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miércoles, 30 de octubre de 2013

Un día "caliente": Encuesta CEP y debate ANATEL....














A derrotar a las encuestas y a Bachelet,
por Mario Montes.


La encuesta develada ayer por el CEP, que sus autores advierten que no es predictiva, pareciera señalar que la candidata de la Nueva Mayoría, Michelle Bachelet obtendría una sólida ventaja en las elecciones del 17 de noviembre y que posiblemente lo hará sin necesidad de una segunda vuelta.


Creemos que es importante tener en cuenta que las elecciones se ganan en las urnas y que el sondeo de CEP siempre ha subvalorado los resultados de los candidatos de la Alianza, además, que este último muestreo se relizó cuándo el país estaba preocupado de falsear los sucesos de hace 40 años.


También es importante recordar que la encuesta en comento realizo su trabajo de campo entre el 13 de septiembre y 14 de octubre de 2013, es decir antes de que la campaña realmente comenzara y previamente, en 10 días, a la realización del debate de la   ARCHI, que creemos marcó fuertes diferencias.


Por el bien de Chile, que creemos con la elección de Bachelet le daría un balazo en el pie al desarrollo del país y una puñalada por la espalda a aquellos que quieren surgir con su trabajo y que solo necesitan oportunidades, pensamos que hay que derrotar a la candidata de la izquierda y a las encuestas.


No creemos que se deba botar por la borda los esfuerzos de la mayoría de los chilenos, que poniéndole el hombro, sacaron el país adelante, lo reconstruyeron de los inmensos daños provocados por la unidad popular, los predecesores de la nueva mayoría, y lo llevaron a un sitial que es envidiado en nuestro continente.


Consideramos que los llamados a votar por candidatos alternativos, a no sufragar, a anular el voto o a hacerlo en blanco solo contribuyen a condenar a Chile, al que se entregaría atado de manos y pies, a la concertación, hoy sumada a los comunistas y camuflada bajo el nombre de nueva mayoría.


Tiempo de elecciones: Entre oportunidades, desafíos y “trampas”, por Francisco Rosende.


Las campañas electorales son una oportunidad propicia para revisar la marcha del país y discutir ideas que apunten a alcanzar un mejor nivel de vida de la comunidad en el futuro. No obstante, la dinámica de la contienda política hace que el debate que la rodea tienda a concentrarse en planteamientos generales más que en propuestas específicas, lo que dificulta la evaluación de las respectivas agendas de gobierno. Sin embargo, un filtro adecuado para analizar y discutir las iniciativas que con mayor o menor detalle se han levantado, es la contextualización de estas a partir de una revisión cuidadosa de nuestra realidad actual y de la historia reciente.


Esta estrategia puede ser especialmente útil cuando se trata de confrontar los programas económicos. Así, parece oportuno recordar los logros que ha conquistado la economía chilena en las últimas décadas, sobre la base de una organización económica —lo que se ha denominado como “el modelo”— que se fundamenta en la iniciativa privada, la apertura al exterior y el rol subsidiario del Estado. Esta organización ha permitido progresos significativos en los niveles de vida de los chilenos, en un contexto de fuerte caída en los índices de pobreza, resultados que son vistos con admiración por numerosas economías en desarrollo que no han podido superar la trampa del populismo, en sus distintas versiones. Al respecto cabe mencionar que pocos días atrás la OCDE destacó que la economía chilena fue capaz de quintuplicar el nivel de su producto por habitante en los últimos veinte años.


Una mirada a la historia de la economía chilena de las últimas décadas muestra elocuentemente la importante sensibilidad de las decisiones productivas —esencialmente en materia de inversión, ahorro y creación de empleos— a la estructura de incentivos prevaleciente. La capacidad de reacción de una economía de mercado a los incentivos de las políticas públicas fue algo intensamente debatido luego de la crisis de la deuda externa de los 80; sin embargo, la evolución mostrada por la misma economía chilena con posterioridad a dicho episodio tiende a corroborar la validez de la hipótesis señalada.


La discusión de propuestas específicas en cada uno de los ámbitos mencionados excede los objetivos de esta columna, no obstante lo cual parece importante enfatizar la necesidad de un análisis cuidadoso de los incentivos y señales que estas pretenden establecer, dadas las consecuencias que ello tiene sobre la dinámica de las decisiones productivas.


Aun cuando pudiera resultar evidente para cualquier observador de las decisiones económicas cotidianas de las personas, es importante insistir en el hecho de que estas responden al natural deseo de alcanzar mejores niveles de vida. En el ámbito de las decisiones empresariales, es la búsqueda de ganancias el factor que estimula el diseño e implementación de proyectos que traen nuevas fuentes de empleo y la innovación. Así, el complejo, pero esencial, ejercicio de diseñar políticas públicas conducentes a construir una sociedad con igualdad de oportunidades atraviesa por la implementación de estrategias eficaces de política social, junto con una estructura y nivel de la carga tributaria que concilie el financiamiento de dichos programas. Ello de un modo coherente con la mantención de una estructura de incentivos adecuada para el desarrollo de la creatividad empresarial, la que impulsa la creación de riqueza.


Después de varias décadas de progreso con un modelo de economía de mercado, apoyado en un esfuerzo sistemático de los Gobiernos por optimizar la rentabilidad social de sus proyectos de gastos, pareciera innecesario refrescar estas ideas; sin embargo, la relativa amnesia que suelen producir los ciclos políticos hace aconsejable volver sobre ellos. Más aun, después de un largo período de crecimiento, casi sostenido, pareciera haberse configurado una cierta sensación de insensibilidad de este a los cambios que se introduzcan en la institucionalidad que rodea la toma de decisiones productivas. Esta es una hipótesis errada, como lo demuestra la experiencia de diversas economías que estuvieron bien encaminadas a alcanzar el desarrollo, pero que sucumbieron a la impaciencia por adelantar las consecuencias de este. Los resultados de esta impaciencia habitualmente son una indeseable combinación de desequilibrios macroeconómicos y turbulencia política.


En un momento de importantes definiciones políticas es importante subrayar que el salto al desarrollo que anhela nuestro país exige resolver adecuadamente importantes desafíos, dentro de los que destacan: el mejoramiento de la educación; el aumento de la oferta de energía, y los problemas asociados al envejecimiento de la población. Una efectiva resolución de estos desafíos hace necesario sostener la misma disciplina de las políticas seguidas en las últimas décadas, en el contexto de una estrategia basada en la capacidad de las personas para emprender y crear nuevas riquezas, la que ha dado muestras convincentes de su efectividad. De más está destacar que los resultados de las estrategias alternativas también son elocuentes.


Más Estado, menos imperio de las personas
por Cecilia Cifuentes - Susana Jiménez.


El programa presentado por Michelle Bachelet no innovó en la ya conocida vaguedad de sus propuestas. Podría argumentarse que los programas suelen ser así; no obstante, la larga espera para conocer su contenido, contrastado con esta ausencia de medidas concretas, hace sospechar que la candidata no logró zanjar posturas contrapuestas de sus aliados en materias relevantes. Lo que, en cambio, no deja espacio a la duda es el concepto de sociedad al que aspira y que se traduce en un objetivo único: más Estado, lo que inevitablemente lleva a un menor predominio de las decisiones de las personas sobre su propia vida.


Chile ya conoce de esta experiencia, que alcanzó su máxima expresión a principios de los 70, con innumerables empresas públicas caracterizadas por la ineficiencia y el mal servicio. Resulta sorprendente que pese el éxito que ha vivido Chile tras recuperar la confianza en los mercados y asignar un rol subsidiario al Estado, vuelva -como si se tratara de un revival- la idea de un Estado empresario. En particular, en materia de educación se busca aumentar el tamaño del Estado y minimizar la injerencia de las escuelas y las mismas familias. Desde la educación parvularia hasta la superior, se avanzaría hacia un concepto de calidad definido arbitrariamente por el Estado, que condicionaría la entrega de recursos públicos. Ello se traduce en el fin de la libertad de enseñanza y la diversidad de alternativas para las familias.


Respecto de la previsión, se propone crear una AFP Estatal, aunque reconocen que no reducirá el nivel de las comisiones y tampoco elevará el monto de las pensiones. Ergo, la solución planteada no aborda el problema central que se busca resolver.


Salud es otro sector donde el énfasis está puesto en la prestación de servicios públicos, priorizando como objetivo que el gasto público represente una mayor proporción del gasto total en salud. Proponen la construcción de 60 nuevos hospitales públicos, sin explorar vías más efectivas, como las alianzas público-privadas. Además, buscan debilitar el sistema de Isapres impidiendo que puedan diferenciar cobros según riesgo -aun cuando el fallo del Tribunal Constitucional así lo legitima-, lo que sólo puede engrosar a Fonasa y agudizar sus deficiencias.


En energía, el programa da un rol más activo al Estado, estableciendo un plan estratégico de desarrollo de largo plazo, aumentando sus atribuciones para definir la expansión del sistema troncal y fortaleciendo la Enap, entre otros aspectos. Medidas como éstas apuntan peligrosamente a una mayor planificación centralizada que no sólo conlleva riesgos de ineficiencia y seguridad de suministro, sino que no logra el objetivo principal: destrabar la inversión para superar el escollo en que se encuentra el país en materia energética.


En definitiva, dentro de un programa vago, la consigna de “Más Estado” no se vincula en absoluto a los problemas que se quieren resolver.


Pedro Ibáñez Ojeda, ayer y hoy,
por Leónidas Montes.


Este año es el centenario de su nacimiento. Cuando ingresé a la universidad que lleva el nombre de su padre, Adolfo Ibáñez, sólo conocía anécdotas de su persona. Pero hay mucho más que sólo anécdotas. Se educó en el Liceo de Valparaíso, donde aprendió alemán. Al igual que su padre, no estudió en la universidad. Partió trabajando como junior en la empresa familiar. Sin estudios universitarios ni pergaminos de ninguna especie, y sólo motivado por la curiosidad e inquietud intelectual, este empresario se fue forjando en el mundo de las ideas. Y vaya que lo logró. Era un ávido lector de la literatura clásica española y un gran conocedor de algunos importantes pensadores del liberalismo. Además del alemán, hablaba francés, inglés, italiano y portugués.


Don Pedro fue el fundador, pilar y el motor detrás de la Escuela de Negocios de Valparaíso (ENV), que también celebra sus sesenta años. Con mucha visión, en ese contexto de cómodos aristócratas y terratenientes de Santiago que posiblemente miraban al comercio con cierto desdén, este exitoso hombre de negocios de Valparaíso se propuso crear una escuela para formar dirigentes de negocios. No tenía ni los conocimientos, ni los alumnos. Tampoco los profesores. Pero tenía la idea, las ganas y el empuje. En conjunto con la Universidad Católica de Valparaíso —o mejor dicho, al alero de esta universidad— dio inicio a este sueño. Junto a su hermano Manuel partieron, como buenos empresarios, conociendo experiencias extranjeras. Viajaron a Harvard y Stanford. Y aprendieron mucho de lo que allí hacían. Trajeron algunos profesores de negocios. Invitaron a otros. Y ayudaron a algunos jóvenes para que estudiaran en esas universidades. Así, poco a poco, formaron una escuela que adquirió prestigio y reputación en Latinoamérica. No era fácil graduarse de la ENV en ese entonces. Por ejemplo, el que repetía un curso, tenía que repetir el año completo.


Pedro Ibáñez invitaba a sus alumnos de la ENV “a comprometerse nuevamente en el estudio de esa casi olvidada disciplina, la filosofía política”. Un consejo visionario que hoy es tan importante como necesario. Pero no sólo creó la ENV. Fue también un político ejemplar y excepcional. En 1960 ingresó al Partido Liberal y durante los siguientes 13 años fue senador por Valparaíso. En 1966 ingresó al Partido Nacional y fue uno de los fundadores de Unión Nacional, que luego se convertiría en Renovación Nacional. Al entrar en el mundo de la política, para evitar conflictos de interés, don Pedro abandonó sus negocios para dedicarse por completo a lo público. Naturalmente esta actitud no era usual entre los honorables de la época. Y más de alguno debe haber resentido este gesto.


Cuando el socialismo y el marxismo, junto al sueño de una economía central planificada estaban en boga, muy pocos hablaban de una economía libre o de la importancia de la competencia. Pero ahí estaba la voz firme y muchas veces solitaria del Senador Ibáñez. Era de los pocos que se atrevían a defender las ideas con convicción, pasión y coraje. Basta leer algunos de sus discursos. Pero así como temía la planificación centralizada y el excesivo poder del Estado, repudiaba “el individualismo egoísta”. Por eso la base de su ética empresarial era que “los empresarios no deben utilizar su poder para obtener beneficios indebidos”. En definitiva, era un hombre de principios firmes y claros. Un empresario y político que comprendió la importancia y el valor tanto de la moral como de las ideas.


En el frente político, organizar a su sector, bien lo sabía Pedro Ibáñez, no era tarea fácil. Como hombre de derecha decía que “nuestras primeras energías debemos gastarlas en vencer la pereza mental, el egoísmo o la indolencia de nuestra propia gente”. Y con mucha fuerza y conocimiento de la tribu se quejaba de “los cómodos, los que no piensan, los que eluden su responsabilidad, los que no actúan porque no aceptan el sacrificio y el riesgo, no tienen destino. Para quienes se comporten así, no hay porvenir ni en Chile ni en ninguna parte… El futuro… es para los que tienen fe y se entregan a su causa sin sacar cuentas mezquinas”. Estas palabras de don Pedro son todavía un mensaje certero para nuestra derecha criolla.


Lo interesante es que mucho de lo que entonces pensaba Pedro Ibáñez Ojeda sigue hoy vigente. En fin, algunas cosas parece que han cambiado poco. Y su férrea defensa de las ideas es la mejor prueba.


Propuestas sobre propiedad e inversión extranjera.


El programa de Gobierno de la candidata Bachelet hace necesarias complementaciones y aclaraciones para evitar especulaciones sobre temas capitales para la modernización y desarrollo de Chile, tocantes al estatuto de la inversión extranjera y al régimen del uso de los recursos naturales.


Concerniente a la inversión extranjera se plantea, sin matices ni salvaguardias de sus principios rectores, la derogación del DL 600, clave para la inversión, crecimiento, equilibrio de las cuentas externas, integración de Chile a la economía mundial y distinción positiva de nuestro país respecto de otras economías latinoamericanas y en desarrollo. Desde su dictación han ingresado al país cerca de 100 mil millones de dólares, de los cuales casi 40 mil se han destinado a la minería y alrededor de 20 mil a electricidad, agua y gas. Solo en los últimos ocho años se han invertido desde el exterior unos 34 mil millones, bajo sucesivos Gobiernos, generando centenares de miles de empleos, una decisiva contribución a los ingresos Fiscales y aportes significativos a tecnologías e innovaciones de vanguardia. Esta normativa sobre capitales extranjeros ha sido sustento de la seguridad Jurídica y confianza, logradas ampliamente sobre la base de contratos celebrados por los inversionistas extranjeros con el Estado. La sola derogación de dicho estatuto, contemplada en dicho programa, sin precisar los derechos de los inversionistas a un trato sin discriminaciones ni privilegios respecto de los nacionales y del Estado, a repatriar sin trabas sus capitales y utilidades, a la invariabilidad temporal de los tratamientos aduaneros para los bienes de capital y bajo una tasa más alta de los impuestos a la renta, introduce una incertidumbre que es indispensable despejar mediante la mantención de los principios esenciales de dicho estatuto.


El derecho de propiedad es primordial para la convivencia y el desarrollo de una sociedad que respeta las libertades. Sin la facultad y garantía de disponer libremente de los bienes, se menoscaba el progreso. Por este fundamento conceptual y de experiencia, su fortaleza y claridad normativa es indispensable para el desarrollo de los recursos naturales. El programa anunciado plantea la introducción de definiciones que ya están consagradas en la Constitución hoy vigente respecto de la propiedad de los recursos naturales, y lo hace con una formulación que permite preguntarse sobre el verdadero sentido de la redundancia. La libre iniciativa del emprendimiento dentro de la Ley, la promoción del bien común, la función social de la propiedad y las obligaciones inherentes en su ejercicio, y la propiedad inalienable del Estado sobre los recursos naturales, están ya en la Carta Fundamental que se propone reemplazar, específicamente en sus artículos 1° y 19 números 21°, 23° y 24°, entre otros. Como normativa esencial, al Legislador corresponde desarrollarla y lo ha hecho en las últimas décadas en todas las áreas que recoge este programa, como aguas, minas, telecomunicaciones e impuestos. Por eso, sorprende que se afirme la necesidad de cambiar la Constitución respecto de conceptos tan importantes para el país y la población, en una forma que no parece distinta de lo que existe. En el contexto de una normativa enteramente nueva, tiene significado que la formulación pase por alto el contenido del derecho y se circunscriba a enfatizar límites que le son inherentes. Además, el que se plantee como novedad y cambio podría introducir interpretaciones no deseadas en cuanto a que el programa tiene un trasfondo no explicitado, lo que es doblemente relevante en una materia de incalculables consecuencias.


Las imprecisiones y redundancias en ordenamientos que han sido pilares del desarrollo y progreso de Chile pueden causar retrocesos e inseguridades de magnitud para la inversión extranjera y nacional, que no debieran dejarse a merced de interpretaciones.


Epílogo en ranking de notas.


El Consejo de Rectores (Cruch) y el Ministerio de Educación dieron por “cerrada” la discusión en torno a la aplicación del ranking de notas para el proceso de selección universitaria 2014. Así, los abruptos cambios de que fue objeto éste por parte del Cruch -aumento de ponderación del ranking dentro del puntaje final y la incorporación de dos decimales para efectos de bonificar según promedio de notas- serán igualmente aplicados, no obstante las fuertes críticas que ha recibido este proceso por parte de una serie de colegios emblemáticos, pues se trata de medidas que tienen lugar a muy pocas semanas de rendirse la PSU, lo que supone una severa alteración de las reglas que norman este proceso.


Es lamentable que el Cruch haya desoído las críticas y rechazado una aplicación gradual del instrumento. Aunque el proceso de selección y los criterios que utiliza caen dentro de las atribuciones de las universidades, habría sido deseable ver al Ministerio de Educación haciendo valer con mayor fuerza sus objeciones respecto del ranking de notas. De hecho, llama la atención la postura que mostró la Ministro del ramo, quien inicialmente se mostró muy crítica con los cambios introducidos por el Cruch, para luego dar la impresión de que los avalaba.


El Consejo de Rectores ha insistido en que el ranking responde a la necesidad de introducir criterios de equidad e integración en la selección universitaria, objetivos que difícilmente podrán ser logrados con este tipo de modificaciones y que arriesgan con desnaturalizar los procesos de selección, que deberían apuntar hacia la excelencia académica. Asimismo, llamaron poderosamente la atención los dichos del vicepresidente del Cruch, quien señaló que “hemos soportado todas las presiones y no vamos a cambiar la fórmula”. Los legítimos reclamos de la comunidad estudiantil y las objeciones técnicas planteadas en este caso distan de ser “presiones”, y en cambio buscaban crear una instancia de necesario diálogo, que lamentablemente ha sido desoída.


Buen desempeño del mercado laboral.


Pese a la desaceleración económica en los últimos meses, el comportamiento de la ocupación sigue siendo extraordinario, como lo evidencia la Encuesta de Ocupación y Desocupación del Gran Santiago de septiembre, elaborada por el Centro de Microdatos de la U. de Chile. En un año, el empleo creció 1,8%, reduciendo la tasa de desempleo de 6,6 a 5,9% entre septiembre de 2012 e igual mes de 2013. Respecto de la medición anterior, de junio pasado, la última tasa representa una caída de 0,3 puntos porcentuales. Esta tendencia al alza en el empleo ha sido sistemática en los últimos cuatro años y habla del buen pie en que está la economía chilena. Pero en las últimas mediciones ese crecimiento se ha desacelerado. Aunque en eso puede influir la menor expansión económica, también hay que reconocer que el mercado del trabajo está estrecho y no se observan aumentos significativos en la participación laboral.


En este escenario, los ingresos laborales están subiendo significativamente: el estudio citado muestra que lo han hecho en 15% en el último año (12,5% en términos reales). Esto ha ido acompañado de una reducción en el promedio de horas trabajadas. Como consecuencia, los ingresos laborales por hora han estado creciendo aún más rápido. Al comparar tales cifras con la expansión de los ingresos nacionales totales, es evidente que la participación del trabajo en estos ha estado creciendo en forma relevante.


Este mejoramiento en la distribución por factores de los ingresos es positivo. La desigualdad entre los ingresos del trabajo sigue siendo alta y no presenta grandes cambios en los dos últimos años, pero la observada en este período es menor que en el pasado. Además, como ha habido más incorporación de trabajadores menos calificados, en el corto plazo es difícil observar la tendencia siempre declinante en esta desigualdad. No obstante, la desigualdad de ingresos entre hogares debería estar reduciéndose. Así, la tendencia en esta —un factor crítico en la evaluación del desempeño económico chileno de las últimas tres décadas— parece ser positiva. Es importante mantenerla e, idealmente, fortalecerla.


Para estos propósitos, los antecedentes que recogen esta encuesta de ocupación y desocupación y otras fuentes de información similares sugieren líneas de acción. Así, es interesante comprobar que en la población inactiva, que en Chile es comparativamente alta, aquella con deseos de trabajar es muy baja. Es más, ha ido cayendo y se encuentra, por segunda medición consecutiva, debajo del 10%. En las mediciones anteriores, esa proporción se situaba por sobre esa tasa e incluso superaba en ocasiones el 15%. La mayoría de ellos quiere trabajos de jornada parcial, posibilidad no fácil en nuestro mercado laboral y que revela uno de sus aspectos débiles. Como la participación laboral es más reducida en los hogares de bajos ingresos, promover la incorporación en esos sectores y, al mismo tiempo, crear condiciones para jornadas más flexibles es necesario para avanzar en la reducción de la desigualdad de los ingresos laborales, particularmente entre hogares.


Por cierto, algunos problemas requieren atención más especializada. La proporción de jóvenes que participan en la fuerza laboral sigue siendo extraordinariamente baja, y las mujeres, si bien han subido su participación, aún tienen tasas reducidas respecto de la situación de los países de la OCDE y también de Latinoamérica. Asimismo, el grupo de desocupados revela algunas características complejas: el tiempo en que permanecen desempleados es más alto respecto de un año atrás. Esto no sorprende, porque en un mercado del trabajo dinámico, a medida que va cayendo la desocupación, aquellos que no encuentran trabajo tienen grados de calificación cada vez menores. Pero eso requiere políticas más especializadas de capacitación laboral, que el país ha desarrollado muy imperfectamente. Una estrategia coherente que aborde estas debilidades sería muy positiva para la evolución futura de la ocupación y de la desigualdad de ingresos.


Ciudades y segregación.


Que las ciudades chilenas reflejan los índices de desigualdad del país es el punto de partida de un informe de Espacio Público, escrito por el ex Presidente del Banco Central, José de Gregorio, el arquitecto y urbanista Iván Poduje y el arquitecto Alejandro Aravena. El origen de esta situación sería la política de erradicación de campamentos, que reubicó a estas familias en barrios periféricos, de escasa infraestructura y mala calidad de las viviendas. Identifican a partir de ahí cinco factores que explican la persistencia de la segregación y realizan propuestas para una ciudad más justa.


Resulta interesante que un grupo de expertos explore las inequidades en el tema del urbanismo, que despierta progresivamente mayor interés de los ciudadanos, pues les afecta directamente. Ello ocurre, además, cuando la calidad de vida se ha convertido en una temática prioritaria para las comunidades, cada vez más activas en sus demandas por salud, transporte y medio ambiente.


La mayoría de las soluciones propuestas para reducir la desigualdad se relacionan con medidas de mediano o largo plazo —educación de calidad, capacitación, empleos formales— y otras de carácter redistributivo, de inmediato alcance, como bonos, para frenar las presiones sociales. Estas últimas suelen ser poco efectivas para alterar en el curso de la distribución del ingreso, pero sí exitosas en calmar las ansiedades de la población. Pero las inequidades superan el ámbito de los ingresos y por ello es acertado ampliar la gama de soluciones a otras esferas, como el diseño de las ciudades.


Las propuestas planteadas por Espacio Público —que van desde la creación de “zonas de equidad territorial” hasta un banco de terrenos Estatales y una tarifa de transporte rebajada para grupos vulnerables— son ambiciosas y demandarían, de ser consensuadas, un gran esfuerzo del aparato público, pues se constata en su análisis que el mercado, por sí solo, no resolverá la segregación urbana y es necesaria la intervención del Estado, que habrá de invertir en la construcción de “grandes alamedas” (corredores de transporte que unen las zonas de equidad territorial con la ciudad, pensados con altos estándares en términos de arborización, soterramientos de cables y los centros cívicos). También, en una tarifa de transporte rebajada para grupos vulnerables, que implicaría una presión extra a las finanzas del Transantiago, las que ya tuvieron que ser “salvadas” con un proyecto de Ley aprobado hace un par de meses.


Sería deseable que los objetivos y medidas elaboradas por este grupo de expertos sean un estímulo para profundizar el debate —en el que tendrán que exponerse los costos y plazos de inversión de dichos proyectos, que no fueron incluidos por los autores— que pueda aunar esfuerzos de los sectores público y privado en una tarea que es de largo plazo, pero que requiere de su urgente inicio.


¿Ocaso del ciclo “K”?


La del domingo fue la peor derrota electoral del kirchnerismo en una década. Con Cristina convaleciente, fue “su equipo de Gobierno” (como dijo el Vicepresidente) el que salió a dar la cara, sin reconocer explícitamente el golpe que le asestó la ciudadanía. Es cierto que mantuvieron la mayoría en Diputados y Senadores (junto con sus partidos aliados); sin embargo, el Frente para la Victoria (FPV), referente kirchnerista, desde que reeligieron a Cristina cayó de 54% a 33% de los votos.


Afloró con certeza que no será factible empujar una nueva reelección, al no contar con los dos tercios necesarios para una reforma Constitucional. El mensaje de los argentinos es que el ciclo “K” está en declinación, y que para 2015 será difícil que un representante de ese sector del peronismo pueda empinarse a la Presidencia. En Buenos Aires, la derrota del oficialista Martín Insaurralde frente al disidente Sergio Massa dejó golpeado a Daniel Scioli, quien parecía el más probable candidato del FPV para suceder a la Presidente.


Por ahora, reina total incertidumbre sobre el tiempo que demorará la Presidente en retomar sus funciones. Mientras eso no suceda, cabe prever nuevas rencillas entre sus cercanos, una completa confusión sobre quién está a cargo y sobre qué medidas (¿de rectificación política y económica?) tomarán en las próximas semanas. La preocupación de la familia sobre su salud es evidente, y podría pensarse que la presionarán para seguir las recomendaciones médicas de no retornar aún a las actividades para evitar el estrés. Siendo así, se mantendrán las dudas sobre la gestión Gubernamental y sobre si los aliados en el Congreso seguirán apoyando al Gobierno.


En la oposición reina el optimismo, pero también la división, y ya son varios los posibles candidatos que sienten que su opción puede ser victoriosa. Primero que nadie saltó a la palestra Mauricio Macri, quien, con el triunfo de su candidata en Buenos Aires y el haber logrado varias diputaciones, tiene razones para sostener que su partido, Propuesta Republicana (PRO), ha logrado proyección nacional. Macri sabe que la lucha será ardua; por eso, lanzó su candidatura apenas se conocieron los resultados favorables.


Su rival más poderoso será Massa, un hombre que ha pasado por varios partidos, desde el sector más liberal en la época de Menem, hasta el kirchnerismo, con el que tuvo su última ruptura. Su discurso se centró en los temas de la inflación y la inseguridad, las preocupaciones ciudadanas más acuciantes. En esto último puede mostrar éxitos en su gestión como Alcalde de Tigre. Mientras todos lo ven como Presidenciable, quiso diferenciarse de Macri y se negó a mostrarse como aspirante: “Los que piensan en 2015 le faltan el respeto a la gente”.


Radicales y socialistas fueron juntos y obtuvieron buen resultado. De ahí que Julio Cobos, de Mendoza, y Hermes Binner, de Santa Fe, se perfilen también como candidatos y, también juntos, serían una opción más fuerte. Ambos deben, eso sí, ampliar su abanico de votantes fuera de sus Provincias.


Hay tiempo aún para que el naipe Presidencial se ajuste. Incluso con un kirchnerismo en decadencia, convendría a los rivales mostrar altura de miras y deponer aspiraciones en aras de una unidad que en Argentina ha sido escasa.


Correspondencia destacada.


Señor Director:


Comisión de DD.HH.


El 24 de octubre comenzó la 149ª sesión de la Comisión Interamericana de DD.HH. en Washington DC. Se escuchará a representantes de diversas organizaciones que defienden y promueven los derechos humanos provenientes de todo el continente, a fin de tratar asuntos de interés general.


En agosto pasado, Comunidad y Justicia pidió ser escuchada en la Comisión, habiendo cumplido todos los requisitos exigidos, a fin de denunciar los graves hechos que tuvieron lugar luego de una marcha a favor del aborto, cuando algunos manifestantes irrumpieron violentamente en la Catedral de Santiago causando destrozos y, de paso, vulnerando varias garantías fundamentales (derecho a la vida, integridad física y psíquica; ejercicio libre del propio culto; libertad de emitir opinión; derecho de reunión y derecho de propiedad), y para denunciar también otros atentados contra la libertad religiosa.


Agotados los recursos y vencidos los plazos, aún no hemos recibido respuesta. Queriendo denunciar la vulneración de derechos reconocidos en la propia Convención Americana de DD.HH., no hemos sido escuchados.


Llama la atención el hecho de que en la Comisión no se vayan a tratar los temas que hemos planteado, pero que al mismo tiempo se dé tribuna a quienes pugnan por legalizar el aborto en nuestro país (por ejemplo MILES Chile). Esperamos que esta situación se deba a un malentendido, y no a una discriminación arbitraria por parte de quienes promueven los derechos humanos a nivel continental.


Tomás Henríquez Cabrera - Fernando Ugarte Vial. Comunidad y Justicia.

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Letra Marcha: Soldados del 73

Letra Marcha Soldados del 73

Autor: Rosabella Liniers
Compositor Gianfranco



Son hermanos los Infantes,
todas las armas y soldados del ayer
Carabineros, Marinos y Aviadores
Combatientes del 73.

Un sólo cuerpo, un sólo corazón,
noble misión, proteger a la Nación,
la frente en alto saliendo del cuartel,
los soldados del 73.

Ya dió la orden mi General,
para vencer tenemos que luchar,
no ha sido arriada jamás nuestra bandera,
orgullo eterno de nuestra libertad.

En el recuento se hace el silencio,
por los heridos, los caídos que no están,
lo lamento mi Capitán,
mi Sargento no le puede contestar.

La Patria es libre, llegó la paz,
en el desierto, el cielo, azul el mar,
ya nuestros hombres cantan victoria
Combatientes del 73

Ya dió la orden mi General,
para vencer tenemos que luchar,
no ha sido arriada jamás nuestra bandera,
orgullo eterno de nuestra libertad.

Piñera anuncia propuesta de reformas educacional y tributaria, gentileza EMOL

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