Mirando hacia atrás,
por Juan Andrés
Fontaine.
Una sociedad quebrada, la economía doblegada
por la inflación y el desabastecimiento, políticos iracundos profiriendo
discursos amenazantes, grupos armados preparando la guerra civil, la violencia callejera
desatada, la cruenta represión, es lo que nos han recordado la televisión y la
prensa estos días. El tsunami de imágenes y testimonios sobre los trágicos
sucesos de 40 años atrás deja -en mi opinión- una cosa clara: al país que
retratan esas fotografías y filmaciones, nadie en su sano juicio podría querer
volver.
Es bueno rememorar, pienso, porque tras tantos
años de convivencia pacífica y prosperidad creciente, hay un riesgo de
confiarnos en exceso, de sentirnos "blindados". Pero cada vez tienen
más voz quienes dan por asegurado el bienestar alcanzado, difunden una visión
injustificadamente crítica de la transformación económica y política de Chile
durante las últimas cuatro décadas y enarbolan con perniciosa nostalgia las
ajadas banderas que en el pasado nos condujeron al borde del despeñadero. Por
ejemplo, los dirigentes estudiantiles -y sus mentores intelectuales-, luego de
colocar con acierto el importante tema de la calidad de la educación en la
agenda pública, repudian el móvil del emprendimiento movido por el interés
propio y ensalzan "lo público". Desearían que un puñado de burócratas
volviera a regir la educación, la seguridad social y las grandes empresas, como
las del cobre. Las encuestas sugieren que esos planteamientos no encuentran una
acogida masiva. Pero como controlan las vociferantes protestas callejeras, se
hacen sentir con fuerza.
El mundo y el país han cambiado. Desde el
colapso del Muro de Berlín, son muy pocos los países que insisten en la vía Estatista.
Los hay algunos cerca nuestro, y ya en parte reviven experiencias como aquellas
por las que debimos nosotros atravesar. En cambio, los países exitosos del
mundo emergente han comprendido que la libertad para emprender es la llave del
desarrollo y siguen una estrategia que favorece la libre iniciativa y la
competencia. Por ese camino, los chilenos hemos palpado ya los frutos de una
economía dinámica, que da trabajo y permite a todos aspirar a un mejor nivel de
vida. Desgraciadamente, en el debate público han adquirido inexplicable
primacía quienes pretenden embarcarnos en un viaje al pasado.
Es útil haber vuelto la vista hacia atrás para
recordar de dónde venimos. Pero para avanzar hay que mirar adelante. Pasado el
once, debemos volver a abocarnos a construir nuestro futuro. Ojalá el debate
electoral verse sobre ello, y no sobre los quebrantos del pasado. No es buena
idea imitar a la mujer de Lot.
Ernesto Videla: ejemplo de servicio público
y humanidad,
El General Ernesto Videla Cifuentes pudo ser
Comandante en Jefe del Ejército y titular de importantes Ministerios, como su
padre, también General, Ministro de Estado y Vicepresidente de la República. No
tuvimos esa suerte, pero chilenos y argentinos sí somos beneficiarios de su
magna contribución a la mediación Papal y al Tratado de Paz y Amistad con
Argentina. Contribuyó siempre al entendimiento, y decisivamente a transformar
la beligerancia en paz.
Lo conocí a mis 14 años en la Escuela Militar, como mi Teniente Videla. Desde entonces lo admiré y surgió una amistad imperecedera, en que primó su generosidad sin reservas, en las ideas, problemas y alegrías. Sus amigos y familiares convivimos con un ser excepcional. Fuimos muchos, de diferentes pensamientos, creencias y actividades, los congregados por su calidez, pluralismo, apoyo y sabios consejos. Siempre escuchó y dio espacios a la opinión de los demás, discrepante o coincidente, de débiles y poderosos. Nunca pretendió ser epicentral, portador de la verdad ni Juez de la moral ajena.? Era un hombre de paz, que ansiaba la reconciliación nacional. Seguramente debe estar aliviado de no estar presente en estos días en que, después de 40 años, han resurgido la agresión, la descalificación y la asignación arbitraria de culpas para quienes apoyaron y sirvieron a Chile en el Gobierno militar.
Sus armas fueron la integridad y su capacidad analítica y lógica sobresaliente. Así logró la confianza de sus superiores y compañeros de trabajo, del Vaticano, de sus contrapartes argentinas y de quienes lo rodearon. Fue estoico ante el dolor físico y en las trágicas pérdidas familiares. Siempre dispuesto a reconocer los méritos ajenos, su modestia fue contraria a que destacaran los suyos. No le importó haber sido marginado por el gobierno anterior —a instancias de la Presidenta Fernández de Kirchner—, que lo excluyó en Roma, Santiago y Punta Arenas de las celebraciones del 25° aniversario del Tratado de Paz y Amistad. Desechó ofrecimientos de Embajadas y candidaturas políticas: optó por la independencia y prefirió prestar una silenciosa y valiosa asesoría a dirigentes políticos de distintos partidos y, en especial, a la Cancillería en los asuntos vecinales.
Ernesto Videla: hombre de Estado, militar y Diplomático de excepción, contrario a los rencores y de profunda entrega y amor por Chile y su Ejército, fue como lo expresara Borges ante la dolorosa pérdida de un amigo entrañable: “Suyo fue el ejercicio generoso de la amistad genial. Era el hermano a quien podemos, en la hora adversa, confiarle todo o, sin decirle nada, dejarle adivinar lo que no quiere confesar el orgullo”.
Rostro e identidad,
por Otto Dörr.
Durante los últimos años hemos observado la
presencia sistemática en las manifestaciones callejeras, sean estas
estudiantiles, laborales o Regionales, de sujetos que se ocultan el rostro (los
llamados “encapuchados”) y que aprovechando el anonimato cometen actos de
vandalismo con el consiguiente daño a la propiedad pública y privada. En
ocasiones han llegado al extremo de atentar contra monumentos dedicados a
nuestros héroes y también de profanar iglesias.
En otra oportunidad he escrito acerca de la gravedad
que encierra el hecho de desconocer esa distinción trascendental entre el
espacio sagrado y el espacio profano que atraviesa toda la historia del hombre.
Ahora, no es el caso de discutir aquí ni el grado de justificación de estas
manifestaciones ni la actitud que han tenido el Gobierno, los políticos y el
público en general frente a estos hechos. La pregunta es más bien, ¿puede
considerarse esta conducta como algo inocente, producto del entusiasmo algo
excesivo de jóvenes idealistas descontentos con el estilo de sociedad
imperante? Yo creo que no. Baste pensar que ni siquiera los miembros de la SS,
al cometer sus mayores crímenes, se ocultaban el rostro, para sentir la
necesidad de reflexionar sobre lo que pueda significar el acto de esconder la
identidad en esta forma.
No voy a referirme aquí al “principio de identidad”
(A=A), que tiene que ver con la lógica y la ontología, sino a ese misterioso
fenómeno humano de tener conciencia de sí mismo como ser histórico y a la vez
de la alteridad, del otro. Esto no se da en ningún otro ser vivo. Más aún, toda
la evolución de la vida en la tierra podría ser concebida como un proceso de
individuación progresiva y la consecuente independencia con respecto al medio.
Entre dos unicelulares no hay prácticamente diferencias. Los moluscos podrían
llegar a distinguirse uno de otro, pero con mucho esfuerzo. Los animales, por
su parte, van adquiriendo características cada vez más individuales a medida
que se acercan a este producto final del proceso evolutivo que somos los
humanos. No hay un hombre igual a otro. Ni siquiera dos gemelos idénticos,
porque la vida va marcando en sus rostros las diferentes experiencias de cada
cual. Esta evolución hacia lo único e irrepetible continúa, más allá de la
naturaleza humana, en la cultura. Así, es la originalidad lo que da el valor a
una obra de arte. Una fotografía de un cuadro de Leonardo, por idéntica que sea
al original, no vale nada. La obra misma, que es única, en cambio, no tiene
precio.
El filósofo francés Paul Ricoeur y su discípula
chilena Ana Escríbar distinguen dos formas de identidad, la mismidad y la
ipseidad. La primera se refiere a lo que cada ser humano trae como dado: raza,
tamaño, temperamento, inteligencia, en último término, en mayor o menor medida
determinado genéticamente. La ipseidad, en cambio, es el producto de la
autoconstrucción. El hombre no nace completo y tiene que ir haciéndose a través
de sus proyectos, decisiones y esfuerzos. Pero al mismo tiempo, debe ser capaz
de evaluarse y de narrarse, de ir contándose y valorando su propia historia. Y
es por eso que esta forma de identidad es fundamentalmente ética, por cuanto lo
que da unidad a la persona, a pesar de los cambios que van ocurriendo a lo
largo de la vida, es la promesa: yo soy responsable ante otro. Es mi preocupación
por el otro lo que le da sustancia y permanencia a mi identidad, la que alcanza
su máxima epifanía, su manifestación, en el rostro; pero no solo porque no
existe una cara igual a otra y ni siquiera porque en él se asienta la mirada y
de él surge el lenguaje.
El rostro humano tiene una dignidad propia que
nadie ha sabido describir mejor que el filósofo lituano-francés Emmanuel
Lévinas. Para este autor el rostro del otro es la trascendencia personalizada,
porque a través suyo, a través del rostro del ser amado, se me muestra la
humanidad entera en su indefensión. Y por eso es que la relación con el otro es
fundamentalmente ética, porque al descubrir el Yo la fragilidad de todos en el
rostro del ser amado, se siente inclinado a decir: “Heme aquí; yo me hago cargo
de ti”.
Desde esta perspectiva, el negar la propia
identidad tapándose el rostro es un verdadero atentado a la condición humana,
tanto de la propia como de la del otro, y también una regresión a un mundo
donde impera lo anónimo. Y esto porque, en primer lugar, solo el ser humano
posee propiamente una identidad, la que junto con el lenguaje son los máximos
logros de la evolución. En segundo lugar, porque al ocultar el rostro
desaparece la dimensión ética de la relación interpersonal, algo que ya ha sido
demostrado con creces por los siniestros antecesores de nuestros encapuchados:
el verdugo, el torturador y el terrorista.
La ciudadanía secuestrada
por Axel Buchheister.
Un extranjero desinformado que llegara a Chile en
estos días, previos a los 40 años del “11 de septiembre”, pensaría por el
debate que lo que persigue la Concertación es que la centroderecha pida perdón.
Una vez informado, se daría cuenta de algo que no muchos ven aquí: que el tema
no es el perdón, sino que nadie olvide.
Las fuerzas opositoras han instalado su verdad y
les ha sido rentable. Entonces, se trata que no se olvide y para ello se
conmina a pedir perdón. Lo ideal es que sólo algunos lo pidan: así hay
reconocimiento de culpas, pero se podrá seguir exigiendo la contrición a los
demás para futuras conmemoraciones. Siguen los 45 años, que por cierto se
comenzarán a recordar un año antes, pues las elecciones son en 2017.
Tan claro es el diseño, que el Senador Camilo
Escalona, que busca ser considerado “hombre de Estado”, pide perdón por lo que
pudiera haberle cabido -no más que un modesto “granito de arena”- en la
polarización y confrontación que desembocó en el 11 de septiembre, y lejos de
ser valorado por el comando de Michelle Bachelet, donde parece estar el centro
de gestión del perdón, merece críticas por la salida de libreto, que consiste
en que sólo un lado es culpable. Para el comando no se trata de alentar que
todos pidamos perdón, nos reconciliemos y nos comprometamos a un nunca más,
sino de derrotar al adversario.
¿Es esto lo que a los chilenos le preocupa? Para
nada. En la reciente encuesta CEP, a la consulta de cuáles son los tres
problemas a los que debería dedicar el mayor esfuerzo en solucionar el Gobierno
(el actual y el que siga, naturalmente), contestan por prioridad que
delincuencia (47%), salud (47%) y educación (44%), ocupando los derechos
humanos el penúltimo lugar, con un 4%. ¿Cómo, entonces, es que no son aquellos
los tópicos en discusión, sino éste? Porque la Concertación hábilmente coloca a
todos ante el dilema de pronunciarse aisladamente sobre las violaciones a los
derechos humanos, con lo que nadie puede sustraerse, y dejar de contestar que
fueron muy graves y que resultan condenables; ¡quién contestaría otra cosa! Los
ciudadanos se dejan así secuestrar por la agenda de la Concertación. Por una
cierta incomodidad, cuando no un temor a ser víctimas de la descalificación, de
no estar a tono con la condena requerida, muchos se unen a ésta, aunque sean
hechos de hace 40 años, posponiendo sus verdaderos intereses a los que les son
dictados. Un caso comunicacional notable.
Un candidato Presidencial se excusó de asistir al
acto organizado por el Presidente de la República (quien quizás piensa que con
éste remontará en las esquivas encuestas), argumentando que su generación no
está dispuesta a vivir medio siglo secuestrada por el fantasma del Gobierno
militar. Aludió al rito de los 40 años del “golpe” como un abuso de la campaña
de una candidata y también del Gobierno. Lo sorprendente es que quien habló de
esa manera no fue la candidata de la Alianza, principal víctima de la
utilización del rito, sino Tomás Jocelyn-Holt, que militó en la Concertación.
Mientras la centroderecha no muestre valentía y convicción para salir del
“loop” de los derechos humanos, todo le será cuesta arriba. Si lo hace, capaz
que la ciudadanía, aliviada, se lo agradezca.
El origen de la corrupción ‘bolivariana’,
por Andrés Oppenheimer.
Lo más sorprendente del reciente arresto en Miami
del encargado de la lucha contra la corrupción de la policía de Bolivia después
de que fue filmado exigiéndole un soborno a un conocido empresario aeronáutico
boliviano fue que nadie se sorprendió demasiado por la noticia.
La corrupción de altos funcionarios de los Gobiernos
de Bolivia, Ecuador, Venezuela, Argentina y otros países falso-progresistas de
Latinoamérica se ha convertido en algo tan frecuente que los medios tratan la
noticia como un acontecimiento casi rutinario.
En Miami, donde el alto oficial de la policía
boliviana Fabricio Ormachea Aliaga fue arrestado por el FBI el 29 de agosto
tras ser filmado tratando de extorsionar al empresario Humberto Roca, The Miami
Herald ni siquiera publicó la noticia en su primera plana, sino en su sección
de noticias “locales y estatales”.
Roca, ex propietario de la aerolínea boliviana
Aerosur, me dijo en una entrevista en su casa de Miami el viernes que había
contactado al FBI a sugerencia de su abogado, después de varias semanas en las
que el funcionario boliviano estaba tratando de encontrarse con él para pedirle
dinero a cambio de que el Gobierno boliviano retirara las acusaciones en su
contra.
Ormachea fue filmado sentado en la casa de Roca,
cuando recibía $5,000 de este último como anticipo de un pago de $30,000, según
una declaración del FBI. Personas que han visto la filmación me dijeron que en
ella se ve a Ormaechea muy feliz contando el dinero.
“Le pregunté cuánto iba a cobrarme, y dijo que
$30,000”, me dijo Roca. “Parece muy poco dinero, pero así es como trabajan. Al
principio te piden poco, y después te dicen que ‘las cosas se han complicado’ y
te piden mucho más”.
Cuando le pregunté a Roca si el policía estaba
actuando solo o era parte de una red de corrupción que llegaba hasta lo más
alto del Gobierno boliviano, el empresario me dijo que no quiere responder a
esa pregunta porque podría perjudicar la investigación del caso.
Pero me dijo que, en términos generales, “la
corrupción se ha multiplicado a niveles sin precedentes desde la llegada de Evo
Morales, y tanto Morales como el Vicepresidente Alvaro García Linera están a la
cabeza”.
Roca fue uno de los fundadores de Aerosur en 1992,
y se hizo cargo de la compañía en 1997. Cuando empezó a volar la aerolínea Estatal
creada por el Gobierno de Morales, Boliviana de Aviación, el Gobierno empezó a
demandar a Aerosur y a sus propietarios por toda clase de delitos, incluyendo
el terrorismo. El Gobierno no quería competencia privada, afirma Roca.
Roca fue presionado a dejar Aerosur en el 2010, y
la aerolínea cerró en el 2012. El Gobierno de Morales después añadió nuevas
acusaciones contra Roca, y el empresario a su vez demandó al Gobierno por
expropiación de su aerolínea.
Ormachea, que ahora está preso en Miami esperando
el Juicio, es solo el último de una larga serie de funcionarios de los Gobiernos
“bolivarianos” que han sido pescados en actos de corrupción.
En el 2011, el jefe de la agencia antinarcóticos de
Bolivia, René Sanabria, fue arrestado bajo cargos de tráfico de cocaína y
sentenciado por una corte de Miami a 15 años de cárcel.
En Ecuador, el Gobierno del Presidente Rafael
Correa firmó contratos por cientos de millones de dólares con el hermano del Presidente,
Fabricio Correa, tal como el mismo Fabricio ha confirmado públicamente.
En Venezuela, una reciente demanda del ex Embajador
estadounidense Otto Reich en las cortes de Nueva York alega que cuatro
“Bolichicos” - hijos de empresarios “Boliburgueses” amigos del Gobierno - sin
ninguna experiencia en el sector eléctrico obtuvieron 12 contratos del Gobierno
de Venezuela por más de $1,000 millones sin licitación alguna en el 2009 y el
2010, a cambio de pagos ilegales a funcionarios de Venezuela.
Y todavía están frescos los recuerdos del escándalo
del maletín del 2008, en el que el empresario venezolano Guido Antonini Wilson
fue atrapado por un descuido en Argentina con $800,000 en efectivo en su
valija, supuestamente destinados a la campaña de la Presidente Cristina
Kirchner, según lo revelan documentos de los Tribunales estadounidenses.
Mi opinión: Hay corrupción en todas partes, y no
solo en los países "bolivarianos". También hay corrupción en Estados
Unidos (lo sabemos en Miami y sus alrededores, donde hubo tres Alcaldes
acusados de corrupción en las últimas semanas).
Pero la diferencia con Bolivia y otros países con Gobiernos
populistas autoritarios es que en estos últimos, los Presidentes tienen poderes
casi absolutos, y cuanto menos controles tienen, más licencia tienen sus Gobiernos
para robar con impunidad.
No es un problema de ideologías, sino de la
supresión de mecanismos de control. Sin un poder Judicial independiente y una
prensa crítica, estos países se están convirtiendo rápidamente en campeones
mundiales de la corrupción.
Problemas en encuesta CEP.
Los resultados de la última encuesta del Centro de
Estudios Públicos (CEP) han generado una controversia política, particularmente
por la inclusión de una pregunta abierta que dio como resultado una fuerte
diferencia en favor de la candidata Presidencial de la Nueva Mayoría en
relación a la que representa a la Alianza. El episodio revela un manejo poco
criterioso de parte del CEP, el cual compromete el prestigio del sondeo.
Las aprensiones que se han hecho ver respecto de la
conveniencia de haber incluido esta pregunta son atendibles, ya que el estudio
de campo comenzó a realizarse el 13 de julio, y el 17 de dicho mes Pablo
Longueira bajó su candidatura. Esto
motivó la búsqueda de un reemplazante, cuyo nombre quedo zanjado recién el 10
de agosto, en tanto el trabajo de recolección de datos había concluido el 18 de
julio. No obstante el dramático cambio que experimentó el escenario electoral
con la renuncia del candidato, el CEP decidió seguir adelante con el sondeo,
eliminando las preguntas cerradas sobre intención de votos, pero manteniendo la
que consultaba a los encuestados “quién le gustaría que fuera la o el próximo Presidente”.
El CEP ha defendido su decisión argumentado que
siempre ha publicado todas las preguntas que realiza, y luego la correspondiente
base de datos. El abrumador 44% que obtuvo Michelle Bachelet en esta pregunta
abierta, versus el 12% de Evelyn Matthei, terminó instalando una situación
política que habría sido distinta si en esos momentos hubiera habido una
candidatura definida en la Alianza. Ya en una ocasión el CEP había decidido
postergar su encuesta en virtud de un episodio similar (el reemplazo de
Laurence Golborne por Pablo Longueira en la UDI), lo cual confirma que la
inclusión de esta pregunta en el cuestionario fue desafortunada y habría sido
mejor omitirla. La encuesta quedó en medio de la polémica y perdió prestigio,
justo en momentos en que se han multiplicado los cuestionamientos a los sondeos
electorales tras la incorporación del voto voluntario.
Licitaciones eléctricas postergadas.
El Ministerio de Energía decidió postergar desde el
24 de septiembre al 20 de noviembre el plazo para presentar ofertas en la licitación
convocada para proveer de suministro eléctrico a las empresas distribuidoras
que atienden a los clientes regulados en el Sistema Interconectado Central
(SIC), debido a algunos ajustes a los procesos de licitación y a la necesidad
de mayor plazo para la preparación de las ofertas. Se intenta, así, asegurar
suficiente competencia.
Dos procesos tiene abiertos la autoridad: uno por
11 años (2013-2024) y otro por dos (2016-2018). La energía involucrada en estas
licitaciones equivale aproximadamente al 15% de la demanda proyectada para los
11 años en el SIC. El techo considerado es poco más de 129 dólares por MWh.
Los volúmenes y precios parecen atractivos, pero
entre distribuidoras eléctricas y expertos hay muchas dudas respecto de su
éxito, pues en el último tiempo numerosas licitaciones han resultado desiertas.
No hay un factor único que explique esto, pero sin duda incide la falta de
competencia en esta industria, en lo que influye la dificultad que enfrentan
los nuevos proyectos de generación eléctrica para ser aprobados. Eso crea mucha
incertidumbre en los oferentes, aunque los plazos previstos en la licitación
son largos.
Los riesgos del negocio pueden ser elevados. Estas
licitaciones suponen una promesa de proveer energía al precio licitado: si los
proyectos de generación se atrasan en Chile, el precio spot de la energía se
puede elevar muy por encima de aquel. Y si los oferentes no producen suficiente
energía, tienen que salir a comprarla y pagar una diferencia que puede ser muy
alta. Este riesgo es en la actualidad bastante impredecible, precisamente por
las barreras que frenan los proyectos de generación.
Esta incertidumbre puede afectar en especial a la
licitación por plazo más breve, porque hay menos tiempo para compensar un mal
período. La autoridad se ha abierto a la posibilidad de que en tal caso, en vez
de fijar un techo al precio de la energía, se acepte que ella se oferte a costo
marginal. No es una solución ideal, ya que atenúa la competencia por precios,
que es lo que interesa a los clientes. Sin embargo, en las actuales
circunstancias puede ser la solución menos mala. Estas licitaciones están
dejando en evidencia los grandes costos que el país debe pagar por las enormes
trabas que enfrentan los proyectos eléctricos y que finalmente terminan
afectando no solo a las empresas -como a menudo se cree-, sino también a todos
los hogares chilenos.
Factores externos en desaceleración de la economía.
El Banco Central presentó esta semana su Informe de
Política Monetaria (IPoM) de septiembre, anticipando que la economía continuará
una desaceleración suave y controlada, dejando atrás la extraordinaria bonanza
experimentada en los años recientes. Según sus pronósticos, la economía
crecería entre 4 y 4,5% este año, y entre 4 y 5% en 2014, con una demanda por
consumo e inversión más alineada con el ritmo de crecimiento de la producción.
El paso a un ritmo de crecimiento más moderado
estaría influido por elementos esencialmente fuera del control de las
autoridades nacionales. Por una parte, se ha fortalecido en términos relativos
el crecimiento en el mundo desarrollado, particularmente en Estados Unidos, lo
que acerca el momento en que se suavizaría y luego revertiría la política
monetaria de ese país. En junio, la Reserva Federal hizo un anuncio concreto en
este sentido, que ha llevado a mayores tasas de interés externas. Por otro
lado, luego de fuertes estímulos Fiscales con motivo de la crisis de 2008, China
ha ajustado sus políticas buscando mantener un ritmo de crecimiento
satisfactorio, mientras desactiva posibles dificultades en su sector
financiero. La proyección de crecimiento para China en 2013 disminuyó desde el
8,1%, en el IPoM de marzo, hasta el 7,5% en el de septiembre, lo que ilustra la
rapidez con que se han debido asumir menores tasas de crecimiento en ese país.
Mayores tasas de interés externas y China creciendo
al 7,5%, estarían llevando a un fin del reciente ciclo de inversión en países
dependientes de materias primas. El IPoM ilustra cómo el gasto de capital en
las principales empresas vinculadas al cobre en el mundo se proyecta a la baja,
luego de un máximo alcanzado en 2012. Asimismo, el gasto en obras de ingeniería
en Chile disminuyó drásticamente su ritmo de crecimiento desde 2012, si bien en
términos de valores absolutos seguiría creciendo hasta 2014.
La inflación en 12 meses está entrando en el rango
de 2% a 4%, que es lo aceptable para el Banco Central e irá más al centro de
ese rango en el futuro cercano. El empleo se desacelera, y las expectativas se
moderan, lo que debería estabilizar el ritmo de crecimiento del consumo. En la
medida que eso suceda, el déficit en cuenta corriente, que debería reflejar la
menor inversión, alcanzaría niveles aceptables. El Banco Central ve riesgos en
la desaceleración de las economías emergentes, en un eventual mayor decaimiento
de China o en un consumo doméstico que no se modera en forma oportuna. Confía,
sin embargo, en la flexibilidad de la política monetaria y cambiaria, aun en
estas circunstancias más exigentes, para mantener la estabilidad que permita al
país crecer según su potencial.
Tal como indicó el Presidente del organismo, la
institución ha actuado acertadamente para posibilitar la adecuación de la
economía a las nuevas circunstancias externas, manteniendo un horizonte
financiero estable. Sin embargo, incluso con ese importante apoyo, la
mantención de un crecimiento adecuado luego de extinguida la bonanza de origen
externo está en riesgo, y exige que otras políticas domésticas, tributarias,
energéticas o de gasto Fiscal, neutralicen los impulsos externos negativos y no
agreguen riesgos en esta coyuntura exigente.
Correspondencia para meditar.
Señor Director:
El Presidente y el 11 de septiembre.
Las apreciaciones del Presidente Piñera sobre la
intervención militar del 11 de septiembre de 1973, y del régimen político
instaurado en Chile desde esa fecha hasta marzo de 1990, demuestran lo incómodo
que ha de sentirse Gobernando junto a muchos que promovieron y apoyaron ambos
acontecimientos.
Hace algunos días aludió indeterminadamente a
“cómplices pasivos” que, a su juicio, pudieron hacer mucho más por los derechos
humanos. Luego, ante corresponsales extranjeros y por motivos similares,
criticó a la Corte Suprema y a los medios de comunicación de la época por no
ejercer sus facultades y “quedarse con la versión oficial del Gobierno
militar”.
Si esta es su evaluación, ¿por qué insistió en
liderar a un sector político donde, según él, conviven autores, cómplices y
encubridores que “contribuyeron al doloroso balance que en materia de derechos
humanos quedó tras ese gris período?” ¿No lo sabía antes de postular a Senador
y dos veces a la Presidencia de la República en representación, precisamente,
de un electorado que apoyó mayoritariamente la intervención y el Gobierno de
las Fuerzas Armadas?
Son interrogantes que explican la baja convocatoria
que tendrá el acto conmemorativo de mañana en La Moneda. Hay mejores ejemplos
para demostrar sus fortalezas como Gobernante. Este no suma adherentes ni
disminuye adversarios.
Alfonso Ríos Larraín.
Señor Director:
11 de septiembre.
Lo que se recuerda en este 11 de septiembre debe
insertarse en el contexto en que se produjo la acción castrense. El mundo
padecía lo que se ha llamado la Guerra Fría, en que dos potencias mundiales se
enfrentaban con la capacidad de destrucción masiva. Una de ellas, el
"Hermano Mayor", tenía pretensiones de transformar todo el orbe en
una estructura de la misma conformación sociopolítica instaurada por la
Revolución de 1917 en Rusia. Esta bipolaridad hacía irreversible la
recuperación de una nación que cayera bajo el imperio soviético, confirmado por
la llamada "Doctrina Brezhnev".
El proyecto político de la UP, siguiendo los pasos
de la mencionada revolución soviética, pretendía "construir"
(concepto mecanicista propio del materialismo) una república socialista,
"integral, científica y marxista leninista". En este contexto se
entiende el acuerdo de la Cámara de Diputados del 23 de agosto de 1973, que
conminó a las instituciones armadas a rectificar las condiciones catastróficas
del país.
Sergio Rillon.
Señor Director:
Gobierno de Allende.
Para Marx, el constante empobrecimiento de la clase
proletaria no era un problema, sino una
contradicción que conduciría a una revolución para destruir al sistema
capitalista.
Hoy no es
difícil comprobar que esa clase proletaria optó por desmentirlo, pues más bien
parece que ha ocurrido lo contrario. Pero en 1971, aunque había señales más
claras de que las cosas no iban por el lado previsto por Marx, el Presidente
Allende afirmaba en la entrevista dada
al filósofo y escritor francés, Regis Debray (publicada en la Revista Punto
Final Nº 126, del martes 16 de marzo de 1971) que había llegado a este cargo
(Presidente de Chile) para “realizar la transformación económica y social del
país y para abrir la senda del socialismo. Nuestro objetivo es el socialismo
marxista, científico, total”. Para despejar toda duda y reafirmar su objetivo
agregaba: “Respecto del Estado burgués que tenemos en este momento, estamos
tratando de superarlo, de derrocarlo”.
Si se tiene una mínima comprensión de lectura no es
aventurado pensar que para lograr este propósito (“derrocar” al Estado burgués)
se necesitaba lo que otro sector hizo anticipándose, el 11 de septiembre de
1973. ¿O se puede derrocar la institucionalidad burguesa de alguna otra manera?
Vicente Santa Cruz
González.
Señor Director:
Vergüenza.
Estoy triste y desencantado a raíz de la foto que
aparece en la portada de la edición de ayer de “El Mercurio”, en la que dos
vándalos, de cara cubierta, desfilan por una calle céntrica, exhibiendo
triunfalmente restos de un semáforo destruido por ellos, y que es de todos,
como trofeo de guerra.
Esto para muchos significa que nuestro país camina,
con esos forajidos sin castigo, hacia un despeñadero, sin que nadie se oponga.
Estoy desencantado de nuestras autoridades
políticas, del Ejecutivo y del Parlamento, que no son capaces de defendernos de
este tipo de maleantes y sinvergüenzas, en una mal entendida idea de proteger
los derechos humanos de los delincuentes. Estimo que son responsables porque
han limitado, como en ningún país, la capacidad de actuar de Carabineros y Jueces.
La foto comentada genera, entre otros sentimientos,
vergüenza.
Mario Castillo G.
Pueblos
bien informados
difícilmente
son engañados.