Mayorías y minorías,
por Jorge Edwards.
Los tiempos cambian, las ideologías envejecen y
se transforman, las modas pasan de moda, pero la historia, a pesar de todo,
tiende a repetirse. Se repite con otros matices, desde otras perspectivas.
Desde Francia, desde Europa, observamos los sucesos del norte de África o del
Medio Oriente, los de Siria, Irán, Egipto, Israel, con una mirada más cercana,
más experimentada, y por lo mismo más compleja. No es posible quedarse callado
frente a la violencia, al crimen, a los tiroteos callejeros seguidos de decenas
de muertos, pero la mirada nunca es tan simple. Se hace la crítica del Gobierno
de Mursi, en Egipto; los errores serios cometidos en no más de un año, el
intento de los Hermanos Musulmanes de islamizar el país a marchas forzadas,
pero ¿cómo aprobar a un régimen que aplica una fuerza militar desproporcionada?
Chile, hace cuarenta años, estaba muy lejos del
centro del mundo, más lejos que ahora, y no tenía la menor importancia
estratégica. En apariencia, por lo menos. Y la Guerra Fría tenía una virulencia
que nosotros, desde nuestra orilla, no alcanzábamos a captar bien. Pero frente
a las crisis de Siria o de Egipto, y en la Europa de hoy, las cosas se ven de
otra manera. Existe una repugnancia europea, civilizada, humanista, frente al
crimen político, sobre todo cuando está dirigido contra ciudadanos del propio
país, pero a la vez hay una visión aguda, lúcida, de los males menores frente a
los posibles y probables males mayores. Es decir, hay una conciencia histórica
que interviene, que modifica las reacciones iniciales, que tiene consecuencias
dignas de Hamlet. "De este modo -como decía Hamlet-, la conciencia nos
hace cobardes a todos".
No entro en los temas oficiales, de Gobierno,
pero leo con gran interés las declaraciones de los ciudadanos de a pie, sobre
todo las que provienen de Egipto en estos días. Hay partidarios apasionados del
Presidente depuesto y seguidores no menos apasionados de los militares. Todo
parecería indicar que hay una guerra civil en marcha. La prensa anglosajona,
pragmática, directa, de un estilo narrativo reconocible, tiende a darle espacio
a testimonios variados, anónimos, de personajes modestos. Escucho a personas de
sectores populares de la ciudad de El Cairo, un comerciante en pequeña escala,
un transportista, un obrero de la construcción, y sostienen que los Hermanos
Musulmanes se infiltraban por todas partes y trataban de imponer su estilo
religioso de vida a todo el mundo. Por eso atacaban con furia a los coptos, a
los descendientes de los primeros cristianos, que se encuentran en esas tierras
desde siglos antes de que el Gobierno elegido en las urnas fuera depuesto. Los
seguidores de Mursi, por su lado, utilizan el lenguaje clásico de la condena a
un golpe de fuerza, ilegítimo, contra un Gobierno democrático. Era un Gobierno
elegido, claro está, pero ¿era, y se proponía seguir siendo, una democracia
normal, tolerante de la diversidad de opiniones y de opciones religiosas?
Por mi parte, llego una vez más a una
conclusión a la que había llegado hace décadas, y que se relaciona con la naturaleza
misma de la democracia. La democracia representativa, surgida de elecciones
populares, asume las tendencias y los intereses de la mayoría. Pero esa
legitimidad de origen no da facultades para destruir a la minoría, y menos si
esa minoría corresponde aproximadamente a una de las mitades del país. Los
derechos de las minorías, en buenas cuentas, no son menos importantes en una
democracia que los de las mayorías. En un país como Egipto, los sucesos revelan
que esa noción no existía, así como no había una noción clara de la separación
entre el Estado y los movimientos religiosos de una u otra tendencia.
En el Chile de hace cuatro décadas, el problema
no tenía ingredientes religiosos, pero reflejaba una ideología que ya empezaba
a quedar superada por los hechos. No se producía en el mundo moderno una
pauperización general y una agudización de los conflictos internos de la
sociedad, como había profetizado Carlos Marx, sino un crecimiento progresivo de
las clases medias y una mejora de los derechos de la clase obrera en las
sociedades avanzadas.
Me parece que fue una situación no entendida ni
por la izquierda ni por los militares y sus adeptos de derecha. No se podía
admitir una política confiscatoria, de tono puramente populista, desde la
izquierda, ni una represión desbocada, descaradamente autoritaria, desde el
otro lado. Había voces solitarias en ambos extremos, pero no predominaron y
probablemente no podían predominar. Ahora habría que actuar a partir de un
análisis equilibrado, razonable, enteramente honesto y humano, de las cosas que
pasaron.
La idea de cambiar de Constitución a toda
costa, por ejemplo, me parece apresurada, incluso atragantada. Se puede cambiar
una Constitución, desde luego, pero siguiendo las normas Jurídicas
fundamentales y teniendo en cuenta a las minorías. Pero a veces, por desgracia,
cuando escucho el debate actual, pienso que hemos asimilado poco las enseñanzas
del pasado nuestro. Me da la impresión, como se decía en Francia en los tiempos
de Stendhal, de que ahora, después de cuarenta años, y salvo excepciones, no
hemos sabido aprender nada ni olvidar nada.
Economía y el 11 de septiembre,
por Rolf Lüders.
El tema de moda estos días es la toma del poder
por parte de los militares el 11 de septiembre de 1973. Con pocas pero
destacadas excepciones, la atención se ha centrado en los hechos de violencia.
Lo importante es -sin ignorar lo último- entender las causas de lo sucedido
para poder prevenir sucesos similares en el futuro. Para la mayoría pareciera
que unos pocos malvados se hicieron ese día del poder sin motivo. Eso no fue
así. La realidad es muchísimo más compleja y refleja nuestro fracaso por lograr
entendimiento.
Simplificando, para comprender lo sucedido hay
que considerar, al menos, la evolución de la economía chilena en lo que había
transcurrido del siglo XX, como también la simultánea y creciente polarización
del mundo en dos grupos de países con pretensiones hegemónicas: uno, liderado
por la Unión Soviética, de economías centralizadas y regímenes políticos
totalitarios, y otro, liderado por los EE.UU., con economías de mercado y
regímenes democráticos.
En ese contexto, Chile, cercano al segundo bloque,
inició un severo declive relativo en su crecimiento, consecuencia de la
aplicación de políticas económicas erradas a partir de fines del siglo XIX. El
PIB per cápita de Chile, que había llegado a superar el 50% de aquél de los
EE.UU. en 1912, se redujo al 30% del mismo en 1958. Descontento con eso, el país se dividió
políticamente en tres bandos y se inició entonces un período de experimentación
que desembocó en lo que Mario Góngora (1981) denominó como el de las
planificaciones globales.
Estas fueron aquellas basadas en las reformas
económico-sociales lideradas por Eduardo
Frei Montalva; de la revolución marxista, liderada por Salvador Allende, y
aquella de la liberalización económico-social apoyada por el régimen militar
después del 11 de septiembre.
Las reformas iniciadas por Frei no alcanzaron a
rendir sus frutos y el país optó -con tan sólo un tercio de los sufragios- por
elegir Presidente a Salvador Allende. Bajo su Gobierno, la economía chilena se
derrumbó. El PIB per cápita de Chile, en relación con aquél de los EE.UU.,
llegó en 1973 a su punto más bajo, 21,6%; la tasa de inflación se empinó por
sobre un 500%, y el Banco Central perdió todas sus reservas. El país había
tocado fondo y estaba en bancarrota.
La Unidad Popular, con menos del 40% de los
escaños en el Congreso, violó la Constitución en sus intentos de impulsar su
programa de reformas revolucionarias. El 22 de agosto de 1973 -con un país
destruido en lo económico, profundamente dividido en lo político, en que
partidarios del régimen ya habían optado por la vía armada para lograr sus
objetivos y se estaban internando clandestinamente armas, y existía una mayoría
de la población con un futuro económico incierto y temerosa de ser arrastrada a
un régimen totalitario-, la Cámara de Diputados así lo declaró oficialmente.
Los militares, mandatados para asegurar el estricto respeto a la Constitución,
decidieron entonces intervenir. Esta es la historia de un país en que -en un
ambiente internacional de guerra fría- la clase política no fue capaz de
generar los consensos internos necesarios para evitar el desenlace trágico que
todos conocemos.
Policías, Alcaldes y Fiscales: reunión del STAD.
Chile necesita modernizar urgentemente su
capacidad de prevención y respuesta frente a la delincuencia: esta ha cambiado
sus manifestaciones a la par de nuestro desarrollo económico y de las
tecnologías de nuestra época, y hoy se sabe con fundamento técnico que ella no
es homogénea ni estática, sino que adopta muy diversas formas locales, y es tan
cambiante como el medio social en que actúa. El "combate a la
delincuencia" es una generalización de muy disímiles contenidos concretos.
En los últimos 20 años nuestro país ha logrado
algunos avances acotados en este proceso. Por ejemplo, ahora dispone de cifras
razonablemente orientadoras, de las que antes carecía y sin las cuales las
autoridades de turno solo se moverían a tientas. Es obvio que falta aún muchísimo,
pero los cambios de procedimientos y aun de órganos son muy difíciles. El
propio aparato se resiste siempre, en todos los niveles y por los más variados
motivos. Y, entretanto, la delincuencia no se detiene en su multiplicación y
perfeccionamiento.
Entre los progresos más útiles en estas dos
décadas destaca la instalación del Sistema Táctico de Análisis del Delito
(STAD), que sigue un modelo neoyorquino exitoso. En breve tiempo, el Gobierno y
Carabineros lograron implementarlo en todo Chile, iniciando un cambio desde una
institución más bien rígida a otra que comienza a tener un modelo de gestión
que permita medir las cifras de delincuencia en cada Comuna -hora, día, lugar y
bandas tras cada delito-, para maximizar el aprovechamiento de los recursos policiales
y desplegar estrategias eficaces en ese "combate a la delincuencia",
cuyos tipos cambian incluso de barrio en barrio.
En ese marco, recientemente tuvo lugar una
prometedora reunión de STAD, en la que los Ministros del Interior y Secretario
General de la Presidencia, el Subsecretario de Prevención del Delito, el
General Director de Carabineros y el Jefe de Zona Santiago oriente, se
reunieron con Comisarios, Alcaldes y Fiscales de la misma, para analizar juntos
cómo enfrentar el incremento de casos delictivos en ella. Se logró con eso una
inédita participación de los diferentes actores de la cadena de la persecución
penal.
En una mesa de trabajo común, los Comisarios de
cada Comuna expusieron sus cifras y la evolución de ciertos delitos; cada Alcalde
interactuaba con su respectivo Comisario, quien daba cuenta de su gestión en su
territorio Jurisdiccional. Se complementaron visiones sobre causas de los
delitos y problemas de cada territorio, y se analizaron en conjunto las mejores
soluciones posibles. Y, más allá de las cifras, el enfoque principal fue
determinar cuáles son los principales focos de trabajo coordinado. Se debatió
sobre delitos específicos, cómo investigar, cómo procesar la información, cómo
presentar mejor las causas ante los Juzgados. Se analizó quiénes y dónde
cometen los delitos, cómo aprehender a los delincuentes y levantar mejores
pruebas, entre otros puntos. Carabineros planteó las materias que requieren
colaboración de las Municipalidades -como constatación de lesiones, alcoholemias,
eventos masivos, asistencia en accidentes de tránsito-, que actualmente desvían
en muchos casos la labor de prevención que les compete, o explicaron que
determinado lugar necesita iluminación para mayor seguridad de los vecinos, y
el Alcalde correspondiente se hizo cargo del tema para acelerar las mejoras en
prevención situacional, que es un complemento de la labor policial. O un Fiscal
explicaba a un Comisario por qué el parte para un delito presentaba errores que
hicieron difícil seguir con la investigación.
Este trabajo permanentemente coordinado de
policías, Alcaldes y Fiscales debe ir sentando las bases de una plataforma que
permita comenzar a reducir los índices de delincuencia. La institucionalidad
chilena tradicional ha hecho que los Alcaldes deban entregar en su totalidad la
labor de seguridad pública a las policías. En contrario, la experiencia mundial
muestra que allí donde se ha controlado la delincuencia, los Alcaldes han
cumplido una función importante, desde la prevención situacional -instalación y
mantención de luminarias, cierre de sitios eriazos y de casas abandonadas-
hasta la promoción de la organización vecinal y su capacitación en prevención,
o el trabajo con privados, como los centros comerciales, entre decenas de otros
rubros propios de cada zona.
Si este "combate a la delincuencia"
ha de obtener logros, su centro de gravedad debe irse desplazando -como lo
muestra el encuentro comentado- desde las cúpulas en que hasta ahora se
resolvía hacia las bases locales.
Lo que muestra la encuesta CEP.
Ella era esperada, pese a las dificultades que
la afectan debido a que fue realizada en medio de la indefinición de la
candidatura de la Alianza. Los dos cambios sucesivos de abanderado y que el
trabajo de campo de la encuesta concluyó cuando Matthei llevaba apenas una
semana proclamada por RN privan al estudio —a juicio de su comando— de todo
valor.
Las preguntas básicas son abiertas y se
refieren sólo a quién se quisiera como Presidente (44% Bachelet, 12% Matthei, y
4% ME-O y Parisi, los más nombrados) y quién se cree que lo será (75% Bachelet
y 6% Matthei) y no a la intención de voto de los entrevistados. Sin embargo,
esos datos, aun con sus limitaciones, indican lo difícil de la campaña de la ex
Ministro del Trabajo, tanto por la fuerza de la ex Presidenta (que eso sí baja
11 puntos en su evaluación positiva) como por el mal desempeño de la Alianza en
la caída de Golborne y la inesperada enfermedad de Longueira. Si bien en tan
poco tiempo Evelyn obtiene ya mejores logros que este último (con 9 puntos
menos de distancia de la candidatura rival), ella muestra menor aprobación que
Golborne y mayor rechazo que sus predecesores. Para llegar al nivel de votación
histórico de la derecha, deberá pues cuidar su espontaneidad, pero rompiendo la
camisa de fuerza con que, por su tendencia a opinar con independencia, los
partidos que la apoyan intentan evitar sus salidas de libreto y nuevas
discrepancias en el sector. Otro de sus desafíos está en los votos que pueda
restarle Parisi en su interesante duelo con ME-O, que aleja sí un eventual
triunfo de la oposición en primera vuelta.
¿Consenso en el binominal?
La CEP
aporta también un juicio sobre el binominal: posee nuevamente la menor (3%) de
todas las prioridades que importan a la población, pero una leve mayoría (52%)
de los consultados es favorable al cambio. Ello puede dar más energía al
acuerdo que construyen la oposición y parte de la Alianza con un proyecto que
mejora la competitividad y conserva en lo grueso un sistema que fortalece a las
grandes coaliciones. Se sitúa así entre los extremos del actual y de un
proporcional absoluto y sin duda es un avance. Ha recibido el rechazo de la UDI
por el aumento de Congresales y su posible costo (que se oirán asimismo en
diversos sectores ciudadanos), y críticas de Lagos Escobar por insuficiente,
pero si bien puede ser perfeccionado, en lo sustancial cautela que cambios
institucionales como éste se realicen sobre la base de consensos amplios y no
de imposiciones de mayorías ocasionales que jueguen con la estabilidad. Y en un
período de pugna electoral, reafirma que hay espacio para acuerdos
transversales. Habrá sí que demostrar los beneficios de la reforma y seguir
trabajando por mejorar el sistema.
El 11 de Septiembre.
Si 20 años no es nada, como dice el tango, 40
tampoco. El nuevo aniversario del “11” —reforzado por una cifra “redonda” y una
etapa electoral politizada, en que los principales actores son herederos de
protagonistas del proceso que llevó al quiebre de la democracia— se toma la
agenda pública y ratifica que las profundas heridas que todo ello dejó no han
sanado y su memoria permanece. Tendrán que pasar muchos años para que cierren y
el “11” no divida con pasión a muchos chilenos, aunque más de la mitad haya
nacido después. Ello sólo cambiará si, por una parte, hay completa justicia en
materia de violación a los derechos humanos y para las víctimas del terrorismo,
y se entregan a sus familias los restos de los detenidos desaparecidos o al
menos la verdad sobre ellos, y, por otra, predomina por fin una visión de
futuro capaz de superar los traumas del pasado.
Pero una cosa es respetar los sentimientos de
los afectados y sus familias y otra, como en gran medida está ocurriendo,
imponer una visión sesgada de la historia y estimular el odio, y también eludir
la petición de perdón cuando ella se justifica, o exigirla en un marco de
acusación y emplazamiento, peor aún con fines electorales, porque debe ser
fruto de una decisión personal, libre y voluntaria, pues de ahí parte la
verdadera reconciliación. Esta fecha debiera ser la ocasión para reflexionar
acerca de las causas por las que Chile llegó a un nivel de conflictividad que
precipitó ese quiebre, de manera que nunca se repita, y para crear instancias
de real diálogo y encuentro entre los adversarios de ayer, más allá de gestos
para la platea, donde se reconozcan como parte de una comunidad.
La campaña Presidencial.
Al
parecer, los programas de Gobierno tardarán en conocerse más allá de sus
enunciados generales. La ciudadanía que desea estar informada echa de menos una
propuesta maciza y completa, pero ambas candidaturas han privilegiado anunciar
“grandes ejes” o propósitos y algunas medidas. Es de esperar que ello ocurra en
septiembre para que el debate pueda enriquecerse.
En cuanto al préstamo legítimamente otorgado
por el BancoEstado a la candidata de la Nueva Mayoría, el episodio vuelve a
plantear el tema no resuelto del financiamiento de la política. Ha habido
avances, como el tope máximo de gasto electoral y una transparencia parcial de
la obtención de recursos para candidatos y partidos, pero subsisten zonas
oscuras y está pendiente como tarea de los Gobiernos y Parlamentarios una clara
regulación de las relaciones entre política y dinero, para —tal como se dijo
del sistema electoral— aumentar la débil confianza ciudadana en las
instituciones que muestra la encuesta CEP.
Mejor información para mejores políticas sociales.
En las últimas décadas, el Estado de Chile ha
desarrollado una sofisticada red de programas y transferencias para mejorar los
niveles de vida de los hogares más vulnerables. El éxito ha sido evidente:
entre 1990 y 2011, la tasa de pobreza descendió de 40% a 15%. Pero mientras
menor es el número de hogares en tal situación, más difícil es encontrarlos y,
lamentablemente, nuestros avances en políticas sociales no han ido acompañados
por la modernización de los sistemas de información sobre cuya base ellos se
levantan.
La discusión en torno a la última Encuesta de
Caracterización Socioeconómica (Casen) 2011 así lo evidenció: cuestionamientos
técnicos de las cifras, descuidos comunicacionales en su entrega, falta de
institucionalidad, transformaron, en 2012, un debate técnico en uno político.
Afortunadamente, la impericia inicial dio paso a una serie de decisiones
correctas, como la constitución de la Comisión para la Medición de la Pobreza,
el aplazamiento de la siguiente encuesta Casen de 2012 a 2013 y, más
recientemente, el panel transversal de expertos para su supervisión.
Sin embargo, la necesidad de mejor información
para el desarrollo de políticas sociales va mucho más allá de una determinada
encuesta. Algunas carencias fueron diagnosticadas por la comisión de expertos
que en 2010 revisó la metodología de cálculo de la pobreza. Simplificando
tecnicismos, es el caso de la valoración económica de todas las prestaciones
del Estado; de la extensión del período en que deben considerarse aquellos
ingresos significativos para calcular los indicadores sociales, y de la
adopción de una medida "multidimensional" de la pobreza (esto es, que
no solo registre un monto de ingreso en dinero), lo que hoy es una práctica
internacional estándar. A esta lista debería agregarse información que estudie
las dinámicas de la pobreza y la desigualdad y de su transmisión entre una
generación y otra. La Ley que propone un INE autónomo ofrece la oportunidad de
dotarlo de la capacidad y recursos necesarios para avanzar en esta materia.
Pero el mayor desafío no radica en el ámbito de
un INE remozado. Lo realmente preocupante es la lentitud de los avances en la
Ficha de Protección Social, la principal herramienta de focalización del gasto
social. Esta -de responsabilidad del Ministerio de Desarrollo Social- adolece
de graves problemas que han llevado a ilegítimas manipulaciones por no pocos
hogares. La reconocida subdeclaración de ingresos y el implausible número de
hogares con al menos un miembro discapacitado son síntomas indiscutidos de
esto.
A ello se añaden errores metodológicos que
incluyen la fijación permanente de los valores que determinan el decil de
vulnerabilidad de un hogar (el 60% más vulnerable incluye mucho más que el 60%
de los hogares con Ficha de Protección Social).
En este contexto, las voces que critican la
implementación de la nueva ficha por el Ministerio de Desarrollo Social parecen
desconocer su responsabilidad en la implementación de un sistema de
focalización ineficaz, estático y manipulable, que está generando altos costos
para el Estado, y también su obligación, en caso de ser Gobierno, de asegurar
que los recursos públicos lleguen efectivamente a quienes los necesitan.
La revisión de las fuentes de información en el
ámbito de las políticas sociales debe ser una tarea continua, que vele por la
comparabilidad de las cifras, al mismo tiempo que permita su ajuste a las
nuevas necesidades técnicas de nuestras políticas públicas. Mejores políticas
sociales requieren más y mejor información. En este sentido, el excesivo
énfasis en la Casen, y el ulterior revuelo por el Censo 2013, distraen y
atrasan la discusión de fondo, cual es la del desarrollo de mejores
instrumentos de focalización. Esto significará reducir los beneficios sociales
de hogares que hoy abusan del sistema, y eso crea tensión en la clase política,
pero hay una obligación moral de avanzar en esta dirección.
Conmemoración del 11 de septiembre.
Con motivo de la conmemoración de los 40 años
del 11 de septiembre, el Gobierno planea llevar a cabo una misa en la capilla
de La Moneda el mismo día 11, en la cual participarán principalmente el
Presidente y su Gabinete, y un acto de espíritu transversal uno o dos días
antes, ocasión en que se aprovechará de reinaugurar la Plaza de la
Constitución.
Es positivo que el Gobierno busque conmemorar
esta fecha desde una perspectiva reflexiva, que mire hacia el futuro,
contribuya a la reconciliación y procurando la participación de distintos
sectores políticos. Cabría esperar que la mayoría de ellos comprometa su
participación, pues así se lograría enviar una potente señal de respeto cívico
a todo el país, lo que constituye un gesto valioso en momentos en que algunos
sectores radicalizados buscan revivir las profundas divisiones que tanto daño
causaron a la convivencia nacional.
El saludable clima de respeto que se busca con
este tipo de conmemoraciones debe ser acompañado de medidas efectivas para
asegurar el orden público en estas fechas, pues hay indicios evidentes de que
grupos violentistas pretenden llevar a cabo desmanes. La quema de varios buses
de Transantiago en apenas cuatro días parece ser una clara muestra de ello, y
el Ministro del Interior ha señalado que “estas acciones extremistas van a
continuar”.
El plan de contingencia especial que preparó
Carabineros supone un fuerte despliegue de personal policial, reforzamiento de
la vigilancia en puntos críticos y protección especial al transporte público.
Además de ello, resulta indispensable que la policía logre anticiparse a los
actos vandálicos, para lo cual se requiere una cuidada labor de inteligencia.
Corresponde esperar, en todo caso, que los distintos sectores políticos
repudien sin reserva los actos vandálicos, pues ello contribuiría a neutralizar
y aislar a los violentistas.
Decisivo aporte de profesores no docentes.
Ha causado impacto el que, por quinto año
consecutivo, los resultados de la prueba Inicia ratifiquen las graves
deficiencias en la formación de los pedagogos que voluntariamente la rindieron
-apenas el 14% de los egresados de programas en educación-. En el área de
ciencias, tres de cada cuatro de ellos demostraron no dominar los conocimientos
mínimos exigidos para enseñar en la educación media. Otras evaluaciones, como
la prueba Pisa, habían comprobado que los estudiantes chilenos están debajo del
promedio de los países de la OCDE en esta área. Son inocultables las
debilidades en la capacidad de enseñar estas materias.
Tales resultados reafirman el gran aporte que
significa para el sistema educativo la contribución de los 6.000 profesionales
que trabajan como profesores en diversos establecimientos, colaborando junto a
los docentes de carrera en reforzar la entrega de conocimientos en áreas
específicas de la enseñanza media. El 3% de los profesores del país está
constituido hoy por profesionales -particularmente ingenieros comerciales,
contadores y agrónomos entre otros titulados- que, aprovechando su dominio de
ciertos contenidos, están contribuyendo de manera decisiva en la enseñanza de
materias como las matemáticas y las ciencias.
Es acertado que la Ley General de Educación
permita hacer clases a titulados o licenciados que han cursado programas de a
lo menos ocho semestres en una institución acreditada, y en cuya formación
hayan tenido un mínimo de cuatro ramos en el área afín. Esto ha posibilitado
que numerosos egresados opten por la enseñanza en las aulas escolares, de
manera remunerada o voluntariamente, por un período determinado. Sin embargo,
el marco Legal obliga a quienes opten por la docencia más allá de tres años, a
prepararse a través de cursos de pedagogía o acreditar competencias docentes.
Una de las iniciativas que han logrado incidir
positivamente en el involucramiento de profesionales en la enseñanza es
"Enseña Chile" que, tomando como modelo una experiencia estadounidense,
ha conseguido reclutar hace ya varios años a cientos de egresados de las
mejores universidades nacionales para apoyar los procesos educativos en escuelas
vulnerables en cuatro Regiones del país, llegando a más de 20 mil estudiantes.
Con cuidadosa selección, capacitación y acompañamiento, y poniendo especial
acento en el trabajo del aula, estos profesionales fortalecen la enseñanza
disciplinaria, colaborando con las tareas docentes y constituyéndose en un gran
aporte tanto para los propios docentes como para los alumnos.
El enorme desafío de elevar el nivel de nuestro
sistema educacional depende decisivamente de sus profesores, por lo que toda
contribución que apoye esta tarea, especialmente en aquellas áreas donde se
requiere del dominio de conocimientos disciplinarios específicos como demandan
los programas de educación media, resulta de la máxima relevancia. Atraer a los
mejores a la enseñanza es una tarea urgente, pues de eso depende la calidad de
lo que se enseña en el aula.
Correspondencia destacada.
Señor Director:
Los métodos de la Reforma Agraria.
Como hija de un agricultor expropiado durante
la Reforma Agraria que tuvo lugar en Chile en los años 60 y principios de los
70, creo que ha quedado en segundo plano lo que a mi juicio constituye lo más
importante: los medios abusivos por los cuales ella se llevó a cabo.
En términos generales, la Reforma Agraria se
desarrolló mediante un verdadero despojo perpetrado por el Estado y del cual se
hizo víctimas a los agricultores expropiados, atropellando su derecho de
propiedad, su libertad de emprendimiento, su igualdad ante la ley y, peor aún,
la dignidad y paz con que ellos y sus familias tenían derecho a vivir.
Las expropiaciones fueron muchas veces una mera
formalización de la toma violenta de los campos, perpetrada impunemente por
personas que no tenían autorización Legal ni Judicial al efecto. Luego, en vez
de castigar tales tropelías como correspondería en un Estado de Derecho, las
autoridades procedían en la mayoría de los casos a la expropiación, fijando la
indemnización de forma por completo arbitraria, a un precio irrisoriamente
inferior al valor de la propiedad y pagadero hasta 20 o 30 años después, sin
reajuste.
La excusa a la cual se acudió fue la supuesta
explotación defectuosa de los predios expropiados por parte de sus dueños. Esta
excusa ha sido puesta en duda por distintos historiadores; pero incluso si
fuera verdadera en ciertos casos, ella no justificaría en modo alguno el
proceder abusivo con que se condujo el Estado. Ninguna consideración económica
puede legitimar la violación arbitraria de los derechos de las personas.
Como puede verse, la Reforma Agraria fue no
solo gravemente injusta respecto de los agricultores expropiados y sus
familias, sino que trajo consecuencias todavía más negativas para la sociedad
chilena en general, entre ellas la legitimación de medios ilegales para la
obtención de fines políticos, la instrumentalización arbitraria de las
instituciones Estatales, y el acrecentamiento gratuito del odio y la violencia
que empezaron a cundir cada vez más en la sociedad chilena.
Es de esperar que en época de conmemoraciones
históricas tomemos conciencia de esta grave violación a la dignidad y derechos
de los agricultores expropiados y sus familias, y que los actores involucrados
en la Reforma Agraria pidan perdón a la sociedad chilena por el enorme daño que
causaron.
Marta Vial Risopatrón.
Señor Director:
El mejor deportista chileno
Sin desacreditar los logros de nuestro tenista
Nicolás Massú, catalogarlo como el mejor deportista chileno de todos los
tiempos constituye un olvido de otros que también fueron considerados los
mejores en su disciplina.
Eduardo Yáñez Zabala, por ejemplo, fue
catalogado por el Comité Olímpico Internacional como el “mejor jinete del mundo
de todos los tiempos”. Elías Figueroa fue considerado cuatro años seguidos el
mejor defensa central del mundo y fue elegido por la Fifa como el 4º mejor
defensa de todos los tiempos. Alberto Larraguibel saltó 2,47 metros,
manteniendo ese récord imbatible 65 años después. Marcelo Ríos hizo llorar a un
país entero al convertirse en el primer sudamericano en ser el 1º del mundo en
el ATP. Y quién pensaría que el primer campeón mundial de nuestra historia lo
otorgaría un deporte como el tiro al blanco, con Juan Enrique Lira, en 1961.
Hay otros también dignos de recordar; Martín
Vargas, cuatro veces campeón sudamericano; Gabriel Donoso, considerado uno de
los mejores polistas de la historia; Sebastián Keitel, que por muchos años fue
el “blanco más rápido del mundo” (hoy es el francés Lemaitre), o Eliseo
Salazar. También Carlo de Gavardo, campeón mundial de Rally 2001 y 2002. Víctor
Contreras llevó el nombre de Chile a los más increíbles récords de la natación
en aguas abiertas y cruzó el Estrecho de Gibraltar y de Magallanes en tiempos
impresionantes. Sobran palabras para nuestro ajedrecista Iván Morovic, maestro
internacional, o para Marlene Ahrens, única medallista olímpica femenina de
nuestra historia. Todo esto, sin recurrir a lo más actual: Iván Zamorano,
Marcelo Salas, Tomás González, Fernando González y Cristián Bustos. ¿Quién de
todos ellos puede ser considerado el mejor deportista chileno de todos los
tiempos? Méritos les sobran a varios.
Daniel Canteros Rivas.
Condolencias: ha muerto un gran hombre.
A los 75 años de edad falleció el General ® Ernesto
Videla Cifuentes, que, además de una brillante carrera Militar, fue Subsecretario
de Relaciones Exteriores del Gobierno de las Fuerzas Armadas y de Orden que
encabezó el General Augusto Pinochet Ugarte.
El
fallecido uniformado jugó un papel clave en el proceso de mediación del Papa
Juan Pablo II con Argentina, durante el conflicto por el canal Beagle, proceso
que consignó en el libro "La desconocida historia de la mediación Papal",
en el que relató los detalles de la negociación.
Junto con desear que este gran hombre descanse
en paz, hacemos llegar a su familia, al Ejército y a sus amigos nuestras
condolencias, que son acompañadas por el dolor que provoca la partida de un
hombre excepcional que puso todo su esfuerzo en la defensa de los intereses de
nuestro país.