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martes, 2 de septiembre de 2014

Temas para una discusión informada…







El frenazo, el diagnóstico y el empleo,
por Felipe Larraín B.


Nadie discute hoy que la economía chilena enfrenta una profunda desaceleración. La inversión ha caído por cuatro trimestres consecutivos, y las indicaciones iniciales del actual trimestre (cifras hasta mediados de agosto) muestran una fuerte caída de las importaciones de bienes de capital. Con ello es muy probable que tengamos un quinto trimestre de caída de inversión.



Para hacer frente a esta compleja situación con buenas probabilidades de éxito, hay que partir del diagnóstico correcto. El discurso del Gobierno fluctúa entre echarle la culpa al Gobierno anterior y responsabilizar a la economía internacional. Ambas partes de este diagnóstico son equivocadas.



En primer lugar, la brusca desaceleración que vemos hoy no partió en el año 2012, como algunas altas autoridades han planteado. Las cifras no admiten duda. La inversión crecía robustamente hasta el segundo trimestre de 2013, y comenzó a caer en el tercer trimestre del año pasado, esto es, después que se planteara al país el programa de reforma tributaria y que se discutiera ampliamente la asamblea constituyente y la AFP Estatal, entre otros. Lo advertimos en su momento y lamentamos sinceramente no habernos equivocado.



Las expectativas justamente comenzaron a caer entonces, como lo revelan distintas encuestas de confianza empresarial como el IMCE de UAI/Icare y el ICE de UDD/Diario Financiero. Y el PIB sufrió una desaceleración realmente significativa el cuarto trimestre de 2013, cuando creció solo 2,7%, tras haber aumentado 5% el trimestre anterior. Desde marzo pasado, el trámite y los anuncios de un conjunto de reformas de envergadura en las más diversas áreas han acentuado el deterioro de las expectativas, que hoy se extiende también a los consumidores. Por supuesto, estas no son las únicas razones del frenazo económico, pero sí son las más significativas.


Echarle la culpa a la economía internacional tampoco resulta. El mundo va a crecer este año en torno a 3,6% (proyección FMI), un aumento desde el 3% de expansión de 2013. Y nuestros socios comerciales crecen más este año de lo que crecían en 2013. Además, si el problema viniera de fuera, economías emergentes similares a la nuestra deberían sufrir efectos similares. Pero no es así. ¿Por qué será el peso chileno una de las monedas que más se han depreciado en el mundo en 2014, solo superada por Ucrania, Kazajstán y Argentina? Y, ¿cómo explicar que Chile sea el país latinoamericano donde más ha caído la inversión en los últimos tres trimestres, después de Venezuela?



Pero los efectos de la desaceleración no solo están en la inversión. Las últimas cifras indican que el consumo está creciendo mucho menos, y que el empleo está comenzando a resentirse. Así, desde el trimestre diciembre-febrero pasado se han perdido 123.576 empleos, pero -lo que es especialmente preocupante- la calidad del empleo está comenzando a resentirse. Se han destruido 241.979 empleos jornada completa, lo que ha sido parcialmente compensado por la creación de 70.647 empleos de jornada parcial voluntaria y de 47.757 subempleos -esto es, personas que trabajan menos de 30 horas semanales y quisieran trabajar más. En otra forma de mirar las cifras, se han perdido casi 160 mil empleos asalariados, parcialmente contrarrestado por la creación de unos 26 mil empleos de cuenta propia.


Para enfrentar esta situación, hay que partir del diagnóstico adecuado. La realidad, aunque sea molesta para algunos, es que las reformas que ha planteado el Gobierno han aumentado fuertemente la incertidumbre y han minado la confianza de los que invierten y crean empleo, y también de los consumidores. Hoy ya vemos cómo están afectando el empleo. Trabajar adecuadamente las reformas que están en discusión y las que vienen, generando amplios consensos técnicos y políticos, puede mitigar considerablemente el daño.


Si funciona, no lo arregle,
por Axel Buchheister.

       
El frenesí por introducir cambios no tiene visos de parar: ahora surgió la idea de establecer un Congreso unicameral. Uno de los Diputados que impulsan la medida la fundamentó en que “nuestra sociedad está madura para tener una Cámara”. ¿Será que haber tenido dos Cámaras por más de 180 años es signo de inmadurez? Los Estados Unidos, la democracia más exitosa del mundo y que tiene un sistema bicameral por más tiempo aún, sufriría de inmadurez crónica.


Lo cierto es que la propuesta se entendió como la necesidad de suprimir el Senado, cuando la experiencia en la reforma tributaria más bien justifica que desaparezca la Cámara de Diputados. Como sea, a otros les parecerá una buena oportunidad para ahorrar costos en Parlamentarios, pero no soñemos: la Cámara única puede tener muchos miembros y qué duda cabe que la cosa irá para allá.


Tanto en el país del Norte como aquí -nosotros los copiamos-, el sistema de doble Cámara busca moderar los riesgos que tiene confiar ciegamente en las decisiones de la mayoría de un determinado momento. Busca dar estabilidad y establecer contrapesos. Por eso, ambas Cámaras tienen un origen distinto, aunque basado en voto popular: la baja representa con mayor fidelidad la distribución poblacional y la alta agrupaciones político-administrativas intermedias (Estados o Regiones, según el caso); además, en esta última, la renovación ocurre por parcialidades. Ello asegura que los cambios políticos, siempre de origen coyuntural, no se manifiesten en forma arrolladora e irreversible, hasta que no demuestren en el tiempo su consolidación. Se puede discrepar de si eso es bueno o deseable, pero no cabe ligarlo a la inmadurez, sino que a la prudencia. Como defecto, está la mayor dificultad que impone para tramitar las Leyes.


Tener dos Cámaras Legislativas que sean espejo una de la otra carece de sentido. Por eso, si en el debate del sistema electoral las propuestas para ambas van por la misma cuerda, es síntoma de que algo podría estar mal. Si las dos Cámaras cumplen un rol distinto en la formación de la Ley y están llamadas a ejercer diversas atribuciones, una de las formas de diferenciarlas es la manera de elegirlas. Así se justificaría que la Cámara Baja tenga una representación más proporcional que el Senado, en el cual el sistema binominal puede ser particularmente útil y funcional a los objetivos de moderación. No tener presente el sentido y origen de las instituciones puede conducir a reformas que neutralicen las virtudes que presentan. Ya antes se rebajó la edad para ser Senador y se eliminó la norma que fijaba dos por circunscripción. Peor que una sola Cámara sería que lleguemos de facto a lo mismo, pero sufriendo los costos de dos y no obteniendo sus beneficios.


Ante la idea del Congreso unicameral quizás podríamos inspirarnos en un dicho norteamericano: “si no está roto, no lo arregle”. Después de casi dos siglos de funcionamiento con dos Cámaras y del numerito de la reforma tributaria, no se divisa la razón para innovar; más bien, todo lo contrario.


La retórica de la delincuencia,
por Eugenio Guzmán.


Con frecuencia, frente a determinados hechos críticos los políticos dan explicaciones retóricas sin considerar las consecuencias de sus dichos. En este sentido, las recientes declaraciones del Ministro Peñailillo en relación con un nuevo robo de cajero automático podríamos decir que es una respuesta de este tipo; es decir, una “buena salida”. En sus palabras: “Ya hemos informado a la Asociación de Bancos que si ellos no están reemplazando los cajeros automáticos con la nueva normativa, normativa de los más altos estándares internacionales, van a ser multados como corresponde (…) La banca tiene que ponerse al día, porque las normas de seguridad que están implementadas en todo el mundo son las que permiten que estos hechos delictuales se aminoren”. Es decir, los cajeros son robados porque no cuentan con las medidas de seguridad a escala mundial.


Si hemos de suponer que todo esto ocurre porque los bancos, supuestamente, no cumplen con cierta normativa, entonces, ¿la gravedad del hecho disminuye?, ¿debiéramos concluir que ellos tienen responsabilidad en todo esto?


Suponga usted que va camino a su trabajo y, como es frecuente, se sube a un bus relleno de pasajeros (se trata de hora punta). Como cualquier persona, es posible que esté pensando en las actividades del día anterior, las que vendrán o simplemente cualquier cosa; es decir, diríamos que no está atento a lo que ocurre en su bolsillo, cartera o mochila. Pues bien, un entrenado ladrón (carterista) le roba su billetera o lo que sea. Como usted iba distraído, entonces, usted dio la oportunidad para que los ladrones le robaran. ¿Debemos prohibir la distracción?, ¿sancionarla?


En estos casos, es posible que la conducta de la víctima incida en la ocurrencia del hecho; pero suponemos que la vida diaria no es una jungla.


Ahora bien, lo que viene a coronar toda la argumentación del Ministro es que se señale que se multará a los bancos por el no cumplimiento de ciertas normas. Por lo pronto, es obvio que las medidas preventivas son ex post a los hechos; es decir, siempre hubo una primera vez en que ocurrió un hecho inesperado que lleva a las personas a tomar ciertas medidas; sin embargo, eso deja en evidencia que los delincuentes aprovechan la carencia de mecanismos de cumplimiento Legal para cometer sus delitos. Más aún, no puede insinuársele a la población que debe organizarse con la lógica de la sospecha, pues ello evidencia que algo anda mal en ella y que por lo tanto es labor de la autoridad remediarlo.


Declaraciones como las del Ministro demuestran su capacidad retórica; sin embargo, también evidencian que el tema es complejo y en consecuencia es conveniente aquilatar los artefactos retóricos que se empleen.


“Cosas estúpidas”,
por Tamara Avetikian.


Hace unas semanas, apurado por un columnista de The New York Times, Barack Obama nombró a Chile como uno de los países desde donde “siguen llegando buenas noticias” en medio de un mundo que se desintegra ante sus ojos. Para los chilenos es halagador que nos pongan de ejemplo, pero en este caso a uno le bajan dudas en cuanto a si el piropo no fue más que una respuesta para “sacarse el pillo”. Todos sabemos que, aparte de los problemas de inmigración y narcotráfico, es bien poco lo que Washington se preocupa de América Latina y, con graves crisis como las de Medio Oriente o Ucrania, es natural que el álgido debate por las reformas en Chile y el frenazo económico no sean más que una nota al pie de una página de los informes que recibe el Presidente.


Cuando Obama llegó a la Casa Blanca, su prioridad era salir de Irak y Afganistán. No tenía la menor intención de mezclarse en más conflictos. Lo que quería, según James Mann en su libro “The Obamians”, era “reequilibrar las prioridades, enfatizar los asuntos internos” y “reequilibrar” el poder militar con el de la Diplomacia. Y, sobre todo, “reequilibrar la preocupación por el Medio Oriente hacia Asia”. Nada de eso ha resultado tal cual. Más bien, la realidad global estalló en su cara y lo están obligando, a regañadientes, a volver a meterse en los asuntos del Medio Oriente, relanzar una guerra contra el terrorismo y contener las aspiraciones de Rusia en Ucrania. Entre tanto, nada pudo hacer para evitar que Moscú se quedara con Crimea.


En medio de las crisis, Obama duda y no toma decisiones. Pronuncia discursos que no llevan a ninguna parte. El de West Point, hace un par de meses, desilusionó a todos los que esperaban que ahí sí hiciera una definición de su política exterior. Le han llovido críticas. La que más le dolió, probablemente, fue la de Hillary Clinton, al punto que ella tuvo que ir personalmente a abuenarse con él. Después de todo, que su ex Secretaria de Estado dijera que ella había advertido que debía armarse a la oposición siria moderada, era un golpe muy bajo. Lo dijo también en sus memorias, “Hard Choices” (Decisiones difíciles, que recomiendo leer), pero en otro tono. Antes, el ex Secretario de Defensa Robert Gates, en el libro “Duty”, había acusado a Obama de no tener una estrategia clara para Afganistán.


La defensa de Obama no fue muy acertada. Resumió su doctrina exterior en pocas palabras: “No hacer cosas estúpidas”. La perspicaz Hillary retrucó: “Las grandes naciones necesitan principios organizadores, y ‘no hacer cosas estúpidas’ no es un principio organizador”. El columnista Charles Krauthammer ha sido desde el inicio del Gobierno uno de los más férreos críticos: “La política exterior de Obama tiene como propósito final hacer a EE.UU. menos hegemónico, menos arrogante y menos dominante; en una palabra, es una política exterior diseñada para producir el debilitamiento de Estados Unidos”.


Concuerdo en que Obama ha querido evitar la arrogancia y la dominación; por eso actúa en conjunto con los aliados. Pero ha sido timorato, zigzagueante (como en el caso de los ataques aéreos en Irak que finalmente autorizó), contradictorio (cuando suspendió el ataque a Siria, después de trazar “una línea roja") y lento para tomar decisiones. No creo que su política busque el debilitamiento de su país. Por el contrario, Obama ha demostrado querer que EE.UU. mantenga su liderazgo. Ahí están los recursos, el poder militar y la capacidad humana para conservarlo. Lo que Obama parece no tener es la convicción de que EE.UU. es una “nación indispensable” para resolver muchos problemas de los otros.


Las dos caras de la medialuna,
por Joaquín García Huidobro.


El mundo entero respiró aliviado al conocer la paz entre Israel y Hamas, pero es un alivio relativo: ¿Cuándo empezarán de nuevo los túneles, los bombardeos y las represalias? Callaron las armas, pero no han cesado las causas del conflicto. Se aplacó el enfrentamiento en Gaza, pero Siria permanece igual y en Irak el Estado Islámico cada día incurre en nuevas atrocidades.


Se dice que el problema del Medio Oriente es antiguo, pero no se repara en cuán antiguo es. Aunque parezca extraño, la situación en la zona, con los bombazos, el terrorismo o las matanzas de cristianos en Irak se vincula nada menos que con ciertas discusiones filosóficas que tuvieron lugar en la España musulmana del siglo XII.


Los musulmanes de esa época no se preocupaban del precio del petróleo o de Netanyahu. Su problema era: sabemos que Dios es omnipotente, pero ¿qué significa eso? ¿Puede Él hacer círculos cuadrados o mandarnos blasfemar, odiar a nuestros padres o degollar niños?


Una escuela teológica muy difundida, los asharitas, decía que sí: como Dios es omnipotente, no está sometido a nada, ni siquiera a las reglas de la razón. Las cosas son buenas o malas porque Dios así lo dispone, incluso de modo arbitrario. El sabio Averroes, por otro lado, rechazaba esta peligrosa opinión. Afirmaba que existen cosas buenas o malas en sí mismas, y que hay determinadas conductas que jamás podemos ejecutar, ni siquiera en nombre de Dios. Alá no puede mandar ni hacer disparates.


El solitario Averroes ganó la discusión en el plano teórico, pero los califas dijeron otra cosa. Sus obras fueron quemadas, él fue enviado al exilio, y su opinión quedó en la minoría.


El debate islámico del siglo XII se prolonga hasta hoy y nos plantea una pregunta delicada: al-Qaeda o el reciente Estado Islámico, ¿son una perversión del Corán, una postura que contradice completamente todas y cada una de sus páginas, o una consecuencia plausible de un sistema de pensamiento?


Si uno lee el libro sagrado de los musulmanes, encontrará afirmaciones muy problemáticas a propósito de la mujer, el odio a los infieles o la promoción de la guerra santa. De hecho, Joseph Fadelle, un aristócrata iraquí, se hizo cristiano después de que un conocido lo desafiara a leer el Corán en serio. Hoy vive en Francia, con un nombre distinto, para escapar de la pena de muerte que aguarda a los apóstatas.


Uno podría decir que el problema es aparente. Bastaría con interpretar esos pasajes de modo que admitan una lectura razonable, que armonice con el resto del libro y las exigencias de la razón. Es lo que judíos y cristianos han hecho siempre con la Biblia, explicando el contexto histórico o el sentido de ciertas afirmaciones que causan desconcierto en el lector.


El problema, sin embargo, es que los musulmanes, según la opinión más autorizada, tienen prohibido interpretar el Corán. Y aquí la cosa se pone muy seria.


De más está decir que hay millones de musulmanes en el mundo que son gente pacífica y encantadora. Aunque digan que no interpretan el Corán, de hecho lo leen de una manera pacífica y espiritual. Ahora bien, ¿qué pasa con el resto? La medialuna islámica tiene dos caras muy diferentes.


La mezcla de problemas en el Medio Oriente no puede ser más explosiva. Primero, tenemos una concepción que, en general, no reconoce la existencia de cosas que por naturaleza son buenas o malas; es decir, que considera que Dios podría ordenar acciones que a nosotros nos parecen aberrantes. Segundo, millones de personas veneran un texto religioso que no está centrado en el amor y en la misericordia, y además está prohibido interpretarlo. Tercero, existen conflictos políticos gravísimos, como en Siria, Irak o Gaza. Cuarto, hay grandes intereses económicos en juego, puesto que el petróleo mueve el mundo. Quinto, la presencia del Estado de Israel, fruto no solo del genocidio nazi, sino de las innumerables persecuciones que han sufrido los judíos en la historia. Sexto, la constante intervención de los Estados Unidos, Rusia y otras potencias.


A todo lo anterior hay que agregar el empeño de Europa y los EE.UU. por occidentalizar a esos países, imponiéndoles modelos que les resultan ajenos. Con razón Mark Lilla ha señalado que habría que entregar el próximo Nobel de la Paz a quien logre idear para esos países un modelo de teocracia Constitucional, en lugar de forzarlos a seguir nuestros caminos.


Con un cóctel semejante, lo que debe extrañarnos no son los permanentes enfrentamientos bélicos. Lo raro es que aún no haya estallado un conflicto de enormes proporciones. Quizá significa que Averroes no ha sido derrotado por completo.


Protestas de estudiantes por ranking de notas.


Desde que se instauró el ranking de notas en 2011, numerosas voces -este medio incluido- han advertido incansablemente acerca de los riesgos y deficiencias de este sistema de bonificación, pues distorsiona el sentido del sistema de selección universitaria y supone un cambio en las reglas del juego que perjudica especialmente a estudiantes provenientes de colegios con mayores exigencias académicas. Desde entonces, las aprensiones se han ido confirmando y la resistencia que el ranking despierta en muchos estudiantes resulta hoy abrumadora. El Consejo de Rectores, bajo cuya responsabilidad recae el sistema de selección a la educación superior, no puede continuar obviando estos cuestionamientos y debería reformular profundamente este instrumento. 


Esta semana, miles de estudiantes manifestaron su rechazo al ranking de notas, pues justificadamente reclaman que los perjudica frente a colegios que aplican otros estándares de exigencia. También se ha conocido el antecedente de que un número relevante de estudiantes de liceos emblemáticos ha emigrado a colegios con menores exigencias, con el fin de mejorar su puntaje ranking y obtener así una mayor bonificación en la PSU. Un efecto no previsto de esta fuga es que los alumnos migrantes, al traer consigo una mejor preparación académica, han desplazado a sus nuevos compañeros, quedándose con las becas y otros beneficios que entrega el Estado, lo que ha desatado el público reclamo de algunos Directores de colegios, como el Liceo de Maipú. Incluso, se ha conocido que las autoridades del Instituto Nacional no descartan “inflar” las notas de sus estudiantes, con el fin de que las calificaciones no perjudiquen su puntaje ranking. Todo esto está creando un ambiente de tensión en los colegios y entre los propios estudiantes, lo que a todas luces resulta inconveniente.


 Representantes del Cruch han reconocido que el efecto fuga y su impacto sobre el estudiantado  era algo “no previsto”. El Consejo de Rectores, pese a reconocer estos efectos “colaterales”, ha señalado que a estas alturas del año no es posible hacer cambios en el ranking -en circunstancias que en otras ocasiones ha realizado cambios abruptos en el instrumento- y que el próximo año se va a considerar la situación de cada alumno, según el colegio donde estuvo. Todo esto no hace sino denotar  improvisaciones y deja en evidencia que su aplicación se ha hecho sobre la base de la política de ensayo y error, cuyos negativos efectos sobrepasan los beneficios que ha logrado en ciertos grupos, que gracias al ranking han logrado mejorar su puntaje PSU y entrar a la universidad.


La raíz del problema parece estar en que se ha perdido el sentido que debe tener un buen sistema de selección universitario, el cual ante todo debe apuntar a la excelencia académica y aumentar los estándares educacionales. El sistema de selección no debería ser el llamado a resolver los problemas derivados de las deficiencias de la educación escolar, en especial cuando ello pasa por debilitar las exigencias académicas. La Prueba de Selección Universitaria ha sido objeto de numerosas críticas y requiere ser profundamente perfeccionada, pero dichas correcciones deben ir en la línea de asegurar que este instrumento refleje adecuadamente las capacidades académicas, tarea en la que el ranking de notas no aporta al objetivo deseado.


Segunda mirada.


El rebrote de hechos de violencia al interior de los estadios vuelve a traer al debate las medidas de seguridad con las que cuentan los recintos deportivos y las políticas públicas que existen actualmente para enfrentar estos sucesos.


Este sábado, barristas de Universidad Católica provocaron serios incidentes con el personal de seguridad del Estadio San Carlos de Apoquindo, que se suman a los destrozos que realizaron hinchas de Colo-Colo hace un par de semanas en el Estadio Nacional y que fueron avaluados en más de $17 millones.


Estos no son hechos aislados y se enmarcan dentro de las múltiples violaciones a las normativas de seguridad que se ven cada fin de semana en diferentes partidos del Campeonato Nacional (ingreso de elementos no permitidos, mala coordinación en los accesos, detonación de bombas de ruido, etc.).


Frente a esta situación, urgen modificaciones a la Ley de Violencia en los Estadios y al plan Estadio Seguro, a fin de aumentar las regulaciones exigidas para este tipo de espectáculos —tanto en infraestructura como en personal de seguridad— y dotar de mayores atribuciones a Carabineros para prevenir incidentes en el exterior de los estadios.


En los últimos años se han tomado medidas positivas, sobre todo en relación con reglamentar la relación entre los clubes y sus barras, pero sin una normativa estricta y sin una voluntad real de aplicar las sanciones correspondientes —por impopulares que puedan ser— hechos como los de las últimas semanas seguirán siendo recurrentes.


Seguridad pública, desafío político.


Las tareas de un Gobierno no se limitan a la ejecución de un programa de reformas previamente comprometido en campaña. El ejercicio diario de su rol le impone retos cuya dimensión e importancia política pueden incluso exceder las de aquellas iniciativas. Un ejemplo es la seguridad pública y el deber de garantizarla. Esta es una de las funciones básicas del Estado moderno, tanto por su incidencia en la vida cotidiana de las personas como por el impacto gravitante que tiene en la imagen del país. Al respecto, hechos acaecidos durante las últimas semanas constituyen preocupantes campanadas de alerta.


Desde luego, el asalto ocurrido en el aeropuerto de Santiago hace 15 días evidenció cómo autoridades altamente calificadas simplemente no habían pensado en el tema de la seguridad terrestre en un recinto que hoy se muestra en extremo vulnerable. Y si ese hecho dio cuenta de importantes capacidades organizativas, de planificación y de manejo de recursos por parte de grupos delictuales, mayores aún fueron las exhibidas por el grupo narco detectado a principios de julio en Los Vilos, que logró simular toda una operación minera, gastando una suma estimada en cien millones de pesos, para encubrir sus actividades. Esta semana, a su vez, el baleo de un auto en movimiento realizado desde una moto y que dejó como saldo la muerte de una mujer, en un aparente ajuste de cuentas, ha mostrado prácticas criminales hasta ahora desconocidas en Chile, como las ejecutadas por sicarios en la violenta Colombia de las décadas de 1980 y 1990.


En un ámbito distinto, tras las primeras medidas adoptadas para enfrentar el robo de cajeros automáticos, los delincuentes han desarrollado nuevos métodos, como el de las explosiones con gas, cuya habitualidad sorprende. Resultado de esto, la ciudadanía ya sufre los efectos de la merma de estos dispositivos, cuya cobertura y buen funcionamiento eran hasta hace poco una preciada característica del país.


Un estado a la zaga.


En contraste con este continuo desarrollo de las técnicas delictivas, las acciones del Estado parecen quedar a la zaga. Casi risible es que recién ayer haya comenzado en La Araucanía la televigilancia permanente de la Ruta 5 por parte de Carabineros, después de un año y medio de anuncios sobre la instalación de cámaras.


Una actividad criminal que muestra crecientes niveles de sofisticación no puede ser enfrentada por policías de características solo operativo-represivas; la capacidad de inteligencia sigue siendo un déficit hasta ahora no resuelto. Los pobres resultados en la persecución del violentismo de cuño anarquista o la evidencia de sectores urbanos en que bandas organizadas imponen sus reglas, desafiando al Estado de Derecho, son otras manifestaciones de un problema que apremia.


Acuciante desafío ha de ser este para el Ministro del Interior, cartera no solo responsable de la conducción política del Gobierno, sino también del orden público, que con razón ha admitido el significado de que varios países hayan alertado a sus ciudadanos que planean visitar Chile de la ocurrencia de atentados anarquistas y delitos comunes con artefactos explosivos.


La voz de Lagos.


Ha habido equívocos a propósito de la aplaudida intervención del ex Presidente Lagos en Icare. No es la simpatía -o "amor"- que suscite entre los empresarios la figura de un líder político lo que determina sus decisiones de materializar proyectos o inversiones, sino la existencia de una adecuada estructura de incentivos y de un clima país que despeje incertidumbres; eso es precisamente lo que hoy se demanda de la autoridad y que hasta ahora las medidas anunciadas por Hacienda no terminan de lograr. Paradójica es, por otra parte, la diferencia entre la respetuosa reacción pública de La Moneda a las palabras de Lagos y las invectivas que antes provocara una intervención del ex Presidente Piñera, no demasiado distinta, ni en su contexto ni en su preocupación por el rumbo del país.


Al margen de esas consideraciones, la exposición en Icare y la entrevista del ex Ministro y ex Mandatario que hoy publica "El Mercurio" son ciertamente relevantes. La ardorosa defensa del sistema de concesiones y de la necesidad de colaboración público-privada, pero sobre todo su insistencia en la necesidad de que cada administración valore lo realizado por sus antecesoras, sin pretender partir de cero, constituyen un llamado de atención hacia la Nueva Mayoría. Lagos reivindica su obra, pero también lo realizado durante 20 años de sucesivos Gobiernos concertacionistas, entendiéndolo como un activo que no solo valoran quienes fueron parte de esa coalición, sino que además suscita respeto y confianza en los otros actores.


Se trata de una opción por la continuidad y por la realización de los cambios que sean necesarios dentro de esa continuidad, en oposición al camino de la ruptura y de la refundación, y con la conciencia de que este último puede terminar frustrando las oportunidades que el país ha logrado abrirse. El ex Presidente no parece dispuesto a que quienes pertenecen a su mismo sector político dilapiden los frutos de su Gobierno y de los que lo antecedieron. El contraste que por momentos se observa entre las señales de contención que en algunas áreas entrega el actual Ejecutivo y aquellas otras que sugieren una inclinación hacia la radicalidad en el impulso de sus iniciativas torna especialmente oportunas tales reflexiones del ex Mandatario.


Coherencia y domicilio político.


La presencia en el Gobierno de simpatizantes del movimiento político que lidera Andrés Velasco ha generado debate en la Nueva Mayoría. Las críticas del ex Ministro de Hacienda al programa de reformas que desarrolla la actual administración es calificada como una “deslealtad” por parte de personeros del conglomerado y lleva a algunos a reclamar “coherencia” entre aquellas autoridades que públicamente se han manifestado en favor de sus aspiraciones presidenciales.


Lo cierto es que el Gobierno aseguró que todas las designaciones de cargos públicos se sustentaron en la excelencia de las personas seleccionadas, comenzando -por cierto- por los Ministros de Estado. Proponer ahora su salida del aparato Estatal por razones de simpatía con un determinado movimiento político o potencial candidato Presidencial supondría incorporar una exigencia muy distinta a estos colaboradores. De hecho, Andrés Velasco participó en las elecciones primarias que efectuó este conglomerado, dejando en evidencia que comparte los lineamientos principales de ese sector.


No obstante, es beneficioso para la democracia y para el Gobierno que la opinión pública conozca las opiniones y visiones que partidos, movimientos y autoridades tienen respecto de las reformas estructurales que impulsa la actual administración. Esas opiniones deben ser recibidas no como una agresión, sino como aportes. Quienes mantienen una visión más crítica, ya sea sobre el fondo de las propuestas o respecto de la forma como se implementan, hacen bien en manifestar su posición. De esta forma, evitarán terminar avalando reformas a través de un silencio obsecuente de difícil asimilación para ese sector del electorado que comparte las aprensiones y propuestas del propio Velasco.


Enfoques Internacionales:
Nadie ganó en Gaza.


Es improbable que la tregua negociada por Egipto inicie una solución de largo plazo. Si no cambian las actuales condiciones, no pasará mucho tiempo antes de que vuelva la violencia. Ni Israel ni Hamas pueden clamar victoria. La imagen israelí quedó deteriorada, las pérdidas de Gaza son cuantiosas en vidas humanas y bienes. Aun así, Hamas no ha desistido de su objetivo de “llegar a Jerusalén”, ni ha reconocido el derecho de Israel a existir como Estado. Tampoco acepta dejar las armas. Israel no renunciará a su obligación de defender a sus habitantes de ataques de extremistas palestinos. Así las cosas, cuando dentro de un mes se discutan los términos de convivencia más allá de la tregua —que incluirán temas de seguridad, reconstrucción, movimiento de personas y gobernanza—, difícilmente se llegará a una solución que garantice la paz en la zona, porque los actores no están dispuestos a terminar el conflicto.


Que Al Fatah, el movimiento que lidera el moderado Presidente de la Autoridad Palestina, tenga un papel en el resguardo de las fronteras entre Gaza e Israel, adquiere sentido cuando se entiende que esa es una manera de involucrarlos en el manejo de la Franja controlada por Hamas.


Europa ha ofrecido ayuda para la búsqueda de “una solución sostenible” —pero pocos creen que pueda hacerlo— y para la reconstrucción del destruido territorio, donde más de cien mil personas quedaron sin hogar, la que se estima necesitará sobre los cinco mil millones de dólares. Mucho más que eso se requerirá para crear confianzas en una de las más conflictivas zonas del mundo.


La irrelevancia de Naciones Unidas y EE.UU. en la solución.


Naciones Unidas y EE.UU. estuvieron totalmente ausentes de la negociación del último cese el fuego. El fracaso de Ban Ki-moon, que ofreció una tregua que nadie aceptó, y el de John Kerry, que ni siquiera consideró viajar a la región ante el evidente papel irrelevante que tendría, muestran un cambio en el ajedrez político internacional. Por una parte, es notoria la incapacidad de ONU para intervenir en un conflicto que de requerir resolución en el Consejo de Seguridad, podría recibir un veto.


Por otro lado, se ve que Washington ha perdido influencia en el Medio Oriente, en parte por los fracasos de las intervenciones en Afganistán e Irak, pero también por una falta de voluntad política de la administración de Obama para entrar en conflictos que pudieran asemejarse a los de George W. Bush.


La percepción de que su alianza con Israel es tan poderosa hace difícil en este momento un rol de la Casa Blanca. La lectura es que Washington estaría siempre del lado de Israel, incluso en una operación militar tan criticada como la última. La opinión pública internacional quedó impactada por la ferocidad de la ofensiva de Israel, que no pareció medir las consecuencias de sus ataques en la población civil. El mensaje al mundo, de que es “un pueblo agredido” y que protege a su población de ataques indiscriminados, no fue acogido por espectadores que veían los muertos (2.100, incluidos cientos de extremistas, pero también 400 niños) y heridos palestinos, la destrucción de sus casas y edificios, mientras los ciudadanos israelíes salían indemnes, gracias a un escudo protector que evitaba el impacto de los cohetes. Solo seis civiles israelíes murieron en las siete semanas de conflicto. Después de esta última incursión, la política israelí que tiene como principal argumento su sobrevivencia, rodeado de países hostiles, debe actualizar su mensaje al mundo, porque sus razones de defensa, que las tiene, hoy se ven difuminadas y no son persuasivas.


Egipto como factótum regional.


Egipto ha sido un actor crucial en las relaciones entre Israel y los palestinos desde que firmaran el tratado de paz en 1979. Con ese acuerdo, Egipto pasó a convertirse en un aliado relativamente confiable de Israel y en un mediador natural para cualquier problema entre ellos. A pesar de que el nuevo régimen de El Cairo no tiene ninguna empatía con Hamas —cercano a los Hermanos Musulmanes—, no hay un actor más adecuado para mediar en la crisis.


Sin embargo, no escapa al ojo de los observadores que El Cairo sigue sus propios intereses cuando interviene en los conflictos de los vecinos, y muchos tienen que ver con sus problemas internos. Para Egipto, dice Steven Cook en Foreign Policy, es vital mantener encapsulado el problema palestino fuera de sus fronteras, y especialmente a Hamas, que puede llevar inestabilidad al país si interactúa con grupos afines. También quiere evitar que el Sinaí se convierta en un territorio inseguro que caiga en manos de extremistas tipo Al Qaeda. Los egipcios no tienen ningún interés en tomar responsabilidad (política o económica) sobre Gaza, algo que le incumbe a Israel.


Finalmente, desde la época de Anwar Sadat, Egipto quiere liderazgo, y mantener alejado a cualquier otro país árabe —como Arabia Saudita, los Emiratos Árabes o Catar— o Turquía que quieran jugar un rol en la solución al problema de Gaza. Para Hamas, Egipto no es un aliado confiable, sino meramente un facilitador, que en cualquier momento puede cerrar la puerta y, literalmente, todavía no le abre el paso de Rafah. Pero ante la coacción militar de Israel, y la presión política de Egipto, Hamas no tuvo más que ceder. Nadie sabe por cuánto tiempo.


Pueblos bien informados
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Imagenes de un recuerdo siniestro

Marcha Soldados del 73, con imágenes

PARA VER COMPLETO HAGA DOBLE CLIC SOBRE EL VÍDEO.

Letra Marcha: Soldados del 73

Letra Marcha Soldados del 73

Autor: Rosabella Liniers
Compositor Gianfranco



Son hermanos los Infantes,
todas las armas y soldados del ayer
Carabineros, Marinos y Aviadores
Combatientes del 73.

Un sólo cuerpo, un sólo corazón,
noble misión, proteger a la Nación,
la frente en alto saliendo del cuartel,
los soldados del 73.

Ya dió la orden mi General,
para vencer tenemos que luchar,
no ha sido arriada jamás nuestra bandera,
orgullo eterno de nuestra libertad.

En el recuento se hace el silencio,
por los heridos, los caídos que no están,
lo lamento mi Capitán,
mi Sargento no le puede contestar.

La Patria es libre, llegó la paz,
en el desierto, el cielo, azul el mar,
ya nuestros hombres cantan victoria
Combatientes del 73

Ya dió la orden mi General,
para vencer tenemos que luchar,
no ha sido arriada jamás nuestra bandera,
orgullo eterno de nuestra libertad.

Piñera anuncia propuesta de reformas educacional y tributaria, gentileza EMOL

Padre nuestro que estás.....

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A Nuestros Hombres de Armas y nuestros caídos

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Libre, Nino Bravo

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