Arturo Prat Chacón, Capitán de la Esmeralda, Carlos Condell
de la Haza, Capitán de la Covadonga,
dos gigantes de nuestra Armada
en la guerra del Pacífico
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Combate Naval
de Iquique (21 de Mayo de 1879).
Hay pocos hechos en la Historia Universal que
puedan compararse a la gesta, que tuvo como escenario las tranquilas aguas de
Iquique, no tan sólo ejemplo del heroísmo razonado que el Capitán de Fragata
don Arturo Prat Chacón y la dotación de la corbeta "Esmeralda"
llevaron a su máxima expresión, sino que también por el significado y
repercuciones que ésta tuvo en el desarrollo de los acontecimientos
posteriores.
La Escuadra chilena compuesta por los blindados
"Blanco" y "Cochrane" , las corbetas "Esmeralda",
"O'Higgins", "Chacabuco" y "Abtao", la cañonera
"Magallanes" , la goleta "Covadonga" , el transporte
"Lamar" y el vapor "Matías Cousiño", se encontraban
manteniendo el bloqueo de Iquique desde el 5 de abril de 1879, con la intención
de obligar a la escuadra peruana de hacerse presente para romperlo y disputar
el dominio del mar, lo que no se cumplió por tener los peruanos otros planes
estratégicos.
El 16 de mayo, el Comandante en Jefe de la
Escuadra, Almirante Juan Williams Rebolledo, ante la ausencia de la escuadra
peruana decidió atacarla en el puerto de El Callao, zarpando con todos los
buques disponibles, a excepción de la corbeta "Esmeralda", la goleta
"Covadonga" y el transporte "Lamar". Dejó como Jefe de
Bahía, vale decir como Jefe de la agrupación, al Comandante Prat.
Entretanto, en el Perú la opinión pública
exigía una acción de su escuadra para vengar el agravio del bloqueo de Iquique.
El Presidente peruano General Mariano Ignacio
Prado celebró varias reuniones en el Palacio de Gobierno para decidir las
acciones futuras. La decisión fue zarpar con la escuadra a Arica a reforzar la
guarnición y llevar cañones, municiones y víveres para el ejército de Tarapacá,
lo que se llevó a cabo el 16 de mayo, el mismo día que la Escuadra chilena zarpaba
al El Callao.
Ambas escuadras se cruzaron en altamar sin
avistar a la otra.
Llegados los buques peruanos a Arica, el
General Prado se impuso que en Iquique se encontraban solas las tres naves
chilenas y que un convoy con 2.500 hombres había zarpado de Valparaíso con
destino a Antofagasta.
De inmediato dispuso el zarpe del monitor
"Huáscar" y la fragata blindada "Independencia", al mando
de los Capitanes de Navío Miguel Grau Seminario y Juan Guillermo Moore,
respectivamente, para destruir a los buques chilenos en Iquique, posteriormente
atacar al convoy proveniente de Valparaíso y destruir la máquina resacadora de
agua de Antofagasta, para privar de ese elemento vital, a las tropas chilenas
acantonadas allí.
El día miércoles 21 de mayo de 1879, el bloqueo
se mantenía como de costumbre. Ambos buques a la entrada de la bahía, fuera del
puerto, uno cerca de una milla y media al norte del faro de la Isla de Iquique
(Posteriormente llamada Isla Serrano y hoy unida a tierra) y el otro, un poco
más alejado en dirección similar. El transporte "Lamar" se hallaba
fondeado en la rada cerca de la isla.
Esa mañana le tocaba a la goleta
"Covadonga" patrullar el exterior de la bahía. Cubrían la guardia el
Teniente Manuel Joaquín Orella Echanez y el Guardiamarina Miguel S. Sanz. Al
alba, el horizonte estaba cubierto por una espesa neblina que empezó a
disiparse cuando aparecieron los primeros rayos del sol.
A las seis horas y treinta minutos el vigía de
la cofa gritó: "Humos al norte!".
De inmediato se mandó a avisar al Comandante,
Capitán de Corbeta Carlos Condell de la Haza, quien dormía en su camarote. Este
subió a cubierta y comenzó a escudriñar el horizonte para al final reconocer
que ambos buques eran el monitor "Huáscar" y la fragata blindada
"Independencia".
Inmediatamente izó la señal "enemigo a la
vista" y lo afirmó con un cañonazo para advertir a la
"Esmeralda".
En ese buque estaba de guardia el Teniente 1o.
Luis Uribe Orrego, quien dispuso que se le avisara a su Comandante Arturo Prat
Chacón. Subido a cubierta, éste ordenó levar el anclote, tocar
"generala" y acercarse a la "Covadonga" para conferenciar.
Como si el destino quisiera dejar
imborrablemente marcado este día para las Glorias de Chile, en la rada de
Iquique se reunieron cinco buques adversarios con cuyas iniciales se formó la
palabra CHILE: "Covadonga", "Huáscar",
"Independencia", "Lamar" y "Esmeralda".
En el monitor "Huáscar" al avistarse
los buques chilenos, se izó una gran bandera de combate, lo que se imitó en la
"Independencia". El Comandante Grau reunió su gente y los arengó:
"Tripulantes del "Huáscar": ha
llegado la hora de castigar al enemigo de la Patria y espero que lo sabréis
hacer cosechando nuevos laureles y nuevas glorias dignas de brillar al lado de
Junín, Ayacucho, Abtao y 2 de Mayo. Viva el Perú!".
La población de Iquique despertada por el
cañonazo de aviso de la "Covadonga", presa de la mayor euforia corría
por la playa para presenciar la captura de los buques chilenos.
Se echaron al vuelo las campanas en señal de
regocijo y las multitudes se paseaban por las calles gritando "Viva el
Perú! ahora sí!, ahora sí!" y cada cual se apresuraba en ganar el mejor
lugar para presenciar el acontecimiento.
Prat rápidamente se vistió para el combate,
ciñiéndose la espada al cinto y subiendo a cubierta ordenando al Contador Juan
Oscar Goñi que arrojara al mar, en un saco, la correspondencia para la
Escuadra, para asegurar que no cayera en manos enemigas.
Ordenó izar las señales "reforzar las cargas",
"venir al habla" y "seguir mis aguas".
Mientras la "Esmeralda" viraba hacia
tierra, Prat ordenó tocar "atención" y arengó a su tripulación
formada, con estas palabras jamás olvidadas por ninguna generación de chilenos:
"Muchachos:
La contienda es desigual, pero, ánimo y valor.
Nunca se ha arriado nuestra bandera ante el enemigo y espero que no sea ésta la
ocasión de hacerlo. Por mi parte, os aseguro, que mientras yo viva, esa bandera
flameará en su lugar y si yo muero, mis oficiales sabrán cumplir con su
deber".
Y sacándose la gorra, la batió en el aire
gritando "Viva Chile!", lo que la tripulación respondió con gritos
similares, que rompieron el silencio solemne que inundaba la bahía y que llegó
a los asombrados peruanos que miraban desde el anfiteatro natural del puerto.
La "Covadonga" llegó al habla y Prat,
bocina en mano, le ordenó: "Que almuerce la gente! Reforzar las cargas!
Cada uno a cumplir con su deber!". Condell simplemente respondió:
"All right!".
No bien hubo terminado el diálogo cuando una
roja llamarada surgió de uno de los cañones del "Huáscar" y un alto
penacho de agua y espuma brotó entre ambas naves: se iniciaba el combate.
Prat ordenó a Condell mantenerse en baja
profundidad y al transporte "Lamar" que abandonara la bahía y se
dirigiera al sur.
A la orden de Prat, el Corneta Gaspar Cabrales
tocó "romper el fuego" y "al ataque", lo que fue celebrado
con vivas a Chile.
Los buques chilenos concentraron su fuegos
sobre el monitor "Huáscar", sin causarle daño, al rebotar los
proyectiles en la coraza del buque peruano.
La "Independencia" disparaba sin
causar ningún daño.
Los movimientos efectuados por la
"Esmeralda" hicieron que se reventaran sus calderas y por lo que el
buque quedó con un andar reducido a poco más de dos nudos.
Considerando lo anterior, Prat puso su buque
cerca de la playa, de manera que los disparos del "Huáscar" pusieran
en peligro a la población, lo que obligaría al monitor a disparar con cuidado y
por elevación, dificultando su puntería.
Había pasado más de una hora de combate y los
buques no presentaban daños considerables. La "Independencia"
abandonó su lugar y se dirigió a presentar combate a la goleta "Covadonga",
la que empezó a navegar hacia el sur.
Un proyectil del monitor, la atravesó
destrozando la base del palo trinquete e hiriendo fatalmente al cirujano Pedro
Segundo Regalado Videla Ordenes y matando instantáneamente al mozo Felipe
Ojeda.
Observado desde tierra el movimiento de
Condell, el General Juan Buendía, autoridad militar peruana del puerto, dispuso
que lanchas con tropas de fusileros hicieran fuego sobre la goleta, la que
abandonó el puerto sin mayores consecuencias.
En este momento el combate se divide en dos:
uno entre el "Huáscar" y la "Esmeralda" y el otro entre la
"Independencia" y la "Covadonga". Relataremos el primero y
el segundo se encuentra en el Combate Naval de Punta Gruesa, descrito aparte.
Los buques en
combate eran:
"Huáscar", monitor blindado
construido en 1865, de 1.130 toneladas (Old Rule), máquinas de 1.200 HP., andar
de 12 nudos, con dos cañones de diez pulgadas (254 mm.) que disparaban
proyectiles de 300 libras (136 kilos), montados en una torre giratoria que le
permitía apuntar sus cañones sin tener que maniobrar con el buque, tal como lo
hacían los buques chilenos. Además, tenía dos cañones de 40 libras (18,14
kilos), un cañón de 12 libras (5,4 kilos) y una ametralladora Gatling de
0.44" instalados en cubierta. Su blindaje era de 4,5 pulgadas (114,3 mm.)
en la línea de flotación y 5,5 pulgadas (140 mm.) en la torre de artillería.
"Esmeralda", construida en 1854, de
850 toneladas, máquinas de 200 HP., andar de 3 nudos en ese momento, de casco
de madera, con 12 cañones de 40 libras (proyectil de 18,14 kilos), 4 de 32 y 2
de 6 libras, toda de ánima rayada.
Cuando el "Huáscar" había estrechado
su distancia a la "Esmeralda" a 600 metros, se acercó un bote al
primero, en el cual iban el Capitán de Puerto, Capitán de Corbeta, Salomé
Porras y el Práctico Guillermo Checley, quienes informaron a Grau que la
"Esmeralda" estaba protegida por una línea de torpedos, lo que indujo
a Grau a mantenerse a una distancia de 500 metros.
Pasada cerca de una hora y media, la "Esmeralda"
aún no había sido impactada por algún proyectil del "Huáscar", pués
por la forma de disparar por elevación, los tiros caían en la playa.
Por su parte los disparos de la
"Esmeralda", a pesar de hacer impacto en el monitor, sin embargo,
rebotaban en su coraza.
A pesar de lo anterior, el entusiasmo y fervor
patriótico no decaía en la "Esmeralda".
Los Guardiamarinas Arturo Wilson Navarrete,
Arturo Fernández Vial y Ernesto Riquelme Venegas cumplían las órdenes de su Comandante,
ya sea como ayudantes o bien reemplazando eventualmente a los Cabos de cañón,
donde además alentaban a la tripulación.
El Teniente Ignacio Serrano Montaner dirigía
los cañones de babor que enfrentaban al "Huáscar" y el Teniente
Francisco Segundo Sánchez Alvaradejo contestaba por estribor los disparos que
le hacían desde tierra.
El Corneta y Tambor Gaspar Cabrales tocaba sin
cesar, "al ataque".
La "Esmeralda" lucía engalanada como
para una fiesta. Tenía izadas la bandera de Jefe de Bahía en el tope del palo mesana,
la de buque de guardia en el palo trinquete, el gallardete de mando en el tope
del palo mayor y por precaución, dos banderas chilenas en el pico del palo
mesana, por si cortaba la driza por el impacto de algún proyectil y esto se
pudiera interpretar como que el buque se rendía.
Eran cerca de las diez de la mañana y la
corbeta no cesaba en combatir. A medida que la resistencia se hacía más tenaz,
la opinión de los espectadores en tierra iba cambiando; el entusiasmo y alegría
del primer momento se había trocado en sorpresa, asombro y admiración.
El General Juan Buendía hizo traer a la playa
cuatro cañones Krupp de campaña, que instaló en un morrito que enfrentaba a la
"Esmeralda" para cañonearla desde tierra, cruzando sus fuegos con los
del "Huáscar".
Lo que no pudo hacer el "Huáscar", lo
comenzaron a hacer los cañones de tierra.
Una granada mató a tres hombres e hirió a otros
tres.
La situación se tornó insostenible y Prat
resolvió ubicarse en otro lugar de la bahía, lo que efectuó con mucha
dificultad, porque sus máquinas no respondían.
Una granada del "Huáscar" penetró por
el costado de babor haciendo explosión, cerca de la línea de agua y provocando
un incendio.
Grau observando el movimiento de la
"Esmeralda", concluyó que la información dada por el Capitán Porras
era equivocada y que podría acercarse más al buque adversario, sin el peligro
de la línea de torpedos.
Enfiló, pues su buque hacia la
"Esmeralda" y dando toda fuerza a sus máquinas, se lanzó sobre ella
para espolonearla por babor.
Prat al notar la intención de su enemigo, trató
de esquivarlo maniobrando con el poco poder de máquinas disponible, logrando
parcialmente su objetivo al recibir de refilón la embestida, a la altura del
palo mesana, sin ocasionar daños en su casco.
Sin embargo, al chocar ambos buques el monitor
"Huáscar" disparó sus cañones de diez pulgadas a quemarropa,
produciendo una matanza espantosa de la gente que se encontraba en la cubierta
de la corbeta.
No hay datos fidedignos; pero puede afirmarse
que quedaron despedazados entre cuarenta y cincuenta marineros y soldados,
tomando la cubierta el aspecto de un matadero, pues miembros destrozados,
brazos y piernas esparcidos y cuerpos aún palpitantes, yacían sobre ella.
El espolonazo del "Huáscar", a su
vez, fue recibido con una tremenda descarga de las baterías de la
"Esmeralda" y fuego de fusilería desde todos lo lugares del buque, lo
que sin embargo no causó mayor daño en el monitor.
El Comandante Prat al ver a sus pies la cubierta
del monitor gritó: "Al abordaje muchachos!", lo que sólo fue oído en
medio del estruendo, por el Sargento Juan de Dios Aldea Fonseca y el marinero
Luis Ugarte, que lo acompañaron en su salto a la cubierta del buque enemigo.
El Corneta Gaspar Cabrales que tocaba "al
ataque", fue acribillado por la metralla enemiga.
El Comandante Grau retiró su buque con
extraordinaria rapidez, no dando oportunidad para que el resto de la
tripulación siguiera a su Comandante.
El Sargento Aldea cayó acribillado por las
balas disparadas desde las troneras blindadas y el marinero Ugarte cayó al
agua, siendo recogido en la "Esmeralda".
Arturo Prat alcanzó a llegar cerca de la torre
blindada de mando, donde fue alcanzado con una bala que lo puso de rodillas. Un
marinero salió a cubierta, disparándole un balazo en la frente que le produjo
la muerte instantánea.
A bordo de la "Esmeralda", la muerte
de su Comandante produjo un sentimiento de venganza y de dolor, que reforzó la
convicción colectiva de no rendirse.
El Corneta y Tambor Gaspar Cabrales murió casi
al mismo tiempo que su Comandante. El Cabo Crispín Reyes, al ver que el Corneta
Cabrales había sucumbido, tomó el instrumento y siguió tocando"al
ataque", hasta que una granada le voló la cabeza. Entonces tomó la corneta
el Grumete Pantaleón Cortés, quien continuó tocando hasta que el buque se
hundió.
Tomó el mando el Teniente 1o. Luis Uribe
Orrego, quien pudo presenciar desde toldilla los terribles estragos producidos
por el "Huáscar": la cubierta sembrada de cadáveres y miembros
humanos dispersos y por doquier ayes de agonía mezclados con las interjecciones
de los que aún luchaban.
Retirado el "Huáscar", sobrevino una
relativa calma. El Comandante Grau quiso dar tiempo para que sus adversarios se
rindieran.
En la "Esmeralda", Uribe llamó a
reunión de oficiales decidiendo combatir hasta las últimas consecuencias.
Es en este intertanto que el resto de la
tripulación vio que un hombre subía al palo mesana -lo que podría significar -
que los oficiales hubieran decidido rendirse, sin cumplir lo prometido por su
Comandante. Grandes vivas a Chile resonaron en la bahía cuando el hombre empezó
a clavar las drizas de las banderas, pues significaba que se lucharía hasta la
muerte.
Grau al ver que la tregua no daba resultado,
decidió espolonear nuevamente a la "Esmeralda", lanzándose a toda
velocidad sobre ella, ahora por el costado de estribor. Uribe trató de
maniobrar igual que Prat y logró presentar su costado en forma oblicua al
espolón del monitor "Huáscar", pero esta vez se abrió una vía de
agua, ingresando a raudales a la santabárbara y a las máquinas. El buque quedó
sin gobierno y sin más municiones que las que había en cubierta.
Nuevamente los cañones del "Huáscar"
disparados a tan corta distancia destrozaron a la tercera parte de la
tripulación sobreviviente. Un cañonazo voló en pedazos a los ingenieros y
fogoneros que salían a cubierta y otro arrasó la cámara de oficiales,
convertida en enfermería.
La corneta seguía tocando su llamada bélica en aquel
sepulcro flotante, para indicar que el buque no se rendía.
El Teniente Ignacio Serrano Montaner en el
momento que los dos buques se encontraban juntos, saltó al abordaje seguido de
doce marineros que llevando rifles y machetes cayeron sobre la cubierta del
monitor, donde los recibió una lluvia de balas, que se le disparaba desde la
torre de mando y parapetos blindados.
Luego un destacamento de unos cuarenta
tiradores subió a cubierta y acabó con Serrano y su gente, algunos de los
cuales, ya sin municiones o heridos, escaparon echándose al agua y subiéndose a
la "Esmeralda" por cabos lanzados desde abordo.
La "Esmeralda" se encontraba detenida
en medio de la bahía, hundiéndose lentamente.
Pasaron alrededor de veinte minutos cuando el
monitor "Huáscar" nuevamente se precipitó sobre la corbeta
"Esmeralda".
Esta vez el espolón se clavó en el medio del
casco, por el costado de estribor, disparando nuevamente a tocapenoles,
produciendo una gran mortandad entre los sobrevivientes.
La corbeta herida profundamente en sus entrañas
comenzó a hundirse de proa, luciendo todas sus banderas, como si quisiera
despedirse de la superficie con toda dignidad; para esto, su tripulación
mantenía la promesa hecha a Prat, cada uno a su manera, Fernández Vial severo,
adusto, amenazante, resuelto, y Zegers por el otro, lloroso, suplicante,
enternecido, pero ambos cuál más heroico y más firme, sosteniendo con sus
juveniles manos las drizas de las dos banderas izadas en el pico de mesana para
impedir que un accidente cualquiera las bajase en aquellos terribles instantes
A medida que el buque se inclinaba y rodaban
como aluvión las cureñas, los rifles, los muertos y moribundos, el
Guardiamarina Ernesto Riquelme Venegas, gritando vivas a Chile, se agarraba en
un supremo esfuerzo a su pieza de artillería y disparaba el último cañonazo,
cuando el agua casi llegaba a sus pies.
Eran las doce horas y diez minutos cuando calló
la corneta del Grumete Pantaleón Cortés y la "Esmeralda" halló su
tumba en el mar.
De los ciento noventa y ocho tripulantes sólo
sobrevivieron cincuenta y ocho.
Todos cumplieron con su deber, sin arriar el
pabellón, aunque el enemigo fuera inmensamente superior!.
A pesar de las múltiples descripciones hechas
por diversas publicaciones de diferentes países, en esta ocasión sólo se
extracta la opinión del diario peruano, El Comercio de Iquique, que publicó un
artículo el 22 de mayo de 1879, pues el articulista fue testigo presencial del
combate y cuyos párrafos más notables son los siguientes:
- "Al habla ambos buques, el Comandante
Grau intimó rendición a la "Esmeralda", pero el Jefe de la corbeta
chilena se negó a arriar su bandera".
- "Era preciso que se diese fin a un drama
tan sangriento y que no reconoce ejemplo en la historia del mundo".
- "En efecto, la "Esmeralda" se
inclinó hacia estribor que fue por donde el ariete la cortó y segundos después
se hundió siempre de proa.
El pabellón chileno fue el último que halló
tumba en el mar".
- "Al hundirse la "Esmeralda",
un cañón de popa por el lado del estribor hizo el último disparo, dando la
tripulación vivas a Chile".
- "Después de la catástrofe, que apagó los
gritos de entusiasmo con que desde el principio eran saludados los tiros del
"Huáscar" por el pueblo y el ejército, siguió el estupor y silencio
de todos.
La impresión que en los habitantes produjo el
hundimiento del buque enemigo, pudo más que la alegría y la apagó. Tremendos
misterios del corazón humano!.
"Lo último que desaparece en las aguas es
el pabellón chileno; no se oye el más leve grito, ni clamor alguno de socorro;
ni siquiera resuenan vítores... a todos nos tiene anonadados el horror de
aquella tremenda escena".
El sacrificio de Prat y la tripulación de la
"Esmeralda", permitió que el convoy transportando 2.500 hombres
enviados a Antofagasta, pudieran llegar a salvo a su destino y permitió que la
vital máquina resacadora de agua pudiera seguir haciéndolo, para abastecer al
ejército chileno en campaña.
Días después, cuando se conocieron estos
hechos, Chile entero se alzó orgulloso y satisfecho.
El alma nacional, hasta entonces angustiada por
la pasividad de nuestras armas, se manifestó de súbito vigorosa y plena de
admiración por este ejemplo de heroísmo masivo.
Se había producido la unidad nacional. Todas
las voluntades se sumaron y aglutinaron en el esfuerzo común de vencer.
Los mártires de Iquique dejaban señalado el
camino de la victoria; cada chileno se sintió comprometido con el sacrificio de
los héroes y comprendió que había que seguir la ruta de la entrega total al
servicio de la Nación en guerra.
Se produjo, por ende, la movilización
torrentosa de la juventud y del pueblo a los cuarteles para integrar los
cuadros movilizados; las mujeres intensificaron sus quehaceres para avituallar
al ejército y algunas se alistaron como cantineras; los labriegos redoblaron su
tarea campesina al tomar a su cargo las labores de los ausentes que dejaron sus
herramientas por las armas.
Pero, lo más importante de este combate, es que
inflamó el espíritu patriota de los chilenos y reforzó la norma iniciada por
Lord Thomas Alexander Cochrane y cumplida hasta la fecha, que es pelear contra
el enemigo para "Vencer o Morir".
Este hecho de armas creó una mística que
acompañó a las fuerzas chilenas durante toda la guerra, que permitió lograr la
victoria final a pesar de los inmensos sacrificios y penurias soportadas por
nuestras tropas.
Así, cuando el ejército preparaba sus tropas
para tomar el Morro de Arica, bastaron dos regimientos para tomarlo en 55
minutos; el mismo espíritu acompañó en las batallas de Chorrillos y Miraflores,
que abrieron la capital peruana a las tropas del General Manuel Baquedano y fue
ese el motivo que se inmolaran 77 chacabucanos en la aldea de La Concepción,
ante fuerzas inmensamente superiores.
Se puede decir con propiedad que en Iquique se
ganó la Guerra del Pacífico.
Combate Naval
de Punta Gruesa (21 de mayo de 1879)
El 21 de mayo de 1879, se produjo el Combate
Naval de Iquique en la rada de ese puerto, donde inicialmente combatieron los
buques peruanos, monitor "Huáscar" y fragata blindada
"Independencia", contra los buques chilenos, corbeta "Esmeralda"
y goleta "Covadonga", que se encontraban manteniendo el bloqueo de
ese puerto.
Transcurrida una hora de combate, el
"Huáscar" se dedicó a combatir con la "Esmeralda" y la
fragata blindada "Independencia" comenzó a perseguir a la goleta
"Covadonga", que abandonó el puerto y se dirigió al sur,
manteniéndose navegando en aguas poco profundas.
Así, el combate entre el "Huáscar" y
la "Esmeralda" se denomina Combate Naval de Iquique, y ese entre la
"Independencia" y la "Covadonga" se denomina Combate Naval
de Punta Gruesa.
Las características de los buques contendores
eran las siguientes:
La fragata blindada "Independencia",
fue lanzada al mar en 1865, desplazaba 2.000 toneladas, tenía un poder de
máquinas de 1.500 HP., un andar de 12 nudos, con dos cañones de 150 libras (68,03
kilos) y 12 cañones de 70 libras (31,7 kilos). Tenía una cintura acorazada de
4,5 pulgadas (114, 3 mm.) y calaba 24 pies (7,3 metros). Estaba al mando del
Capitán de Navío Juan Guillermo Moore.
Por otra parte, la "Covadonga" había
sido construida en 1858, desplazaba 412 toneladas, tenía un poder de máquinas
de 140 HP. que le permitía un andar de 4 nudos, estaba armada con 2 cañones de
70 libras (31,7 kilos), 2 cañones de 9 lbs (4 kilos) y calaba 11 pies (3,35
metros).
Había sido capturada a los españoles en la
Guerra contra España, el 26 de noviembre de 1865. Estaba al mando del Capitán
de Corbeta Carlos Condell de la Haza.
Cuando la goleta "Covadonga" abandonó
la rada de Iquique, lo hizo pegada a la costa para evitar ser espoloneada por
la fragata "Independencia".
Cuando pasaba a la altura de la Isla de Iquique
(Posteriormente llamada Isla Serrano y hoy unida a tierra) recibió los fuegos
de las lanchas que se enviaron a atacarla desde tierra, las que fueron
rechazadas con el fuego de fusilería de a bordo.
La situación de Condell era difícil, porque
para usar su artillería debía maniobrar con el buque, con lo cual la distancia
entre ambos contendores se acortaba, lo que aprovechaba la
"Independencia" para dispararle con el cañón de proa de 150 libras.
La goleta "Covadonga" evitaba ser
espoloneada por la "Independencia" navegando lo más próximo de la
costa que su menor calado le permitía.
Por fortuna, la puntería enemiga dejaba
bastante que desear y el Capitán de Corbeta Carlos Condell de la Haza había
logrado mucho éxito en abatir con fuego de fusilería a los sirvientes de la
artillería peruana.
Ambas naves llegaron a la altura de Punta
Gruesa con la fragata "Independencia", siguiendo aguas a muy corta
distancia de la goleta "Covadonga" y cerca de costa.
Al intentar el Comandante Moore espolonear a la
goleta, ésta para esquivar a la fragata, efectuó una maniobra arriesgada,
acercándose aún más a costa.
El Capitán Carlos Condell sintió que su quilla
rozaba el fondo y comprendió inmediatamente que su enemigo tendría
indefectiblemente que vararse.
Por ello, cayó a estribor para contramarchar.
La "Independencia" aumentó el andar para tomar impulso y espolonear,
pero varó con toda violencia en las rocas sumergidas, quedando con su quilla
destrozada.
El Capitán Carlos Condell de la Haza.
retromarchó de inmediato y le disparó seis tiros que causaron grandes estragos
en cubierta, lo que llevó al enemigo a arriar la bandera y pedir botes.
Condell resolvió volver a Iquique para apoyar a
la corbeta "Esmeralda", si fuere posible.
Eran las 2 de la tarde y la noble corbeta ya
descansaba en el fondo del mar.
El monitor "Huáscar" navegaba a toda
máquina en demanda de la "Covadonga". Al avistarlo, Carlos Condell de
la Haza comprendió que ya todo había terminado y puso rumbo al sur, convencido
de que la poderosa "Independencia" no zafaría jamás.
El "Huáscar" podría haberla
alcanzado, pero enormemente impresionado por la magnitud del desastre para la
Armada del Perú que se observaba en la Punta Gruesa, el Comandante Miguel Grau
optó por socorrer a los náufragos de la "Independencia".
Fue un golpe irreparable para la Armada enemiga
y con ello se salvó el convoy chileno que conducía tropas, municiones y víveres
desde Valparaíso a Antofagasta, ya que Grau retardó hasta el 24 de mayo, la
iniciación de la segunda fase del plan urdido antes de zarpar de Arica.
Días después, cuando se conocieron estos
hechos, Chile entero se alzó orgulloso y satisfecho. El alma nacional, hasta
entonces angustiada por la pasividad de nuestras armas, se manifestó de súbito
vigorosa y plena de admiración por este ejemplo de heroísmo masivo.
Se había producido la unidad nacional. Todas
las voluntades se sumaron y aglutinaron en el esfuerzo común de vencer. Los
mártires de Iquique dejaban señalado el camino de la victoria; cada chileno se
sintió comprometido con el sacrificio de los héroes y comprendió que había que
seguir la ruta de la entrega total al servicio de la Nación en Guerra.
Se produjo, por ende, la movilización
torrentosa de la juventud y del pueblo a los cuarteles para integrar los
cuadros movilizados; las mujeres intensificaron sus quehaceres para avituallar
al ejército y algunas se alistaron como cantineras; los labriegos redoblaron su
tarea campesina al tomar a su cargo las labores de los ausentes que dejaron sus
herramientas por las armas.
Era la Nación movilizada por espontánea
reacción. Iquique y Punta Gruesa habían hecho un milagro.
Textos tomados de http://www.armada.cl