Muchas
divergencias entre los candidatos Presidenciales de la ‘’nueva mayoría’’, pero
sin
llegar a fondo en las críticas, A nosotros nos pareció una entrevista a 4
bandas nos
pareció
fome y consideramos que los candidatos menos importantes perdieron su
oportunidad.
El
Presidente Sebastián Piñera inauguró ayer el Estadio Villa Ríos de
Independencia,
proyecto
emblemático del programa Chilestadios del Instituto Nacional de Deportes,
que
implicó una inversión de más de 300 millones de pesos.
Tomás
González brilló y ganó medalla de oro en salto en la Copa del Mundo de Portugal,
el gimnasta chileno tuvo una presentación
espectacular en Europa y se quedó con la
presea
dorada al promediar un puntaje de 14.925.
Chile dio vuelta un
complicado partido ante Egipto y ganó en su debut en el Mundial Sub 20
, con goles Nicolás Castillo y
Christian Bravo la “rojita” obtuvo los
primeros tres puntos en
Turquía.
Miles de personas participaron ayer en el evento en apoyo a Manuel Lagos,
realizado en el
parque Balmaceda, el animador y músico Sergio Lagos, dijo que ‘’ puede
estar preso si no se
ha establecido una sentencia’’, en alusión a su hermano preso al encontrársele
con gran
cantidad de marihuana.
Unas 10 mil personas, entre los que se vio a MEO y a Andrés Velasco,
marcharon el sábado
la Marcha por el Orgullo y la Igualdad en Chile, convocada por el Movilh
y la Fundación
Iguales, actividad que terminó sin incidentes.
El Gobierno brasileño negó ayer haber usado recursos públicos en la
construcción o
Reforma de los estadios que serán utilizados en el Mundial de Fútbol
2014, una de las
causas de las multitudinarias
protestas que sacuden al país desde hace dos semanas.
.Popularidad de Humala cayó a 39 % por inseguridad ciudadana y promesas
incumplidas,
el resultado del sondeo publicado ayer los aspectos peor
evaluados de la gestión
Presidencial fueron el combate a la delincuencia, el alza de precios y
la falta de lucha
contra la corrupción.
A conquistar el Chile real,
por Pablo Longueira.
Siempre he pensado que la principal dificultad
de la derecha para construir mayoría en nuestro país radica en la falta de
sintonía con las necesidades sociales del grueso de los chilenos. Muchos
quieren formar una mayoría desde lo político, un eje en el cual muchos chilenos
-especialmente, la clase media y los sectores más vulnerables- no se sienten
representados.
Cuando hemos ganado el Gobierno o hemos estado
muy cerca de hacerlo, es porque hemos sabido encarnar una propuesta real de
soluciones a las aspiraciones de los chilenos en su vida actual y futura. Nos
ganamos la oportunidad de Gobernar, no por nuestros planteamientos políticos,
sino por nuestra capacidad de generar empleo, mejorar la educación y la salud y
combatir la delincuencia.
Aún queda mucho por hacer en materia de
desarrollo social e inclusión en Chile, y para ello se requiere profundizar en
el camino que hemos empezado con el Gobierno de Sebastián Piñera. Nuestro
programa de Gobierno tiene como principal propósito construir juntos un Chile
más justo, fundado en cuatro ejes: calidad de servicios a los ciudadanos; Regionalización
de verdad; crecimiento, empleo y oportunidades, y emprendimiento e innovación.
Los chilenos merecen servicios de calidad,
tanto públicos como privados. La calidad de la educación y la salud, por
mencionar ejemplos de servicios públicos a los ciudadanos, así como los
servicios financieros o previsionales, por mencionar ejemplos privados, deben
ser de excelencia. Por ello, profundizaremos en la tarea que me tocó asumir como
Ministro de Economía, de resguardar los derechos de los ciudadanos y los
consumidores, avanzando hacia un Sernac del ciudadano, con áreas en educación y
salud, tal como lo hemos hecho con el Sernac Financiero.
En materia de Regionalización, creo en la necesidad
de dar poder a las Regiones. Por ello, hemos propuesto la creación de cinco
nuevas Regiones: Aconcagua, Maule Norte, Maule Sur, Malleco y Osorno. Se
requiere no sólo dar recursos desde el presupuesto central, sino reconocer la fuerza Regional y el sentido de identidad
local, y ello debe potenciarse con autonomía, responsabilidad y presupuesto.
Queremos ser un Gobierno del trabajo para los
chilenos, manteniendo el ritmo de creación de empleos del Gobierno del
Presidente Piñera, pero con un énfasis en la inclusión de los jóvenes, las
mujeres y los adultos mayores al mundo laboral. Para ello, nuestro compromiso
es continuar con el crecimiento económico, a diferencia de lo que vemos en las
propuestas de Michelle Bachelet y de la oposición en general.
Nuestro programa busca ser un motor para el
emprendimiento, la innovación y la creatividad, aliviando la carga a los nuevos
emprendedores, estimulando iniciativas como una zona franca tecnológica, pago a
las pymes en no más de 30 días y la educación para el emprendimiento.
Chile ha avanzado mucho en materia de
crecimiento e inclusión social, y me siento orgulloso de haber participado de
estos cambios. Pero tengo la convicción más profunda de que los chilenos
esperan más de nosotros, y lo que esperan es trabajo digno, educación y salud
de calidad y seguridad. Nuestra propuesta programática se centra en dar
respuesta confiable a los desafíos del centro social de Chile, esa mayoría
silenciosa que mira el futuro con esperanza y que representa el sentir de gran
parte de las familias de nuestro país.
Derecha: votar para ganar,
por Andrés Benítez.
Hace algunos meses, la discusión de la derecha
era con quién era mejor perder la elección Presidencial. Hoy, la situación
cambió radicalmente. Bachelet candidata es mucho menos que Bachelet fuera del
país. Y si bien eso era esperable, la verdad es que su caída ha sido
significativamente mayor. En su mejor momento, las encuestas le daban un 60% de
apoyo y se hablaba de que ganaría en primera vuelta. Hoy, esa cifra está en
torno a 40% y, lo más significativo, con una tendencia a la baja.
Estamos frente a un nuevo escenario; uno que
nos habla de que Bachelet, si bien sigue arriba del resto, ya no es imbatible.
Por eso se equivocó Lavín cuando dijo que ganarle sería una sorpresa. La
elección está abierta. Es verdad, tiene una favorita, pero esa es una condición
que en política es fácil perder.
Así las cosas, votar en las primarias de la
derecha ya no es algo testimonial o para darse un gustito. El premio puede ser
mayor, porque ahora no se trata con quién perder, sino con quién se puede ganar
en noviembre. Y esto cambia radicalmente el sentido de la primaria. Ya no es
una elección para el Presidente de un club; es para un país, y eso es otro
juego. Uno bastante mayor.
Mucho se ha criticado que para los electores de
derecha no fue posible encontrar diferencias sustanciales entre Allamand y
Longueira. Pero eso no tiene importancia ahora, porque sigue la lógica de cuál
es mejor candidato para la gente del sector. Cuando se vota en una primaria
pensando ganar la Presidencial, la pregunta de quién representa mejor el
pensamiento de derecha deja de ser relevante. Eso es votar para perder. Porque
la derecha sola nunca ha ganado una elección. La cosa ahora, entonces, es cuál
de los dos será capaz de convocar a los que hoy se inclinan por los candidatos
que no van a llegar a la carrera final. Quién puede capturar en primera vuelta
a los viudos de Velasco y Orrego. Y luego, en segunda vuelta, a los huérfanos
de Enríquez-Ominami y Parisi.
Y eso pasa, necesariamente, por quién es capaz
de “chasconear” a la derecha con propuestas audaces, que salgan de la lógica
del sector, y que lo presenten más moderno e inclusivo. En esto, el ejemplo de
Piñera es bueno. Sus proyectos de posnatal de seis meses, la eliminación de la
cotización del 7% para los jubilados y su acercamiento al tema de la igualdad
de género, entre otras cosas, le permitieron correr el límite de la derecha y
ganar. La primera cosa, entonces, es determinar quién de los dos actuales
candidatos puede hacer lo mismo.
Pero hay más. Está también el tema de
credibilidad. Porque para representar una derecha más “chascona”, no basta con
plantear proyectos, sino también hay que representarla. Los que hoy están fuera
del radar del sector tienen que creerle al candidato. Se trata del mismo
desafío que tiene Bachelet con la izquierda, que la mira con sospecha, pese a
todos sus anuncios. Pues bien, la derecha tiene que elegir al menos sospechoso.
Al que dé más confianza al centro político.
Como es obvio, la decisión entre Allamand y
Longueira es de cada uno. Lo importante es, sin embargo, entender que votar en
las primarias para ganar la Presidencial plantea desafíos distintos al de
elegir al mejor perdedor.
Chile a la ruleta,
por Joaquín García Huidobro.
La lógica del espectáculo lo invade todo. Ahora
resulta que los debates presidenciales deben ser entretenidos, y se reprocha
que Allamand y Longueira tengan tantas coincidencias. Twitter se aburre: quiere
ver sangre, y se encuentra con propuestas unitarias; tiene sed de experimentos
políticos, y constata, irritado, un afán de estabilidad.
Parece que olvidamos que esto no es un reality,
es Chile, que enfrenta la elección Presidencial más importante de los últimos
43 años. En ese contexto, si una coalición muestra unidad, tiene una ventaja
comparativa grande. Uno puede discrepar de sus propuestas, y está en su
derecho. Pero esperar sangre y lamentar que no llegue es pura y simple
frivolidad.
La congruencia entre los candidatos de la
Alianza es, al mismo tiempo, su gran debilidad en las primarias del próximo 30
de junio. Algunos pueden pensar ingenuamente que, dado que los candidatos son
parecidos y competentes, entonces da lo mismo votar o quedarse en casa. Olvidan
que en esta etapa lo más imprescindible para la Alianza es contar con una alta
participación, que muestre que esta no es una carrera perdida.
Distintas son las cosas en "Nueva
Mayoría", la coalición opositora. Ella sí nos promete un futuro excitante.
¿Tendremos el aborto de Gómez, o el respeto a
la vida que propone Orrego?
Los hijos de ricos, ¿irán a la universidad
gratuita de Bachelet, o tendrán que pagar si se impone el aguafiestas de
Velasco, que insiste en hacernos poner los pies en la tierra?
¿Y qué pasará con la educación privada básica y
media? En la Unidad Popular, las amenazas a la libertad de educación llevaron a
una férrea alianza entre la Democracia Cristiana y la derecha. ¿Ha dejado de
ser una materia importante? Parece difícil que la DC ignore el clamor de miles
de familias de clase media que quieren elegir para sus hijos un colegio de
acuerdo con sus preferencias.
¿Y el matrimonio, esa institución que está en
la base de la humanidad? ¿Seguirá siendo una unión entre hombre y mujer, como
quiere la DC, o pasará a ser un cajón de sastre, donde todo cabe con tal de que
haya amor, como anhelan Bachelet, Gómez y Velasco?
Tampoco aparece claro el papel que el Estado
tendrá en nuestras vidas. Ese clamor por "más Estado", ¿implica que
la autoridad se preocupará más de los débiles (postura de Velasco y Orrego), o
que va a terminar controlando gran parte de nuestras vidas, como quieren los
otros? ¿Dejaremos en manos del Estado nuestra salud, nuestra vejez y nuestra
educación? La presencia del Partido Comunista no es particularmente útil para
lograr un consenso.
La participación comunista, ¿supondrá un lastre
a nuestra política internacional, de modo que habrá que mirar para el lado
cuando los disidentes cubanos tengan problemas?
Tampoco hay claridad sobre la carga tributaria.
Bachelet quiere aumentar el impuesto a las empresas, eliminar el Fondo de
Utilidades Tributarias, y hasta habla de subir el Impuesto de Timbres y
Estampillas, lo que equivale a poner nuevos obstáculos a las Pymes y a toda
clase de emprendedores.
Las propuestas de Allamand y Longueira podrán
gustarnos o no, pero carecen de ambigüedades. Sus votantes conocen los términos
del mandato que le entregarán a uno de los dos.
En cambio, las múltiples caras de "Nueva
Mayoría" nos dejan perplejos. Las diferencias entre la izquierda liberal
de Velasco, el socialcristianismo de Orrego, la peculiar socialdemocracia
radicalizada de Gómez, la proverbial indefinición de Bachelet, y las ideas del
PC (con un pie en la institucionalidad y otro en la calle) no son cuestión de
matices.
Como sus principales propuestas son
contradictorias, una parte significativa de sus electores quedarán defraudados.
El problema es que, en esta ruleta, nadie sabe por anticipado qué grupos
resultarán postergados por su candidata, porque está claro que no podrá
complacerlos a todos. A los votantes de las primarias se les pide un cheque en
blanco y una ciega confianza en que ella acertará con sus futuras corazonadas.
La víctima más probable en este cuadro incierto será la DC, pero seguramente
habrá otras.
Los juegos de azar están reservados a los
casinos, pero parece que aquí nos están poniendo a todos los chilenos en la
ruleta.
Todo esto suena muy entretenido, porque nos
aleja del predecible eje México-Colombia-Perú y nos acerca al emocionante club
Argentina-Ecuador-Bolivia. Más que "Nueva Mayoría", esta coalición
debería llamarse "Rumbo a la aventura".
Reformita cultural,
por Axel Buchheister.
Como novela por entrega, hemos ido conociendo
los fascículos de la reforma tributaria de la candidata de la izquierda. Se
demoró porque no tenía ningún planteamiento predefinido de algo que realmente
se necesitare (no hizo ninguno cuando Gobernó), sino que había que recoger lo
que estaba en la calle, que clama por una reforma tributaria (que los ricos
-otros- paguen más). Entonces, había que salir con algo que, se nos adelantó,
no sería una “reformita”. Y no lo es.
Lo primero que vio la luz fue la idea de subir
el impuesto de primera categoría, que afecta a las empresas, a 25%. Digamos que
si este Gobierno, supuestamente para cerrar el tema, no la hubiera subido ya a
20%, la propuesta habría sido ésta y no aquélla. Pero como hay que contrapesar
todo, agregaron que la tasa marginal del global complementario, el impuesto que
paga la gente de carne y hueso, se bajaría de 40% a 35%. Fantástico, ¡quién se
opone!: las empresas, que abusan y son ricas, pagan más y el resto, menos.
Pero en segunda vuelta nos comunican que se
suprime el FUT (en cuatro años más, es decir, el Gobierno que sigue), lo cual
-reconocen- significa tributar a lo devengado. Eso, porque el FUT sirve
únicamente para evadir y eludir. Una consigna, porque siendo un sistema único
en el mundo, significaría que en otras partes no hay evasión. Y todos sabemos
que la evasión existe por doquier, independiente del sistema tributario, aunque
la lógica indica que mientras más altos son los impuestos, mayor es la
tendencia a evadir. Y si en Chile los impuestos son tan bajos -tanto que se
requiere de una reforma-, no habría tanta evasión. Por algo tenemos una tasa de
rendimiento tributario muy alta dentro de la Ocde.
Más allá de la consigna: ¿qué significa
suprimir el FUT, o sea, tributar a lo devengado? Se lo explico en simple: si
hoy los dueños, accionistas o socios de una empresa tributan a nivel personal
sólo por lo que retiran de ella, tributar por lo devengado (por lo que se tiene
derecho a recibir) significa pagar impuestos por utilidades, aunque no se reciban.
Siendo así, la reacción es obvia: entréguenme la plata. Usted no va a tributar
por dinero que no ha recibido, porque si lo hiciera tendría que disminuir su
consumo presente o endeudarse para pagar impuestos. Ahí está el efecto negativo
sobre la inversión de que tanto se ha hablado.
Pero hay algo más. Si usted, aparte de su pega,
tiene unas acciones de algo, participación en alguna empresa familiar o algún
emprendimiento, entonces descubra que la “reformita” no le baja los tributos,
como insinúa la disminución de la tasa a 35%, porque simultáneamente le
aumentan la base imponible, aunque no reciba utilidades y quizás terminará
pagando más como resultado final; dependerá de qué tan bueno sea el otro
“pituto”. Por supuesto, puede creer el cuento de que esto no afectará a las
pymes, cuestión suya.
¿Cómo favorecerse totalmente de la rebaja del
5%? Muy simple, no emprenda ni tenga ninguna inversión, vuelva al Chile de
antaño y aspire a una “peguita”. Como verá, no se trata de una “reformita”,
sino de una gran reforma, pero no es tributaria, sino cultural, que nada menos
cambiará la mentalidad respecto del emprendimiento. Para ello, basta eliminar
una sigla: FUT.
¿Se acuerdan de la Enu?,
por Alfredo Jocelyn-Holt.
Allamand si se acuerda, y se lo enrostró el
otro día a Bachelet a propósito de su propuesta de terminar con la educación
particular subvencionada en Chile: “Y en verdad, esta es la amenaza más seria a
la libertad de enseñanza desde la proposición de una escuela nacional
unificada”. Allamand debe sus primeros pasos y golpes en la política a esa
iniciativa de la UP. Y, si bien la historia no se repite, sí persisten ciertos
conflictos que, de cuando en cuando, afloran. La libertad de enseñanza, en
versión de derecha y “privada”, data de bien atrás, de la época de Abdón
Cifuentes y esa gente (me ahorro comentarios sobre lo complicado que fue eso).
Y, bueno, sí también, la izquierda no es muy imaginativa (suele tropezarse con
la misma piedra).
Claudia Sanhueza, comisionada de educación de
la candidata, ha sido clara en sostener que éste va a ser un sistema “único” y
que “todas” las instituciones que quieran participar impartiendo educación
superior debieran estar insertas bajo el sistema que proponen. “Sistema único,
digamos, y no nos imaginamos una institución de educación superior entregando
educación sin estar acreditada”. Conste que lo repite dos veces en entrevista a
CNN Chile (se puede consultar en YouTube); evidentemente cuando la imaginación
es escasa se recurre a tautologías (golpean más fuerte). Agreguemos a ello que
“expertos” van a determinar los aranceles y costos que, por supuesto, afectan
dimensiones sustanciales: orientaciones, plantas, tipo de académicos...
Pensándolo mejor, esto es más radical que la ENU, que sólo embestía contra la
educación preuniversitaria. Aquí “todo” está entre ojos.
Lo cual, y esto es curiosísimo, no le ha
granjeado el apoyo de esos otros progresistas maximalistas: el estudiantado en
paro, calle y tomas. Fielbaum, de la FECh, tachó de “ofertón” la propuesta. Y,
no es que estén en desacuerdo con Bachelet, sino que no le creen (ya tuvo sus
“comisiones” y ellos fueron “traicionados”). Ellos son el “cambio”, sólo ellos
pueden hacerlo. En otras palabras, no es un problema de propuestas y
deliberación luego resolvemos la agenda pendiente, sino de pura flexión de
músculo. Ocurrió también con la comisión de Bachelet sobre cambio Constitucional.
No hubo consenso en esa instancia. Es que, está visto, los Atria, Sanhueza et
al. se van de madre, golpean, pero tampoco llegan a nada; y, de paso, también
Bachelet, quien supuestamente los acogiera y estimulara a que se “expresaran”.
¿Déjà vu? No exactamente. La ENU el 73, el
“Pingüinazo” el 2006, de nuevo Bachelet el 2014 (para “corregir”), y Allamand
(el de No virar izquierda, su libro testimonio de cuando se opuso a la ENU)
también de nuevo para resistirse, nos están diciendo que hay una falta tremenda
de imaginación y por eso no nos queda más que la historia. Con la salvedad que
la historia en estas materias es terrible; no garantiza que no se llegue a algo
peor. Valga el acierto de Graham Greene: “Los historiadores son personas que se
interesan por el futuro cuando éste ya es pasado”. Lo que ofrece Bachelet para
el futuro de Chile no es más que una combinación de variables conocidas que se
espera que arrojen un desenlace distinto al que tuvimos una vez. Esta vez sí
que sí... Me lo imagino.
Actitud frente a la extralegalidad.
La dinámica que presentan las tomas
estudiantiles en sedes universitarias y también en colegios emblemáticos
ilustra -al extremo- las prácticas de quienes promueven el asambleísmo como la
instancia apropiada para definir el futuro del país. Su mecánica contempla
siempre erradicar de la asamblea cualquier conducta dialogante, hasta imponer
por el cansancio o la fuerza la vanguardia más radical. A diario se ve a
indignados apoderados y alumnos denunciar -en vano- que las medidas de fuerza
no han sido acordadas por las instancias respectivas, o que las votaciones se
han repetido hasta conseguir imponer la toma.
Así las cosas, es decisiva la actitud de los Rectores
universitarios en defensa del principio de autoridad y del derecho de los
estudiantes a invocarlo para realizar la tarea que les es propia. Con todo, la
realidad del Gobierno universitario en cada institución es diferente, y así,
mientras el Rector de la Usach ha pedido el desalojo de una toma de la Rectoría,
su homólogo de la Universidad de Chile ha priorizado el respeto al derecho a
manifestarse. Es difícil anticipar las consecuencias que pueda tener para una
universidad este último camino.
La Haya en la recta final.
En los próximos días los Jueces de La Haya
comenzarán las últimas deliberaciones y la redacción de la resolución sobre la
demanda peruana por la delimitación marítima con Chile, y el fallo se haría
público durante la primera quincena de julio.
En el último tiempo se han multiplicado en
ambos países las iniciativas privadas y públicas en favor de un clima de
opinión pública que acoja con serenidad lo resuelto por el Tribunal
internacional, sin avalar posiciones que pongan en cuestión su acatamiento.
En Chile no han circulado mayores trascendidos
ni especulaciones respecto del eventual contenido de la sentencia de los 14 Magistrados
de la Corte. Siendo de suyo difícil especular sobre ese texto, Chile espera un
fallo ajustado a derecho y, en ese sentido, favorable a la posición sustentada
por nuestro país. Asimismo, Chile exhibe una larga tradición de respeto a la
jurisdicción internacional que avala el cumplimiento de lo resuelto por la
Corte.
Por el contrario, durante las últimas semanas
la opinión pública peruana se ha visto sometida a cierto flujo de filtraciones
y trascendidos, y de reuniones del más alto nivel de sus autoridades públicas,
que anticipan "un fallo complejo", entendiendo por tal un abanico de
combinaciones que van desde la adjudicación de territorios marítimos hasta el
establecimiento de zonas de pesca compartidas entre ambos países, y se alude a
los numerosos cambios normativos que habría que impulsar para ajustarse a la
nueva realidad que emanaría de esa resolución.
Discutible redacción de compromiso político.
En este contexto se inserta la suscripción esta
semana de un texto de compromiso por parte de todos los Presidentes de los
partidos políticos chilenos, invitando al acto de difusión del mismo en la sede
del Congreso Nacional en Santiago al Embajador del Perú. Aun cuando no haya
existido un acto equivalente en el país vecino, esta iniciativa parece en línea
con el clima general que promueven los Gobiernos de ambas naciones.
Con todo, en el sensible ámbito de las
relaciones vecinales del país, los actores con proyección pública, como lo son
los partidos políticos, las Fuerzas Armadas o las Cámaras del Congreso, deben
extremar el celo en la redacción de su pensamiento, ya que actúan en un ámbito
ajeno a ellos y de competencia exclusiva del Ejecutivo. Así, en la declaración
se debieron despejar aspectos de redacción equívocos, como que se trata de
"un diferendo marítimo que nuestros países han entregado" a la
determinación de La Haya, como señala el texto en comento. En rigor, Chile fue
demandado ante esa Corte, se crearon tensiones artificiales y se han debido
destinar cuantiosos recursos económicos y humanos para la defensa jurídica en
esa instancia de los derechos que nos son cuestionados por Perú.
Es procedente respaldar todas las iniciativas
de diálogo y distensión entre Chile y Perú, pero con la debida prolijidad en su
ejecución, para que no se interpreten como un saludo anticipado a la decisión
de la Corte, incluso sin conocerla e independientemente de su contenido, por
cuanto aparece previamente condonada aun en el evento de que se aparte de
fundamentos de derecho.
No cabe pensar que la reacción de Chile pueda
ser la misma si el fallo de La Haya se ajusta al derecho aplicable o si se
aleja aberrantemente de este, sin afectar por ello su acatamiento.
En el reciente caso de Colombia y Nicaragua, la
Corte debió diseñar una resolución que la obligó a dibujar líneas y fijar
criterios que impactaron más allá de la contienda, suscitando una airada
reacción del primer país. Esa expresión de malestar contra lo resuelto es
legítima y relevante para el funcionamiento de una Corte Internacional cuyo
imperio se basa fundamentalmente en su prestigio y ascendiente para merecer la
confianza de reglar posteriores causas.
El caso de Chile es distinto porque se trata de
una disputa en derecho, con tratados y prácticas vigentes hace más de 50 años,
por lo que el cumplimiento del fallo, que debiera refrendar aquello, no debiera
presentar mayor complejidad, y su pleno acatamiento ha sido comprometido por
los Presidentes de los dos países.
Debate en torno a la gratuidad y el lucro en la
educación.
La ex Presidente Michelle Bachelet ha planteado
entre sus propuestas en materia de educación, de cara a un eventual futuro Gobierno,
la eliminación del financiamiento compartido en la educación subvencionada y la
prohibición de que los sostenedores de colegios que reciben esa subvención
puedan obtener excedentes derivados de su gestión. Estas propuestas, que
parecen concitar amplio respaldo en el bloque opositor, apuntan en un sentido
equivocado. De ser finalmente aplicadas, constituirían un retroceso en la
calidad y diversidad de la educación chilena, que se ve beneficiada cuando se
fortalece la capacidad de los alumnos y las familias de seleccionar el
establecimiento entre alternativas y cuando se permite que contribuyan con
recursos a su financiamiento.
La educación es un bien público porque los
beneficios que ella genera interesan tanto a sus destinatarios, que adquieren
competencias y valores para su desarrollo personal, como a toda la sociedad,
que ve en ella la fuente de la igualdad de oportunidades y del desarrollo
armónico de las distintas facetas del ser humano. Por eso, cuando las familias
no están en condiciones de financiar el acceso a una educación de calidad, es
el Estado el llamado a asegurarlo, por la vía de entregar un aporte suficiente
que permita a cada familia tomar decisiones responsables sobre qué tipo de
educación quiere para sus hijos. Así, en la medida que exista la posibilidad de
contribuir con mayores recursos al financiamiento de los establecimientos no
debe existir un obstáculo a ello, porque de esa forma no sólo se facilita el
mejoramiento de áreas como la infraestructura o los sueldos de los profesores,
sino que permite una gama de diferentes opciones. Si no existe el
financiamiento compartido, la educación tenderá a una segregación entre quienes
pueden pagar una educación particular y entre quienes deban resignarse a una
educación mayoritariamente bajo el control del Estado y con una sola
orientación oficial.
Respecto del lucro en los colegios, lo que se
ha planteado como principio es que no sería aceptable que los sostenedores
obtengan utilidades con los fondos Fiscales, lo que no parece tener mayor
justificación porque reduciría la facultad de mantener establecimientos sólo al
Estado -a través de las Municipalidades o centralizadamente- y las fundaciones,
ya que es imposible que los particulares puedan mantener colegios si no pueden
obtener una retribución por sus inversiones para contar con salas, gimnasios,
bibliotecas, mobiliario, etc. Esta retribución es la que ha permitido a muchas
personas abrir establecimientos, al poder pagar los créditos necesarios para
financiar esas inversiones.
Lo que le interesa a la sociedad es que los
estudiantes tengan acceso a la educación y para ello debe otorgar una
subvención que la financie, bajo la condición de que quien la imparte cumpla
con estándares de calidad y responsabilidad exigentes y conocidos. La libertad
educacional se ve fortalecida cuando ese rol educador lo pueden desarrollar las
personas individuales, las iglesias, las fundaciones y las demás entidades
interesadas. Uno de los avances más valiosos de las políticas sociales en Chile
fue entender que la importancia de un bien público no justifica que sea
provisto por el Estado, sino que, por el contrario, los ciudadanos ganan en
calidad y libertad de elegir cuando se subsidia a sus destinatarios -en este
caso, los estudiantes- para que escojan entre múltiples alternativas, dedicando
la autoridad sus esfuerzos a fiscalizar que se cumplan los estándares
previstos.
Vandalismo contra la iglesia de San Francisco.
En un mal endémico de las ciudades, de su
equipamiento urbano y de todo inmueble que pueda tener algún significado
icónico para sus habitantes, se han convertido los grafitis. Casi sin
excepción, nuestras ciudades son víctimas de esta práctica antisocial que en
los hechos no tiene sanción alguna por parte de las autoridades, que observan,
a veces con indolencia, el actuar de sus autores, tolerantes o impotentes ante
sus desmanes.
Blanco predilecto de los grafitis son los hitos
arquitectónicos o monumentales de carácter patrimonial, y el equipamiento
urbano. En la principal arteria capitalina, la Alameda, nada escapa a esta
acción vandálica: ni la sede del Colegio de Arquitectos, ni los monumentos,
edificios públicos y privados, cabiéndole a la iglesia de San Francisco la peor
parte. Solo la acción de un ciudadano, que interpuso un recurso de protección
para exigir a la Municipalidad de Santiago que financie las reparaciones
necesarias para mantener en buen estado la fachada de este monumento nacional
principalísimo, movió a una reacción de la autoridad, que replicó afirmando que
tiene un proyecto para la reparación del inmueble afectado por rayados y
grafitis, y cuyo financiamiento -15 millones de pesos- no está resuelto.
Las reparaciones del muro de la iglesia de San
Francisco y de otros innumerables sitios afectados por estas acciones no serán
nunca eficaces si no se aborda el problema de manera más radical, mediante un
cambio en el procedimiento Judicial. En 2005 se promulgó una Ley que estableció
presidio menor en sus grados medio a máximo y multas de hasta 200 UTM a todo
aquel que causare daño a un monumento, pero cualquier recorrido por el casco
histórico deja a la vista su ineficacia. Esa Ley es letra muerta y no encuentra
ninguna aplicación por los Municipios responsables.
No se trata de personas imposibles de
identificar, pues suelen realizar sus acciones a plena luz del día, durante las
manifestaciones. Carabineros de punto fijo podrían reducir el vandalismo
diurno, pero cabe preguntarse si hay capacidad para evitar el nocturno. Algunos
Alcaldes los han invitado a pintar muros de sitios eriazos o de divisiones
prediales (incluso patrocinan concursos), a cambio de la promesa de no volver a
arruinar edificios. Pueden ser iniciativas de inclusión para grupos de jóvenes
vulnerables, pero será muy difícil comenzar a recuperar el rostro de nuestras
calles y monumentos si se mantiene para con los autores de los rayados una
actitud tan condescendiente, que favorece la generalización de una conducta
antisocial que en otros países es castigada con severidad.
Cambia el clima.
Se multiplican los signos de que nuestra
economía estaría ingresando en zona de turbulencias. Como suele ocurrir, es la
inversión la que está bajando el ritmo. Por ejemplo, la Cámara de la
Construcción ha dado cuenta de una pronunciada disminución del crecimiento
tanto en la edificación de viviendas como en el desarrollo de obras de
infraestructura y otros proyectos. Las expectativas empresariales han empezado
a declinar, el dólar trepa y cae la Bolsa. Por ahora, los consumidores,
alentados por las alzas del empleo y los salarios, mantienen su buen ánimo,
pero cabe temer que no les dure mucho más.
Confluyen en esto factores externos e internos.
El primero es el giro que está experimentando la economía mundial. Todo parece
indicar que Estados Unidos está concluyendo su larga convalecencia de la crisis
financiera pasada. Esto auguraría el término de la era de intereses baratos, y
los mercados están acomodándose nerviosamente a esa expectativa. Pero la
noticia es positiva, porque permitiría a la mayor potencia del mundo volver a
tirar el carro de la economía global. Entretanto, han surgido temores sobre la
capacidad de China de seguir marchando rápido e impulsando los precios de las
materias primas. El cobre ha descendido y ya se habla del fin de la bonanza que
tanto nos ha enriquecido. Las veleidades del metal rojo nos son familiares, así
que lo razonable es estar preparados para la mala racha.
Por eso es lamentable que también haya factores
de fabricación nacional en la desaceleración observada en la inversión. Pese a
los repetidos anuncios de ambiciosos planes, el Gobierno no ha logrado
destrabar el avance de proyectos clave en energía, minería y obras públicas. Su
agenda de competitividad se ha estancado en el Congreso, y las alzas de los
costos de la electricidad y la mano de obra se hacen sentir sobre los
resultados de las empresas.
A todo lo anterior se suma el que las empresas
están sufriendo este año el golpe de la reforma tributaria del año pasado, que
elevó en tres puntos porcentuales la tasa de impuestos. Como ha expresado el
profesor de la Universidad de California Sebastián Edwards, es una ingenuidad
pensar que si suben los impuestos, no va a caer la inversión: obviamente va a
caer. Transgrediendo su propio programa, en esa ingenuidad incurrió el actual Gobierno
el año pasado y -según se ha anunciado esta semana- reincidiríamos a escala
mayor si la Concertación regresara a La Moneda. ¿Quién puede extrañarse si, en
tales circunstancias, las expectativas de los inversionistas se derrumban?
Manifestaciones en Brasil.
Las masivas manifestaciones que se vienen
desarrollando desde hace días en Brasil han provocado sorpresa entre las
autoridades de ese país, las cuales obviamente no esperaban una reacción de tan
alto calibre tras el anuncio del alza en el precio de los pasajes del
transporte público.
El hecho de que las marchas y protestas hayan
continuado, incluso con mayor fuerza y con presencia en más de 80 ciudades,
luego de que la medida fuera revertida, sugiere que los reclamos tienen raíces
más profundas y complejas.
Brasil ha vivido una rápida transformación en
los últimos años. La aplicación de políticas sociales dirigidas hacia los
sectores más vulnerables, unida a las altas tasas de crecimiento económico,
permitieron que millones de personas abandonaran la pobreza y elevaron las
expectativas. Al mismo tiempo, el país consiguió un reconocimiento
internacional que hasta hace poco le era esquivo y que encuentra una expresión
práctica en que Brasil ha sido seleccionado para organizar una serie de eventos
de resonancia global, desde el Mundial de Fútbol 2014 y los Juegos Olímpicos
2016, hasta la Jornada Mundial de la Juventud, a la que asistirá el Papa
Francisco, el mes entrante.
Justamente, estos eventos han sido puestos en
el foco de la atención, debido a que en su organización ha habido corrupción y
despilfarro de recursos que indignan a una opinión pública que no parece estar
dispuesta a seguir tolerando las ubicuas faltas a la probidad que afectan al
país.
Las perplejas autoridades deben adoptar con
prontitud medidas para contener unas protestas que amenazan con seguir cobrando
fuerza. El escenario no es propicio: la popularidad de la Presidente Dilma
Rousseff viene cayendo, mientras que la situación económica muestra signos
preocupantes, con desaceleración del crecimiento y alzas en la inflación.