el Ministro de Relaciones Exteriores aseguró que debido
a sus características físicas,
la nave "no corresponde" a países vecinos. |
El
Presidente Sebastián Piñera designó como nuevo Comandante en Jefe de la Armada
al
actual Vicealmirante, Enrique Larrañaga,
en reemplazo del Almirante Edmundo
González, que pasará a retiro. |
Ají comunista en la jalea,
por Gonzalo Rojas
Sánchez.
El Partido Comunista ha tomado su decisión:
Michelle Bachelet es su candidata en las primarias. Obvio, dirán algunos,
porque ella ya tuvo una significativa trayectoria de compromisos con el órgano militar
del PC, el FMR.
La decisión ha producido, qué duda cabe, enorme
felicidad en el PS, tranquilidad en el PPD y conformidad en el PR, aunque los
radicales aspiraban a un cariñito comunista para Gómez, como si de los años 60
se tratase.
En todo caso, cuando termine la primaria y
todos cierren filas en torno a Bachelet, al sumarse los factores veremos lo
mismo de hace casi 45 años, es decir, la UP: socialistas variopintos,
comunistas y radicales.
Pero, y la DC, ¿qué papel jugará?
A diferencia de aquel dramático momento, en el
que la Democracia Cristiana prefirió una vez más su vía propia y resultó
tercera, ahora no quiere resignar la posibilidad de ser de nuevo ganadora con
Bachelet.
¿Ganadora? ¿A qué costo?
La decisión del PC la deja en estado de shock.
Nada le podría convenir menos, porque tiene que definirse frente al comunismo,
o sea, debe realizar aquella operación que a los democratacristianos les ha
resultado casi imposible desde que en 1946 Eduardo Frei Montalva pronunciara su
inefable "Hay algo peor que el comunismo, esto es, el anticomunismo".
Cualquier otra opción del PC era mejor para la DC. Y como los comunistas lo
sabían, la arrinconaron, una vez más.
Seguramente usted tiene la sensación de que ya
ha leído esta columna. Sin duda algo similar ya ha sido escrito. No se extrañe,
porque en este tema, la DC ha sido reiteradamente confrontada en sus ya largos
75 años, desde la Falange hasta hoy.
Pero una vez más, no lo dude, la Democracia
Cristiana recurrirá a la fórmula siempre fracasada: pedirles a los comunistas
que rechacen las gravísimas violaciones a los derechos humanos perpetradas por
todos los regímenes bajo su conducción; que declaren su adhesión a la
democracia y, finalmente, que renieguen de Gobiernos criminales como el cubano,
el norcoreano y el sirio.
Cero problema para el PC. En su dominio de la
retórica, repetirán algo así como "siempre hemos estado a favor de la
democracia, nunca hemos validado las dictaduras y esperemos contribuir en el
futuro a un desarrollo humano integral".
Como desde la DC nunca les preguntarán sobre su
pasado inmediato en Chile, es decir, sobre su convicción revolucionaria
contraria al orden jurídico durante la UP y su posterior lucha armada contra el
Gobierno del Presidente Pinochet, encabezada justamente por Teillier, muchos
democratacristianos olvidarán los duros reproches de Aylwin y de Frei Montalva
al Gobierno de Allende. Cerrarán los ojitos y mirarán hacia delante.
Bueno, ya se sabe que es inútil pedirles que
valoren seriamente el pasado o el presente, pero al menos hay que plantearles
que intenten pensar responsablemente en el futuro. Esta es la única pregunta
seria, madura, que todo DC debe hacerse: ¿Es posible una alianza de Gobierno
con los comunistas? ¿Van a respetar las concepciones sobre soberanía y sobre
orden público, sobre la vida sin aborto y sobre los padres como los primeros
educadores, sobre un orden jurídico sin mecanismos espurios disfrazados de
asamblea constituyente y sobre el libre emprendimiento? ¿Se puede considerar su
proyecto de futuro como un programa compatible con el humanismo cristiano?
La respuesta la tiene todo militante de la DC,
todo simpatizante de la DC. Pero aunque dueños de sus votos, también esperan,
sin duda, una orientación clara de sus dirigentes.
Ignacio Walker y sobre todo su candidato,
Claudio Orrego, están frente a la disyuntiva: ¿Qué tendría más sabor en una
alianza con los comunistas? ¿El ají o la jalea?
Financiamiento de campañas
por Jorge Barrera.
A raíz de sucesos recientes, se ha reabierto el
debate en torno a los aportes de las campañas electorales en el país con miras
a un financiamiento de carácter exclusivamente estatal.
Hoy en Chile
se opera con un sistema mixto de financiamiento, que cuenta con un
aporte Estatal directo a los partidos políticos e indirecto a los candidatos,
que se suma a los aportes privados que pueden recibir ambos, ya sea de personas
naturales o de personas jurídicas con fines de lucro.
Hace un par de años, desde la Fundación Jaime
Guzmán expusimos las ventajas de este sistema mixto y las razones que hacían
necesario el aumento tanto del financiamiento estatal, como de los aportes
privados.
Al respecto, es cierto que el financiamiento
público facilita el acceso al mercado electoral, garantizando el principio de
igualdad de oportunidades, al asignar un mínimo de igualdad en el acceso a los
recursos publicitarios, lo que tiene como mérito aumentar la información y libertad
de decisión de los ciudadanos. Además, mejora la independencia de los
dirigentes políticos, en la medida que entrega un balance al sistema cuando
éste admite aportes privados, que dejan de ser la única fuente de los recursos.
En este mismo sentido, aumenta el
accountability del sistema político en general y finalmente genera mayores
niveles de transparencia en la toma de decisiones, ayudando a mejorar la
calidad de las decisiones públicas y colaborando en la generación de mayores
niveles de confianza, credibilidad y legitimidad del sistema político y la democracia.
A pesar de dichas virtudes, no estamos de
acuerdo con la eliminación del financiamiento privado, pues éste constituye un
pilar fundamental de la libertad que tienen los ciudadanos para fomentar y
promover sus ideas y convicciones políticas en forma particular, y aun cuando
el Estado no esté dispuesto a financiar dicha promoción.
Por esto mismo, creemos indispensable que se
avance hacia el perfeccionamiento de la mixtura del sistema que actualmente
existe en Chile, fortaleciendo los aportes públicos, pero entregando siempre un
espacio para los aportes privados, generando un balance en el sistema, que
permita mayor transparencia, independencia y participación de los ciudadanos en
este ámbito.
Por lo mismo, hemos propuesto un esquema de
subsidios en base a un financiamiento mixto o matching fund, en el cual los
aportes privados en dinero impliquen un financiamiento Estatal correlativo. De
esta forma, al aumentar los aportes privados, el Estado debe también aumentar
los aportes públicos, ciertamente fijando rangos decrecientes y límites a esos
aportes. Así se privilegiaría la mayor cantidad de aportes antes que su monto,
y se fomentaría de manera relevante la participación de los ciudadanos de a pie
en el financiamiento de las campañas electorales, evitando la captura de la
actividad política por parte de grupos de interés, cuestión última que
justamente ha provocado la reapertura del debate sobre este tema.
Los comunistas y el laberinto,
por Daniel Mansuy.
“Jamás estaría dispuesta a hacer campaña por Bachelet
ni a llamar a los jóvenes a votar por ella”. “Yo no recibo órdenes de partido”.
Las frases pertenecen a Camila Vallejo, y las pronunció hace no tanto tiempo,
en una entrevista al diario El País. Pues bien, Camila beberá del amargo cáliz,
porque muy pronto tendrá que llamar, de modo más o menos explícito, a votar por
Bachelet. Más aún, según confesión del propio Teillier, el blindaje de su
candidatura Parlamentaria fue el precio cobrado por el PC para respaldar a la
ex Presidente. Queda claro que militar en el PC implica aceptar las órdenes de
partido.
En todo caso, nada de esto merece que rasguemos
muchas vestiduras. El PC simplemente echó mano a su legendario pragmatismo, arrimándose
al árbol más frondoso de la pradera. Para Michelle, el negocio parece redondo.
La foto de campaña que se sacará con Camila -mirando al futuro, sonrisas
cómplices- simbolizará la cooptación del movimiento estudiantil, que parecía
tan puro hace un par de años. Además, Bachelet cumple el sueño de todo
candidato: recibe apoyos sin ofrecer una gota de claridad programática. La
imagen es todo.
Los problemas vendrán más tarde, cuando haya
que ponerle algún contenido a todo esto: la ambigüedad de la candidata
socialista no puede durar eternamente. Y no sólo porque su silencio daña
gravemente la calidad de nuestra esfera pública -la política es deliberación,
pero para deliberar se necesita que los participantes manifiesten algo-.
También porque las señales equívocas pasan la cuenta más tarde. El actual
Presidente sabe algo de eso: la falta de definiciones en su campaña le ha
impedido, hasta hoy, delinear nítidamente su identidad. Con todo, es quizás el
PC quien hace la apuesta más arriesgada: a cambio de unos pocos cupos, seguirá
contribuyendo a validar una institucionalidad que considera ilegítima. ¿Cómo
explicar esta súbita voluntad de mayoría del PC?
Los comunistas han defendido su decisión con el
argumento siguiente: la Concertación, dicen, se ha movido hacia la izquierda
asumiendo las banderas del PC. Eso tiene algo de cierto, pero contiene un
peligro en ciernes: más allá de la crítica fácil, nadie en la oposición ha sido
capaz de darle alguna forma coherente a esa crítica al modelo. Es fácil
criticar al sistema por fuera, lo difícil es hacerse cargo de las dificultades
por dentro. Al recibir el apoyo del PC, Michelle Bachelet juega con fuego y corre
el riesgo de profundizar el desacople entre discursos y hechos, entre
expectativas y realidad.
La cornisa es estrecha, pero jugar a
radicalizar ese desacople equivale a
aserruchar la rama que nos sostiene a todos. Dicho de otro modo, la foto de Camila
y Michelle es casi más peligrosa que rentable, porque encarnan lógicas
difícilmente compatibles. El laberinto es endiablado, y los cálculos
electorales y el pragmatismo desatado son insuficientes para salir de él. En
rigor, ese laberinto requiere de capacidades políticas bien excepcionales. Por
eso, el problema no reside en el apoyo del PC, que incluso podría ser una buena
noticia para el sistema; la dificultad central pasa, nuevamente, por el
silencio de Michelle Bachelet: un comunista nunca será tan peligroso como un
candidato que no habla.
Una verdad
incómoda,
por María Isabel González.
Existe una visión compartida entre los expertos
de que estamos atravesando por un período muy complejo en materia de
abastecimiento eléctrico en el Sistema Interconectado Central. Del mismo modo,
hay consenso que en los años venideros esta situación va a empeorar.
El
problema actual tiene su principal causa en la sequía que nos ha afectado
durante tres años y que había reducido prácticamente a cero las reservas
hídricas de los embalses. Es así como la
semana pasada el organismo coordinador del sistema, el denominado CDEC-SIC,
había advertido que podría existir déficit de generación en los próximos meses
si la sequía persistiera y fallara alguna central. Con las lluvias recientes, y
de persistir esta tendencia climática, la situación puntual para este año
debería mejorar.
Sin embargo, el mayor problema se prevé para los años siguientes, ya que la falta de nuevos
proyectos de generación eficiente (léase centrales hidráulicas de embalse y
centrales termoeléctricas a carbón o gas natural) hará que la situación se complique más en el
futuro. Indudablemente los proyectos de generación como los mencionados son de
largo aliento, toman más de tres años sólo en su construcción, sin contar el
tiempo que tardan los estudios y permisos necesarios. Por lo tanto, es tarea
del Gobierno de turno tomar las decisiones adecuadas para garantizar el suministro durante el siguiente año. Si bien
es correcto que el Ejecutivo ha aprobado permisos para la construcción de cerca
de 11.500 MW, como lo señaló el Presidente en su discurso del 21 de mayo
pasado, gran parte de ellos son de energías renovables no convencionales (que son intermitentes) y proyectos eficientes que dan la base al
abastecimiento, pero que han sido detenidos por el Poder Judicial.
Hay que considerar que fue el propio Presidente
de la República quien inició la espiral de rechazo a los proyectos energéticos,
al ceder a grupos de presión y desconocer la institucionalidad ambiental
cancelando el proyecto de central termoeléctrica Barrancones. Además, ha habido
una conducta errática de parte del Gobierno frente a un proyecto tan
emblemático como HidroAysén. Es decir,
ha sido la falta de liderazgo lo que ha transformado a la Corte Suprema en el
ente planificador de la política energética del país. Es más, tanto el Gobierno
como otros poderes del Estado tienen la obligación de velar por el bien común
y, por lo tanto, no pueden dejarse presionar por grupos de interés
minoritarios, afectando el desarrollo del país.
No hay duda de que nuestros buenos resultados
económicos como la tasa de crecimiento, el bajo desempleo histórico, que
implica directamente mejoramiento de salarios,
entre otros, se deben en gran parte a la actividad industrial y
minera, y en particular al cobre y sus
altos precios. Sin embargo, su sustentabilidad depende de la existencia de
suficiente oferta de generación de electricidad. En el caso del SIC, hay
numerosos proyectos detenidos, porque no disponen de ofertas de suministro
eléctrico, lo cual pone en duda que podamos seguir por esta senda de
prosperidad.
Sin
energía eléctrica no habrá nuevos proyectos mineros, y sin nuevos
proyectos no hay desarrollo y persiste la pobreza.
Cambios en el ingreso a universidades.
El Consejo de Rectores (Cruch), organismo
integrado por los titulares de aquellas universidades que existían con
anterioridad a la creación de las entidades privadas surgidas a partir de 1981,
ha establecido una nueva institucionalidad para regir el funcionamiento del
actual sistema de admisión a la enseñanza superior y por tanto de la PSU y del
ranking de notas incorporado el último año. Habrá para ello una nueva
estructura con un directorio integrado por seis Rectores (cuatro de las
universidades Estatales de Chile, Santiago, Valparaíso y Playa Ancha, y dos de
las de Concepción y Católica de Chile, que no lo son), un director ejecutivo,
otro de estudios y dos encargados, respectivamente, de operaciones y de
administración y finanzas, además de un Consejo Asesor nacional e
internacional. Bajo esa tuición, la organización y aplicación de la PSU
continuará a cargo del Departamento de Evaluación, Medición y Registro
Educacional (Demre) de la Universidad de Chile.
En un artículo publicado ayer, el Rector de la
Usach y Vicepresidente del Cruch, Juan Manuel Zolezzi, alaba la tarea
desarrollada por el Demre y en especial la PSU que, según manifiesta, ha dado
garantías al país de ser un mecanismo transparente y eficiente, y que, junto a
su antecesora, la PAA, “han respondido a cabalidad con la misión para la que
fueron construidas”. Contrastan tales afirmaciones con las múltiples y
reiteradas críticas de los expertos (y por cierto de los estudiantes afectados
y sus familias), las que fueron ampliamente confirmadas por el informe externo
Pearson. Entre otros defectos, ha quedado claro que el mecanismo que hasta
ahora se aplica (pese al posible efecto de la incorporación del ranking de
notas) sólo reproduce, con graves deficiencias de contenido, la distorsión
derivada de las diferencias de capital cultural entre los alumnos de los
distintos tipos de colegios, además de perjudicar gravemente a los de la
enseñanza técnico-profesional, y ello probablemente aun en peores condiciones
de predictibilidad para la educación universitaria que las que tuvo la PAA.
Se suma a lo anterior el justificado reclamo de
los Rectores de las entidades privadas que han adherido al sistema de ingreso
en cuestión (y por lo tanto se hallan directamente interesados en la calidad
del procedimiento que regirá para los estudiantes que accedan a ellas), pero no
están representados en el directorio designado. Son ocho universidades
prestigiosas, cuatro de las cuales están entre las cien mejores de América
Latina según el ranking que publicamos ayer, y de nivel superior a buena parte
de las de carácter Estatal que sí tienen voz a través de miembros de aquel
organismo, por lo que parece razonable que su opinión sea considerada en cuanto
a la forma de ingreso a ellas.
Ha estado justamente en la labor del Demre el
nudo de las objeciones al contenido y consecuencias de la PSU, pero todo indica
que se lo está blindando respecto de los cambios indispensables que se
requieren. Aparte de las dudas que se han planteado por el costo y el manejo
económico de la prueba, que merece una información más completa, el tema de
fondo se refiere a una etapa decisiva para la vida académica y profesional
futura de los jóvenes, en aspectos tales como la apreciación de sus méritos
personales y la equidad con que se debe juzgar a quienes no los han podido
expresar plenamente por el peso de sus carencias socioeconómicas o por
deficiencias del propio sistema educacional. Todo ello requiere reales reformas
y sin duda mayor transparencia.
Kindergarten obligatorio para todos.
Unánime buena acogida ha tenido la propuesta Presidencial
de convertir el kindergarten en una obligación para todos los niños de Chile.
Una reforma Constitucional será necesaria para hacer realidad esta idea, que
llevará la educación obligatoria a 13 años, y aun cuando con eso no cambia
sustantivamente la realidad educacional chilena, por cuanto hoy algo más del
90% de los niños asiste a algún kindergarten, la idea busca igualar a todos los
sectores del país con un comienzo educacional temprano. Los 20 mil niños que
anualmente ingresan a la escuela sin pasar por kínder provienen principalmente
de los sectores más vulnerables, pues las escuelas a que asisten no cuentan con
las instalaciones ni con el personal para ofrecerlo.
El inicio precoz de la escolaridad es una
ventaja para la vida. Los niños que tienen esa experiencia desarrollan algunas
cualidades, no necesariamente del área cognitiva, que los acompañarán siempre y
les facilitarán enfrentar las exigencias académicas de la vida escolar. Pero
para que se cumplan esas aspiraciones será necesario contar con una educación
de calidad en ese año adicional, lo que en Chile no siempre se consigue.
No basta modificar las Leyes para lograrlo,
aunque dicho paso constituya un buen punto de partida. Es necesario, además,
disponer de instalaciones adecuadas en las escuelas, lo que exige realizar
algunas inversiones y reclutar personal bien preparado. Las educadoras de
párvulos requieren una formación de buen nivel y las universidades y escuelas
que ofrecen esa carrera deberán, a su vez, ir elevando las exigencias de sus
postulantes.
En la realidad actual, muchas escuelas que
tienen kínder atienden a los niños con asistentes técnicos de parvularios, pero
no con el personal calificado para otorgarles una preparación cabal. Para ir
avanzando en este campo se hará necesario contar con un sistema universal de
financiamiento, que permita a las escuelas y a los kínder independientes recibir
la subvención que les corresponda.
Como lo afirmó el Presidente Piñera en su
discurso, la educación chilena debe vencer tres problemas: calidad, acceso poco
equitativo y financiamiento. Tales puntos son tan válidos para la enseñanza
escolar como para la universitaria y la preescolar. Pero no puede olvidarse que
esta última, si se hace bien, puede ser la más importante, aunque estos niños
no marchen ni protesten, como lo recalcó el Presidente. La educación preescolar
que se dirige a un niño en una etapa temprana de su vida deja huellas profundas
y "nivela la cancha" para compensar las carencias de origen, antes de
que ellas se hagan irreversibles.
Agresión injustificable.
Durante un acto de campaña realizado el martes
en Arica, la precandidata Presidencial Michelle Bachelet sufrió una agresión
por parte de un estudiante universitario, quien junto con escupirla en el
rostro, lanzó una serie de consignas políticas. Se trata de una conducta
injustificable -particularmente grave por afectar a quien tiene la calidad de
ex Presidente de Chile- que ha merecido el repudio unánime de todos los actores
políticos y cuyo autor debe ser llevado a los Tribunales y sancionado para que
no vuelvan a producirse actos similares.
Aunque de una magnitud distinta por su
brutalidad, el maltrato sufrido ayer por la ex Mandatario se inscribe dentro de
un contexto de sostenida pérdida de consideración por las figuras de autoridad
en el país y de falta de tolerancia hacia maneras distintas de pensar y actuar.
En nombre de la reivindicación legítima de derechos supuestamente atropellados,
existen quienes deciden actuar por su propia mano, ya sea destruyendo propiedad
ajena o agrediendo a terceros.
Es necesario que la condena a este tipo de
acciones, cualquiera sea su origen o excusa, sea unánime y decidida, pues lo
que está en juego aquí no es sólo la integridad de las personas o bienes
atacados, sino también la capacidad de la comunidad para reaccionar frente a
aquellos que no quieren acatar las normas ni solucionar las diferencias dentro
del marco de las reglas de la democracia.
La convivencia nacional no debe ser amenazada
por grupos e individuos que simplemente desechan el diálogo y recurren a la
violencia como sistema. La única manera de enfrentar a quienes así actúan es
aislarlos de manera inequívoca, permitiendo que operen las disposiciones
legales y se apliquen las sanciones correspondientes contra quienes han
escogido vías no civilizadas para hacer ver o imponer sus puntos de vista.
Nueva reforma previsional.
Hace 32 años, Chile adoptó un nuevo sistema
previsional que sustituyó al antiguo esquema de reparto. En el nuevo método de
capitalización individual, cada trabajador pasó a ahorrar en una cuenta
personal, en alguna de las Administradoras de Fondos Previsionales (AFP) entre
las que el trabajador podía elegir, los fondos que darían lugar a su posterior
jubilación. Eso significó disminuir significativamente el porcentaje de ahorro
forzado que debía contribuir para constituir el capital con que enfrentaría su retiro,
mejorando así su salario líquido, y además le dio un impulso inédito al mercado
de capitales chileno, pues dichos ahorros comenzaron a ser invertidos en
diversas actividades económicas rentables en el país y, posteriormente, también
en el exterior. La rentabilidad que obtendrían dichos fondos en régimen
permanente, en un escenario de ahorro continuo a lo largo de toda la vida
laboral del trabajador, le permitiría obtener una jubilación que podría estar
en el entorno del 70% de su último salario.
Durante el Gobierno de la Presidente Bachelet
se introdujo una reforma al sistema, básicamente para reforzar su pilar
solidario, asegurando un mínimo de jubilación a las personas cuyos bajos
salarios y lagunas previsionales, e incluso ausencia de imposiciones, no les
permitían acumular fondos suficientes para una jubilación digna. Dicha reforma
puso un piso a las jubilaciones más bajas, e instauró un calendario de reajuste
de ese mínimo.
Sin embargo, con el paso del tiempo, los
parámetros con que se ideó originalmente el sistema -porcentaje de ahorro de
10% del salario, y edad de jubilación de 60 años para las mujeres y 65 años
para los hombres-, que se basaban en la realidad de esa época, han ido quedando
obsoletos. Como resultado del notable desarrollo del país en los últimos 30
años, la esperanza de vida de las personas ha aumentado en más de 6 años, lo
que hace insuficiente el ahorro anteriormente definido para sustentar esos años
adicionales de vida y, además, en muchos casos los salarios del trabajador han
ido creciendo más rápido que lo pronosticado a lo largo de su vida laboral, lo
cual dificulta lograr la tasa de sustitución esperada (último salario comparado
con la primera jubilación). Adicionalmente, los períodos sin ahorro previsional
por cesantía, enfermedades u otras razones han sido también más frecuentes que
lo estimado originalmente, todo lo cual hace necesario ajustar los parámetros
del sistema.
Hay quienes, equivocadamente, han querido ver
en estos problemas un fracaso del sistema de capitalización individual,
olvidando los problemas que el esquema de reparto tuvo en Chile en el pasado y
tiene actualmente en muchos países desarrollados, porque en ellos quienes
contribuyen de manera activa no alcanzan a ahorrar, por razones demográficas, el
monto definido como beneficio -habitualmente sometido a presiones políticas-
para quienes están jubilados, llevando así a la quiebra del sistema.
De allí que el Presidente Piñera haya anunciado
un proyecto de Ley que reforma estos parámetros y busca una combinación de
mayor porcentaje de ahorro y mayor edad de jubilación, que financie
jubilaciones acordes con la nueva esperanza de vida de las personas y con los
salarios más altos que ahora reciben en comparación con los del pasado. La
propuesta específica se conocerá en el segundo semestre, y sus ejes serían
tres: introducir más competencia entre las AFP (para bajar los costos de
administración que recaen en el cotizante), aumentar las cotizaciones,
disminuir la evasión previsional y subir la acumulación de fondos. No se
postularía aumentar la edad de jubilación, pero sí se incentivaría su
voluntaria postergación. Aunque anuncios como este no resulten populares, es
una reforma necesaria, realista y sensata, que evitará a Chile deslizarse por
el barranco de jubilaciones no financiadas que varios países europeos han
exhibido dramáticamente en los últimos años. Cabe preguntarse por el efecto que
alcance a surtir una iniciativa tan trascendental en el tiempo que resta al
actual gobierno, pero es positivo que se avance en crear conciencia sobre su
necesidad, que habrá de abordar cualquier Gobierno, y a cuyo respecto las
regresiones a un pasado fracasado serían desastrosas para los pensionados y
para el país.
Reforma a la Ley Orgánica del Congreso.
Como varios de sus predecesores en el cargo, el
Presidente Piñera ha planteado que es necesario efectuar una reforma destinada
a modernizar el funcionamiento del Congreso y adecuarlo a las necesidades del
siglo XXI. No se conoce aún el detalle del articulado de tal reforma, pero
según lo anticipado, se buscaría introducir innovaciones relativas a sus
"sistemas, procedimientos, mecanismos" y a "incorporar más
tecnología y más asesorías, para que el trámite de perfeccionar y aprobar las Leyes
sea más eficiente". También se aspira a crear normas más exigentes
respecto del trabajo de los Parlamentarios, así como establecer un nuevo
ordenamiento para el mecanismo de compensaciones y asignaciones de fondos
públicos que reciben, con el fin de hacerlo más transparente, tanto más cuanto
que el propio Congreso es el que las define para sus miembros. Asimismo,
recordó el Mandatario que en varias oportunidades solicitó al Congreso -con
dispares resultados- apurar los trámites Legislativos para el despacho de
importantes proyectos de Ley, por lo que estima necesario revisar el sistema de
urgencias.
Este breve anuncio, que aún no ha sido
ampliado, tuvo rápida respuesta de los Presidentes del Senado, Jorge Pizarro, y
de la Cámara de Diputados, Edmundo Eluchans. Para el primero resulta
"lamentable" la proposición Presidencial, porque bien podría haberla
planteado antes y porque parece desconocer la Ley de Transparencia que rige las
asignaciones referidas. El Diputado Eluchans, en cambio, manifestó en principio
su acuerdo.
En cualquier caso, es llamativo que este
anuncio Presidencial se sume a varios otros en similar sentido a lo largo de
nuestra historia Constitucional. Sin ir más lejos en el pasado, también el
Presidente Jorge Alessandri (1958-1964), poco antes de dejar el poder presentó
un proyecto de reforma Constitucional -que no llegó a cristalizar- para mejorar
el proceso de formación de la Ley e impedir que el Legislador penetre en el
campo de la potestad reglamentaria. Igualmente, aspiraba a configurar un
Congreso más responsable de sus actos ante la ciudadanía, allende el veredicto
de voto favorable o adverso para el Parlamentario -o su partido- al expirar su
mandato. Asimismo, propugnaba aumentar las inhabilidades Parlamentarias para
dignificar la acción del Congreso. Por su parte, el Presidente Eduardo Frei
Montalva (1964-1970) logró reformar la Carta Fundamental en los términos que
consignó la Ley N° 17.284, del 23 de enero de 1970 -época en que ya se
acumulaban las tensiones políticas que estallarían tres años más tarde-, para
"mantener un Parlamento libre, democrático y prestigiado", que al Legislar
dicte normas de carácter general y nunca particulares. Durante el Gobierno Militar,
similares conceptos se expresaron en la Comisión de Estudios de la Nueva
Constitución y en el Consejo de Estado.
Así, la reforma Constitucional anunciada por el
actual Mandatario parece responder a un constante anhelo Presidencial respecto
de la labor del Congreso, manifestado por Gobiernos de distinto signo, que han
prevenido sobre los mismos problemas en los últimos 50 años. Pero no parece
probable que, en el actual clima y momento político, ella pueda ir mucho más
allá de un gesto testimonial. Hay ya muy numerosas iniciativas de reformas
políticas planteadas, otras tantas en debate, y los tiempos de los Colegisladores
no parecen permitir que sean zanjadas antes del término de la actual
administración. Con todo, tiene razón el Presidente al recordar que la
institucionalidad política necesita ajustes a los ritmos y rasgos del siglo
XXI. Desde esa perspectiva, lo testimonial cobra un valor de advertencia, que
convendría no ignorar sin más.
Sigue la violencia en la política.
Ayer cuestionábamos que un joven estudiante
universitario hubiese agraviado a la ex Presidente Michelle Bachelet
escupiéndola en la cara y manifestando que nos estaba arrepentido porque “bien
merecido lo tenía. Desde el 2006 que esta señora está mintiéndole a la gente”.
Hoy debemos cuestionar que un dirigente de un
comité llamado Salvador Allende, ex postulante a Concejal, Luis Ríos Melillán,
que nos aseguran es muy cercano a la candidatura de la señorita Bachelet,
agrediera tirando huevos al candidato Presidencial Pablo Longueira.
No son los primeros actos de violencia política
o de intolerancia provenientes de elementos vinculados al extremismo de
izquierda, pero, creemos que aún estamos a tiempo para poner fin a estas prácticas
por medio de sanciones ejemplarizadoras a los hechores.
Hasta el momento todos los que han usado de la
violencia, sea tirando un jarro de agua a una ex Ministro, sean los que por la
violencia pretendieron impedir la exhibición del documental Pinochet en el Caupolicán,
a estos últimos dos ejemplos les han salido gratis a sus realizadores.
Es imprescindible, por el bien y mejoría de la
política, como por la sana convivencia nacional, poner coto a estas acciones de
connotación totalitaria con que sectores minoritarios pretenden imponer sus “ideologías”
paralogizando a la sociedad por el temor.
El matonaje es una perversión de la discusión ideológica
o en la elaboración de programas para el futuro del país, es la barbarie más
aberrante que pueda existir, pues, se utiliza la violencia y el terror para
inhibir a quienes tienen opiniones distintas y por cierto legítimas.
No queremos una kirchnerización o una
chavización de nuestra política, queremos una actividad pública sana y limpia
en la que todos los chilenos seamos respetados en nuestras ideas y no atacados
por bandas de desalmados que se sienten dueños de la verdad.
DESNUDANDO A BACHELET: