Ministro Mañalich no se
retracta de haber acusado a algunos Diputados de haber
cedido ante el lobby de
la industria farmacéutica, el Presidente Piñera apoyó al
Secretario de Estado y anunció
que el Gobierno insistirá en la necesidad de ampliar
la competencia en la
venta de fármacos.
Tormentas eléctricas e
intensas lluvias marcaron las últimas horas en la II y III
Regiones, la Oficina
Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior (Onemi)
había decretado
"alerta amarilla" y anunciado que se presentarían fuertes
precipitaciones y
nevadas en la zona.
Ministro de Salud decretó
alerta sanitaria en Temuco y Padre Las Casas, Jaime
Mañalich destacó los
alcances de la medida para enfrentar la contaminación
ambiental en esa zona y
dijo que estará vigente hasta el 31 de agosto.
José Piñera, el principal
ideólogo del actual sistema de pensiones, afirmó que la
pensión de los
jubilados en Chile ´´depende del esfuerzo que hicieron en su vida´´
y afirmó que la
creación de las AFP es una de las principales causas del
crecimiento económico
del país.
El Manchester City de
Pellegrini es el club que paga los mejores sueldos, un estudio
de la revista
estadounidense Sporting Intelligence y de ESPN reveló que el cuadro
inglés desplazó en el
ranking al Barcelona, Real Madrid y los equipos de la NBA.
España, Italia, Francia
y Alemania se movilizan para luchar contra el desempleo juvenil,
según as últimas
estadísticas de Eurostat, de los 26,5 millones de desempleados en abril
en la Unión Europea,
5,6 millones era menores de 25 años.
China propone que la
ONU investigue el uso de armas químicas en Siria, la portavoz del
Ministerio de Asuntos
Exteriores chino, Hua Chunying, propuso una investigación que sea
‘objetiva, justa y de
acuerdo con las regulaciones del Consejo de Seguridad’.
Francia plantea
reformar sistema de pensiones por tercera vez en los últimos 20 años, los
expertos recomiendan
modificar los criterios de cálculo de las pensiones del sector público
y cambiar sus privilegios frente a los
trabajadores privados.
El prestigio de Chile a la guillotina,
por Rafael Rincón -
Urdaneta Z.
“El mundo conoce
mis actos más vituperables, y puedo afirmar que soy mejor de lo que predica la
fama”
Mary I of Scotland en Maria Stuart de Friedrich von Schiller
Si en Chile estamos cruzando el umbral del
desarrollo, no ha sido por suerte ni por intervención celestial. Ha sido
gracias a nuestro modelo económico y político, injusta e imprudentemente
maltratado por políticos, intelectuales y periodistas. También gracias a la
positiva imagen que tenemos entre Gobiernos, inversionistas y socios, así como
en la opinión pública extranjera en general. Solo el incomprensible fatalismo
nos oculta nuestro propio prestigio, el de un país serio, estable, libre y
próspero, regido por la cordura y la responsabilidad.
Sin embargo, semanas atrás, la revista británica
The Economist, a propósito de la destitución de Harald Beyer de su cargo como
Ministro de Educación, asoció a Chile a las peores prácticas políticas y
concluyó que “los chilenos merecen algo mejor de sus Legisladores, y ellos lo
saben”. Para el buen nombre de un país hasta ahora visto como un ejemplar y
excepcional caso de éxito en una región de abundantes fracasos, semejante
referencia, fea pero no del todo injusta, ha sido muy dañina. Lo peor es que
este evento no es más que uno entre los varios que están corroyendo las buenas
percepciones de Chile en el mundo.
Uno de los más seductores atractivos del país ha
sido el consenso que se logró en torno a lo que queremos ser y a cómo queremos
llegar a serlo. Pero hoy, sectores de la izquierda han embestido retórica y
rabiosamente contra los pilares del desarrollo y contra nuestra reputación.
Salvo pocas individualidades, incluso la centroizquierda de la Concertación, en
otros tiempos moderada y moderna, parece sumarse irreflexivamente a la crítica
y mirar con satisfacción, o cuando menos con sospechosa condescendencia, el
espectáculo de violencia y destrozos que pone a la capital y a otras ciudades
en estado de sitio cada vez que el entusiasmo radical sale a la calle.
Con una crispación inquietante, se ha llamado a
derribar el sistema político y económico —el que una vez administró parte de la
izquierda con razonable responsabilidad— con el peligroso método de la asamblea
constituyente y la convocatoria de una “nueva mayoría”. Un importante asesor
constitucional de la candidata y ex Presidente Michelle Bachelet, académico de
una prestigiosa universidad privada muy lejana del discurso altisonante, ha
dicho que la “tramposa” Constitución Política debe ser cambiada “por las buenas
o por las malas”. De hecho, la propia Concertación, en busca de la “nueva
mayoría social”, se ha hermanado con el Partido Comunista, creyendo que mudando
su residencia a coordenadas más radicales deberá forjar su nueva identidad y,
por lo visto, convencida de que allí están las claves del Chile de mañana.
Cambiar nuestra estrategia de desarrollo y la
Constitución Política, por cierto ya reformada por el entonces Presidente
Ricardo Lagos en 2005, no es un experimento de ocio como parecen pensar quienes
juegan a la revolución y se sienten en la Cuba de 1959, creyendo que en La
Moneda está Fulgencio Batista. Y la legitimidad de las acciones, decisiones e
instituciones políticas no nace del circunstancial “clamor popular” ni del
carisma de algún líder, despreciando los resultados y el racional equilibrio
entre fines y medios. Esta no es la actitud del país serio que somos y que,
presumo, queremos seguir siendo. No es así la vida de una sociedad abierta y
próspera de individuos libres y responsables. Es, por el contrario, la de
aquellas que se han arruinado por la furia populista, la arrogante violencia
revolucionaria y la actitud de “nueva mayoría” aplastante que se comporta como
llamada a pasar por el filo de la guillotina a los “enemigos del pueblo”. No
son el juego de suma cero ni el “estás conmigo o contra mí” las lógicas propias
del país que aspiramos, pero sí las del que podemos ser si nos dejamos llevar por
los arrebatos suicidas que llaman a hacer saltar en pedazos lo construido,
comprometiendo seriamente el legado de nuestra generación.
El Ministro de Hacienda, Felipe Larraín, advirtió
recientemente que las propuestas radicales de la sociedad Concertación-Partido
Comunista “ya han provocado efectos negativos sobre la inversión” porque esta
“responde a señales, no responde solo al dinamismo de la economía”. No sería
extraño y, probablemente, no exagera. Los últimos tiempos han sido desastrosos
para quienes trabajan por llevar a Chile al primer mundo y por proyectar una
imagen positiva.
A Chile le va bien y le irá mejor gracias a su
institucionalidad, a su transparencia y a las políticas económicas de libre
mercado que han puesto a esta larga y angosta franja de tierra ad portas del
desarrollo. Pero la mala fama nos puede costar carísimo mañana mismo y
contribuir a convertirnos en un penoso caso de desarrollo frustrado. Que la
pluma de Schiller, como en Maria Stuart, no escriba nuestro lamento.
Diálogo con un amigo homosexual,
por Juan de Dios Vial.
A propósito de unas discrepancias valóricas acerca
del matrimonio y la homosexualidad que se escucharon en el reciente debate de
la llamada Nueva Mayoría, recuerdo una antigua conversación con un amigo.
No entiendo bien -le dije- por qué una persona como
tú, tan educada y culta, tan respetuosa de normas diversas como las de la
cortesía y las buenas costumbres, sienta la necesidad de que algo que ha sido
mirado tantas veces como indebido y pecaminoso, repentinamente, merezca la
consideración que la institución civil del matrimonio ha merecido en las más
diversas civilizaciones y en las religiones superiores que la humanidad ha
profesado.
Universalmente ha sido entendida esta realidad
biológica y social como el encuentro entre un hombre y una mujer movido por el
amor, cuyo fruto natural es un hijo. Ha sido así por nada que resulte meramente
convencional o circunstancial, sino por un hecho bien visible y patente: esta
ahí -en ese encuentro personal y en esa institución- la fuente de la vida
humana.
Entiendo perfectamente que pueda darse una rica y
fina relación de la índole del amor entre seres del mismo sexo como la que
existe entre un padre y un hijo, entre dos hermanos, entre miembros de una
comunidad religiosa, entre personas que participan de una misma afición,
vocación o estilo de vida. La noble virtud de la amistad ahí está presente como
una de las mejores cosas de la vida, decía Aristóteles.
Pero tan pronto entra en una relación de ese tipo
un ingrediente sexual dominante, el asunto se enturbia. Se convierte en
inquietante motivo de angustia y desconcierto al interior de la conciencia
individual y se ve cruelmente descalificado a título de desorden contra la
naturaleza de las cosas, de anomalía, de pecado.
También entiendo que estos juicios descalificadores
pueden impugnarse en un plano moral más alto, donde imperan principios como la
libertad humana y el afecto hacia otro que sufre. Esas descalificaciones
podrán, entonces, considerarse visiones del mundo añejas. Se les opondrá el
legítimo derecho que tiene una persona a decir: no tengo por qué atenerme a la
noción de pecado de una fe que no profeso. Ni tampoco a creencias de personas
ignorantes. Tengo derecho a tomar el tren del progreso; a admitir experiencias
nuevas e innovadoras; a reconocer rupturas que sobrevienen por un dinamismo de
cambio al interior de la sociedad, que arrollan y se abren paso, a veces,
brutalmente. Mas en el núcleo del problema podrá decirse: yo cifro mi propia
autonomía y el valor que atribuyo a mi existencia justo en mi capacidad de
adoptar estas decisiones que estarían en la dirección de lo que me parece ser
la justicia y el progreso.
Mucho temo que al pensar así se esté cogiendo el
rábano por las hojas. Es preciso llegar a las raíces del asunto. Como en todo
verdadero diálogo, es necesario aclarar el terreno de la disputa. Ponerse de
acuerdo en lo que se está en desacuerdo y hasta qué punto es válido estarlo.
¿Qué razones hay para reclamar la figura del matrimonio
-institución común de la sociedad civil en diversas civilizaciones y sacramento
de diversas religiones superiores- para un tipo de relación sexual entre seres
del mismo sexo? ¿Por qué quitarle al matrimonio el rasgo que por esencia se le
reconoce en sociedades, culturas y religiones diversas, para entrometer en su
concepto una práctica que lo contradice?
Por supuesto, es posible y conveniente lograr una
mejor comprensión del antiguo y constante fenómeno de la homosexualidad. Puede
ganarse una consideración ética y cultural más justa, más delicada, más
comprensiva. No precisamente por la vía de grupos de presión que enarbolan
recursos del lobby y la publicidad comercial machacando slogans sentimentales,
manipulando opiniones y mayorías de circunstancia. Argumentos, por otra parte,
que pueden resultar tanto o más ofensivos que aquellos que los homosexuales
padecen.
¿Qué ocurre al reclamar el nombre de
"matrimonio" para la relación homosexual? Desde luego, hay un
reconocimiento claro del valor que se atribuye a la institución. De lo
contrario, no se aspiraría a ella. Y no cabe semejante aspiración sino sobre la
base de identificarse con ella. Pero, ¿cómo se alcanza tal identidad?
En una carrera de velocidad, dos personas
parecieran estar haciendo las mismas cosas, pero uno tarda un segundo y medio
más en llegar a la meta. Ese aparente detalle lo distingue fundamentalmente del
otro. No es que se lo discrimine, sino que lo que hizo fue distinto. El detalle
esencial del matrimonio no lo alcanza el homosexual. Lo suyo no es un
matrimonio, es algo distinto.
A los estudiantes de derecho se los iniciaba en mis
tiempos con algunos axiomas como aquel que dice que las cosas no son por lo que
se dice de ellas, sino por lo que efectivamente son. Si se tiene una idea clara
de lo que es el matrimonio, de su significado real y de su valor, y por esto se
aspira a contraerlo, no pretenda usted diseñarlo a su antojo.
Críticas dentro de la Iglesia,
por Luis Eugenio Silva.
La controversia suscitada acerca de la Iglesia, a propósito de críticas
recibidas, ha desencadenado reacciones en pro y en contra. Como profesor de
historia de la Iglesia y la Edad Media —período respecto del cual más se ha
criticado a la primera— he revisado lo que llamo críticas «desde dentro», que,
en vez de atacarla sin piedad por sus defectos, han hecho una obra
constructiva, iniciando movimientos que reafirmaron a la Iglesia y que no
quisieron escandalizar, sino que estimular sus genuinos valores.
Cuando el monacato se había desdibujado y la exigencia de la regla era
escasa, San Benito de Aniano, en el siglo IX, lo reforma. Ello se hizo desde dentro
de la Iglesia, en un momento en que los poderes laicos se adueñaban de los
monasterios. Produjo un enorme fruto espiritual y cultural, pudiendo decirse
que fundó la cultura del Occidente.
También en la esfera monástica, San Bernardo, en el siglo XII, recrea,
desde dentro del benedictinos, el movimiento del Císter —aunque él no lo
fundó—, donde la pobreza y el rigor de una vida evangélica eran un modelo a
imitar por las otras órdenes y por una sociedad donde el materialismo se había
apoderado en parte de los religiosos. San Francisco de Asís, en el siglo XIII,
en un momento en que el poder del Papado era enorme y las riquezas de la
Iglesia también, muestra que el camino de la pobreza y de la humildad era lo
que correspondía. Nunca tuvo una palabra de desprecio para el sacerdocio, ni
menos para el poderoso Papa Inocencio III, al que le pidió que aprobara su
movimiento. Su ideal sirvió, como el de Santo Domingo de Guzmán y de otros
grandes fundadores, para renovar a la Iglesia y abrir a los laicos nuevos derroteros
espirituales de enorme trascendencia.
Raimundo Llulio, en el siglo XIV, indica que el sistema de conversión a
los infieles ha de hacerse predicando y conociendo sus lenguas y culturas, para
lo cual, indicaba en un Concilio, se debían aprender las lenguas árabe y
hebrea. Era un período en que la Iglesia sufría los inicios de un tremendo
cisma, que la llevó a tener tres papas. Y la crítica se hizo desde dentro.
Durante el período de los Papas renacentistas, más señores temporales que
pastores algunos de ellos, surgen los movimientos de auxilio a los más
necesitados: Montes de Piedad, cofradías que enterraban a los pobres y otras
que recogían a los huérfanos y a las mujeres que caían en la prostitución. Y
ello se hizo calladamente, sin descalificar públicamente a los señores Papas.
San Ignacio de Loyola, el fundador de los jesuitas, al iniciar la Orden, la
pone bajo la autoridad del Papa, con un voto especial de obediencia a él... e
Ignacio bien conocía a Paulo III, Farnecio, y cómo había conseguido el capelo
cardenalicio. Pero su crítica consistió en estimular los carismas de la Iglesia
a pesar de sus defectos. Dio mucho fruto.
Pasamos al siglo XIX, y vemos cómo laicos como el conde de Mund y otros,
en diversas partes de Europa, advierten sobre las formas miserables de vida de
los pobres y llaman a mejorarlas convocando reuniones y congresos. Con ello se
adelantaron al nacimiento de la doctrina social de la Iglesia, con la encíclica
Rerum Novarum, de León XIII. San Juan Bosco
impulsa, en un momento en que el pontificado defendía su estado temporal, la
educación y el cuidado de los niños con sus escuelas y oratorios. No condena a
los Papas preocupados de otros asuntos. Y, en el siglo XX, la beata Teresa de
Calcuta y en Chile San Alberto Hurtado desarrollaron, desde dentro de la
Iglesia, una inmensa obra de solidaridad con los más pobres entre los pobres,
sin criticar acerbamente a la jerarquía y aun sufriendo incomprensión de parte
de algunos Obispos por mostrar un camino que no era entendido por todos.
Podemos criticar a la Iglesia, pero como lo hace un hijo: con amor y
esperanza, desde su interior, sin ponernos al frente como un Savonarola
condenador y descalificador. No se debe olvidar que, así como existe la
comunión de los santos y sus gracias nos llegan a todos, existe también una
comunión de las faltas y pecados, y que todos contribuimos a ambas. La Iglesia
es y será santa y pecadora, y lo que deben hacer sus miembros es aumentar los
niveles de santidad con las buenas y justas obras que surgen de la fe en
Jesucristo. Esta inspira a los creyentes y a la humanidad entera para entender
que la perfección ha de estar en tratar de tener una vida recta, justa y
caritativa con todos.
Lo que dejan los debates.
Uno de los escasos momentos de confrontación en el
debate de la centroderecha, anoche por TV, fue cuando Pablo Longueira le
enrostró a Andrés Allamand los acercamientos de RN con la DC para reformar el
sistema electoral. Que un punto como ése haya sido de los pocos que pudo
inyectar algo de tensión al espacio, bien resume lo que está en juego en la
primaria oficialista: no una diferencia de contenidos, sino una cuestión de
estrategias y estilos personificados en las figuras de ambos. Porque, al revés
de lo que ocurre en la oposición —donde nadie duda del favoritismo de Michelle
Bachelet y la verdadera discusión es en torno a su línea programática—, en la
centroderecha la plataforma parece clara (en buenas cuentas, la continuidad de
las políticas de la administración Piñera) y lo que está en suspenso es a quién
su electorado estimará como mejor carta para enfrentar a la ex Presidente.
El ganador. Con la disputa reducida en buena medida a una
comparación entre las habilidades comunicativas de Allamand y Longueira (donde
destaca la capacidad argumentativa del primero, versus el tono más pasional,
pero también más desordenado, del segundo), el verdadero ganador del debate
oficialista fue el Presidente Sebastián Piñera. Ambos contendores se
presentaron como férreos defensores de su obra y discurso: apoyo decidido al
modelo económico, si bien asumiendo la necesidad de correcciones para enfrentar
los abusos. Nada distinto del «relato» que en la práctica ha ido construyendo
este Gobierno, en contraste con el tono flagelante que ha hecho suyo buena
parte de la oposición. Es sintomático que, el mismo día del debate, Longueira
haya lanzado abundante propaganda con la imagen suya junto a Piñera, y que la
mayor controversia vivida esta semana por el sector (suscitada por el anuncio
de la Ministro vocera de que votará por Allamand en la primaria) tenga que ver,
en el fondo, con el rol del Ejecutivo de aquí al 30 de junio: uno y otro
comando estiman que el Gobierno y la propia figura Presidencial constituyen hoy
un activo. Ello aparece vinculado con el fortalecimiento de la administración
en las encuestas: el 40% que le otorgó la última CEP no es una cifra
extraordinaria ni garantiza mayorías, pero sí constituye un piso insustituible
para quien quiera emprender una aventura Presidencial. Como hacían notar anoche
distintos analistas, el grado de ordenamiento mostrado por los dos candidatos
hubiera sido casi inimaginable en aquellos días en que los índices del Gobierno
apenas superaban los 20 puntos de respaldo.
DC como objetivo. Si, aparte de un discurso de centroderecha sin
complejos, otra cosa se vio en el debate oficialista fueron gestos hacia la DC.
Andrés Allamand fue explícito, defendiendo el diálogo entre su partido y la
Democracia Cristiana, pero también citando a Patricio Aylwin y advirtiendo
contra una coalición opositora que, al radicalizar sus propuestas, estaría
“expulsando al centro”. Longueira insistió en su concepto del centro social
(con el que parece apuntar a sectores poco politizados que demandan alivio a
sus problemas y al mismo tiempo valoran la moderación), pero además, en su
reiterado rechazo al aborto y el matrimonio homosexual (temas de coincidencia
con Allamand), utilizó un estilo argumentativo sugerentemente parecido al del
DC Claudio Orrego, con énfasis en la idea de tolerancia.
Muerte sin funeral. En la oposición, uno de los aspectos menos
comentados pero más significativos del debate del lunes entre sus candidatos
fue su presentación: se trató del foro entre los postulantes de la «Nueva
Mayoría». En realidad se trata del nombre con que el pacto opositor se
inscribió para las primarias, pero que ahora —como sello identificatorio de los
Presidenciables del sector— desplaza al término «Concertación». Es curioso que,
luego de todas las polémicas del año pasado sobre dar muerte o no a esta
última, la paulatina desaparición de la palabra pase casi desapercibida. El
punto no es sólo una cuestión lingüística: «Nueva Mayoría» significa
incorporación del PC, otros grupos menores de la izquierda y, eventualmente,
movimientos sociales, y la ex Presidente Bachelet ha hecho suyo el concepto
desde el momento en que arribó a Chile. El tema cuestiona a la DC, que empieza
a ser en los hechos partícipe de un pacto donde la izquierda es más fuerte que
en la antigua Concertación. Frente a ello, los diagnósticos y estrategias
falangistas difieren: si su candidato Orrego defiende el perfil de centro del
partido y se resiste a formar una coalición de Gobierno que incluya a los
comunistas, la disidencia empieza a levantar un discurso distinto.
Pero las características de esta Nueva Mayoría y
los alcances de sus propuestas son objeto de discusión también en otros
sectores, desde el candidato Andrés Velasco, que rechaza izquierdizar el
bloque, hasta el Senador Escalona advirtiendo contra las tentaciones
radicalizadoras.
Tales discusiones dentro de la oposición incentivan
los guiños centristas de Allamand y Longueira, así como su apuesta de aparecer
como un sector que, en lo básico, comparte una misma propuesta. Pero no todo
son dividendos en esa estrategia unitaria: el debate televisivo de ayer resultó
a menudo monótono y no es claro que haya servido para incentivar a los votantes
a concurrir a la primaria. El rating conseguido, siete puntos más bajo que el
logrado por la oposición, puede tener muchas explicaciones «televisivas», pero
no es un buen antecedente para la centroderecha en la carrera con la Nueva
Mayoría por movilizar más gente el 30 de junio.
Inconveniente franja electoral televisiva.
La decisión del Ejecutivo de retirar su respaldo al
proyecto que establece una franja electoral televisa para primarias Presidenciales
es una decisión correcta, porque debería permitir que una iniciativa de
complejos alcances no se tramite con la premura que supone su entrada en
vigencia antes de las primarias del 30 de junio, como es la pretensión de Parlamentarios
de oposición y algunos de línea oficialista. Si bien esta iniciativa ya fue
aprobada en la Cámara de Diputados, cabe esperar que en el Senado sea posible
una discusión de más largo aliento.
Resulta enteramente discutible que una norma
electoral de tanta trascendencia como las elecciones primarias Presidenciales
sea objeto de modificaciones cuando dichas votaciones se encuentran a punto de
llevarse a cabo. Los candidatos que decidieron voluntariamente acogerse a este
proceso de primarias conocían de antemano que la norma no contemplaba para
estas elecciones una franja televisiva obligatoria, por lo que no podría
alegarse que hubo engaño o mala fe. Lo razonable es que cualquier modificación
sobre esta materia rija para las elecciones primarias siguientes, y de allí que
el retiro del respaldo por parte del Gobierno -si bien en un inicio fue el
promotor de este proyecto- debería permitir una mejor decantación de esta
iniciativa.
Sin embargo, también cabe analizar cuestiones más
de fondo. En ese sentido, establecer la obligación a los canales de tener que
transmitir este tipo de franjas supone una carga que discrimina arbitrariamente
en contra de los canales abiertos, que ven alterada su libertad editorial. En
los hechos las distintas candidaturas cuentan con múltiples canales
tecnológicos para hacer llegar sus mensajes a la ciudadanía, por lo que
persistir en una sobrerregulación resulta innecesario, y en cambio parece
conveniente revisar la prohibición que existe de hacer publicidad política en
televisión, cuestión que el límite del gasto electoral permite resolver de
manera adecuada.
Necesaria división del Sename.
Varios mensajes Presidenciales han anunciado la
separación en dos entidades del actual Servicio Nacional de Menores (Sename)
-una larga aspiración de los especialistas y de los organismos internacionales
en esta área-, para lograr una adecuada especialización en dos ámbitos: la
protección de derechos de los niños, que pasaría al Ministerio de Desarrollo
Social, y la reinserción de los jóvenes infractores, que se mantendría en el
Ministerio de Justicia.
Sin embargo, no basta dividir el actual servicio.
Es fundamental que este proyecto -en primer trámite en la Cámara Baja desde agosto
de 2012- incorpore modificaciones en cuanto a las estrategias aplicadas y la
gestión asociada a sus respectivas áreas. Lo anterior resulta redobladamente
necesario en lo relativo a responsabilidad penal adolescente, que ha recibido
constantes críticas y evaluaciones negativas por sus malos resultados: excesivo
uso de internación provisoria, cuestionamientos de la calidad de medidas como
el sistema semicerrado, falta de especialización de los actores, elevadas tasas
de reincidencia delictiva de quienes egresan del sistema, ausencia de adecuados
esquemas de clasificación y segmentación de la población infractora juvenil -lo
que impide una correcta intervención-, necesidad de contar con centros de alto
estándar a nivel nacional -hoy no solo hay insuficiencia de plazas, sino de
moderna infraestructura-, que permitan el desarrollo de actividades
socioeducativas.
Para todo lo anterior, los dos nuevos servicios
resultantes de la división del actual necesitarán personal técnicamente
preparado, y aumentar el porcentaje de profesionales que hoy trabajan en ellos
(actualmente, el 70% del personal del Sename no es profesional). Por cierto,
las políticas de intervención que se apliquen deberán considerar la abundante
experiencia comparada. Nada de esto es superfluo, sino requisito para mejorar
la prevención temprana y elevar las tasas de rehabilitación y reinserción en su
caso, que son decisivas para reducir el deslizamiento hacia carreras delictivas
juveniles.
En cuanto a protección, será también necesario que,
junto con el traspaso del nuevo servicio al Ministerio de Desarrollo Social, se
regulen de manera adecuada los derechos de los niños y adolescentes, mediante
una moderna Ley de Protección.
Urge que el Congreso dé pronto curso a este
postergado cambio institucional, desestimando presiones de ciertos grupos
gremiales que anteponen el interés propio al de los menores que requieren
atención, incluso mediante llamados por escrito a "una alianza estratégica
entre las bancadas de oposición y los funcionarios Fiscales para frenar las
modificaciones que traen dichos proyectos a la actual institucionalidad".
Y esto, pese a que un artículo transitorio del proyecto dispone expresamente
que los procesos de traspaso y encasillamiento a que dé lugar esta Ley no
podrán ser considerados como causal de término de servicios, ni supresión de
cargos, ni cese de funciones o término de la relación laboral, ni pérdida del
empleo, disminución de remuneraciones, ni modificación de los derechos
previsionales.
Ciberespionaje: ¿dónde están los límites?
Son siempre difíciles de establecer los límites
entre el deber que todo Estado tiene de garantizar la seguridad de sus
ciudadanos y el derecho de estos al goce de su privacidad y libertades
individuales. Probablemente Estados Unidos sea el país donde más debate se ha
planteado en este campo, lo que no puede sorprender: se trata de la nación que
se ve a sí misma y es vista por muchos como paladín de la libertad, y en cuyos
orígenes fundacionales está la noción de que los ciudadanos deben desconfiar
del Estado, que constituye una amenaza latente a los derechos de las personas.
Al mismo tiempo, sin embargo, se trata de una potencia mundial, crecientemente
expuesta a los ataques del terrorismo en su propio suelo, lo que demanda un
papel protector por parte del Estado, que necesariamente impone cotas a la
libertad y a la privacidad. No se trata, por tanto, de un debate acerca de si
esas restricciones son justificadas o no, sino acerca de cuáles deben ser y
cómo deben llevarse a la práctica.
Esto es lo que se halla en juego en la reciente
revelación de que la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) estadounidense ha recolectado
masivamente datos de usuarios de grandes empresas de telefonía, como Verizon,
Sprint y AT&T, así como de los gigantes tecnológicos Facebook, Google,
Apple, Microsoft, Yahoo! y Skype, entre otros. Varios de ellos han negado haber
incurrido en extralimitación alguna de las fronteras legales, y algunos afirman
no haber conocido siquiera la existencia de este programa de ciberespionaje
-bautizado como Prism-. Aunque se desconoce el alcance exacto que haya tenido,
el propio Presidente Obama ha declarado que no ha habido escuchas telefónicas
ni lectura de correos electrónicos, y lo ha defendido expresando que "la
Comisión de Inteligencia (del Congreso) está plenamente informada del objeto de
estos programas, que fueron autorizados por amplias mayorías de ambos partidos
desde 2006... No se puede tener un ciento por ciento de seguridad, y también un
ciento por ciento de privacidad, y cero inconvenientes... Pero si uno se fija
de verdad en los detalles, creo que hemos alcanzado el equilibrio correcto".
Desde la trinchera opuesta, la prensa liberal y
múltiples grupos de ciudadanos se han manifestado en contra de este programa de
ciberespionaje, por considerar que no ha sido transparente y que ha excedido
los límites aceptables, tratando a toda persona como un potencial terrorista.
Se ha recriminado directamente al Presidente Obama por continuar con políticas
extremas instauradas bajo la administración Bush, y muchos afirman haber
perdido la confianza en él.
¿Ha excedido este programa los límites aceptables?
¿Ha sido poco transparente? Si se ha ceñido a la Ley, si ha estado en
conocimiento de la Comisión de Inteligencia del Congreso, y si ha habido
autorizaciones Judiciales cuando se ha requerido, la respuesta debería ser no.
A lo más cabría -como lo han propuesto antes algunos Parlamentarios- que se
reduzcan las facultades entregadas al Ejecutivo a raíz de la polémica "Ley
Patriota", aprobada en lo más crítico del clima de temor que imperó tras
los atentados del 11-S.
Pero, por cierto, cabe la posibilidad de que la
Agencia de Seguridad Nacional u otros entes Federales hayan ido más allá de su
campo de autorización, ante lo cual el propio Presidente debe responder. Es el
riesgo que se asume cuando se entregan poderes especiales al aparato Estatal,
especialmente en temas tan sensibles como la seguridad. Y debe llamar a
reflexión el modo en que se ha aplicado este programa, o al menos una parte de
él, que ha recurrido a empresas contratistas, y no a empleados públicos, lo que
abre múltiples flancos de vulnerabilidad adicional en el uso que se le puede
dar a la información recolectada.
Chile y Bolivia ante el Tribunal de La Haya.
El proceso iniciado por Bolivia contra Chile en la
Corte Internacional de Justicia dio anteayer un paso significativo, al
encontrarse por primera vez cara a cara las partes en presencia del Presidente
del Tribunal, ante el cual cada una expuso su propuesta sobre los plazos que
debería cumplir el juicio. De esta forma, la demanda boliviana sigue el curso
definido en abril pasado, cuando La Paz presentó en La Haya una solicitud para
iniciar el procedimiento, reclamando una supuesta obligación de parte de Chile
de negociar la entrega a aquel país de una salida soberana al océano. El Gobierno
chileno ha repetido en varias ocasiones que no existen cuestiones limítrofes
pendientes con Bolivia y que el Tratado de Paz y Amistad de 1904 define con
claridad la frontera. Al mismo tiempo, señala que nuestro país ha dado
cumplimiento a las provisiones de dicho tratado, por lo que cualquier reclamo
está fuera de lugar. Los argumentos chilenos son sólidos y están amparados por
bases jurídicas e históricas irrefutables.
La presentación boliviana acusa a Chile de haber
actuado de mala fe al mostrarse en al menos cuatro oportunidades (1895, 1950,
1978 y 2006) abierto a dialogar con el fin de permitir al país vecino el acceso
soberano al mar, tratativas que siempre se vieron frustradas. Según La Paz,
esto habría dado pie a la existencia de unos “derechos expectaticios” que
servirían de base para exigir a Chile entrar a conversaciones bilaterales que
satisfagan sus aspiraciones.
Corresponde ahora que la CIJ defina los plazos de la
fase escrita del juicio, lo que debería ocurrir la semana próxima. Ambas partes
han solicitado que la memoria boliviana sea presentada en un plazo máximo de un
año. Una vez conocida ésta, la defensa chilena debe decidir si invoca la
incompetencia del Tribunal o permite que el juicio siga adelante a través de
una contramemoria. Cualesquiera sean los plazos que establezca la Corte, la
defensa chilena debe escoger la estrategia que mejor garantice la promoción de
los intereses del país, definidos por la mantención de la integridad
territorial y por la voluntad de ofrecer a Bolivia, sus habitantes y empresas
todas las facilidades para un acceso expedito y práctico al mar, sin que ello
implique concesión territorial alguna.
La defensa chilena en La Haya debería incluir, como
ha dejado entrever el Canciller nacional, el registro de las declaraciones
realizadas por las más altas autoridades bolivianas, especialmente las hechas
por el Presidente Evo Morales. Esas palabras no sólo muestran una agresividad
impropia de la investidura de quienes las han proferido y de la conducción
responsable de la política exterior de un país, sino que también expresan
contradicciones que sin duda pueden ir en contra de los argumentos bolivianos.
La Paz, por ejemplo, ha señalado que su presentación no busca desafiar los
contenidos del Tratado de 1904, pero en muchas ocasiones el Presidente Morales
-yendo contra la verdad histórica- ha señalado que éste es un acuerdo ilegítimo
firmado bajo presión.
Al mismo tiempo, la contumaz voluntad del
Mandatario por denostar públicamente al Presidente chileno -el último fin de
semana lo catalogó en siete oportunidades de “mentiroso”- sugiere un ánimo de
llevar las cosas a un clima de enfrentamiento que no se condice con la conducta
esperable en quien busca presentar sus argumentos ante un Tribunal de Justicia
y dice esperar que sea éste el que resuelva las diferencias bilaterales.
Un par de cartas para Meditar.
Señor Director:
Orrego y la DC.
Democratacristiano de 64 años, votaré por Claudio
Orrego, por representar éste fielmente los postulados de centro del socialcristianismo.
Deseo expresar que las declaraciones de Jorge
Pizarro son verdaderamente lamentables y traicionan al candidato de la DC, al
defender un pacto de Gobierno con los defensores de las peores dictaduras del
mundo.
Si Orrego no es elegido el 30 de junio, no votaré
por Bachelet. Ella no me interpreta; prefiero el centro y así actuaré.
Sergio Hernández Gómez.
Señor Director:
«Estatización» de nuestros hijos.
La precandidata Bachelet ha anunciado como parte de
su propuesta educacional la progresiva eliminación del financiamiento
compartido en la educación escolar. Es increíble que se pretenda prohibir que
los padres puedan aportar con su propio esfuerzo a lo que probablemente
consideran una de sus funciones prioritarias, la educación de sus hijos, y que
se pretenda al mismo tiempo limitar la diversidad de proyectos educativos que
deben existir en una sociedad pluralista. Tendremos entonces sólo dos tipos de
educación: la particular pagada que hoy recibe el 7% más rico y educación
pagada por el Estado para todo el resto, afectándose en forma muy significativa
a la clase media.
Puede ser legítimo aspirar a que la subvención del
Estado no se utilice para financiar ganancias indebidas, pero la solución no es
cerrar los colegios particulares, que en su gran mayoría son proyectos
beneficiosos para el país. Lo mejor y más simple es entregar esa subvención
directamente a los padres, para que ellos libremente elijan la educación que
quieren dar a sus hijos.
El fin del financiamiento compartido es equivalente
a darles a los padres un tratamiento de discapacitados mentales, ofreciéndoles
una sola alternativa, para evitar el riesgo de que se equivoquen. El rol del Estado
en este campo es entregar información veraz a los padres, no imponerles sus
proyectos. No podemos permitir que estaticen a nuestros hijos, y les impidan a
los padres el derecho a elegir su educación.
Cecilia Cifuentes, Libertad y Desarrollo.
Señor Director:
Inhabilitados para votar.
Hace 4 años, el señor Marco Enríquez-Ominami lanzó
una campaña para recolectar 36 mil firmas que le permitieran ser candidato Presidencial.
Muchos ciudadanos que no compartíamos sus ideas firmamos por él porque nos
pareció bien para la democracia y la política que se incorporara y compitiera,
sin embargo, jamás quisimos afiliarnos a su partido político. Hoy, a menos de
un mes de las primarias, somos muchos los que nos enteramos que no podremos
votar en ellas debido a que estamos afiliados al partido PRO y que el tiempo
necesario para desafiliarse es más de un mes.
Los suscritos, y seguro que muchos otros más, nos
sentimos engañados, desilusionados y molestos por una movida que nos deja
inhabilitados para votar este 30 de junio.
Sergio von Chrismar Castro, Ingeniero Civil
Industrial UC
José Ignacio Seminario Castelblanco, Ingeniero
Civil Industrial U. de Chile
Tres frases destacadas de la
participación de Pablo Longueira en el foro Presidencial de la Alianza.
“No soy partidario de que el matrimonio civil sea
para homosexuales, sino que el matrimonio civil sea entre personas
heterosexuales”.
“La lógica del SI y el NO está absolutamente
desfasada con el tiempo”.
“La concentración
de mercados se lo debemos a la Concertación”.