El deber de votar,
por Agustín Squella.
Vivimos el tiempo de los derechos, y no de
cualesquiera derechos, sino el de una clase especial de ellos —los derechos
fundamentales— que adscriben a todo individuo de la especie humana por su sola
condición de tal.
Tiempo de los derechos porque su catálogo se ha
ido incrementando desde que empezó a hablarse de ellos bajo ese nombre —siglo
XVII— y se dio inicio a su consagración a nivel de los derechos nacionales y,
más tarde, en el ámbito internacional. Tiempo de los derechos porque los Estados
democráticos los declaran en un capítulo destacado de sus Constituciones
políticas y porque, más allá de los Estados, se encuentran reconocidos en
declaraciones y tratados internacionales, de manera que tanto los derechos
nacionales como el derecho internacional les dan hoy una base de sustentación
objetiva. Tiempo de los derechos porque, tanto a nivel del derecho interno de
los Estados como en el campo internacional, no están meramente declarados, sino
también garantizados, lo cual quiere decir que las personas cuentan con
acciones y recursos para hacerlos valer ante Cortes nacionales, regionales o
universales. Tiempo de los derechos, en fin, porque los sistemas de protección
se han expandido desde el ámbito nacional al regional, y desde este a uno de
tipo universal. En nuestro caso, por ejemplo, se puede recurrir a las Cortes de
Apelaciones, a la Corte Interamericana de Derechos Humanos y, en ciertos casos,
a la Corte Penal Internacional.
El primer documento sobre derechos humanos a
nivel internacional es muy reciente y tuvo que ocurrir una guerra mundial, con
toda su secuela de horrores, para que la mayoría de los Estados lo suscribiera:
me refiero a la Declaración Universal de Derechos Humanos, aprobada en el seno
de la ONU en diciembre de 1948. Un hecho notable, sin embargo, es que a nivel
regional americano esa declaración haya sido precedida en meses por la
Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre, aprobada por la
Conferencia Internacional Americana.
Fíjese usted en el nombre del segundo de esos
documentos: declaración de “derechos y deberes”, dice, y hacia el final de su
texto, después de fijar los derechos, establece distintos deberes. ¿Cuáles?
Entre otros, el de toda persona, cuando esté Legalmente capacitada para ello,
“de votar en las elecciones populares del país de que sea nacional”. Poco
antes, en su mismo articulado, señala que toda persona “tiene el derecho de
participar en las elecciones populares”. Así las cosas, la Declaración
Americana estableció el sufragio como un derecho y como un deber, y lo más
probable es que sus redactores no imaginaran que más de medio siglo después
iban a surgir voces que afirmaran, por razones académicas o de mera
conveniencia electoral, que porque el sufragio es un derecho no puede ser, a la
vez, un deber.
Atrapado no en la cultura de los derechos (que
es un bien), sino en la contracultura de los deberes (que es un mal), nuestro
Congreso Nacional aprobó la inscripción automática y el voto voluntario, que es
lo mismo que haber dicho a los ciudadanos: “no se molesten en inscribirse ni
tampoco en ir a votar”. Aplausos de todos lados, porque por causa de la
contracultura de los deberes nadie quiere oír hablar de estos, como si vivir en
sociedad concediera únicamente derechos y no impusiera deberes. Parlamentarios
deseosos no de ser fieles a sus convicciones, sino de complacer a futuros
electores perezosos de ciudadanía, cedieron en cuanto a la obligatoriedad del
sufragio. Mal que mal habría elecciones dentro de poco —Municipales, Parlamentarias
y Presidenciales—, y no se atrevieron a contrariar a quienes permanecían fuera
del padrón electoral, especialmente jóvenes, a los que dijeron algo así como:
“Ahora van a ser inscritos de manera automática, pero olvídense de la obligación
de votar”.
Lo que esos Parlamentarios no advirtieron, o no
les importó lo más mínimo, es que estaban vulnerando la Declaración Americana
de Derechos y Deberes del
Hombre.
La economía en 2013,
por Rolf Lüders.
Las elecciones le han dado a Michelle Bachelet
y a la Nueva Mayoría una clara victoria. El triunfo lo obtuvo la coalición
ganadora a pesar de las todavía -en general- relativamente buenas condiciones
económicas. Mientras los ganadores nombran sus cuadros ejecutivos y afinan su
programa económico, corresponde hacer un balance de lo sucedido en 2013.
Este fue un año que en materia económica
internacional fue más bien plano. No obstante, se continuaron saneando las
cuentas Fiscales en EE.UU. y en Europa.
Mientras tanto, el
PIB mundial crecerá -sin
presiones inflacionarias significativas- aproximadamente a la misma tasa
(utilizando tipos de cambio de mercado, un 2,2%) a la que lo hizo en 2012. Crecerán a una tasa algo superior al 1% los
países desarrollados, y lo harán a una tasa algo superior al 5% los países
emergentes.
Económicamente EE.UU. siguió recuperándose de
la recesión, tanto así que el miércoles la Fed -su banco central- anunció que
terminaría con su programa de compras de activos orientado a incentivar el
consumo. Lo hará reduciendo, a partir de enero del próximo año, los US$ 85 mil
millones mensuales que ha estado comprando, hasta eliminar las mismas a fines
de 2014. Eso sí, se comprometió a mantener las bajas tasas de interés.
Chile crecerá en 2013 al 4,2%, comparado con un 5,6% el año pasado.
La diferencia se explica en buena medida por la significativa desaceleración de
la demanda interna (desde un 7,1 a un 3,9%), causada principalmente por la
caída en la inversión y, muy especialmente, por aquella en minería. La tasa de
aumento del consumo, en cambio, sólo se reducirá en un 0,4%. La caída en los niveles de inversión es
preocupante, porque afecta el potencial de crecimiento futuro de la economía.
No obstante, hasta ahora la mencionada
desaceleración no ha tenido mayores efectos negativos sobre el empleo y ha
evitado que se produzcan presiones inflacionarias indeseadas. La fuerte reducción en la tasa de inversión
-producida principalmente por la postergación de proyectos en la minería del
cobre- se ha traducido, a pesar de la baja del precio del mineral, en una
mejora importante del déficit en cuenta corriente, bordeando este último el 3%
del PIB. Las bajas tasas de inflación y el menor déficit Fiscal han permitido
al Banco Central, para reactivar la demanda, bajar la tasa de política
monetaria en un 0,5%. Dado el escenario externo, ésta política ha repercutido
en una significativa alza del tipo de cambio.
En resumen, se ha reducido en Chile
significativamente la tasa de crecimiento de la inversión, sin que por ahora
ese fenómeno haya afectado mayormente al empleo, a los salarios y al consumo.
La actual situación en el mercado del cobre aleja el fantasma de la enfermedad
holandesa (el tipo de cambio se ha depreciado significativamente), pero para
que la industria manufacturera y la agricultura puedan aprovechar plenamente
las oportunidades que se les abren y el país pueda seguir desarrollándose, urge
resolver los cuellos de botella, especialmente en materia energética, y cuidar
del buen clima de inversión.
Las primeras señales.
Además de los abundantes comentarios que
suscitó la votación del domingo 15, esta semana marcó el inicio de una nueva
etapa política, donde se multiplican las declaraciones, las críticas e incluso
los cambios de domicilio partidista y hasta de bando. El solo anuncio de que en
la segunda mitad de enero la futura Mandatario decidirá su Gabinete Ministerial
alentó muchas esperanzas (y también opiniones), y fue a propósito de la
afirmación de Gutenberg Martínez de que sería un error que el PC se incorporara
allí sin aclarar su posición sobre los derechos humanos en Cuba que Michelle
Bachelet precisó que será únicamente ella quien defina sus colaboradores. Pero
—sumando una alusión de Ignacio Walker al “referente castrista” del comunismo
chileno— el episodio mostró que en un sector de la DC subsisten las dudas
acerca de la viabilidad de esa nueva coalición política, que otro grupo aplaude,
al igual que el Presidente del PPD, para quien “sacar al pizarrón” al PC por
Cuba es una exageración. Se ha dicho que Bachelet se habría molestado,
asimismo, por actitudes de los partidos que tenderían a proteger sus liderazgos
emergentes y por enviarle inaceptables mensajes por la prensa vinculados al Ministerio.
Por otra parte, la pugna por los cargos
directivos en el Congreso y en sus comisiones (es el caso de la protesta
falangista a la postulación de Isabel Allende a la Presidencia del Senado
anunciada por el timonel del PS), y los rumores de pactos dentro de la Nueva
Mayoría, como una bancada conjunta PS-PPD ante la eventual fusión de los
comités DC y PR, indican posibles reajustes internos, en los que influirá el
documento que el PC aprobará hoy y que probablemente consagrará su próximo
ingreso al Gobierno. Pese a todo ello, a lo menos en esta etapa, la suma del
poder está en manos de la Presidenta electa.
Bloqueo Legislativo.
Es
manifiesto el deseo del Presidente Piñera de mantener hasta el final el ritmo
del trabajo Gubernativo y, de hecho, el Ministro Segpres, Cristián Larroulet,
ha procurado avanzar en varias materias específicas. Sin embargo, el titular
del Senado, DC Jorge Pizarro, le notificó que la oposición rechazará —como ya
lo está haciendo— el despacho de toda iniciativa que no cuente con su
aprobación, lo que se aplica especialmente a la Ley de resguardo del orden
público (antiencapuchados), una rebaja impositiva y normas educacionales. La
razón básica invocada es que la nueva mayoría Parlamentaria se jugará desde
marzo por las opciones programáticas de su Gobierno, por lo que no tiene
sentido que concurra a aprobar proyectos de la actual administración. Si bien
lo más significativo está en la señal que se da en cuanto al estilo del futuro
trabajo Legislativo, cabe observar que estaba claro que el aumento de la
subvención escolar era un aporte positivo y que la rebaja tributaria
beneficiaba a las pymes.
Impacto electoral en la Alianza.
Pese al
esfuerzo (aun en la prensa del jueves) de Evelyn Matthei, su candidata, y de
algunos dirigentes, por lograr que sus adherentes mantengan la unidad más allá
de legítimas diferencias y del necesario análisis de los errores cometidos, en
estos días se han sucedido allí declaraciones agresivas y variadas acusaciones
por las culpas en el fracaso electoral, que afectan tanto a los partidos y sus
directivas, como al Gobierno. Costará mucho, sin duda, que ese estado de ánimo
se supere, aunque el relevo generacional que se apreció al final de la campaña
parece tener una visión más amplia que debería favorecer una nueva forma de
entender la centroderecha. En todo caso, mientras en la UDI el debate existe,
pero con mayor prudencia, han renunciado ya a Renovación Nacional, por una parte
y como era previsible, el Senador Antonio Horvath, que se une a su colega
Carlos Bianchi en un dúo independiente con énfasis Regional que puede dar
mayoría a reformas bacheletistas importantes, y por otra, figuras discrepantes
de la mesa de RN que sólo se marginarán o bien irán rumbo al movimiento más
juvenil y liberal Evópoli, en vías de convertirse en el tercer partido del
sector, donde quizás puedan recalar también los de la “nueva derecha” que no
logran desplazar a Carlos Larraín y su gente.
Otras pistas probables.
En pocos
días se acumulan síntomas de diversos temas para el debate que viene: Uno, las
tensiones latinoamericanas que habrá de manejar la Presidente, derivadas del
recelo brasileño y el abierto repudio del Alba ante la Alianza del Pacífico; de
la oscilante actitud de Evo Morales al sentirse engañado por la agenda anterior
de Bachelet, pero que dice confiar en que el socialismo de ésta le dé salida al
Pacífico; y de los eventuales efectos del fallo de La Haya y las dudas que
plantea su mismo entorno sobre la política exterior de este Gobierno. Dos, los
intentos de limitar las atribuciones del Tribunal Constitucional, incluido el
control preventivo de las Leyes (cuya importancia destaca su Presidente,
Marisol Peña, y que provoca polémica incluso en la Nueva Mayoría), más los
cambios que se avecinan de varios de sus integrantes, en relación sobre todo al
previsible proceso de reforma o reemplazo de la Carta Fundamental.
“Inflación” de horas extras en Municipios.
Un logro destacable pero poco conocido del
actual Gobierno son los avances en racionalizar el pago de horas
extraordinarias en el aparato público, área que con frecuencia se ha prestado a
abusos. Así, en las 18 Subsecretarías que son parte del plan ChileGestiona —y
que abarcan el 85% del Estado central—, el promedio anual de horas
extraordinarias por funcionario bajó de 69,8 en 2009 a 48,5 en el primer
semestre de este año. Por cierto, este resultado no significa que hayan dejado
de producirse algunas situaciones irregulares, pero una revisión de distintas
fiscalizaciones efectuadas por la Contraloría permite concluir que hoy los
mayores problemas a este respecto estarían concentrados en otra área del
Estado, los Municipios. Funcionarios que aparecen cumpliendo jornadas de
trabajo inverosímiles, de 12 horas los siete días de la semana; justificaciones
genéricas relativas a “tareas impostergables” que no se explicitan, o la
comprobación fehaciente de que las horas extraordinarias pagadas nunca se
trabajaron, son algunos elementos que emergen de las auditorías realizadas por
el órgano fiscalizador en distintas Municipalidades.
La lectura de esos informes parece confirmar
que en muchas Comunas del país el sistema mismo de las horas extras se ha
desnaturalizado. Si su sentido es el de remunerar adecuadamente extensiones
extraordinarias de la jornada laboral demandadas por la urgencia de un
determinado requerimiento, el que se transformen en una práctica habitual es
indicativo de graves problemas de gestión o, derechamente, de abusos. Tal
conclusión se ratifica cuando algunos de los propios involucrados admiten que
el pago de supuestas horas extras se ha utilizado para recompensar a
funcionarios a los que se estima particularmente meritorios, o para mejorar
sueldos demasiado bajos. A esto se agrega el que, en muchos casos, los
beneficiados son figuras cercanas al Alcalde.
La referida experiencia de ChileGestiona es
demostrativa de que estas situaciones no necesariamente son un sino inevitable
de la gestión pública. Al contrario, una adecuada programación de tareas,
mecanismos de control eficaces y uso de indicadores pertinentes contribuyen a
mejorar sustancialmente la productividad y a evitar abusos. Es un hecho el
rezago que buena parte de los Municipios presenta en temas de modernización,
así como su precariedad en materia de recursos humanos. Un proyecto como la Ley
de Transparencia Municipal, actualmente en discusión en el Senado, abordaba en
su texto original varios de los problemas que hoy traban la gestión Comunal. Si
bien durante su discusión ha sufrido cambios relevantes —como la eliminación de
la propuesta para establecer un sistema de Alta Dirección Pública Municipal—,
es anticipable que su aprobación en cualquier caso mejoraría significativamente
los mecanismos de control y fiscalización en el interior de los Municipios, lo
cual, a la luz de lo constatado, constituye una urgencia. Es de esperar que así
sea comprendido por los Parlamentarios, que hasta ahora, aunque han respaldado
diversos aspectos de la iniciativa, han tendido a centrar el debate en los
reclamos de los gremios Municipales y en las demandas por aumentar las dietas
de los Concejales.
Esta labor fiscalizadora de los Municipios que
la Contraloría ha intensificado es una línea que debe mantenerse
permanentemente en el futuro, y tanto más en la medida en que se vaya
concretando la tendencia a la descentralización que constantemente exigen Regiones
y Comunas, así como a la luz de los cambios que el próximo Gobierno ha
anunciado en el ámbito Municipal.
Revisión a los planes de empleo de emergencia.
La excesiva duración que presentan los
programas de empleo de emergencia que cuentan con apoyo Estatal -que en
promedio se acercan a los cinco años-, demuestra que dichos planes no están
cumpliendo los objetivos para los cuales fueron diseñados. No resulta razonable
que con los fuertes índices de empleo que exhibe el país, la presencia de este
tipo de programas siga tan masificada, por lo que se hace necesario revisar su
continuidad y limitar su utilización, permitiendo que se mantengan sólo cuando
existan razones plenamente justificadas, como, por ejemplo, ocurrió tras el
terremoto de 2010.
Los datos del Ministerio del Trabajo indican
que a octubre de este año existe un total de 57 mil personas beneficiadas con
algún tipo de programa con apoyo Estatal, dentro de los cuales una porción
significativa (22.800) forma parte de los programas ProEmpleo, que son quienes
se ajustan mayormente a aquellos considerados de “emergencia”. Es llamativa la
cantidad, considerando que la economía chilena se encuentra en una situación
que podría considerarse de pleno empleo, lo que se traduce en una fuerte
demanda por la contratación de trabajadores. Por ello, no se entiende por qué
tantos miles siguen permaneciendo bajo esta modalidad especial. El
contrasentido es aún mayor, si se considera que diversos sectores productivos
reclaman escasez de mano de obra, como ha sido el caso de la agricultura, la
minería o la construcción, cuya demanda de empleos muchas veces no requiere de
calificaciones especiales.
Tampoco resulta razonable el tiempo promedio de
duración que presenta este tipo de empleos, que de acuerdo con los datos de la
autoridad se extiende por cinco años. En algunas Regiones, como el caso de
Atacama, incluso supera los seis años, lo que debe ser motivo de atención, pues
ello revela que se ha desnaturalizado el carácter de “emergencia” y han pasado
a ser empleos permanentes, sin que exista claridad si dichos puestos de trabajo
se justifican o reúnen los requisitos para clasificar en este tipo de programas
Estatales. Es razonable que el Ministerio del Trabajo haya tomado la decisión
de analizar dichos programas y busque acotar el tiempo de permanencia, si bien
cabría esperar que ello se hubiese hecho con bastante más antelación, y dicha
evaluación continúe una vez que se instale el nuevo gobierno.
Parte importante de los empleos de emergencia
se canalizan a través del programa de Inversión en la Comunidad, donde los Municipios
juegan un rol relevante, pues son éstos los que solicitan este tipo de empleos
y quienes entregan los antecedentes que justifican las contrataciones. Este
tipo de planes ha jugado un rol relevante en ciertos momentos, ya sea en
períodos recesivos o frente a desastres naturales, y es natural que sean los Municipios
las entidades que canalicen las solicitudes, pues así es posible orientar estos
empleos hacia los sectores que más los necesitan. Sin embargo, parece evidente
que la provisión de estas plazas se ha convertido en una herramienta
político-electoral en manos de algunos Alcaldes, por lo que se hace urgente
buscar otro tipo de controles, además del Municipal, para justificar estos
empleos. Lo contrario abre espacio para el clientelismo y prácticas que
desnaturalizan este tipo de programas, y supone un uso deficiente de recursos
públicos.
Tampoco es saludable que los trabajadores
permanezcan demasiado tiempo en empleos de emergencia, ya que al ser éstos en
general de baja calificación, se pierde una oportunidad para que opten a cursos
de capacitación u otro tipo de actividades que contribuyan a su desarrollo
personal, y pierdan la motivación para salir a buscar mejores empleos.
Medidas para atenuar impacto de reavalúos.
El Gobierno ingresó el martes al Congreso el
anunciado proyecto de Ley que plantea postergar en 18 meses el reavalúo de los
bienes agrícolas. De aprobarse, esa iniciativa beneficiaría a los propietarios
de alrededor de 180 mil predios sujetos al pago de contribuciones, cuya
retasación entraría en vigencia el 1 de enero de 2016, en vez del 1 de julio de
2014. Las autoridades han justificado el proyecto como una manera de compensar
la sequía de este año y las heladas que en meses recientes afectaron a un
número importante de agricultores de las Regiones V y VII.
También el reavalúo de propiedades urbanas que
comienza a regir a partir de enero de 2014 ha sido analizado por el Ministerio
de Hacienda, buscando medidas para mitigar su efecto. Entre otras, se
consideraría modificar el nivel del impuesto territorial que actualmente se aplica
y que define los montos de las contribuciones, y mejorar el método de
zonificación de propiedades, para que sea más preciso y realista.
En lo inmediato, recién se ha enviado al
Congreso otro proyecto, para rebajar el impuesto territorial a los adultos
mayores cuyos ingresos mensuales no superen los $550 mil y que sean
propietarios de viviendas avaluadas hasta en cien millones de pesos. De acuerdo
con la normativa propuesta, en tales casos los pagos por concepto de
contribuciones no podrán ser mayores al 10% de los ingresos anuales de los
beneficiados.
Es comprensible el impulso que el Ejecutivo ha
dado a estas iniciativas tomando en cuenta la impopularidad de un impuesto como
este —considerado por muchos como una doble tributación— y lo gravoso que resulta
en el corto plazo, cuando los predios y las viviendas suben de valor comercial,
pero sin que ello genere necesariamente flujos inmediatos (o incluso mediatos)
a sus propietarios.
Con todo, es necesaria cierta cautela respecto
de cuánta flexibilidad se puede permitir al aplicar medidas que afectan la
recaudación impositiva. Las contribuciones son una importante fuente de
ingresos para los Municipios, que les permiten proveer servicios de aseo y
ornato, retiro de basura y mantención de parques, entre otros. Además, tienden
a promover la movilidad urbana, que permite la reconversión de barrios y el
rejuvenecimiento de las ciudades. Y, por último, aunque gravosas en el corto
plazo, las mayores contribuciones son el reflejo de la plusvalía de las viviendas
en el mediano o largo.
Desde esta perspectiva, lo razonable en esta
materia —como en muchas otras políticas públicas— es avanzar con gradualidad,
considerando las externalidades positivas y negativas sobre los diferentes
grupos de interés involucrados. Cabe sopesar, además, la pertinencia de seguir
concentrando beneficios en determinados grupos etarios de la población, con la
consiguiente discriminación respecto de otros que pueden encontrarse en
similares condiciones de vulnerabilidad.
Robos a cajeros automáticos.
En menos de una hora, tres cajeros automáticos
fueron robados el miércoles, con lo que se completó un total de siete episodios
similares durante la última semana. Aunque es normal que en la cercanía de las
fiestas de fin de año se incremente este tipo de robos y en el balance global
del año se registra una caída de éstos respecto de 2012, la seguidilla debe
llamar la atención de las policías y del Ministerio Público, los cuales deben
redoblar sus esfuerzos por detener a los responsables y llevarlos ante la Justicia.
Los tres robos ocurrieron en Santiago: en una
estación de servicios, al interior de una clínica y en el Centro de Justicia.
En diciembre se ha producido lo que Carabineros denomina un “alza estacional”
en estos atracos, que, en todo caso, han caído en 2013 respecto de 2012.
Mientras el año pasado a esta fecha se habían registrado 624 casos (de los
cuales se consumaron 207), este año el número de incidentes alcanza los 300
(115 de los cuales fueron consumados). Esta disminución se debe al aumento de
las penas asociadas a este ilícito, a las mayores precauciones que se han
tomado para dificultar el robo de los aparatos y al aumento de vigilancia de la
policía.
Es necesario que todas las partes involucradas
sigan colaborando, para evitar que cobre fuerza este rebrote parcial que se
viene advirtiendo en las últimas semanas. Los delincuentes han comenzado a
utilizar nuevas técnicas para robar los cajeros, abandonando la vía de los
llamados “alunizajes” y recurriendo, por ejemplo, a explosiones con gas
licuado. Por ello, es necesario que la prevención se multiplique, para proteger
los 8.994 cajeros automáticos que existen a lo largo del país.
Centrales sindicales.
El movimiento de los trabajadores por conseguir
mejores condiciones laborales ha estado plagado de controversias, disputas y
divisiones originadas en consideraciones políticas. Sin embargo, en el mundo
existen diversas organizaciones que agrupan a los sindicatos, y todas ellas son
reconocidas por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Del mismo
modo, caben en un país distintas asociaciones que bien podrían ser reconocidas
por las autoridades de Gobierno y por las agrupaciones empresariales como auténticos
representantes de los sindicatos nacionales. La existencia de varias
agrupaciones, lejos de debilitar los planteamientos de los trabajadores, podría
darles mayor fuerza.
No obstante, la historia muestra una
coexistencia difícil entre las centrales sindicales, dejando al descubierto la
lucha política que se da en muchos sindicatos chilenos. Desde la creación de la
Gran Federación Obrera de Chile (GFOCh), en 1909, devenida 10 años más tarde en
Federación Obrera de Chile (FOCh), algunos dirigentes han subrayado que solo la
unidad de todos los trabajadores en una organización única podría darles una
representatividad que fuerce a los empresarios a otorgarles mejores condiciones
de trabajo. Pero muy tempranamente se evidenció el intento de controlar políticamente
la actividad sindical. Y entre esos dos polos transcurre la historia del
movimiento de los trabajadores.
En 2003 se produjo un quiebre en la Central
Unitaria de Trabajadores (CUT) y se creó la Unión Nacional de Trabajadores
(UNT), que, junto a la Central Autónoma, venía a complementar las centrales
sindicales chilenas. Si bien la CUT retiene a la mayor cantidad de
sindicalizados —que en Chile superan levemente el millón de personas—, las
otras dos centrales reúnen a una importante proporción de trabajadores, y sus
sindicatos afiliados equivalen a casi un quinto de los de la CUT. Las
autoridades harían bien en entenderse con todas las organizaciones, pero la
presión de la calle consigue distraerlas de esa razonable actitud, y las lleva
a concentrar su preocupación en aquellas que les crean problemas importantes de
orden público y de atención ciudadana. En consecuencia, la CUT —con el peso de
tener entre sus filas a gremios con alto poder de presión, como los de
funcionarios públicos y profesores— logra atrapar al Gobierno con sus tácticas,
con lo cual las otras centrales quedan abandonadas, semiignoradas y con menor
posibilidad de negociar y de representar los intereses de sus asociados.
Pese a lo anterior, las centrales paralelas
cumplen un papel importante, como lo ha dicho el ex Presidente de la UNT, Diego
Olivares, pues obligan a las dirigencias de la agrupación más numerosa a un
mayor autocontrol en sus conductas, ante el riesgo de perder afiliados. También
aquí la competencia prueba su importancia en moderar las actuaciones de los
agentes. Cuando hay una sola central, como ha ocurrido en algunos momentos de
la historia de Chile, la presión política por controlarla y manipular a sus
dirigentes, o por colocar a representantes políticos a cargo del sindicato
único, alcanza tal intensidad, que rápidamente es seguida por grandes disputas
internas, pues siempre existen dirigentes sindicales que aspiran a representar
genuinamente las inquietudes laborales de quienes los eligieron. Por eso, desde
el punto de vista de los trabajadores es conveniente que exista más de una
central, y corresponde al Gobierno no dificultar las condiciones para su
constitución y darles un trato imparcial. La presión callejera logra, sin
embargo, torcer esta actitud y las autoridades terminan por dialogar con quien
“mete más ruido”, en palabras de Olivares. Cabe esperar de las nuevas
autoridades más firmeza en mantener el equilibrio de las centrales sindicales
chilenas.
Correspondencia importante.
Señor Director:
Marchas estudiantiles.
Si hoy la universidad se paga, y hay
estudiantes que hacen paros, tomas, destruyen, no estudian y marchan, ¿quién va
a estudiar cuando estas las paguemos todos los chilenos (“gratis”)?
La lógica indicaría que los alumnos valoran algo
más los esfuerzos que hacen sus papás por pagarles la universidad, pero aun así
hay quienes paran, se las toman, destruyen, no estudian y marchan igual. ¿Quién
les va a exigir ir a clases y no destruir lo que paga Moya?
Sebastián Valdés de Ferrari.
Señor Director:
Condena al Fisco por tsunami.
Habría sido más oportuno y republicano si la
Tercera Sala de la Corte Suprema - encabezada por el recién nombrado Presidente
del máximo Tribunal, Ministro Sergio Muñoz – hubiera dictado el fallo que condena
al Fisco indemnizar a una de las víctimas del tsunami antes de las elecciones
Presidenciales, y no cuatro días después.
Miguel Huerta Marín.
Pueblos bien informados
difícilmente son engañados.