Elogio de la vergüenza
por Joaquín García Huidobro.
Nadie conoce el momento preciso, pero en los
últimos meses algunas figuras públicas en nuestro país parecen haber perdido la
vergüenza. Esta misma semana podemos constatar varios ejemplos de ese curioso
fenómeno. El más sonado lo protagonizaron un Fiscal y un Juez, que no hallaron
mejor forma de componer el entuerto causado por unos manifestantes en una sede
del Congreso Nacional que mandarlos a hacer lo que más les gusta: promover la
campaña para marcar el voto y pedir asamblea constituyente.
En vez de castigar, premian. Además, ¿habrían
propuesto un acuerdo semejante con alguien que ofreciera servir a la comunidad
con un proyecto “de derecha”? ¿Promoviendo, por ejemplo, la privatización de
Codelco o el proyecto HidroAysén? Pero como se trata de una causa de izquierda,
los defensores de la Justicia pueden llegar a una solución impresentable sin
ponerse colorados.
¿Cómo explicar lo inexplicable? Un
representante gremial de los Fiscales intentó hacerlo, comparando este acuerdo
con el que se había producido en el caso Farmacias. Según él, el trabajo a
favor de la asamblea constituyente es semejante a los cursos de ética que se
exigieron a los ejecutivos sancionados. Falso: en los cursos de ética se dicen
cosas en las que uno tiene que mejorar, y no se limitan a darle en el gusto al
auditorio.
Sí habría sido equivalente someterlos a un
estudio acelerado del Manual de Carreño, que por lo menos enseñe a esos
manifestantes que no es de buen gusto subirse en las mesas del Congreso.
Además, la falta de vergüenza lleva a ese Fiscal a olvidar que en el caso
Farmacias los ejecutivos imputados tuvieron que pagar 255 millones de pesos.
Pero no culpemos solo a Jueces y Fiscales. Esta
semana 41 Diputados, un tercio del total, faltaron a la última sesión de la
Cámara antes del receso electoral. Al parecer, los temas que se iban a tratar
(por ejemplo, los créditos habitacionales) no justificaban un viaje al puerto.
¿Cuántos chilenos se pueden dar el lujo de faltar a su trabajo sin tener que
ponerse colorados ni dar ninguna explicación?
A un mes de las elecciones, varios candidatos
nos deben su programa, y ni siquiera nos piden perdón. ¿Se imagina alguien que
Eduardo Frei Montalva, Jorge Alessandri o Ricardo Lagos se hubieran presentado
a una elección Presidencial sin informarnos en detalle lo que se proponen
hacer?
Los funcionarios del Registro Civil hicieron un
paro que se prolongó por semanas, causando gravísimos daños a miles de chilenos
y, pasados los hechos, no dan muestras de haberse ruborizado.
Una empresa lleva a cabo proyectos comerciales
que afean las ciudades del sur de Chile, y se da el lujo de hacer oídos sordos
a las protestas ciudadanas. Son las ventajas de los que carecen de vergüenza.
La vergüenza, sin embargo, es importante. Lo
sabían los seleccionados de Chile y Ecuador el martes pasado, de modo que
jugaron un partido en serio, aunque los dos clasificaban para el Mundial con un
empate. Es lo que los comentaristas llaman “vergüenza deportiva”. No faltan hoy
quienes pretenden liberar a las personas de ese sentimiento, pero con esto solo
consiguen animalizarlas. La vergüenza es una sana reacción ante un hecho de
experiencia: nuestra falibilidad. Supone tener conciencia de que nuestras
acciones no siempre están a la altura de nuestras palabras y deseos. La
vergüenza es el principio del cambio para mejor. Carecer de vergüenza, por
tanto, es una desgracia enorme.
La vergüenza es una señal de que somos libres,
de que podemos decir: podría haber hecho las cosas de otra manera. Manifiesta
nuestra dignidad. Tal es el valor de la vergüenza que Séneca podía decir: “Un
solo bien puede haber en el mal: la vergüenza de haberlo hecho”. El ser humano
puede avergonzarse incluso de cosas que solo él conoce, porque siempre está
ante su propia conciencia. De más está decir que hay formas patológicas de
vergüenza, que es necesario aprender a superar. Pero no es este el problema de algunas
de nuestras figuras públicas o de ciertas empresas. Por lo visto, el poder de
que gozan las lleva a olvidar que la vergüenza es, en el fondo, uno de los
nombres de la decencia.
Las Angustias de los Ganadores,
por Hermógenes Pérez de Arce.
La candidata sin programa debe estar
seguramente angustiada de no poder tenerlo. Ayer cité el desconcierto de uno de
sus hombres claves, Francisco Vidal, expresado en su columna de "El
Mercurio", ante la misma incertidumbre. Y también hay gente que abandona
su barco. Generalmente se hace eso cuando el mismo se está hundiendo, pero en
este caso se trata de uno que está volviendo a flote, a tener el poder, como lo
permitirá el triunfo electoral a la Nueva Mayoría, para entonces volver a
contar con las arcas Fiscales para aliviar penurias.
Sin embargo, en "La Tercera" Max
Colodro, otro hombre de izquierda, comenta angustiado la renuncia a la DC del
ex Subsecretario y ex coordinador de la campaña de Claudio Orrego, Jorge
Navarrete, dada a conocer en el mismo diario ("Adiós a la DC") y,
buscando las claves de esa renuncia. Colodro escribe: "La Nueva Mayoría,
hoy sin impedimentos ideológicos para ofrecer lo que la calle quiere escuchar,
se niega a mostrar su programa a cuatro semanas de la elección, porque sus diferencias
insalvables deben ser ocultadas a la opinión pública, en función del operativo
de reparto del botín a cualquier precio".
Antes Colodro nos ha dicho que en la izquierda
"en silencio hierven al ver a Sebastián Piñera cerrar el Penal
Cordillera". Pero una columnista de "El Mostrador" también nos
ha revelado que, por el otro lado, en "directorios y matrimonios"
abundan los comentarios ácidos acerca de la traición de Piñera. En
concordancia, el mismo ya renunciado Navarrete, en su columna "Doble o
Nada", también en "La Tercera", hace una radiografía de Piñera y
lo describe como un apostador de la política, "cuya última apuesta,
nuevamente más motivada por un proyecto personal que por una convicción
colectiva, podría condenarlo a lo que políticamente siempre pareció ser: un
hombre que no es de allá ni de acá".
Ese hombre que está en todas partes pero no es
de ninguna ha terminado con la centroderecha en ruinas, como electoralmente lo
está hoy, pero no por eso la centroizquierda y la izquierda están felices,
porque "el reparto del botín a cualquier precio" no hace la
felicidad, aunque sirva para saciar apetitos materiales. Ellos saben que lo del
"balazo en el pie" a que me referí ayer es verdad. También saben que
en toda economía hay una locomotora que tira los carros y que si la dejan sin
combustible a fuerza de extraérselo por la vía de los impuestos, se va a
detener al tren "in the middle of nowhere" y Chile se va a convertir,
primero, en otra Argentina; después, en otro Ecuador y, finalmente, en otra Venezuela,
en medio del aplauso popular, pero con fecha de vencimiento a la vista, porque
las cosas necesarias para vivir hay que producirlas y nunca la calle ha sido
buena para eso.
A Allende también lo aclamaban en las
concentraciones masivas, después que había inundado el país de billetes y
expropiado o intervenido empresas y fundos, pero las cosas necesarias para
vivir se habían terminado y por eso cuando lo echaron la gente estaba feliz, y
ciertamente no salió a las calles a defenderlo, como esperaba él; tanto que
después del 11 "se izaban banderas en las poblaciones" (Frei
Montalva).
Ahora el país está feliz porque clasificó para
el Mundial y porque en un mes más va a ganar "la calle", pero está,
en el fondo, angustiado. Le lavaron el cerebro con falsificaciones históricas
de transmisión masiva, con motivo de los 40 años del 11, pero la propia calle
intuye que "la verdad está en otra parte", sobre todo cuando ve que
los autores de la mistificación, en lugar de estar felices con el éxito de ella,
resultan ahora ser los más desorientados y preocupados.
Persecución penal e instituciones frágiles,
por Axel Buchheister.
Las dos noticias más increíbles de la semana
estuvieron por cuenta de la persecución penal. En la prensa internacional, el
caso del pirata somalí capturado en Bélgica y, por estos rumbos, la “condena”
de dos activistas que se tomaron el Congreso para cumplir la tarea que más les
gusta: revolverla.
El primero es de no creer. Agentes de la
policía Federal y Judicial belga le tendieron una trampa al más peligroso
pirata somalí de los que asolan el Golfo de Adén: lo invitaron a participar en
un documental de televisión, relatando su historia y como asesor en materias de
piratería. Para ello, sólo tenía que ir a Bélgica a firmar un contrato. Bastó
que pusiera un pie en el aeropuerto de Bruselas acompañado de otro colega, para
que ambos fueran puestos a disposición de un Juez, que de inmediato decretó su
prisión preventiva. Ahora deberán pagar por sus fechorías.
Confieso haber reído de buena gana: ¡un pirata
que cae en el cuento del tío! Pero también sentí algo de envidia por unos
encargados de la persecución penal dispuestos a incurrir en riesgos sustantivos
-hay que tener sangre fría para ir a meterse a la cueva de un pirata a contarle
un cuento así- para asegurar que las Leyes se cumplan. La conclusión es que en
Bélgica las instituciones funcionan.
No podemos decir lo mismo aquí en Chile con el
caso de la toma del Congreso. Se dirá que la gravedad no es la misma y que la
comparación es una total exageración. Cuidado, porque lo que caracteriza a
Somalia y permite que los piratas hagan su agosto, es que la instituciones
sucumbieron. Las cosas siempre se sabe dónde parten, pero no dónde terminan; y
hay variadas formas y grados de terminar mal. Por eso en las democracias que se
precian hay algo que todos comparten: el respeto a las instituciones. Y nadie
acepta pretextos para que se relativicen.
En nuestro país asistimos a una relativización
de las instituciones, donde el Congreso lleva el primer lugar. Juristas de voz
engolada proponen trampas para llamar a una asamblea constituyente y suplantar
las funciones del Congreso. En el caso que mencionamos, activistas se lo
tomaron por la fuerza mientras sesionaba una Subcomisión de presupuestos, se
pararon arriba de la mesa de sesiones y denostaron a los presentes, con la
venia del Presidente del propio Senado, que consideró contraproducente y
autoritario tomar medidas. Una muestra sutil del deterioro del Congreso como
institución -que consignan todas las encuestas-, es el hecho de que la prensa
en estos días consignó siempre como vejado al entonces Ministro de Educación,
que estaba en la sesión, pero no se menciona qué Senadores y Diputados estaban
ahí. A nadie le importó, a pesar de que según la teoría política son los
representantes del pueblo, los que aprueban las reglas que rigen la convivencia
y ejercen el contrapeso del poder, sin el cual a la larga deviene la dictadura.
Por eso, cuando luego se trató de castigar a
los responsables, es muy grave que todo haya resultado en nada o, peor aún, en
una burla. Porque, ¿cómo llamaría usted al hecho de que un candidato que quiere
llegar al mismo Senado que violentó, pague su culpa haciendo campaña por las
ideas que lo motivaron, en la circunscripción por la cual postula?
Intrusión indebida en medios de comunicación.
El Congreso despachó el martes el proyecto de Ley
de TV digital y se anuncia que el Tribunal Constitucional resolverá en los
próximos días varios puntos en que hay serias dudas de Constitucionalidad. El
más grave de los defectos con que se despachó este discutido proyecto radica en
un nuevo concepto Legal, que podría llamarse “pluralismo activo”. Por medio de
esta innovación Legislativa se trata ahora de exigir a los canales de
televisión que en sus programas de noticias y opinión se incluyan contenidos
que reflejen el “pluralismo”, definido por el artículo 1° como “el respeto a la
diversidad social, cultural, étnica, política, religiosa, de género, de
orientación sexual e identidad de género…”. Sería deber de concesionarios y
permisionarios de TV “promover en los contenidos entregados la observancia de
estos principios, (…) excluyendo los que atenten contra los mismos”.
Resulta Constitucionalmente inaceptable para la
libertad de emitir opinión e informar el trasladar la decisión sobre la
selección, intensidad y combinación de estos valores en la programación desde
los medios de comunicación al Consejo Nacional de Televisión. Y ello ocurre
porque la Ley impone ahora a los canales la obligación de “promover” estos
valores, lo que envuelve un deber activo, y el CNTV quedaría con esta Ley
facultado para adoptar medidas e imponer sanciones si, a su juicio, los
concesionarios no han cumplido debidamente con un adecuado “pluralismo”.
Este pluralismo activo significa una grave
intromisión en la libertad de expresión, que resultaría Constitucionalmente
intolerable en cualquier país democrático desarrollado. No corresponde al
Estado —y el CNTV es finalmente el Estado— reemplazar a los medios en la
selección de los contenidos, aun si se quiere promover conceptos positivos.
Este es un ámbito intangible perteneciente a todas las personas y a los medios,
que la Constitución garantiza sin censura previa ni amenaza indebida de
sanciones por un órgano Estatal. En eso consiste la garantía Constitucional que
protege el libre flujo de ideas, debates y contenidos. De aceptarse este
precedente en televisión, toda la prensa quedaría sujeta a la posibilidad de
deberes activos de promoción resueltos por el Estado. Hasta hoy, la TV estaba
sujeta al concepto de “correcto funcionamiento”, que ha sido interpretado como
una obligación de no excederse de ciertos límites, pero no como una falta por
omisión o ausencia de promoción. Este camino contrasta con lo fallado por el TC
en enero de 2013 (caso “People Meter I”), cuando afirmó que en las
comunicaciones sociales “el interés público esencial radica en la conservación
de un espacio de opinión pública mediante el libre flujo de información que
sustente el control social democrático”.
Peligros del obstruccionismo.
La semana pasada, tanto en la Enade como en la
cena anual de la Sofofa, el sector empresarial hizo ver que el alto costo de la
energía es una de las grandes amenazas que enfrenta el país, alertando sobre la
necesidad de avanzar en destrabar los problemas que dificultan la construcción
de nuevas centrales.
El Presidente de la Sofofa habló de la
existencia de una “industria de la obstrucción” para referirse a grupos de
interés que se han organizado para detener cualquier proyecto de inversión con
diversos pretextos, lo que ha sido especialmente notorio en iniciativas de
generación y transmisión eléctrica. Naturalmente ello ha contribuido a elevar
el costo de la energía, lo que está impactando al resto de la economía. El
dirigente graficó la gravedad de la situación, señalando que hay inversiones
por US$ 55 mil millones que se encuentran detenidas por factores ajenos a las
empresas.
Este diagnóstico ha sido ampliamente
compartido, incluso por el propio Gobierno, y sin embargo no se advierten
medidas audaces que apunten a resolver el problema. Los grupos de interés han
encontrado terreno fértil no sólo gracias a efectivas campañas ciudadanas, sino
también aprovechando el espacio de incertidumbre que ha abierto el Poder
Judicial producto de la Judicialización de ciertos proyectos -en parte producto
de Legislaciones ambiguas, como las derivadas del Convenio 169 de la OIT- como
también de fallos que han buscado ir más allá del espíritu de la Legislación
ambiental. También algunas decisiones Gubernamentales, como la tomada a
propósito de Barrancones o la tardanza en definir el futuro de HidroAysén, han
colaborado a la incertidumbre.
Es positivo que la Sofofa se encuentre
trabajando en una agenda pro energía, que contribuya a destrabar los nudos
existentes, pero este tipo de iniciativas arriesga a quedar sólo en buenas
intenciones si es que detrás no hay una verdadera voluntad de quienes ostentan
responsabilidades políticas por asumir los costos de este desafío.
Convención contra la discriminación de la OEA.
Inquietud han despertado los términos de la
Convención Interamericana contra Toda Forma de Discriminación e Intolerancia,
recientemente aprobada en la OEA, por los eventuales riesgos y conflictos
respecto de derechos fundamentales que puedan provocar. Una fundada aprensión
ante los problemas potenciales de dicho instrumento está motivando resistencia
a su firma y ratificación, tras haber sido aprobada en la Asamblea General en
Guatemala de junio pasado. Decidoramente, hasta ahora Chile y otros 30 países,
entre los 34 miembros de la organización interamericana, se han abstenido de
firmarla, y ninguno la ha ratificado. Esta dilación permite anticipar que su
potencial vigencia se encuentre seriamente cuestionada.
No es novedad que un tratado aprobado por la
OEA finalmente no sea suscrito ni ratificado por los países miembros. Esta
anomalía es corriente e indicativa de la desprolijidad del proceso de
negociación de las convenciones en dicho organismo. Solo 8 de los más de 30
instrumentos integrantes del Sistema Interamericano de Derechos Humanos han
sido ratificados por todos los Estados americanos. Incluso el documento
considerado constituyente del sistema, la Convención Americana de Derechos
Humanos, está pendiente de ratificación por un tercio de los integrantes de la
OEA.
En el caso de la convención sobre la
intolerancia, hay reparos de organizaciones para la defensa de derechos humanos
y de la Iglesia Católica. Preocupan los amplios alcances de los artículos 2° y
4°, y sus adversas consecuencias para el pleno respeto de las libertades de
enseñanza y expresión. A esto se une el recelo por la politización en que ha
derivado, y por la exagerada Jurisdicción que ha asumido la Corte
Interamericana, encargada de interpretar y conocer los reclamos por esta y
otras convenciones del continente.
Chile cuenta con un ordenamiento moderno y
reciente contra la discriminación arbitraria. La Ley N° 20.609, vigente desde
julio de 2012, instauró un mecanismo Judicial que permite combatirla y, a
diferencia de la convención referida, ha sido transversalmente bien recibida
por las distintas asociaciones de la sociedad civil.
Las autoridades deben prestar una atenta
revisión al texto de la convención antes de proceder a firmarla, y abstenerse
de ello si transgrede o pone en peligro derechos garantizados por nuestro
ordenamiento. A la vez, corresponde a la OEA un debate sobre los mecanismos de
negociación utilizados por los estados americanos en un mundo en que la
negociación multilateral exitosa es cada vez más necesaria.
Lo económico y social sí, ¿y la política?
En Enade, el Ministro de Hacienda hizo una
síntesis de las excelentes cifras económicas logradas por el actual Gobierno y
de sus sugerentes consecuencias sociales, injustamente valoradas las primeras
—como si hubieran caído del cielo, y no obtenidas por un esfuerzo de gestión— y
desconocidos también los cambios sociales por la gran masa ciudadana.
Observó Felipe Larraín que tenemos el desempleo
más bajo en 30 años (en 2009 había 688 mil desempleados, hoy hay 470 mil) y el
mayor salario mínimo en Iberoamérica —superando los “modelos” argentino y
venezolano—; suben en 3% las remuneraciones reales; reduciremos de 3,1% a 1% el
déficit que recibió esta administración; en nivel de eficiencia económica,
pasamos del 40° al 13° lugar en el mundo; hay casi 23 mil millones de dólares
colocados en fondos soberanos. Mientras la primera colocación de deuda chilena
en el exterior, por Irisarri, en 1822, fue al 10%, hoy lo ha sido al 2,379%.
Chile sigue mejorando en clasificación de riesgo; estamos creciendo 2,5% más
que en el Gobierno de Bachelet, y 1,7% más que el mundo, básicamente porque la
inversión está hoy en 13,6% y el consumo en 8%. Y, contradiciendo la creencia
de que todo esto obedece a los altos precios del cobre, probó con cifras que el
mayor crecimiento económico aportó 16.400 millones de dólares adicionales en 4
años —más allá de la bonanza de aquel, que en realidad se dio durante el Gobierno
anterior, y habiendo sido la minería el sector que menos creció en este
período—.
Como consecuencia, tenemos últimamente un
estimulante resultado social en los indicadores clásicos en los que el país ya
venía progresando aceleradamente en los últimos 40 años —disminución de la
mortalidad infantil, aumento de los años de educación y de los apoyos a la
misma (123 mil becas en 2009, 314 mil en 2013, y en el Presupuesto 2014 se
prevén 380 mil), y alza de las expectativas de vida (hoy es superior en un
puesto del ranking a EE.UU.)—.
La incomprensión de estos resultados fue en
cierto modo recogida por la intervención del Presidente Piñera en el mismo
encuentro empresarial, que tuvo a la Presidente comunista de la CUT como
expositora destacada. Así, el Mandatario exteriorizó su temor de que en el país
se repita lo ocurrido en el reciente partido de fútbol Chile-Colombia, con un
primer tiempo brillante, seguido de un segundo muy negativo, que nos haga
retroceder a la mediocridad del subdesarrollo anterior.
La fase decisiva de la campaña.
Lo anterior contribuye a explicar que, por
primera vez en comparación con las tres últimas contiendas Presidenciales, la
centroderecha no tenga aún una posición competitiva pareja con Evelyn Matthei
frente a Michelle Bachelet, que aparece como favorita, en un ambiente que
contagia a algunos dirigentes de la Alianza. Es evidente la responsabilidad del
Gobierno, el que, tras muchos logros —sumados a la reconstrucción del país
luego del 27-F—, debería prolongarse en forma natural y con facilidad, como
ocurrió con los tres primeros Gobiernos de la Concertación. Sin embargo, su
gestión política —largamente desvaída al comienzo— ha estado marcada por
autogoles, pérdidas de identidad y poca noción de la importancia de una gestión
mayor que 4 años. El sueño de 2017 para el actual Presidente, propagado por
corifeos de palacio e incluso por Ministros como el de Salud, debilita a la
candidata a la cual el Gobierno quiere apoyar. Lo primero que exige un apoyo
efectivo es materializar en la coalición de Gobierno un clima de unidad y
mística, lo que difícilmente se logra si algunos Parlamentarios y dirigentes
—que tratan por todos los medios de vincularse más personalmente a Piñera—
invocan banderas de una “nueva” derecha descalificadora de la actual, que es la
realidad de dos partidos que por algo figuran hoy entre los más grandes de
Chile.
No solo estos, sino todos los partidos deben
vigorizarse porque son indispensables para el funcionamiento democrático, pero
lo cierto es que todas las colectividades se siguen debilitando, desgastadas en
cambios y Leyes electorales hasta ahora de dudoso resultado en participación
cívica. Si ellos se socavan —como ha ocurrido en otros países del continente—,
las puertas quedan abiertas para populismos y caudillismos que tarde o temprano
concluyen dañando al país. De allí la enorme ambigüedad y populismo que aflora
en los debates Presidenciales, y la fundada inquietud por ideologismos que no
se aterrizan en contornos claros, pero que hacen decaer el espíritu de
emprendimiento.
En Enade, los empresarios dieron indicios de
inquietud por el nuevo cuadro en que se desenvuelve la política actual, y lo
expresado por los Presidentes de la CPC y de la Sofofa así parece denotarlo.
Ellos son parte gravitante de la sociedad, pero en las últimas décadas han
hecho contribuciones escasas para hacer comprender al grueso de la población
los beneficios del sistema en que se apoya su buen pie actual. Lo dijo con
sencillez un columnista: el consumismo fue muy por delante de la educación, con
las consecuencias de insatisfacción que hoy se ven.
Tampoco parece comprenderlo la universidad, que
en materia de gestión social se mantiene al margen del debate, sin aportar el
flujo de su variado pensamiento del más alto nivel. Y tampoco los sindicatos
han mostrado signos de modernización de conceptos y estilos, y eso
probablemente explica que ellos no hayan aumentado su participación, como lo
observó, también en Enade, la Presidente de la CUT, Bárbara Figueroa.
Quizá el debilitamiento de la asociatividad en
nuestro país que muestran las encuestas explique en parte este ausentismo de
instancias antes tan determinantes en nuestra vida pública, con inevitable
empobrecimiento de la misma.
Una carta para meditar en serio.
Señor Director:
Gato por liebre.
Iniciada la campaña legal y en honor a la
transparencia, los candidatos con militancia política o independientes pro
algún sector o partido deberían exhibir obligatoriamente a qué partido o sector
adhieren. Así, entre tantas sonrisas, no nos pasarían gatos por liebres.
Jorge Rodríguez Villalobos.
Para no olvidar:
La candidata Presidencial Evelyn Matthei criticó
a Michelle Bachelet por sus dichos en relación a la Ley Antiterrorista y
aseguró que "Quiero decirles que yo sí la voy a aplicar y no me va a
temblar la mano".
Pueblos bien informados
difícilmente son engañados.