Líderes políticos. ¿Dónde están las convicciones?,
por Álvaro Góngora.
Se ha reclamado desde distintos ámbitos la
falta de líderes políticos, sobre todo jóvenes. Para muchos el país padece una
crisis en este sentido. Conste que, de no haber existido la figura y
disposición de Michelle Bachelet, la izquierda no estaría frotándose las manos.
En la actualidad el liderazgo político es una exigencia mundial, aunque no es
nuevo. Biografías sobre la trayectoria de grandes personalidades políticas son
prueba de ello.
La historia republicana de Chile puede exhibir
varios. Indiscutiblemente Diego Portales fue el hombre más influyente de su
época y creó las condiciones para configurar un modo de organización política
estable. Su imagen gravitante llega hasta nuestros días. Otros de similar
envergadura y en circunstancias igualmente trascendentes fueron Arturo
Alessandri y Carlos Ibáñez. Siendo rivales pero con proyectos parecidos, aunque
por vías distintas, pudieron conducir al país a su modernización.
Durante la segunda mitad del siglo XX también
los hubo, aunque es factible diferenciar su magnitud y rasgos específicos.
Jorge Alessandri, de la derecha, lo fue sin ser hombre de partido. En cambio,
Eduardo Frei fue el motor del suyo y copó el centro político mientras vivió, en
tanto que Salvador Allende mantuvo el liderazgo de la izquierda por décadas,
pero con la Unidad Popular fracasó. Nunca pudo cohesionarla.
No es posible seguir el recuento. Son ejemplos
de liderazgos innatos, personalidades que portaban dotes singulares. De
ideales, hombres de acción, realizadores, grandes administradores, excelente
oratoria, un cierto carisma. Para el contexto en que se desenvolvieron fueron
líderes apropiados. Sin embargo, las sociedades de masas demandan mayores
cualidades, debiendo responder a un perfil claramente más diverso.
Es un fenómeno que actualmente se analiza en
países desarrollados, por sectores. En Chile ha sido una preocupación más
propia del mundo de la empresa, y hace muy poco se publicó el interesante libro
"Rectores líderes", de Roberto Vega. Pero el liderazgo propiamente
político se ha ignorado, no obstante ser tan importante de cara al futuro.
Los estudiosos mundiales establecen como punto
de partida contar con un potencial individual y una posición de poder que
otorgue posibilidades de actuación al eventual líder, aunque por sí mismos son
atributos completamente insuficientes. Es preciso un pensamiento propio,
elaborado además en equipo, desde donde surja una interpretación de la
realidad, una visión sustentada en valores o principios, objetivos, una
estrategia, diseñando una agenda de acciones políticas. En esa dirección el
líder se movilizará, y lo hará con sus seguidores. Así, el liderazgo puede
entenderse como proceso.
Por tanto, es posible aprenderlo, desarrollando
cualidades fundamentales para los tiempos que corren, como el vigor,
ecuanimidad para considerar situaciones, saber asumir riesgos, resolver
problemas y tomar decisiones con resolución. No descuidar las habilidades
comunicativas para darse a entender con facilidad, transmitir emociones,
asombrar por la afectividad. Ser de actitudes auténticamente confiables,
cercano a los seguidores, sin hacer notar las diferencias objetivas existentes.
Hay partidos que casi no tenían figuración y resolvieron
educar a sus cuadros juveniles y han obtenido resultados electorales
satisfactorios y dirigencias gremiales, mientras otros han sufrido mermas o
pareciera van en retirada. Sin duda, la derecha y el centro tienen tarea por
delante. En ninguna competencia es digno "regalar la cancha". Pero,
ante todo, es primordial fortalecer las convicciones. ¿O estas ya no existen,
se diluyeron o son transables?
Celebrar en familia,
por Luis Eugenio Silva.
El recuerdo de la fiesta de la Navidad es
familiar, pues el creyente recuerda el misterioso paso que la Divinidad dio, si
se puede decir así, ya que en el hombre Jesús, por la Encarnación, se unieron
el cielo y la Tierra. Así, esa realidad misteriosa, que gozosamente festeja la
fe, inauguró la familia de Dios con los hombres.
Pero se vienen el fin del año y el inicio del
que vendrá, y aunque el cómputo del tiempo sea una realidad irreal, dado que
todo es un continuo, la esperanza surge en los corazones y se espera que lo que
ha de venir, lo que haya de ocurrir, sea mejor que lo que se ha vivido. Esta
fecha nos permite reflexionar en el misterioso tiempo, del que Agustín de
Hipona decía: “Sé lo que es en mi interior, pero no sé cómo explicarlo a los
demás”.
¿Nacieron el tiempo y el espacio con el Big
Bang? ¿Son ellos una categoría de la mente? ¿Qué son en realidad? Que los
físicos y astrofísicos lo descubran, pero el tiempo es una realidad fantástica
que permite crecer y a la vez decrecer, en el constante trabajo de los seres
por vivir. Muchas han sido las respuestas que los filósofos han dado al tiempo,
y que en estas breves líneas no es posible siquiera reseñar.
Los antiguos —con toda la inteligencia
prodigiosa del genio griego, iniciador de la filosofía que valoraba la razón
por sobre todo— vieron al tiempo en lo que se podría decir un eterno retorno,
con lo que la existencia humana estaba condenada a un eterno volver y volver,
hasta acabarse, disolviéndose en un inseguro más allá, si es que lo había. Sus
mitos trataron de explicitarlo, pero no lo consiguieron. Es muy extraño que el
pensamiento helénico no haya concebido en sus filosofías el concepto de
creación, tal vez porque es más religioso que racional.
Sería el genio judío el que vislumbraría,
partiendo de su historia, que el tiempo tenía un sentido, como lo tenía su
misma historia. Así, la realidad transcurriría entre la creación y la
consumación de los tiempos.
El
pensamiento religioso filosófico cristiano completó el sentido del tiempo, ya
que desde la creación y con Jesús, que anunció el advenimiento de Dios en la
Tierra, todo se encaminaría hacia el fin glorioso, donde el mismo Dios sería la
respuesta a todas las preguntas de la Humanidad.
La doble realidad temporal, que avanza y
permite crecer, y que a la vez va corroyendo, para el que cree, deja de tener
un sentido terrorífico, ya que lo que se espera es la plenitud. Por ello,
celebrar un año nuevo es motivo de alegría y esperanza, y los festejos no sólo
son legítimos, sino que además necesarios.
La melancolía embarga el corazón, ya que se ve
desgranado un año, y sobre lo que se vivió, amó y creó ya no se tiene poder
para cambiarlo, y ha quedado para siempre, como la memoria nos lo recuerda, de
modo que pensar en rehacerlo o cambiarlo es imposible. El remordimiento también
aparece, ya que lo que fue negativo tampoco lo podemos cambiar, ni disolver los
pecados cometidos.
Pero, por otra parte, la esperanza y la alegría
vuelven a embargar los corazones, ya que se está ante una posibilidad nueva
para cambiar, mejorar, enmendar y vivir mejor. La confianza natural y la fe
sobrenatural se hermanan y se apuesta por que el año que ha de iniciarse será
mejor. Por ello, es muy bueno celebrar con la familia y los amigos, ya que se
tienen 365 días para ser mejores, trabajando, viviendo, amando y creando un
mundo mejor.
La derecha ante la historia
por Hugo Herrera.
Ante el infeliz resultado de la derecha en las elecciones,
han florecido los diagnósticos. Se indica que el problema de ese sector se
hallaría en su atávico conservadurismo y en su incapacidad de asumir con mayor
nitidez ideas liberales. Hay quien plantea, en cambio, que el problema no es de
principios, sino de sintonía con los electores o de liderazgo. Pienso que ni
una ni otra explicación alcanza a tocar el fondo de la cuestión.
A la derecha actual no solo le falta liderazgo
ni es simplemente que algunas de sus ideas estén obsoletas y a otras se les
haya sacado poco brillo. Además, ocurre que ella carece de un conjunto lo
suficientemente complejo de nociones específicamente políticas. Por eso, puesta
a Gobernar, lo hace con la eficiencia y pulcritud de un buen gerente, pero sin
encanto. Cuando le entregan el Estado no sabe muy bien qué hacer con él, más
allá de sumar medidas particulares. Por eso, también, sus liderazgos son flor
de un día, sin el piso firme de ideas poderosas.
El problema al que me estoy refiriendo puede no
resultar manifiesto a primera vista (aunque los más lúcidos en la derecha
apuntan en su dirección cuando hablan de la falta de discurso). Pero él aparece
claro cuando se dirige la mirada al pasado. No siempre la derecha fue como hoy.
Hubo un tiempo en el que en ese sector había
una vinculación estrecha entre acción y pensamiento político. Un tiempo en el
que los intelectuales de la derecha participaban en política y los políticos de
derecha eran ilustrados por la filosofía política. La escisión que vivimos hoy
es un asunto nuevo. Probablemente sea desde los setenta que la derecha empezó a
renunciar a un pensamiento específicamente político y se conformó con el
discurso económico de cierta escuela. Como decía un profesor mío: está bien
hablar de economía, pero no todo es economía. La muerte de Jaime Guzmán vino a
intensificar este proceso.
A comienzos y mediados del siglo veinte, la
derecha contó con pensadores de la talla de Mario Góngora, Francisco Antonio
Encina y Alberto Edwards. Los tres participaron activamente en política.
Góngora fue, quizás, el más distante de la acción, pero así y todo, dirigió la
revista Lircay, se dice que influyó en la Declaración de Principios del Gobierno
Militar y escribió, en pleno auge del discurso economicista, su ensayo
histórico sobre la noción de Estado en Chile, precisamente para reparar en la
importancia de un pensamiento lúcido sobre la significación del Estado en la
vida de la nación. Encina, autor de "Nuestra inferioridad económica"
y de una monumental "Historia de Chile", fue Diputado y fundador de
un partido. Edwards, la egregia pluma tras "La fronda aristocrática en
Chile", fue Parlamentario y Ministro en varias ocasiones.
Si vamos más atrás, encontramos a Abdón
Cifuentes, Ministro y Parlamentario, fundador de la Universidad Católica,
profesor de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Chile. A Zorobabel
Rodríguez, Diputado conservador, poeta y ensayista, fundador de la Academia
Chilena de la Lengua y profesor de Economía Política en la Universidad de
Chile. Antes todavía, a Antonio Varas, el Ministro de Montt, impulsor de la
Sociedad Literaria de 1842, profesor en la Facultad de Filosofía de la
Universidad de Chile y en el Instituto Nacional, del que llegó a ser su rector
(al igual que el propio Montt).
Los ejemplos podrían seguir. Los citados,
empero, bastan para sustentar lo que quiero sugerir, a saber, que el hecho de
contar con un pensamiento de lo político y del Estado fue lo que le permitió a
la derecha mantener un peso irreprimible durante los dos siglos pasados. Sus lazos
con grupos económicos eran tan estrechos como hoy, pero además ella poseía un
carácter irreductiblemente político, precisamente gracias a la existencia de
una raigambre fuerte de sus acciones en un pensamiento de lo político. La
derecha del pasado se desenvolvía con soltura en el Estado y era consciente no
solo de su papel de gestor, sino de su carácter profundo o simbólico,
estabilizador y transformador.
Ese cruce de filosofía o pensamiento y acción
es el que se halla en crisis hoy. Ahí está el fondo del problema de nuestra
derecha. Que ella recupere peso político no dependerá solo de partidos nuevos,
de cambiar de lema o pulir los que tiene, ni de encontrar a un novel líder.
Algunas de esas acciones son necesarias, pero no servirán si falta lo
fundamental: coordinar su acción según un pensamiento político denso, a la
altura del momento actual.
El mensaje navideño del Papa Francisco.
Como es tradición el día de Navidad, la cabeza
de la Iglesia Católica entregó ayer su mensaje urbi et orbi desde el balcón de
la Basílica de San Pedro, en Roma. El del Papa Francisco fue un llamado a la
paz parecido, en los valores esenciales que lo inspiraron, al de muchos de sus
antecesores, pero a la vez renovado tanto por la figura de quien hoy está
ocupando el sitial vaticano, como por el momento en que le ha tocado asumir el
liderazgo de la Iglesia.
El primer Papa latinoamericano ha generado
entre los fieles católicos, especialmente entre los jóvenes, un entusiasmo que
trasciende con creces la novedad de su origen. Algunos han llegado a hablar de
una “Papamanía” para describir el sentimiento que inspira Francisco con su
estilo llano de hablar y de abordar asuntos potencialmente espinosos, y con su
manifiesto afán por acercar la Iglesia a la gente en formas concretas y
palpables, como se ha visto en distintos modos a lo largo de sus escasos nueve
meses en el cargo. El Pontífice hace gala no solamente de una gran energía en
el ejercicio de su complejo ministerio, sino también de una profunda fe en que
los valores católicos —la caridad, la misericordia y la humildad, entre otros—
siguen teniendo plena vigencia en el mundo moderno, y más aún, que es
precisamente en estos tiempos cuando adquieren más relevancia y son más
necesarios, incluso más allá de las fronteras de la Iglesia. Esto lo ha dotado
en poco tiempo de un ascendiente moral que puede llegar a ser una poderosa
fuerza de cambio y renovación en una institución que necesita de ambas, pero
sin que ello signifique —muy por el contrario— diluir las convicciones
católicas en aras de una mal entendida mayor sintonía con la época.
Lo anterior cobra especial relevancia a la luz
de las circunstancias en que Francisco asumió el Papado. Por un lado, la
renuncia de su antecesor, Benedicto XVI, fue un evento no visto en siglos que
sin duda conmovió a la Iglesia, que tuvo partidarios y detractores, y que
generó sentimientos encontrados en muchos católicos. Pero fueron sobre todo los
escándalos sexuales al interior de la Iglesia develados en años recientes los
que marcaron en buena medida su llegada a Roma, como antes había ocurrido con
Benedicto, quien impulsó drásticas medidas para hacerles frente, tanto en el
reconocimiento de la responsabilidad de la Iglesia por no haber protegido mejor
a las víctimas de abusos (incluso cuando las denuncias eran muchas y bien
fundamentadas) y en múltiples peticiones de perdón, como en la creación de
instancias para sancionar y ayudar a prevenir situaciones de esa índole.
Francisco ha mostrado la misma disposición a
reconocer y castigar los abusos cometidos por sacerdotes, y a terminar con el
manto de silencio que ocultó el problema durante décadas. Pero a eso ha sumado
la determinación de introducir reformas en la Curia y en las estructuras de
poder al interior de la cúpula de la Iglesia, en consonancia con sus esfuerzos
por infundir nuevos aires a una institución notoriamente refractaria al cambio.
Todo lo anterior transmite nueva vigencia y vitalidad
a un mensaje Papal navideño centrado en la necesidad de que la paz en el mundo
“no sea de fachada”, sino el resultado —arduo, pero fructífero— del “compromiso
cotidiano”, casi “artesanal”, por alcanzarla. Ese es un llamado que trasciende
a los católicos y que puede resonar en personas de otras creencias alrededor
del mundo, especialmente en aquellos con poder e influencia para afectar las
vidas de millones de seres humanos, no sólo desde los puestos de gobierno, sino
también desde el mundo de las empresas, las organizaciones sociales, las
iglesias, los partidos políticos y los movimientos ciudadanos.
El mensaje de Francisco al mundo es que las
palabras en favor de la paz son necesarias y bienvenidas, pero que la verdadera
paz sólo se construye desde la convicción.
Debate en torno al aborto.
Uno de los temas que suscitan importantes
discrepancias en el interior de la Nueva Mayoría es la idea de introducir
cambios a la actual Legislación en materia de aborto, asunto respecto del cual
subsisten muy encontradas visiones en esa coalición. Pese a tales diferencias,
el programa de Gobierno de la Presidente electa plantea su despenalización en
tres casos: cuando la continuación del embarazo suponga un peligro para la vida
de la madre, cuando sea producto de una violación, o cuando exista inviabilidad
del feto.
El debate y los desacuerdos en Chile en
relación a este tema no son una excepción respecto de la realidad
internacional. En todo el mundo el aborto ha sido y es materia de alta
controversia, pues afecta y enfrenta posiciones básicas en torno a principios
tan fundamentales como el derecho a la vida y la autonomía individual. De allí
la necesidad de abordar esta discusión de manera amplia, sopesando los valores
en juego, con respeto a las posiciones diferentes y considerando en profundidad
sus implicancias para la sociedad.
Elocuente resulta el caso de España, donde el
Consejo de Ministros recientemente ha aprobado impulsar una serie de reformas a
la actual Legislación (promulgada en 2010 por el Gobierno socialista de
Rodríguez Zapatero), con el objetivo de aumentar las restricciones al aborto,
limitando esta práctica a los casos de violación, existencia de un daño
importante y duradero para la salud física o psíquica de la madre, o cuando la
vida de esta corre peligro. La propuesta establece nuevos plazos para practicar
el aborto y aumenta las exigencias relativas a los informes médicos que lo
recomienden; incorpora el derecho de objeción de conciencia para los doctores,
y prohíbe a las clínicas que practican abortos hacer publicidad de sus
servicios. Asimismo, se plantea prolongar el período de reflexión de la madre
para definir su opción y, en el caso de menores, para exigir la participación
de los padres en el proceso de toma de decisiones. El Ministro de Justicia
español ha declarado que esta reforma responde a un compromiso adquirido en
campaña -el programa de Gobierno de Mariano Rajoy lo incluía-, y apunta también
a establecer una Legislación coherente con la Convención de la ONU sobre los
Derechos de las Personas con Discapacidad, pues calificar como causal de aborto
las malformaciones físicas del feto podría interpretarse como una posible
discriminación hacia dichas personas.
También en nuestro país este tema estuvo
presente en la reciente contienda electoral y lo estará en la agenda pública
venidera. Los datos que entrega la Encuesta Bicentenario 2013 indican que la
gran mayoría de la población se opone al aborto como un derecho reproductivo de
la mujer -es decir, sin expresión de causa-, o a su práctica por razones
económicas relacionadas con la dificultad de manutención del hijo por nacer.
Sin embargo, se observa en los últimos años un aumento de quienes lo aprueban
bajo ciertas circunstancias, como en caso de violación o cuando la vida de la
madre corre peligro. En cambio, solo el 30% de los encuestados apoya la
posibilidad de interrumpir el embarazo debido a la malformación física del
niño.
La larga polémica en torno al aborto obliga a
confrontar posiciones de manera abierta y prudente, pues en este tema confluyen
diversos principios y un derecho humano tan básico como la vida, fuertemente
garantizado por nuestra Constitución. La experiencia internacional muestra que
cualquier iniciativa sobre esta materia debe hacerse cargo y respetar las
diversas visiones que conforman el tejido social. Al mismo tiempo, es
importante sustentar la discusión en información certera y no en equívocos,
como los que se originan cuando se pretende justificar un cambio Legislativo a
partir de situaciones que están ya resueltas por la normativa vigente.
Nueva polémica por Hospital del Salvador.
Un nuevo conflicto entre el Gobierno y el Municipio
de Providencia amenaza con seguir retrasando la construcción del Hospital
Salvador-Geriátrico, recinto que -siguiendo la modalidad de concesiones- se
proyecta levantar en el paño norte de los terrenos que hoy ocupa el antiguo
Hospital del Salvador. La corporación Edilicia rechazó la semana pasada el
"Estudio de impacto al sistema de transporte urbano" presentado por
el Ministerio de Obras Públicas, objetando el plan de construir 1.700
estacionamientos para dicho recinto, pues supuestamente eso produciría "un
caos vial".
La licitación del proyecto está prevista para
enero, pero las obras no podrían iniciarse sin contar con los permisos
correspondientes. Aún más, siendo la operación de los estacionamientos una de
las fuentes de financiamiento para los privados que se adjudiquen la concesión,
la incertidumbre al respecto hace todavía más problemático todo el proceso.
La necesidad del nuevo hospital está fuera de
dudas. La primera piedra del actual recinto fue colocada hace 142 años y su
diseño corresponde a necesidades y a un contexto sanitario muy distintos de los
actuales. En esas condiciones, debe atender anualmente 200 mil consultas,
18.500 hospitalizaciones y 15 mil cirugías al año, siendo además un centro de
referencia nacional en áreas oftalmológicas y en trasplantes, por lo que su
mejoramiento implica un beneficio que trasciende al sector oriente de Santiago,
donde se ubica. Objeto de sucesivas postergaciones desde la década pasada -en
parte debido a diferencias ideológicas dentro de la Concertación respecto de la
idea de concesionar-, al ser retomado por el actual Gobierno ya enfrentó hace
unos meses diferencias con el Municipio a propósito de su diseño (se le exigió
la conservación de un parque interior).
Ahora, además de pedir reducir los
estacionamientos, se cuestiona el acceso por calle Salvador. Esto ha suscitado
la molestia del MOP, que ha denunciado "un afán incomprensible" de la
Municipalidad por obstaculizar la obra, lo que atribuye a la referida objeción
ideológica contra las concesiones en salud. Las autoridades Comunales han
negado tal acusación y fundamentan su postura en la necesidad de prevenir un
eventual colapso del tránsito en la zona. En los hechos, sus exigencias
retrasan la concreción de un proyecto necesario. Tampoco parece razonable
exigir que el nuevo recinto mantenga el mismo número de estacionamientos del
actual, del todo insuficiente -basta un recorrido por las abarrotadas calles
del sector para constatarlo-, con la consecuente incomodidad para quienes
llegan a atenderse.
Siendo legítimo el interés del Municipio por
anticipar los eventuales problemas viales para la Comuna, el sentido común
indica que, con una cuota de flexibilidad en ambas partes, debiera poder
lograrse una solución que mitigue las externalidades, sin seguir postergando
una obra necesaria.
Chile ante la reducción de estímulos monetarios en
EE.UU.
Entre las consecuencias de la crisis financiera
de 2008-2009 se cuenta la enorme restricción de liquidez que afectó a las más diversas
economías. Los Gobiernos, y en particular los bancos centrales, reaccionaron
inyectando estímulos monetarios sin precedentes. La menos convencional de las
políticas fue el programa conocido como flexibilización cuantitativa (
quantitative easing ). La Reserva Federal de Estados Unidos llevó adelante la arremetida
más ambiciosa, si bien no fue la única autoridad monetaria que siguió ese
camino. En días recientes, su Presidente saliente, Ben Bernanke, anunció un
retiro gradual del estímulo. Este contemplaba la compra por el instituto emisor
estadounidense de bonos del Tesoro y valores respaldados por hipotecas por un
total mensual de 85 mil millones de dólares. A partir de enero, las compras se
reducirán en 10 mil millones de dólares.
El retiro de los estímulos es para EE.UU. una
buena noticia, pues indica una recuperación de la actividad productiva. Los
inversionistas entendieron el anuncio como una confirmación de que el país se
está recuperando con solidez, y 2014 será un buen año. Diversos indicadores
económicos parecen avalar esta percepción, y el propio Bernanke manifestó que
el programa podría terminar hacia fines de 2014. La Reserva Federal, además, se
comprometió a mantener bajas las tasas de interés de política monetaria. Se
busca evitar así un incremento rápido de las tasas de mercado, como respuesta a
la menor liquidez.
En lo inmediato, el anuncio ha fortalecido al
dólar, algo que los mercados ya habían estado adelantando en las semanas
previas. En este escenario, es difícil pensar que los precios de los
commodities, como el cobre, puedan tener una trayectoria ascendente. Quizás el
mayor problema se refleje en economías emergentes, como Turquía, Indonesia e
India (y, en menor medida, Brasil), con importantes déficits en cuenta
corriente, que serán más difíciles de financiar. Las complejidades que puedan
surgir en esas economías podrían producir algún efecto contagio, aunque es un
escenario de baja probabilidad.
Chile se encuentra en un muy buen pie para
enfrentar una situación de menor liquidez en los mercados internacionales. Su
déficit en cuenta corriente es moderado y existe una sólida posición Fiscal. Es
inevitable que sufra algunos efectos negativos, a resultas de términos de
intercambio menos favorables, y un aumento en los costos de financiamiento. Las
empresas chilenas, como consecuencia de fuertes programas de inversiones
desarrollados en los últimos años, presentan niveles de endeudamiento que, sin
ser preocupantes, resultan altos. Los proyectos adicionales tendrán que
financiarse a costos mayores, por la menor liquidez que significa la acción de
la Reserva Federal, y porque los financistas tenderán a exigir, en promedio,
mayores premios por financiamientos adicionales.
Este escenario no puede ser ignorado en el
diseño de la política tributaria que está pensando el nuevo Gobierno. La ampliación
de la base tributaria para las personas -derogación del FUT- reduce los
recursos disponibles para que las empresas puedan ahorrar e invertir. Esto se
haría precisamente en un momento en que el acceso a financiamientos
alternativos se estaría encareciendo. Tal consideración no debe entenderse como
un argumento para intentar frenar la reforma tributaria, pero sí constituye un
llamado a perseverar en una política que proteja los recursos utilizados por
las empresas para invertir. Si se teme que parte de los dineros del FUT se
destinan a consumo, la lógica dicta que deben clausurarse esas filtraciones,
pero no reducir el financiamiento para la inversión.
Cartas para la meditación.
Señor Director:
Diferencias con PC.
En relación con el artículo publicado el lunes
en su diario, donde el senador y presidente de la DC, Ignacio Walker, sostiene:
“Existen diferencias con el PC, pero hay un bien superior: cumplir el programa
de Bachelet”, debemos preguntarnos: ¿El fin justifica los medios? ¿Puedo
transar con mis principios?
Oscar Riffo.
Señor Director:
Consumismo desatado.
Se nota que la economía del país y los
bolsillos de los chilenos están en su máximo esplendor. Estos días recientes
varios productos estaban sin stock en las tiendas y malls del país.
Se ve un apetito de consumir por consumir;
individuos que a toda costa buscan saciar sus carencias con el materialismo que
se ha instaurado como símbolo de estas fechas.
Pero ¿qué ha sucedido con ese místico, anhelado
y venerable pesebre, símbolo de la Navidad, amor y esperanza, que hace unos
años era infaltable en los centros comerciales y hogares chilenos?
Francisco Abarca Tuzzini.
Señor Director:
Equivocaciones.
Se equivocaron la mitad de sus vidas creyendo a
pie juntillas en el paraíso socialista. Se equivocaron, garrafalmente. Se
equivocaron en Chile cuando quisieron avanzar sin transar con violencia. Se
equivocaron, trágicamente. Se equivocaron en el gobierno, con sobresueldos y
jarrones. Se equivocaron en forma grotesca con el Transantiago y el tsunami. Se
equivocaron, se equivocaron.
En consecuencia, solo pido humildad a quienes
han recibido tan palmario mandato ciudadano. Que antes de llevar a cabo
cualquier política de profunda reforma, reflexionen: ¡Chitas que nos hemos
equivocado!
Gabriel Guiloff.