Ahora comienza todo,
por Patricio Dussaillant.
Comenzó la carrera de verdad. Las primarias
fueron un éxito de cara a su objetivo, más allá de comparaciones, sin sentido,
entre culturas sociopolíticas diferentes. El país cambió, pero todo indica que
tendremos segunda vuelta entre los candidatos de la Alianza y la Concertación y
que, nuevamente, la llegada será por nariz. Tan estrecha que, seriamente hoy
día, nadie puede darse por ganador.
Como sus adversarios no la embistieron, la
imagen de Bachelet se mantuvo inmaculada y el resultado de ayer lo confirma.
Pero en una campaña de verdad, sus propuestas contradictorias y vagas, su
discurso dubitativo y su desempeño pobre e impreciso en los debates, influirán
en bajarla del pedestal al terreno de una candidatura derrotable.
El escenario para Bachelet es muy complejo. Los
votos de Gómez y Orrego no bastan y será difícil conquistar los independientes
que votaron por Velasco, que no comparten el estilo de quienes la rodean. Nada
fácil, cuando los necesita a todos y los ninguneó tanto. Pero, además, debe
competir con ME-O y otros, cuyos votos necesitará en segunda vuelta. Como si no
fuera suficiente, tiene que negociar cupos y apoyos Parlamentarios (donde la DC
se juega su futuro) y, sobre todo, el contenido programático, en que sólo
coinciden en la autoflagelación por lo realizado en sus 20 años de Gobierno.
Por el contrario, Longueira -ratificando que es
mejor candidato-, deberá continuar conquistando a los independientes, esto es,
la mayoría que silenciosamente ha inclinado la balanza en las últimas tres elecciones.
Mayoría alejada de las disputas políticas y que quiere trabajar en un país que
le ofrezca una mejor y más justa calidad de vida a sus hijos. Por esta razón,
Longueira, manteniéndose fiel a su identidad y discurso dirigido a ese “centro
social”, tendrá que sumar el enfoque al centro político de Allamand.
La Alianza tiene una obligación de unidad para
proyectar el Gobierno, sin olvidar que el todo es más que la suma de sus partes
y que son partidos complementarios. La reconstrucción de la confianza mutua
será un reto y, por lo mismo, un desafío para sus liderazgos.
Enfrentar a Longueira será complicado para
Bachelet. Tendrá que pelear voto a voto con un candidato con mucha calle, con
experiencia y cercanía con el “Chile real”. Justo cuando ella intentaba
despolitizar su discurso tomando la idea de la gente como centro de la
política, tendrá al frente una trayectoria y no sólo un discurso; un candidato
con un auténtico enfoque social.
La Concertación, con una estrategia probada,
denunciará imaginarias “campañas del terror”, cuando se cuestionen sus
propuestas por populistas o se advierta sobre sus consecuencias. Asimismo,
dirán: “sabemos Gobernar”, pero sin asumir lo que hicieron, como ha sucedido
con el 27/F o el Transantiago, o majaderamente disculpándose con la falacia de
que “la derecha lo bloqueó”.
Se inicia una campaña que se prevé agresiva.
Todo indica que el ambiente se irá enardeciendo y algunos pretenderán modificar
el clima político con hechos de violencia, como las tomas y barricadas recientes,
buscando tal vez el “baño de sangre”, erradamente presagiado por Bachelet.
Buenas noticias para la democracia,
por Cristina Bitar.
Contra todo pronóstico, las primarias de ayer
convocaron a más de 3 millones de chilenos que fueron a elegir sus candidatos Presidenciales.
Más allá de cualquier consideración de candidatos, partidos o bloques, votó el
20 por ciento del padrón electoral, en circunstancias de que el domingo en la
mañana se especulaba que el 10 por ciento era un éxito de participación.
Podemos estar tranquilos porque Chile no es un país dominado por anarquistas ni
antisistema, seguimos siendo un país que busca cambios dentro de un marco de
moderación y dentro de las reglas del juego. Ayer, más de tres millones de
chilenos les mandaron un mensaje fuerte y claro a encapuchados y violentistas:
ellos no son el camino. A pesar de que aún es temprano para saberlo con
certeza, es de esperar que la campaña para marcar el voto con las letras AC
tampoco tuvo ningún éxito (además, considerando que el único candidato que
estaba abierto a esta vía obtuvo sólo el 5% de los votos de su coalición). Bien
por Chile.
El triunfo de Bachelet es arrollador, imposible
negarlo. Estuvo cerca del 75 por ciento de los votos, con más de un millón y
medio de sufragios a su favor. La gran pregunta ahora es cuál va a ser la
lectura que ella y su comando harán de este resultado. Claramente hay dos
opciones. Una es asumir que tiene libertad absoluta para elegir su camino y, si
así lo quiere, contradecir la regla de que después de la primaria los ganadores
se vienen al centro. Ella podría incluso profundizar sus propuestas de cambio,
tanto al modelo de desarrollo como a la institucionalidad y comportarse como el
que tiene un “cheque en blanco”. La otra posibilidad es, a partir del mismo
potencial electoral, usar ese respaldo como soporte para una propuesta más
moderada, asumiendo que la izquierda más radical de su pacto salió cuarta. En
definitiva, este resultado le entrega a ella toda la libertad para definir el
camino que prefiera, pues en su sector no tiene contrapeso alguno. Quizás la
única restricción que le queda es ponderar que, más allá del resultado que
obtuvo, la señal de fondo de ayer es de un país que prefiere cauces
institucionales, no de uno antisistémico.
Junto a Bachelet, el otro gran ganador de la
jornada de ayer es Pablo Longueira. Entró a la primaria a 60 días de la
elección, en una situación de crisis y demostró en la cancha que es, por lejos,
el líder más potente que tiene la centroderecha. No hay duda de que muchos ojos
estaban puestos en este resultado para hacer la evaluación final respecto de la
decisión del cambio de candidato.
En ese sentido, el triunfo de Longueira se
puede explicar por dos razones. Por un lado, él representó mejor el ideal de la
centroderecha, fue capaz de convocar a lo que él llama el “centro social” y se
mostró como una mejor continuidad del actual Gobierno. Por otro lado, la UDI se
mantiene como uno de los partidos políticos más influyentes y convocantes. No
es posible subestimar su rol y su efecto de aquí a noviembre. La estrategia de
unión del sector le va a permitir a Longueira sumar de manera mucho más fácil
los votos de Allamand a su favor, lo que no obsta que deba convencer a los
sectores más liberales de la derecha de que sus visiones también tendrán lugar
en la campaña.
Entonces, ¿quién ganará en noviembre? Aunque
pareciera que Bachelet es imbatible, aún queda que corra mucha agua bajo el puente.
Lo que sí sabemos es que Bachelet tiene una tarea mucho más simple que la de
Longueira. Su sector fue más eficiente que la Alianza en movilizar a votantes
en esta primaria, y eso es esencial en un sistema de voto voluntario. Lo que
ella necesita es no equivocarse de aquí a noviembre, de forma que su votación
se mantenga en los mismos niveles que tuvo en la primaria. Por el lado de
Longueira, la pelea es más compleja. Debe tener un discurso atractivo hacia los
huérfanos de Velasco y Orrego, asimismo que abrir su candidatura hacia el
centro ideológico y cultural. El mecanismo es claro, el triunfo de Piñera el
2009 se debió a su capacidad de apuntar al centro y de convocar a gente
independiente. Longueira con su carisma, con su discurso claro y con un triunfo
que hacia el final de la jornada de anoche fue estrecho, pero claro, demostró
por qué es el candidato que ha ganado todas las elecciones en que ha competido
y su gran desafío es construir una opción competitiva en noviembre. De lo único
que no hay duda es que tiene la fuerza y las ganas para hacerlo.
Las primarias y el centro político.
La exitosa inauguración del mecanismo de
elecciones primarias Presidenciales y su inesperada convocatoria a más de tres
millones de votantes no sólo sorprendieron sino que crearon hechos políticos
nuevos y entregaron elementos de juicio que poco a poco irán siendo analizados
e influyendo en las estrategias de aquí a noviembre y hasta en la misma
institucionalidad. Un aspecto que resulta relevante es el de la situación en
que queda el centro político, cuya conquista se supone determinante para la
próxima elección –como lo fue en la anterior– y suele ser el objetivo de la
etapa que ahora comienza y que sigue a la fidelización del propio sector y a
posiciones tan definidas como las que representan los triunfadores de ayer,
Michelle Bachelet y Pablo Longueira.
En efecto, a lo menos en el pacto de la Nueva
Mayoría (olvidado ya el nombre de la Concertación) los votos centristas de
Orrego y Velasco suman apenas el 21.87% frente al 78.11% de Bachelet y Gómez, y
en la Alianza, si bien con resultado muy estrecho, parece claro que, más allá
de la meta del “centro social” de Longueira que pretende superar los esquemas
tradicionales, la apertura centrista de Andrés Allamand sucumbió ante la
entusiasta arremetida y la solidez partidaria de la UDI. Sin embargo, tanto
este último candidato como los dos primeros de la centroizquierda (y en el caso
de Andrés Velasco con notable acogida en la elite académica y profesional, y
quizás restando adherentes a los otros dos) se aprecia la existencia de
valiosos sectores de centro contrarios a toda polarización que buscan un
referente que los exprese y que podrían condicionar la decisión de noviembre.
Entre las víctimas de lo ocurrido, la peor
parte la lleva el candidato de la Democracia Cristiana y su partido, que hoy
vive tal vez la crisis más profunda de su historia y una seria dificultad para
contrarrestar el peso del comunismo en la campaña Presidencial (y probablemente
en la Parlamentaria) e influir en su contenido programático. A la centroderecha
no le será fácil recuperarse del impacto de haber logrado sólo un cuarto de la
votación de las primarias y sólo la ayudarán una labor unitaria que sume a
Renovación Nacional (en lo que la actitud de Allamand y el trabajo de su Presidente,
Carlos Larraín, pueden ayudar), pero sobre todo un énfasis de Longueira hacia
el electorado centrista que al mismo tiempo destaque sus valores propios y
justifique la labor y la proyección del actual Gobierno, ante una campaña
ideologizada con eventuales ofertas populistas y exacerbación de las
expectativas sociales.
Por otra parte, vale la pena observar el
desmentido de las primarias a la tendencia al ausentismo y, también, a los
grupos extra sistema que rechazan la vía institucional y la democracia
representativa, prefiriendo hacer política desde las barricadas. La masiva
concurrencia a las urnas ratifica que los ciudadanos quieren que los cambios se
realicen dentro del estado de derecho.
La postura del timonel de la DC, Ignacio
Walker, de plantear un pacto de Gobernabilidad con el PC va en esa dirección.
Por lo mismo, si bien el masivo y al parecer inamovible respaldo popular a la
persona de Michelle Bachelet es la noticia más obvia de esta votación, la etapa
electoral que comienza hoy le abre desafíos que provienen en buena medida de
las contradicciones internas de la Nueva Mayoría que ayer quedaron nuevamente
en evidencia y serán materia del debate que ahora comienza.
A su vez, la Alianza tiene el desafío de
remontar en su capacidad de atraer votantes, para lo cual tendrá que dar
señales creíbles de unidad, materia en la que ha tenido un pobre desempeño.
Signos de las primarias.
Los resultados del domingo muestran que la
clase política enfrentó esta elección sin atisbar realmente al nuevo electorado
chileno que emerge de la inscripción automática y el voto voluntario, y así, en
general, estimó que votaría en torno al 10% del actual padrón, esto es, 1,3
millones de electores, aproximadamente. En realidad, votaron 3 millones, más
del doble de lo que se esperaba. La primera primaria oficial fue, pues, un gran
éxito cívico, con un irrelevante porcentaje de votos nulos (1,53%) y blancos
(0,57%).
El acto mostró sustancialmente menos
deficiencias que cuanto cabía temer, y vocales y votantes se desenvolvieron, en
general, admirablemente, denotando una rápida adaptación al nuevo sistema. Esto
confirma el capital cívico con que cuenta Chile, siendo, además, de recordar
que en ningún país del mundo las primarias concitan votaciones más
representativas -ni aun en EE.UU.-.
Esta pacífica expresión popular mediante el
voto marca un contraste notorio con el clima de violencia callejera que se ha
vivido en días recientes con motivo de las marchas y tomas estudiantiles, lo
cual habla con elocuencia de que la gran mayoría ciudadana no se siente representada
por los grupos extremistas y antisistémicos que campean en las manifestaciones
de fuerza vandálica.
Como se preveía, Bachelet obtuvo con holgada
mayoría la candidatura de su pacto, y su 73,05% marca un nivel intermedio entre
el máximo de 80% o más que anticipaban algunos pronósticos, y el piso de 70%,
por debajo del cual su posición habría revelado un deterioro respecto del grado
de apoyo por el cual se la llamó a ser candidata. Esto significa que un
porcentaje muy importante está motivado por ella y se moviliza, aunque no medie
una gran organización de sus partidos. Es un voto de opinión pública. Así, y
sin perjuicio de cuanto hayan logrado movilizar el PS, el PPD y el PC, Bachelet
recogió ocho veces la votación del PDC, que fue el eje de la Concertación en
los Gobiernos de Aylwin y Lagos. Cabe observar que obtiene mejores resultados
(en torno a 10% de ventaja) en regiones (más específicamente en zonas rurales)
que en Santiago y las grandes ciudades, lo que sugiere que la izquierda tiene
acceso a un voto más popular que al voto más informado.
El desconocimiento del actual electorado real
también se evidencia en la centroderecha, que anticipaba como gran logro si
convocaba a 500 mil votantes, pero acudieron casi 805 mil en su favor, aunque
muy insuficientes, sin duda, para asegurar desde ya una lucha equilibrada como
ha sido la historia de todas las últimas confrontaciones Presidenciales.
Con el triunfo de Longueira, la centroderecha
culmina una campaña muy accidentada, en la que cambió a uno de los candidatos
60 días antes de la votación. La UDI, el mayor partido nacional, se impuso por
alrededor de 3 puntos al candidato de RN, lo cual muestra, también aquí, que en
este nivel la fuerza partidista no resulta determinante del voto de opinión pública.
Y pone de manifiesto, asimismo, la penetración que puede lograrse en todo tipo
de electorados si a ello se destina trabajo y perseverancia, una vez acreditada
la unidad que se manifestó casi ejemplarmente en la última fase de la campaña.
Allamand, que alcanza casi la mitad de la
votación de su pacto, y mejora el porcentaje de RN, sigue siendo un líder obvio
en su partido, que indiscutiblemente tiene la representatividad y capacidad
para ser decisivo, endosando sus fuerzas al candidato de la Alianza y asumiendo
un papel genuino en su campaña.
Un factor clave en la centroderecha será una
renegociación inteligente de las listas Parlamentarias, para poder hacer frente
en el Congreso a las propuestas de cheque en blanco institucional y económico
que propone la candidatura Bachelet. La votación de ayer advierte que no pocas
figuras consideradas para candidaturas Parlamentarias no movilizaron a su
presunto electorado, por no tener la envergadura que demanda el nuevo voto de
opinión pública. Urge renovar la gama de figuras que la UDI y RN ofrecen al
electorado, ya que es ostensible que muchos Parlamentarios del pacto tienen
votación local suficiente para mantener sus sillones, pero no logran
penetración en electorados más amplios como los que requiere un gran proyecto
nacional, y Longueira necesita de ello para derrotar a Bachelet.
En el pacto que ahora encabeza Bachelet, el
concepto de "Nueva Mayoría" ha prendido en la izquierda, pero es
revelador que el precandidato Orrego, en su discurso de reconocimiento del
triunfo de aquella, se refiriera a la antigua "Concertación". Parece
esto denotar que no asimila al P. Comunista. El tercer lugar de Orrego, con
algo menos del 9% de los votos, es un golpe durísimo para la DC, que revierte
aquí su repunte en las Municipales, y obtiene la peor cifra nacional desde su
creación en 1957. Sin duda necesita vitalmente asumir su propia identidad, que
no ha sabido afirmar frente a la izquierda. Si continúa negociando personas
para un eventual Gobierno de Bachelet, no estará convocando a un electorado hoy
voluble y ya sin "religión partidista". Si las diferencias
conceptuales y valóricas que Orrego planteó no son efectivamente recogidas por
el programa de Nueva Mayoría, ciertamente eso no se corregiría por algunos
cargos más o menos en un eventual Gobierno de esta. En todo caso, enfrentará la
dificultad adicional de que, ante el resultado de ayer, Bachelet no necesita
desplazarse hacia el centro, y estará fuertemente presionada a no hacerlo por
la tríada PC-PS-PPD. Y Bachelet, con su carisma, más el PC (altamente
organizado y sin aceptación de los límites institucionales) y más Gómez,
prácticamente disminuyen sensiblemente la importancia de aquel centro que era
connatural a la Concertación, y su sello de Gobernabilidad amplia. Un
desequilibrio aun más perceptible a este respecto podría beneficiar la votación
Presidencial de la centroderecha.
Gómez encarna a un Partido Radical que no
perdió votación significativa con su apuesta por una izquierda más incisiva que
Bachelet.
La gran sorpresa de la elección fue Andrés
Velasco, con 13%, y que si bien apoyará en lo personal a Bachelet, no
participaría en un eventual Gobierno suyo, manteniéndose en un trabajo
ciudadano. Esto trasunta que sabe que parte de su votación corresponde
parcialmente a gente difícil de integrar al pacto de la Nueva Mayoría. Su buena
marca electoral se enaltece por cuanto se logró sin respaldo alguno de Parlamentarios,
Alcaldes y Concejales: una alerta más que significativa para los partidos.
Ahora bien, por decidoras que sin duda sean
estas primarias, no son en absoluto una fotografía de los resultados de
noviembre, porque solo votó el 22,5% del padrón (normalmente en las Presidenciales
vota en torno a los dos tercios o más). Además, las cifras de ayer muestran una
relación precisa con el número de partidos que se enfrentaron en cada pacto (4
y 2) y con el número de militantes de uno otro (450 mil y 150 mil,
gruesamente).
En todo caso, la gran masa ciudadana se moverá
por aquellas propuestas que los candidatos definitivos plantearán desde ahora.
Y a ese respecto, la derecha tiene mucho menos diferencias entre sí en materia
de programas y mayor unidad estructural. Cabe prever que su candidato alcance
muy pronto un nivel próximo al histórico duro de la Alianza, y desde allí
buscará crecer, llamando a la opinión pública que esta vez no votó.
Por cierto, en la etapa que ahora se abre
incidirá el efecto de otros candidatos -Enríquez-Ominami, Parisi y demás que
eventualmente puedan llegar inscribirse el 17 de agosto-. Dado esto, el
panorama de hoy, que insinúa un eventual triunfo de Bachelet en primera vuelta,
es, con todo, una impresión modificable. Ricardo Lagos, por ejemplo, derrotó
con la misma amplitud en sus primarias al candidato DC, y después tuvo las
mayores dificultades para vencer al entonces candidato de la Alianza, Joaquín
Lavín.
Enfoques Internacionales,
sucia batalla Judicial.
En primer lugar, su batalla por la reforma Judicial
parece estar perdida, al menos en cuanto a lo que llama "democratización
de la Justicia". Tampoco le ha resultado fácil mantener unido a su Frente
para la Victoria, después de que una de sus principales cartas, el Alcalde de
Tigre, Sergio Massa, decidió levantar una lista propia, separada del
oficialismo. Y en el frente económico, la semana pasada tuvo un duro fracaso al
no conseguir que la española Repsol aceptara las condiciones de indemnización
por la Estatización de la petrolera YPF, arreglo imprescindible si Argentina
quiere recibir inversión extranjera para explotar su riqueza de hidrocarburos.
En ninguno de estos ámbitos se ha dado por vencida.
Cristina juega fuerte.
En su blog personal ataca abiertamente a los Magistrados,
sin miramientos por la independencia del Poder Judicial. Y la semana pasada no
pudo desmentir algo que estaba en el aire: que el Gobierno estaría detrás de
una investigación tributaria al Presidente de la Corte Suprema y sus hijos. Si
bien informalmente el ente impositivo (AFIP) lo desvirtuó, el Juez supremo
exigió que se aclarara el asunto, que a todas luces parece una represalia por
haber declarado la Inconstitucionalidad de la elección popular de una parte de
los miembros del Consejo de la Magistratura (que designa y califica Jueces), o
una amenaza en vista de varias causas de mucho impacto político que deben
resolverse en el más alto Tribunal.
El analista político Joaquín Morales Solá ha
dicho que, en el caso del Magistrado supremo, "el Gobierno exterioriza la
decisión política de no reconocer ningún límite institucional... La presión por
la fuerza o por la intimidación ha sido siempre el último recurso de los que
carecen de razón".
Todo vale para ganar elecciones
Ante la grave crisis política y social que vive
Argentina, las elecciones de octubre son un hito que marcará un antes y un
después del Gobierno kirchnerista. Para la oposición será el momento decisivo,
en el que tiene que mostrar unidad y capacidad de movilización de electores,
tanto para lograr un Congreso que frene y enmarque al Gobierno dentro de la
Constitución como para definir su futuro con miras a las Presidenciales de
2015.
La Presidente considera que los comicios son de
"importancia capital", y ha dicho que necesita en el Congreso
"hombres y mujeres que comprendan las necesidades de un mundo más complejo
y hostil". Se adelanta a la reacción de los más variados sectores ante sus
políticas arbitrarias y a veces francamente agresivas. Quizás por eso, se ha
lanzado personalmente a dirigir la campaña apenas se conformaron las listas
definitivas, y arroja sus dardos especialmente contra los candidatos, como
Massa, que han desafiado su liderazgo. Es la primera vez desde 2003 que no hay
un Kirchner en la lista de candidatos, pero ella ha asumido como una suerte de
generalísima, que no escatimará recursos para impedir un triunfo opositor.
Correspondencia para la meditación.
Señor Director:
DC.
Al oir en la noche del domingo a Ignacio Walker, Presidente
de la DC, me quedó nuevamente claro por qué sacaron tan pocos votos. Cuando un
periodista le citó sus dichos de octubre del 2012, en que decía que ellos no
irían en un pacto con los comunistas, él contestó: “Cada día tiene su afán”. Y
cuándo le preguntaron qué haría la DC en un Gobierno de la Nueva Mayoría con el
PC, contestó: “Nos acomodaremos”. Siguen siendo los mismos, acomodaticios, sin
ideales ni valores definidos.
Magdalena García V.
Señor Director:
Primarias Presidenciales.
Ahora que las elecciones primarias se han
oficializado, queda al descubierto la tendencia política de las personas que
concurren a las urnas a cumplir con esta obligación personal, ya que no legal.
En efecto, al presentarse a la mesa que le ha
correspondido, se le ha entregado una
papeleta de acuerdo a su tendencia política, materializada en una inscripción
en un partido político, salvo los independientes, a los cuales se les entrega
una papeleta con toda la gama de posibilidades de voto.
Ya se ha visto, y yo he sabido, de muchas
personas que no están de acuerdo en que se haga pública su tendencia política,
y por ello no fueron a sufragar en estas primarias.
Creo que la Ley debe ser cambiada y, a todos,
debe entregarse una papeleta que contenga, en este caso particular, el total de
nombres que se someten a escrutinio en las primarias. Con ello se preserva el
verdadero secreto del voto.
Héctor Luis Celedón Nohra, Abogado.
Pueblos bien informados
difícilmente son engañados
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