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jueves, 26 de diciembre de 2013

Temáticas de actualidad, fotos informativas…


















Creyentes: la mayoría de siempre,
por Gonzalo Rojas.


Si hay una mayoría que no cambia en Chile, es la de los creyentes en Dios, y particularmente en Cristo.


Los musulmanes lo consideran un gran profeta; los judíos se preguntan si es o no el mesías que esperan, y aunque mayoritariamente lo rechazan, resulta ser su inevitable referencia; los cristianos, obviamente, vivimos para el Dios encarnado.


Esos creyentes, aunque difieran sobre la divinidad de Cristo, son el 90% de los chilenos.


Junto a ellos, hay un pequeño porcentaje de agnósticos y ateos que dudan o incluso rechazan la existencia de la Divinidad. Pero estas personas que se consideran no creyentes, ¿realmente no creen?


Eso es lo que dicen, pero cuando defienden con unción y entusiasmo al Estado laico, cuando promueven la prohibición de imágenes y actos religiosos en el espacio público o privado, cuando exhiben devotamente sus propios símbolos y emblemas, no cabe sino concluir que son creyentes, aunque su fe simplemente sea otra. Merecen nuestro respeto, pero exigimos que asuman sus respectivas creencias y que, desde esa perspectiva, respeten también nuestras propias convicciones.


El 25 de diciembre es el día perfecto para reflexionar sobre esta materia. Y, dada la realidad de un Cristo que nace desvalido, lo lógico es que se ponga la mirada en las obligaciones que los creyentes -y, en particular, los cristianos- tendremos en el curioso Chile que comenzará su andadura el 11 de marzo próximo.


Los cristianos tendremos muchos deberes; de eso no cabe duda alguna. Y no nos hacemos un drama al desnudar nuestra conciencia para que se nos exija después una respuesta coherente. Nunca ha sido ese nuestro problema. Mientras quienes critican nuestras convicciones suelen hacerlo desde el Olimpo de su total desfachatez, a nosotros nos compromete el terrenal mundo en el que tenemos que ganarnos la eternidad.


Cóbrennos nuestras obligaciones, pero lean detrás de ellas también nuestros derechos.


¿A qué nos comprometemos?


Ante todo, a creer. No hay nada más penoso en la vida pública que un cristiano secularizado, que un cristiano escéptico, que un cristiano que prefiere la vereda de allá, aunque sigue afirmando que está en el lado de acá. Hay clérigos así, hay laicos así: en la práctica no creen.


Consecuencia directa del deber anterior es la obligación de ejercer la condición de mayoría. Es una exigencia democrática de los cristianos juntarse, vincularse, hacer valer sus porcentajes mayoritarios y convencer en discusiones, en todos los ambientes. Incluso dentro de la coalición que Gobernará, ¿no es acaso superior el porcentaje de creyentes? Y si así no fuera, ¿pueden los creyentes participar de un Gobierno sin siquiera plantearse si su cooperación con otras fuerzas va a significar un daño grave para su sentido de la vida?


Fluye de los anteriores el deber de ejemplaridad. A los cristianos se nos debe exigir coherencia visible, por una sencilla razón: nadie más puede proporcionarla. Y si esta afirmación parece prepotente, que nos digan los agnósticos y los ateos dónde están y cuáles son las exigencias que ellos se autoimponen que sean comparables con las máximas del cristianismo. Al minimalismo de nuestros contradictores no se le exige gran cosa; a nosotros, el máximo. Está bien que así sea.


Obligación de los cristianos será también fortalecer la voluntad en los conflictos por venir. La caridad, unida a la verdad, por encima de todo. Pero la caridad no es la claudicación, porque en vez de amar al otro para ayudarlo a encontrar el bien, se lo induciría a la mediocre medianía.


¿Somos los cristianos en parte distintos de los demás ciudadanos? Sí. Nos obliga una fe, nos compromete una historia.


Sin anestesia,
por Daniel Mansuy.


Sin anestesia, como es su costumbre, Andrés Allamand abrió la temporada de caza en la derecha. Más allá de la forma y la oportunidad, el Senador electo tiene al menos el mérito de haber formulado con claridad una pregunta más que pertinente: ¿puede el Gobierno desentenderse del fracaso electoral de su propio sector? La pregunta es incómoda, porque existe la percepción -mejor o peor fundada, pero real- de que el Presidente viene hace varios meses trabajando una agenda propia, con miras a las elecciones del 2017. Su idea pareciera ser imitar la estrategia de Michelle Bachelet: eludir cualquier explicación sobre la derrota y esperar que el (eventual) éxito electoral de cuatro años más cure las heridas. Sin embargo, ese escenario es un espejismo. Sebastián Piñera está lejos de concitar (hacia adentro y hacia afuera) la unanimidad que provoca Michelle Bachelet. Y las dificultades no han sido sólo, ni principalmente, comunicacionales: el déficit ha sido sobre todo político. Basta considerar la difícil relación entre el Presidente y sus partidos. En ese contexto, es difícil entender cuál sería el aporte de un proyecto personalista erigido sobre las ruinas del sector. Los problemas son demasiado profundos como para obviarlos, y es evidente que a este Gobierno el desafío de lo público le quedó grande. En todo caso, los partidos, faltos de liderazgo y plagados de reyertas internas, no están mejor preparados para asumir la tarea. Los anuncios de renovación tienen, por ahora, más de recambio generacional que de apuesta programática, siendo que la derecha necesita más que caras nuevas. ¿Cuál es entonces su tarea central? Yo diría que lo primero es aprender a contar una historia, y a contarla no desde los números, sino desde el testimonio. Para contar bien una historia hay que vivirla; y la derecha muchas veces parece ajena a este, nuestro mundo. Es extraño, pero parece preocuparse de él desde fuera: como que las cosas no le tocaran. La derecha tiene dificultades para identificarse con el país, porque tiende a mirarlo desde una lógica privada, que no considera la dimensión pública de los fenómenos.


Luego, hay que saber qué historia contar, y aquí es indispensable elaborar un diagnóstico alternativo al consagrado por la izquierda. Esto, naturalmente, exige cierto coraje. La derecha debe, por ejemplo, oponer las ideas de justicia y sociedad a las consignas igualitarias y Estatistas. Debe asumir que Chile se convirtió en una sociedad de masas, pero que requiere conducción política -la modernidad está lejos de ser un fenómeno unívoco. A la confianza ciega en el Estado invocada por la izquierda, no hay que responder con una confianza ciega en el mercado, porque la idea central del sector no es esa, sino la confianza en las personas, la ética de la responsabilidad y la valoración del trabajo. Hay que tomarse en serio la noción de justicia social, el papel de los sindicatos y de la sociedad civil, porque es imposible leer fenómenos sociales -ni hablar de hacerse cargo de ellos- desde el individualismo. Este trabajo requiere dejar atrás los personalismos y también los discursos oportunistas construidos en función de las redes sociales. Temo que son pocos los dispuestos a cumplir esas condiciones.


Nota de la Redacción:
En general coincidimos con el análisis de Don Daniel Mansuy, aunque creemos que es necesario destacar que más que sin anestesia en sus declaraciones el Senador electo, Andrés Allamand Zavala, se ha caracterizado por una extrema falta de lealtad a todos los que han dirigido su partido y por sus desmedidas ambiciones de poder personal.


Los misterios de la Navidad,
por Otto Dörr.


Decir que en Occidente, y particularmente en Chile, se ha ido perdiendo el sentido original de la Navidad es casi un lugar común. Sin embargo, como no se ha dimensionado suficientemente la trascendencia de este hecho, estimo necesario hacer algunas reflexiones al respecto. Lo haré desde fuera de la fe, desde una perspectiva solo histórico-hermenéutica.


La Navidad consiste en rememorar un acontecimiento mítico ocurrido hace alrededor de dos mil años: el nacimiento de un niño en un sencillo pesebre, niño que después se declaró Hijo de Dios y predicó cosas tan inverosímiles para su tiempo como la dignidad de todos los seres humanos, la igualdad del hombre y la mujer, la superioridad del amor sobre el odio y la venganza, el valor de la pobreza, etcétera. Hablo de mito en el sentido griego, de verdad divina, en oposición a "logos", como verdad racional, y no en la derivación romana de mito como fábula. Este acontecimiento significó no solo un cambio histórico, sino un cambio de era, una transformación radical en los valores, ideales y estilos de vida, permitiendo nuevas expresiones artísticas y culturales. Algunos ejemplos de esa casi infinita fecundidad son el canto gregoriano, la música de Bach, las catedrales góticas, el Renacimiento italiano, el Romanticismo alemán y, aunque parezca una paradoja, también la ciencia moderna procede de una de las vertientes del cristianismo. Lo mismo ocurre con la medicina, porque es Jesús quien en la parábola del ciego de nacimiento (Jn 9, 1-41), al contestarles a los fariseos que ni él ni sus padres eran culpables de su mal, separa por primera vez en la historia la enfermedad del pecado, abriendo así el camino a la medicina como ciencia.


En correspondencia con su significado, la Navidad fue durante siglos una fiesta de recogimiento y oración, pero también de alegría, porque el nacimiento de Jesús anunciaba cada vez un nuevo comienzo. Su transformación en una fiesta pagana, que gira alrededor de las compras y, en el último tiempo, a las salidas (sobre todo de los jóvenes) a lugares nocturnos y discotecas, es un signo más de nuestra progresiva desconexión con respecto a lo que Paul Ricoeur llama el "núcleo ético-mítico" de una civilización, fundamento de la identidad de los pueblos y de las normas que los rigen.


Pero ese mito fundacional que rompe todos los esquemas (un Dios que se hace hombre y que nace en el marco del mayor desamparo) tiene, además de su trascendencia histórica, una serie de connotaciones misteriosas. En primer lugar, observamos en él algo así como la culminación del principio dialéctico, el cual no solo para Hegel, sino para toda la ciencia actual, representa una ley universal que rige la estructuración y evolución de la realidad toda. En la escena del nacimiento de Jesús se une la impotencia con la omnipotencia, la pequeñez con la grandeza, la pobreza con la riqueza (representada en el relato mítico por los Reyes Magos). Y este principio dialéctico se nos muestra una y otra vez en su prédica e impregnará luego toda la doctrina cristiana: los últimos serán los primeros, los mansos poseerán la tierra, bienaventurados los pobres de espíritu, hay que morir para resucitar (en el espíritu), etcétera.


En segundo lugar, se cumple en él una ley fundamental del proceso evolutivo en su camino hacia el homo sapiens: es desde la debilidad que llegamos a desarrollar nuestra fuerza, a saber, la inteligencia y el espíritu. Vemos menos que los búhos, olemos menos que los perros, oímos menos que el caballo, corremos menos que los gamos, nacemos en un estado de completa y prolongada indefensión, etcétera. Cada vez fuimos siendo más débiles y menos dotados hasta perder, al separarnos de los primates, la habilidad de los pies y ya como australopitecos la comodísima posición de cuadrúpedos. Pero la posición erecta nos permitió el ensanchamiento de las caderas, con lo cual la mujer pudo parir hijos con cabeza más grande, vale decir, con más cerebro, y al mismo tiempo mirar al cielo y abrirse a la dimensión trascendente. Y así es como, en concordancia con los principios mencionados, ese niño fue capaz -junto a sus discípulos, que eran humildes pescadores- de derrotar, sin arma alguna, al Imperio Romano, el más grande y poderoso imperio de todos los tiempos.


La Navidad es una narración constitutiva de la civilización occidental y tiene que ver en cierto modo con la condición humana misma. No tenemos derecho entonces a banalizarla. Afortunadamente conserva todavía algo de sus antiguas luces en medio de tanto comercio y publicidad: ella es capaz de congregar a la familia, que es una institución fundamental para la conservación de la especie y ha sido tan atacada en el último tiempo. Como un homenaje a esta celebración, quisiera compartir con los lectores esas maravillosas palabras finales de una carta del poeta Rainer Maria Rilke (1875-1926) a su madre con ocasión de la Navidad de 1909:


"Nuestra vida es rápida y breve. Dios es, en cambio, lento y sin fin. Por eso siempre surgen momentos donde lo uno no parece compatible con lo otro. Pero nosotros no deberíamos saber cómo se unen, sino solo estar ahí, con el corazón abierto ante el misterio de que lo grandioso encuentre su espacio en lo pequeño y de cómo en la intensidad de nuestra existencia puede condensarse un instante de eternidad que viene a coincidir con la ininterrumpida eternidad de Dios. Sean estos, mamá querida, nuestros pensamientos comunes en la hora más espiritual de esta antigua y santa festividad y que el ánimo y el valor fluyan hacia tu corazón en paz y plenitud".


Araucanía: violencia que no se detiene.


Cuando está próximo a cumplirse -el 4 de enero entrante- un año desde el ataque que costó la vida al matrimonio Luchsinger-MacKay, la zona del llamado conflicto mapuche vive un nuevo período de agitación violentista. Apenas 24 horas después de que un bus que trasladaba a trabajadores forestales fuera emboscado por encapuchados en Tirúa, tres carabineros resultaron heridos por disparos cuando participaban en un operativo para trasladar los bienes de una familia mapuche que quería abandonar su comunidad en Collipulli, tras sufrir amenazas y un ataque incendiario. A fines de la semana pasada, los actos violentistas sumaban ya 8 en 10 días, lo que estaría relacionado con la inminencia de un nuevo aniversario de la muerte, el 3 de enero de 2008, del joven Matías Catrileo, fallecido a causa del disparo de un carabinero durante el desalojo de un fundo tomado. El caso de Catrileo ha sido erigido como emblema por quienes promueven la violencia y se ha querido usarlo como símbolo de los abusos del Estado contra la etnia mapuche. Es de recordar que precisamente en el anterior aniversario se produjo el ataque a los Luchsinger.


Por su gravedad, este último hecho debió haber marcado un punto de inflexión en el modo de enfrentar el problema. Lamentablemente, eso no ha ocurrido. En el ámbito de la seguridad pública, el Gobierno ha impulsado diversas medidas, desde el refuerzo de las dotaciones policiales hasta la instalación de un sistema de cámaras de vigilancia en la Ruta 5 Sur, que estaría operativo en febrero. Hasta ahora, tanto esas iniciativas como los redoblados esfuerzos que desarrolla Carabineros no han logrado detener el violentismo: el martes, encapuchados quemaron 4 cabañas de veraneo en un sector de Tirúa, disparando al aire y lanzando panfletos.


En el plano político, el amplio repudio que suscitó el crimen muy pronto fue sucedido por una ideologizada discusión respecto de la legitimidad de la normativa antiterrorista, pese a ser esta una Ley vigente, completamente reformada durante los Gobiernos democráticos para asegurar su plena compatibilidad con el respeto de los derechos humanos. Se perdió así la oportunidad de alcanzar acuerdos que permitieran aislar y enfrentar con eficacia a quienes invocan las reivindicaciones mapuches para justificar sus actos extremistas. Sostenidamente se afirma que estos son solo una minoría dentro de la comunidad de origen mapuche, en su gran mayoría pacífica. No obstante, esa minoría ha probado una organización y capacidad de ataque contra la que se han estrellado los órganos del Estado.


Si la actual oposición se mostró entonces crítica de las estrategias asumidas por el Gobierno, ahora, cuando se apronta para volver al poder como Nueva Mayoría, será su tarea encontrar un camino para resolver lo que tampoco pudo superar durante sus administraciones entre 1990 y 2010. Al respecto, si bien el programa de esa coalición abunda en medidas de reconocimiento a los pueblos indígenas e incluso promete elevar al Director de la Conadi al rango de Ministro, su planteamiento en cuanto a la seguridad en la zona resulta en extremo parco, y pone mayor énfasis en acoger los mencionados cuestionamientos a la Ley Antiterrorista -con el compromiso de no aplicarla "a miembros de los pueblos indígenas por actos de demanda social"-, pero sin referirse a las víctimas de la violencia (muchos de ellos también miembros de la etnia mapuche) ni al deber del Estado de garantizar la seguridad y los derechos de todos los ciudadanos.


Tal omisión es quizá atribuible a la dificultad de aunar visiones distintas en un mismo texto programático, pero cabe presumir que está prevista una estrategia para responder al extremismo. Es evidente la necesidad de políticas que dignifiquen a las etnias originarias, pero no parece realista suponer que el violentismo pueda ser superado con solo acoger determinadas reivindicaciones.


Política nacional para la inclusión de discapacitados.


El Gobierno  entregó hace pocos días la Política Nacional para la Inclusión Social de las Personas con Discapacidad para el período 2013-2020, documento que constituye un avance significativo en el camino que pretende sentar las bases para que la sociedad chilena logre la integración de los discapacitados y les asegure las máximas posibilidades para desarrollar sus potencialidades.


Los esfuerzos que se han hecho en esta materia desde el ámbito Estatal y también desde el privado han sido múltiples y valiosos, pero probablemente, el desafío más importante que resta por superar es que se logre un cambio cultural de los chilenos, donde se reconozca que la situación que enfrenta quien tiene una discapacidad no es sólo resultado de un problema de salud, sino también la consecuencia de la interacción de esa incapacidad “con elementos contextuales, como barreras del entorno y restricciones a la participación en la sociedad”, según acertadamente lo describe este documento.


Las cifras señalan que en Chile entre un 7% y un 13% de la población, según el estudio que se trate, sufre algún tipo de discapacidad (de hecho, en el documento se recomienda realizar estudios para obtener información más certera al respecto), lo que pone de manifiesto la gran cantidad de personas cuyas vidas pueden ser impactadas positivamente, si se remueven las barreras de todo tipo que persisten aún para su plena integración. Entre ellas están, por ejemplo, las dificultades de acceso a quienes tienen discapacidad de tipo físico, a las dificultades para obtener educación de calidad en los distintos niveles a quienes tienen algún tipo de discapacidad cognitiva.


Entre los objetivos que persigue la Política Nacional está la “promoción de la autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia”, concepto que resulta clave en la visión más moderna y menos paternalista que se ha generado en torno a estas políticas públicas, en la medida que reconoce el papel esencial que tiene la persona con discapacidad en las decisiones que le afectan, debiendo toda la acción del Estado y sus políticas apuntar a fortalecer esa autonomía. Por esta razón se plantea como un principio clave de las políticas a impulsar el de la “corresponsabilidad”, en el sentido de que la generación de una cultura inclusiva importa la participación y compromiso de las personas con discapacidad, como así también, de todos los sectores de la sociedad.


Es justo recordar que la visión que tenía la sociedad chilena cambió drásticamente a partir de la creación de la Teletón, a mediados de los años 70, que dio por primera vez visibilidad a la realidad de quienes sufrían limitaciones físicas. A partir de ahí, poco a poco se ha ido reconociendo también la realidad de otros tipos de discapacidades, gracias a la acción de múltiples entidades que a lo largo de todo Chile les prestan apoyo, a través de programas e iniciativas que reconocen las variadas  necesidades de apoyo económico, terapéutico, educacional y de capacitación que presentan.


Este documento debería servir de guía a la acción del Estado en el período que abarca y, particularmente, es deseable que en las reformas que se pretenden impulsar a partir de la instalación de un nuevo Gobierno, por ejemplo en materia de educación y salud, se aproveche la oportunidad de transformar en medidas prácticas sus acertadas recomendaciones.


El caso de "La Polar".


Han transcurrido dos años y medio desde que se conociera la real morosidad de las cuentas por cobrar de quienes tenían tarjetas de "La Polar". Eso dio lugar al desplome del valor de sus acciones y a la posterior investigación del caso por el Ministerio Público. Luego de dos años, la Fiscalía ha concluido la fase indagatoria y presentado cargos contra cuatro ex gerentes de esa empresa, solicitando penas de hasta 14 años de cárcel por los delitos de los que se les acusa. Estos incluyen la entrega de información falsa a la SVS, el lavado de activos, la entrega de información falsa al mercado y el uso de información privilegiada.


El caso "La Polar" se originó por la actuación delictiva -según la acusación de la Fiscalía- de su administración en dos materias: en primer lugar, abultar el valor real de la empresa, mediante el expediente de renegociar el saldo deudor de los clientes morosos, extendiendo los plazos de pago y cobrando comisiones por esas renegociaciones, sin descontar las provisiones que la capacidad de pago de esos clientes sugería; en segundo término, porque una parte importante de esas renegociaciones fue unilateral, esto es, sin que mediaran la participación ni el consentimiento explícito de los afectados.


Por lo anterior, los accionistas y tenedores de bonos de "La Polar" habrían sido engañados cuando decidieron invertir en la compañía, pues se basaron en balances y estados de situación que no reflejaban el verdadero valor de la misma -se estimó que esa diferencia podría superar los mil millones de dólares-, y, asimismo, los clientes morosos de "La Polar" se enfrentaron a aumentos no pactados de su deuda, lo que vulneró sus derechos, junto con expropiar parte de su patrimonio. Al parecer, esta situación fue ocultada a parte importante del directorio de la empresa, hasta que, por la falta de liquidez que ella mostraba y la investigación de su directorio, los hechos hicieron que el caso explotara públicamente.


Desde el punto de vista de las consecuencias, cabe considerar tres aristas: la de los inversionistas, la de los clientes y la de la fe pública y la sociedad en general.


Los inversionistas sufrieron el mayor castigo, porque las acciones no solo se desplomaron, sino que la posterior nueva emisión de acciones para levantar capital fresco terminó diluyendo fuertemente su inversión, en tanto que los tenedores de bonos debieron aceptar un descuento importante del valor a cobrar y una extensión de los plazos de pago, que se tradujeron en severas pérdidas para ellos.


Respecto de los clientes, del millón 200 mil que tenía "La Polar" al estallar el caso, algo más de 600 mil nunca renegociaron, 180 mil consintieron en renegociar, y algo más de 400 mil fueron renegociados unilateralmente. Una parte importante de estos últimos no sufrió grandes pérdidas de dinero -fuese porque no estaban pagando sus cuentas, o por el acuerdo que la firma tomó para compensarlos-, aunque sí las molestias y tensiones derivadas de toda esa situación.


Para la fe pública, para la sociedad como un todo, pero sobre todo para el prestigio del sistema de mercado, el caso "La Polar" tuvo un tremendo impacto negativo, pues causó una alta desconfianza en los procedimientos de las empresas privadas en general, lo que se empleó para consolidar la demonización del lucro, con vastas consecuencias en el plano político y electoral.


Sin embargo, el caso de "La Polar" deja un legado positivo: el sistema institucional ha mostrado que es capaz de purgar situaciones como esta, detectándolas primero, compensando al público afectado después y, cabe presumir, castigando con severas penas -eventualmente privativas de libertad- a quienes resulten condenados. Este rigor es, según la experiencia mundial, el más eficaz disuasivo para inhibir la repetición de conductas similares en el futuro y, al mismo tiempo, permitir que la sociedad siga aprovechando las ventajas de la competencia y la variedad de opciones que ella le otorga.


Proyectos cuantiosos, pese a ralentización.


Un reciente catastro realizado por este diario da cuenta de una importante cartera de proyectos que contemplan las empresas chilenas. Así por ejemplo, Copec, Masisa y Paz prevén invertir sobre 500 millones de dólares cada una, parte importante de ellos en emprendimientos fuera de Chile. Otras empresas han puesto su foco en nuestro país, como las eléctricas (Colbún y Gener), que prevén la construcción de diversas centrales. Las navieras (Urenda y Sudamericana de Vapores) anuncian importantes compras de naves, y Latam hace otro tanto respecto de la compra de nuevos aviones. Las forestales, por su parte, también anticipan fuertes inversiones -CMPC tiene proyectada una inversión de casi mil millones de dólares, y Arauco otra también cuantiosa-.


Este cuadro general muestra un gran dinamismo de las empresas chilenas y una notoria propensión a destinar recursos a nuevos proyectos en países vecinos. Esto es especialmente significativo en el caso de Perú, Colombia y Brasil, lo cual no es sorpresivo. Es de tener presente que según el último informe de la Unctad, las inversiones de empresas chilenas en el exterior fueron las mayores de la región, ascendiendo en 2012 a cerca de diez mil millones de dólares y superando incluso a Brasil.


El proceso de internacionalización de las compañías nacionales lleva ya más de una década, y las dimensiones que ha cobrado en el último tiempo son de magnitud. Esto es ciertamente muy positivo, ya que da cuenta de que los empresarios chilenos aprenden cada vez más cómo adaptarse a un mundo global y competitivo. En muchos casos, además han sido capaces de exportar know-how al resto del continente, lo cual favorece a la región y también a las propias empresas, y, por ende, a nuestro país, ya que al ser Chile un país pequeño, es habitual que sus mercados se hagan estrechos.


Sin perjuicio de lo anterior, y pese al dinamismo que muestran muchas compañías, es evidente que la economía chilena se ha ido ralentizando en el último año. Por ejemplo, la Cámara de la Construcción ha dado cuenta de una disminución del crecimiento tanto en la edificación de viviendas como en el desarrollo de obras de infraestructura. Por su parte, la Corporación de Bienes de Capital calcula en casi 34 mil millones de dólares la paralización de inversiones en la industria minera y eléctrica, y otro tanto con serios grados de atrasos, tanto por los vaivenes de la economía mundial como por las dificultades Judiciales y administrativas para aprobar ciertos proyectos.


Es de tener presente que la inversión es muy sensible a un conjunto de factores no solo económicos, sino también políticos. Al respecto, si bien según las encuestas de expectativas empresariales no se aprecia un cambio significativo tras la reciente elección Presidencial, será necesario estar atentos a si la discusión en los próximos meses de múltiples temas que afectan a las empresas pueda terminar afectando la inversión de ella y, por tanto, al crecimiento del país.


Rotulado de alimentos e información.


El primer centenario de la Independencia encontró a Chile con una de las tasas de desnutrición infantil más altas del mundo. La mortalidad hacia 1910 bordeaba los 400 por cada mil niños nacidos. El importante esfuerzo de destacados médicos, académicos y autoridades permitió superar este problema, aplicando innovadoras políticas públicas.


Probablemente esos promotores de la nutrición infantil nunca imaginaron que 100 años más tarde Chile se ubicaría en la vereda opuesta, como uno de los tres países con mayor prevalencia en sobrepeso infantil. Frente a ello, nuevamente el Estado ha debido responder con políticas públicas que avancen en la promoción de una mejor alimentación, siendo la Ley de rotulado de alimentos su más reciente expresión.


La iniciativa busca alertar a los consumidores sobre los riesgos asociados al ingerir determinados alimentos envasados, aunque la exclusión en el reglamento de algunos de alto consumo infantil, así como de aquellos que se venden en restaurantes o puestos en la vía pública constituye una señal confusa para los consumidores y hasta una competencia desleal para la industria.


Todo alimento consumido en exceso puede ser motivo de riesgo para la salud, tal como lo han planteado las propias empresas comercializadoras de estos productos, al sugerir en sus envases las dosis recomendables de consumo, como ocurre con el caso de los cereales. Tampoco las prohibiciones refrendadas por Contraloría a la publicidad en envases parecen del todo correctas, por cuanto se limita el derecho que tienen las empresas a promover y comunicar las ventajas de sus productos.


La información es fundamental para la adecuada toma de decisiones por parte de los consumidores. En ese sentido, la normativa entrega elementos adicionales de utilidad para el cliente. Sin embargo, no puede considerarse como pilar de una política de alimentación, materia en la cual juega un rol mucho más importante la educación de los consumidores.


Correspondencia para meditar.


Señor Director:


Democracia Cristiana y partido comunista.


Es evidente que un importante sector de la DC, encabezado por Gutenberg Martínez e Ignacio Walker, tiene serias reservas respecto de la inclusión del Partido Comunista en el próximo Gabinete. A pesar de ello, cada día es más claro que Michelle Bachelet sí los convocará a su equipo Ministerial.


La objeción al PC por parte de los aludidos se refiere al doble estándar comunista respecto de los derechos humanos y su situación en Cuba.


A su vez, los defensores del PC chileno los quieren en el Gabinete y los declaran “evolucionados”, obviando su clara posición en cuanto a la tiranía cubana. “Fidel es la luz y la esperanza para Chile”, declaraba hace poco la Diputada comunista electa, Camila Vallejo.


Por su parte, la directiva comunista criolla enviaba sentidas condolencias a la dictadura de Corea del Norte con motivo del fallecimiento del padre del actual tirano coreano Kim Jong Un, quien ha debutado en su mandato con la ejecución de su propio tío, producto de un juicio express emulando el añejo ejemplo de Joseph Stalin y sus famosas purgas en la antigua Unión Soviética.


Lo anterior y mucho más deja en evidencia la dualidad de criterios a este respecto que existe dentro de la Democracia Cristiana. A pesar de ello, pareciera que Walker, Martínez, el mismo Orrego y quienes comparten esta línea dentro de la DC, tienen una inmejorable oportunidad para demostrar su consecuencia y desde el interior de un futuro Gobierno exigir a la próxima Cancillería una posición clara e intransable respecto de los derechos humanos en las dictaduras comunistas que aún subsisten.


Miguel Huerta Marín.

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Letra Marcha: Soldados del 73

Letra Marcha Soldados del 73

Autor: Rosabella Liniers
Compositor Gianfranco



Son hermanos los Infantes,
todas las armas y soldados del ayer
Carabineros, Marinos y Aviadores
Combatientes del 73.

Un sólo cuerpo, un sólo corazón,
noble misión, proteger a la Nación,
la frente en alto saliendo del cuartel,
los soldados del 73.

Ya dió la orden mi General,
para vencer tenemos que luchar,
no ha sido arriada jamás nuestra bandera,
orgullo eterno de nuestra libertad.

En el recuento se hace el silencio,
por los heridos, los caídos que no están,
lo lamento mi Capitán,
mi Sargento no le puede contestar.

La Patria es libre, llegó la paz,
en el desierto, el cielo, azul el mar,
ya nuestros hombres cantan victoria
Combatientes del 73

Ya dió la orden mi General,
para vencer tenemos que luchar,
no ha sido arriada jamás nuestra bandera,
orgullo eterno de nuestra libertad.

Piñera anuncia propuesta de reformas educacional y tributaria, gentileza EMOL

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