Aplicación de la Ley,
por Pablo Rodríguez Grez.
Es explicable la sorpresa y rechazo que han
provocado las declaraciones del Presidente de la Corte Suprema sobre el rol que
cabe a los Tribunales de Justicia en la aplicación de la Ley. Conviene, por lo mismo,
volver sobre una materia que ha sido vastamente analizada y discutida por la
doctrina, sin que exista acuerdo a su respecto.
Comencemos por recordar que la aplicación de la
Ley se realiza mediante la interpretación, tarea fundamental de todo Magistrado
a la hora de dictar sentencia. No resulta discutible que la norma, a partir de
su incorporación al sistema Jurídico, se independiza de sus autores y cobra
vida propia. Por lo mismo, su sentido y alcance puede cambiar, como
consecuencia de las transformaciones científicas, sociales, culturales,
etcétera. Nuestro Código Civil, en su Título Preliminar, dispone de qué
elementos debe valerse el intérprete para el ejercicio de su tarea, comenzando
por lo fundamental: "El tenor literal" de la norma. Más allá de toda
discusión, es este el que debe prevalecer porque expresa la voluntad soberana
(manifestación de los poderes Legislativos), y es dicha voluntad la única
idónea para regular la vida social.
Es frecuente que algunos doctrinadores planteen
fórmulas y argumentos para ampliar las facultades del Juez y reducir la
importancia de la norma, sea a pretexto de hacer prevalecer la Justicia,
imponer ciertos valores o subsanar supuestos errores interpretativos.
Ellos no quieren aceptar, como sucede con el Ministro
Sergio Muñoz, que más allá del "tenor literal" de la Ley, todos los
elementos previstos en nuestro Código Civil, al regular esta materia, apuntan a
desentrañar el verdadero sentido del precepto, no a facilitar la imposición de
los prejuicios o anhelos personales del Juez, por respetables que ellos sean.
Para aplicar la norma, cuando esta ofrece
diversas lecturas (su tenor es oscuro), el intérprete debe recurrir a la
historia fidedigna de su establecimiento (certificado de nacimiento de la Ley),
a los fines que inspiraron a sus autores (motivaciones), a la coherencia y
unidad que ella debe guardar con el sistema y, finalmente, a falta de todos
estos recursos, descubrir el sentido de la Ley invocando los principios
generales de derecho y la equidad natural. En otras palabras, la aplicación de
la Ley se funda en el respeto y reconocimiento de la autoridad del Legislador
que, por mandato soberano, está llamado a organizar la convivencia social a
través de normas Jurídicas.
¿Cuál es entonces el aporte creativo de la Magistratura
o es ella, como se ha sostenido, una "esclava" de las Leyes? La obra
del Juez nace al momento de singularizar el mandato general y abstracto de la Ley
para aplicarlo a situaciones particulares y concretas. En esta fase de su tarea,
el Juez "crea" una regla, de efecto relativo (solo alcanza a quienes
han intervenido en el juicio), mediante la cual, utilizando los elementos
normativos que le proporciona la Ley y no otros, construye el mandato
particular, a través del cual hace posible el imperio de la norma.
Singularizar el mandato general y abstracto,
completando el marco impuesto por la norma Jurídica, es lo que justifica el
ejercicio de la Jurisdicción. No es ajeno al sistema normativo, tampoco, la
ausencia de una norma que resuelva el caso planteado, dificultando el
cumplimiento del principio de inexcusabilidad. La integración de las llamadas
"lagunas Legales", que en otros ordenamientos Jurídicos dan lugar a
los "casos difíciles", está regulada entre nosotros, debiendo el Juez
ceñirse a los elementos dispuestos en la Ley para llenar el vacío.
En suma, entender de otra manera el problema de
la interpretación conduce, necesariamente, a una suerte de derogación de la Ley
por parte de los Tribunales de Justicia, puesto que se manipula su contenido en
pos de lograr objetivos ajenos a ella. En el último tiempo los ejemplos están a
la vista. Algunos Magistrados, felizmente no todos, prescinden de la Ley, por
cuanto ella solo rige si se ajusta a sus concepciones y sentimientos de Justicia.
El contenido axiológico de la norma Jurídica es uno de los elementos de que se
vale el intérprete, pero con el fin de descubrir su sentido e intención, no de
desviar la dirección del mandato.
Si llegara a prevalecer la concepción según la
cual es el Juez quien, aplicando directamente su íntima noción de los valores
expresados en la norma, debe corregir relaciones supuestamente injustas, se
habrá diluido la grandeza del derecho como único artífice de la seguridad Jurídica,
desconocido la función de la potestad Legislativa y, definitivamente,
politizado la Jurisdicción.
El Gobierno más original de la historia,
por Joaquín García Huidobro.
Los críticos del nuevo Gobierno son tan
obcecados que no son capaces de reconocer que esta es la administración más
original de nuestra historia.
La primera originalidad consiste en que, desde
hace un par de años, todos los chilenos sabíamos que Michelle Bachelet ocuparía
la Presidencia de la República en 2014. Como ella se hacía la silenciosa,
pensábamos que su silencio estaba lleno de contenido, que estaba preparando los
mejores equipos para Gobernar y que tendríamos un programa a la medida de las
necesidades del nuevo Chile.
La primera alarma sonó con el retraso del
programa, pero nadie le dio mucha importancia, porque los chilenos esperaban
que pronto se develaría el secreto y que vendría algo muy poderoso, como esos
regalos en que una caja gigantesca esconde a otra, y esta a otra, hasta que se
llega a una cajita minúscula que alberga un diamante de enorme valor.
¿Y qué escondía el silencio de Michelle
Bachelet? En estos días hemos descubierto que el mutismo no contenía nada. Como
se ve, muy original.
El silencio no era más que un ardid para
seducir a los electores, que ahora se preguntan desconcertados: "¿Y qué
hizo ella en los últimos dos años? ¿Cómo no organizó las cosas de modo que nos
ahorrara este festival de improvisaciones?".
Las originalidades continúan. Nunca nos había
pasado que los Subsecretarios tuvieran que renunciar antes de haber asumido. Bastante
original. En esos casos, la política es muy indulgente y quien hace de cabeza
suele perdonar una y quizás otra vez. Pero a la tercera, no hay Gobernante en
el planeta que no cambie de asesores. Aquí, sin embargo, no solo han
permanecido, sino que en estos días han repetido el espectáculo, esta vez con
varios Gobernadores. Al momento de redactarse estas líneas iban cuatro, pero
todo es tan dinámico que uno nunca sabe.
El caso más notable fue el de la Gobernador de
Chiloé, cuestionada por contar con puntaje propio de una persona indigente en
su Ficha de Protección Social, sin que, al parecer, cumpliera con esa
condición. Menos mal que el Senador Girardi se apresuró a avisarnos antes que
cualquier vocero que la Presidenta le había pedido la renuncia, y pudimos
respirar tranquilos, mientras aprendíamos, de paso, que para saber lo que pasa
hay que preguntarle a Guido.
Las rarezas no quedan ahí. Uno pensaría que un Gobierno
que no ha logrado armar bien sus equipos tendrá especial prudencia a la hora de
pedir renuncias. Y si su misma coalición (en su versión concertacionista) ha
establecido un sistema especial y objetivo de selección en la Alta Dirección
Pública, lo menos que cabe esperar es que lo respete, máxime cuando la
Presidente había dicho que se someterían a evaluación esas personas antes de
proceder a despidos. Pero en el Gobierno Original lo que diga la Presidente no
es lo relevante. Además, resulta más excitante aplicar la guillotina cuando no
se sabe lo que vendrá.
Por otra parte, uno imaginaría que los despidos
afectarían a enemigos particularmente poderosos, pero no: aquí nadie se salva,
aunque sea el ayudante del maestro de cocina o la cuidadora del patrimonio de
La Moneda. Y si el Gobierno, a pesar de todo, procede a realizar esas
desvinculaciones, no puede justificarse diciendo que "la Alianza hizo lo
mismo", como si el adversario fuera el máximo modelo moral que debe ser
imitado.
Pero hay más. Normalmente uno echa a los
enemigos, pero aquí se ha cortado la cabeza a personas de izquierda, que habían
aguantado estoicamente los cuatro años de la Alianza, esperando que vinieran
tiempos mejores. No sabían que en el Gobierno Original se castiga a los amigos.
Ya lo decía Stalin: "El Evangelio dice que hay que amar a los enemigos,
pero en ninguna parte dice que hay que amar a los amigos".
Por favor no se aburra, porque le dejé para el
final la originalidad más interesante de todas, porque el Gobierno Original se
llama así porque prescinde de su mejor gente. ¿Qué diríamos si a Sampaoli se le
ocurriera partir al Mundial de Brasil sin convocar a Alexis, Medel, Valdivia y
Vidal? Ni en la peor de las pesadillas podríamos pensar en algo semejante.
Todos sabemos que la Concertación tenía figuras notables, verdaderos astros de
la política. Estamos convencidos de que cualquier coalición del mundo querría
contar en sus filas con Escalona, Alvear, Martínez o Vidal. Pero en el Gobierno
Original todo es distinto: aquí los mejores han quedado fuera de la cancha.
Los mismos de siempre,
por Axel Buchheister.
Al terminar su primer mandato, la Presidente
Bachelet tenía una enorme popularidad, la que sin embargo era un activo
netamente personal, pues no impidió que la Concertación fuera derrotada. La
gente se agotó de una coalición que había devenido en una trenza de
“apitutados” en el aparato público, con su secuela de sectarismo, ineptitud y
corrupción.
El activo era tan valioso, que bien
administrado redituó en una arrolladora reelección. Bien administrado fue
sinónimo de callar -exitosamente- que junto a ella estaban los mismos políticos
de la Concertación. La campaña se hizo centrada en su persona y “pasando”, sin
aclarar nada. Se creó una imagen de ensueño, en que todo lo malo del famoso
modelo sería corregido por arte de magia y vendría entonces la igualdad, la
inclusión, la reducción de las diferencias de ingreso, etc. Y todo lo haría
ella sola, porque los políticos del sector no figuraron para nada. Mejor aún,
lograron que la vieja Concertación fuera sustituida por la Nueva Mayoría,
conformada por los mismos de siempre más el Partido Comunista. Las encuestas
indican que la gente valora más ésta que aquélla, en un margen que supera el
aporte del mero partido de la hoz y el martillo, cuando no hay gran diferencia.
Pero instalado el flamante Gobierno, poco ha
cambiado. Si bien en el Gabinete Ministerial hay caras nuevas y prometedoras, a
nivel de Subsecretarios comenzaron los problemas. Dos de ellos cayeron por
simple sectarismo interno y otros dos por cuestionamientos de probidad o
moralidad. Luego, vinieron las controversias en torno a cuatro Gobernadores por
situaciones relacionadas, de una u otra manera, con la probidad y el ejercicio
anterior de una función pública, que tuvieron que ser sustituidos. También han
surgido acusaciones respecto de otros Gobernadores e incluso al reemplazante de
uno de los caídos, que no está claro si tienen base u obedecen a una revancha
de algún postergado. Tampoco los Seremis se han escapado de los
cuestionamientos. Llama la atención que antes las descalificaciones dentro del
conglomerado no afloraban con tanta facilidad; sin duda hay más pugnas
intestinas.
Asimismo, entregan luces de cómo vienen las
cosas, las peticiones de renuncia a funcionarios de confianza, pero de carácter
técnico, y algunos intentos de sacar a quienes no lo son. Si bien en los
primeros la facultad Legal existe, contradicen el espíritu del sistema de Alta
Dirección Pública de tecnificar y despolitizar la administración del Estado,
iniciativa que fue adoptada en la época de la Concertación. A la mayoría se les
pidió sin más la renuncia. Según los relatos, las conversaciones (para los que tuvieron
esa oportunidad) siempre terminaron en un más o menos explícito “necesito el
puesto”. Agreguemos los despidos de quienes estaban a contrata u honorarios,
incluido personal meramente administrativo. Cuatro años sin pegas públicas han
aumentado la presión de los partidarios por lograr un cupo.
Para los que encantados con la sonrisa y
empatía de la candidata de la Nueva Mayoría, que la eligieron pensado que todo
sería distinto de la vez anterior, se deben desayunar que no ha llegado sola;
vienen con ella los mismos de siempre y con las mismas prácticas. Y quizás
peor.
¿Ahora puro cumplir?,
por Juan Andrés Fontaine.
"Ya poh... ahora hay que puro cumplir el
programa", reza un revelador cartel callejero. Desde los tiempos de la
Unidad Popular que no veíamos a un Gobierno asumir el poder tan presionado por
las ilusiones que despertó su programa de campaña. Y el poder de la calle -tan
mimada por los actuales partidos de Gobierno cuando fueron opositores- se
apresta a hacer valer sus deseos, con la misma energía que los empoderados
consumidores exigen hoy de sus proveedores cumplir sus promesas publicitarias.
En verdad, el Programa -así, en mayúscula- no
existe. En general, el documento expone un catálogo de intenciones y, a la hora
de enunciar políticas, prefiere recurrir a las consignas. Las promesas más
vistosas, una nueva Constitución y educación gratuita a todo nivel, presentan
enormes complejidades técnicas y políticas. El Gobierno ha pospuesto la
definición de qué hacer con la primera y se ha comprometido a aclarar su plan
respecto de la segunda en sus primeros cien días. Probablemente, en el día 101
resulte evidente la imposibilidad de satisfacer todas las ansias ideológicas y
materiales que ha levantado el tema. Las correspondientes controversias
dificultarán mucho el avance del programa, aunque el Gobierno teóricamente
cuente con las necesarias mayorías Parlamentarias.
En cambio, la reforma tributaria -cuyo proyecto
se anuncia para fin de mes- podría en principio permitirle al Gobierno mostrar
en un plazo relativamente breve el cumplimiento de uno de sus objetivos
programáticos clave. Elevar desde 20% a 25% la tasa de impuestos sobre las
empresas (que ya subió desde 17% en el Gobierno de Piñera), además de recaudar
cerca de un tercio del total esperado, es técnica y políticamente fácil de
implementar. El problema es que el compromiso Presidencial incluye además el
término del incentivo a la reinversión de utilidades -el FUT- y de varios de
los regímenes especiales para las pymes. Los paliativos ofrecidos, tales como
la rebaja de la tasa máxima sobre las rentas personales y la depreciación
inmediata de las inversiones en activos fijos, son insuficientes y
controversiales. Nuevamente, en este campo, cumplir el programa puede resultar
más cuesta arriba de lo que sospechan los muralistas callejeros.
Entre tanto, puede el nuevo Gobierno hacer
alardes de autoridad, descabezando servicios públicos o revirtiendo decisiones
de su antecesor, pero su desempeño dependerá crucialmente de que pueda infundir
confianza entre los empresarios y los consumidores. Para ello deberá plantear
con prontitud un programa convincente en lo técnico y viable en lo político. El
tiempo -y las cifras económicas- apremia.
El alma rusa,
por Karin Ebensperger.
No es posible entender lo que sucede en Rusia y
en Ucrania sin comprender el alma rusa. La rápida globalización nos hace
olvidar que los pueblos tienen antiguas tradiciones y un imaginario colectivo
que los lleva a actuar de un modo a veces difícil de interpretar. En Rusia han
existido hace siglos dos corrientes. Una es la pro occidental, que ansía
acercar Rusia a Occidente, por lo que el zar Pedro el Grande fundó San
Petersburgo en 1703, en el Báltico, para traer las influencias europeas a su
nación. La otra corriente es la llamada eslavófila, apegada a la tradición
religiosa ortodoxa y campesina de la Rusia profunda, que teme a las influencias
foráneas.
Putin ha navegado entre ambas corrientes, y eso
explica su prevalencia y poder. Ha sabido entenderse con EE.UU. y participar en
el diálogo de Europa. Pero también atiende a la Rusia profunda, que exige
asegurar el enorme territorio tantas veces invadido por mongoles, tártaros,
suecos, polacos, franceses, alemanes. Siempre ha sido objetivo clave de la
política exterior rusa controlar estados “tapones” de Europa oriental, para
impedir ser dominada desde Occidente, hoy representado por la OTAN. De ahí que
influir en Ucrania es considerado, por todo Gobernante ruso, como un deber. El
Nobel Alexander Solzhenitsyn decía que no se concibe Rusia sin Ucrania.
El territorio al oeste de los Urales es la
Rusia europea. La propia historia rusa se inicia con la llegada de germanos
nórdicos —noruegos, suecos— que bajaron desde el Mar Báltico por los grandes
ríos hasta Constantinopla y el Mediterráneo. Estos llamados Rus fueron formando
asentamientos en la actual Ucrania, que serían las primeras ciudades rusas,
como Kiev y Novgorod. Tras la invasión de los mongoles desde el este, surgió la
necesidad de unificar los principados y se fue creando el gran imperio ruso.
Por su enorme tamaño, siempre ha tenido gobiernos fuertes, para evitar la
anarquía interna.
Desde Catalina la Grande con su Mariscal
Potemkin, Rusia ha defendido su acceso al Mar Báltico, en el norte, y a los estrechos
turcos a través del Mar Negro, en el sur. Eso explica la presencia de la flota
rusa en el Mar Negro, y el apoyo enorme que ha tenido dentro de Rusia la actual
ocupación de Crimea ordenada por Putin. Uno puede criticar los métodos, el
irrespeto al Derecho —pues Ucrania es hoy una República independiente que
incluye Crimea—, pero no se puede ignorar que, tarde o temprano, Rusia iba a
recuperar su influencia en esas zonas.
Cuando cayó la URSS, recorrí la Rusia profunda,
esa estepa interminable como se ve en la película “Doctor Zhivago”; Ucrania,
con sus iglesias multicolores en Kiev; la propia península de Crimea, su clima
cálido y sus cipreses. Visité Foros, donde estaba Gorbachov en su dacha cuando
perdió el poder, y Yalta, desde donde se repartió el mundo tras la II Guerra
Mundial. Y en todas las conversaciones con ucranianos y rusos surgía una y otra
vez la interrogante sobre el futuro de Crimea y la flota rusa. La respuesta la
ha dado Putin, ese hombre insondable que había mostrado su lado pro occidental
visitando a Obama y el G-8, pero que hoy también nos recuerda que es un ruso
profundo, como los cosacos que en las fronteras del imperio aseguraban que,
cualquiera fuera el costo, Rusia iba a dominar en Eurasia.
Desaceleración de la economía y reforma tributaria.
Un foro organizado por la Sofofa y la
Universidad del Desarrollo esta semana permitió conocer la visión del Ministro
de Hacienda respecto del momento económico que vive el país y la forma como
pretende llevar a cabo el programa de Gobierno de la nueva administración. Ante
la evidencia de una economía que muestra signos evidentes de
desaceleración -el Presidente del
Banco Central confirmó que las proyecciones de crecimiento para este año están
ahora en el rango de 3,75 a 4,75%-, señaló que el Gobierno pretendía impulsar
la reforma tributaria durante los primeros cien días y también reimpulsar la
ejecución de la inversión pública, haciendo un llamado a una alianza
público-privada en pro del crecimiento.
Si ya existían argumentos técnicos contundentes
para considerar que la eliminación del FUT, como eje central de la reforma
tributaria, es una medida que afectará negativamente el crecimiento -razones ya
suficientes para pensar en otras alternativas de financiamiento para el
programa de Gobierno-, la evidencia de menor crecimiento debería promover una
revisión de este punto para no generar un freno adicional que afecte
negativamente la economía y el empleo. El peor de los escenarios sería que se
incrementaran los tributos, pero ni siquiera se lograra el monto esperado de
recaudación por la merma que genera en ella cualquier disminución en el ritmo
de crecimiento.
Los aumentos de impuestos a las empresas
generan efectos en dos sentidos: por una parte, en el “stock” de las empresas
que están instaladas se reduce el volumen de recursos disponibles para invertir
y lo traslada al gasto público, lo que por sí mismo reduce el crecimiento. Pero
también hay un efecto sobre el “flujo” de inversión, porque aumenta el costo
tributario de los nuevos proyectos y genera un incentivo a que las empresas
escojan otros países para realizarlos, lo que impacta directamente a aquellos
sectores que deben aportar en el futuro al producto del país. Este efecto fue
mencionado incluso por el Presidente de la Sofofa en el foro ya aludido,
llamando la atención sobre el impacto negativo que puede generar en las
expectativas.
Más aún, con la información que se ha conocido
hasta ahora, la reforma al FUT tendría como contrapartida un cambio que amplía
la depreciación acelerada, lo que tendería a favorecer los proyectos intensivos
en activos fijos como maquinaria e instalaciones, en vez de aquellos más
asociados a la tecnología, el conocimiento y el mayor valor agregado, que es
hacia donde ahora debería apuntar nuestra economía.
La necesidad de financiar el programa de Gobierno,
que recibió el apoyo de la ciudadanía en la última elección, debe ser
enfrentada por la autoridad a través de propuestas que logren ese fin, pero que
no generen efectos contraproducentes para el desarrollo. Un primer paso es que
las propuestas que se presenten sean analizadas en profundidad y sin prejuicios
ideológicos, como bien lo solicitó el Ministro de Hacienda, lo que incluye
considerar todas las alternativas que no generen esos efectos perjudiciales. En
ese análisis, además, debe incluirse como factor clave el nuevo escenario de
menor dinamismo que muestra la economía chilena.
Diálogo con Bolivia.
La Presidenta Bachelet ha manifestado su
compromiso y correcta disposición al diálogo con Bolivia, excluyendo la
aspiración marítima que el Gobierno del Presidente Morales decidió radicar en
la Corte Internacional de Justicia. La Presidente ha sido clarísima al afirmar
que "en el pasado privilegiamos los trece puntos, pero, una vez que uno de
esos trece puntos está en La Haya, es evidente que ahí tiene que
continuar". La Mandataria ha combinado, acertadamente, su genuina voluntad
de entendimiento con el Presidente Morales con la prudencia de evitar las
negativas repercusiones para Chile de eventuales negociaciones marítimas
mientras se mantenga el litigio ante el Tribunal internacional.
No podía ser otra la mínima limitación para las
conversaciones entre los Jefes de Estado: una demanda reivindicatoria impide
absolutamente tratativas sobre la aspiración de soberanía. Desde luego, el
petitorio boliviano se basa en la tergiversación de fallidas negociaciones
anteriores, a las cuales desnaturaliza, para constituirlas en el fundamento de
su caso, en una pretendida renuncia a los derechos soberanos chilenos y en una
supuesta obligación nacional de satisfacer las expectativas de cesión
territorial. Por lo demás, el Pacto de Bogotá dispone en su artículo cuarto que,
iniciados los procedimientos ante la Corte Internacional de Justicia, no podrá
empezarse otro antes de terminar con aquel. Por esa razón la OEA se negó a
tratar la solicitud boliviana en su última Asamblea General. Lo mismo ocurrió
en otros foros internacionales que han eliminado de su agenda este debate.
Además, un diálogo sobre el tema marítimo en las actuales circunstancias no
solo sería contrario a los legítimos derechos soberanos chilenos, sino que
también sería contraproducente ante los Jueces de La Haya, que podrían dar una
equivocada interpretación de debilidad en nuestra posición. Estas
consideraciones y costos de su demanda debieron haber sido oportunamente
ponderados por el Presidente Morales; ahora le corresponde asumirlos.
Estamos en fechas importantes para la demanda
boliviana y para las relaciones bilaterales. Ayer se celebró otro aniversario del Día del Mar,
conmemoración que fue utilizada el
Presidente Morales para efectos políticos internos, con erráticas, agresivas y
descalificatorias diatribas en contra de Chile. Luego vendrá el vencimiento del
plazo, fijado hasta el 17 de abril próximo, para presentar la demanda en La
Haya. Entonces conoceremos los fundamentos de hecho y derecho del petitorio.
Está fuera de toda duda la voluntad de la
Presidente y del Canciller chilenos en cuanto a retomar un diálogo amplio,
constructivo y sin condiciones con Bolivia, salvo el tema marítimo, obstáculo
que surge de la demanda interpuesta por Morales. Dependerá del Presidente
vecino que esta buena disposición fructifique en beneficio de ambos pueblos. El
mensaje entregado ayer por Morales no fue precisamente un buen punto de inicio para avanzar en la relación
bilateral.
Nulidad de fallo absolutorio.
La Corte de Apelaciones de Temuco anuló el
fallo dictado por el Tribunal Oral en lo Penal de Angol, que en enero pasado
absolvió por mayoría de votos a Daniel Melinao, por considerar que la
participación de éste en la muerte del Suboficial de Carabineros Hugo Albornoz
y del homicidio frustrado y lesiones en contra de otros efectivos policiales no
estaba acreditada. Estos hechos ocurrieron en una comunidad mapuche en abril de
2012 mientras los uniformados cumplían con una orden Judicial. En atención a lo
resuelto por la Corte, deberá realizarse un nuevo juicio ante otro Tribunal.
De acuerdo con la Corte, la sentencia anulada
presentaba serios vicios, al no haberse analizado en ella toda la prueba
producida en el juicio y desechado algunos testimonios e informes periciales,
sin entregar razones para ello, no obstante la obligación Legal de detallarlo.
Además, sostuvo que una de las conclusiones centrales carece de lógica y
fundamento, al contradecir la pericia de un especialista en el juicio.
Los actos de violencia en La Araucanía han
causado comprensible inquietud e inseguridad en la zona, particularmente en
este caso, en que resultó muerto un Suboficial de Carabineros en cumplimiento
de su deber. Por lo mismo, es lamentable que la Corte de Apelaciones se haya
visto en la necesidad de anular el pronunciamiento del Tribunal oral por no
cumplir el estándar básico requerido por la Ley, lo cual tuvo fundamental
incidencia en la declaración de inocencia del inculpado. Dada la innegable
significación del caso, era exigible la máxima aplicación del Tribunal
inferior, la que simplemente no existió. Asimismo, resoluciones sin el debido
fundamento validan la acusación que se ha levantado de un doble estándar Judicial
en los casos de violencia mapuche, lo que es inaceptable en un Estado de Derecho.
Enfoques Internacionales: La OTAN, de manos
atadas.
La “recuperación” de Crimea por parte de Rusia
no parece haber estado en la agenda de Putin hasta que fue derrocado el Gobierno
pro ruso en Ucrania. Ahora la definió como una “restauración de la justicia
histórica”. Fue un golpe certero en respuesta a lo que el Kremlin vio como una
intervención occidental en un país de su esfera de influencia, en momentos en
que estaba creando su unión aduanera euroasiática. El nuevo Gobierno ucraniano
dio la espalda a esa posibilidad con la firma, el viernes, del acuerdo de
asociación con la UE. Esta, a ojos del Gobierno ruso, fue otra provocación
europea y cabe mirar con atención qué efectos puede tener en el corto plazo.
Desde ya, Rusia castiga a Ucrania doblando el precio al que le vende el gas,
del cual es único proveedor; además, cobrará créditos pendientes y pedirá
devolución de pagos por el arriendo de la base naval en Sebastopol. Medidas
punitivas que tendrán graves efectos en la economía y población ucranianas.
En tanto, los aliados de la OTAN observan
atentos los próximos pasos de Moscú. Según el Secretario General de la Alianza,
esta es “la más grave amenaza” a la estabilidad y seguridad de Europa desde la
Guerra Fría. “Rusia transita por un camino peligroso”, agregó, junto con
advertir que una invasión a las regiones del este ucraniano tendría “severas
consecuencias”. Estableció así una “línea roja”, parecida a la que le puso
Putin a la OTAN en Georgia, en 2008, cuando ese país quiso postular a la
Alianza. Putin podría repetir la excusa que usó para anexar Crimea —defender y
proteger a la comunidad rusoparlante— para invadir el este de Ucrania, donde
casi la mitad de la población tiene al ruso como lengua materna. No es casual
que sus tropas estén haciendo ejercicios en la frontera con esas regiones.
Así, surge la interrogante de si la OTAN podría
actuar ante un avance de Moscú. Al parecer, en Bruselas no se han discutido
opciones militares; están a la expectativa de que el conflicto no escale.
Debilidad de
la disuasión europea.
La OTAN reforzó su cooperación con Ucrania tras
la caída del Gobierno pro ruso, pero, como esta no es miembro de la
organización, la cláusula de defensa colectiva no se activaría ante una
agresión de Moscú. Diferente sería si la invadida fuera Polonia o las
repúblicas del Báltico, que sí son parte de la Alianza.
No parece probable que los aliados decidan una
intervención en favor de Ucrania, incluso si Rusia invade el este. La OTAN pasa
por lo que algunos analistas dicen es su peor momento en 65 años, debido a la
falta de cohesión entre los aliados y una deficiente preparación. La percepción
de que tras la desaparición de la URSS Europa estaba más segura, aun con crisis
graves como la yugoslava, hizo disminuir el involucramiento de EE.UU. en el
Viejo Continente. Por ejemplo, mientras en el peak de la Guerra Fría el
contingente norteamericano en Europa era de unos 450.000 efectivos, hoy el
número llega a 64.000 militares. Aun así, la contribución de EE.UU. a la OTAN
es importante (22% del presupuesto ordinario y tres cuartos de los gastos
militares), pero va a la baja. Ya ha cerrado 100 instalaciones militares en los
últimos diez años. Los europeos no solo no han compensado esa disminución, sino
que además redujeron la suya entre ocho y 30% desde 2010. Washington está
consciente del debilitamiento de la Alianza, al punto de que Robert Gates, ex Secretario
de Defensa, advirtió sobre un “sombrío futuro de la defensa colectiva, que
sería irrelevante si la tendencia (a las reducciones) no se revierte”. El Secretario
General de la Alianza, a su vez, dijo que “con este nivel no se puede
garantizar la disuasión y defensa”. Estados Unidos no ha sido proactivo con la
OTAN, y ha reorientado sus prioridades al Asia.
Para comienzos de abril está programada una
reunión de Cancilleres aliados. Es probable que Polonia y las repúblicas
bálticas planteen temores sobre la protección de sus territorios, y exijan
seguridades de que serán defendidos ante una situación como la de Crimea. Una
guerra con Rusia siempre tiene implícito el peligro de un escalamiento nuclear,
y está por verse si los europeos y EE.UU. están dispuestos a ese riesgo por
salvar los Estados del este. Difícil adelantar qué medidas tomarán; por el
momento, ya se suspendieron ejercicios militares y ciertas ventas de armas.
Sanciones
simbólicas, pero nada es gratis.
En apariencia, la crisis de Crimea quedó
encapsulada. Rusia no está dispuesta a echar pie atrás. Conocida es la
indiferencia de Putin a la crítica internacional, por lo que sería ingenuo
esperar que se doblegara ante las presiones de sus pares. Los aliados parecen
haber aceptado una Crimea nuevamente rusa, y Putin sabe que no puede ir más
allá. Las sanciones europeas y norteamericanas son simbólicas: tendrán efecto
en el entorno del Presidente ruso, pero no golpean al Gobierno. Es improbable
que se adopten otras medidas más severas si es que la situación no cambia. Para
los europeos es una cuestión prioritaria evitar una represalia en los
suministros de energía. El 30 por ciento del gas que consume Alemania, por
ejemplo, viene de Rusia.
Al Kremlin, en todo caso, no le ha salido
gratis su jugada en Crimea. La Bolsa de Moscú cayó 10 por ciento en marzo, y 20
por ciento desde comienzos de año. Se ha pronosticado un crecimiento cero; en
2013 fue de apenas 1,3 por ciento. Los empresarios occidentales han retirado inversiones
y depósitos que tenían en Rusia, el rublo se devaluó esta semana y las tasas de
interés subieron. Todo esto está golpeando la economía y puede afectar a los
ciudadanos comunes, los mismos que le dan 75 % de popularidad a Vladimir Putin.