por Hernán Felipe
Errázuriz.
En el umbral del desenlace del juicio de La Haya
con Perú, circulan optimistas y pesimistas. Luego aparecerán los falsos
augures. Los que, después de los acontecimientos, sentenciarán "te lo
dije", pero en verdad fueron ambiguos, o no dieron pronóstico alguno.
Los pesimistas se alegrarán cuando, como debe ser, la Corte nos dé la razón.
Estarán felices de haberse equivocado.
Los optimistas celebrarán su acierto con un fallo favorable.
Nadie más irritante que los que recurrirán al "te lo dije". Esos
personajillos universales darán lecciones como si fueran visionarios.
Prepárense, están listos para aparecer cuando conozcamos la sentencia de la
Corte Internacional de Justicia.
Si el resultado es favorable, como debería ser, dirán que siempre sostuvieron
que ganaríamos. Pontificarán sin haber leído la demanda y tampoco la defensa.
Nos aleccionarán sin mayores razones o con argumentos absurdos, tan absurdos
como que la seguridad de la victoria les surgió tempranamente y la confirmaron
luego que el Juez marroquí sorpresivamente preguntó sobre la conformidad de la
declaración de las 200 millas con el derecho internacional de esa época.
Podrían sostener que desde el primer día supieron que ganaríamos porque el
agente chileno ante la Corte Internacional de Justicia era holandés,
nacionalizado chileno.
Si el resultado fuere distinto, igualmente
pretenderán presentarse como vencedores, probablemente buscando represalias.
Porque son de bajos instintos. En un caso así, afirmarían que ellos lo habrían
hecho mejor y que siempre fueron contrarios a comparecer ante La Haya y a
respetar el fallo, como si fuera posible no hacerlo. Para ellos una derrota
colectiva es un triunfo personal, porque son epicentrales.
Estoy entre los optimistas. La frontera marítima con Perú está debidamente
delimitada por acuerdo entre las partes y fijada por el paralelo de latitud que
se inicia en el punto de partida de la frontera terrestre de ambos países. Por
más de medio siglo y hasta ahora, la comunidad internacional y Perú, sus
embarcaciones, aeronaves, pescadores y Armada han respetado ese límite. La
defensa peruana, en la sesión de clausura de los alegatos orales, se vio
forzada a reconocer que los Acuerdos de 1952 y 1954 son tratados
internacionales, que obligan a las partes y no simples declaraciones de
políticas fronterizas. Tenemos la razón. La Corte Internacional de Justicia no
puede sino aplicar el derecho internacional. La defensa, la Cancillería y los Gobiernos
chilenos han hecho un magnífico trabajo. Esperemos con confianza y recibamos
con prudencia un fallo favorable y su debido acatamiento por ambas partes.
Entre los debates y la franja
por Axel Buchheister.
Contra el tiempo se tramita un proyecto de Ley que
establece una franja televisiva para las inminentes primarias Presidenciales.
Todo para lograr unos minutitos, sin pagar, y aparecer en las pantallas por
unos días antes de la votación.
El vértigo se apodera de nuestros políticos cuando
buscan algo que los favorece. No se ruborizan siquiera: no sienten la necesidad
de justificar por qué mientras otros proyectos de Ley duermen por años, éste
tiene tramitación exprés y sesiones especiales. Será una operación comando
contra el tiempo ponerlo en práctica, pues todo deberá suceder dentro de los
próximos cinco días, incluido un pronunciamiento del Tribunal Constitucional.
En qué momento producirán el material los candidatos que no tienen algo hecho,
o cómo los canales se coordinarán y resolverán los variados problemas de
insertar una súbita franja en su programación. Sin conocer el detalle de todo
esto, cabe suponer que preparar algo serio toma al menos un par de semanas.
Recordemos -ya como anécdota- que las franjas
obligatorias (auténticas cadenas) son contrarias a la libertad de expresión que
garantiza la Constitución. Pero eso a quién le importa, la Carta Fundamental ya
fue declarada ilegítima por ser contramayoritaria. La mayoría (interesada) se
pone de acuerdo y los canales tienen que acatar. Así es la mayoría. Como ya se
hizo una vez en 1988 en circunstancias muy distintas, y aunque hoy casi nadie
la ve, no hay reclamo posible. No estaban previstas en la legislación original
de las primarias, que tuvo que ser modificada para corregir errores. Ahí se
introdujo una indicación, ajena a las ideas matrices del proyecto, que causó
furor. Entonces, el Gobierno para aprobar los perfeccionamientos necesarios, se
comprometió a mandar un proyecto de Ley urgente y en eso estamos.
Lo paradójico es que realizar primarias es
voluntario, como también es ir a votar en ellas, pero hacerlas da origen a imposiciones a terceros: los canales
de televisión y los sorteados como vocales (que se les pague “algo” no basta,
porque debe ser suficiente para que quieran hacerlo). De forma que un acto
voluntario y llamado a motivar la participación ciudadana, que debió ser
interno, genera obligaciones y cargas para otros, no para quienes serán parte
(los menos). Es fácil entonces diseñar cualquier perfeccionamiento
institucional: a costa de los demás.
Más paradójico aún es que mientras tanto, los
políticos desaprovechan el espacio televisivo amplio de que buenamente
disponen: los debates. En el reciente debate, los candidatos de la Concertación
proclamaron que lo cambiarán todo (lo que ellos mismos hicieron durante 20
años) y no explicaron cómo se haría o por qué no se hizo antes, ni nada (salvo
Andrés Velasco, que tuvo la valentía de oponerse). ¿Lo harán en la franja que exigen?
No, la quieren para exhibir escenas encantadoras, no para informar a la
ciudadanía o definirse, que es lo incómodo de los debates.
No más candidatos en las pantallas sin precisar
nada y eludiendo todo. Con algo de suerte burocrática (estamos en Chile), el
proyecto se demorará y no tendremos que soportar otro tanto en una franja
impuesta precisamente a la hora que queremos ver televisión tranquilos.
Falsos exonerados, burla verdadera,
Joaquín García Huidobro.
Los falsos exonerados fueron los grandes
ausentes en el debate televisivo de los precandidatos opositores. Su caso no
constituye una simple estafa o un "negociado" como tantos otros de
nuestra historia. Si así fuera, los Parlamentarios que avalaron esas
solicitudes carentes de fundamento y las autoridades que aprobaron esos
beneficios serían gente completamente corrupta y no parece que sea así.
¿Cómo entender que personas más o menos serias
se presten para una operación que significa una pérdida de millones de dólares
para el país, donde miles de falsos exonerados habrían lucrado con los derechos
humanos?
¿Cómo explicar la manga ancha con que algunos Parlamentarios
certificaron hechos ocurridos cuando ellos eran adolescentes, o la celeridad
con que procedió en muchos casos la Comisión Calificadora de Exonerados?
¿Podemos comprender que el propio Consejo de Defensa
del Estado, un organismo que en otros casos es un verdadero perro de presa
legal, parezca haberse tomado las cosas con tanta indolencia?
Me temo que la explicación no es solo política
ni jurídica, sino que tiene que ver con nuestras propias psicologías; más
concretamente, con la forma en que miramos casos como los exonerados y, en
general, con la manera en que una parte de nuestra izquierda se entiende a sí
misma.
En efecto, una cosa es ser víctima de toda
suerte de maltratos, y otra muy distinta es adquirir "mentalidad de
víctima", donde esta condición pasa a constituir la identidad de quienes
han sufrido abusos. Este síndrome afecta también a los observadores, y
determina radicalmente el modo en que los demás vemos a los posibles afectados.
Así, quien debe decidir esos casos lo hace a partir de ciertos
condicionamientos psicológicos que lo llevan a pensar que cada uno de los
solicitantes es un Víctor Jara en potencia.
Nadie niega la necesidad de reparar a las
víctimas de abusos, incluida la pérdida injustificada de su fuente laboral. Sin
embargo, ante casos como estos resulta muy difícil proceder con la frialdad del
que estudia un registro de propiedad intelectual o una hipoteca. De esta
manera, cualquier manipulador puede aprovecharse de esa peculiar mirada
benevolente con que observamos a una víctima, y conseguir beneficios de manera
ilícita.
Como los casos de derechos humanos nos
conmueven, tendemos a perder la capacidad crítica cuando parece que nos
hallamos ante uno de ellos. Este autoengaño quiebra las más elementales
exigencias de la justicia, cuestión grave cuando se está disponiendo de recursos
de todos los chilenos, materia en la que, por desgracia, algunos están
dispuestos a ser particularmente generosos.
Con todo, una cosa es intentar hallar una
explicación psicológica para estas negligencias o delitos que tanto daño causan
al país, y otra muy distinta es que los justifiquemos. Lo primero que cabe
pedir a los Parlamentarios, las autoridades políticas o los abogados del
Consejo de Defensa del Estado es que tengan la claridad mental suficiente para
detectar los casos en que pueden ser objeto de engaño o manipulación.
Más inaceptable aún es el afán de echar tierra
al asunto o minimizar su importancia. Sería tanto como banalizar el dolor y la
injusticia, hacer clientelismo político con el dolor.
Como la determinación y prueba de estos casos
es difícil, podremos comprender que haya errores, siempre que veamos
diligencia. Los periodistas que investigaron este escándalo afirman que
muchísimos casos fueron calificados en reuniones " express ", donde
se dedicaba, en promedio, 20 segundos a cada expediente de posible exonerado.
Si esto es verdad, constituye una actitud gravemente irresponsable.
No puede extrañarnos, por tanto, que hayan sido
los verdaderos exonerados los que con más fuerza manifestaron su repudio ante
estos abusos. Cuando se ha sufrido en carne propia un maltrato, resulta
indignante que otra persona reciba la reparación que corresponde: es una burla
al propio sufrimiento.
Sin embargo, aquí surge otra pregunta: ¿por qué
el Gobierno anterior hizo caso omiso de los reclamos de la agrupación de los
verdaderos exonerados políticos? Nuevamente nos encontramos con el síndrome de
víctimas, que lleva a tratar estos casos con una suerte de solidaridad de
clase, que permite que se cierren los ojos ante la ilegalidad.
¿Será esa la respuesta? Quizá lo aclare la ex
Presidente en el próximo debate. Siempre que alguien se anime a hacerle la
pregunta.
Tras los debates,
por Juan Andrés Fontaine.
A 15 días de las elecciones primarias, ya se
perfilan con cierta claridad los contornos de la decisión presidencial de fines
de año.
En su debate del pasado jueves, los dos
candidatos de la Alianza mostraron espíritu unitario y visión común. Podrán
algunos optar por la apelación partidista de Pablo Longueira al fortalecimiento
de lo que llama "la centroderecha popular" por sobre mi opción
preferida -el llamado de Andrés Allamand a construir una gran mayoría con los
sectores de centro y los independientes-, pero ambos se vieron convencidos del
buen rumbo económico y social que lleva Chile y del riesgo de hacer marcha
atrás si la Concertación retorna a La Moneda.
La Alianza enfrenta el desafío electoral de
este año no solo confiada en sus ideas, sino que también respaldada por los
logros económicos y sociales de su primer Gobierno. A los votantes les ofrece
un camino conocido para seguir creciendo a través del emprendimiento y la
innovación, mejorando progresivamente las oportunidades de empleo y de
ingresos, reduciendo de verdad la pobreza y la desigualdad, combatiendo los
abusos de poder -vengan de donde vengan- con libre competencia y transparencia.
El desafío es fraguar las alianzas políticas necesarias para seguir adelante.
La Concertación ofrece un panorama muy
distinto. Enfrentadas sus cuatro cartas el lunes pasado, más allá del buen
trato, mostraron diferencias de fondo: sobre cómo y qué reformar de la
Constitución; sobre sus valores; sobre si la universidad debe o no ser
gratuita; sobre si hace o no sentido acabar con las AFP, o bien crear una Estatal.
Esa diversidad puede serle favorable en lo electoral, porque hay un amplio arco
de votantes, desde la izquierda nostálgica de los sesenta hasta los nuevos
liberales del siglo XXI, pasando por socialcristianos, que pueden encontrar en
ella alguien o algo que los represente. Pero, desde la perspectiva de informar
al electorado de las consecuencias del voto, la estrategia parece publicidad
engañosa. Tal vez un "Sernac electoral" debería intervenir para hacer
más transparente la ambigua oferta política de esta coalición.
Pero todos sabemos que votar por cualquier
candidato de la Concertación es votar por Michelle Bachelet, segura ganadora de
su primaria. En el foro, ella ofreció un Gobierno muy distinto del que le
conocimos: romper los "cerrojos Constitucionales" para hacer cambios
de fondo, limitar la opción por la educación particular subvencionada,
universidad gratuita también para estudiantes ricos, AFP Estatal. Que nadie
después alegue no haber sido advertido.
La semana política.
Abdicar de esa labor de síntesis entre el pulso
de la calle y la realidad de las cosas es renunciar a la médula de la acción
política.
A partir de los debates.
No es raro que el discurso público de los
candidatos en campaña se aleje de lo que aconseja una reflexión serena y
racional, e incluso de lo que han sido sus conductas previas. Ellos buscan
impactar y conectar con los sentimientos del ciudadano, de modo que, en la
soledad de la urna, el votante recuerde ese instante de empatía y opte por él.
El posterior ejercicio de las responsabilidades públicas contiene esos impulsos
y los filtra a la luz de las consecuencias de los actos. Es probable que esa
sea la razón por la que Michelle Bachelet no envió ninguna reforma laboral ni
reforma tributaria al Congreso durante su primer Gobierno, pese a que la
Concertación tuvo en ambas Cámaras la mayoría necesaria para aprobar esas
materias, que no se sujetan a quórums especiales.
Esa labor de síntesis entre el pulso de la
calle y la realidad de las cosas, anteponiendo el interés superior del país, es
el complejo papel del representante político en una democracia moderna. Abdicar
de él es renunciar a la médula de la acción política.
Algunas señales en ese sentido inquietan en
ciertos círculos, con prescindencia de sus alineamientos políticos. Así se vio
en el apoyo transversal que recibió Harald Beyer de connotadas figuras de la
Concertación relacionadas con el sector educación, ante la acusación Constitucional
que lo destituyó, y a las voces de alerta que levantan hoy juristas de
trayectoria vinculados a esos Gobiernos, frente a la propuesta del PC,
secundada por varios candidatos del pacto Nueva Mayoría, de impulsar una asamblea
constituyente para dictar una nueva Carta Fundamental, al margen de la actual
institucionalidad. Incluso el Arzobispo de Santiago y Presidente de la
Conferencia Episcopal, monseñor Ezzati -en una materia que no es de su campo,
pero probablemente movido por la actuación de otro Obispo-, se sintió en el
deber de llamar a la cautela, haciendo ver que "no es llegar y decir
'Cambiemos la Constitución'. Hay que reflexionarlo a fondo, porque se trata de
un tema trascendental para la vida del presente de Chile y su futuro".
Ignorar esto podría significar un grave quiebre que nadie desea.
Mayores impuestos: ¿ahora y siempre?
Con todo, que la administración Bachelet haya
sido el único Gobierno desde el regreso a la democracia que no aumentó los
impuestos, y solo cuatro años después evalúe proponer la mayor alza de los
últimos 23 años, mueve a reflexión. ¿Tanto ha cambiado la realidad del país o es
la visión de la ex Mandatario la que se ha transformado?
Ella ha querido ahora subrayar que siempre ha
sido partidaria de sus actuales propuestas. Si es así, y no existiendo quórums
Constitucionales que la contuvieran de proponer un alza de impuestos en su Mandato,
el freno debe haber venido de su entorno. El mismo que hoy se ve lejano e
incluso en competencia con ella.
Estos son los giros que marcan un
distanciamiento -incomprensible para algunos electores- de la favorita del
pacto Nueva Mayoría, con el legado de 20 años de Gobiernos de la Concertación,
lo que se vio nítidamente en el respectivo debate televisivo de esta semana.
Los candidatos de la Alianza, por el contrario,
se acercaron en su debate a la figura del Gobierno, cuyos índices de
popularidad se han visto algo fortalecidos. Además, desvirtuando los temores de
que la primaria dividiera a la centroderecha, protagonizaron un debate con
sentido unitario. Con todo, eso mismo puede haber contribuido al menor rating
televisivo que tuvo frente al debate de la oposición, algo problemático para
ese pacto, ante la necesidad de movilizar electores para el 30 de junio.
Clima Legislativo.
Es difícil exagerar la importancia del clima
político para la buena marcha del país.
Los avances experimentados esta semana por el
acuerdo transversal en materia energética son muestras de alta política,
mientras el bloqueo coordinado de toda la agenda legislativa del Ejecutivo en
el Senado, en señal de rechazo al aparente cambio de postura de La Moneda en
materia de franja publicitaria para las primarias, refleja un embotamiento del
sentido de las necesidades nacionales. Más allá de la conveniencia o no de esa
legislación, la ofuscación de los Legisladores no puede llevarlos a afectar la
discusión de proyectos de Ley de interés general, traicionando dos ejes de una
buena política: juzgar los proyectos en su propio mérito y favorecer siempre el
entendimiento por sobre la confrontación. Estas fueron las herramientas que
permitieron los momentos estelares de la política chilena de los últimos 25
años, cuando los Ministros Foxley y Boeninger hicieron primar la persuasión y
la calidad política por sobre los quórums. Nada más lejano de los resquicios
legales e intentos de intimidar a sectores políticos, económicos o sociales hoy
en boga. Por esta vía nunca se ha conseguido formar un sustrato que dé solidez
a las políticas públicas que requiere el país.
Por cierto, a eso tampoco contribuyen las
descalificaciones del Ministro de Salud ante un revés legislativo como el de la
positiva iniciativa de autorizar la venta de ciertos remedios en supermercados,
o el rechazo a la obligación de prescribir fármacos genéricos. Esto, sin
perjuicio de que no se explican los motivos de algunos Parlamentarios y
bancadas para rechazar estas propuestas de obvio efecto favorable en la calidad
de vida de muchos chilenos. Eso alimenta la imagen de una incomprensible
cerrazón, que resulta dañina para los Legisladores.
Inquietud en los mercados.
Todo parece indicar que el clima internacional
ha comenzado a empeorar, pero nada hace temer aún un vuelco demasiado adverso
para nosotros.
Hasta hace pocas semanas, para la mayoría de
los analistas e inversionistas la buena marcha de la economía solo parecía
amenazada por el decepcionante desempeño de Estados Unidos y la alarmante
recesión europea. En días recientes, las noticias provenientes del mundo
desarrollado han sido positivas: la economía estadounidense se reactiva y el
Viejo Continente parece tocar fondo. Pero, lejos de ser recibidas con
entusiasmo, han precipitado drásticas caídas en las acciones, bonos y divisas
de los mercados emergentes.
Dos factores parecen explicar esta sorprendente
reacción. Primero, un mes atrás, el poderoso banco central de EE.UU. hizo ver
que tan pronto la recuperación se afirme será oportuno retirar los abundantes
estímulos monetarios hoy presentes. Como consecuencia de ello, los intereses de
largo plazo han comenzado a subir, las divisas de los países emergentes se han
visto frágiles, y los capitales han vuelto a emprender viaje al norte. En
segundo término, China ha empezado a dar muestras de fatiga, luego de haber
empujado por sí sola a la economía mundial desde la crisis financiera de fines
de la década pasada. A resultas de ello, sus compras de materias primas -el
cobre entre ellas- han menguado, y ya se habla del fin de la larga bonanza en
que han vivido los afortunados productores de recursos naturales. No es de
extrañar que los inversionistas internacionales, hasta ahora confiados en el
aparentemente ilimitado dinamismo chino, hayan perdido algo de entusiasmo por
las economías emergentes y miren ahora hacia el primer mundo.
Chile no ha estado al margen de estos
movimientos. Todavía solemos visualizarnos como una isla, así es que recurrimos
a explicaciones locales. La caída de la Bolsa, el alza del dólar y los
desplazamientos de los inversionistas son atribuidos a la incertidumbre del
panorama electoral, a la exagerada expectativa de una pronta rebaja en los
intereses por parte del Banco Central o, incluso, a la acción de algún asesor
de inversiones, que habría inducido a una multitud de cotizantes en las AFP a
cambiar sus fondos de unos instrumentos a otros. Muy probablemente, esos
factores han de haber influido, pero, habiéndose observado alteraciones
similares en tantos países, su origen es obviamente externo.
Todo parece indicar que el clima internacional
ha comenzado a empeorar, pero nada hace temer aún un vuelco demasiado adverso
para nosotros. Es explicable que los mercados estén inquietos, pero altibajos
como los observados son sanos para hacer a todos tomar las precauciones
debidas.
Criterios para evaluar calidad de los colegios.
El Consejo Nacional de Educación (CNED) aprobó
recientemente ocho indicadores propuestos por el Ministerio de Educación para
medir la calidad de los colegios en el país, los que sumados a los resultados
del Simce, le permitirán a la Agencia de Calidad clasificar en cuatro
categorías a los establecimientos: alto, medio, medio bajo e insuficiente. De
esta forma, se amplían los criterios para medir el nivel educacional de cada
institución escolar, iniciativa que en principio supone un aporte, ya que le
permitirá a los padres contar con información más detallada para discernir en
qué lugar estudiarán sus hijos.
Sin embargo, parece necesario replantear
algunos aspectos de este nuevo esquema de evaluación antes que comience a
operar, considerando que el Simce tendrá una ponderación del 66% del proceso
general de calificación, mientras que las nuevas variables incidirán un 33%. Un
primer problema es que junto a los criterios objetivos que se plantean
relacionados a la eficiencia del sistema -tasa de asistencia, índice de
deserción y nivel de titulación en el caso de los liceos técnicos-, también se
añaden otros de carácter subjetivo, como autoestima académica, motivación,
convivencia y hábitos de vida saludable. Estos, además de ser difíciles de
medir, no dependen exclusivamente de la formación que se les entregue a los
alumnos en sus colegios, sino que en gran medida de lo que se les inculca en su
núcleo familiar y a factores socioeconómicos. No resulta así razonable
clasificar a los establecimientos por algo que no depende de ellos. Sí cabría,
por ejemplo, considerar el éxito que logra un colegio en mejorar el resultado
de sus alumnos en un período determinado, según mediciones objetivas.
Como en
el futuro se podrían llegar a tomar decisiones de financiamiento y ayuda
estudiantil en base a este indicador oficial, sería aconsejable revisar esa
situación, pues algunos colegios podrían ser injustamente perjudicados.
Peligro de populismo penal.
En el Congreso se tramita un controvertido
proyecto de Ley que busca aumentar las penas de quienes conducen en estado de
ebriedad y causen la muerte o lesiones graves a otro. La normativa en él
propuesta suscita serios problemas de proporcionalidad dentro de las sanciones
aplicables en nuestro sistema penal. Este proyecto -denominado "Ley
Emilia", en referencia al caso de una menor de nueve meses que resultó
muerta luego que un conductor ebrio impactara el vehículo que conducían sus
padres- plantea aumentar las penas hasta 15 años (actualmente la Ley establece
un marco penal de entre tres años y un día y cinco años), lo que fue
parcialmente modificado por la comisión de Constitución del Senado, que propuso
que la pena se extienda entre tres años y un día y 10 años.
Más allá del dramático caso mencionado y del
irreparable dolor de la familia afectada, este aumento de las penas resulta
excesivo, en cuanto lleva prácticamente a hacer desaparecer la existencia de
una necesaria diferenciación en la magnitud de las penas entre los delitos
cometidos con dolo y aquellos en que se actúa con imprudencia. Elementales
criterios de proporcionalidad deben llevar a que no sean tratados en forma
semejante conductas como el homicidio y los casos comentados de resultado de
muerte o lesiones. El derecho penal no está llamado solo a castigar resultados,
sino que también debe fijar su atención en las conductas que los producen
-incluyendo la intención del autor o la ausencia de ella-, para luego
establecer un marco penal equilibrado y coherente.
Paralelamente se tramita otro proyecto de Ley
-también referido al manejo en estado de ebriedad que cause lesiones graves o
la muerte de una persona- que incluso va mucho más lejos, al plantear que se
establezca que los formalizados por estos delitos queden en prisión preventiva
durante la tramitación del juicio, por considerarlos un peligro para la
sociedad; y que al condenárselos no puedan acceder a beneficios alternativos al
cumplimiento de la pena, al igual como ocurre con ciertos delitos sexuales
contra menores. Esto resulta todavía más excesivo y violenta también el
principio de proporcionalidad. Desde luego, abre una pregunta obvia, relativa a
por qué aplicar tal criterio en estos casos, y no en hechos delictivos de mayor
gravedad.
Esta forma de legislar sobre la base de un caso
específico que conmueve a la opinión pública tiene el peligro de terminar en
populismo penal, y es por ello que resulta necesario un estudio global de las
sanciones penales previstas en nuestra legislación, como en efecto ocurre con
el trabajo que está haciendo la comisión de expertos creada por el Ministerio
de Justicia, que en la actualidad estudia un nuevo proyecto de Código Penal.
Acuerdo sobre energías renovables.
El Congreso y el Gobierno alcanzaron un acuerdo
para destrabar el proyecto de Ley sobre concesiones y servidumbres, a cambio de
que la autoridad estuviera dispuesta a flexibilizar la meta que se ha
establecido en el proyecto de Energías Renovables No Convencionales (ERNC), que
originalmente establece que al 2020 el 20% de la matriz corresponda a este tipo
de energía. La autoridad se mostró dispuesta a ello y se estableció que la
nueva meta será de 20%, pero al 2025.
Resulta altamente valorable la voluntad de
alcanzar este tipo de acuerdos legislativos, el que debería ser emulado en
otras iniciativas de alto interés para el país, y que por distintas razones su
tramitación se ha entrampado. Sin embargo, conviene analizar con más
profundidad la conveniencia de amarrarse a una meta específica de generación,
ya que ello puede conllevar una serie de dificultades. El propio Gobierno ha
tenido que cambiar su postura en esta materia, pues inicialmente esta
administración fue partidaria de acelerar la vigencia del 20%, pero con el
tiempo retrocedió y buscó ampliar el plazo, pues se vio que era inviable. El
hecho de que en virtud del acuerdo el plazo se haya extendido en cinco años
respecto de la meta original, si bien quita algo de presión sobre las empresas
de generación, igualmente representa complejidades y es poco explicable desde
una perspectiva técnica, como han advertido diversas voces del sector.
Sería conveniente que la Ley no contemple metas
que, aunque comunicacionalmente atractivas, no tienen mayor justificación y
cuya imposición puede terminar por aumentar los costos de generación, y en
cambio introduzca incentivos y facilidades para la instalación de energías
“limpias”, permitiendo que las señales del mercado definan las nuevas
inversiones. En ese plano, resulta inexplicable que la generación
hidroeléctrica a gran escala aún no sea plenamente considerada como
“renovable”, lo que debería ser corregido en el actual proyecto sobre ERNC.
Ley de Quiebras: Un cambio necesario.
Hemos vivido un boom del emprendimiento en
Chile: sólo en los últimos 3 años se han comenzado más de 170 mil nuevas
pequeñas y medianas empresas. Palabras como "start up" o «capital
semilla» son cotidianas para las nuevas generaciones, que ven en el inicio de
un negocio un desafío para insertarse laboralmente. Pero el emprendimiento
conlleva riesgos: sólo el 28% de los emprendedores en Chile es exitoso al
primer intento. En nuestro país ello se vuelve mucho más complejo, producto de
un proceso de quiebras anticuado, lento, engorroso y caro. Así, la tasa de
recuperación de quienes caen en esta situación es de 25,5%, menos de un tercio
del 81,5% que se registra en Estados Unidos.
El diagnóstico.
Otros números muestran que en 2012 hubo en
Chile 130 quiebras (casi 90% de ellas, pymes) y más de 3 mil trabajadores
afectados. Y, según una estimación de Impuestos Internos, 15 mil
emprendimientos han dejado de desarrollarse por las deficiencias del proceso de
quiebra actual. Por eso, el sistema ha estado en la lupa internacional: en el
indicador "resolución de la insolvencia" del prestigioso ranking
Doing Business 2013, Chile sólo obtuvo el lugar 98, por la debilidad de la
legislación de quiebra y los cuellos de botella que ésta supone para la
reinvención de los negocios fracasados.
La Asociación de Emprendedores detectó entre
los eslabones problemáticos del actual mecanismo el enfocarse en la liquidación
de bienes más que en la reorganización de los activos y pasivos de quien cae en
la insolvencia: en otras palabras, se hace poco para salvar la situación.
Además, la tasa de recuperación de créditos para los acreedores es baja: 25%,
en comparación al 68% de la OCDE. El proceso es lento (más de 4,5 años promedio
versus 1,7 años en la OCDE) y no considera a las personas naturales ni existe
una justicia especializada.
El cambio.
El Gobierno de Sebastián Piñera mandó en mayo
de 2012 un proyecto que formalmente se planteó como una legislación sobre
«reorganización y liquidación de bienes y empresas», para dejar atrás el estigma
de la palabra quiebra. El texto se encuentra aprobado por el Senado y
comenzando trámite en la Cámara de Diputados. Es una Ley compleja, de unos 400
artículos, inspirada en la Ley de Bancarrota que hizo Colombia en 2006, que
logró bajar de 3 a 1,2 años el proceso.
En síntesis, los cambios apuntan, primero, a
adelantar los procesos y tratar de salvar la mayor cantidad de casos posibles.
Hoy sólo el 7% se va a convenio judicial, cifra que se espera mejorar gracias a
perfeccionamientos administrativos. Sólo si esto no funciona, se procedería a
la liquidación.
Segundo, se incorpora un procedimiento que hoy
no existe para la repactación del llamado deudor no comercial (personas
naturales), considerando que más del 45% de los emprendedores en Chile
funcionan con su RUT personal. Con esta alternativa, las personas que tienen
una deuda importante con bancos y retail podrán declararse en quiebra y
renegociar.
Tercero, se acortan y aceleran los trámites de
liquidación.
Cuarto, se dan más facilidades a los
involucrados: se eliminan los costos que hoy, sólo en publicación del Diario
Oficial, pueden llegar hasta $500 mil; se permite al deudor defenderse con
anterioridad a la sentencia; se agilizan los pasos a los trabajadores que hoy
se ven entrampados porque para cobrar el finiquito deben tener los pagos
previsionales al día, situación poco habitual en una empresa insolvente,
pasándose a considerar la deuda como causal de término del contrato de trabajo.
También los proveedores verán un cambio: hoy muchas veces, ante el temor de no
pago, se corta el suministro. Para aquellos proveedores considerados
indispensables, se incluye la figura del "suministro asegurado",
respetándose la fecha de pago convenida.
Y finalmente, ya en el ámbito de lo cultural,
se busca cambiar la percepción de fracaso que se asocia a la quiebra y para eso
se reemplaza, por ejemplo, el término "fallido" por
"deudor" para referirse a la persona que realiza el trámite, y se
rebautiza la Superintendencia de Quiebras como de Insolvencia y Reemprendimiento.
Los síndicos se llamarán liquidadores, en caso de liquidación, y veedores, en
caso de reorganización.
Puntos polémicos.
La tramitación hasta ahora ha sido rápida. Sin
embargo, hay puntos que podrían encender alertas en la Cámara de Diputados.
Tres destacan. Primero, la designación de los veedores y liquidadores (ex
síndicos): los actuales síndicos han planteado que sea por sorteo, mientras que
lo que hoy se propone es que los mayores acreedores sean los que elijan el que
más les acomode. Segundo, el tratamiento de las personas relacionadas: es
habitual que el empresario en conflicto recurra a cercanos o incluso se
autopreste dinero y luego se ubique primero en la lista de las devoluciones;
ahora se les quitarán los derechos durante el proceso y sólo serán reembolsados
una vez que todos los acreedores hayan sido pagados. Así se evitan fraudes.
Tercero, se critica que no haya Tribunales especializados y que a los Tribunales
civiles se les haya dado pocos fondos de capacitación.
Cercanos al proceso aseguran que es una
legislación importante pero no revolucionaria, y que si bien debería aliviar la
actual situación, no garantiza 100% que el reemprendimiento resulte tan
expedito como sería necesario. En cualquier caso, se trata de un avance en la
línea de mejorar la productividad de la economía, que se incrementa al
flexibilizarse los procesos de entrada y salida de empresas al mercado.
Una misiva para meditar.
Señor Director:
Tasa de pobreza y socialismo.
De acuerdo a información proporcionada por el
Banco Interamericano de Desarrollo, BID, en Chile por cada punto de crecimiento
del PIB, la tasa de pobreza se redujo en promedio entre 2006 y 2011 un 3,2%. En
el caso de Ecuador, se redujo un 2,5%; en Bolivia un 2,3%, en Argentina un
2,2%, y en Venezuela solo bajó en 1,3%.
Lo anterior es una prueba fehaciente de que el
socialismo del siglo XXI no es la solución para erradicar la pobreza. Ojalá
nuestros candidatos a la Presidencia y al Congreso tengan esto muy presente.
Fernando Marín E., Abogado.