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martes, 17 de diciembre de 2013

Notas con mirada de futuro...
















Las causas de una derrota,
por Mario Montes.

Las causas de esta nueva derrota de a centroderecha son las habituales, un feria de egos incontrolables, una falta de unidad vergonzosa y un egocentrismo político digno de mejor causa, si a eso le agregamos los “disparos en los pies” provenientes de La Moneda, el resultado era perfectamente previsible.


De no ser por la categoría de la candidata, su valía y entereza, su entrega y espíritu de lucha, el  corolario pudo haber sido inclusive, si es que fuera posible, mucho más nefasto, dañino y peligroso  para el porvenir de Chile  y el futuro de los ciudadanos de nuestra Patria, pues hemos hipotecado  la verdadera vía al desarrollo.


La irresponsabilidad de las dirigencias, la falta de compromiso de muchos militantes y/o seguidores de nuestro sector nos han dejado en manos de una virtual tiranía, que con pocos sufragios controla el Poder Judicial, el Legislativo y el poderoso Ejecutivo, que tiene en poder casi incontrarrestable en nuestra institucionalidad.


Nuestro proyecto, sin duda alguna mejor que el de las izquierdas, ha sido poco atractivamente presentado y mucho peor defendido por aquellos que se han “apernado” en la cúpulas partidarias que no fueron capaces de reencantar a la ciudadanía a pesar de haber realizado un exitoso Gobierno con Piñera.


Pocas veces hemos coincidido con las declaraciones del General ® Fernando Matthei, padre de la que fue nuestra candidata a la Presidencia en esta última justa electoral, pero, en esta ocasión concordamos con él que aseguró que a su hija la dejaron “enteramente sola” en la campaña, lo que habla del poco compromiso que hubo con ella.


Estamos ciertos que en esta “fallida fiesta de la democracia”, fallida por la falta de interés de la ciudadanía por participar y la falta de compromiso cívico de muchos de los nuestros, no fuimos derrotados por el adversario, fuimos vencidos, como nos ha sucedido muchas veces, por las luchas intestinas provocadas por personalismos absurdos y afanes de poder inconfesables.


Creemos que no es hora de buscar personalidades culpables, que por demás todos sabemos quiénes son, no de pasar facturas por el desastre, pensamos que es hora de, con unidad y ganas de luchar, recomponer los cuadros, dando paso a las nuevas generaciones, y de ponerse a trabajar ipso facto por construir una alternativa atractiva.


Pero, el levantar una alternativa atractiva debe hacerse con nuestros valores permanentes, sin caer en la tentación, que tanto daño nos ha hecho en los últimos años, de intentar llegar al electorado con las “recetas” de nuestros adversarios, que, como sabemos de sobra son profesionales del mimetismo y expertos en el engaño.


No debemos olvidar que el gran error del Gobierno del Presidente Piñera, y por cierto el de muchos de los directivos de la centroderecha, fue desentenderse de los principios permanentes de nuestro sector, que ciertamente son intransables, y pretender, siguiendo a los zurdos, olvidarse de la verdad de nuestra historia reciente.


Bachelet, Presidente legítima pero anémica,
por Mónica Mullor.


Michelle Bachelet es la sucesora electa del actual Presidente de Chile, Sebastián Piñera. El 11 de marzo de 2014 asumirá su segundo periodo al mando del país y lo hará con el mayor porcentaje de votos emitidos (62%) y el menor porcentaje histórico de votantes posibles (26%) respecto del padrón electoral.


La gran protagonista de la segunda vuelta Presidencial que este domingo vivió Chile no fue Bachelet sino la abstención (58%). Así, más de siete de cada diez chilenos prefirieron quedarse en casa, ir la playa o votar por su contendora, Evelyn Matthei. Esto quiere decir que Bachelet fracasó rotundamente en su intento de concitar una "nueva mayoría".


Frente a una abstención tan apabullante y un apoyo tan anémico, lo que queda claro es que los chilenos no están ni ahí con la apuesta de quienes apoyan a Bachelet –la Concertación y el Partido Comunista– por refundar el país, reemplazando el actual modelo de desarrollo por uno Estatista y socializante.


Tal como en el caso de Salvador Allende a comienzos de los años 70, Bachelet no cuenta con el mandato de la mayoría de los chilenos para llevar a la práctica sus ideas refundacionales.


Llegó por ello la hora de la verdad de la Mr. Gardiner chilena. Tal como el curioso personaje de Jerzy Kosinski –el jardinero convertido en Estadista–, Bachelet ha vivido de la ambigüedad, sonriéndoles a todos, desde los poderosos banqueros que la apoyan a los jóvenes radicalizados que quieren cambiarlo todo.


Bachelet tendrá un duro mandato por delante, ya que muchas de las propuestas que ha defendido durante su campaña, como la de elaborar una nueva Constitución, exigen de amplias mayorías en el Parlamento de las que carece. Deberá, también, hacer frente a los intereses de los partidos que representa, de los empresarios que la apoyan y, no menos, a la constante amenaza por parte de los grupos más extremos de volcarse a la calle si no se cumplen sus expectativas. Y deberá, finalmente, hacerle frente a ese Chile mayoritario que no la apoyó y que no estará dispuesto a aceptar aventuras políticas que pudiesen poner en peligro sus logros.


Nadie sabe a ciencia cierta adónde irá la Mr. Gardiner chilena. Sembrar vientos es mucho más fácil que domar tempestades. Todos la saben débil e irresoluta, y todos tratarán de tirarla hacia su lado. Y en esa lucha serán los sectores más radicalizados, aquellos que manejan la calle, los que más se harán notar. Su capacidad de movilización es temible, tal como han mostrado desde el 2011 en adelante. Sin embargo, el Chile de hoy cuenta con un recurso estabilizador que no existía hace cuarenta años: el peso aplastante de su mayoría apolítica y, sobre todo, de esa amplia clase media surgida de los éxitos del modelo que hoy se pretende desbancar. Será ese Chile el que resistirá y se movilizará. En esta perspectiva, lo más probable es que el nuevo Gobierno de Bachelet no sea, como ella quiere, el comienzo de un nuevo modelo de sociedad, sino sólo un paréntesis o un preámbulo a una larga fase de reafirmación y consolidación de aquel modelo basado en la libertad y la responsabilidad individuales que ha llevado a Chile a las puertas del desarrollo y de la erradicación total de la pobreza.


El día después de mañana,
por Jacqueline van Rysselberghe.


La elección del domingo dejó muchos elementos de análisis que serán abordados en los próximos días. Sin embargo, lo importante sucederá a partir del 11 de marzo próximo, lo cual puede proyectarse en base a la experiencia anterior de Michelle Bachelet en el Gobierno.


Su primera administración fue la menos exitosa de la Concertación. En lo económico y social dejó tareas realizadas en forma mediocre, siendo la más notoria el Transantiago, una de las políticas públicas más desastrosas que ha vivido el país, a lo que se suma su carencia de conducción para el 27-F, la cual sufrimos en carne propia en la Región del Biobío.


No se ve cómo un nuevo Gobierno de Bachelet pueda mejorar en estos aspectos. Los proyectos económicos y sociales de la Nueva Mayoría han sido planteados con vaguedad, pero se aprecian importantes diferencias entre los partidos de la Concertación y el Partido Comunista, quien parece tener mayor claridad respecto de sus objetivos.


Todo esto con un marcado giro a la izquierda, donde la DC y los socialistas moderados, como Escalona, pierden peso específico y son reemplazados por líderes más extremos y con consignas salidas de la calle, todo lo cual creó grandes expectativas para su nuevo Gobierno.


Así, Bachelet Gobernará navegando entre corrientes submarinas confrontadas, que ya se vieron en la campaña: el cumplir con románticas promesas ideológicas, como educación Estatal gratuita, versus lograr una real calidad en la educación Fiscal; o, aunque desprecien las cifras económicas del Gobierno de Piñera, saben que deben cuidar la capacidad de crecer, y eso implica moderación en las transformaciones que se realicen.


Por otro lado, deberá hacer convivir a partidos políticos que, unidos por el poder, ideológicamente son distintos y que en temas centrales del programa de Gobierno de Bachelet, tienen diferencias notorias. La nueva Presidente tendrá que demostrar en los hechos su liderazgo y el manejo de las expectativas de sus partidos, pues ya no existirá la excusa de carecer de mayoría Parlamentaria.


En resumen, la diferencia entre ambos Gobiernos de Bachelet podría ser, por un lado, el de un Gobierno mediocre, no muy proclive a locuras o intentos de radicalizar la institucionalidad del país, buscando mantener lo existente. Por el contrario, la otra posibilidad es que se produzcan las radicales transformaciones prometidas y Chile empiece un curso decadente, que golpeará con fuerza a los más pobres, ya que es el crecimiento el que se afectará gravemente.


Esto no es una situación banal. Un reciente libro publicado demuestra que de cada diez países al borde del desarrollo definitivo, nueve no lo logran porque decisiones políticas erradas lo impiden cuando están a punto de alcanzar la meta. Esperamos que el triunfo del grupo de partidos que se agruparon bajo Michelle Bachelet no implique que Chile se sume a esos nueve países.


El dilema que plantea la abstención
por Gonzalo Müller.


Si pensamos que en cada elección Presidencial el electorado  envía un mensaje, en la que acaba de transcurrir  debemos tratar de entender qué dijo esa gran mayoría que se quedó en su casa, dejando a esta elección como la de más baja participación en nuestra democracia, en relación al potencial universo elector.


Son muchos los rostros que toma la abstención. El primer error sería tratar de unificarlos en solo uno; siguen sin votar los jóvenes a pesar de que ahora están inscritos automáticamente; no votaron tampoco los que habían votado por otras candidaturas y en esta segunda vuelta dijeron “paso”; no votan los que manifiestan así su rechazo al sistema político. Junto a ellos tampoco votaron los que encuentran que todo da lo mismo y se quedan en un conformismo ausente.


Así, se vuelve a ratificar que si en el pasado los cambios políticos surgían de cambios en las preferencias de los electores, hoy esos cambios se manifiestan por la vía de la no participación, es decir, de la salida del sistema, quedando la decisión en quienes sí están dispuestos a asumir los costos de ir a votar, aunque sean una minoría.


Si comparamos con la elección Presidencial del 2009, donde con voto obligatorio se eligió a Sebastián Piñera, debemos concluir que en esta elección ambas candidatas bajan en votos, pero finalmente Bachelet se impone por lograr superar en votos a Frei el 2009 y que Matthei no logra respecto del Presidente Piñera. La clave estaría no en convencer nuevos votos, sino que en ser eficiente en  movilizar a los electores propios.


La Alianza debe tomarse en serio su falta de capacidad movilizadora, no sólo influida por los errores políticos cometidos, sino también por la falta de una organización adecuada para enfrentar el voto voluntario. Al igual que en las Municipales, en las Parlamentarias y en esta segunda vuelta se ha visto derrotada por una abstención que la golpea con mucho más fuerza que a la Concertación.


Con el voto voluntario se revaloriza la organización, las estructuras políticas, los dirigentes de base, los Concejales y Alcaldes, los Diputados con trabajo territorial, en general todos aquellos liderazgos con permeabilidad social, cercanía y capacidad de llegar a cada rincón con un mensaje movilizador. Este es esencial si se espera que los electores entiendan cuáles son las razones para ir a votar.


En esto la Concertación ha demostrado ser más eficiente. Logró tener rápidamente un discurso mínimo movilizador, compartido y repetido por todos, y un liderazgo que pese a no imponerse en primera vuelta logró generar unidad ante la expectativa de volver al poder; esto, a su vez, potenció el trabajo de una extensa red de dirigentes y de estructuras partidarias al servicio de este único objetivo.


El resultado final de la elección está matizado por la abstención, como una preocupación de quienes sienten que la política -y sobre todo las grandes decisiones- debe ser capaz de convocar a todos y no sólo a unos pocos, especialmente si vemos que no tenemos como sociedad una institucionalidad que facilite y fomente el voto. Son muchas las debilidades o correcciones que podrán aportar a que el acto de votar sea más fácil, desde poner inteligencia al servicio de los ciudadanos y evitar por ejemplo que una misma casa cuatro electores deban concurrir a locales diferentes, o que el nuevo trámite  de traslado de la inscripción electoral sea más engorroso y difícil que el anterior para inscribirse en el antiguo padrón.


El triunfo de Bachelet cuenta con toda la legitimidad de respetar las reglas de nuestro ejercicio democrático; el reconocimiento de Evelyn Matthei así lo manifestó, pero no querer ver y poner atención que la abstención amenaza el buen funcionamiento de nuestra democracia es una irresponsabilidad con el país.


Reelección de Bachelet y futuro Gobierno.


Michelle Bachelet obtuvo un triunfo no solo contundente, sino absolutamente legítimo en su representatividad, pese a que la de ayer haya sido la elección Presidencial con menor participación ciudadana, ya que sufragó un millón de ciudadanos menos que en la primera vuelta. Pero los comicios son con quienes participan, y es evidente que en esta disminución apreciable pesó, por una parte, el amplio favoritismo de Bachelet y, por otra, la campaña excepcionalmente cuesta arriba de la candidata de derecha.


Numéricamente, ha sido la elección en que menos personas participaron desde el retorno a la democracia: casi 5,7 millones, esto es, 1,5 millón menos que en la segunda vuelta Piñera-Frei de 2010, y 1,4 millón menos que en el balotaje Piñera-Bachelet de 2006. Así, aunque porcentualmente la Mandatario electa alcanzó una cifra récord de 62,16%, su número de votos (3,468 millones) es apenas superior a los 3,367 millones con que Frei perdió en 2010 (Piñera se impuso entonces con 3,591 millones). Y la votación lograda por la misma Bachelet en su primera elección como Presidente fue de 3,723 millones, casi 300 mil votos más que ahora.


Con igual cautela cabe evaluar el desempeño electoral de Matthei. Aun cuando sus 2,111 millones de votos son 1 millón 4 mil menos que los que cuatro años antes logró Piñera, su derrota no es una suerte de cataclismo para su sector, ni en términos porcentuales ni en número de votos: su cifra de ayer es superior a la de los postulantes de la Alianza en 1989 y en 1993, cuando no lograron pasar a segunda vuelta.


Con todo, cabe insistir en que, por un voluntarismo de lograr más participación, se haya llegado a la paradoja de disminuirla. La desafección por la política se ha abordado mediante una ingeniería de Leyes electorales, en circunstancias de que hay un problema más profundo, de motivación de la mística ciudadana, en términos de que las grandes masas se sientan responsables de un destino común. Eso no se ha inculcado a las generaciones jóvenes, y los procesos electorales se están dando en un marco de gran carencia de cultura cívica, desatendida durante décadas sin excepción, y traducido en un currículum escolar que, simplemente, la ignora. Ahora se cosechan los resultados: una “clase política” poco renovada mal puede entusiasmar a esa juventud, y el discurso refundacional que sostuvieron en la primera vuelta tantos candidatos no levantó ninguna mayor adhesión consistente, pero tampoco encontró un contrapeso significativo. Las nuevas Leyes electorales no remedian el decaimiento de los partidos, esenciales en una democracia sana, y en tal contexto el voto voluntario con inscripción automática sigue causando efectos muy distintos de los previstos y queridos.


Los institutos de estudios de las más variadas tendencias, que alimentan las propuestas más sólidas y de largo plazo en las democracias evolucionadas, no pasan en Chile por su mejor momento. En esta campaña no hubo en general sino ideas primarias, de contingencia, muchas de ellas anticuadas, de dádiva. Solo en el último debate se ventilaron al menos algunos principios, que Evelyn Matthei ratificó en su discurso tras los escrutinios, reiterando el compromiso de que valores como el respeto a la vida, la dignidad de las personas, y de la familia y la libertad, mantendrán su plena vigencia, pues lo central “no está en aspectos como el Estado, el mercado, los cambios Constitucionales o la reforma tributaria”, sino que “lo fundamental son las personas”.


Todo sugiere que Bachelet no habría alcanzado un resultado distinto con la sola antigua Concertación, sin integrar formalmente al P. Comunista. Ahora, su liderazgo deberá lograr que tal participación oficializada —y ya no meramente de apoyo— no derive en una distorsión de la idea de pluralismo y equilibrio con el centro que caracterizó a la Concertación en sus anteriores cuatro Gobiernos.


Por la amplitud de su ventaja electoral, pero especialmente por la mayoría Legislativa que potencialmente le permite materializar su programa de cambios con escasas limitaciones, el discurso de la noche del domingo de la Presidente electa contiene claves trascendentes. Destaca en él un reconocimiento explícito y tranquilizador a las realizaciones de todos los Gobiernos democráticos pasados. “Hemos hecho mucho, hemos construido un país del que podemos sentirnos orgullosos —aseguró Bachelet—, con una economía sana, una democracia estable y una sociedad y una ciudadanía empoderada y consciente de sus derechos”. Son palabras más cercanas a un camino evolutivo que a un ánimo anulador de lo que Chile ha logrado para acercarse a un desarrollo económico y humano hoy de primer nivel en América Latina, como lo quieren la izquierda radicalizada y el PC.


Se le cobrará, sin embargo, a Bachelet lo que también revalidó en el momento de su segundo triunfo: “construir un sistema educativo público, gratuito y de calidad” —en el que “la calle” ha fijado “un horizonte y una ruta”—, y una nueva Constitución en que “la mayoría nunca más sea acallada por una minoría”. ¿Sugerencia, entonces, de que sobran los quórums calificados para materias nucleares de la convivencia nacional? ¿Cómo se logra política y materialmente el “terminar con la desigualdad”, una realidad que los países solo logran con esfuerzos tenaces durante largo tiempo? Las respuestas a estas preguntas comenzarán a insinuarse recién con la conformación de los equipos de la nueva administración.


En la campaña, Bachelet puso énfasis en ideas muy genéricas sobre Constitución, educación, previsión, salud y otras, pero como no se conoce su detalle, estos “cheques” de contornos no conocidos serán sometidos a una discusión de fondo, probablemente antes de la transmisión del mando. La prudencia con que lleve adelante tales reformas, dada la mayoría Legislativa con que cuenta, va a determinar el éxito —o fracaso— de su segundo Gobierno. Porque todas las áreas citadas son de alta sensibilidad: nada lo es más que la Constitución, y por la elección del sistema educacional de sus hijos la gente está dispuesta a movilizarse, como históricamente se ha demostrado. Si en estas y otras materias, mediante su mayoría circunstancial en las Cámaras la Nueva Mayoría desoye en la práctica el sentir del 38% de los chilenos, en vez de convencer de las bondades de sus propuestas, buscando los grandes acuerdos que han sido habituales en toda la Legislación chilena trascendental, se puede llegar a una polarización que nadie desea, y que sería un franco retroceso.


Para la derecha comienza ahora un duro camino para recuperar el Gobierno, después de frustrarse su opción de mantenerlo por uno o dos mandatos más, como habría sido posible, dada su gran gestión Gubernativa, con resultados indiscutibles, de no haber mediado una muy mala conducción política del Gobierno y de la propia coalición con tres sucesivos candidatos Presidenciales y un clima de constante desarmonía. Pese a eso, el 38% obtenido es importante y sería un error someterlo a “cuchillos largos”, en vez de construir allí el cimiento de una expansión moderna, y no el desvarío retórico de una “nueva” derecha que no acierta a definirse con claridad, y que tampoco defiende los que son sus postulados básicos en todo el mundo. Evelyn Matthei asumió con ejemplar nobleza la plena responsabilidad política, omitiendo toda alusión a las adversidades evitables que sufrió —incluyendo, entre otras, una encuesta que la hizo aparecer con 12% de apoyo, menos de un tercio del que realmente recibió, y modestísimos recursos materiales—, a las que logró sobreponerse con su propia capacidad personal, ampliamente demostrada en el último foro de la campaña.


La Presidente electa cuenta con vasta experiencia de Gobierno y también internacional. Ella no ignora cuán complejo es Gobernar, y tanto más en Latinoamérica —baste revisar el cuadro de popularidades Presidenciales que se publicó ayer por este diario—. Es evidente que aquellos que eligen un curso de polarización pueden lograr resultados de control político en el corto plazo, pero eso pronto deviene en deterioro nacional, reveses económicos, incertidumbre y choques sociales.


Siendo así, desde hoy mismo, la Presidente electa —y tanto más desde el 11 de marzo, cuando vuelva a La Moneda— tendrá que procurar la contención de las enormes expectativas despertadas, para canalizarlas hacia un dinamismo que continúe impulsando al país, de modo que él pueda, por fin, trasponer el tantas veces invocado umbral del desarrollo, y en caso alguno retroceder.


Sigue el chavismo.


Los antichavistas, reunidos en la Mesa de Unidad Democrática (MUD), con su discurso confrontacional y antiautoritario, aumentaron su número de votos, pero estos no fueron suficientes para deslegitimar al régimen, que reafirmó su poder. Lo que se esperaba fuera un plebiscito sobre la gestión de Nicolás Maduro no prosperó. El resultado mostró un país dividido en dos, con la “revolución bolivariana” firme en los sectores populares, localidades pequeñas y en el campo, mientras la oposición se mantiene sólida en los niveles altos, la clase media y en las áreas urbanas importantes. Hay expectativas de que la brecha se pueda superar, especialmente con los triunfos opositores en nuevos Municipios, donde podrían fortalecerse y expandir su mensaje. Haber ganado en Barinas, la capital del Estado natal de Hugo Chávez, es un indicador de que tienen espacio para crecer.


No les será fácil enfrentar a un Gobierno que usa y abusa de los recursos del petróleo, que impone su hegemonía en los medios y que amenaza directamente a sus opositores. La burda estrategia populista que el oficialismo llamó “ofensiva económica” y que obligó a los comerciantes a vender electrodomésticos a precios rebajados semanas antes de las elecciones es un ejemplo de la falta de escrúpulos para ganar una elección y perpetuarse en el poder.


Los anuncios triunfalistas de Maduro el domingo, acerca de que “la revolución bolivariana continúa con más fuerza”, se contraponen a los llamados de la oposición a “convertir la calle en el corazón de la lucha”. Por eso, preocupa que la aguda polarización pueda llevar a la violencia. Hay antecedentes históricos y, en una época de crisis económica, altísima inflación, desabastecimiento de artículos de primera necesidad, servicios públicos colapsados y bajo crecimiento, podrían darse las condiciones para un estallido social de consecuencias imprevisibles.


El camino para la oposición es difícil y probablemente deba considerar un cambio en su manera de hacer política. En el horizonte aparece la oportunidad de impulsar un referendo revocatorio cuando Maduro cumpla su tercer año en el poder, en 2016. Pero Corina Machado, destacada líder opositora, ha pedido “rectificar” la estrategia y propuesto un camino para “devolver el poder al pueblo” y “recuperar la democracia”. Plantea que la solución debe ser “civil” —esto es, que la iniciativa emerja de los ciudadanos, para obtener el respaldo de las instituciones y de las FF.AA.—, eficaz —lo que implique “una transformación profunda del modelo”— y “oportuna” —esto es, “inmediata”—.


Cómo se articule la nueva etapa de la oposición será decisivo para una salida pacífica a la crítica coyuntura actual, que no parece sostenible.


Elogios y “garrotes” para Chile en Senado de EE.UU.


Las audiencias en el Comité de RR.EE. del Senado estadounidense son valiosas instancias para entender cómo opera la política exterior de ese país. La semana pasada debió comparecer el designado Embajador para Chile, Michael Hammer. El Diplomático hizo una presentación elogiosa para nuestro país. Aparte de calificarlo como un “ejemplo de transición democrática” y de “estar bien posicionado para ser un líder de la democracia en la región y el mundo”, destacó el incremento del 340% en el comercio bilateral desde el TLC de 2004. Más aún, remarcó que mientras las ventas de Estados Unidos al mundo crecieron 112%, las que hizo a Chile subieron 600%. Elogió los aportes a la seguridad en Haití y otros países, y calificó a Chile como un “modelo en la región por su creciente accountability y transparencia” en las reformas del Ministerio de Defensa.


Lo complicado vino en las preguntas. El Presidente del Comité le inquirió qué haría, de ser confirmado, frente a lo que llamó el incumplimiento chileno del capítulo sobre protección de la propiedad intelectual en el TLC; recordó que EE.UU. lo ha incluido en su lista de países que no cumplen en estas materias, y afirmó que también se ha opuesto a las propuestas estadounidenses sobre propiedad intelectual que se discuten en la negociación de la TransPacific Partnership (TPP). Hammer fue categórico: de ser confirmado, “desde el primer día, trabajaré para protegerlos”, y en el caso de la TPP —dijo— “trataré de avanzar en tener la protección adecuada y que los chilenos cumplan con sus responsabilidades... Ellos pueden hacerlo, pero no han hecho lo suficiente”.


En este diálogo entre el Senador y el Embajador se advierte la presión del Congreso sobre la Diplomacia como instrumento para imponer intereses estadounidenses particulares.


Es importante, sin embargo, que la relación bilateral abarque el más amplio espectro de materias posibles, de modo que nuestro país y nuestra región no queden al margen de la vida estadounidense. Lo que a EE.UU. le interesa de Chile excede —es de suponer— el tema de la propiedad intelectual o los intereses de la industria farmacéutica, algo que el mismo Embajador Hammer reconoció ante el Comité.


Correspondencia para la meditación.


Señor Director:


La revolución devora a sus hijos.


Cuando el camarada Jang Song-thaek estaba frente al pelotón de fusilamiento, había de recordar aquella tarde remota en que su abuelo lo llevó a ese antiquísimo templo budista en que escuchó la palabra sagrada: “¡La mayor de todas las virtudes es la piedad!”


Años más tarde llegaron a su pueblo los comunistas, marchando con platillos y tambores, y citando a Lenin: “En el comunismo se realizarán todos los ideales de las grandes religiones”. Pero al sonar la descarga, solo pudo escuchar la sentencia de su amado sobrino Kim Jong-un: “No soy yo el que te mata, tío, es la Revolución”. Se dio cuenta entonces de que había ofrendado toda su vida a una ideología incapaz de respetar la moral y que por eso estaba —desde su inicio— condenada a no repetirse nunca más.


¿Sabrán algo de esto quienes también en Chile —lo quieran o no— abren grandes alamedas al fracaso y la traición de sus propios principios?


Prof. Dr. Víctor Farías, Universidad Andrés Bello.


Señor Director:


Carabineros de Chile.


Lo que ha ocurrido en Argentina con la huelga de la policía debería hacernos pensar en lo positivo de la jerarquización, disciplina y centralidad de mando de Carabineros de Chile; quizás a eso se debe su ganado prestigio, avalado por todas las encuestas.


La compleja tarea de mantener el orden público en un entorno donde se ampara la inflación y subjetivización de los derechos, minimizando los deberes y responsabilidades, exige el permanente apoyo de la autoridad política. Cuidemos lo que tenemos.


Miguel A. Vergara Villalobos.
 


  Una meditación trascendental:





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Evelyn Matthei evaluó en CNN los 3 primeros meses de Bachelet…

Impactante: Ex dirigente secundaria sería la joven encapuchada grabada por Carabineros.

LANATA : CARTA A CRISTINA FERNÁNDEZ.

Juzgue usted si Bachelet sabía o no del maremoto... , video gentileza EMOL-

"La desnacionalización del cobre no la hizo Pinochet sino que fue la concertación".

Polémica por video de la Onemi del 27F, Bachelet niega tsunami...Gentileza EMOL.

Bachalet niega tsunami a las 8:59am del 27F
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Marcha Soldados del 73, con imágenes

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Letra Marcha: Soldados del 73

Letra Marcha Soldados del 73

Autor: Rosabella Liniers
Compositor Gianfranco



Son hermanos los Infantes,
todas las armas y soldados del ayer
Carabineros, Marinos y Aviadores
Combatientes del 73.

Un sólo cuerpo, un sólo corazón,
noble misión, proteger a la Nación,
la frente en alto saliendo del cuartel,
los soldados del 73.

Ya dió la orden mi General,
para vencer tenemos que luchar,
no ha sido arriada jamás nuestra bandera,
orgullo eterno de nuestra libertad.

En el recuento se hace el silencio,
por los heridos, los caídos que no están,
lo lamento mi Capitán,
mi Sargento no le puede contestar.

La Patria es libre, llegó la paz,
en el desierto, el cielo, azul el mar,
ya nuestros hombres cantan victoria
Combatientes del 73

Ya dió la orden mi General,
para vencer tenemos que luchar,
no ha sido arriada jamás nuestra bandera,
orgullo eterno de nuestra libertad.

Piñera anuncia propuesta de reformas educacional y tributaria, gentileza EMOL

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