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lunes, 25 de noviembre de 2013

Ecos del fin de semana...














Segunda vuelta: ver la realidad,
por Axel Buchheister.


El principal desafío que enfrenta Evelyn Matthei en la segunda vuelta es, antes que nada, atraer a los propios electores de la centroderecha que en la reciente vuelta no votaron por ella. Es así como logró un 25,02 % de los votos, mientras que los Diputados de la Alianza alcanzaron un 36,17%, más de 11 puntos de diferencia. Eso, además de convencerlos de que vayan a votar.


Para ambas cosas hay que hacer el diagnóstico correcto, que supone mirar la realidad y no comprarse tesis por el solo hecho de que son novedosas. Y lo que ha estado haciendo es más bien lo último. Porque el eje central de lo que viene parece ser uno: caras nuevas y, por ende, mucha juventud.


Es discutible que esa sea la receta, porque la votación de Diputados habla de estabilidad en las tendencias y caras conocidas, aunque siempre es posible señalar varias excepciones, porque la renovación siempre existe y -dicho sea de paso- se ha probado que el binominal no es obstáculo para ella. Nunca están de más las caras nuevas e ideas, pero hay más cartas en el mazo, indispensables para alzarse con el juego.


Además, entre las caras nuevas se ha puesto énfasis en Evópoli, cuya llegada en el votante de centroderecha es cuestionable. Felipe Kast obtuvo un triunfo ajustado, aunque legítimo, pero el resto de los candidatos de ese referente tuvo en general un desempeño pobre y uno fue tan paupérrimo, que causó un doblaje. En cualquier caso, no explica el diferencial de 11%, como para que sea el llamado a reencantarlo.


Hay realidades que así lo insinúan y que se ignoran. Por ejemplo, la “familia militar”; esa que se siente usada, engañada y desalentada. Y hay un antecedente que ratifica que se inclina por la Alianza: la mesa de la Antártica. Sin tener el dato exacto, no cabe duda de que tiene una cifra inusualmente alta de militares. Y sucede que en Presidente, Senadores, Diputados y Consejeros Regionales, la votación de la Alianza más baja fue un 42,2% (Presidencial), muy superior a la media nacional; y Bachelet ni siquiera fue la segunda mayoría, sino que Parisi. Bastaría que la candidata dijera que ella sí cumplirá la promesa de trato justo en los procesos Judiciales, pues todos saben que cuando dice algo, lo cumple, y entonces se volcarán a las urnas. Por las nuevas caras, que han condenado el pasado, difícilmente lo harán.


Otra realidad que hay que mirar es el caso de Manuel José Ossandón: hay acuerdo en que le sacó votos a Soledad Alvear. Un análisis simple hace concluir que se trató de votantes tradicionales de la DC, que sienten que ese partido no garantiza ya la defensa de valores que los motivan, como la protección del que está por nacer o la familia. ¿No habrá algo para ellos, por lo demás en principios que debieran distinguir a la centroderecha? Se trata de un grupo que pasó el Rubicón en la Senatorial, pero al que los jóvenes “liberales” le dicen muy poco; acaso más bien lo contrario.


Si se quiere ganar, cierto que hay que conseguir los votos en todas partes. Pero privilegiar votos dudosos y no considerar a los propios que se alejaron o a los que tienen sintonía natural, puede terminar en una mala derrota. Algo lamentable cuando la izquierda ya acumuló suficiente poder el domingo pasado.


¿Cuánto mide el Estado?,
por Joaquín García Huidobro.


Un fantasma recorre Chile, el fantasma del Estatismo. A su favor se han conjurado, en mayor o menor medida, todos los candidatos y partidos. Socialdemócratas y derechistas, comunistas y ecologistas, casi todos piden más Estado. De un año para otro los chilenos parecen querer más bancos Estatales, que el Estado intervenga en la educación técnica, que se preocupe de nuestras pensiones, salud y transporte. Hasta quieren farmacias Estatales. Solo los carritos de “Nuts4Nuts” se están salvando de esta arremetida. Por ahora, porque el Estado chileno ha llegado a adueñarse incluso de nuestros cadáveres y se permite disponer de nuestros órganos y vísceras.


Ciertamente, hay matices y no todos nuestros políticos están completamente ebrios de Estatismo, pero avanzan en esa dirección.


¿Cómo pudo llegarse a una situación semejante, en un momento en que hasta el Partido Comunista chino ha decidido impulsar todavía más la libertad económica, proponiendo un “socialismo de mercado”? Esa fórmula ingeniosa le permite mantener nominalmente el pasado maoísta y gozar en los hechos de los beneficios de la libertad.


La primera respuesta está al alcance de la mano, y se resume en la palabra más utilizada en el último año: “abusos”. Para que el juego económico funcione, todos los participantes tienen que estar convencidos de que algún día podrán ganar. Pero si algunos aprovechan la libertad para hacer trampas, el juego pierde todo atractivo. Si a esos abusos se suma la arrogancia, el lujo insultante o las diferencias siderales de ingresos, entonces muchos dirán que quieren más Estado y menos mercado.


Esta respuesta no es suficiente. Tras décadas de demonización del Estado, los chilenos, que somos pendulares, hemos empezado a idealizarlo. Los estadófilos nos han hecho creer que solo bajo un amplio manto Estatal (administrado por ellos) tendremos equidad y protección. Han conseguido que cuando oigamos la palabra “Estado”, no imaginemos largas filas con trámites interminables ante múltiples ventanillas en las que atienden unos burócratas con cara de pocos amigos. Más bien nos representamos al Estado como un papá bonachón. Obviamente, esta imagen idílica no corresponde al Estado de carne y hueso. El Estado es bueno e imprescindible, pero constituye un terreno fértil para despilfarros y abusos. Necesita el control tanto o más que cualquier poderoso.


La falsa representación del Estado va acompañada de una imagen errada del empresario. ¿Qué se nos viene a la mente cuando oímos la palabra “empresario”? Un multirricachón. Pero la inmensa mayoría de los emprendedores chilenos vive en el mundo de las pymes. Ellos son los responsables del empleo y de gran parte del progreso del país, pero están poco organizados y su voz apenas se escucha en el debate público.


¿Por qué los Estatistas parecen haber ganado el debate, cuando basta con cruzar la cordillera o viajar a Quito, La Paz o Caracas para darse cuenta de que la suya es una receta más bien indigesta? Porque los defensores de la economía libre argumentan en el campo técnico, con ecuaciones y estadísticas, mientras que quienes buscan “más Estado” razonan en un terreno moral. Ellos no dicen que la Estatización de la vida social traerá riquezas o un empleo más eficiente de los recursos. Simplemente sostienen que la única manera de alcanzar la Justicia (o disminuir la injusticia) consiste en poner en manos del Estado actividades que hasta ahora realizaban los particulares.


La argumentación en contra del Estatismo debería ser, entonces, en primerísimo lugar, de carácter ético, y solo en segundo término de naturaleza económica. Las razones éticas a favor de la libertad y el emprendimiento son abundantes, pero en el debate chileno apenas se han oído.


“La política sabia es el arte de vigorizar a la sociedad y debilitar el Estado”, dice Gómez Dávila. No se trata hoy de acumular nuevas funciones sobre los hombros de un Estado que nos trate como menores de edad y asuma tareas que bien podemos realizar nosotros, mientras descuida el combate a la delincuencia y otras tareas que solo él puede llevar a cabo.


Lo que Chile necesita es un Estado bulldog, pequeño pero muy fuerte, capaz de apoyar al débil, de estar por encima de las presiones de grupos interesados, de protegernos de la delincuencia y de hacer cumplir las Leyes contra los tramposos, lleven corbata o capucha.


Libertad de votar,
por Pedro Gandolfo.


La voluntariedad del voto es el insumiso protagonista de la pasada jornada electoral. Algunos políticos, con buena fe, aunque temerosos y basándose solo en cálculos electorales, abominan arrepentidos de esta libertad que concedieron hace poco.


No obstante, la participación voluntaria en una elección de esta importancia política es un gesto de madurez cívica que no debería ser subestimado por una visión que considere solo el lado vacío del vaso (la abstención) y omita tomar en cuenta la ampliación real de la libertad, de la confianza y de la transparencia en la elección. Más de seis millones y medio de ciudadanos que, sin temor a sanción alguna, acuden a sufragar —por entusiasmo, convicción, rechazo, costumbre o lo que sea— parece, desde ese ángulo, un número gigantesco y admirable.


Como varios han señalado, es un error contar y comparar votos cuya naturaleza distinta no puede ser pasada por alto como si entre esta elección Presidencial y Parlamentaria y las anteriores no hubiese sucedido nada.


El voto voluntario se asocia a la esencia de la relación entre el individuo y el Estado, y al grado de compromiso de aquel como agente responsable. El abandono de la obligatoriedad es, por lo tanto, el punto de tránsito desde una minoría de edad política (ese discurso infantilizador: “Si no haces tu tarea, te castigo”) hacia la mayoría de edad, en la cual el derecho a sufragar se constituye como auténtico poder.


El deber cívico es una retórica que no se compadece con la obligatoriedad: votar porque una norma Jurídica lo manda y por temor a la sanción Jurídica no satisface ese deber, que no es de índole Jurídica, sino moral y, por lo mismo, debe ser asumido de manera autónoma por el sujeto.


En la deliberación que precede a toda decisión y elección, podrá el elector introducir todas aquellas legítimas motivaciones que la obligatoriedad excluía, y de ese modo los que se abstuvieron no forman parte ya de ese grupo nebuloso e indescifrable (“los no inscritos”), sino que tras su silencio e inactividad existe un individuo que, teniendo el poder de votar, no lo hizo por razones de las cuales se hace responsable. Su pasividad posee, así, un contenido fuerte y definido, y reclama ya también el rango de participación.


Si los políticos examinaran este rasgo no solo desde el punto de vista del elegido, sino también desde el punto de vista del ciudadano —es decir, del elector—, se darían cuenta del fortalecimiento que cada uno —y quizás los más pobres con mayor razón— experimentó por esta confianza que, como adulto que ya es, el Estado depositó en él.


Debate estrecho para agenda ancha,
por José Joaquín Brunner.


La campaña electoral en curso ha tenido un efecto astringente sobre nuestro debate educacional. Llevó a discutir sobre educación superior en primerísimo lugar y, respecto de ella, sobre sus formas de financiamiento y, particularmente, los tópicos de gratuidad y lucro. Hay aquí un triple estrechamiento del foco entonces: de la educación como cuestión sociocultural clave a la economía política de la educación terciaria y de esta a la distribución de sus costos y beneficios.


Es lamentable: significa que se impuso una visión economicista e instrumental de la educación; la racionalidad del cálculo centrado exclusivamente en los medios -quien, cómo y cuándo paga- con entera prescindencia de las cuestiones sustantivas: calidad y efectividad de los aprendizajes en todos los niveles, organización curricular, valores formativos, su conexión con tradiciones humanistas, creación de capacidades y libertades, etc. Todo esto, paradojalmente, en función de principios pretendidamente progresistas: igualitarios, libertarios, de educación pública y anticonsumistas.


Como sea, nuestra deliberación democrática ha desembocado en una disputa que no atiende a las encrucijadas que la educación deberá enfrentar a partir del próximo año. ¿Quiénes podrán continuar o deberán dejar de actuar como legítimos proveedores de educación en cada uno de los niveles: preprimario, escolar y superior? Si las elites dirigentes del país declaran estar de acuerdo sobre la prioridad absoluta de la educación temprana y atención de infantes y niños, ¿cómo se traducirá esto en la práctica y por qué nadie habla seriamente de un plan extraordinario de inversión y desarrollo de capacidades para este nivel?


Y enseguida, ¿qué habrá de hacerse para dar vuelta los mil o dos mil establecimientos más débiles, precarios e inefectivos del país? ¿Acaso no radica allí una fuente básica de nuestra desigualdad?


Resulta desalentador asimismo que el discurso sobre la importancia estratégica y el rol insustituible del profesor no vaya acompañado de propuestas innovadoras sobre cómo mejorar la formación inicial y profesionalizar la carrera docente, su certificación y habilitación, el estatuto y la remuneración y evaluación de estos profesionales.


También es difícil entender que el debate sobre gratuidad de la enseñanza superior no haya servido para esclarecer aspectos fundamentales: ¿qué significa gratuidad universal? ¿Incluye a las instituciones privadas acreditadas? ¿Cómo el Estado financiaría a estas instituciones un excedente anual de forma que puedan invertir en mejoramiento de la calidad, capacidades de investigación y atención de estudiantes con menor capital cultural? ¿Qué justificación hay para ofrecer educación superior gratuita a los jóvenes de mayores recursos sin otorgársela (incluso antes) en los colegios primarios y secundarios de elite? Y si esto último parece absurdo, ¿cómo podría no serlo al nivel superior?


Hay varios otros aspectos cruciales que se hallan ausentes del debate Presidencial: el futuro de la educación Municipal, la suerte de la educación técnico-profesional, los currículos exageradamente poblados de contenidos, el uso de las tecnologías digitales en las escuelas, la necesidad de reforzar la comprensión lectora en los primera años de la educación primaria, las innovaciones pedagógicas en la sala de clase, el papel del liderazgo directivo en la gestión escolar, la pertinencia de muchas carreras universitarias y técnicas, la falta de un ministerio de educación superior, ciencia y tecnología, nuestro régimen de acreditación de la calidad.


La lista podría alargarse pues hay una enorme diversidad de desafíos por delante y son muchas también las ilusiones y expectativas de cambio creadas durante la campaña con su secuela de potenciales frustraciones.


Precisamente la campaña debería servir -durante las próximas semanas- para ordenar una agenda, disponer prioridades y articular acuerdos en torno a un número acotado de iniciativas a ser implementadas desde marzo en adelante. ¿O alguien piensa que es posible ejecutar simultáneamente, en cuatro años, todas las transformaciones ofrecidas? ¿Y que el Gobierno y el Estado están en condiciones de conducir un proceso de tal complejidad? De ser así, ¿no corremos el riesgo de desestabilizar el sistema, introduciendo tensiones e incertidumbres que dañarían su funcionamiento? ¿Quién asume la responsabilidad?


El cambio en Argentina,
por Rosendo Fraga.


El retorno de la Presidente argentina Cristina Fernández a la actividad tiene lugar sin terminar de despejarse las dudas sobre su salud, y con una agenda de Gobierno compleja en lo económico y político. Es claro que la salud requería un receso más prolongado, pero las necesidades políticas -el riesgo de que el peronismo comience a cuestionar el liderazgo de la Presidente, como ya se insinúa- no lo permitieron.


Cristina mantiene la conducción y profundizará sus políticas, como lo evidencian tanto su mensaje como los cambios en el Gabinete, aunque la salud seguirá siendo una cuestión política en las próximas semanas.


En lo económico, la Presidente deberá definir ahora si se profundizan los controles cambiarios con un eventual desdoblamiento, como parece impulsar su nuevo Ministro de Economía (Kicillof), que desplazó a quien intentaba un eventual acercamiento al Club de París (Lorenzino).


En lo político, la cuestión es el control de la lucha por la sucesión, que en forma abierta o encubierta ya se ha desatado dentro del peronismo, y la designación del nuevo Jefe de Gabinete (Capitanich) comienza a proyectarlo como un candidato propio del kirchnerismo. La foto de Massa e Insaurralde evidencia que la conducción política del kirchnerismo comienza a ser desafiada desde sus propias filas. En lo ideológico, la ratificación ha sido clara: el primer agradecimiento fue para Hebe de Bonafini -titular de las Madres de Mayo- y en lo internacional, sólo mencionó a Chávez. 


Tanto en los 12 años que los Kirchner han ejercido el poder en la Provincia de Santa Cruz, como en los 10 años y medio que llevan ocupando la Presidencia de la Nación, nunca han realizado un cambio de Gabinete, entendido éste como un cambio de la mitad de los Ministros que incorpore nuevas figuras y genere nuevas alianzas. Los integrantes del Gabinete se cambian cuando las circunstancias lo exigen, como sucede ahora, que sólo dos fueron cambiados, y siempre los designados son funcionarios que ya integran el Gobierno y nunca ajenos al mismo, como también sucede ahora.


Las modificaciones no implican cambios de orientación, sino una profundización y ratificación del rumbo elegido. La renuncia de Guillermo Moreno a la Secretaría de Comercio Interior tiene mayor significación que el cambio de un Ministro. ¿Por qué su reemplazo no fue anunciado junto con estos cambios? Quizás ello indique que no estaba previsto y que se precipitó por alguna circunstancia particular. ¿Implica su salida un giro del Gobierno hacia posiciones y políticas más moderadas en el ámbito económico? Eso está por verse y el nombre de su reemplazante puede dar alguna pista al respecto.


Probablemente, la salida de Moreno no implique un cambio de política, pero es un hecho de significación que en las próximas semanas se pondrá en evidencia si ha sido consecuencia de la debilidad política postelectoral del Gobierno o de un cambio de estrategia.


En lo inmediato, la renuncia del Secretario de Comercio Interior reforzará el poder del nuevo Ministro de Economía, Axel Kicillof, que tendrá una figura menos con la cual compartir el poder.


Por último, los mercados, que recibieron negativamente la llegada de Kicillof a Economía, es posible que muestren señales más positivas frente a la salida de Moreno.


Porcentajes y desafíos muy distintos.


Las dos candidaturas Presidenciales que pasaron a segunda vuelta tienen ante sí grandes desafíos, aunque de muy distinta naturaleza.


El de Evelyn Matthei es hacer una campaña competitiva, para subir de su 25% al piso de 40% en que han estado casi todas las postulaciones previas de su sector. Esto es factible, como lo prueba el que los resultados Parlamentarios de la Alianza arrojan sobre 36% en Diputados y sobre 38% en Senadores, y en la Circunscripción Santiago Oriente alcanzó a 47%. Y en Santiago Poniente, la votación de Matthei fue de 23%, mientras sus candidatos al Senado sumaron 38%. Ella tendría allí, pues, cuando menos 15 puntos para crecer.


Esto puede parecer utópico, pero en realidad nadie sabe cuántos votantes concurrirán a las urnas, por lo que el escenario para una y otra candidatura puede ser de confirmación de la primera vuelta o de vuelco de sus resultados. Y aun si no se diere la sorpresa de un triunfo de Matthei, el solo lograr una votación en torno al 40%, aunque la Alianza virtualmente haya ya perdido los quórums que le brindarán a Bachelet un grado de control del Congreso que no tuvo ningún Gobierno anterior de la Concertación, sí tendrá un título moral para recordar que es una minoría organizada cuyo peso significativo no cabe ignorar.


Hay grandes aportantes a las campañas que hoy razonan en la línea de que “si ya la centroderecha perdió el Congreso, no tendría sentido destinar recursos a la segunda vuelta Presidencial”. Olvidan que en esta, sin una votación en torno a la cota señalada, se reducirá aún más el peso de quienes en el Senado y la Cámara habrán de enfrentar a una Nueva Mayoría que busca explícitamente desmantelar todo el sistema que ha permitido la prosperidad del país y la de esos aportantes. Estos —grandes empresas nacionales y transnacionales— desnivelaron sus aportes a favor de Bachelet al extremo de sofocar materialmente la candidatura de Matthei.


El repunte de esta es, pues, factible, pero eso supone que todos los Parlamentarios aliancistas prueben disciplina y capacidad política de dejar atrás sus rencillas y roces habituales, para concentrarse en esa prioridad obvia. Es extemporáneo pedir en estos momentos asambleas, plenarios y reuniones para ajustar cuentas entre facciones, como lo han hecho algunos. El objetivo superior no puede sino ser entregar todos sus esfuerzos a la candidatura de su sector en las brevísimas tres semanas que restan. La centroderecha debe probar su temple. El electorado la observa y juzgará sin contemplaciones.


Un síntoma favorable parece observarse en el hecho de que se haya renovado rápida y radicalmente el comando de Matthei para esta segunda vuelta. El nuevo equipo “parte de cero”, con amplia presencia de figuras jóvenes. Ahora se verá qué puede ofrecerle al país esta renovación, y debería advertirse un contraste con la primera fase de la campaña, con prevalencia de componentes más tradicionales y adultos.


Naturalmente, el esfuerzo principal corresponde a la candidata, y ella tendrá una oportunidad que no tuvo antes, pues se programan ya al menos 4 debates con rasgos muy diferentes de los de la vuelta anterior, en los cuales debe poner en clara evidencia la diferencia de su proyecto con el de su contrincante.


El 15 de diciembre se manifestará, además, si el país efectivamente está con tasas elevadísimas de ideologización, o si, por el contrario, solo está bajo una carga de descontento por insatisfactorios servicios en salud, educación, seguridad, transporte, que agudizan la percepción de desigualdades. Todo esto último sería entendible y a diversos respectos fundado, pero eso es muy distinto del ánimo de aventurarse en utopías que nunca han tenido éxito y nos pueden desangrar en una puja de fórmulas constitucionales, mientras los demás países luchan por recuperarse de una crisis económica cuyas repercusiones hasta ahora nos han golpeado apenas en grado marginal.


El desafío para Bachelet.
También la candidata Bachelet enfrenta retos nuevos. Antes, ella apareció como quien pródigamente subsidiaba a las candidaturas Parlamentarias. Pero los resultados para la Nueva Mayoría alcanzaron casi 48% de la votación para Diputados y casi el 51% para Senadores, esto es, más que la candidata Presidencial. Además, por efectos del sistema binominal que han denostado por décadas, controlarán porcentajes aun superiores de una y otra cámara. Así, el desafío para la Nueva Mayoría es formar una combinación disciplinada y capaz de aunar criterios, pues hay partes del programa de Bachelet que suscriben con entusiasmo algunos y rechazan otros. Las discrepancias DC-PC son las más obvias, pero no las únicas. Y particular sensibilidad muestra la DC, que invoca representar un tercio de la fuerza Parlamentaria de Bachelet, pero no se siente condignamente oída y respetada y, además, para nada participa, al decir de sus directivos máximos, de “refundaciones”, sino que adhiere a cambios graduales.


Incidentalmente, el mito del binominal ha recibido un doble golpe: el ya referido de las urnas y el de las conductas de la “clase política”, pues apenas producido el triunfo de la actual oposición, y habiendo un acuerdo formal para suprimir el binominal, la propia Concertación no dio en la primera sesión Legislativa el quórum conducente a ello —algo por lo que han clamado durante años, denunciándolo como parte de la ilegitimidad de la Constitución que firmó el entonces Presidente Lagos en 2005, y para lo cual contaban incluso con acuerdo de toda la bancada RN—.


Discusión por presupuesto.


La semana próxima será clave para la discusión de la Ley de Presupuesto 2014. Aunque el plazo para su aprobación en el Congreso vence el 30 de noviembre, la oposición desechó un potencial acuerdo con el Poder Ejecutivo para una tramitación más expedita. Entre los argumentos esgrimidos se cuenta la demanda por un monto mayor de recursos de libre disponibilidad, así como el supuesto recorte de partidas Ministeriales relevantes.


Se trata de una discusión marcada por el amplio margen de votación con el que accede a la segunda vuelta electoral la candidata de la Nueva Mayoría y su alta probabilidad de acceder a un nuevo período de Gobierno, aunque la Ley de Presupuesto está lejos de constituir una camisa de fuerza para una eventual administración de Michelle Bachelet. Lo anterior, porque la historia reciente demuestra que los Presidentes cuentan con espacio suficiente para reasignar montos relevantes de recursos, como lo hizo la actual administración para enfrentar las consecuencias del terremoto. Adicionalmente, porque se trata de una Ley que incluso puede ser revocada si se cuenta con las mayorías necesarias.


Ni el monto de recursos de libre disponibilidad ni el nivel de crecimiento del producto estimado en el proyecto en trámite constituyen discusiones relevantes ni condicionantes para el próximo Gobierno. Por lo mismo, todo indica que detrás de los reclamos subyacen cuestiones de carácter más bien electoral, las que seguramente derivarán en una tensa jornada de aprobación del presupuesto al filo de la fecha límite, así como el interés de algunos sectores de contribuir a la impresión de que el país requiere una reforma tributaria ante esta aparente y heredada estrechez en las arcas Fiscales.


Informe internacional sobre el censo.


El Censo 2012 utilizó una metodología distinta de la tradicional, y se decidió usarla solo pocos meses antes de su aplicación. El INE, que llevaba casi dos años preparando la modalidad habitual de un solo día, debió modificar sus procedimientos, lo cual llevó a quedar con un número importante de viviendas no censadas. Ante revelaciones internas de tales fallas, incluyendo una imputación metodológicamente inaceptable de habitantes a viviendas no censadas, el Director del INE debió renunciar. Se encomendó a una comisión externa evaluar si era posible utilizar los datos recogidos. Su informe fue negativo, estimando que ellos eran tan poco confiables, que recomendó realizar un nuevo censo abreviado. Pero  antes de decidir echar por la borda el esfuerzo y gasto del censo, el Gobierno encargó una evaluación a un grupo de expertos demográficos internacionales. A diferencia de la comisión externa, dicho grupo sostiene que se pueden usar los datos ya obtenidos, aunque recomienda precauciones, dadas las deficiencias del proceso.


¿A qué pueden deberse estas diferencias entre dos instancias de excelentes especialistas? Es probable que a su experiencia previa: la comisión externa tenía una mayoría de economistas versados en encuestas y su análisis; el grupo internacional estuvo integrado por tres expertos en censos y su aplicación.


Las encuestas difieren de los censos en varias dimensiones, aunque tienen otros muchos aspectos comunes. Así, las primeras normalmente utilizan encuestadores con experiencia, y su repetición frecuente permite afinar los procedimientos. Los censos tienen menor frecuencia y mucho mayor cobertura, por lo que la calidad de los datos obtenidos no es comparable. El grupo internacional, por su parte, estaba constituido por especialistas en censos norteamericanos y europeos, con extensa trayectoria en censos, su análisis y evaluación en una diversidad de países. Esta mayor experiencia con las dificultades que enfrentan los datos recolectados en los censos podría explicar las diferencias referidas.


Pese a ello, el informe internacional es crítico de varios aspectos del Censo 2012, en particular del cambio de metodología solo unos meses antes de la implementación, al consignar que la preparación de un censo requiere varios años de trabajo previo. También critican que “el diseño y la forma en que se implementó la encuesta postcensal no permite su uso para la estimación de la omisión de personas que deberían haber sido censadas”, ni es posible evaluar la omisión a nivel subnacional. Sin embargo, concluye que el proceso fue realizado dentro de los estándares y prácticas normales de censos en otros países, y que sus datos pueden servir para desarrollar “sólidas políticas y programas dirigidos a impulsar el bienestar de un país y de su población”. Asimismo, pueden usarse para investigación, el uso de empresas y otros, e incluso para evaluar la calidad de las viviendas y planificar respuestas a desastres nacionales.


El grupo internacional no recomienda realizar un nuevo censo, lo cual contrasta con el anuncio de una de las candidatas al balotaje de diciembre, en cuanto a hacerlo en 2016, para recobrar la confianza en el INE. Este objetivo se alcanzaría mejor destinando al INE mismo tales recursos, de manera de permitirle contratar especialistas con sólida formación, y renovar así sus cuadros.


Chileno: No le entregues el poder total a la izquierda que ya controla el Judicial y el Legislativo, elige a Evelyn Matthei como la próxima Presidente.

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Evelyn Matthei evaluó en CNN los 3 primeros meses de Bachelet…

Impactante: Ex dirigente secundaria sería la joven encapuchada grabada por Carabineros.

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Bachalet niega tsunami a las 8:59am del 27F
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Marcha Soldados del 73, con imágenes

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Letra Marcha: Soldados del 73

Letra Marcha Soldados del 73

Autor: Rosabella Liniers
Compositor Gianfranco



Son hermanos los Infantes,
todas las armas y soldados del ayer
Carabineros, Marinos y Aviadores
Combatientes del 73.

Un sólo cuerpo, un sólo corazón,
noble misión, proteger a la Nación,
la frente en alto saliendo del cuartel,
los soldados del 73.

Ya dió la orden mi General,
para vencer tenemos que luchar,
no ha sido arriada jamás nuestra bandera,
orgullo eterno de nuestra libertad.

En el recuento se hace el silencio,
por los heridos, los caídos que no están,
lo lamento mi Capitán,
mi Sargento no le puede contestar.

La Patria es libre, llegó la paz,
en el desierto, el cielo, azul el mar,
ya nuestros hombres cantan victoria
Combatientes del 73

Ya dió la orden mi General,
para vencer tenemos que luchar,
no ha sido arriada jamás nuestra bandera,
orgullo eterno de nuestra libertad.

Piñera anuncia propuesta de reformas educacional y tributaria, gentileza EMOL

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