Frenazo económico:
¡Se nos viene el desempleo alto!,
por Alfonso Swett.
La semana pasada el Banco Central nos dio a conocer las Cuentas
Nacionales del segundo trimestre. El crecimiento fue un bajísimo 1,9% (en 12
meses). El menor desde el tercer trimestre del 2009 (post crisis Lehman
Brothers). Incluso, actualmente los papeles largos del Banco Central se transan
a niveles post crisis Lehman Brothers, lo que nos indica que la economía
chilena está muy lejos de tocar fondo. Es más, gracias a lo bien que anda la
economía internacional (demanda externa creciendo al 2,9%), la economía chilena
no está en recesión técnica (dos trimestres consecutivos de crecimiento
negativo). El frenazo económico chileno tiene sus causas dentro y no afuera de
nuestro país. ¡Este no es un frenazo internacional, es un frenazo chileno!
Por cada 1% menos de crecimiento, el empleo deja de crecer en torno a
0,4% en Chile. Por lo anterior, mi mayor preocupación está en lo que se nos
viene en términos de desempleo y destrucción de empleos de calidad.
¡Ya este año 2014 se han destruido 90.000 empleos!
Por favor paremos la guerra de trincheras (que dañan las expectativas)
que da la sensación de una carrera hacia el abismo. Por favor no tiremos
parafina al desempleo a través de una reforma laboral inoportuna e imprudente.
¿Quién contratará si no sabe en qué condiciones y nuevas obligaciones lo hará?
El desempleo es un drama humano y social.
El respeto a la dignidad humana y el bien común (en donde el empleo de
calidad es clave) son principios fundamentales que debe buscar todo sistema
político y económico.
Juan Pablo II dijo “si en otros tiempos el factor decisivo de la
producción era la tierra y luego lo fue el capital, entendido como conjunto
masivo de maquinarias y de bienes instrumentales, hoy día el factor decisivo es
la persona misma”. Creo firmemente que el empleo está al servicio del hombre y
no el hombre al servicio del empleo; que los trabajadores no son meros recursos
humanos o capital humano, sino personas. El buen empleo no sólo produce buenas
cifras económicas para un gobierno, productos y servicios a una sociedad,
utilidades a una empresa; el buen empleo sobre todo permite el progreso, el
desarrollo y el aumento de la dignidad de un trabajador. La reforma laboral
imprudente e inoportuna que se estaría ya trabajando en el Gobierno (a partir
del acuerdo del salario mínimo reciente), les quita la posibilidad a los que no
tienen trabajo a encontrarlo y aumenta la posibilidad a los que lo tienen de
perderlo. La falta o pérdida de un empleo daña la posibilidad de una persona a
desarrollarse, aumenta el sufrimiento de no poder cumplirle a una familia, y
daña profundamente la dignidad de esa persona.
Creo firmemente que la política pública está al servicio de la sociedad y
no la sociedad al servicio de un programa. En estos momentos económicos con un alto
desempleo a la vuelta de la esquina, el empleo, los ciudadanos y la nación en
su conjunto deben estar sobre un programa de gobierno (o un sorpresivo capítulo
en torno a una reforma laboral). Cuidemos el empleo, protejamos la dignidad que
da, y no dañemos el espíritu y el sentir de una nación completa. NO a la
imprudencia inoportuna de una reforma laboral en medio de una preocupante y
compleja situación económica generada internamente en Chile. NO más daño al
ciudadano común y corriente.
La pugna por los pactos,
por Adolfo Ibáñez.
En la Nueva Mayoría se libra una pugna sorda, y también sórdida, en torno
al tema de los subpactos contenido en la reforma electoral. Los
democratacristianos los rechazan. Saben que sus socios se van a alinear en
contra de ellos, dejándolos en minoría. Por ese camino, el eventual subpacto
PS, PPD, PC y PR, junto a otros menores, sería el ganancioso. El PDC quedaría
en minoría dentro de la Concertación más PC y, por lo mismo, obtendría una
proporción de Parlamentarios inferior a la de su votación. El caso es que en Diputados
todos votaron por eliminar estos subpactos como saludo al PDC, pero anunciando
de inmediato que en el Senado los repondrán, lo que constituye una bofetada en
la cara a dicho partido.
Toda la discusión electoral está marcada por la gran mentira de que el
sistema binominal es perverso. Se argumenta todo tipo de ejemplos para
desprestigiarlo, sin explicar simultáneamente que lo que se propone en
reemplazo ya existió y se prestó para hacer ingobernable el país. Incluso el
sistema de pactos y subpactos contenido en el antiguo sistema proporcional tuvo
que ser eliminado en aquellos lejanos años por el repudio que generó en el
electorado. Así también, la discusión actual sobre los subpactos al interior de
la Concertación es una gran mentira. El arreglo electoral que se plantea es
producto de fríos cálculos matemáticos para hacer que los votos en manos de
unos produzcan más que en manos de otros.
Y, como en los demás temas que se discuten, el coro de los más
bulliciosos pretende ser el dueño de la razón por el solo hecho de ser los más
vocingleros. Fuera de pista, o detrás del telón, el desafinado corrillo de la
derecha refuerza las voces cantantes de la izquierda (ambas unidas nunca serán
vencidas aunque el país sea demolido). También en la derecha tienen hachitas
que afilar, y se miran en la calculadora que les dice con entusiasmo: sí, sí,
vayan en esa parada.
Estas disputas que se basan en una gran mentira no pueden ser sino sordas
y sórdidas, y contribuyen a ahondar el desprestigio de los políticos. Por este
camino solo se debilita la democracia. Aunque todos dicen defenderla, es claro
que priman los intereses partidistas y personales en desmedro de todos. Estas
actitudes y reformas dañan las instituciones y los valores básicos del sistema
político, generan un mayor distanciamiento del país real y producen un
sentimiento de indefensión en el electorado. El proyecto que se discute
constituye un paso significativo en la demolición institucional.
Marihuana para el alma,
por Joaquín García Huidobro.
Qué maravilloso es el relato de los progresistas. Su talento
épico no deja nunca de sorprenderme. Esta semana, el alcalde Rodolfo Carter
plantó una semilla de marihuana para promover la legalización del autocultivo
de esa planta que remedia todos los males. El SAG, con su estrecha mentalidad
técnica, calificó el acto de “mediático”, como si eso fuera malo. Claro que es
mediático: se harán películas, se escribirán novelas y las gestas del alcalde
semillero se cantarán en las peñas por los siglos.
De ahora en adelante el apellido Carter no nos recordará más al Presidente norteamericano que plantaba maní, sino al prócer chileno que puso en La Florida esa semilla de libertad. Ya me lo imagino en el futuro, representado en una estatua, con su cuerpo inclinado mientras pone su semillita en la tierra, o volando por los aires, con el rostro inundado por una sonrisa provocada por la benéfica plantita protectora de la salud.
Sabemos, sin embargo, que la vida política no puede consistir solo en actos poéticos como el de Carter. Afortunadamente tenemos a la izquierda, que se preocupa por la legalidad y no quiere que el héroe de la semilla pueda pasar unos días detrás de las rejas, pagando con su libertad por habernos regalado la nuestra.
Así, un grupo de senadores socialistas ha presentado un proyecto que permite el autocultivo de “plantas vegetales del género cannabis”. Lamentablemente han sido muy poco generosos al aludir a su cantidad, porque su número no puede ser superior a las “tres plantas florecidas por inmueble”. Pero esta tacañería es solo un detalle en el conjunto de este proyecto grandioso y loable. Lo más bonito del caso, que destaca su inocencia, es que las plantas deben estar florecidas.
Qué bueno que nuestros senadores se preocupen de las flores. Ignoro, empero, por qué restringen su ubicación a los inmuebles y no la permiten en otros lugares del territorio nacional. ¡Se verían tan bien esas florecillas de marihuana en el reloj de flores viñamarino! Además, incentivaría mucho el turismo, que es una fuente de ingresos muy necesaria para el país, ahora que la economía se estanca por culpa del gobierno de Piñera.
Por supuesto que, como buenos socialistas, el proyecto de ley es bastante burocrático. Exige informar al SAG de la dirección y nombre del jardinero, y pone otras condiciones que no son coherentes con este proceso de talante liberador.
Digna de destacar es la finalidad que, según los parlamentarios, debe tener el autocultivo de la marihuana para ser reconocido por la ley. No debe llevarse a cabo por un motivo cualquiera ni con ánimo de lucro, sino solo por razones personales, terapéuticas o “de carácter espiritual”. Es hermoso ver cómo en una época materialista como la nuestra estos socialistas se preocupan por el cuidado del espíritu.
Nosotros, en cambio, influidos por la fría medicina moderna, nos preocupamos por el daño cerebral y otras consecuencias de estas sustancias. Confieso que me siento profundamente egoísta al ser tan mal pensado: ¡Cómo pude interesarme por unas simples neuronas cuando se trataba nada menos que del espíritu! Los parlamentarios socialistas, en cambio, han sabido valorar el alcance del acto del alcalde Carter, cuya semilla sanadora reparará los daños que provoca la crisis de sentido del hombre contemporáneo. La represión ha pasado, es la hora del alma.
Hasta la libertad religiosa es invocada por estos espirituales senadores a la hora de fundamentar su propuesta. Cuando su proyecto llegue a ser ley, será emocionante ver aparecer nuevos cultos, que ya no emplean pan, vino o incienso en su liturgia, sino cannabis. Sus adherentes se hallarán en perpetua levitación y la arquitectura de sus templos se asemejará a unas pajareras, donde los devotos podrán volar con enorme libertad.
Lamentablemente la marihuana es un poco menos espiritual de lo que alcaldes y senadores nos quieren hacer creer. Su peligro está precisamente en su apariencia inocente y, en ese sentido, su legalización puede causar aún más daño que, por poner un ejemplo, la de la cocaína, cuyos consumidores están suficientemente informados y saben que juegan con fuego. La cocaína mata, pero no miente. La marihuana, en cambio, con su apariencia inocente, es tan seductora que incluso unos senadores experimentados pueden promover su legalización imaginando que sirven a los más altos intereses del espíritu.
Una cara amable?,
por Axel Buchheister.
Con las manifestaciones
estudiantiles de 2011, pareció que el Partido Comunista “la llevaría”. Supo
ponerse como la cara visible y organizadora de las demandas que en ese momento
concitaron gran apoyo ciudadano.
Y para aquello recurrió astutamente a los rostros atractivos de
dos jóvenes, que contribuyeron a cautivar a la gente y crear la ilusión que
había un nuevo Partido Comunista, uno con cara amable. Los frutos fueron
evidentes, porque elevó de tres a seis el número de sus diputados, aunque
algunos definitivamente no tienen una cara muy amable.
Pero los tiempos cambian y los días que corren no han sido
fáciles para la organización de la hoz y el martillo. Estalló el escándalo de
la insolvencia de la Universidad Arcis y hasta tendremos una comisión
investigadora en la Cámara de Diputados. El caso no admite presentación, porque
el PC invirtió en una universidad privada -una total contradicción- y retiró
fondos a través de inmobiliarias, precisamente lo que él ha acusado constituye
el “lucro” en educación, de paso dejando a la entidad en una total crisis
económica. Y se retiró recién en diciembre pasado, en un intento inútil de
“pasar piola” y tomar parte en el nuevo gobierno sin mácula. A ello se suman
platas recibidas por Arcis desde la Venezuela de Chávez y de destino poco
claro. La explicación que todo lo hicieron personeros a título personal, carece
de sentido en una organización vertical y totalizante.
Otro retroceso se les dio en la encuesta CEP, en la que su
principal rostro, Camila Vallejo, exhibe un 28% de aprobación, pero acompañado
de un 44% de evaluación negativa. Es que después de un tiempo, la gente se ha
dado cuenta que su cara está acompañada de un carácter duro e intransigente,
que no admite acuerdos de ningún tipo, contrariamente a lo que pide el
ciudadano de la calle, según la misma encuesta.
¿Será sólo una actitud personal o hay algo más? Pues la pregunta
de fondo es: ¿puede ser que el Partido Comunista haya cambiado y ahora tenga
una auténtica cara amable? De ninguna manera, porque quienes creen en la
dictadura del proletariado como doctrina y en la lucha de clases como medio de
acción política (aunque ahora tengan esas frases guardadas), nunca podrán
tenerla, ni podrán encarnar lo que hoy los chilenos valoran crecientemente:
poder elegir por ellos mismos. Jamás lo han representado, porque en ninguna
parte donde han gobernado ha prevalecido la libertad, la democracia y los
derechos humanos.
Ahora que la ciudadanía parece estar abandonando la ensoñación
igualitaria y simplista que nos invadió con las protestas estudiantiles, y que
comienza a revisar qué tan amables eran en realidad las caras, vale la pena
recomendar que lean el Libro Negro del Comunismo (Editorial Planeta, 1997), que
relata con erudición y espeluznantes detalles cómo los sacrificados por su
causa se cuentan por decenas de millones, y del cual se concluye que es
imposible que su doctrina resulte en otra cosa. Por eso, el día que Camila se
vuelva afable y comprensiva -no perdemos la esperanza-, ese mismo dejará la
tienda roja, y nunca antes.
Oposición constructiva,
por Juan Andrés Fontaine.
Al abrirse el Gobierno a acordar con la oposición una
rectificación de fondo a su controvertido proyecto de reforma tributaria,
podría estar intentando un nuevo comienzo, el giro hacia una estrategia de
diálogo, búsqueda de acuerdos transversales, propuestas sensatas. Pero también
cabe temer lo contrario: que ello haya sido tan solo un repliegue táctico, ante
las gruesas fallas técnicas y políticas que evidenciaba el proyecto original. El
futuro dirá.
Llena de significado ha sido, en mi opinión, la opción
estratégica adoptada por la oposición al avenirse a pactar un proyecto
mejorado, pero aún muy distante de sus ideales. La decisión no era en absoluto
obvia. El Gobierno ha errado en su diagnóstico sobre la robustez de la economía
y el malestar de la ciudadanía. Sus economistas dieron por segura nuestra
acelerada marcha al desarrollo y concluyeron que bien podíamos dar prioridad al
objetivo redistributivo, aunque ello implicara desactivar incentivos que favorecen
el crecimiento. Sus sociólogos interpretaron que las bulladas protestas
estudiantiles auguraban el derrumbe del modelo de economía libre. En tan solo
cinco meses de gobierno, el diagnóstico oficial se ha estrellado contra la
realidad: mientras la economía sufre un abrupto frenazo, las encuestas revelan
que las reformas estelares del programa -la tributaria y la educacional-
despiertan inesperada desaprobación ciudadana.
En las circunstancias indicadas, una alternativa válida para la
Alianza -que carece de mayorías parlamentarias- podría ser encastillarse en una
oposición intransigente y testimonial. Tal vez el deterioro de la economía y la
probable pérdida de popularidad del Gobierno jugarían a favor de un futuro
retorno de la coalición opositora a La Moneda. Pero también ese escenario
podría exacerbar el clima anti economía de mercado, favorecer una expansión
fiscal desmedida y promover el populismo.
Por ello celebro que la Alianza haya optado por hacer oposición
constructiva. No se trata, desde luego, de abrazar los planes del Gobierno.
Junto con defender sus convicciones y hacer ver con toda claridad los errores
que cometen las autoridades, estar dispuesta a colaborar con ellas a rectificar
el rumbo. Así, contribuyendo al bien de Chile por sobre los intereses
partidistas, mostrando flexibilidad y creatividad para aliviar los aspectos más
críticos de las propuestas oficiales, procurando interpretar la sensatez del
electorado, defendiendo inteligentemente sus valores e ideas, creo que puede la
Alianza labrarse una opción política con futuro.
Desaceleración: Menos anuncios, más orden.
En los últimos meses, la agenda pública de Michelle Bachelet se
movió al ritmo de las reformas que fueron el eje de su campaña: la reforma
tributaria y la educacional. Sólo una cosa que no estaba en el programa de
Bachelet ha irrumpido con fuerza en el debate, alterando la discusión de
políticas públicas: un frenazo de la economía más fuerte y más anticipado que
lo esperado.
Aunque los síntomas venían desde hace varios meses, las alarmas
las encendió el Imacec de junio (que reveló un crecimiento de 0,8% en doce
meses). De ahí en adelante, irrumpió el tema hacia la arena política y hoy la
alicaída actividad es un complejo flanco que enfrenta el Gobierno.
La buena noticia es que hay claras señales desde La Moneda y los
parlamentarios oficialistas de que se está asumiendo la gravedad de la
desaceleración y ése, sin duda, es un paso clave para suavizar el golpe que
tendrá. El problema ahora es cómo enfrentar el escenario y para lo anterior,
más que anuncios de acción (como introducir más gasto o una agenda de reformas
que potencien la competitividad), lo que se necesitan son señales que
tranquilicen a los inversionistas. En este sentido, más que “lo que hacer” importa
“lo que no hay que hacer”.
El actual Gobierno puso el acento en grandes reformas en materia
tributaria, educacional y constitucional. La primera, bastante avanzada, supone
de por sí un golpe a la inversión, pero es ya un tema que está prácticamente
cerrado. Sin embargo, en materia educacional y constitucional es clave que se
den señales de un debate ordenado, con moderación y búsqueda de consensos.
Además, hay una serie de temas en el aire que preocupan fuertemente a quienes
deciden entrar a proyectos empresariales, como la aún poco definida reforma
laboral que vendría el segundo semestre, los impactos de la ley corta de
puertos en otras industrias y el destino de la cotización del 7% de salud,
entre otras. En todas ellas, lo común es un debilitamiento del derecho de
propiedad y un creciente rol de la intervención estatal, lo que, sin duda,
afecta el riesgo de iniciar inversiones en el país.
Hay una gran oportunidad en este momento para La Moneda que es
cerrar la reforma tributaria con un mensaje adecuado para la inversión, en el
sentido de reconocer que la fuerza de este cambio impositivo (que no viene
aislado, ya que en menos de 10 años el impuesto a la renta estaría subiendo
casi 60%) debe venir de la mano de un cuidado, en el tono del debate y en el
diseño de las políticas públicas. En otras palabras, se trata de acotar el
impacto de la agenda de reformas, buscando evitar que lo que viene profundice
la desaceleración y golpee al empleo. El Gobierno sabe la urgencia de esto
último, ya que de los 101 mil nuevos puestos de trabajo creados en los doce
meses terminados en junio el 90% corresponde a empleo por cuenta propia,
mientras cae el empleo asalariado, y cae en mayor medida aún el empleo
asalariado con contrato escrito y prestaciones de seguridad social. Esto último
revela que la desaceleración está ya afectando seriamente el bienestar de los
chilenos y se transformará, más pronto que tarde, en fuente de malestar hacia
las autoridades y la clase política.
Un gran riesgo hoy es que se opte por seguir enfrascados en el
debate de las causas de la desaceleración —si es herencia del gobierno de
Piñera, si se debe a factores externos, etc.—, en vez de cuidar la inversión
por la vía de ordenar el debate de reformas, tanto en la forma como el fondo.
La semana política:
Las reformas en cauces distintos
En gran medida, y como es obvio, los programas de gobierno
responden a una visión del país "congelada" al momento en que estos
se elaboran. En el financiamiento de reformas estructurales, sus supuestos
claves -fortalezas económicas e ingresos- se consideran poco menos que
inalterables durante 4 años, a sabiendas que la realidad será más fuerte que el
voluntarismo. Desde esta perspectiva, el programa de la Presidenta Bachelet,
que plantea una gran cantidad de cambios de enorme envergadura, con la carga de
efervescencia y naturales resistencias sociales llamadas a provocar, no pudo
tener en cuenta -por ejemplo y nada menos- el fenómeno de profunda
desaceleración económica que estamos viviendo.
Mientras no prosperó el entendimiento en el acuerdo tributario
que ahora debe ser ratificado por la Cámara de Diputados, la magnitud de esa
reforma agravó sus naturales incertidumbres, pero no solo en las empresas
mayores (en las que por estereotipo se presumía), sino inesperadamente para sus
impulsores en los niveles medios, las pymes y virtualmente todos los sectores
nacionales, que hicieron ver sus efectos inevitables en los frenos a la
inversión, el ahorro, y, más temprano que tarde, en el empleo. No sería
realista empeñarse en no admitir un vínculo entre esa incertidumbre y la
desaceleración presente. Por fortuna, el procedimiento de recaudación, no así el
monto, se atenuó parcialmente en el Congreso, reduciendo los daños.
Las incertidumbres generadas por la reforma educacional son
inmensamente mayores y más trascendentes que las de la reforma impositiva, pero
debido a la polarización de este tema, cada vez se está más lejos de concebir
un acuerdo similar al logrado en la comisión de Hacienda del Senado. El
Gobierno no da luces de ser independiente respecto de "la calle", y
se le ve incluso intimidado ante la sola perspectiva de ser acusado de
"traicionar" al movimiento estudiantil, que nunca ha sido demasiado
orgánico como actor de acuerdos, y que ahora se ve crecientemente disgregado y
en tensión interna -como se expresó en su marcha de esta semana, más reducida
que las anteriores-. Tocante a la reforma educacional, el Gobierno olvida que
no fue elegido únicamente por ese sector que protesta en calle, sino por una
mayoría ciudadana mucho más vasta, la que piensa -como lo confirma
recientemente la encuesta CEP- con diversidad y complejidad, pero que, en general,
es de talante moderado frente al sesgo ideológico totalizante entronizado en la
formulación inicial de esta segunda reforma estructural.
Imprevisto en política exterior.
Los imprevistos modifican constantemente el escenario político.
En política vecinal, por ejemplo, la atención estaba puesta en la anómala
demanda interpuesta por Bolivia en La Haya, acordado, como estaba, un camino
detallado de implementación del fallo acerca del límite marítimo con Perú. Esta
semana, sin embargo, fuimos conmovidos por una provocación peruana que ojalá
pueda ser autocontenida, para que no escale a episodios mayores. La relación
con Perú es decisivamente importante para Chile, y los avances hacia una plena
cooperación son de verdad sustanciales, pero, inesperadamente, todo ello se ve
en algún grado de perturbación y riesgo.
En este marco, el loable propósito de la Cancillería de elaborar
un Libro de la Política Exterior, semejante al que se hizo en Defensa, debe ser
apreciado con realismo. Los principios rectores de nuestra acción diplomática
-respeto de los tratados; no intervención en los asuntos internos de otros
estados; colaboración en y hacia el Pacífico, etc.- son muy conocidos y
admitidos. Pero de ahí a su "aterrizaje" plausible en formulaciones
públicas de valor específico, hay un largo trecho de inflexibilidades del todo
innecesarias de consignar en cánones escritos. Si el Presidente Obama hubiera
tenido un "Libro Blanco" en temas como Asia, Irak, Medio Oriente,
crisis de Ucrania, y otros, habría debido cambiarle capítulos completos en los
seis años de administración que ya entera. La flexibilidad con unos pocos
principios rectores debe ser el instrumental de nuestra acción diplomática,
especialmente en materia vecinal.
Hechos positivos.
Llamó la atención esta semana que un grupo transversal de
personalidades -incluido el propio ex Presidente Lagos- haya sido convocado a
una comisión para el desarrollo minero, luego de elaborar un trabajo serio en
esta área. La colaboración del ex Mandatario como un miembro más constituye un
encomiable ejemplo republicano. Asimismo, loable es la energía con que el
Gobierno ha planteado una definición precisa del concepto de terrorismo, luego
de haber apelado de un fallo ocurrido en el caso del asesinato de Jaime Guzmán,
así como el hecho de que haya renovado su disposición para reanudar una agenda
pro crecimiento, y la explícita definición de la nueva superintendente de
Pensiones que prefiere hablar de "evolución" en lugar de
"revolución", en las tareas a su cargo. Estas manifestaciones
positivas para el clima político y el Estado de Derecho contrastan, sin
embargo, con la reacción descalificadora de algunos ministros a una posición
del ex Presidente Piñera, que no por su dureza dejó de ser expresada en términos
adecuados al recinto universitario en que la difundió. Por sobre todo, la
política chilena necesita templanza. El ámbito de respeto a los ex mandatarios
es inseparable del valioso respeto tradicional por los gobernantes en
ejercicio. Los ministros son los primeros interesados en no socavar la dignidad
en el trato, lo que no excluye ventilar diferencias, pero con estilo y lenguaje
adecuados.
Debate por reforma educacional.
De no mediar una acción política contundente, la reforma
educacional que propicia la actual administración parece condenada a transitar
entre las presiones de los grupos más radicales y el desánimo de quienes
realmente conocen la problemática y observan la oposición que los proyectos
generan entre padres y apoderados.
Al Ministerio de Educación aún le resta presentar sus propuestas
relativas al fortalecimiento de la educación pública. Las críticas generadas en
torno a los proyectos de copago, fin del lucro y selección, debieran servir
como experiencia para propiciar ahora un intercambio previo de visiones
respecto a la educación municipal. No obstante, ese proceso difícilmente podrá
efectuarse de cara a la opinión pública, si el gobierno persiste en evitar la confrontación
con esos grupos más radicales.
Por eso la votación esta semana en la Comisión de Educación abre
paso al trámite y discusión más amplia de los proyectos en el Congreso. Es en
el Poder Legislativo donde existe la oportunidad de efectuar una revisión
acabada y sin prisas de la reforma educacional, acogiendo las consideraciones
de las partes involucradas y los argumentos técnicos, que permitan avanzar en
soluciones a los problemas reales de la educación pública en Chile y no a
eslóganes ni prejuicios.
La Cámara de Diputados tiene ahora una oportunidad que en el
caso de la reforma tributaria desechó: la posibilidad de convertirse en un
espacio de discusión con altura y de generación de consensos. En el caso del
Senado, tendrá también la ocasión de consolidar su posicionamiento como la
institución republicana donde tienen cabida los acuerdos por mejores políticas.
Asimismo, en este debate es saludable que queden claras las posiciones y los
argumentos que las sustentan. Es la oportunidad para que la sociedad sepa qué
alternativas existen y haya transparencia respecto a ello.
A su vez, el gobierno debiera aprovechar el trámite legislativo
para aunar criterios en torno a la reforma, consolidando este espacio para el
diálogo y el intercambio y restando, de paso, mérito a la movilización
callejera de algunos por sobre los derechos de muchos.
Reorganización en Venezuela.
El Mandatario está forzado a flexibilizar controles de precios,
subsidios Estatales y el mercado cambiario, causas de la corrupción
generalizada, de la escasez de productos y de su contrabando a los países vecinos.
Se cree que entre las medidas a adoptarse estaría la reducción
del abultado Gabinete, cuyo número es de 30 Ministros y 130 Viceministros: una
estructura onerosa, redundante y altamente ineficiente.
El poderoso Ministro de Energía y Economía y Presidente de la
empresa Estatal de petróleo, Rafael Ramírez -considerado moderado en relación a
su destituido antecesor-, aspira a lograr un aumento del irrisorio precio
interno de los combustibles, congelado desde la administración del Presidente
Carlos Andrés Pérez, que fracasara en ajustarlos por una rebelión popular,
decisiva para que Chávez lograra el poder.
Se estima que cerca de 100.000 barriles de petróleo y un 40% de
los alimentos subsidiados, comercializados por el Estado, son enviados
diariamente de contrabando fuera de las fronteras. Para detener el contrabando
se dispuso el cierre nocturno de la frontera con Colombia. Muchos consideran
que la medida es inútil por la dificultad de vigilar un límite de 2.200
kilómetros, controlado por fuerzas de seguridad que se benefician y participan
del tránsito ilícito.
Ineficaz papel de Unasur.
El deterioro de Venezuela es cada vez más evidente. Según la
última encuesta de Gallup, este sería el país más inseguro del mundo, de
acuerdo a la percepción ciudadana. Al mismo tiempo, el informe de la Oficina de
Naciones Unidas sobre la droga y el delito la ubica en el segundo lugar de la
región, tras Honduras, con un porcentaje de crímenes violentos durante el año
2012, de un 53,7% cada 100.000 habitantes. También son negativos los recientes
informes económicos de la Fundación Getulio Vargas de Brasil y de la
calificadora de riesgos china Dagong.
La disminuida oposición venezolana ha recibido con escepticismo
los anuncios del Presidente Maduro. Su ex candidato Presidencial, Henrique
Capriles, sostiene que un mero cambio de Gabinete no servirá mayormente. En
tanto, su competidor Leopoldo López permanece en prisión sometido a un demorado
proceso que puede concluir con la imposición de una pesada condena.
La misión entregada por Unasur a tres de sus Cancilleres para
mediar entre el Gobierno y la oposición parece haber terminado sin más
resultados que los de favorecer la consolidación del régimen. Escasas
posibilidades de una función eficaz de Unasur para promover el diálogo entre
Maduro y sus opositores pueden esperarse del nuevo Secretario General del
organismo, el ex Presidente colombiano Ernesto Samper: fue elegido por los Presidentes
sudamericanos, a pesar de que durante su mandato Presidencial estuvo cerca de
ser destituido al descubrirse que su campaña había sido financiada por el
Cartel de Cali.
La Nueva Guerra de Irak.
El degollamiento del periodista norteamericano James Foley por
los terroristas sunitas del llamado Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS)
aumentó las presiones para incrementar la presencia militar de los Estados
Unidos en Irak. Lo probable es que no habrá un despacho masivo de soldados y
que el combate en tierra siga a cargo de kurdos, sirios e iraquíes, pero el
apoyo de Estados Unidos y de sus aliados a los combatientes aumentará. La
resistencia de mayor involucramiento es comprensible. Están vivas las críticas
por los gruesos desaciertos norteamericanos en la contraproducente invasión de
Irak: la falsedad de las armas de destrucción masiva, que quitó legitimidad a
la intervención; el elevado e inútil costo económico y de vidas de la
operación; la tolerancia del sectario Gobierno iraquí y la incapacidad de crear
fuerzas de seguridad locales para establecer el orden interno y el normal
funcionamiento de la economía iraquí. Pero es evidente la necesidad de evitar
la consolidación del pretendido califato del ISIS: ya controla alrededor de 35
mil millas cuadradas en Siria e Irak, tres veces el tamaño de Israel. A la vez,
dispone de millonarios ingresos por secuestros, cobros de protección, asaltos.
Medios de los que nunca dispuso Al Qaeda.
La brutalidad de los efectivos del ISIS, los riesgos de
genocidio a cristianos y kurdos y su probable extensión en Líbano, Jordania y
en acciones terroristas en Europa y Norteamérica, han significado que Estados
Unidos influyera para formar un nuevo Gobierno iraquí, supuestamente efectivo y
respetuoso de las distintas minorías; que entregara armamento a los kurdos y
que dispusiera el uso de su fuerza aérea para contener a los terroristas,
estimados en 15.000 y extendidos en Irak y Siria.
Tal es la brutalidad de los extremistas que hasta ahora no ha
habido mayor resistencia de la opinión pública norteamericana a las medidas
adoptadas por el Presidente Obama, y países como Francia, contrarios a la
intervención en Irak, ahora patrocinan mayor apoyo a la resistencia.
Muchos apuntan que el fanatismo de los extremistas los llevará
inevitablemente a la derrota. La población de los territorios que controlan no
los tolera por su extrema violencia, esclavitud de las mujeres, asesinatos
masivos, ultrajes y robos, hasta por su rechazo al cigarrillo y el alcohol, que
son populares en Irak y Siria. Así lo cree Obama, mientras otros le reprochan
que es obligación de los líderes acortar esas tragedias, aportando recursos
militares significativos y formando alianzas políticas, que en este caso requiere
de Irán y de una participación más decisiva de Europa, lo que parece
improbable.
Pueblos bien informados
difícilmente son engañados.