El terrorismo del
extremismo musulmán conmueve al mundo entero,
con justa razón, mientras
el Gobierno de Chile se hace
cómplice del
terrorismo de una ínfima minoría del
pueblo mapuche.
Sociedad,
por Adolfo Ibáñez.
Es el agrupamiento natural de las personas que
por esencia están dotadas de la facultad de obrar de una manera u otra, e
incluso de no obrar, lo que las hace ser responsables de sus actos. Así se
forma una red humana caracterizada por la búsqueda del perfeccionamiento de
cada uno y el cultivo de la verdad. En ella destaca la disposición para aceptar
normas que faciliten la convivencia e impidan el daño a otros, pues prevalecen
la confianza mutua y la cooperación, lo que se traduce en la comunicación y los
intercambios voluntarios, tanto espirituales como materiales. Por lo mismo,
deja espacio para que surjan grupos menores que apunten a objetivos más
específicos.
A lo largo del tiempo se va destacando el rasgo
de convivencia pacífica dentro de estos grupos, porque el conjunto de sus
miembros va definiendo sus intereses y la manera de lograrlos. De este modo no
obligan a nadie a aceptar ni servir objetivos ajenos. Todo esto forma un marco
que posibilita y favorece el dar, como una obligación social y voluntaria.
Dentro de este dar se ubica no solo la filantropía, o caridad, dicho en
lenguaje religioso, sino también todas las formas que comunican, acercan y
vinculan a las personas, como son los buenos modales y el desarrollo de ciertos
protocolos o modos de interactuar que van decantando los tiempos en los
diferentes campos de la vida: es lo que forma la cultura de las sociedades.
El opuesto a la sociedad lo configura el
agrupamiento forzoso de los individuos impulsado por dirigentes confundidos
algunos, o llenos de miedo, odio y mentiras otros, que abusan de la rectitud y
la buena fe de la mayoría. Es decir, se llega a una colectividad marcada por el
recelo de estos pocos a que sucedan cosas opuestas a sus particulares
designios; por la antipatía y aversión de ellos hacia determinadas ideas y
personas, unido al afán destructivo que desea el mal para ellas; y por el
fingimiento o disfraz de una situación para que parezca otra muy diferente, de
modo de ocultar la realidad en forma engañosa y falsa. Por este camino se aísla
a la gente, se las encierra en sí mismas y se las incomunica, lo que lleva a la
desconfianza mutua y a una soledad radical que marca a los grupos así
afectados.
Cuando todo parece indicar que en Chile se está
volviendo a los planteamientos y actitudes descalificatorias de hace cincuenta
años, es importante recordar los cimientos de humanidad en los que se asienta
toda sociedad que acoge con alegría a los suyos y los motiva a perfeccionar sus
cualidades personales.
Triángulo en frontera norte,
por Demetrio Infante.
Una vez que la Corte Internacional de Justicia
(CIJ) resolvió el litigio planteado por Perú en contra de Chile sobre la
delimitación de la frontera marítima común, ambos países aceptaron la
resolución e iniciaron los trámites internos para dar cumplimiento al fallo.
Pese a lo anterior, Lima levantó posteriormente una sorpresiva pretensión en el
sentido de que el límite terrestre se inicia en el llamado “punto concordia” y
no en el hito uno. Se trata de disputar la soberanía de un territorio que tiene
un tamaño similar a tres canchas de fútbol y que se conoce comúnmente como “el
triángulo”.
Todo ello, pese a que la CIJ rechazó la
pretensión peruana de que el límite marítimo se iniciaba en dicho punto y
aceptó la tesis chilena que aquel partía
en el hito uno. Dada la claridad de la sentencia a este respecto, resulta
curioso, por decir lo menos, que las autoridades del Palacio Pizarro sigan
sosteniendo su posición. La tesis chilena está respaldada, además, por el
artículo tercero del Tratado de 1929 que expresamente indica que los hitos
acordados son el límite común. Ahora bien, la solución a esta diferencia de
opinión sería que ambos países recurrieran al Presidente de Estados Unidos para
que resolviera la disputa, dada la calidad de árbitro que le otorga el Tratado
antes mencionado. Pero, claro, tanto Lima como Santiago saben que resultaría
risible que se llame a un arbitraje internacional por una superficie tan
pequeña y que aparentemente no tiene valor estratégico alguno. Entonces, ¿qué
razón tiene Lima para alegar lo que sostiene? Lo que sucede es que la falta de
valor estratégico es sólo relativa.
Para nadie es un misterio que Bolivia seguirá intentando
obtener una salida al Océano Pacífico y que su posibilidad más factible es que
la solución sea similar a la que se planteó en 1975 con el corredor al sur de
la Línea de la Concordia y con un pedazo de playa sito al norte de la ciudad de
Arica. Para una negociación como esa, Chile antes de proceder a una cesión de
territorio que esté situado entre la Quebrada y el Río de Camarones por el sur
y la Línea de la Concordia por el norte, debe tener la anuencia del Perú. Al
parecer Torre Tagle estima que la dinámica de posibles negociaciones
chileno-bolivianas pueda resultar en un entendimiento total entre Santiago y La
Paz, y una vez conseguido éste, le
planteen a Lima la solución como un paquete totalmente afinado, al cual Lima
debería simplemente responder sí o no. Si la situación fuera la descrita, la
presión internacional sobre Perú para que diera su consentimiento sería casi
imposible de resistir y en la práctica se vería forzado a dar una respuesta
afirmativa, perdiendo por ende su frontera con Chile, cosa que no desea.
Sin
embargo, al alegar que el triángulo antes indicado es peruano, el Palacio
Pizarro demandaría ingresar desde el inicio al diálogo que tendría La Moneda
con el Palacio Quemado. Esto es, no podría haber una negociación bilateral para
obtener un consenso entre éste y aquella -salvo que Chile reconozca que el
“triángulo” es peruano, cosa difícil de imaginar-, sin la participación inicial
peruana, pues se estaría “disponiendo” de territorio que de acuerdo al Perú es
suyo, por más insignificante que sea. Es decir, Lima alegaría que debe ser
parte desde el comienzo de cualquiera conversación chileno-boliviana que sea
parecida a la de 1975. Por ello, pienso, que Perú no insistirá cotidianamente
en “sus derechos” sobre ese triángulo mientras no exista posibilidad de una
conversación bilateral chileno-boliviana que de alguna manera toque el
Protocolo Complementario del Tratado de 1929. En la práctica lo que busca Perú
es adquirir un derecho que hoy no tiene para ser parte desde sus inicios de
cualquiera tratativa bilateral que pudiera significar una modificación a su
frontera sur.
Europa asesinada,
por Joaquín García Huidobro.
El asesinato del equipo de Charlie Hebdo
entrará a la historia porque muestra, como pocos hechos, las contradicciones de
la Europa actual. La semana pasada, muchos decían que las recientes protestas
en Centroeuropa contra la islamización eran expresiones de neonazismo. Hoy,
esos mismos salen ahora a la calle diciendo "Yo soy Charlie", en una
apología del derecho a mofarse del Islam, como si eso no fuese xenofobia. ¿En
qué quedamos? ¿Es lícito atacar al Islam de manera burlesca, pero no vale salir
al espacio público para defender la identidad europea, porque el promover cosas
serias transforma automáticamente a todos los manifestantes en extremistas de
derecha?
Que el crimen fue espantoso, no cabe duda
alguna, pero el derecho humano lesionado aquí, más que la libertad de
expresión, es el derecho a la vida. La afirmación volteriana de que uno puede
estar en desacuerdo con las ideas de una persona pero dar la vida por defender
su derecho a expresarlas, supone que hay una idea en juego: en las caricaturas
de Charlie no logro descubrir ninguna. Sólo constato el malsano placer que
experimentan algunos al ofender a un grupo de gente. Es una libertad banal, que
no tiene finalidad alguna.
Su caso es muy distinto al de Yoani Sánchez, la
bloguera cubana que intenta informar sobre lo que realmente pasa en su país. Su
trabajo permite que los cubanos sean mejores ciudadanos, y nos hace a nosotros
más solidarios con la dura suerte de Cuba. Quien es impedido de oír sus
palabras y las de otros como ella, ignorará la realidad. Con este asesinato
perdemos a personas valiosas, y eso daña a cualquier comunidad. Pero la
democracia no sufre merma si en el futuro un editor decide no publicar ese tipo
de caricaturas que solo buscan destruir, y que ofenden a ese anónimo marroquí
que barre las calles de París y al resto de los más pobres de esa sociedad. La
autocensura se aplica a las ideas, no a la falta de ellas.
Los redactores de Charlie se defendían de esta
clase de reproches diciendo que ellos no eran islamófobos, pues las mismas
críticas las hacían a otros, particularmente a los cristianos. Tarde
descubrieron que el caso aquí era distinto: sobre los autores de esta masacre
no pesa la difícil obligación de ofrecer la otra mejilla a los ofensores;
tampoco vienen ellos de una cultura que pueda caracterizarse por el sentido del
humor.
Hay muertes de muy distinto tipo: algunas
heroicas, como la de Juana de Arco; otras trágicas, como el asesinato de Martin
Luther King; las hay inevitables, como las que vienen de una enfermedad. Pero
también hay muertes absurdas, que se producen por motivos ridículos o errores
previsibles, como la del turista que se acerca en exceso a un cocodrilo, aunque
la comparación suene cruel.
Me temo que las muertes que hemos lamentado en
estos días pertenecen a esta última clase, a las absurdas. El natural horror
que debe producirnos un acto semejante no debe cegarnos a la hora de evaluar lo
que realmente ha pasado. Ellos ya habían recibido amenazas, y conocían lo que
había ocurrido en casos semejantes, como con las caricaturas de Mahoma en el
diario Jyllands-Posten, publicadas en Dinamarca en 2005, con varios muertos a
causa de las represalias, y atentados contra las Embajadas de Noruega y
Dinamarca en el Medio Oriente. Es duro decirlo, pero los malogrados
colaboradores de Charlie Hebdo no fueron valientes al modo de Gandhi, Liu
Xiaobo, Mandela o Walesa, sino simplemente temerarios.
Si bien podemos llorar la muerte de esas
personas, no resulta sensato ponerlas como ejemplo de lo más medular de la
cultura europea (en este caso, su aprecio por la libertad). Yo estoy dispuesto
a dar mi vida por unas pocas cosas, pero no la sacrificaría para defender el
derecho de alguno a ofender gratuitamente a los musulmanes o a nadie. Entre
otras razones, no creo que tal derecho exista ni muchos menos esté cubierto por
la sagrada libertad de expresión.
Los manifestantes que portan letreros que dicen
"Yo soy Charlie", piensan que la alternativa al terrorismo de algunos
musulmanes consiste en refugiarse en una extrema banalización del ideario
liberal. Me parece que es un trágico malentendido.
La gran cultura europea no está solo amenazada
por unos locos extremistas que asesinan a honrados ciudadanos. Ella está
afectada por dentro cuando la libertad, la dignidad, la verdad y la
racionalidad, algunas de sus notas distintivas, son vaciadas de contenido.
Cuando esto sucede, se pierden de vista las razones para vivir que esa cultura
entregaba. Ellas sí eran superiores a las de otras culturas, y por eso eran
capaces de dar razones para morir.
Conflicto en La Araucanía.
Conforme comienza la temporada de verano
recrudecen los episodios de violencia en La Araucanía. Esta funesta tradición
tuvo su hito más emblemático en estas mismas fechas del año antepasado, cuando
un grupo de delincuentes, que pretenden representar la causa mapuche,
incendiaron la propiedad de la familia Luchsinger-Mckay, asesinando a los
dueños, que se encontraban al interior de ese inmueble.
Los hechos de violencia vienen desde mucho
antes, y en estos últimos días han vuelto a cobrar vigencia, acaparando la
atención de todo el país. Desde la restauración de la democracia, todos los Gobiernos
han intentado diversas fórmulas para aplacar el conflicto en La Araucanía. La
piedra angular de las estrategias que se han empleado ha sido la entrega de
tierras a las comunidades mapuches. El asunto es que el problema, lejos de
controlarse, ha recrudecido. La razón de ello es que no sólo se han aplicado
soluciones parciales, sino que además se ha realizado un mal diagnóstico de las
causas del conflicto.
Lo primero es reconocer que estamos frente a un
problema multicausal. Se trata de cuestiones de tierra, pero también, de
cuestiones de cultura, tradiciones y dignidad. Mientras no entendamos aquello,
seguiremos mal encaminados.
Lo anterior no puede ser justificante para que
personas provenientes de esa etnia se salten la Ley y cometan delitos, con
indudables perjuicios para una parte de la población que tiene todo el derecho
a vivir en paz. Conviene también tener claro la diferencia entre quienes
empleando prácticas terroristas pasan por encima del Estado de Derecho y
aquellas comunidades que ejercen su reclamo cultural y económico.
Urge que el Estado y la sociedad civil
organizada busquen vías de solución para este panorama. Habrá que intentar
nuevos caminos, ya que los que hasta aquí se han intentado han sido un fracaso.
Los sectores políticos tienen el deber de construir un gran acuerdo, que
incluya a los principales dirigentes mapuches, que se haga cargo de los
derechos que aquí colisionan. Hace mucho tiempo que este tema dejó de ser una
preocupación sólo para el Intendente y los Parlamentarios de la Región. Chile
no puede tener un espacio de su territorio en que rige la Ley de la selva.
Perspectivas para la economía chilena.
El débil desempeño de la economía chilena
durante los tres primeros trimestres de 2014 parece haberse consolidado hacia
el cierre del pasado año, luego de conocido que el Indicador Mensual de
Actividad Económica (Imacec) creció 1,3% en 12 meses durante noviembre de 2014.
A pesar del lento desempeño de la actividad, una lectura optimista de esta
cifra brinda señales de que la desaceleración podría ya haber tocado fondo, en
la medida que la variación anualizada del promedio móvil trimestral del Imacec
se aceleró desde 1,6% a 2% entre octubre y noviembre.
En línea con lo anterior, las autoridades han
reafirmado la expectativa de recuperación económica para el presente año,
basada en algunos fundamentos que favorecen el ciclo económico como las bajas
tasas de interés, el mayor impulso Fiscal y la baja en el precio internacional
del petróleo. En cualquier caso, los factores de riesgo son aún importantes
para el potencial de recuperación, en la medida que Chile es una economía muy
dependiente de la exportación de metales, y los precios de estos productos
también han caído. Los analistas privados parecen reflejar esta preocupación,
al prever un modesto crecimiento de 2,5% para 2015, debido a un entorno externo
algo más deteriorado y condiciones locales que no respaldan cifras superiores.
La inflación anual de 2014 cerró en 4,6%, una
brusca caída en relación a la medición de noviembre (5,5%). Dicha caída fue
explicada casi por completo por la marcada disminución de los precios
domésticos del combustible, como consecuencia de la fuerte caída en el valor
internacional del petróleo. De esta forma, las medidas de inflación subyacente,
que excluyen elementos más volátiles como los combustibles y alimentos, siguen
mostrando expansiones mensuales positivas, lo que, en un contexto de tipo de
cambio al alza y persistente preocupación sobre su traspaso a inflación, parece
justificar la poca premura del Banco Central por avanzar hacia un sesgo más
expansivo en su política monetaria.
2014 fue un año caracterizado por bajo crecimiento
y alta inflación. La proyección 2015 sólo es sustancialmente distinta en
pronosticar una mucho más baja inflación, que descansa en la fuerte caída del
precio del petróleo, de la que no se espera, sin embargo, un gran cambio en
materia de actividad. Ocurre que, más allá de que el menor precio del petróleo
podría incluso hacer de 2015 un año de mejoramiento de términos de intercambio,
ha ido permeando las expectativas empresariales la noción de que el país
transita por un proceso de distanciamiento del mercado y de mayor énfasis en
soluciones Estatales, difícil de acotar, con las consecuencias sobre el
potencial de crecimiento que ello tiene. Con la reforma tributaria ya aprobada,
un proyecto de reforma laboral que significará nuevos desincentivos a la inversión,
y una reforma encaminada a Estatizar la educación ya en marcha, el futuro de la acumulación de capital físico
y humano en el país es incierto, y con ello el potencial de crecimiento de
nuestra economía. De aquí que en la actual discusión las referencias al empleo,
remuneraciones o actividad sean, además de cautelosas, limitadas a un horizonte
de tiempo muy restringido.
Nueva versión del Congreso del Futuro.
En los próximos días tendrá lugar la cuarta
versión del Congreso del Futuro, iniciativa del Senado de la República que se
ha ido estableciendo como una valiosa instancia de debate político y social,
que se aparta de la coyuntura nacional y se adentra en los desafíos futuros, a
nivel mundial y local, con una mirada amplia desde la ciencia, las tecnologías,
las humanidades y la ciudadanía.
La dinámica de la realidad actual obliga a las
personas, a las organizaciones y a los países a levantar la mirada y tomar
perspectiva para poder reflexionar acerca de lo que está ocurriendo, de lo que
vendrá y de las encrucijadas que eso representa en cada caso. En el ámbito
chileno, tener mejores interpretaciones de esa realidad y sus desafíos en temas
sensibles como el energético, el ciudadano o el alimentario, por ejemplo, es
vital para proyectarse bien hacia el futuro. Más aun en un mundo integrado del
que Chile no puede abstraerse ni permitirse poner su mirada solo en la
cotidianidad y en el debate de intereses cortoplacistas.
El Congreso del Futuro, en este sentido, es un
aporte real, que se ve potenciado por el alto nivel de los panelistas que ha
sido capaz de convocar desde múltiples latitudes, incluyendo también a varios
referentes locales. Los temas escogidos han sido organizados en torno a cinco
grandes encrucijadas, yendo de las más abstractas a las más concretas: la de la
vida, la de la civilización del siglo XXI, la del planeta, la de la ciudadanía
y la de la política. Esos temas van desde la inteligencia artificial hasta la
desigualdad, pasando por la prolongación de la vida, la energía, el calentamiento
global, los flagelos sociales, la alimentación y la Gobernabilidad futura.
Al tiempo que una instancia como esta pone la
mirada en el futuro, es imposible separarla completamente del presente, en
especial cuando ese presente está cargado de reformas que generan naturales
inquietudes y cuestionamientos. De ahí que, muy probablemente, el panel que se
propone acerca de la desigualdad será uno de los que más atención concentren,
también por el hecho de que el expositor principal será el economista francés
Thomas Piketty, autor del superventas "El capital en el siglo XXI".
Con lo valioso que es tener a alguien de su altura, con una tesis además
provocativa, la falta de un panelista que marque un contrapunto hará que
desgraciadamente se desaproveche la posibilidad de un debate real y fructífero,
lo que podría pasar también en otros paneles, como los de política, donde la
inclusión de miradas más diversas -para futuras versiones- podría contribuir a
ese mismo objetivo.
Cambios en las interpelaciones.
La Comisión de Régimen Interno de la Cámara de
Diputados, aprobó una propuesta que busca modificar el sistema de
interpelaciones a los Ministros de Estado, que sería votado próximamente en la
sala. Con el fin de lograr que las interpelaciones sean más técnicas que
políticas, se pretende que las preguntas y respuestas sean conocidas con
anticipación; las primeras deberán ser entregadas con cinco días de
anticipación y las segundas con 72 horas. Además, la iniciativa también
incorpora la opción de que la ciudadanía, por medio de una plataforma web,
pueda ser parte de la interpelación, realizando consultas al Ministro, que
deberán ser enviadas también con anticipación.
Que dicha comisión haya formulado una propuesta
es positivo porque, por una parte, viene a reconocer que las interpelaciones no
están cumpliendo un rol efectivo, propio del debate democrático y de rendición
de cuentas que es exigible a la autoridad Gubernamental, caracterizándose más
bien por las habilidades que exhiben los interpelados para eludir los puntos de
fondo sobre los que es requerido, y por otra, constituye un intento por
rectificar al respecto.
Sin embargo, los términos de la propuesta
aprobada no son apropiados y desnaturalizan el fin de la interpelación. Si las
preguntas son conocidas de antemano, en el hecho se excluye la posibilidad de
contrainterrogar; mientras que al conocerse las respuestas, el interpelado se
podrá refugiar en el documento enviado. Se restaría así todo dinamismo a un
acto de control que está previsto en la Constitución, que devendrá entonces en
una mera formalidad. Por otro lado, siendo en general valorable la
participación ciudadana, dar cabida a preguntas distintas a las que formula el Diputado
interpelante excede lo previsto en la norma Constitucional y generará todavía
mayor dispersión, desnaturalizando por completo el propósito del trámite.
Los cambios en Encuesta Bicentenario.
En su novena versión, los datos que entrega la
Encuesta Bicentenario Universidad Católica-Adimark GfK permiten realizar
interpretaciones que revelan ciertas tendencias y ciclos que ha experimentado
la sociedad chilena en casi una década. Se trata de un período en el cual se
han producido importantes cambios políticos que han derivado en diagnósticos -a
ratos apresurados- en cuanto a la necesidad de revisión y acomodo para
responder a ciertas transformaciones sociales.
Con todo, uno de los aspectos que más llaman la
atención se refiere a que si bien algunos resultados denotan una tendencia
lineal de cambio, otros reflejan comportamientos cíclicos que podrían obedecer
a percepciones temporales, más que a cambios drásticos.
En efecto, en los datos referidos a la
factibilidad que tiene el país de alcanzar ciertas metas en un plazo de 10 años
se lee un evidente pesimismo entre los años 2011 y 2012, comparado con el
período previo, pero desde el 2013 se observa un mayor grado de optimismo.
Particularmente notorio es este vuelco en la variable que se refiere a la
percepción relacionada con la posibilidad de resolver el problema de la calidad
de la educación. En 2006, el 68 por ciento creía que se lograría, pero en 2012
ese porcentaje bajó al 43 por ciento, subiendo al 50 por ciento este año. Este
comportamiento de la opinión pública se repite también en aquellas preguntas
referidas a las oportunidades de movilidad social. Un dato revelador es que el
52 por ciento de los consultados creía -en 2006- en la posibilidad de que un
joven inteligente pero sin recursos podría entrar a una universidad, cifra que
cae al 36 por ciento en 2012, año de grandes movilizaciones sociales, para
luego recuperarse y llegar al 53 por ciento este año.
Junto con lo anterior, la Encuesta Bicentenario
ha evidenciado además ciertas tendencias lineales, como la creciente percepción
de que existe un gran conflicto entre los mapuches y el Estado chileno, que en
estos años se ha elevado del 44 por ciento a más del 80 por ciento, a pesar de
que en otros ámbitos la percepción de conflictividad ha caído.
Igualmente sostenida es la tendencia al alza
observada en materia de las relaciones exteriores, donde se manifiesta una
percepción de excepcionalidad del país con marcados ingredientes de
patriotismo. Ello se expresa, por una parte, en una preferencia por una
política exterior autónoma y no de bloque respecto de los países
latinoamericanos, como también en un creciente rechazo al otorgamiento de
cualquier beneficio o concesión a Bolivia.
A casi una década del Bicentenario, este
estudio permite observar detenidamente el comportamiento de la sociedad
chilena, la que si bien ha experimentado cambios -como se observa, por ejemplo,
en ciertos temas valóricos-, en otros ámbitos registra percepciones que más
bien responden a ciclos marcados por una visión de mayor o menor optimismo
frente a la coyuntura que a supuestos anhelos por cambiar drásticamente de
rumbo.
Remezón a Europa.
Los hermanos Cherif y Said Kouachi, autores del
ataque en París, crecieron en un orfanato francés. Sus padres, inmigrantes
argelinos, murieron cuando ellos eran niños. Fueron desde temprano jóvenes
problema. Iban a la mezquita, pero no eran religiosos, hasta que conocieron al
predicador salafista Farid Benyettou, quien reclutaba jóvenes para ir a pelear
contra los norteamericanos en Irak. El mensaje radical de ese líder espiritual
les calzó como anillo al dedo para expresar su resentimiento contra la sociedad
francesa y occidental en general. Encontraron una identidad religiosa que
superpusieron a su nacionalidad francesa y creyeron que la yihad sería una
salida para sus frustraciones. Historias como la de ellos están detrás de
muchos de los más de mil combatientes europeos en Siria e Irak, y de ataques
terroristas en Europa. Un número mínimo si se toma en cuenta que hay unos 20
millones de musulmanes en Europa.
Los inmigrantes, en general, son esforzados
trabajadores que han llegado a su nuevo país en busca de una mejor vida. Muchos
de ellos han huido de una nación en guerra o con régimen opresivo, por lo que
agradecen cualquier oportunidad para salir adelante con sus familias. El
problema surge, en muchos casos, con las siguientes generaciones, pues ellos se
sienten muchas veces discriminados y sufren la dualidad de la cultura de la
casa y la enseñanza en la escuela. Pocos se rebelan y toman las armas, la
mayoría se asimila, pero en todos ellos existe cierta falta de apego a la
cultura local, dañina para lograr la integración, y que se agrava cuando hay
sectores sociales que rechazan a los extranjeros.
Crudas cifras de percepción sobre los inmigrantes.
Hay más de 33 millones de inmigrantes en la
Unión Europea, de los que 20,4 millones son residentes nacidos fuera de ella.
Una encuesta del Centro de Investigaciones Pew, con sede en Washington,
realizada en mayo pasado, justo antes de las elecciones europeas, muestra que
el sentimiento contrario a los inmigrantes es alto, y ha ido creciendo.
Partidos como el Frente Nacional (Francia), el UKIP (Gran Bretaña) y
Alternativa para Alemania son exponentes de esa tendencia, y obtuvieron buenos
resultados en esos comicios. Según ese estudio, en Grecia el 86% de los
encuestados quiere limitar la inmigración, en Italia llega al 80%, en Francia y
Gran Bretaña a casi el 60%, mientras que en España es el 47% y en Alemania el
44%. Se esgrimen razones económicas, pero también la pérdida de valores
nacionales y el aumento de la criminalidad. (En Italia, el rechazo a los
gitanos de Rumania, por ejemplo, es tanto como a los musulmanes.)
Estas cifras se explican en parte porque los
encuestados creen que los inmigrantes son una carga para la economía, a pesar
de que hay estudios, como uno reciente de la OCDE, que dicen que el extranjero
causa, en general, un impacto positivo en las finanzas públicas, porque
mayoritariamente son jóvenes que producen más de lo que requieren como ayuda
del Estado en salud y pensiones, aunque más en educación, porque están en edad
de tener hijos escolares. En Alemania y en Francia, sin embargo, donde la
llegada de inmigrantes es más antigua, el aumento en el monto de las pensiones
es más significativo.
Los datos del Pew son elocuentes: quienes ven a
los inmigrantes como "una carga, porque toman los trabajos y los
beneficios sociales" representan el 69% en Italia, el 52% en Francia, el
29% en Alemania, el 46% en España, el 37% en Gran Bretaña y el 70% en Grecia.
En cuanto a los musulmanes, el Pew revela una
diferencia palpable entre países: en Alemania, el 33% tiene "una visión
desfavorable de los musulmanes"; en Francia son el 27%; en Italia el 63%;
en Grecia el 53%; en España el 46% y en Gran Bretaña el 26%. Es curioso que los
países con menos proporción de población musulmana tengan una peor visión de
ellos. En Italia, por ejemplo, los musulmanes son apenas el 1,5% de la
población (con menos de un millón de personas), mientras que en Francia, donde
el 9,6% (6,36 millones) profesa esa religión, el rechazo es menor. Aun así, es
entre los franceses que el auge de los movimientos contrarios a los inmigrantes
ha sido más visible, y el descontento de quienes se sienten discriminados y
excluidos ha causado graves disturbios sociales.
La otra cara de los inmigrantes: el "gásfiter
polaco".
A partir de 2004, los ciudadanos de los países
miembros de la Unión Europea ganaron el derecho de circular, vivir y trabajar
libremente en cualquiera de ellos. Esa disposición disparó el movimiento de
personas por todo el territorio de la UE, con trabajadores de los ex países
comunistas dispuestos a todo por laborar en el sector occidental. El arquetipo
más conocido es el "gásfiter polaco", o "el buen trabajador
polaco", objeto de múltiples bromas y sátiras, especialmente en
Inglaterra.
A pesar de que muchos ven en estos inmigrantes
aspectos positivos -hacen bien los trabajos que ellos no quieren hacer, con
salarios bajos-, varios Gobiernos endurecieron medidas para evitar las llegadas
masivas. No han podido endurecerlas todo lo que hubieran querido, porque sería
contrario a las Leyes europeas de no discriminación y libertad de movimiento.
Se ha impuesto en la UE el concepto de "migración circular", esos
trabajadores que van por temporadas y vuelven a sus países de origen después de
un tiempo o tras jubilar.
Con la estimación de que a mitad del siglo XXI
la fuerza laboral nacida en la UE disminuirá en 44 millones de personas y que
los trabajadores calificados serán escasos, se comprende la preocupación de los
europeos por solucionar un problema que si no enfrentan hoy, explotará en su
cara en el futuro. Un problema que va más allá del terrorismo islámico, pero
que lo ha puesto en el tapete.
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