El debate que no fue,
por Sergio Melnick.
Terminó el «encuentro» radial, porque debate
realmente no fue.
Más allá de los pequeños incidentes específicos
que pudo haber, lo relevante desde el punto de vista electoral, es la sensación
térmica que queda, al menos para mí.
Nadie puede dudar que trato de escuchar a
Matthei con simpatía y que he sido especialmente crítico de Bachelet. Pero debo
decir con franqueza que, en la lógica electoral, este fue un triunfo categórico
de Bachelet. Ello se debe no a las cosas que dijo, que fue una vez más un
refrito de las mismas generalidades que dice siempre, sino que a las
expectativas que se tenían de la performance de Matthei y la posibilidad tan
largamente buscada de enfrentarse cara a cara con su adversaria. Se trataba de
debatir, de interpelar, de enfrentar con carácter e ideas. Era la primera gran
oportunidad para ver las diferencias, de carácter, de preparación, de ideas de
fondo, y simplemente no se aprovechó. El equipo de asesores de Matthei no
estuvo claro en la naturaleza del desafío.
Matthei, entonces, nunca entendió que debía
tomar riesgos muy fuertes, y salirse de la caja si quería una opción real a
ganar. No arriesgaba nada peor de lo que estaba con 25% en la primera vuelta.
Ella tenía la obligación de explotar decididamente las enormes debilidades de
Bachelet, además de sus propias fortalezas. No lo hizo. Peor aún, se fue al
terreno de su oponente. Por ello, el solo hecho de empatar, como es lo que
ocurrió, fue, en mi opinión, un triunfo claro de Bachelet, que sabemos no es
capaz de pasar más allá de los eslóganes y titulares que se ha aprendido muy
bien. Bachelet, aun eludiendo las preguntas sobre sus posiciones personales,
estuvo además muy asertiva, lo que no deja de ser una sorpresa positiva. Por
cierto se equivocó severamente en el tema de la ficha social, como ocurre con
todas las cosas concretas que no domina, o en el impacto económico de sus
medidas, o en no saber cómo se construye el presupuesto nacional. Pero esos
incidentes pasaron sin mayor problema. Mucho más problema fue para Matthei la
comparación con Merkel, particularmente por el trabajo que hizo el periodista
representando la dificultad de la analogía propuesta por Matthei, o no tener
claro el costo de su programa informado por su Jefe programático. Peor aún fue
no tener claro su principal argumento acerca de la redistribución de gasto para
financiar su programa, y no poder dar ejemplos, señalando que “si quieres te lo
mando”.
Me hubiese gustado que le preguntaran a
Bachelet, por ejemplo, que hará con la Universidad Católica y otras privadas
relevantes con su propuesta de gratuidad, o el impacto a las pymes del alza de
impuestos, o del fondo del cobre que ella dilapidó, o la Enap, la corrupción,
las promesas de su programa 2006, en fin. Me parece que a 10 días de la
elección, y este “debate”, queda ya muy poco por hacer.
No da lo mismo,
por Rolf Lüders.
Nuestra Presidente será una dama atractiva,
inteligente e hija de un General de la Fuerza Aérea. Además, las candidatas que se disputan el
cargo tienen un diagnóstico similar sobre los problemas económico-sociales
puntuales que nos aquejan. No obstante, en línea con sus respectivas visiones
de una sociedad ideal, proponen la utilización de instrumentos muy distintos
para resolverlos. Por ello, no dará lo mismo por quién votar el próximo domingo
15 y tampoco será inconsecuente el resultado.
Las políticas económicas aplicadas durante las
últimas cuatro décadas (economía social de mercado), le han permitido al país
recuperar una parte importante del significativo terreno perdido en 1910-1973
(creciente intervención directa del Estado en la economía) y colocarse a la
cabeza de la región en materia de PIB per cápita. Es más, en las últimas dos
décadas, el ingreso de los menos favorecidos ha crecido más rápidamente que
aquel de los sectores más acomodados.
Pero el país está ahora al debe en el acceso
equitativo a una buena educación, en atenciones de salud de calidad y en mejores
pensiones. La población también demanda -entre
otras cosas- un mejor transporte público, el combate a lo que siente son los
abusos de algunas empresas y una mayor atención a las Regiones. Ambas
candidaturas hacen suyas estas inquietudes, la mayoría de ellas atingentes a
las desigualdades existentes.
La Nueva Mayoría, en algunos casos, aborda
estos temas concretamente. De las soluciones propuestas -por ejemplo, en
materia de educación, tributación y pensiones, todas conocidas y ampliamente
debatidas- se desprende una nítida tendencia hacia una mayor y más directa
injerencia del Estado en los asuntos económico-sociales. Las soluciones a los
demás temas, de ser electa Bachelet, se definirán después de un debate en que
los resultados de la elección del domingo 15 serán influyentes y en que serán
protagonistas los partidarios del conglomerado. Lo serán aquellos que desean
transitar -como lo explicaba Karol Cariola en Tolerancia cero- hacia una
sociedad en que el Estado controla y asigna los recursos, en el marco de un
régimen político marxista, que podría no ser diferente al de Cuba o al de
Venezuela. Pero lo serán también aquellos que, como los autores de El otro
modelo, querrán modificar las actuales instituciones para ampliar el ámbito de
lo público, pero dentro de los límites de una economía social de mercado y de
una democracia representativa. ¿Cuál será el resultado del debate, dadas las
anteriores posiciones? No puede ser otra cosa que más Estado.
En cambio, de ser electa, Matthei recogerá la
demanda por mayor igualdad en sus diversas expresiones, pero lo hará dentro del
marco del actual esquema y, en donde sea posible, ampliando los grados de
libertad individual. Matthei, además, privilegiará una alta tasa de crecimiento
para aumentar el empleo de calidad y los salarios, especialmente de mujeres y
jóvenes. Esta es, hoy por hoy, la herramienta de mejoramiento e igualación de
ingresos más efectiva. En resumen, hay diferencias importantes en la forma más
probable en que Bachelet y Matthei encaren el Gobierno, por lo que -no se
equivoque- cada voto sí hará una gran diferencia.
Vivir en un país comunista,
por Rolando Stein.
Vi en un programa de la TV la entrevista que se
le hizo a la joven y combativa Diputado electa del PC Karol Cariola, quien finalizó
su intervención asegurando que desde la Cámara luchará por el regreso del
socialismo en Chile hasta la implantación del comunismo.
Sus palabras me hicieron revivir los tiempos en
que, como funcionario de carrera de la Cancillería chilena y con la misma edad
de la Diputado, pedí ser destinado a la Embajada de Chile en Rumania, país que
se encontraba ya bajo la tutela de Nicolae Ceaucescu, con un Partido Comunista
con el que Gobernó en exclusiva hasta 1990.
El comunismo en la época controlaba
prácticamente a un tercio del mundo y avanzaba a pasos gigantes, mientras las
democracias se batían en retirada. Las palabras de Nikita Khruschev de 1956,
“los enterraremos”, vaticinaban un futuro oscuro.
Profesionalmente, esos años fueron
apasionantes. Era el único funcionario de la misión y tuve la oportunidad de
contactar al propio Ceaucescu y a su equipo dirigente y Diplomático, con los
cuales visité diversas regiones de Rumania.
El país es precioso, su gente amable y
comunicativa, una isla latina dentro de un mar eslavo. La calidad de vida, a
pesar de los 25 años del régimen, era inferior a la chilena, si bien la
desigualdad de ingresos podía ser menor que la nuestra, tal vez porque la
pobreza era generalizada y la situación privilegiada de la pequeña burocracia
del partido único no la alteraba sustancialmente.
Los Senadores y Diputados chilenos llegaban con
frecuencia. Muchos alababan estas democracias populares, aunque otros —recuerdo
al Senador comunista Carlos Contreras Labarca en un paseo por el delta del
Danubio— observaban a los campesinos que vivían en cuevas a la orilla del río y
comentaban: “Los nuestros no aceptarían subsistir en condiciones tan
miserables”.
A pesar de las sombrías profecías de Khruschev,
para los que habitábamos allá la “dictadura del proletariado” no se veía tan
sólida. Podíamos palpar a diario sus debilidades: la principal, la falta de
libertad. No había otra opción política, ni posibilidades de moverse de una
ciudad a otra o salir del país. Hasta las máquinas de escribir debían
registrarse para evitar la difusión de panfletos contrarios al Gobierno. Las
huelgas o los desfiles de protesta no se permitían. La falta de entusiasmo
laboral se denunciaba: las fábricas exhibían listados con los operarios que
cumplían con su cuota laboral, contrastada con una lista de “displicentes”.
En cuanto a la literatura, solo había libros y
diarios extranjeros marxistas.
Era difícil para los rumanos entender que en
Chile hubiese manifestaciones contra el Gobierno, con toma de universidades,
llamados a huelgas o desórdenes en las calles, y que la prensa publicara en
primera página fotos y comentarios de estos hechos.
Lo que sí había en Rumania eran desfiles
masivos apoyando a sus líderes, comenzando con Ceaucescu y los demás miembros
del Comité Central. Había un control de los asistentes y amenazas en las
fuentes de trabajo para los que no participaban en estas marchas.
Respecto de la “solidaridad socialista
internacional”, la rivalidad de los miembros del Pacto de Varsovia no se
ocultaba. Afloraban las diferencias entre los países y todos ellos mostraban su
oposición y temor hacia la URSS.
Estas limitaciones a una libertad aplastada,
pero no muerta, se veían también en las otras “democracias populares”,
confirmando la realidad de un sistema donde comunismo y libertad eran
incompatibles.
Los intelectuales, los levantamientos en la
RDA, Polonia, Hungría, Checoslovaquia, el eurocomunismo propiciado por Enrico
Berlinguer o el libro de Andrei Amalrik “¿Sobrevivirá la URSS hasta 1984?”,
fueron algunas de las campanadas que vaticinaban el derrumbe del comunismo
totalitario.
El fin de los Ceaucescu terminó con su
fusilamiento el 25 de diciembre de 1989. Desde entonces los rumanos expulsaron
al Partido Comunista del poder, como ocurrió también en la gran mayoría de los Gobiernos
que recuperaron la democracia y se zafaron de esa ideología.
Los que alabaron a esas dictaduras, pero
mostraron una cruel indiferencia por la vida de millones de sus compatriotas,
viven hoy con sus conciencias perturbadas.
La profecía de Khruschev no se cumplió. La URSS
desapareció y los sistemas democráticos aumentaron sustancialmente. Chile lo es
—aunque Karla piense lo contrario— y esa libertad le permitió ser electa como Diputado
de oposición, lo que no habría ocurrido en un país marxista.
Hoy quedan apenas algunos dinosaurios
comunistas, varios utilizando la economía de mercado como el sistema más
eficiente para mejorar la calidad de vida de sus súbditos.
Cuando se democraticen, será el momento —como
se hizo en Chile— de honrar la memoria de esas víctimas y, en su honor, olvidar
a Lenin y a los demás seguidores de un modelo político que ya murió.
Efectos colaterales.
En la semana hubo, por cierto, noticias
vinculadas directamente a la segunda votación Presidencial, entre ellas los
intentos de convergencia entre la candidatura de Michelle Bachelet y los
votantes de ME-O y el apoyo a la ex Presidente de uno de sus competidores en la
primera vuelta, Alfredo Sfeir, aunque el partido en que él milita se abstuvo de
hacerlo. También el Senador Horvath (RN, pero Jefe del programa de Parisi) dio
a conocer una comparación que reconoce mayores concordancias con el programa de
la Nueva Mayoría que con el de Evelyn Matthei, y, al parecer, no hará campaña
por ésta.
Sin embargo, son más numerosos y sustanciales
los efectos que se derivan, a veces claramente y otras de manera indirecta, de
este período de elecciones y que pueden influir posterior a él. Es el mismo
caso de Horvath, en cuanto a su dudoso domicilio político posterior. O el del
debate que vendrá en la Alianza por las ausencias y matices en el apoyo a su
candidata de algunos personeros de RN. En la Nueva Mayoría ello se da, entre
otros aspectos, con la tesis del Senador Girardi de una obligatoriedad para los
Parlamentarios de su coalición de aprobar en un eventual Gobierno todas las
medidas basadas en el programa elaborado por el comando, aun en materias que
todavía no se han especificado. En este sentido, resulta significativo el
acuerdo de las Universidades Estatales (Cuech) que, sin estar vinculadas ellas
a la campaña opositora, formula demandas para el próximo Gobierno que a todas
luces parten de la base del apoyo a la educación pública en que se ha
insistido, pero va mucho más lejos en su visión Estatista de lo planteado
públicamente hasta ahora. También, en lo laboral, la CUT da su respaldo a
Bachelet, e insiste en las reformas al Código del Trabajo, mientras el PC
aguarda que pase la elección para definir si entraría a un eventual Gobierno de
la actual oposición.
El uso de las mayorías.
En tal sentido, el tema derivado de los
planteamientos hechos en la campaña que anunciaría mayores efectos posteriores
de la Nueva Mayoría es la posibilidad de un abandono del tradicional eje PS-DC
que promueve parte del PPD, en circunstancias de que el Presidente de la
Democracia Cristiana espera no sólo que perdure, sino lograr para su
colectividad un papel de “bisagra” en la obtención de acuerdos con al menos
parte de la Alianza, en lo que cuenta con el respaldo del líder socialista,
Osvaldo Andrade. Porque el fondo del problema estaría en otra afirmación del Senador
Girardi, que coincide con el Presidente del PPD en dejar en el pasado la
política de los acuerdos e imponer la fuerza de la “nueva mayoría” si sus
adversarios no aceptan sumarse a sus propuestas. Eso sí, el sector “laguista”
de esa colectividad, probablemente más cercano al pensamiento de Michelle
Bachelet, mantendría la opción por un amplio entendimiento.
El porvenir de la DC.
Tanto por lo anterior, como también por algunas
heridas de las campañas a la Presidencia y al Senado, y por las dudas acerca
del papel que jugará si triunfa Bachelet, una parte a lo menos de la Democracia
Cristiana advierte, como Sergio Micco, tensiones con el comando bacheletista, o
tiende a marcar límites y asegurar sus fueros. En el Consejo Nacional DC del
lunes hubo un serio análisis del proceso electoral y de la estrategia futura
para conservar influencia, y aunque no se comunicó un acuerdo al respecto, y
mientras algunos piensan ya en respaldar con todo el programa de la ex
Presidente y hasta definir el partido como de centroizquierda, otros procuran
robustecer la adhesión a los principios del humanismo cristiano y a una
posición de centro. En el debate del adelanto de la subvención escolar
preferencial para tercero y cuarto medios, el Diputado Matías Walker ha
reiterado su respaldo a la propuesta del Gobierno en su nuevo proyecto, aunque
a su colega Lorenzini, que compartía su criterio, le han surgido dudas por la
actitud del Ministerio de Educación en este asunto. Pero lo que marca más el
estado de ánimo de la DC, algo receloso y más autónomo, es la inesperada
declaración de la Senador Soledad Alvear, verdadero ícono falangista (y ya
antes rival de Bachelet por la candidatura de 2005), de que, si se le
ofreciera, no aceptaría participar en un próximo Gobierno.
El retiro de Longueira.
Otra noticia con consecuencias en este orden de
materias es el anuncio del ex candidato Presidencial de que, tras su
enfermedad, abandonará la carrera política y pasará al sector privado. Pese a
las comprensibles motivaciones de esa decisión y al intento del Presidente
Piñera —que continúa sumando adhesión, según la encuesta Adimark— de que la
reconsidere, es notorio su impacto, sobre todo en la UDI, donde ha ejercido un
poderoso liderazgo y le ha marcado un sello de acción social. Sus dirigentes
históricos coinciden en considerar que, a raíz de esto, ha llegado el momento
de una renovación interna que dé mayor cabida a las nuevas generaciones, lo que
—sumado al debate sobre el proceso electoral— seguramente se expresará en el Consejo
Directivo ampliado del 10 de enero y en la elección de la nueva directiva en el
mes de marzo, para la cual ya hay postulantes. Y aunque se trate de una
exagerada anticipación, cabe mencionar como un rebote colateral más del
ambiente electoral las aspiraciones para el 2017 del Senador Alberto Espina,
único integrante de la “patrulla juvenil” de RN que no ha sido hasta ahora
candidato Presidencial.
Crecimiento de la educación superior.
El año 2000 existían en Chile menos de 500 mil
estudiantes en la educación superior; este año 2013 el total ha superado el
millón cien mil alumnos. No es fácil encontrar otras actividades que hayan
tenido un crecimiento de tal magnitud en 13 años, ni muchos países que hayan
tenido un cambio educacional tan significativo, aunque algunos de nuestra
región han experimentado evoluciones similares. Este fenómeno corresponde al
paso de una educación superior elitista a otra masiva o universal, atravesando
todas las etapas intermedias. La transición educacional chilena ha sido rápida,
desde la que primaba en el país antes de 1980 hasta la actual, que cubre más
del 50% de los jóvenes en edad de cursar esos estudios.
Naturalmente, un crecimiento semejante no puede
darse sin que se produzcan discordancias e incongruencias de mayor o menor
grado. La información que proporciona el Consejo Nacional de Educación (Cned)
es muy cuantiosa y puede ser analizada desde diversos ángulos, pero al
examinarse las universidades, que constituyen casi el 60% de la educación
superior —el resto lo integran institutos profesionales y centros de formación
técnica—, se observa una gran expansión de los planteles privados y una menor
de los Estatales. Los primeros aumentan en cuatro años alrededor de 16% en su
planta de académicos, en tanto los Estatales solo lo hacen en 3%. Si se
consideran solo las universidades privadas acreditadas, las diferencias son aun
mayores. Algo similar ocurre con el número de metros cuadrados construidos, los
metros destinados a bibliotecas o el número de libros en estas. La mayor
absorción de nuevos alumnos —esto es, de aquellos cuyas familias nunca habían
tenido a algún miembro estudiando en la universidad— ha sido principalmente en
las privadas nuevas, y eso explica en parte su mayor expansión.
Pero cualquier análisis de los datos que
proporciona el Cned debe concluir que la oferta en Chile es muy variada, y
aunque la mayoría de quienes toman parte en la educación terciaria se llaman
universidades, las diferencias entre ellas son asombrosas. Las hay desde las
grandes y complejas, selectivas en la admisión de alumnos y dedicadas en buena
medida a la investigación de nuevos conocimientos, hasta las que solo aspiran a
un carácter docente que preparan a profesionales sin grandes ambiciones
intelectuales. Precisamente la diversidad de instituciones es una de las
ventajas del sistema chileno, pues puede atender tanto al joven que quiere
convertirse en filósofo o astrónomo, y también al que solo desea ser enfermero
o técnico en óptica.
Las universidades complejas chilenas han
obtenido buenas calificaciones en el nivel latinoamericano, quedando tres o
cuatro de ellas en los primeros 10 lugares en distintos rankings, lo que no es
poco si se considera que Chile no alcanza el 3% de la población regional. Entre
las demás, todas de corta existencia, algunas comienzan a desarrollar
investigación y claramente aspiran a convertirse en instituciones complejas, lo
que podría tardar varias décadas, como ha ocurrido en casi la totalidad de los
casos. Pero hay otras que cumplen con mayor o menor dignidad la tarea de educar
a números crecientes de profesionales, con el consiguiente efecto económico y
cambio en la situación laboral de sus egresados.
Pese a las discusiones sobre su financiamiento,
el sistema de educación superior parece haber respondido correctamente a la
demanda que se ha originado en el país. Cabe esperar que el futuro Gobierno
sepa administrar estas dificultades sin poner en peligro el conjunto del
sistema ni su dinamismo para adaptarse a las más variadas circunstancias.
Revisión completa de la misión de la ONU en Haití.
Una carta enviada hace un mes por el Presidente
del Senado haitiano a su par chileno, ha vuelto a poner en discusión la
conveniencia de continuar con la misión militar en el país caribeño. Dado que
ésta lleva casi 10 años en el terreno sin que se registren avances decisivos en
la institucionalización haitiana y que incluso en el último tiempo se advierte
un deterioro que puede terminar implicando a las tropas chilenas, resulta
conveniente promover la completa reestructuración de la misión de la ONU en
Haití, lo que debería incluir la salida definitiva de los efectivos nacionales
destacados en ese país.
La misiva, firmada por Simon Dieuseul Desras,
titular de la Cámara Alta haitiana, denuncia las irregularidades y la deriva
hacia el autoritarismo que sufre ese país bajo el Gobierno del Presidente
Michel Martelly. Luego de resultar electo, en 2011, éste no ha convocado a
elecciones locales ni Parlamentarias, ha retrasado la designación de Jueces y
ha conculcado derechos ciudadanos. Ante esta realidad y el peligro de que el Jefe
de Estado decida dar un autogolpe y disolver el Congreso, la carta solicita que
las tropas chilenas en ese país defiendan “al pueblo haitiano sediento de
democracia contra los excesos de un poder arbitrario y totalitario”. Se trata
de un requerimiento extemporáneo, tal como lo han hecho ver el Gobierno y el Presidente
del Senado chilenos. Las fuerzas nacionales están en Haití en virtud de un mandato
del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para mantener la paz y por
ningún motivo deben tomar partido por una facción interna.
Sin embargo, el hecho de que la carta haya sido
despachada y la realidad que describe, son evidencias del fracaso de la ONU por
construir en Haití instituciones que garanticen la mantención de la paz en esa
nación. Esto es muy frustrante, sobre todo si se considera que la Misión de
Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (Minustah) comenzó a operar en
terreno en 2004 y que ha recibido ingentes recursos para cumplir su labor.
Resulta preocupante que, pese a la presencia de la Minustah, las tensiones
entre el Parlamento y la Presidencia tengan a Haití sumido en una crisis que
puede terminar provocando violencia.
Ante los problemas que enfrenta la Minustah
para generar condiciones que den estabilidad a Haití y la obvia necesidad de
asistencia internacional que tiene ese país -el más pobre del Hemisferio
Occidental-, resulta recomendable que la ONU busque una solución amparada en el
concurso de potencias mayores, las cuales podrían aportar recursos para la
estabilización y cuya presencia en la isla podría resultar más disuasiva que la
de los países actualmente desplegados en ella. Esto presupone una renovación
completa de la misión, incluyendo su componente militar, entre el que se
encuentran las tropas chilenas.
Chile ha realizado un gran esfuerzo por ayudar
a Haití y las tropas han tenido una labor distinguida en colaborar con la
comunidad local en Cabo Haitiano, que es donde se encuentran destinadas. Pese a
esta dedicada tarea, el trabajo global de la Minustah no ha sido capaz de
inducir mejoras institucionales sustantivas, como lo prueba la crisis entre el
Congreso y el Presidente Martelly. Ello lleva a concluir que sólo un cambio de
énfasis y de actores ofrece la posibilidad de que una Minustah renovada cumpla
los objetivos fijados y que aún se encuentran pendientes.
Ganancias empresariales debilitadas.
Las utilidades acumuladas por las principales
empresas nacionales en los primeros tres trimestres han descendido más de 8% en
términos reales, en comparación con igual período del año pasado. Aunque ello
ya venía siendo anticipado por la bolsa —que ha caído en una magnitud similar—,
el hecho contrasta con las buenas cifras de actividad económica y creación de
empleos que nuestra economía sigue mostrando. La evolución de las ganancias
empresariales debe ser mirada con atención, porque suele ser muy sensible a los
ciclos económicos y porque da luces acerca de cuán potentes están siendo los
estímulos al emprendimiento y al crecimiento económico. La disminución
observada es compatible con la indicación de una futura desaceleración en el
crecimiento, que ha reiterado esta semana el Banco Central en su informe ante
el Senado.
El panorama que ofrecen los distintos sectores
productivos es diverso. La variación negativa de las utilidades empresariales
se explica muy importantemente por la situación de la minería, afectada por
menores precios y mayores costos. Hay especial preocupación por el impacto en
la competitividad del cobre por efecto del persistente descenso de la ley del mineral,
el alza de la energía y el encarecimiento de la mano de obra. Esto parece haber
llevado a priorizar los ahorros, paralizar exploraciones y postergar
expansiones. Esos esfuerzos pueden ser necesarios para mejorar la alicaída
productividad de la minería, pero a corto plazo inevitablemente dañan la
actividad y el empleo en la amplia red de proveedores de servicios e insumos al
sector. El ciclo alcista de las Regiones mineras parece estar ingresando a una
nueva fase.
Las utilidades de las empresas no mineras
registran un saludable incremento de 14%, pero su realidad es menos auspiciosa
que cuanto parece. Aunque hay avances en la contención de costos en algunos
sectores —como el forestal—, buena parte del aumento se explica por factores no
recurrentes. En efecto, las ganancias del año pasado fueron rebajadas por el
alza del impuesto de primera categoría desde 17 a 20%, lo que ocasionó un
fuerte ajuste —por una vez— en la partida contable de impuestos diferidos.
Adicionalmente, en los últimos meses la caída del costo marginal de la energía
eléctrica ha afectado favorablemente a varios sectores y muy especialmente a
las empresas generadoras con contratos de largo plazo, situación pasajera
ocasionada por la entrada en operación de ampliaciones de capacidad que venían
construyéndose desde tiempo atrás. Como es sabido, se anticipan incrementos en
los costos energéticos, debido a la tardanza en la aprobación de nuevos
proyectos.
Hay quienes ven en las ganancias empresariales
un signo de una problemática concentración de la riqueza en el país. Pero, en
la actualidad, una importante fracción de la propiedad de las empresas está en
manos de todos los chilenos a través de los fondos de pensiones y de decenas de
miles de pequeños inversionistas de fondos mutuos. Por otra parte, muchas de
las mayores empresas son propiedad extranjera. Aunque hay factores cíclicos en
juego, debe preocupar a las autoridades el hecho de que, una vez depurados los
efectos de factores no recurrentes, muchas empresas registren un crecimiento de
sus utilidades muy moderado o negativo. Una economía que estimula la inversión,
la creación de empleos y la productividad debe premiar la actividad empresarial
con una rentabilidad atractiva, obtenida en libre competencia. Para eso, los
responsables de las políticas públicas deben ayudar a nuestras empresas a
esmerarse, hacerse más eficientes, ahorrar costos innecesarios, innovar en sus
productos y procesos y, en definitiva, ofrecer a sus accionistas utilidades
crecientes.
Confusión por cambios en la PSU.
Las autoridades del Consejo de Rectores y del
Departamento de Evaluación, Medición y Registros (Demre), se encuentran
evaluando alternativas para resolver un inconveniente registrado en la PSU de
Lenguaje. El problema se desencadenó luego que 400 jóvenes que rindieron la
prueba en el Liceo Isabel Riquelme, de San Bernardo, fueran informados
equivocadamente por un supervisor responsable del proceso de que no se
eliminaría una respuesta buena por cuatro malas, como es la norma hasta ahora
(aunque dejará de aplicarse el próximo año). Esto llevó a muchos de esos
estudiantes a responder las preguntas sin tomar en consideración aquel aspecto,
situación por la cual se sienten perjudicados.
La decisión adoptada por los responsables de la
PSU de acoger el reclamo de los alumnos afectados y entregar hoy una solución
para rectificar el error, parece adecuada. Las alternativas van desde repetir
el examen, hasta ajustar el resultado según la instrucción efectivamente
recibida. Respecto de la causa de esta situación, es muy probable que se deba
a una insuficiente capacitación de las
personas responsables de supervisar la aplicación de la prueba en cada
establecimiento, lo que debe ser incorporado como una enseñanza para procesos
futuros. También cabría revisar con mayor rigurosidad los contenidos que se
evalúan, pues además se detectaron algunos errores ortográficos en la prueba de
Lenguaje.
Más allá de este episodio específico, lo cierto
es que las profundas deficiencias que han sido detectadas en la PSU y en el
sistema de admisión en general, han motivado un conjunto de cambios inorgánicos
e incluso contradictorios, que generan confusión y que hacen muy difícil para
los estudiantes conocer a cabalidad sus características. Lo ocurrido este año
con la tardía aplicación del ranking de notas es un ejemplo paradigmático del
mismo fenómeno.
Conciencia de la discapacidad.
Parte del desarrollo de un país es la toma de
conciencia de situaciones difíciles para ciertos grupos de personas, que en
niveles más básicos se asumen sin más como desgracias que han de abordarse
individual o familiarmente, o por instancias benéficas Estatales o privadas.
Con mayor conciencia (y recursos nacionales), van produciéndose reacciones
sociales más sistémicas ante tales situaciones.
En ese marco, en el Día Internacional de las
Personas con Discapacidad, el Presidente Piñera presentó una Política Nacional
2012-2020 para la Inclusión Social de las Personas con Discapacidad, basada en
los principios de igualdad de oportunidades, transversalidad e
intersectorialidad, territorialidad, diseño universal y accesibilidad
universal, entre otros.
El nuevo Gobierno tendrá la responsabilidad de
actuar con eficacia en esta materia y —no menos importante— escuchar a las
personas afectadas, que requieren poder desenvolverse mejor en sus ciudades,
espacios públicos, trabajos y transporte. Los esfuerzos de las instituciones
especializadas por crear mayor conciencia pública sobre su importancia social
han resultado insuficientes.
Las propuestas políticas en este período
electoral consideran un catálogo amplio de ofertas, que contemplan la
preocupación por las personas con discapacidad, desde la creación de más
órganos Estatales, como una Subsecretaría, hasta la implementación de fondos o
incentivos para la contratación de tales personas por las empresas. Pero más
burocracia no necesariamente mejora la calidad de vida de quienes a diario
sufren discriminación por este motivo.
Si a eso se suma una precaria condición
socioeconómica, la combinación es dramática. En una familia vulnerable, un hijo
con discapacidad tendrá límites de desarrollo prácticamente desde su nacimiento.
Una rehabilitación como la de la Teletón le será fundamental, pero el
interrogante sobre su vida futura surgirá inevitablemente fuera de la
institución benéfica.
Más de dos millones de personas sufren en Chile
alguna discapacidad. Según la encuesta Casen 2011, de 6,9 millones de ocupados,
poco más de 197 mil presentan una o varias discapacidades, y tiene trabajo solo
el 29% de ellos en edad productiva.
El Ministerio de Hacienda ha informado que el
51% de las grandes empresas no ha hecho donaciones en los últimos 7 años, lo
que denota desconocimiento, falta de compromiso o de responsabilidad social
empresarial. Y no se trata solo de donar dinero, sino de dar trabajos dignos o,
por ejemplo, de adecuar los locales de venta para que las personas con
discapacidad puedan comprar —que incipientemente comienzan a aparecer en Chile,
como una farmacia en Las Condes—.
Una iniciativa valiosa es el sello “Chile
inclusivo”, impulsada por el Servicio Nacional de la Discapacidad (Senadis) del
Ministerio de Desarrollo Social, que identifica a las empresas e instituciones
públicas y privadas que apliquen medidas para la inclusión laboral de personas
con discapacidad o de accesibilidad universal. Sin embargo, menos de 20
empresas en todo el país obtuvieron ese sello.
Urge una política pública para lograr una
sociedad verdaderamente inclusiva en esta materia (rasgo normal de los países
desarrollados), evitando la excesiva burocracia, el paternalismo y el
asistencialismo, y promoviendo la participación del Estado, de las empresas y
de particulares.
Una carta de lujo.
Señor Director:
Mandela.
Decir que Mandela fue un líder no refleja su
estatura. Fue un ser extraordinario, porque fue coherente y consecuente.
Jaime García.