Aunque no gane el Oscar,
por Joaquín García Huidobro.
¿Cómo podría llamarse una película que mostrara
los últimos meses de Evelyn Matthei? ¿“Sola contra el mundo”? ¿“La mujer más
valiente”? ¿“Crónica de un imposible”? Es difícil elegir el título, pero los
ingredientes para el guión son abundantes.
Una candidata que entra en escena a última
hora, como reemplazante del reemplazante. Al principio tiene una figuración
mínima en las encuestas. Sin plata, enfrenta a una rival que tiene una
popularidad incombustible, recursos abundantes y la posibilidad de rehuir la
confrontación de ideas.
Evelyn ha recibido permanentemente fuego amigo
desde su propia coalición. Como si fuera poco, se queda afónica varios días en
la campaña de la segunda vuelta. Quienes deberían acompañarla están más
preocupados de sentarse en La Moneda en 2017 que de mojar la camiseta ahora.
Además, su sector político se caracteriza por la pasividad y aprovecha el voto
voluntario para quedarse en la casa, con la excusa de que los políticos no son
gente perfecta. Para colmo, una de las figuras emblemáticas de su partido
anuncia que se retirará de la política. Un nuevo balde de agua fría, a una
semana de las elecciones. Quizá el título más apropiado para la película sea,
hasta ahora: “Así no se puede”.
En algún momento del relato podría haber un
flashback que muestre a Evelyn, la joven estudiante de piano en Londres, que
enfrenta una decisión particularmente difícil: durante años ha estudiado hasta
12 horas diarias, pero, ¿conseguirá vivir de esa actividad? Se da cuenta de que
nunca podrá estar entre las 20 mejores figuras del mundo. Se traga las lágrimas
y vuelve a Chile para estudiar Economía.
40 años después, en cambio, ya no tiene dudas.
Aquí no se trata de ser una figura internacional, sino de cumplir un deber,
aunque duela. No se plantea la posibilidad de retirarse. Si los grandes no la
apoyan, entonces habrá que buscar por otro lado. Y forma una patrulla juvenil
que no está herida de fatalismo, gente que irradia entusiasmo y que está
dispuesta a disparar hasta el último cartucho. La película podría llamarse:
“Tiempo de valientes”. Las viejas estructuras partidarias no se han dado
cuenta, pero, más allá de lo que pase el día 15, en torno a Matthei y sus
muchachos se está gestando un fenómeno original, con olor a futuro. Es cuestión
de ver su franja y contrastarla con la de su rival.
La franja de Bachelet es perfecta, cada una de
sus escenas ha sido ensayada o elegida entre muchas. No sobra ni falta nada.
Pero podría ser la franja de cualquier candidato de cualquier partido en
cualquier parte del mundo.
La de Matthei, en cambio, está llena de
imperfecciones, pero constituye toda una sinopsis de su proyecto político y
estilo de mando; está hecha con un presupuesto casero, pero logra transmitir
una sinceridad que por momentos emociona. Es más, como tiene muy poco que
perder, se da el gusto de poner en tabla temas importantes. Hace cosas que los
cineastas nunca aprobarían en una sinopsis, como mostrar un extenso diálogo con
mujeres que han sufrido violencia intrafamiliar. Una conversación mucho más
larga de lo recomendable, pero que nos deja pensando. En otros pasajes de la
franja aparecen las reuniones con su equipo. La imagen que surge de ahí no
tiene nada que ver con la siutiquería de la derecha santiaguina, centrada en sí
misma y dedicada a discutir sobre pequeñeces. La derecha de Matthei tiene
pasión social, ama a las pymes y no puede dormir tranquila hasta que no se
erradique el último de los campamentos. Una derecha de barrios, no de condominios.
Quizá ni siquiera haya que llamarla “derecha”, porque es otra cosa, tiene un
estilo diferente, se forma de otra manera. La película podría llamarse: “No
somos lo que piensas”.
En todo caso, esta película sobre Evelyn
difícilmente ganará un Oscar. Carece de glamour y, en cambio, le sobra
transpiración, esfuerzo y sinceridad. Es una película para Sundance. Su final
no será propio de Hollywood y todo hace pensar que otra figura se llevará la
estatuilla. Podría llamarse: “No siempre gana la que debe”. No es imposible que
Michelle Bachelet, la más probable ganadora, haga un buen Gobierno. Ojalá, pero
es difícil. Y si su Gobierno es malo y confuso, si las expectativas y los
sueños de millones de chilenos quedan defraudados, solo una persona podrá tener
la conciencia totalmente tranquila. Solo ella y su juvenil equipo podrán decir
que hicieron lo imposible para evitar que Chile diera un mal paso. Por eso,
quizá el mejor título para la película sea simplemente: “Evelyn”.
¿El que piensa?… ¡Pierde!.
por Gerardo Varela.
Así se denomina un sketch de Les Luthiers en
que imitan a un canal de televisión, y donde el programa de concursos lleva el
nombre que titula esta columna “¿El que piensa?…¡Pierde!”. Así, este grupo humorístico
argentino contribuye con su homenaje a la inteligencia que despliega la TV.
Nuestra política no anda mucho mejor, y dado el festival de malas ideas y
contradicciones en que está sumido nuestro querido Chile, he decidido
bautizarlo como el país del que “Piensa pierde”.
En el país del que “Piensa pierde” se arma un
escándalo con el Banco del Estado y Cencosud porque a sus deudores les
repactaban las deudas presumiendo su consentimiento si no contestaban. Ahora,
sin embargo, nuestros Legisladores han decidido presumir su consentimiento en
la nueva Ley de donación de órganos. En otras palabras, a usted le pueden sacar
el corazón o los riñones sin permiso, pero no cobrarle intereses.
En el país del que “Piensa pierde”, un profesor
de derecho Constitucional denuncia como tramposa la Constitución y, acto
seguido, inventa una trampa para modificarla. Los ideólogos educacionales se
oponen a los liceos de excelencia, porque quieren que los mejores alumnos se
queden en sus colegios de origen para mejorar al resto. Con ese criterio,
Alexis Sánchez debiera seguir jugando en Tocopilla, y no en el Barcelona,
porque no se quedó a mejorar a los suyos.
En el país del que “Piensa pierde”, todos
quieren andar con iPod, iPad, iPhone, y jugar “play” 24/7 “estar full conectado
¿cachái?”, pero no permitir que se genere electricidad. Las “peloláis” se
oponen a las torres de alta tensión en el sur mientras hacen shopping debajo de
una torre en Alonso de Córdova. Los jóvenes reclaman a favor del medio ambiente
con un pucho entre los labios, y un pueblo que se apagaba como Freirina echa a
uno de los pocos empresarios que se acordaron de que existía, y que se atrevió
a invertir en él.
En el país del que Piensa pierde, el Ministro
de Salud de un Gobierno de derecha, no contento con que el Estado se meta en
nuestra billetera y en nuestro dormitorio, fomenta que ahora se meta en nuestra
cocina y nos diga qué podemos o no comer.
En el país del que “Piensa pierde”, los
políticos dicen que para que Chile se desarrolle hay que subir impuestos; para
mejorar la educación universitaria hay que regalarla, y para mejorar la calidad
de los colegios, hay que evitar que los padres paguen por ellos.
En ese mismo país, el reparto de bonos (marzo,
tercera edad, etc.) para que la gente los gaste en el comercio es un acto de
justicia social, pero darles bonos para que paguen el colegio que elijan para
educar a sus niños es un fomento al lucro.
En el país del que “Piensa pierde”, la solución
para el problema previsional causado por las lagunas previsionales, los mayores
sueldos y la mayor sobrevivencia de los chilenos es hacer una AFP Estatal. Y en
ese mismo país, los políticos piden más Estado mientras los chilenos padecemos
el paro del Registro Civil, de los basureros, y de cuanto servicio público
monopólico existe.
En ese país la frivolidad campea y todos opinan
sobre lo que no entienden. Los médicos sobre los proyectos eléctricos, los
socialistas sobre creación de riqueza, los estudiantes sobre enseñanza
superior, los curas sobre economía, y los abogados sobre cualquier cosa.
En ese país paradójico, los ideólogos de la
educación y salud pública, y que quieren limitar nuestra libertad de elegir,
educan a sus hijos en colegios privados y se atienden en la clínica Las Condes.
En el país del que “Piensa pierde” celebramos a
los emprendedores, pero si tienen éxito los llamamos empresarios, y los
reventamos. Un ex General es funado por la prensa por ir a dejar a una víctima
inocente a un convento, pero un honorable que lideró a un grupo terrorista que
mató a mucha gente es parte de la coalición que aspira a la Presidencia.
Para finalizar el concurso, para el cual usted
se cree bueno, adivine qué quiere hacer un sector de Chile con el sistema
económico, político y Jurídico que sacó al 40% de los chilenos de la pobreza y
que multiplicó varias veces la riqueza del país …! Si ¡pensó… perdió!
La necesaria clarificación
por Axel Buchheister.
Siendo un líder fuerte y carismático, Pablo
Longueira ha marcado el rumbo en la UDI. Por eso el anuncio de su retiro, más
allá que pueda ser una decisión que se revierta una vez plenamente recuperado,
ha intensificado la necesidad de definiciones dentro de la colectividad que
enfrenta una crisis.
Porque hay una crisis insoslayable: una merma
en la votación Parlamentaria, con la pérdida de unos 10 Diputados y de las dos
plazas Senatoriales en la Región Metropolitana a manos de RN, además de una
potencial derrota en la Presidencial de la candidata de sus filas.
Pero la crisis alcanza también a RN: aunque
ganó en Diputados y se quedó con las codiciadas plazas Senatoriales, se siente
en el aire que vienen días complejos por el control del partido, con diversos
intereses en pugna. Por otra parte, algo mayor tiene que estar sucediendo
cuando un Senador del partido termina apoyando a Bachelet (aunque eluda
expresarlo así), porque dice sentir mayor cercanía con su programa. Asimismo,
está el caso del doblaje en la Senatorial de Antofagasta, que empezó a gestarse
cuando el Senador en ejercicio se retiró de la colectividad y remató cuando le
importó muy poco hacer daño electoral al sector, amén del grave error de
proponer como reemplazante a quien estaba inhabilitado.
Todo lo anterior, cuando los tiempos en teoría
eran inmejorables: la centroderecha tiene el Gobierno, después de muchas
décadas, que ha gozado de buenas cifras económicas: alto crecimiento, baja
inflación y pleno empleo. Si las condiciones son buenas, los malos resultados
se originan entonces en un problema profundo en el sector y que antes que nada
es de identidad: qué somos, en qué creemos y qué proponemos; según eso, cuál es
el camino para lograr el triunfo, que de lo contrario será débil y efímero.
En la UDI, pugnarían dos almas, una principista
y otra pragmática que quiere un partido popular. Pero los partidos sin
principios no van a ninguna parte y son presas del populismo, donde la
izquierda siempre será el original y la derecha una mala copia. Los principios
tampoco bastan, pues el poder se gana con la mitad más uno de los votos y hay
que ser popular, en el sentido de llegar a todos y en todos los niveles. Y como
la votación natural de la centroderecha está en los niveles socioeconómicos más
altos, la tarea difícil necesariamente se tiene que hacer en los sectores
populares. Así lo entendió con singular éxito la UDI en sus inicios, que siendo
un partido de principios (“nos temen porque nos saben irreductibles”) se
adentró en el mundo popular. Curiosamente, mientras unos dicen que se
abandonaron los principios, otros acusan que al insistir en éstos, se ha
perdido al mundo popular. Parece que se perdió el norte de conjugar ambas
cosas, porque una sin la otra no tienen sentido. Jaime Guzmán preguntaba en
clases, “¿de qué sirve ganar con las ideas del otro?; ahí es el otro el que
ganó”.
Si el objetivo es el poder por el poder,
entonces cualquier camino sirve, pero si se busca para que prevalezca un modelo
de sociedad, los principios sí importan. Sin duda, los partidos de
centroderecha se enfrascarán en un debate sano y duro en los próximos meses. La
clave será que partan por clarificar qué tipo de poder buscan y no cómo
alcanzarlo.
Inaceptable agresión al Presidente de la República.
La agresión que sufrió el viernes el Presidente
de la República constituye un hecho repudiable que no debe ser minimizado, pues
supone una grosera falta de respeto contra la principal autoridad del país y un
atentado no sólo contra su persona, sino también contra la alta investidura que
representa.
En momentos en que el Mandatario ingresaba a la
Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús para presentar sus condolencias a la
familia y a la Iglesia Católica, por la muerte del ex vicario Alfonso
Baeza, una mujer se le acercó de manera
intempestiva para escupirlo e insultarlo. Tras conseguir su objetivo fue
reducida y arrestada. No es primera vez que tienen lugar episodios de esta
naturaleza. Durante la campaña para las primarias Presidenciales, la candidata
Michelle Bachelet fue víctima de una acción similar, en Arica, mientras que el
abanderado UDI Pablo Longueira recibió un ataque con huevos, mientras realizaba
una visita a Concepción. Aunque en todos los casos se trata de actitudes
censurables, el que tuvo lugar contra Piñera es incluso más grave, dado que se
trata de una agresión dirigida contra el Presidente de la República.
Pese a que este episodio tuvo como protagonista
a una sola persona y, por lo mismo, responde a una decisión individual que no
se debe confundir con el sentir mayoritario de la opinión pública, resulta
difícil no vincular lo acaecido con una actitud prevaleciente en algunos
sectores acotados. En éstos se ha ido desnaturalizando el respeto a la
autoridad, pues consideran que este principio está basado en un valor que
pierde vigencia frente a un mal entendido empoderamiento ciudadano que estiman
irresistible. No obstante, si bien es positivo que las personas hagan valer sus
derechos y sean exigentes con las autoridades que han elegido para
representarlas, es necesario guardar las proporciones y mostrar verdadera
tolerancia, no sólo por una cuestión de debida cortesía, sino porque en la
aceptación de las diferencias reside buena parte de la fortaleza de la
sociedad. Debilitar el respeto entre las personas y hacia las autoridades daña
seriamente la convivencia y es un paso hacia la descomposición y la violencia
que debe ser criticado sin ambages. En ese sentido, es urgente que figuras de
todos los sectores salgan a condenar la
agresión que sufrió el Jefe de Estado, pues sólo así será posible aislar a los
violentos y mostrarles que el suyo no es el camino que la sociedad prefiere
para hacer ver las divergencias y manifestar posturas diversas.
Más allá de lo anterior, lo ocurrido ayer en la
Comuna de Estación Central debe constituir un llamado de alerta para el equipo
de seguridad del Presidente. No es aceptable que una persona con intenciones
hostiles pueda acercarse al Mandatario y agredirlo con la extrema facilidad que
es visible en las imágenes del incidente. El hecho de que al velorio del ex
vicario Baeza hayan concurrido individuos que estuvieron vinculados al caso
bombas debió haber sido una advertencia poderosa para quienes responden por la
integridad física y la agenda de visitas del Presidente, por el potencial
riesgo que ello significaba. Es necesario que los protocolos de seguridad sean
mejorados, para evitar que acontecimientos como este -u otros más graves-
vuelvan a tener lugar.
Contenidos.
La campaña de la segunda vuelta no ha logrado
establecer un ambiente electoral que evidencie el contraste entre las
propuestas de ambas candidatas. Las diferencias existentes entre una sociedad
basada en derechos sociales garantizados —lo que ofrecen la Nueva Mayoría y
Michelle Bachelet— y otra basada en la autonomía individual de las personas
para que estas construyan sus vidas con libertad responsable —lo que ofrecen la
Alianza y Evelyn Matthei— deberían dar lugar a mensajes, contenidos y debates
de mucho mayor fuerza que lo que se ha observado en estos días.
Es posible que la distancia electoral de la primera
vuelta conspire contra la tensión esperable en la segunda. Pero probablemente
haya otras razones que le estén dando este tono carente de intensidad que se
advierte en esta campaña. En el caso de Matthei, pareciera ser difícil para
ella —que dispuso de muy poco tiempo para instalar un discurso que transmitiera
con claridad sus ideas en la primera vuelta— intentar hacerlo en los pocos días
que quedan para la segunda. De ahí que su esfuerzo esté orientado más bien a
entusiasmar a electores para que vayan a votar, que a transmitir un mensaje con
contenidos, ideas y propuestas.
En el caso de Bachelet, su campaña está
desplegando dos tipos de contenido. Por una parte, los que ella o los
personeros de su campaña entregan en entrevistas o cuñas mediáticas, y otro en
los letreros publicitarios que se distribuyen en sitios públicos. En los
primeros enfatiza sus planteamientos respecto de importantes cambios Legales y Constitucionales
para el Chile que viene, mientras en los segundos transmite mensajes con
ofertas tales como mejores pensiones, educación pública de calidad, más
hospitales y otras semejantes, que tienen un carácter más “cosista” que
doctrinario. Parecieran querer tranquilizar a aquellos electores para quienes
los cambios resultan amenazantes, mediante promesas genéricas que puedan
resultar atractivas y, en su mayor parte, compartibles por todos: ¿alguien
podría no querer educación de calidad y mejores pensiones? De esa manera busca
ampliar su base electoral y, en caso de ser elegida, invocar que todos quienes
votaron por ella apoyan los cambios, a pesar de que algunos hayan sido
seducidos solo por tales ofertas.
Aunque se trata de una táctica electoral
atractiva, tiene el inconveniente de que multiplica en ambas direcciones las
ofertas y expectativas de la ciudadanía en cuanto su eventual gestión. Como en
ese evento además gozaría de mayoría en ambas Cámaras y alta probabilidad de
acceso a quórums calificados, no tendría excusas para fallar en sus promesas,
incubándose así una presión adicional para esperar una gestión de excelencia e
inmensos logros. Aunque estamos frente a una campaña sin tensión, ella es la
antesala de una eventual Presidencia agitada.
Discusión en torno al presupuesto.
La tramitación del proyecto de Ley sobre
Presupuesto nacional -que recientemente fue despachado a Ley por el Congreso-
estuvo marcada por una serie de polémicas levantadas por sectores de la
oposición, que apuntaban a mostrar inconsistencias respecto de los supuestos
con que el Gobierno elaboró el erario,
lo cual sólo trajo confusión en el debate público y cuyo fin pareciera
ser justificar un aumento de la carga tributaria en caso de que la candidata de
la Nueva Mayoría resulte electa.
La Ley de presupuesto aprobada contempla un
aumento del gasto público de 3,9%. La moderada expansión del gasto que habrá en
2014 es consistente con un escenario donde previsiblemente el Fisco no contará
con las holguras que hubo en años anteriores. Convendría tener presente que, no
obstante la moderación del gasto, éste ya es suficientemente elevado como
porcentaje del PIB, por lo que no resulta saludable seguir aumentando la
presión sobre las finanzas públicas.
Sectores de la oposición han cuestionado los
supuestos macroeconómicos que contiene el presupuesto, el que considera un
crecimiento del PIB de 4,9% el próximo año, en circunstancias que no es
descartable que la economía se expanda a una tasa menor. También se ha
levantado una fuerte protesta por el hecho de que los gastos de libre
disponibilidad que se dejará al siguiente Gobierno llegan a US$ 600 millones, y
no US$ 700 millones, como demanda la oposición. Ninguno de estos aspectos, sin
embargo, condicionará el actuar del futuro Gobierno, entre otras razones porque
lo relevante para el gasto es el PIB tendencial y porque a través de la vía Legislativa existe la posibilidad de
reasignar recursos. Las críticas más bien parecen apuntar a crear la sensación
de una restricción presupuestaria artificial que justificaría aumentar los
impuestos para suplementar ingresos adicionales, lo que además de desconocer
los fuertes gastos ya comprometidos por el Fisco, resultaría inconsistente con
un escenario de menor crecimiento.
Tranquilidad relativa.
En su exposición anual ante el Senado, el Presidente
del Banco Central, Rodrigo Vergara, aludió tres veces al “buen pie” en que nos
encontraríamos frente a los desafíos que se avecinan. Aunque se espera que la
economía mundial aumente su crecimiento, el alza de los intereses en EE.UU. y
el debilitamiento del cobre harían a la economía nacional recibir un impulso
externo menor. No obstante, porque “hemos sido serios y responsables” en los
tiempos de bonanza, podríamos transitar ahora con “relativa tranquilidad”.
Estima el Banco Central un crecimiento solo
levemente superior al 4% en 2013, inferior a la expansión prevista en la
capacidad productiva. Para el próximo año incluso no descarta un crecimiento
inferior al 4%. Aunque eso tiene la virtud de mantener la inflación bajo el 3%
y mejorar las cuentas externas —cuyo deterioro había sido motivo de preocupación—,
ese resultado nos aleja de la meta de 6% anual de crecimiento, originalmente
planteada por el Gobierno del Presidente Piñera.
Del análisis del Banco Central pareciera
desprenderse que todo obedece a factores cíclicos ajenos a nuestra responsabilidad.
Pero buena parte de la desaceleración proviene del retraimiento de la demanda
de inversión y de inventarios, lo que sugiere un inconveniente deterioro en las
expectativas empresariales. No cabe atribuir este hecho tan solo a “la
maduración del ciclo de inversiones mineras”. Subieron los impuestos a las
empresas y se anuncia una fuerte reforma tributaria, lo cual no puede sino
surtir el efecto observado. Hay graves retrasos en las inversiones, por las
dificultades que presentan las aprobaciones ambientales. La competitividad de
diversos sectores está siendo amagada por deficiencias en infraestructura,
mercado laboral y energía, que las políticas públicas deberían abordar. Si bien
no lo destacó ante los Legisladores, en su informe el Banco Central da cuenta
del alto precio de la electricidad en comparación con otros países, y advierte
que se esperan nuevas alzas de 30-50%, y eso podría repercutir a futuro muy
negativamente en nuestro PIB potencial.
El nuevo escenario económico aconseja prudencia
en el gasto y el endeudamiento. Destaca el Banco Central que los índices
financieros de empresas y hogares se mantienen estables, pero sus obligaciones
crecen a un ritmo de 8% real, muy superior a la expansión prevista en los
ingresos. Su llamado de hace meses a contener la expansión del crédito
hipotecario parece mantener su vigencia, así como la advertencia que ahora
agrega sobre el comportamiento de la deuda de consumo. Aunque afirma no
detectar “la incubación de riesgos sistémicos”, tal vez influido por los problemas
de un grupo financiero local llama a la banca a considerar los riesgos
reputacionales de los créditos a entidades relacionadas, previene contra su
excesiva dependencia de los depósitos mayoristas y más volátiles —por ejemplo,
de las AFP— y aboga por mayores reservas de liquidez. Tales apelaciones parecen
válidas y atinentes, pero para ser eficaces deberán ser acompañadas de cambios
regulatorios.
¿Retiro de Longueira?
Pablo Longueira, dirigente natural de la UDI y
candidato Presidencial de la Alianza hasta que una enfermedad lo obligó a
declinar su postulación, declaró esta semana —en una sorpresiva aparición
pública— que daba por cerrada su actividad política y no retornaría a ella.
Esto, al mismo tiempo de expresar que no se encuentra aún del todo recuperado.
Ostensiblemente parece esto una precipitación,
muy comprensible, pero que ojalá sea revertida en su momento. Lo central, hoy,
no es este anuncio de retiro, sino el restablecimiento de una de las
personalidades más importantes que ha tenido la UDI en su historia. Y lo ha
sido por la mística que inflama todos sus actos, por su compromiso y su
vocación pública, por el sentido superior de bien de la República que ha
demostrado sobradamente en momentos cruciales, como el acuerdo con el entonces
Presidente Lagos, cuando la estabilidad del Gobierno de este aparecía amagada por
el “caso sobresueldos” y sus repercusiones.
Precisamente esos rasgos, no abundantes en la
competencia por el poder, se muestran hoy notoriamente escasos en nuestra vida
política. Y específicamente la UDI, que era un partido signado con mucha fuerza
por la mística y el compromiso, muestra en la actualidad signos de que esas
características ceden el paso a mecanicismos de poder más típicos del juego
político tradicional. De allí que sea deseable que el anuncio referido no sea
asumido como definitivo ahora, sino reevaluado cuando la recuperación de
Longueira sea ya plena. Históricamente, la enfermedad que lo ha afectado no es
en absoluto ajena ni del todo inusual en políticos de envergadura
internacional, y en modo alguno debe estimarse inhabilitante para una futura
reanudación de su actividad pública, ni ser invocada por nadie como tal.
Fin de campaña opaco y con interrogantes.
El viernes, en foro radial organizado por la
Archi, por primera vez se enfrentaron las candidatas Presidenciales y pudo la
ciudadanía escuchar cierto debate —pese a las limitaciones a la interacción
efectiva de las partes que aún imperan en nuestras prácticas en esta materia—.
Esto era indispensable, pues en esta campaña extraña no había sido posible en
la primera vuelta, y es positivo que se prevea para el próximo martes un
segundo debate, esta vez en TV, organizado por Anatel.
Con todo, tras este primer debate, continúan
sin ser respondidos interrogantes básicos. Así, por ejemplo, a una semana de la
elección, los votantes siguen sin saber cómo se aterrizarían las propuestas de
grandes reformas planteadas por la Nueva Mayoría. Su candidata afirma que, de
ganar, no querría pasarse los próximos cuatro años discutiendo el modo en que
se elaboraría la nueva Constitución que ha prometido, pero rehúsa definirse
incluso respecto de la idea extrema de una asamblea constituyente.
En materia previsional, critica los resultados
del sistema actual y anuncia cambios profundos, pero agrega que estos son algo
que “se trabajará”, evitando precisiones. En un amplio campo de materias —que
abarcan desde la posibilidad de adopción para parejas homosexuales hasta la
inclusión o no de Ministros comunistas en el Gabinete—, los chilenos no tienen
aún claridad respecto de lo que proyecta hacer la postulante que encabeza las
encuestas. Como lo han advertido incluso analistas de la propia
centroizquierda, esa indefinición, que despierta incertidumbre en algunos
sectores, alienta en otros una peligrosa inflación de expectativas. Es este un
cuadro que poco contribuiría a la esperable Gobernabilidad en una eventual
administración suya.
Y, sorprendentemente, la educación, tema que se
presume álgido y central en las preocupaciones nacionales, solo fue tratada de
modo casi marginal en este foro. Es de suponer que eso será diferente en el
segundo. Con todo, lo escuchado constituye cierto paliativo para la pobreza
conceptual del actual cierre de campaña, manifestado igualmente en la
propaganda desplegada por las postulantes, y que sigue caracterizado por un
clima electoral llamativamente escaso —como se analiza por separado en esta
misma página—.
Cabría dar a este aparente desinterés y casi
nula movilización colectiva dos interpretaciones. ¿Es percibida la situación
nacional como tan positiva, que la gente no estima necesario moverse
mayormente? ¿O se debe a una pérdida inquietante —y difícil de recuperar— de
espíritu republicano y confianza en las instituciones, de manera que la gente
seguiría planteando demanda tras demanda, pero por vías de presión, como “la
calle” y paros de toda suerte? Al respecto, es de notar que este año se ha
asistido a una sucesión casi ininterrumpida de paralizaciones —o amenazas de
realizarlas—, casi todas ellas ilegales, incluso en áreas en que eran
inusuales, y llegando hasta la supresión de los “turnos éticos” respecto de
prestaciones fundamentales para la normalidad de la población. Cabe recordar,
entre otros casos, los de funcionarios Municipales, del Registro Civil, del
Ministerio Público, de recolectores de basura, del Servicio de Salud Metropolitano
y de la Posta Central, de Correos, Aduanas, de la ANEF y la CUT.
Si este camino de “voz de la calle” y
constantes paros fuere el que siga Chile, más allá incluso de los problemas de Gobernabilidad
se abre la perspectiva de que nuestro país pierda rápidamente las espectables
posiciones regionales y mundiales que ha ganado con tanto esfuerzo.
Nelson Mandela: el legado de paz de un notable.
La muerte de Nelson Mandela aleja de la escena
a uno de los políticos más carismáticos y universales que ha producido el
continente africano, al tiempo que agranda la imagen y el mensaje de uno de los
grandes líderes del siglo XX. Mandela combatió al régimen racista blanco en
Sudáfrica y luego entendió que sólo es posible reconstruir una sociedad herida
con el concurso de todos, incluso de aquellos que lo habían maltratado a él y a
su pueblo. Su voluntad de luchar por la justicia y por dejar de lado el espíritu
de revancha constituye un poderoso ejemplo de grandeza.
Luego de abrazar el camino de la violencia para
resistir al régimen del apartheid e integrar el ala más radical de su partido
político, el Congreso Nacional Africano, Mandela fue detenido en 1962 y
condenado en 1964, acusado de alta traición. Durante los 27 años que permaneció
en distintos penales, la rebeldía contra las injusticias del régimen
supremacista creció entre la mayoría negra sudafricana. El Gobierno blanco
entró en crisis, y sus brutales esfuerzos por reprimir la sostenida resistencia
de un pueblo que no se resignó a perder su dignidad no hicieron más que
aumentar su debilidad e incrementar su aislamiento internacional. Cuando llegó
al poder Frederik W. De Klerk, se dio cuenta de que la situación era
insostenible y que era necesario negociar. Vio en Mandela al único líder con
legitimidad para entablar negociaciones y se decidió a liberarlo.
En febrero de 1990, Mandela salió como un
hombre libre desde la prisión Victor Verster. La experiencia lo había cambiado.
Ya no era el aguerrido líder que emulaba al Che Guevara, llamaba a una
revolución castrista y vestía con trajes verde olivo. Ahora usaba corbata o
coloridas camisas tribales y predicaba una visión unificadora. Eso no hizo de
él un negociador débil. Mandela combinó habilidad con fuerza para obligar a De
Klerk a que éste facilitara un traspaso total del poder desde la minoría blanca
hacia la mayoría negra. El prestigio y la imagen de “Madiba” (abuelo) se
agigantaron cada vez más, hasta que llegó el día de 1994 en que se celebraron
elecciones abiertas y Mandela se convirtió, tras ganar con el 62% de los votos,
en el primer Presidente negro de Sudáfrica.
Su figura ya era imponente, pero creció aún más
durante los cinco años en que ejerció el poder. Luego de convencerse a sí mismo
de que la unidad era requisito ineludible, hizo el esfuerzo de persuadir a todo
un país de que la vía de la reconciliación no sólo era posible, sino también
necesaria. Para ello no titubeó en tomar la iniciativa -como ocurrió, por
ejemplo, durante el episodio de la Copa del Mundo de Rugby de 1995 que ha sido
retratado en un libro y una película- y señalar el camino a sus compatriotas.
Sin dejar de buscar la verdad de los atropellos cometidos durante las décadas de
vigencia del apartheid, Mandela resistió la tentación de la venganza y optó por
tratar de construir una sociedad integrada, no sólo con los blancos
afrikaaners, sino también entre los distintos grupos tribales que componen
Sudáfrica. Su enorme legado es haber buscado la reconciliación y la paz para su
país.