
Presidente que se enteró por la prensa de los escándalos de Caval y
su hijo. El reventón que produjo la revista Qué Pasa lo sabía la
familia con un par de semanas de anticipación, y veraneaban con ella
cuando ocurrió. No es creíble, y menos para un Jefe de Estado.
Resulta majadero escuchar a Elizalde diariamente hablar del
“liderazgo de la Presidente Bachelet”, algo que contrasta con la
evidencia. Peor
aún cuando dice que “la mayoría de los chilenos” quieren las
reformas y las encuestas dicen exactamente lo contrario.
El delantal blanco para recibir simpatía es también aberrante, como
lo fue el hospital de Curepto.
La Presidente también dice no conocer bien a Martelli, ni saber qué rol exacto tenía este en la campaña, pero era nada menos que su administrador general desde el 2005, y ella personalmente firmó un documento así designándolo y que ha circulado profusamente en las redes sociales. También dijo que no tenía ni idea si la empresa hizo o no aportes a su campaña, lo que por los montos es difícil de creer y porque se les fue a pedir a éstas y eso obedece a un diseño. La última de la serie es que también se enteró por la prensa de las boletas de Peñailillo.
Su hijo dice que no sabía de los negocios de su señora, “ni de los montos con los que trabajaba Caval, y los que involucraba en el negocio”, pero trabajó en esa empresa como gerente de proyectos, y participó personalmente en la reunión del afamado crédito. A pesar de ello dice que no ha participado en ese negocio y ni tiene el más mínimo interés.
El Presidente de una empresa regulada solicita recursos para la campaña de Bachelet, que será luego Jefe de Gobierno de quien lo regulará. Inaceptable.
Peñailillo dice que hizo sesudos estudios para Martelli (que se autodefine como recaudador político), una empresa que mueve demasiados millones y que al parecer no tiene ni oficinas. También lo hizo Jorratt y Estela Ortiz. Todos estos estudios son de muy diversas materias, lo que es muy curioso. Más curioso aún es que todos quienes hacen estos estudios tan especiales son del comando o asociados a la campaña de Bachelet. El asesor de MEO hace frondosas facturas y tiene como domicilio la sede del PRO. Por el lado de SQM es evidente que no necesita dichas asesorías, menos de personas tan politizadas. Para qué hablamos del tema Pizarro, que nadie le ha creído nada en relación a los estudios de los hijos a SQM. Curiosamente los muchachos no hablan ni muestran los estudios, y lo hace el padre. ¿Por qué? A pesar de todo ello asumirá la Presidencia del principal partido de la coalición de Gobierno pero fuertemente cuestionado. Chahin ha mostrado dignidad.
En las políticas públicas nos dijeron que había un programa de Gobierno, y en realidad sólo había un listado de slogans y buenas intenciones. Eso quedó en evidencia cuando se debieron implementar los proyectos. La confusión y diferencias dentro de la Nueva Mayoría fueron elocuentes. Se nos dijo que la reforma tributaria no afectaba ni al crecimiento ni a las clases medias o más pobres. El resultado fue al revés, la inversión se desplomó, incluso generó inflación, afectando así directamente a los más desposeídos. Se nos dijo que la calidad de la educación era el objetivo, y nunca se habló del tema. Se nos dijo que habría un sistema proporcional, pero en realidad es un binominal enchulado, y diseñado a la medida. Se prometió una reforma laboral, pero en realidad se está haciendo una reforma sindical, absolutamente ideologizada y mirando por el retrovisor, que generará desempleo.
Se hizo una reforma tributaria para financiar la educación y el déficit Fiscal, y resulta que los recursos no alcanzan para lo prometido en educación, y el déficit Fiscal será enorme. La reforma educacional es otro Transantiago: no alcanza el objetivo y es un tonel sin fondo. Vallejo prometió que jamás apoyaría a Bachelet y lo hizo. Bachelet prometió que nadie se repetía el plato y no era así. En fin.
Para agravar el cuadro, Peñailillo habla de conspiraciones en su contra, y Andrade le responde señalando que son estupideces. La Ministro Rincón dice que se va de la política, y Bachelet que nunca más postulará a nada. Para qué recordar el accidente laboral de Navarro en la moto de nieve. Para qué hablamos del manejo de la Casen, o la encuesta de delincuencia para mentir estadísticamente.
En fin, la mentira burda es lo que realmente hace insostenible la situación política actual, ya que es una falta de respeto a la población y a la inteligencia. Es lo que terminó con Nixon.
Del
círculo virtuoso del progreso al círculo vicioso de la decencia,
por
Hernán
Büchi.
La
autoridad se complace en decir que la economía chilena no está tan
mal, comparada con Latinoamérica. Elige una mala vara para
medirnos. Hace décadas que el continente no logra salir de su
círculo vicioso político-económico que lo empobrece cada año. Es
el continente de la esperanza frustrada. Asia, que se sumía en
la miseria, lo ha dejado atrás; basta para ello ver lo que han
logrado Corea del Sur, Taiwán, Singapur, China, e incluso India.
No sólo se queda atrás respecto a países pobres que crecen velozmente. En 1980, a poder de paridad de compra EE.UU. tenía un per cápita 2,7 veces mayor que el continente y en 2014 alcanzaba a 3,5 veces. Chile es una excepción, ya que gracias a un círculo virtuoso de crecimiento es uno de los pocos que acortan la brecha del 27% del PIB per cápita estadounidense al 42% en igual período.
Pero los sectores ideologizados que hoy guían el destino del país postulan que ese avance carece de importancia. Ello es falso, pero al repetirlo con insistencia y violencia están logrando que el país entre al círculo vicioso de nuestro continente. No importa que la evidencia diga lo contrario a lo que aseveran. Fuerzan el camino de la decadencia y están creando hitos sin retorno.
Como ejemplo de que las cifras económicas no son sólo números, sino que se reflejan en más y mejores vidas, es interesante la evolución del indicador de los años de vida potencialmente perdidos, AVPP, que representa los años de vida perdidos por las personas que fallecieron antes de alcanzar una edad meta. Los registros nacionales muestran que entre 1997 y 2012 nuestro país registró una caída considerable (89,5 a 71,6 AVPP por cada mil habitantes), lo que equivale a un 1,5% menos cada año. No se trata de números o bienes de consumo que algunos creen prescindibles, sino que de vidas humanas. Más aún, esta mejoría no ocurrió entre los más pudientes. Un estudio de Libertad y Desarrollo muestra que el indicador AVPP cada 1.000 habitantes mejora mucho más velozmente en las Comunas de menos recursos que en las más pudientes, e incluso estas últimas se estancan en el tiempo. Los años perdidos se hacen cada vez más parecidos entre áreas ricas y pobres. De un valor de 1,51 veces en 2003 se llega a 1,22 veces el 2012. Si el país se hubiera mantenido en el círculo virtuoso, rápidamente se podría haber llegado a igualar este indicador entre ellas. El progreso no es sólo números, pues se trata de vidas humanas, y beneficia especialmente a los más desfavorecidos.
Pero la realidad no importa ante la obstinación ideológica y el país se aleja inexorablemente del círculo virtuoso. Nos enorgullecemos de tasas de crecimiento proyectadas para el 2015 que bordean el 3%. De allí al estancamiento crónico hay un solo paso.
Esta tendencia económica tiene su correlato en la evolución de las políticas públicas y transformación de las instituciones que Chile hoy también copia al continente: la concentración de la toma de decisión en los Gobernantes y no en los ciudadanos, y la creación de un círculo de hierro que les permite a los líderes de turno monopolizar el poder.
Luego de despojar a las familias de una libertad tan primordial como la de elegir dónde educar a sus hijos, hoy se avanza a la entrega de los derechos de los trabajadores a las cúpulas sindicales. Las inspiraciones van desde la fascista carta del Lavoro de 1927 a la noción marxista de "las relaciones contractuales entre el capital y el trabajo". Todos los argumentos son falaces, y no hay un solo ejemplo exitoso en la historia. Se postula que es la acción sindical la que consigue mejoras a los trabajadores cuando ello sólo se logra con productividad, y con ese argumento se les da a los sindicatos un poder monopólico para decidir a quién otorgan los supuestos beneficios. La realidad es inversa. Dados los privilegios sindicales, los empleadores se abstienen muchas veces de avanzar en mejoras laborales a la espera de las negociaciones formales por razones tácticas y prácticas.
La lista de proyectos por la que perdemos libertades es larga. En estos días en particular hemos visto avances en el ámbito de cambios institucionales para monopolizar el poder político. El sistema electoral diseñado a conveniencia de los políticos de hoy está a pasos de promulgarse. Fundamentalmente impide el control ciudadano, ya que con el sistema de listas de varios candidatos se elige a quien no se conoce. El poder de los votantes pasa así a los líderes políticos que arman las listas o que las encabezan, cuando el mejor control es que los votantes tengan claro a quién elegirán y seguirlo una vez en el cargo.
El financiamiento público a la política es el otro elemento que permite la captura del poder por parte de los líderes de turno. Es en gran medida inmoral, ya que usa recursos obtenidos por la fuerza para financiar a candidatos que no queremos apoyar. Los que nos deben convencer para representarnos nos quitan recursos para hacer su propia propaganda. Los argumentos contra el financiamiento privado son equivocados. Argumentan que el dinero tiene una injerencia inadecuada y genera corrupción, cuando los estudios muestran que los votos de los Legisladores dependen de sus propias creencias y de las preferencias de los votantes y partidos, y no de los aportes. Es lógico, pues son los votos y no los pesos los que se colocan en las urnas, y no tiene sentido contrariar a los votantes por una contribución que sólo puede ser usada para conquistarlos de nuevo. Para lo que sirve el financiamiento privado es para colocar en la agenda pública temas que son de interés de los ciudadanos, pero que no conviene a los políticos.
Respecto del argumento de corrupción, no olvidemos que la esencia del Gobierno representativo es que los funcionarios elegidos se encarguen de interceder por las preocupaciones y visiones de quienes representan y los apoyan, sea en la calle, en la prensa o con dinero. En las sociedades modernas el dinero -y el tiempo- y la salud, la educación y la libertad de expresión son inseparables. Este tipo de comportamiento no es para nada cuestionable.
Pero el crecimiento inorgánico de los Gobiernos lleva a situaciones, como parece ser el caso de Petrobras, donde se usa plata pública que debió tener empleo comercial para beneficio privado o partidista. Eso sí es condenable. La corrupción institucional de populismo y demagogia que puede generar el monopolio político y de expresión que facilita el financiamiento público es muy grave.
Más adelante se perfilan los cambios Constitucionales para limitar los derechos de protección a las minorías y los ataques a la libertad de prensa.
El populismo crónico es el resultado final de este camino, como lo muestra la historia de varios países vecinos. La evolución económica y los cambios políticos convergen para hacernos cada vez más similares a Latinoamérica. A la autoridad parece satisfacerle. Para los chilenos es mala noticia.
El paquete completo...,
por Fernando Villegas.
En
1967, en el diario Sunday Telegraph, el escritor británico Kingsley
Amis, quien había sido militante comunista desde 1946 y era, en los
años 60, el respetado y celebrado autor de una serie de novelas
repletas de sátira y humor, entre ellas Jim el Afortunado, explicó
en un artículo titulado “Por qué Jim el Afortunado se viró a la
derecha” por qué él, Amis, se había virado hacia ese sector.
Entre
muchas otras cosas dijo con indisimulado desdén que estaba hastiado
del izquierdismo en boga, el cual “se compra sin examen ninguno el
aborto, la homosexualidad, el discurso acerca de las razas y la
marihuana, todo en un solo paquete…”.
Lo dijo cuando el paquete que mencionó, como recordarán los
lectores más ancianos, imperaba hegemónico en Europa. Por eso lo
aseveró en ese momento; es precisamente durante sus reinados sin
contrapeso cuando dichos cargamentos ideológicos se hacen
finalmente insoportables. De haber vivido ese mismo año en
Latinoamérica, sin duda Amis hubiera quitado algunos, pero agregado
muchos otros ítems a tan gravosa carga: la adoración a un
indigenismo victimizado -sentimiento hoy de nuevo en boga-, el culto
a Galiano y sus apocalípticas venas abiertas, la plaga de conjuntos
neo-folclóricos mezclando el charango con el poncho, el reproche a
los pequeño-burgueses y el izquierdismo filo-cubano, los Che de
turno “haciendo la revolución” desde la selva más a mano,
innumerables poetastros barba en ristre anunciando lo mismo, el
ambiente espeso e histriónico de las declamatorias “peñas”, el
antiimperialismo, el “yanqui go home”, el “marchemos por los
compañeros de Vietnam” y mil artículos más de imposible
detalle. Se trataba, en verdad, de un paquete coherente y
considerable.
Como era de esperarse, Amis, luego de su apostasía, fue acribillado a descalificaciones, algunas no muy distintas a las que desde la izquierda chilena se perpetraron más o menos en ese mismo período contra Nicanor Parra por tomar tecito con la señora de Nixon. Dicho sea de paso, la izquierda nunca ha entendido a Parra: presumiendo que todo intelectual ha de ser rojo o siquiera rosado, no se dan cuenta que, como él mismo aclaró en un poema, “más bien tiendo al ultravioleta”.
Epocas
Hay épocas así de inasimilables y hostigosas. Reemplazan bruscamente los períodos tranquilos -rutinarios si se quiere- en los que un sistema de creencias, valores, axiomas e instituciones predomina sin discusión fuera de la celebrada en unos cuantos cenáculos de intelectuales y pequeños clubes de charlistas de bar al borde del alcoholismo y el histerismo, unos y otros agitándose con el frenesí de toda cosa de poca monta y cuyo único efecto es otorgar algún adorno lírico, romántico y bohemio al más bien opaco y aburrido tono del conjunto. Pero, por lo mismo, porque todo se presenta como cosa dada desde siempre, esas épocas, por planas y aburridas que sean, al menos ofrecen el gran beneficio de que predomina un acercamiento natural hacia todo lo que se hace y sin nadie pensárselo dos veces, sin melodramas, sin estridencias, sin discursos, sin posturas.
Los tiempos como los que cabrearon a Amis son aquellos cuando nuevas ideas o muy viejas pero recauchadas vienen a reemplazar a las antiguas y lo hacen en aplastante encomienda. Además se plantean como el “borrón y cuenta nueva” al que se encaminaba la entera historia humana hasta ese minuto, arrogancia y pretensión a la que se agrega la soberbia aportada por quienes se encaraman a ellas. Peor aun, siendo ideas nuevas o que lo parecen, su uso no es inmediatamente natural, sino al contrario, cobran en su performance excesiva intensidad, un aire afectado, de pose, de mala representación; como resultado de eso estas épocas “de transformaciones” apestan a melodrama, artificio e inautenticidad. Ya no basta con SER, sino además se anhela proyectar, PARECER. De ahí los uniformes revolucionarios que con el tiempo constituyen su símbolo: las flores y el pantalón pata de elefante para los que en los 60 se volcaron al hippismo, las parkas y los bototos combativos para los que en ese mismo lapso se las dieron de revolucionarios, el gorro frigio en la revolución francesa, el quepis de ferroviario en la bolchevique, el capuchón y el pantalón bolsudo a medio poto en la nuestra.
Nuestro paquete.
Por
todo eso no sólo Amis, de vivir hoy y aquí, se hubiera fastidiado,
sino casi quienquiera preservando todavía un gramo de sentido común
se fastidia con el “paquete completo” reinando en Chile desde al
menos el 2010 en adelante. El paquete, ya abierto, derramó su
contenido en todo; inundó la cultura pop y la “docta”, la
política, las universidades, los colegios, la calle, las costumbres
del día a día, las “redes sociales”, el tono y semántica del
periodista promedio, la televisión y la radio. Definirlo como el
“discurso políticamente correcto” en vigencia se quedaría
corto porque no es sólo cuestión de palabras sino de fuertes
emociones, actitudes y reflejos condicionados. Por eso ningún
tema perteneciente al paquete es o puede ser tocado sin que se
produzca un sobresalto. Dicha tocación ha de ser “conforme a la
Ley”. ¡Ay de quien ponga en duda, critique, reflexione! El tema
del aborto es ya intocable, el de la homosexualidad y el matrimonio
igualitario es intocable, el del satánico lucro es intocable, el de
“lo bueno-que-es-en-el-fondo el “socialismo bolivariano” es
intocable, el de la asamblea constituyente es intocable, etcétera.
El paquete se aviva pero no se toca…
Ha de tenerse mucho tacto con dichos venerados artículos de fe so pena de recibirse feroz castigo en todo lugar donde se manifiesta la concurrencia virtual o material de las feligresías linchadoras, pero debe también andarse con pies de plomo frente a los voceros, bataclanas y solistas del paquete y su Himno al Progreso. Es un ejercicio que exige enorme paciencia porque la postura de quien vive consumiendo esa mercancía es agresiva y atropelladora. ¿Acaso no han descubierto cuál es la Verdad? ¿Quién es uno para ser un obstáculo al advenimiento del Mesías? Suelen además actuar en equipo, habiendo, como hay, una coordinación natural de sentimientos entre estas personas. Tal como las bandas de cristianos fanáticos azuzadas y organizadas por los monjes aplastaban a los paganos en la Alejandría del siglo IV d.C., así hoy el Twitter pone a las de hoy en el camino de la Salvación y la Vida Eterna. A medio andar y de pasada pueden darles camotera a los descreídos.
Verdad y creencia.
No
se trata aquí de rechazar a priori y en bulto el contenido de estos
paquetes que con periódica y cansada mano la Historia saca, cada
una o dos generaciones, de la vitrina del Museo de Cera; dentro de
ellos a veces conviven algunos artículos razonables con los
delirantes y obsoletos. El problema es que dicha convivencia no es
mecánica, sino orgánica; sus partes no se pueden separar y ser
sometidas, una por una, al escrutinio de la lógica, la ciencia o el
simple sentido común. El
paquete sólo se puede consumir entero. Se acepta completo y se ES
progresista o no se acepta así y se ES Facho. Lo
contrario, pretender examinar el todo por sus partes componentes, a
la Descartes, lo convierte a uno en la clase de sujeto al que en los
60 una canción progre, repleta de necedad, reprochaba con el
estribillo “usté, no es na, ni chicha ni limoná…”.
Vivimos una época NO de verdades revelándose gracias a internet, la transparencia, el escrutinio público o Wikileaks, sino una nueva Era de la Fe, sólo que no en alguna divinidad y sus profetas, sino como reestreno bastardeado del sentimiento de progreso que imperó en el siglo XIX, el cual al menos se fundaba en algo indudable, los avances diarios de la ciencia y la tecnología; hoy, en cambio, dicho sentimiento se apoya en una resucitación de axiomas salidos de panfletos disfrazados de ciencias sociales y de refritos ideológicos de a veces 150 años de antigüedad. ¿Hay siquiera una sombra de útiles verdades en algunos de ellos? Puede ser, pero los distorsiona la barra brava y los que rentan de ésta.
Vivimos una época NO de verdades revelándose gracias a internet, la transparencia, el escrutinio público o Wikileaks, sino una nueva Era de la Fe, sólo que no en alguna divinidad y sus profetas, sino como reestreno bastardeado del sentimiento de progreso que imperó en el siglo XIX, el cual al menos se fundaba en algo indudable, los avances diarios de la ciencia y la tecnología; hoy, en cambio, dicho sentimiento se apoya en una resucitación de axiomas salidos de panfletos disfrazados de ciencias sociales y de refritos ideológicos de a veces 150 años de antigüedad. ¿Hay siquiera una sombra de útiles verdades en algunos de ellos? Puede ser, pero los distorsiona la barra brava y los que rentan de ésta.
El
rey que andaba desnudo,
por
Jorge Edwards.
Decirle
a Yoani Sánchez, la bloguera cubana, que el castrismo, a pesar de
todo, ha sido inspirador, que los capitalismos de España y Francia
han entrado en dificultades, es como hablar en el aire, en la pura
abstracción. Porque la experiencia de la revolución cubana, para
los que la han vivido desde adentro, ha sido dramática, terrible,
de frustración permanente. Comparar los problemas de la isla con
los de Francia y España, incluso con los de Chile, es una broma de
mal gusto. La única alternativa válida para la izquierda local
sería una revisión drástica, sin concesiones, sin blanduras ni
eufemismos, del fenómeno revolucionario: una autocrítica de fondo,
por tarde que sea. La dictadura cubana privó a la gente de sus
libertades más esenciales y la empobreció en nombre de teorías
que ya son anticuadas. Alcancé a conocer las colas interminables de
los años setenta y me llegaron ecos de la represión en los más
diversos terrenos: el político, el filosófico, el religioso.
Mientras muchos aplaudían desde Madrid, Barcelona y París, o desde
Buenos Aires, México y Santiago, con el pretexto de combatir el
imperialismo, funcionaban en Cuba las siniestras UMAP, unidades
militares de ayuda a la producción, donde la revolución
encarcelaba y condenaba a trabajos forzados a las llamadas “lacras
sociales”: homosexuales, poetas alcohólicos, santeros, marginales
de toda clase. Hoy día la situación es menos extrema, pero la
libertad de expresión todavía no se conoce, para no hablar de
libertades políticas y de reunión, de elecciones libres y un largo
etcétera. En una elección reciente hubo centenares de candidatos
oficiales y dos disidentes. Nos cuentan que los disidentes
perdieron, pero en buena Ley. Me gustaría conocer las condiciones
reales de esa curiosa elección. Los candidatos oficiales, en las
elecciones cubanas, solían ganar con 99 por ciento de los votos. Y
la primera elección conocida tuvo lugar cinco años después del
triunfo de los revolucionarios: cinco años de poder total, de
cambio drástico, de fusilamientos después de juicios sumarios, sin
sanción popular de ninguna especie. Son datos aplastantes, y si
alguien hizo la apología del castrismo en su época, ahora no tiene
más remedio que reconocer que se equivocó medio a medio. Todos
tenemos derecho a equivocarnos, por lo demás. Pero no a mantenernos
en el error a toda costa, con ceguera, con cabeza dura e insensible.
Yoani
Sánchez nos habla en un tono realista, que parte de los detalles
cotidianos, que toma en cuenta las aspiraciones legítimas de la
gente de su tierra. Sus crónicas no están hechas de teorías ni de
palabrería. Un cubano de hoy, nos explica, tiene derecho a comer, a
alimentar a su familia, a conocer las noticias del resto del mundo.
Fidel Castro, mesiánico, delirante, testarudo, se ha inspirado en
especulaciones ideológicas y ha construido un paraíso social que
está muy cerca de ser un infierno. Ella lo ha denunciado con
valentía, constancia, talento. No sé si el lector se acuerda de la
fábula clásica, contada, entre muchos otros, por don Juan Manuel,
el Conde Lucanor. Según el relato de don Juan Manuel, llegaron a
una ciudad unos estafadores que ofrecían en venta un paño. Estos
estafadores, burladores medievales, explicaban que la gente
mentirosa y malvada no veía el paño, que para verlo había que ser
un hombre recto. Le vendieron el paño al rey, que no veía nada,
desde luego, y el rey, vestido con esa tela, es decir, completamente
desnudo, se paseó a caballo por la ciudad. Un niño, que no estaba
pervertido por el sentido de las conveniencias, exclamó entonces, a
gritos, que el rey andaba desnudo.
Lo
que dice nuestra estupenda bloguera es que el rey, que puede
llamarse Fidel Castro, Raúl, o lo que sea, anda desnudo, y que
nosotros callamos. Dice las verdades que podría decir un niño,
pero que los mayores, asustados, hipócritas, no se atreven a decir.
Nosotros necesitamos que alguien transmita esa visión honesta,
directa, desprejuiciada. Si hemos estado ciegos durante treinta,
cincuenta o más años, llegó el momento de rectificar, de admitir
la evidencia.
Cuando
estuve como representante Diplomático de Chile en La Habana, hace
ya un poco más de cuarenta años, algunos Embajadores de países
del bloque comunista me señalaban los balcones del hotel como
lugares que permitían conversar en forma segura. La sensación de
la vigilancia, de la sospecha, de un mundo policial, kafkiano,
presente en todas partes, era abrumadora, aplastante. Cuando escribí
mi testimonio sobre el asunto, muchos dijeron que estaba paranoico,
que tenía delirio de persecución. Guillermo Cabrera Infante,
notable novelista cubano que ya había tenido que partir al exilio,
me escribió una carta desde Londres. “No hay delirio de
persecución”, me decía, “ahí donde la persecución es un
delirio”. Lo notable es que vivimos en el interior de ese delirio,
de ese sistema enfermizo, de esa utopía degradada, convertida en
infierno, y los que nos hemos atrevido a denunciarlo somos muy pocos
y hemos sido ferozmente censurados. Uno está obligado a no ser
demasiado optimista sobre la naturaleza humana. Pero hay excepciones
que nos salvan. Y la gente sencilla y sufrida, los ciudadanos de a
pie, entienden el asunto mejor que los grandes capitostes, que
pretenden representarlos y no los representan para nada.
Liderazgo,
reformas y oportunidades.
El
denominado Consejo asesor contra los conflictos de interés, el
tráfico de influencias y la corrupción, ha entregado su informe con
proposiciones de medidas en estas materias a la Presidente de la
República. Ahora, según se ha informado, será la propia Mandatario
la que determinará cuáles de estas propuestas serán recogidas en
el conjunto de reformas Legales y administrativas que promoverá el
Ejecutivo.
Durante
su intervención el pasado viernes, la Presidente ha dejado en claro
que pretende convertir esta nueva institucionalidad “más
transparente, más ética y más legítima” en uno de los pilares
de su administración y que, por lo mismo, será ella quien conducirá
el proceso “personalmente”.
Frente
al complejo momento por el que atraviesa la política chilena y sus
instituciones, fuertemente castigadas en su imagen y respaldo
ciudadano, las palabras de la Presidente vienen a reforzar una muy
necesaria conducción política, precedidas además por un valorable
reconocimiento de las propias responsabilidades: “No siempre
supe condenar con fuerza y a tiempo los modos éticamente imprudentes
de hacer negocios que hemos conocido”.
Sin
embargo, tal como lo señaló en su intervención, los
reconocimientos no son suficientes. De la misma forma en que las
instituciones deben proseguir con sus funciones, tanto en el ámbito
de la administración de Justicia penal como en los asuntos
tributarios, es fundamental que las reformas que se propongan en
materia de financiamiento de la política contribuyan, efectivamente,
a ampliar la competencia en esta actividad.
Sólo
el conocimiento íntegro de los planteamientos del consejo asesor, y
su posterior debate, permitirán que se conforme una opinión
informada sobre la pertinencia de sus propuestas. Porque, en lo
inmediato, algunas de las proposiciones del propio Gobierno, como el
anticipado rechazo al aporte de empresas al financiamiento Legal de
campañas, avanzan en sentido contrario a las necesidades del país.
Otorgar mayores posibilidades para los candidatos desafiantes, con
ampliación de los plazos de campaña, resulta tan importante como
impedir que el Estado tenga el monopolio del financiamiento.
Una
renovada fortaleza en la conducción política permitirá al Gobierno
abocarse a los desafíos más urgentes que enfrenta el país,
comenzando por la necesidad de recuperar el alicaído crecimiento
económico. En este sentido, resultan preocupantes las dispersas y,
en algunos casos, poco relevantes prioridades Legislativas acordadas
por el oficialismo el pasado fin de semana.
Para
que esta nueva etapa inaugure, efectivamente, un ciclo virtuoso de
entendimiento y crecimiento, menos confrontacional y con prioridades
más ajustadas a los requerimientos de la población, es
fundamental que las autoridades no confundan la necesidad de
liderazgo con esa suerte de fanatismo programático que impregnó a
buena parte del oficialismo en los primeros meses de administración.
Después de todo, esos mismos sectores deben reconocer que la pérdida
de respaldo al accionar del Gobierno comenzó antes de conocerse las
denuncias de financiamiento irregular de campañas, lo que evidencia
el progresivo proceso de distanciamiento entre los intereses
ciudadanos y el plan de reformas de la Nueva Mayoría.
Inmuebles y conservación histórica.
La
Municipoalidad de Santiago se encuentra tramitando la declaración de
inmuebles de conservación histórica para diversas propiedades del
casco antiguo de la Comuna, situación que preocupa a los vecinos
afectados, según una nota publicada por este diario, por cuanto
implicará cargas y restricciones, y ningún beneficio para ellos.
Dicha
declaración, como las de zona típica o monumento nacional,
constituyen un problema regulatorio de larga data y que levanta
críticas generalizadas cada vez que las mismas tienen lugar, y que
se mantiene sin solución a través del tiempo. El inconveniente no
es el objetivo de preservar un patrimonio cultural o histórico, que
sin duda es valorable, sino que se haga a exclusiva costa de los
propietarios de los inmuebles, cuando existe un interés público
envuelto y la beneficiada es la comunidad toda. En efecto, tales
declaraciones no sólo imponen cargas y restricciones, sino que
además impactan negativamente el valor de las propiedades, ya que
disminuye la posibilidad de alterarla o demolerla, sin que el dueño
perciba indemnización o compensación alguna, ni un aporte económico
para cumplir las obligaciones que se le imponen.
Un
régimen de conservación histórica o cultural en esas condiciones
es de dudosa Constitucionalidad, ya que limita las facultades
inherentes al dominio sin la consiguiente indemnización y falta a la
igual distribución de las cargas públicas. Sobre este punto no
existe mayor discusión entre los expertos Constitucionales. Por otra
parte, otorgar compensación resulta de la más elemental justicia:
si la comunidad quiere beneficiarse de la conservación de un
patrimonio, debe contribuir a ello y no dejar caer el costo sobre el
propietario, mediante decisiones que son altamente discrecionales.
Pareciera que es hora que la Legislación se haga cargo de llenar un
vacío regulatorio que es manifiesto.
Paseo por el Kremlin.
Con un discurso de no alineamiento
y críticas a los "fondos buitres", a Estados Unidos y a la
Unión Europea por las sanciones contra Rusia, la Presidente
argentina habló de geopolítica y, en su estilo característico,
explicó cómo Argentina "desafió las reglas" que imponen
los grandes centros económicos y financieros. "Yo no acostumbro
a dar lecciones, pero las teorías de ajuste son remedios del pasado
que no pueden ser vistos como solución". Existe, dijo, "la
necesidad de respetar a rajatabla la multilateralidad encarnada por
las Naciones Unidas", y se manifestó en contra de la mentalidad
"binaria amigo-enemigo, como en la Guerra Fría" para
justificar su acercamiento a Rusia, cuyo Gobierno está sumamente
afectado por su intervención en Ucrania, por su apoyo al programa
nuclear iraní y por la dura represión que ejerce contra los
opositores.
Para Cristina, el objetivo de desarrollar la industria energética es fundamental. Necesita recibir inversiones para explorar los yacimientos de gas de esquisto, en el sur, para los que son fundamentales los capitales extranjeros. Lo mismo en el tema nuclear. Ya tiene acuerdos previos con China para ambos asuntos, y la entrada de las empresas rusas se ve como una manera de acelerar el avance de esos proyectos.
El sueño de comenzar una sexta planta de energía nuclear Cristina lo quiere materializar mediante un convenio en el cual Rusia participaría en la construcción y en el suministro de combustible para los reactores y transferencia de tecnología en materia nuclear. No hay acuerdos definitivos al respecto ni cifras involucradas. Y probablemente será el próximo Gobierno argentino, el cual se elige en octubre, al que le corresponda concretar, si los considera beneficiosos, los convenios firmados (muchos de ellos son solo cartas de intención).
A pesar del bombo con que se llevaron a cabo las negociaciones, a Cristina (que llevó una comitiva de cien personas) no le resultó fácil "vender" las virtudes de invertir en su país. De hecho, el único acuerdo concreto es la construcción de una represa hidroeléctrica en Neuquén.
Reparos a las restricciones en Argentina.
Los empresarios rusos (la mayoría, el sector Estatal) fueron directos en plantear sus dudas a Cristina Fernández acerca de temas como la repatriación de utilidades por las restricciones que le impone el Gobierno a los productores. La inseguridad jurídica de las inversiones en Argentina es conocida. Cristina soslayó el asunto diciendo que eso se ve "caso a caso", y puso de ejemplo a Chevron y a YPF, que firmaron acuerdos de exploración en el yacimiento de Vaca Muerta.
Más aun, el propio Putin, al reunirse con Cristina, planteó ciertas reservas al asegurar que se han "dinamizado mucho los contactos políticos y comerciales, pero subsisten dificultades que hay que resolver", y mencionó que las importaciones de petróleo ruso disminuyeron y que, a pesar de las cifras argentinas en contrario, la balanza comercial tiene un déficit para Rusia, con lo que bajó algo las expectativas argentinas.
Como broche de oro, para conquistar a Putin, Cristina alabó una exposición sobre la derrota del nazismo, haciendo elogios al "aporte invalorable del Ejército Rojo soviético" al fin de la Segunda Guerra Mundial. Putin esbozó una sonrisa de satisfacción. Parecía que cualquier acuerdo podría sellarse después de eso.
Olas migratorias necesitan soluciones estratégicas.
A diario se conocen historias trágicas de inmigrantes que mueren en el intento de llegar a la Unión Europea cruzando el Mediterráneo en frágiles embarcaciones atestadas, o a países que les den refugio seguro. Muchos de ellos huyen del caos provocado por guerras civiles, o de la incertidumbre que viven en sus países de origen por inestabilidad política, Gobiernos corruptos o dictatoriales. Otros simplemente escapan de la pobreza en busca de un futuro mejor.
La mayoría de los actuales migrantes provienen del Medio Oriente, azotado por guerras civiles, y países pobres de África, pero también se da el fenómeno de las migraciones masivas en Asia, e incluso han ocurrido en América, desde Haití. Los casos emblemáticos de la segunda mitad del siglo XX fueron Vietnam, Laos y Camboya, después de la guerra indochina, desde donde huyeron cerca de tres millones de personas.
Tomada en contexto, la actual ola migratoria es un asunto de seguridad mundial que debe ser enfocado con visión estratégica. Si bien la UE está abocada a salvar náufragos, también debe buscar evitar que sus políticas de acogida sean un incentivo para nuevos refugiados. Y, más allá del remedio inmediato -salvataje y asilo-, la búsqueda de la esquiva estabilidad y prosperidad en los países de origen es una imperativa meta del siglo XXI para la comunidad internacional.
Un
par de cartas para meditar:
Señor Director:
Yoani, ídola total.
Me declaro seguidor y admirador de la carismática bloguera cubana Yoani Sánchez. Esta valiente periodista ha sido hostigada, perseguida, arrestada y maltratada por la dictadura castrista; sin embargo, ella no se ha arredrado ni una pizca.
Su pluma, noble y aguda, es la mejor arma para combatir el deleznable bozal comunista. En estos tiempos en los que es tan difícil encontrar modelos para nuestros jóvenes, declaro, urbi et orbi , ¡Yoani, ídola total!
Gabriel Guiloff.
Señor
Director:
Mea
culpa.
El
mea culpa de la Presidente Bachelet me llega como relatos que parecen
ser prometedores y que acaban siendo repetitivos, interminables y
aburridos. Cuentos en los que no se cuenta nada y que se agotan en sí
mismos como recurso expresivo. Es la razón por la que se aprovecha
de usar este modismo para aludir a un asunto cuya solución no parece
tener fin, por una serie indefinida de demoras en cuanto a su
conclusión definitiva. En pocas palabras, es “el cuento de la haba
que nunca se acaba”.
René
Haddad Cosio.
Señor Director:
Reconstrucción.
No sé si se
acuerdan del incendio que arrasó con Valparaíso el 12 de abril del
año pasado. Para los que no saben, más de 500 subsidios se
entregaron para reconstruir miles de casas, y a más de un año del
incidente, ¿saben cuántas viviendas se han reconstruido?: 16. Es
una vergüenza. 156 años tomaría reconstruir Valparaíso si
seguimos a este ritmo, 156 años calculados con los recursos que
existían antes de las tragedias que afectaron al norte y al sur de
nuestro país. ¿Cuantos años serán ahora?
Pablo Riveros
Hachette, Alumno de tercero medio.
Palabras
Presidenciales engañosas:
El
fin del binominal no profundiza la democracia ni da más
representación a los votantes, solo garantiza la eternización den
el poder de la Nueva Pillería con un sistema que es un traje a la
medida para el objetivo delatado.