La borrachera contra el poder,
por Leónidas Montes.
El aire está enrarecido en Chile. Algunos se
aventuran a pregonar el fin del modelo. Estaríamos en un país que ha traspasado
sus propios límites, claman los más entusiasmados. Bachelet sería sólo un
analgésico frente a las fuerzas latentes de un río que se desborda. La Asamblea
Constituyente ya es un candidato (vote AC). La educación gratuita universal
sería casi un hecho. La reforma tributaria es un llamado a distribuir. El
simbólico “por las buenas o por las malas” enciende las luces de alerta. Cunde
el desconcierto ante un fantasma de incertidumbre. Anarquistas, comunistas e
idealistas esparcen sus sueños adornados por un discurso bien preparado. Muchos
caen sedados ante los sofismas de un mundo mejor. Estamos inundados de
atractivas figuras y lindas palabras. La retórica, hay que reconocerlo, es
efectiva. En este paraíso de los eslóganes, ya cayó el lucro. Y en esta nueva
cultura de los relatos —o de los antirrelatos— esa demonizada palabra convirtió
la ganancia en abuso. Y la riqueza comienza a dar espacio al odio. Todo esto,
reclaman, sería culpa de la brutal desigualdad. De los mismos de siempre: los
que ostentan el poder.
Los vendedores de sueños quieren convertirse en
dueños de la verdad. Las grandes alamedas —esa avenida de románticas palabras y
rancias ideas— encantan y seducen. La narrativa sesentera parece ser más
importante que la opinión de los economistas, esos tecnócratas que nos
condujeron a esta realidad insostenible. El Banco Central —el más emblemático y
simbólico bastión de nuestra institucionalidad— tampoco se escapa. Algunos
miembros del comando de Bachelet ya cuestionan su autonomía e independencia. Se
preguntan si no habrá espacio Legal para articular acusaciones Constitucionales
contras los Consejeros. Así los hombres nuevos, soñando con una sociedad más
justa, avanzan para horadar nuestra institucionalidad. Borremos con un codo lo
que Chile ha construido con tanto esfuerzo.
Aunque Alicia vive feliz, sueña con el país de
las maravillas. No importa lo que tenemos o lo que hemos logrado. Sólo parece
importar lo que podríamos tener o lo que podríamos lograr. Los sueños, las
emociones y el discurso crítico parecen empinarse por sobre lo razonable. En
este Chile que cuestiona al modelo, a las élites, a los ricos, a la iglesia, a
la política, al mercado, todo parece ser desconfianza. El rico es rico porque
abusa. El político se aprovecha y se reelige. El cura es pedófilo. Ya nadie
quiere ser llamado empresario. Ahora hay que definirse como emprendedor. Los
empresarios lucran y abusan. Los emprendedores, en cambio, deben luchar contras
las fuerzas del poder. Y en este ambiente, el poder de los ricos y poderosos es
cuestionado y vilipendiado.
Parisi realizó una campaña atacando a los poderosos.
Partió contra los Luksic, Canal 13 y Antofogasta Minerals eran sus favoritos.
Afortunadamente, su cuestionada aventura fracasó. Pero se preocupó de atacar a
los ricos como si fueran los responsables de nuestras cuitas. Y la verdad es
que los grandes grupos económicos hacen mucho más de lo que se sabe por el
país. ¿No están acaso los Matte detrás de las escuelas que dan educación a
cerca de 20.000 alumnos? (el mismo Senador Navarro, leí por ahí, se educó en
una escuela de la SIP). ¿No están los Luksic detrás de una serie de becas y
convenios con las mejores universidades del mundo? ¿No está el Grupo Angelini
muy involucrado con la innovación? ¿No es el Teatro del Lago en Frutillar —un
proyecto maravilloso— fruto de la generosidad y entrega de la familia Schiess?
¿No son muchos más los ricos de este país que contribuyen de manera discreta y
silenciosa a una serie de iniciativas que no conocemos? Pero todo esto parece
ser motivo de suspicacia, burla o incluso odio. Y esto último —esa odiosidad
soterrada cuyas consecuencias ya conocemos— es preocupante. En definitiva,
sembrar el odio y la sorna no es la mejor estrategia para promover la
filantropía.
Existe en Chile una cultura filantrópica de
bajo perfil. Personalmente soy de los que admiran ese compromiso bien
intencionado y sin aspavientos. Otros, legítimamente, preferirían que toda
ayuda se hiciera con jarana y publicidad.
Carta abierta a la futura Presidente de Chile,
por Klaus Schmidt-Hebbel.
Me permito dirigirme en esta columna a la
futura Presidente de Chile; a la ganadora en la segunda vuelta de elección
entre dos mujeres excepcionales. Me dirijo a Ud. con el orgullo que sentimos
los chilenos por ser nuevamente una mujer la que liderará nuestro país y con el
respeto que merece su valentía por conducir un país que ha avanzado mucho, pero
que también enfrenta grandes retos.
Un reto central de Chile es cómo crecer más y,
al mismo tiempo, asegurar la derrota de la pobreza y mejorar más rápidamente en
equidad. Nada más inspirador que comparar la experiencia de Chile con la de
otros países, en sus sendas de ingreso promedio y distribución del ingreso en
los últimos 25 años.
Tanto en China como en EE.UU. el crecimiento ha
sido alto, pero el ingreso se ha concentrado notoriamente. Suecia y Alemania
han crecido y convergido a una distribución bastante igualitaria. Turquía y
Chile han mejorado en niveles promedio y en la distribución de su ingreso,
aunque los avances distributivos han sido modestos y, en el caso de Chile, la
concentración es aún alta.
Chile enfrenta riesgos: mejorar en una
dimensión pero sacrificando el avance en la otra. Por tanto, el reto de nuestro
país es avanzar más velozmente, tanto en crecimiento como en la distribución de
los frutos del crecimiento. Estoy seguro, Sra. Presidenta, que Ud. intentará
acelerar el tranco del país por esta senda de desarrollo virtuoso.
Un amplio consenso identifica hoy tres
prioridades para el siguiente Gobierno: energía, educación y seguridad
ciudadana.
Impulse el desarrollo de una matriz energética
amplia de un conjunto complementario de fuentes energéticas, incluyendo el gas esquisto,
las energías renovables, la gran hidroelectricidad del sur y la energía
nuclear.
Implemente una revolución en la educación, que
asegure que los niños de hogares de ingresos bajos y medios logren alcanzar la
misma calidad en educación que alcanzan los niños de ingresos altos. Que la
educación sea gratuita para quienes no pueden pagarla, desde la sala cuna hasta
cuarto medio. Evalúe utilizar el lucro y el copago como posibles instrumentos
útiles para lograr una educación de calidad y para ahorrar recursos Fiscales,
al mismo tiempo fomentando la desegregación educacional.
No regale los recursos del Estado en subsidiar
la educación de los ricos. Ni elimine el crédito de la educación superior,
porque los profesionales ganan más del doble que los egresados de enseñanza
media, pudiendo pagar sus deudas si los plazos son largos y las tasas
adecuadas.
La delincuencia es, en general, el problema N°
1 señalado por los chilenos desde que se hacen encuestas. Enfrentarla también
requiere de una revolución integral, que combine prevención más efectiva,
investigación y persecución penal eficaz, y programas para capacitar,
rehabilitar y reinsertar a ex condenados. Y considere que la ilegalidad de las
drogas, en Chile y en el mundo, no ha impedido el crecimiento del tráfico y del
consumo de drogas. Además la ilegalidad contribuye significativamente a la
delincuencia, requiere de crecientes recursos Fiscales y es médicamente
incongruente con la Legalidad del alcohol y el tabaco. Lidere aquí otra
revolución: declare perdida la guerra contra las drogas ilegales. Adopte una
estrategia para su Legalización parcial en el largo plazo, en coordinación con
el resto del mundo, que ya está avanzando en este tema. Además, endurezca el
acceso de los jóvenes a todo tipo de drogas y destine más recursos al
tratamiento de adicciones.
Por supuesto, hay otras áreas de reformas que
requiere Chile con urgencia. Fortalezca el crecimiento vía mayor ahorro e
inversión y, especialmente, creando condiciones para volver a crecer en
productividad, fomentando el emprendimiento, la creación y el cierre de
empresas, la formalización de la economía, la privatización de partes
minoritarias de empresas públicas, la inversión pública, las concesiones
privadas, la adopción de una Comisión de Productividad.
Promueva la equidad a través de reformas
sociales efectivas y eficientes, que hagan una diferencia en la vida de la
gente (como fue la reforma previsional de 2008). Si Ud. requiere de más
recursos Fiscales para su programa, implemente una reforma de impuestos que
cuide tanto la equidad como la eficiencia del sistema tributario.
Impulse reformas Constitucionales necesarias
(adopción de un régimen Parlamentario, descentralización Regional, reemplazo
del binominal) a través del Congreso.
Lidere una reforma laboral integral, que
combine mayor flexibilidad laboral con mejor capacidad de negociación laboral
para los sindicatos y subsidios mayores para la mujer trabajadora. Promueva
menor segmentación social en las ciudades e incentivos fuertes para bajarnos de
los autos y subirnos al transporte público y a la bicicleta.
Casi todo lo anterior (pero no todo), y mucho
más, está en las “95 Propuestas para un Chile mejor”, en www.95propuestas.cl.
Por usted y por Chile, le deseo todo el éxito
posible en su futura Presidencia.
PD. Por último, sugiero que Ud. amplíe las
Becas Chile para que los termocéfalos y populistas de uno y otro bando cursen
posgrados en sistemas políticos comparados. Que residan y trabajen por varios
años en las clepto-geronto-pluto-kakisto-cracias de las dinastías Kim y Castro,
para luego pasar un año en alguna democracia desarrollada y justa de su
elección, como Australia, Nueva Zelanda, Canadá, Alemania, Suiza o un país
escandinavo.
Encrucijada latinoamericana,
por Joaquín Fermandois.
En el curso del año 2013 arreciaron las
críticas a la conducción internacional de Piñera por haber descuidado lo que
vendría a ser un alineamiento con Mercosur y quizás con Unasur (la
proliferación de estas organizaciones refleja una típica confusión
latinoamericana). Se añade el reproche por la entusiasta participación en la
Alianza del Pacífico. En su origen, el Gobierno de Michelle Bachelet no escuchó
la idea con entusiasmo, aunque tampoco se opuso explícitamente. Luego, fue
asumida con bríos por Piñera.
A esta censura le añade munición un cierto
desdén del Brasil de Dilma Rousseff, parece que disgustado por los pasos de
Chile (Brasil jamás ha sido aliado de Chile, pero por explicables celos de
hermano mayor le desagrada que este no se sienta aliado pobretón del gigante).
Dilma visitó Perú con ostentación para frenar los ímpetus políticos de la
Alianza, mientras se afanó en no viajar a Chile a pesar de las reiteradas
invitaciones. Eso sí, con Perú se trata de un país limítrofe y Humala fue
ahijado político de Lula. Gran diferencia.
Más problemática fue la declaración de Rafael
Correa en Bolivia, de apoyo a su pretensión marítima. Buscó palabras
descorteses, en el fondo hirientes para Chile. Podría haber sido galante con
sus anfitriones escogiendo otra formulación, por lo que hay que deducir que
quiso expresar distancia hacia el modelo chileno y no solo con Piñera. De un
Mandatario ecuatoriano era dable que Chile, en un caso así, al menos esperara
matices. Anotado.
En este sentido, ¿se ha equivocado la
administración Piñera? Como se ha afirmado en estas columnas, se reproduce en
lo externo una gran carencia interna, que no se sabe explicar una estrategia y
una posición, salvo en lo estrictamente táctico. Sin embargo, la situación
general no es nada de terrible. Es curioso que a un Gobierno de derecha se lo
critique por querer tener buenas relaciones con Perú a pesar de La Haya.
Asimismo, la integración económica con Brasil es un hecho duro y hasta
espectacular; solo la veleidad que reina en la Casa Rosada impide continuar con
Argentina la senda promisoria de los años 90. Ciertamente, Chile no es el
favorito del barrio. ¿Cuándo lo ha sido?
Y, ¿qué se quiere decir cuando se demanda mayor
solidaridad con los latinoamericanos? Se supone que existen intereses
latinoamericanos en sí mismos, como a veces se usa (y abusa) de la idea de
“interés de Estado”. En general, implica seguir el liderato ya sea de una
fórmula política (peronismo de la década de 1940, castrismo, populismo) o de
algún país identificado con una de estas fórmulas, como la Venezuela de Chávez;
o bien de las tendencias que puede liderar o imponer un país de gran rango de
poder, como Brasil, que no asume esas fórmulas, pero no quiere o teme
enfrentarlas. ¿Ser latinoamericano, entonces, significa seguir la hegemonía
—eso es— de una de esas fórmulas, o de Brasil y (o) Venezuela, por distintas
que sean? Lo propician algunos que claman contra los males interminables que
produciría la hegemonía de EE.UU. Se aduce que se trata de “ser más
latinoamericanos”.
Esto suena a sumarse a una identificación algo
fabulosa con lo étnico y lo cultural, como réplica del pangermanismo o
paneslavismo de hace 100 años, de funesto recuerdo, en gran medida responsables
de la Primera Guerra Mundial. En cambio, se olvida que ahora como nunca en la
historia republicana habíamos estado tan involucrados con nuestra América en lo
político y en lo económico. Esto debe de proseguirse, con mirada atenta a esos
intereses propios que también son coherentes con los demás países, respetando
en nuestro continente la articulación en estrategias diferentes según cada
nación.
Las nuevas propuestas de Matthei.
Al cumplirse una semana tras el paso a segunda
vuelta, el nuevo equipo de campaña de Evelyn Matthei dio a conocer cuáles serán
los nuevos lineamientos que marcarán su mensaje al país para la elección del 15
de diciembre. Este sería el segundo hito de su nueva campaña, junto al anuncio
de un recambio generacional en la dirección y vocería, cuyo impacto público se
vio reducido por la irrupción en escena del Senador RN Antonio Horvath, con un
discurso que ratifica su distanciamiento de la Alianza.
Las ideas presentadas el lunes, que serán la
base de la franja electoral, apuntan a un mensaje enfocado en la clase media y
la promesa de un Chile más justo. Para esto se ordenarán las propuestas
programáticas en tres grandes ejes: construir un Chile con más oportunidades
para la clase media, un país más solidario, y acabar con los abusos. Se trata
de propuestas que buscan acercar a los grupos socioeconómicos emergentes y que
se abstuvieron de votar el 17 de noviembre, y también a aquellos que se
inclinaron por las candidaturas perdedoras de centro.
Un país capaz de crear más oportunidades es una
de las fortalezas del actual Gobierno que puede exhibir la creación de casi 900
mil empleos en estos cuatro años. A ello, Matthei agrega la promesa de
continuar esa senda con nuevos 600 mil empleos de calidad, que ninguna mujer
que trabaje a tiempo completo gane menos de $ 300 mil, así como educación
preescolar de excelencia que permita romper las desigualdades de origen social.
Estos compromisos resultan creíbles y posibles.
En cuanto a la solidaridad y el abuso, la
Alianza está desafiada en esta nueva elección a hacer un esfuerzo para
diferenciarse de la oferta de la Nueva Mayoría sobre estos desafíos, en los que
su eje lo tiene el Estado. Para Matthei es clave asociar con fuerza estos
conceptos a medidas que representen el ideario de la centroderecha. Así, poner
a la sociedad —más que a la burocracia— en el centro de la solidaridad,
mediante, por ejemplo, cambios agresivos en la Ley de donaciones, que permitan
a los privados decidir dónde y en qué iniciativas aportar. Se trata de una Legislación
muy anhelada por las organizaciones solidarias, que experimentan continuos
problemas con la actual normativa que el Gobierno de la Alianza prometió
modificar y que hasta el momento no lo ha hecho.
En cuanto a los abusos, se debe ampliar este
propósito a todos los ámbitos, y no reducirlo sólo al que ocurre desde las
empresas a los consumidores. Por cierto, debe incluir cualquier tipo de
transgresión de éstas hacia sus trabajadores y accionistas, pero es clave ir
más allá y apuntar también a la discriminación y a los abusos del Estado.
Anomalías en inscripción de candidaturas.
Siendo los partidos políticos fundamentales
para el buen desempeño de las democracias, es sano que las candidaturas Presidenciales
y Parlamentarias cuenten con su respaldo. Esto no significa que la
participación deba estar vedada a actores independientes, pero es importante
que ella esté sujeta a requisitos cuyo cumplimiento debe ser apropiadamente
supervisado. En Chile estos requisitos son más bien modestos. El principal es
el patrocinio de al menos el 0,5% de quienes hubieren sufragado en la anterior
elección de Diputados (unas 35 mil personas, en este caso), habilitadas para
votar y que no sean militantes de partidos. La Ley N° 18.700, sobre Votaciones
y Escrutinios, establece que esos patrocinios deben suscribirse ante cualquier
notario y de modo personal. Un instructivo del Servicio Electoral es explícito
en precisar que no serán válidos si no se certifica expresamente la
concurrencia y firma ante el Ministro de fe.
Una investigación periodística realizada por la
sección El Polígrafo de diario El Mercurio que analizó las firmas de los candidatos
independientes Tomás Jocelyn-Holt y Franco Parisi detectó situaciones que
sugieren que no se habrían cumplido las normas citadas. Aparentemente, gran
parte de los patrocinantes no habría firmado ante el notario. Por ejemplo, una
notaría aparece certificando en un día casi 17.500 firmas, situación
materialmente imposible. En otra, el número de personas era menos elevado, del
orden de 2 mil —algo también muy difícil de concretar en un único día—, pero
varias de ellas habrían venido desde fuera de Santiago para realizar ese
trámite —algo que resulta poco creíble—. También hay firmas sin cédula de
identidad y otras que registran direcciones correspondientes a supermercados,
hoteles y restaurantes, todo lo cual hace temer a lo menos una validación desprolija
de las rúbricas.
Se ha argumentado que en la certificación
masiva de firmas no se daría nada irregular, pues habría sido supervisada por
funcionarios delegados en lugares públicos. La Ley no prevé esta última
fórmula, pero parece ser utilizada con frecuencia y ha sido defendida como
válida. Su sustento Legal, sin embargo, es muy discutible: el Presidente (s) de
la Corte de Apelaciones de Santiago, al calificar esta situación, ha recordado
enfáticamente que, según la Ley, “el notario personalmente debe justificar, dar
fe de que la persona firmó”. Al respecto, “una delegación de funciones… no está
expresamente contemplada en la Ley”. Este punto deberá aclararse,
particularmente ahora que, por una parte, el Ministerio Público decidió abrir
una investigación para determinar si se ha cometido delito en la inscripción y
validación de dichas firmas, y, por otra, la Corte de Santiago ordenó una
indagación administrativa a cargo de los respectivos Ministros Visitadores.
Además, la Asociación de Notarios y Conservadores —cuyo Vicepresidente estimó
“no razonable” que se estén aceptando firmas no estampadas ante notario—
resolvió que el asunto sea visto por su Comisión de Ética.
Si se estuviere eventualmente ante un delito,
las posibles consecuencias políticas pueden ser considerables. Hay reembolsos
de dineros públicos a candidaturas que podrían ser, en rigor, ilegales.
Asimismo, en la primera vuelta de esta campaña, al menos una de las
candidaturas en cuestión tuvo un alcance relevante.
La Ley que fija estos requisitos es razonable y
resultaría un error modificarla después de esta experiencia. Pero sí es
indispensable hacerla cumplir, y los notarios deben revisar sus prácticas.
Parecen ser habituales ciertas flexibilidades discutibles al desarrollar
algunas labores que les encomienda la normativa vigente. Esto renueva la
importancia de insistir en reformas al marco Legal que rige a estos Ministros
de fe, para asegurar mayor competencia en la provisión de estos servicios y
dejar fuera de su ámbito aquellas materias que puedan resolverse de formas más
expeditas. En el caso de la recolección de firmas para candidaturas
independientes, atendidas sus muchas implicancias, es indispensable resguardar
la fe pública.
En este caso, también se podría haber esperado
una mayor iniciativa por parte del Servicio Electoral en el momento de revisar
las firmas de los postulantes. Si bien su labor es velar solo por el
cumplimiento de los requisitos formales —incluidos los de que las personas
estén inscritas en los registros electorales y no militen en un partido
político—, la certificación en un solo día de 17.500 o 2.000 firmas no parece
ser una tarea ajena a esa obligación. Al menos uno de sus actos debió ser la
advertencia a las autoridades Judiciales de que esto estaba ocurriendo.
Validación social de proyectos privados.
El proceso de desarrollo económico tiene como
uno de sus pilares la creación de riqueza, que es realizada principalmente por
agentes privados. Estos invierten sus recursos financieros, de tiempo y
energía, en una multitud de proyectos, en un ambiente competitivo e incierto,
motivados por las ganancias que de ellos puedan resultar, por la satisfacción
que el logro de las metas les reporte y, también, el prestigio y reconocimiento
que esa posición les confiera.
Dichos proyectos, para poder ser calificados
como exitosos, requieren con gran frecuencia incorporar a otros accionistas
anónimos, para así completar los capitales necesarios para realizar la
inversión, contratar trabajadores calificados y remunerarlos luego conforme a
su aporte, crear un intercambio con consumidores satisfechos con los productos
o servicios recibidos, y establecer relaciones de suma positiva con proveedores
involucrados en el proceso.
Pero, adicionalmente, en la sociedad
contemporánea, el esfuerzo emprendedor y creativo está sujeto a otras
exigencias —como el cumplimiento de las normas de cuidado ambiental
establecidas— y a lograr un grado aceptable de legitimación social, concepto
que aún es vago e impreciso, pero que supone la validación de los proyectos
ante la ciudadanía, más allá de accionistas, trabajadores, consumidores y
proveedores.
Esa validación está dada por la capacidad que
tenga la iniciativa de representar un elemento de progreso para el entorno
inmediato, más que una intrusión desestabilizadora. Esto significa una
orientación a minimizar las externalidades negativas, en vez de diluirlas en la
comunidad. De esta manera, el proyecto podrá ser percibido por la ciudadanía
como un generador de beneficios sociales que sirven al país como un todo.
Muchas grandes iniciativas —de generación
eléctrica, agroindustriales, acuícolas, forestales y derivados, entre otras— se
ven confrontadas a ese tipo de exigencias. En el último tiempo, en varias de
ellas se ha notado una relativa carencia de sensibilidad empresarial frente a
este tema, ya sea por una insuficiente consideración, o bien por una tendencia
a realizar el mínimo esfuerzo posible, que solo es aumentado si la autoridad,
en el proceso de aprobación, así lo exige. Tales actitudes son juzgadas por la
ciudadanía como una disposición negativa hacia ella, ante lo cual reacciona
negándoles validación social a tales proyectos.
Estos conceptos demandan un cambio de paradigma
que es fundamental que el sector privado incorpore, tanto para su beneficio
directo como para el indirecto que recibe el país cuando aquel es atendido
apropiadamente.
Cambio y continuidad de las reformas en China.
Tras la reciente celebración del plenario de su
Comité Central, el Partido Comunista de China adoptó una serie de decisiones
para incrementar el espacio de las reformas pro mercado en desmedro de la
planificación centralizada. Aunque China está lejos de ser una economía de
mercado, los cambios anunciados son importantes para darle un nuevo impulso al
crecimiento, que había evidenciado una desaceleración en el último tiempo, y
para marcar el rumbo que el nuevo liderazgo del PCCh -encabezado desde el año
pasado por el Secretario General Xi Jinping- espera imprimir al país durante el
próximo decenio.
La maquinaria propagandística china ha
intentado mostrar el plan de reformas consagrado durante el plenario como el
más trascendental desde que en 1978 el desaparecido líder Deng Xiaoping
iniciara las transformaciones que hoy tienen convertida a China en la segunda
economía del planeta. Se trata, por supuesto, de una exageración, pues en los
cambios anunciados se puede apreciar una clara línea de continuidad con el
proceso que viene desarrollándose desde entonces: una apertura económica
dirigida desde el Estado bajo el estricto control político del Partido
Comunista.
Entre las modificaciones aprobadas están la
relajación del mecanismo a través del cual a los ciudadanos se les permite
migrar desde el campo a la ciudad; la autorización para la venta de tierras a
precio de mercado; el permiso para que algunas parejas (aquellas en las cuales
uno de sus integrantes fue hijo único) puedan tener dos hijos; el aumento de la
porción de sus ganancias que las empresas del Estado deben entregar al Fisco
(con el propósito de financiar el sistema de seguridad social); el ingreso de
empresas a sectores productivos y de servicios hasta ahora monopolizados por
compañías Estatales; la autorización para que los actores privados formen
bancos pequeños o medianos. Consideradas en su conjunto, las reformas acordadas
apuntan, como señala el documento final del plenario, a “permitir que el
mercado asuma un rol central en la asignación de recursos”. Es un compromiso
que entusiasma, más todavía si se produce en momentos en que en distintas
partes del mundo -incluido Chile- cobran fuerza las propuestas para otorgarle
al Estado un rol cada vez más influyente en la economía y en la toma de decisiones
de las personas. No puede sino resultar
llamativo que China, la economía más dinámica del planeta en las últimas tres
décadas, avance en el sentido contrario a lo que se plantea en otros países que
supuestamente deberían valorar más la iniciativa privada y la libre decisión de
las personas.
El Partido Comunista Chino no pretende, en todo
caso, expandir las reformas económicas hacia el ámbito político. Esta omisión
constituye, sin duda, el talón de Aquiles del modelo de desarrollo chino, que
aspira a crear una economía moderna y competitiva mientras restringe las
libertades y conculca los derechos básicos de sus ciudadanos, lo que representa
una contradicción que amenaza con terminar ahogando el dinamismo que hasta
ahora exhibe el gigante asiático. Un sistema político cerrado inhibe la
innovación y fomenta la corrupción. Ambos fenómenos están muy presentes en
China, potencia que dedica enormes esfuerzos al espionaje industrial y que se
ha visto afectado por problemas de probidad incluso al más alto nivel, como ha
quedado de manifiesto en el proceso contra Bo Xilai, el influyente alcalde de
Chongqing recientemente caído en desgracia y condenado.
Gobierno por decreto en Venezuela.
El Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro,
obtuvo de la Asamblea Nacional la aprobación de la llamada “Ley Habilitante”,
que le permitirá Gobernar por decreto durante los próximos 12 meses -algo que
ya había ocurrido bajo el mandato del fallecido Hugo Chávez- con la supuesta
justificación de hacer frente a la grave crisis económica que afecta al país.
Las medidas que Maduro planea implementar, sin embargo, lejos de contribuir a
solucionar el problema, no harán más que agravarlo, y posiblemente agudizarán la
tensión social que afecta al país.
Con una inflación anual que bordea el 50% y un
déficit Fiscal en torno a 10% del PIB, ese país enfrenta escasez de productos
básicos, una aguda falta de divisas y una economía peligrosamente estancada
fruto de la política de intervención Estatal que ha impulsado el chavismo en
los últimos años. Las dos primeras medidas que Maduro pretende ejecutar con la
Ley Habilitante -fijar los márgenes de ganancias del empresariado entre 15 y
30%, y establecer controles a las importaciones- permiten anticipar que la
situación empeorará. Se suman a otras medidas curiosas, como la “Navidad
temprana” o la creación del Viceministerio para la suprema felicidad, a lo cual
se añade la congelación de precios de los electrodomésticos, que dio lugar al
saqueos de tiendas.
Ese país tendrá elecciones Municipales la
próxima semana en medio de una aguda tensión social y política, y en momentos
en que el chavismo ha visto debilitado su respaldo popular luego de ganar la Presidencial
de abril por un estrecho margen, en unas elecciones que han sido ampliamente
cuestionadas por la oposición. Maduro intenta conseguir tiempo con medidas
populistas y Estatistas, e intensificando el hostigamiento hacia las fuerzas
opositoras. Los resultados de estos comicios, cuyo escrutinio debe ser
transparente y a prueba de críticas, permitirán verificar cómo ha evolucionado
la percepción popular de la gestión chavista.
Correspondencia para la meditación.
Señor Director:
Ideario de la derecha.
Los partidos y simpatizantes de las ideas de
derecha en Chile hemos fallado en aquello que la izquierda ha hecho mejor: ir
más allá de nombres, candidaturas y partidos, para defender y promover las
ideas representativas de nuestro sector. La privatización, la iniciativa
privada —más allá del emprendimiento que sí se ha visto, afortunadamente, muy
respaldado— y en general el trabajo perseverante, el mérito propio y la
prudente ambición de prosperar personalmente, todo ello como eje fundamental
del desarrollo del país y de superación de la pobreza, son ideales que se han
marginado completamente de la discusión política, abandonados probablemente
porque se perciben como conceptos poco populares.
La discusión se centra hoy casi exclusivamente
en la forma y magnitud en que se aumentará el asistencialismo, quedando
subyacente la idea de que la mejora en la calidad de vida vendrá siempre del
Estado y dándose por entendido que el aumento de la carga tributaria es siempre
justificable, inocuo y necesario. Ese contexto sitúa a la izquierda jugando
siempre de local, y desperfila el ideario de la derecha, la cual acaba cayendo
en el juego y compitiendo con su propio “ofertón electoral”, olvidándose de lo
que realmente quiere, propone y defiende.
José Ignacio Reid Tagle.
El 15 de Diciembre no votes por los que prometen
lo que no cumplieron cuándo
Gobernaron,
dale la oportunidad a Evelyn
Matthei….