Lugares comunes electorales,
por Gonzalo Rojas Sánchez.
Una vez inscritas las candidaturas para el
próximo 17 de noviembre, aflora con especial fuerza en el chileno su talante
mitad cínico y mitad escéptico.
En los próximos meses se oirá -en los taxis y
en las oficinas, en las sobremesas y en las micros, en las happy hours y a las
salidas de clases- un conjunto de genialidades, tan banales como dañinas. Se
repetirán consignas, como si se tratara de hacer palotes para aprender a
escribir.
Aquí van.
"Gane quien gane, al día siguiente yo
tengo que trabajar igual".
Tontería supina. Si gana la Concertación (cuya
muerte ha decretado infaliblemente la candidata Vallejo del PC), habrá vencido
el socialismo más duro y no habrá chileno que pueda realizar con autonomía las
tres funciones básicas que se vinculan al trabajo: emprender, contratar,
ahorrar. Va a ser imposible que pueda trabajar igual. Mucho peor, sí.
Pregúnteles a los que vivimos la UP.
"Mi voto no importa nada".
Renuncia voluntaria a responder por los propios
actos. Torpe decisión por la cual se supone que, con su abstención, el
no-elector se hace intocable, cuando sucede justamente lo contrario: al no
votar queda en una posición de total indefensión ante el Estado, desarmado en
su calidad de ciudadano, deshecho en su propia identidad, porque no ha sido
capaz de marcar ni una simple rayita... o hasta cuatro, más bien. Uno de los
principales resortes cívicos ha sido vencido. Cómo se alegran los socialistas
al contar con un rebaño tan pasivo.
"No hay que votar, porque todos los
políticos son corruptos".
Eslogan acuñado en las izquierdas para
conseguir que los mejores individuos de las derechas se dediquen a los
negocios, donde todos sabemos que nadie se corrompe. Y desde la vida privada,
entonces, muchos derechistas repiten a coro tamaña estupidez, consiguiendo que
sus hijos y nietos, obviamente, no se dediquen a la corrupta política. Después,
lógico, claman por políticos que los defiendan. Pero como son todos
corruptos...
"Lo importante es que sean electos los
moderados, no los extremistas".
Frase que se aplica solo para llamar a no votar
por los miembros de la Alianza, porque -ya se sabe- no hay extremistas en las
izquierdas. Todos ellos son honestos representantes de minorías discriminadas,
de grupos que necesitan una voz en el Congreso, de víctimas inocentes. Por eso
mismo, si hay alguien en el conservantismo que exprese convicciones, no debe
ser elegido. Es un fanático fundamentalista: no apoya la liberación animal ni
está a favor de iluminarnos solo con velas.
"Los candidatos son los mismos de
siempre".
Observación estadística totalmente absurda. Los
profesores universitarios, las madres de familia, los gerentes, los músicos,
los hombres del fútbol, las actrices de teatro, los comunicadores, todos
duramos entre 40 y 60 años en la vida activa. ¿Qué les impediría a los
políticos seguir ese mismo ritmo? Solo la superficial demanda por caras nuevas,
lo que significa facilitar la audacia y la ruptura, derrotando de antemano a la
experiencia y a la reforma. Así, no por méritos, sino por omisión, podría
llegar al Congreso hasta un tipo al que apenas contratarían a prueba en su
primer trabajo.
"Hay candidatos que no aseguran la Gobernabilidad".
Lo más sofisticado y, al mismo tiempo, lo más
grotesco. Significa simplemente que si gana la fulanita, que se prepare, porque
le vamos a hacer la vida imposible: para eso nos bastamos unos pocos, pero muy
decididos, porque tú sabes que el capitalismo neoliberal ha logrado enajenar la
conciencia de la gente, y que solo unas minorías selectas entendemos lo que
necesitan los chilenos.
Necesitan un Estado todopoderoso y, por cierto,
en sus manos.
¿Una revolución binominal?
por Daniel Mansuy.
Abrir la cancha, renovar los cuadros, oxigenar
la política: tales son algunas de las consignas que estaremos obligados a
escuchar en los próximos meses. En efecto, hay una nueva generación que suele
invocar su juventud como virtud salvífica para ganar espacios de poder. Si
acaso es cierto que debemos erradicar los malos hábitos, entonces nada parece
más adecuado que apelar a nuevos rostros. El discurso no deja de ser atractivo,
porque nuestra política lleva un buen tiempo atrapada en lógicas que no
representan las inquietudes que atraviesan Chile.
Con todo, estas consignas son insuficientes,
porque envuelven más de una trampa. Por de pronto, es ingenuo suponer que la
edad, por sí sola, implica la práctica de cierto tipo de virtudes. Mejorar la
calidad de la vida pública exige más que un mero recambio de nombres. En rigor,
esta manera de argumentar tiende a olvidar que el ejercicio del poder tiene
efectos en las conductas y que la pureza en contacto con el poder no produce
precisamente más pureza. Dicho de otro modo, los líricos de ayer suelen ser los
políticos profesionales de hoy, y vaya que hay ejemplos de esto. En política,
toda pretensión a la pureza está condenada a un choque brutal con la praxis.
Quienes agitan estas banderas son ora ingenuos -que no han reflexionado sobre
la naturaleza del poder-, ora oportunistas -que tratan de escalar posiciones
invocando motivos elevados.
Estas consideraciones pueden ayudarnos a
comprender la paradójica situación de Giorgio Jackson, quien busca encarnar una
“revolución democrática”, al mismo tiempo que obtiene un cómodo blindaje
electoral (que había sido solicitado por su entorno). Es cierto que otros han
sido objeto de omisiones análogas, pero en este caso, la distancia entre la
acción y el discurso es demasiado radical como para pasar inadvertida: a
Giorgio le exigimos más en virtud de sus propios criterios. Por más que le pese
-y aunque intente convencernos de lo contrario-, Giorgio Jackson fue designado
Diputado por secretaría.
Jackson podría objetar que su apuesta es
ganarle al sistema desde dentro y que es indispensable llegar al Congreso para
impulsar las reformas necesarias: en palabras de Lenin, retroceder un paso para
luego avanzar dos. Pero eso es un juego de máscaras que implica entrar de lleno
en aquello que Ernesto Aguila llama la república binominal. Nuestro sistema
electoral es suficientemente defectuoso como para empeorarlo de forma
deliberada: el blindaje de Jackson reduce
las opciones de los electores. Nadie entiende todo esto mejor que la
propia Concertación, y por eso lo instrumentaliza -aunque él crea lo contrario.
Al final, el binominal los está cooptando a todos, incluso a los más
rupturistas. Allí reside la jugada maestra de Michelle Bachelet, quien
integrando al sistema a los puros, los vuelve inofensivos y hasta pintorescos:
todos sabemos que la rebeldía al interior de las instituciones es una impostura
puramente estética, tan falsa como inútil. Y de hecho, una revolución que
transa con el binominal tiene bien poco de revolucionaria: el binominal fue
pensado precisamente como negación de toda revolución. Por eso, si este es el
resultado de las movilizaciones del 2011, supongo que más de alguno tiene
derecho a sentirse engañado.
Nuevo guión para el Museo Histórico Nacional,
por Sergio Martínez.
El Museo Histórico Nacional está realizando
unas jornadas, abiertas a todo público, con el propósito de estudiar la
conveniencia de hacer un nuevo guión para ese establecimiento cultural. He sido
invitado por su Director a participar en este encuentro, como expositor, y ello
me ha permitido sacar algunas conclusiones que deseo exponer en este artículo.
Me parece evidente que los creadores de nuestro
Museo Histórico Nacional quisieron ofrecer en sus salas y vitrinas una muestra
de piezas representativas de cada época de nuestra vida pretérita, sin
pretender que ellas dieran respuesta a todos los temas conflictivos de nuestra
historia, ni que representaran la totalidad del ser nacional, ni mucho menos
que ellas mostraran todos los elementos constitutivos de la identidad cultural
de los chilenos. Dar un mayor alcance a los objetivos de nuestro Museo
Histórico Nacional, como pretenden algunos participantes a estas jornadas, me
parece utópico e inalcanzable.
Creo que el Museo debe adscribirse, en su
muestra, a un propósito claro y objetivo de exposición de los hechos
históricos, sin tomar posiciones ni a favor ni en contra de determinados
acontecimientos en los que existen opiniones divergentes. Ello, por respeto a
la libertad del visitante, para que este pueda formarse su propia convicción,
recurriendo a otras fuentes si lo estima necesario.
La modificación del guión del Museo no debiera,
en mi opinión, suprimir su desarrollo cronológico, que resulta tan necesario
desde un punto de vista pedagógico, y dedicar sus salas a la exhibición de
áreas temáticas. Es muy posible que los temas propuestos resulten ser una respuesta
a presiones circunstanciales o a sensibilidades transitorias, que lleguen a
desvirtuar la doble naturaleza de este centro cultural, tanto histórico como
nacional.
La ampliación de temas que se sugiere agregar
al actual guión me inquieta. La opinión de algunos expositores de que este
guión no puede ser neutro, sino que debe estar comprometido, particularmente
con los temas no resueltos de nuestra convivencia, de modo que el visitante
adhiera a un determinado deseable proyecto de país, me parece ahistórico y no
propio de este Museo. Otros participantes han planteado que el nuevo guión debe
suponer un cambio en nuestra memoria histórica, para alcanzar el objetivo de un
imaginario cultural más amplio, con proyección al presente y al futuro, lo que
puede dar amplio campo a la llamada "filosofía de la historia" a
nivel local.
Me quedo con la opinión del sabio don Andrés
Bello de que "la tarea del historiador debe ser la búsqueda de la verdad
hasta el límite de lo posible". Si se acepta que la tarea del historiador
(equivalente a la del Museo, en cuanto a autor de un relato histórico) pueda
ser interpretar y manipular los hechos, para ajustarlos a un propósito, por
alto que este sea, se llega a extremos inaceptables. Hay ciertos valores como
el bien de la Patria, el prestigio de una institución, la importancia de la
democracia, el respeto de los derechos humanos, que merecen un trato limpio,
basado en la verdad.
¿O acaso queremos que nuestro Museo Histórico
Nacional, por ejemplo, presionado por transitorias inquietudes del ente social,
termine por dar cabida a una serie de falsedades convenientes, pero que nada
tienen que ver con la historia, que es la esencia misma de su naturaleza como
entidad cultural?
Sin duda, estoy de acuerdo en llenar algunos
vacíos graves que muestra nuestro Museo Histórico, como el dar marco geográfico
a los hechos, o incluir testimonios de la presencia de nuestros pueblos
originarios, de la esclavitud negra, de los movimientos obreros y campesinos, o
mostrar la inserción de Chile en los ámbitos vecinal y mundial, o incluso
destacar más los acontecimientos de 1973 en adelante, pero con equilibrio y
proporcionalidad.
La historia, teniendo por fuerza que ser
selectiva, no debe abundar en las diferencias, sino acercar las posiciones antagónicas.
Así lo han hecho, con éxito, países ayer enemigos, que se enfrentaron en los
campos de batalla, y que hoy construyen juntos un mejor porvenir para sus
pueblos.
En conclusión, creo que nuestro Museo Histórico
Nacional debe hacer un necesario ajuste a su guión, para incorporar en él
algunos temas que no pueden faltar y que son indispensables para completar una
muestra representativa de nuestra identidad como nación. Creo, también, que
algunos temas conflictivos para la comunidad nacional deben ser llevados a otro
tipo de establecimientos, como ha quedado demostrado con el Museo de la
Memoria. Y creo, también, que nuestro Museo Nacional de Historia debe encaminar
su acción a la unión de todos los chilenos, para así contribuir eficazmente a
la salud espiritual de la nación, y a la paz social que debe ser la base de
todo auténtico progreso, en beneficio de las futuras generaciones de chilenos.
Falla del Estado en La Araucanía.
Desde que en 1990 el Gobierno anunció que
impulsaría toda una nueva política para los descendientes de pueblos
originarios -estableciendo una distinción entre el estatus de los chilenos y
los que la Ley Indígena de 1993 identificó como mapuches, aimaras, rapanuí,
atacameños, quechuas, collas, kawésqar y yámanas-, este diario previno que ese
paso, lejos de mejorar la situación de tales grupos, podría crear nuevos y
graves problemas que los impulsores de esa política no supieron prever. Ya el
solo postular tal división respondía a visiones ideológicas ajenas a nuestra
realidad de un mestizaje inextricable durante más de 400 años. Al parecer, se
buscaba ponerse a tono con casos de otros países avanzados, sobre bases
notoriamente improvisadas, quizá incluso sin advertir el anacrónico sustrato de
discriminación étnica que esa normativa envolvía.
Al dejarse de lado la meta de plena asimilación
e igualdad, superando los bolsones de extrema pobreza creados por políticas de
larga data y derivados precisamente de someter a esos grupos a regímenes de
propiedad comunitaria, la situación no ha hecho sino empeorar, hasta llegar a
la actual, en que determinadas zonas de La Araucanía y otras Regiones se han
transformado en escenario de creciente violencia armada, incluso con muertes,
además de ingentes pérdidas económicas y parálisis del desarrollo de territorios
potencialmente muy ricos.
Entre las Presidencias de Aylwin y Piñera, los
cinco Gobiernos han fracasado en cerrar este peligroso quiebre en la unidad
nacional. Por ineficacia, o debilidad, o temor, o sesgo ideológico de todos los
órganos públicos, los hechos delictivos -brutales asesinatos incluidos-
permanecen en su gran mayoría impunes.
En enero pasado, a raíz del asesinato del
matrimonio Luchsinger-Mac Kay, el Presidente Piñera anunció diversas medidas
para reforzar la seguridad en esa región, entre ellas el fortalecimiento de la
presencia policial -400 carabineros, un segundo helicóptero, cuatro carros
policiales blindados-, e instruyó al General Director de Carabineros a mantener
el control día y noche, estableciendo incluso una unidad especializada contra
el terrorismo y la violencia en la IX Región. Sin embargo, siete meses después,
las acciones violentistas continúan sin cambios significativos. El sistema
institucional se muestra incapaz de contrarrestar sus acciones: encapuchados
incendian inmuebles privados y públicos, campamentos de Conaf y escuelas,
atacan a Carabineros y buses, balean a conductores de camiones y queman estos
no solo en caminos apartados, sino en plena Ruta 5 Sur -espina dorsal de la
conectividad del país, que puede ser atacada e interrumpida cuandoquiera los
extremistas lo estimen-. Ante la ineficacia del Estado, los transportistas
tratan de organizarse en fórmulas de autoprotección y piden que sus camiones
circulen en caravanas protegidas por Carabineros. Con variadas explicaciones,
anuncios tales como cámaras de seguridad en dicha ruta y la creación de un
seguro para los camioneros no se han concretado. Actos que en cualquier
democracia avanzada se considerarían terroristas, son calificados como delitos
comunes, lo que en todo caso es poco relevante, porque tampoco son habidos los
"pequeños y aislados grupos extremistas" que por dos décadas han sido
capaces de hacer frente con éxito a los poderes públicos. Más allá de los
sucesivos Gobiernos manifiestamente sobrepasados en todas sus dependencias, ni
todo el Congreso ni todos los partidos políticos condenan categóricamente estos
hechos, y Jueces y Fiscales no pueden contener los golpes violentistas que se
repiten una y otra vez.
El coordinador policial en el área del conflicto,
General de Carabineros Carlos Carrasco, designado hace 7 meses, cuestiona la
forma como la Fiscalía determina qué predios deben tener protección de
efectivos policiales, que para ello deben ingresar a una propiedad privada -375
hombres, que equivalen a una Comisaría mayor de la Región Metropolitana-, con
lo cual se restan de la vía pública, donde serían más beneficiosos. Con todo,
estima que un número creciente de presuntos hechores está en prisión preventiva
o ha recibido sentencias por sus conductas. Según su evaluación, los hechos
masivos han disminuido, pero los "actos relámpago" se han mantenido,
y destaca la organización de los atacantes, su agresividad para enfrentarse a
los Carabineros y su rapidez -no más de cinco minutos-, lo que facilita su fuga.
Ha establecido un servicio permanente en las rutas de mayor tránsito, pero hay
sectores muy solitarios, que facilitan cualquier acción delictiva. Pese a
rumores en contrario, no se han identificado grupos terroristas extranjeros,
pero sí llegan permanentemente ONG u otras entidades internacionales para
contactar a las comunidades, aunque no se han certificado que den instrucción a
grupos extremistas. Realistamente, resume su juicio diciendo: "No creo que
lo hayamos hecho bien".
No sería justo aplicar este juicio solo a
Carabineros. El Estado de Chile, en su conjunto, está fallando peligrosamente.
Cualquiera sea el próximo Gobierno, le será exigible que pruebe eficacia allí
donde todos sus predecesores han fallado desde 1990.
Nueve
candidatos a La Moneda.
Este lunes terminaron de inscribirse
formalmente las candidaturas a la Presidencia de la República y van a ser nueve
los chilenos que compitan por llegar a La Moneda en la elección del 17 de
noviembre, un número inédito de postulantes en la historia de Chile.
Este dato es interesante en sí mismo, pues
significa que más personas que nunca antes decidieron emprender el complejo
desafío de construir una plataforma Presidencial y pudieron hacerlo. Ello es
una señal doblemente positiva para la salud de nuestra democracia, pues no sólo
refleja la confianza de los candidatos en un sistema político al que legitiman
participando en su proceso electoral y aceptando sus reglas, sino que también
es prueba fehaciente de una institucionalidad que ofrece caminos efectivos para
desarrollar proyectos políticos y poderlos someter al juicio ciudadano.
La composición del elenco de candidatos Presidenciales
es aun más decidora que el número. Hace menos de una década y media, Gladys
Marín fue la primera mujer en aspirar a La Moneda, y hace ocho años Michelle
Bachelet fue la primera en lograrlo. En noviembre próximo serán tres las
mujeres en la papeleta, y dos de ellas compiten representando a las principales
coaliciones políticas del país, siendo bastante probable que se enfrenten solas
en una eventual segunda vuelta, lo que marcaría otro hito sin precedentes, no
sólo en Chile, sino a nivel mundial. Ello sin duda refleja cambios societales
de gran calado en el rol y el aporte de la mujer, que son bienvenidos (más allá
de lo que aún reste por hacer en ese ámbito, por cierto) y que el país
innegablemente valora.
La diversidad de ideas y trayectorias políticas
en el grupo de postulantes Presidenciales es otra señal de fortaleza
democrática. Existen representantes de partidos políticos tradicionales con
décadas de historia, pero también de tiendas de más reciente formación, como el
PRO, o incluso algunos que compiten sin el apoyo de partidos establecidos, como
genuinos independientes. Algunos tienen experiencia en la vida pública como
políticos o ex autoridades, otros como académicos o líderes de opinión, y también
hay dirigentes sociales o ex funcionarios de organismos internacionales. Sus
matrices ideológicas también abarcan un amplio espectro de concepciones
políticas y propuestas de gobierno: de ninguna manera podría decirse que “son
todos lo mismo”, como a menudo se critica a la clase política, y eso es
ganancia del electorado.
Por último, parece igualmente una señal de
vigor democrático —y social— que las edades de los nueve candidatos vayan de
los 40 a los 65 años, un cuarto de siglo de diferencia que da cuenta de una
rica variedad de experiencias y trayectorias personales. Esto también debe
entenderse como un activo, pues significa que miembros de dos generaciones de
chilenos tienen la posibilidad y las ganas de hacer contribuciones al país
desde la cúspide del Poder Ejecutivo.
Todas estas son señales positivas, pero desde
luego la calidad democrática de una elección no depende sólo del elenco de Presidenciables.
En materia de financiamiento de la política, por ejemplo, queda mucho por hacer
para lograr una “cancha más pareja”, que efectivamente permita una competencia
real; el funcionamiento interno de los partidos políticos y sus procesos para
escoger a sus candidatos también es un ámbito donde hace falta más
transparencia, más competencia y más rendición de cuentas; los medios de
comunicación podrían hacer un esfuerzo adicional por dar espacio a las
opiniones y propuestas de los candidatos menos “convencionales”, así como por
promover un debate fundado en las ideas, más allá de lo que digan las
encuestas, pues eso es parte de la función que les toca cumplir; y los
electores tienen el deber de mostrar, con su interés por la campaña y su
disposición a participar votando, que el proceso democrático no les es
indiferente.
Cobertura de los planes de Isapres.
Un estudio realizado por la Superintendencia de
Salud reveló que existe una amplia diferencia entre la cobertura que ofrecen
las Isapres en sus planes de salud con el resultado de cobertura que reciben
los afiliados. Según el informe, un 97% de los contratos bonifica en promedio
el 70% del total del valor de las prestaciones, mientras que sólo en el 20% de
los casos el resultado final es consistente con lo estipulado. Según el
informe, esta situación se explica por varias razones, como mal uso de los
convenios por parte de los usuarios, enfermedades preexistentes y estrategias
comerciales exageradas de las Isapres.
Para evitar estas diferencias entre la
cobertura teórica y efectiva de los planes de salud que se contratan, sería
conveniente que se adopten ciertas medidas al momento de afiliarse a alguna de
estas instituciones. La principal es promover que los afiliados se interioricen
correctamente sobre cuáles son los términos del contrato que están firmando, y
que exista información clara y precisa sobre su real cobertura, con información
basada en resultados efectivos logrados por los afiliados existentes. Es deber
de los usuarios informarse a cabalidad del tipo de prestaciones que les serán
cubiertas, los porcentajes de bonificación y sus topes, además de los centros
médicos donde más les conviene atenderse. En la medida que los asegurados
conozcan bien sus planes podrán optimizar el uso de los mismos.
El papel que les cabe a las Isapres en este
aspecto es primordial, pues son más de dos mil los convenios que están
vigentes. Este alto número provoca una asimetría de información que afecta la
decisión de los usuarios, ya que no les permite manejar con detalle los
términos de los planes a los que pueden acceder y les reduce las posibilidades
de comparar precios y beneficios. Esta falencia podría corregirse acotando la
cantidad de planes que las aseguradoras ofrecen, sin afectar la competencia,
que debe ser una de las ventajas de este sistema frente a Fonasa.
¿Fusión de Comunas?
Un informe elaborado por el Ministerio de
Vivienda proyecta que hacia el año 2020 unas 30 Comunas se fusionarán en 12
grandes ciudades. De ser así -lo que parece plausible-, eso plantea una serie
de desafíos que requieren ser abordados por la autoridad, en conjunto con
especialistas y las comunidades involucradas, para aprovechar mejor los
beneficios que ese proceso origina y, además, mitigar los problemas que esa
misma situación pueda provocar.
Es el caso de La Serena y Coquimbo, que aunque
son Comunas distintas, ya constituyen en la práctica una única ciudad, y un
fenómeno similar ocurre o se augura para las Comunas de Temuco y Padre Las
Casas, Rancagua y Machalí, Valparaíso y Viña, Concepción y Talcahuano, entre
otras.
Aunque según algunos, este es un fenómeno
impulsado por el esfuerzo comercial de empresas inmobiliarias que extienden la
oferta de viviendas a nuevos terrenos y van copando los espacios entre las
ciudades, eso no podría ocurrir si el público no tuviese interés en
adquirirlas, lo que a su vez es consecuencia de la multitud de externalidades
positivas que las ciudades ofrecen a la población y que esta desea aprovechar.
La concentración de población en ciudades más grandes permite una mejor oferta laboral,
comercial, educacional, cultural y de entretención que los poblados más
pequeños, porque la provisión de ellos se facilita cuando se ofrece a mayor
cantidad de personas, aunque eso, obviamente, ocurre al costo de problemas de
congestión vehicular, transporte público, contaminación y delincuencia, entre
otros.
Si dos o más Comunas pasan a formar parte de
una misma ciudad, la administración de esta puede hacerse bajo tres distintas
modalidades: fusionar las Comunas que la componen, para tener así una sola
autoridad; mantener las Comunas separadas con sus respectivos Alcaldes, o
mantener las Comunas separadas e introducir una nueva autoridad -Alcalde Mayor
es el término que se ha acuñado- que esté por encima de los Alcaldes y coordine
a la nueva ciudad como un todo.
La respuesta no es obvia, pues todas tienen
ventajas y desventajas. La mantención de Comunas separadas que deban
coordinarse entre ellas por temas de interés común -la modalidad de Santiago-
permite una mayor cercanía de la autoridad con los vecinos, aunque es dudoso
que su gran cantidad actual -más de 30- sea la óptima. Por su parte, el Alcalde
Mayor centraliza de tal manera autoridad -y, eventualmente, discrecionalidad-
en las decisiones, que no siempre ello resulta en mejores ciudades. El caso de
México y Sao Paulo lo ejemplifica. Este problema forma parte de la larga lista
de temas que se siguen acumulando en la varias veces anunciada pero nunca
acometida reforma del Estado.
Apoyo educativo familiar.
La Agencia de Calidad de la Educación ha
elaborado un "Índice de apoyo educativo familiar", con la información
proporcionada por las respuestas de los estudiantes de 4° básico al
cuestionario que se aplicó en el momento de rendir el Simce, con el objeto de
identificar diversos aspectos que inciden en el proceso educativo. Es una
iniciativa ciertamente positiva, que permite establecer qué fortalezas y
debilidades se presentan en el contexto de enseñanza de los estudiantes.
Los resultados -que fueron clasificados en
nivel alto, medio y bajo, de acuerdo con el respaldo que reciben los alumnos-
muestran con nitidez que, a medida que aumenta el nivel socioeconómico de la
familia, es también mayor el apoyo que brindan los padres a sus hijos
escolares, tanto mediante ayuda en la realización de las tareas como en
incentivos y reconocimiento de sus éxitos escolares. Sin embargo, esta
constante -algo inesperadamente- cambia en los niveles socioeconómicos más
altos, en los que solo uno de cada cuatro escolares dice sentirse muy apoyado
por su familia.
Este análisis da cuenta también de diferencias
significativas en el apoyo que se entrega a los niños versus las niñas: también
algo inesperadamente, las mujeres expresan menor respaldo de sus padres en sus
actividades escolares.
Muy significativo es el alto apoyo familiar que
declaran los alumnos de colegios particulares subvencionados, lo que revela un
involucramiento transversal de aquellos padres que han optado por un
determinado establecimiento, ya sea por su calidad o sus características formativas,
incurriendo en algunos casos en importantes esfuerzos económicos para acceder a
ellos. Este factor tiene un enorme alcance para los alumnos y también para la
sociedad, pero hasta ahora no aparece ponderado en el debate político en torno
a la mantención o supresión de la enseñanza particular subvencionada.
Diversos estudios confirman la relevancia del
respaldo familiar para el estudiante, aunque él solo se traduzca en
acompañamiento, incentivos o reconocimientos de logros académicos. El
involucramiento y la participación de los padres en las actividades de los
colegios contribuyen de manera significativa a impulsar y apoyar proyectos que
comprometen a todos los actores -como las actividades extracurriculares, el
mantenimiento del orden interno, las normas de prevención y erradicación del
bullying -, así como también a la consecución de altos niveles de exigencia
académica. Derivar (o abandonar) toda la responsabilidad en profesores y
directivos dificulta el progreso académico de los estudiantes, especialmente
durante los años de educación básica. El papel de los padres y apoderados es
determinante en la formación de los hábitos de estudio, la superación de
dificultades, la disciplina y la exigencia, aspectos que los propios
estudiantes reconocen y valoran. Todo esto, que por lo demás parecería bastante
obvio, está siendo ignorado por el debate actual, y es muy oportuno que este
índice lo ponga en evidencia estadística.
Las esperanzas defraudadas de la Primavera Árabe.
Recibido hace un par de años con optimismo
debido a su promesa democratizadora y de paz para la región, el movimiento de
la denominada Primavera Arabe atraviesa hoy por una severa crisis, que se
expresa en la dura represión contra los islamistas por parte del Gobierno
militar en Egipto, la guerra civil en Siria, la división sectaria y tribal en
Libia, la fragilidad política de Túnez y la fuerte presencia de Al Qaeda en
Yemen. La inestabilidad se ha convertido en la norma para el Medio Oriente, la
zona donde se ubica el 48% de las reservas globales de petróleo y que
constituye, desde la antigüedad, un puente natural para conectar a Europa con
Asia.
El golpe de Estado que derrocó a principios de
julio en Egipto al Presidente islamista Mohammed Morsi, vinculado a la
islamista Hermandad Musulmana, ha desencadenado una espiral de violencia que
amenaza salir fuera de control. El Ejército acusa al depuesto Mandatario de
llevar adelante un Gobierno inepto y buscar la formación de una dictadura, al
tiempo que ha reprimido con inusitada fiereza las manifestaciones de protesta
de los fundamentalistas. Estos atacan puestos fronterizos, iglesias coptas y
llaman a la resistencia, con lo cual Egipto se acerca a la posibilidad de
terminar sumido en un conflicto armado o de caer en una dictadura militar.
El hecho de que los otros países protagonistas
de la Primavera Arabe sufran, con mayor o menor intensidad, situaciones de alto
riesgo obliga a reflexionar acerca de qué ha sucedido con este movimiento. A
partir de 2011, en diversos lugares se registraron manifestaciones masivas que
sacaron del poder a Gobiernos ineficaces y corruptos que, sin embargo, habían
sido capaces de garantizar estabilidad interna y confiabilidad Diplomática. Se
pensó que el derrocamiento de líderes impopulares y la celebración de
elecciones bastarían para apaciguar la polarización y escoger autoridades que
actuarían de manera pacífica en el tablero geopolítico regional. Eso no ha
sucedido.
En algunas partes, como Libia y Siria, el
levantamiento popular terminó generando guerras civiles. En otros, como Túnez y
Egipto, se registraron elecciones donde resultaron ganadores partidos
islamistas. En todos, sin embargo, quedaron en evidencia insuficiencias
culturales que hacen difícil el surgimiento de una institucionalidad
democrática fuerte, capaz de limitar y controlar al Gobierno y garantizar el
respeto a los derechos básicos de las personas. Al mismo tiempo, se hizo
patente la polarización de las diversas sociedades entre los sectores que
apuestan por un Gobierno secularizado y modernista, por un lado, y los que
impulsan una organización social acorde con la Ley y los valores del Islam
tradicional. Por último, también se produjo una división entre los países
musulmanes por razones estratégicas e ideológicas, la cual es muy evidente en
el caso de Egipto, donde Arabia Saudita, Jordania y los Emiratos Arabes Unidos
apoyan a los militares laicos y Turquía, Irán y Qatar respaldan a la Hermandad
Musulmana.
Lo sucedido es otra muestra de que la realidad
termina imponiéndose al mero voluntarismo y de que la idea de un Medio Oriente
poblado por regímenes democráticos por ahora se ve lejana. La comunidad
internacional debe actuar con decisión y rapidez para asegurar que los derechos
esenciales de las personas sean cabalmente respetados e impedir que continúen
las masacres.
Correspondencia
para meditar.
Señor Director:
Platas de
campañas
Con espanto leí el titular del diario del
martes: $9 mil millones para las campañas Presidenciales.
¿Cuántas cosas se podrían hacer con esa plata?
¿Implementar cuántos hospitales, consultorios, centros de la Junaeb, salas
cuna, casas de subsidio que aún no se han dado a gente que sufrió con el
terremoto?
Margarita Gallardo S.
Nota de la
Redacción:
Desde hace mucho tiempo hemos reclamado por los
ingentes costos que ha asumido el Estado para financiar las actividades
políticas, este es uno de ellos, pues creemos es necesario recordar que a los
candidatos, de acuerdo a la cantidad de votos obtenidos, se les devuelve gran
parte de lo invertido.
Creemos que la clase política, que sostenemos
solo se mira el ombligo, sigue privilegiando su actividades, por las que
ciertamente reciben altísimos emolumentos, que consideran prioritarias, por
sobre las verdaderas necesidades de los chilenos, especialmente los más
humildes.
Financiamiento de los partidos políticos,
organización y coste de las primarias, pago de los gastos electorales son
algunos de los altos importes que estamos pagando, por cierto decenas de millones
de dólares, que sin duda alguna se podrían invertir con criterio social para
solucionar problemas más importantes.
Pueblos bien informados
difícilmente son engañados.