En un vergonzoso acto
de venganza el Senado destituyó al Ministro de educación
Harald Ricardo Beyer Burgos.
Fuerte baja de combustibles,
las bencinas bajarán en promedio $18, el diesel
caerá en $11 y la parafina se derrumbará en $14
por litro.
La ex Primer
Ministro británica Margaret Thatcher fue despedida por Reino Unido en multitudinario
funeral en la catedral de San Pablo.
Mala noticia para chilenos.
Uno de los mejores Ministros de Educación que ha tenido
Chile, Harald Ricardo Beyer Burgos, fue destituido anoche por el Senado en una
maniobra politiquera que en nada coopera a evitar el desprestigio que tiene
ante la ciudadanía el Congreso.
Harald Beyer, luego de la votación en el Senado que terminó
por ratificar la acusación constitucional en su contra, dijo con voz quebrada
que "Voy a seguir trabajando por la educación", aseverando que "Ha
primado la peor cara de la política".
No podemos menor que coincidir con el ex Ministro, la
ejecución pública a la que le sometieron ayer en la Cámara alta es un claro síntoma
de la descomposición de la actividad pública, no en vano tenemos Parlamentarios
que tratan de pasar accidentes de entretención con resultados del trabajo o
simplemente pasan facturas falsas en sus rendiciones de gastos.
Una buena nueva para los chilenos.
La Empresa Nacional del Petróleo, ENAP, ente estatal, anunció que a contar de hoy los combatibles
tendrán una importante baja: el diesel disminuirá su valor en $11, las gasolinas
retrocederán en un promedio de $18, mientras
que la parafina caerá en $14 por litro.
En su informe la ENAP ,manifestó que en el periodo de
referencia, 1 al 12 de abril, en el mercado de la Costa del Golfo bajaron los
precios de todos los combustibles derivados del petróleo debilitándose los
valores por los malos índices de empleo
en Estados Unidos y por la desaceleración China.
Capriles pidió formalmente recuento total de votos.
Henrique Capriles, líder opositor venezolano, derrotado por
un estrecho margen por el oficialista Nicolás Maduro, en elecciones plagadas de
irregularidades y con fuertes sospechas de fraude, pidió formalmente al Consejo
Nacional Electoral el recuento del 100% de los votos de las Presidenciales del
domingo.
El adversario del chavismo escribió en su página de la red
social Twitter “El @ComandoSB está en el CNE, el reconteo y revisión solicitado
es Papeletas, Actas y Cuadernos de Votación!”, junto a la solicitud se
acompañaron antecedentes de varias "incidencias" ocurridas durante el proceso electoral.
Británicos despidieron a Margaret Thatcher.
Imponente funeral de la ex Primer Ministro británica Margaret
Thatcher, ceremonia en la que el Obispo
de Londres, Richard Chartres, pidió dejar a un lado la controversia que rodeó
su vida política, a la cremonia funebre asistieron la Reina Isabel II y más de
2.000 invitados, que fueron testigos de los honores militares a la “Dama de Hierro”.
Las
oligarquías abusadoras,
por Gonzalo Rojas Sánchez.
Dicen
que la democracia se tomó la calle, dicen.
No
es cierto, porque quienes de verdad han copado la vía pública han sido las
nuevas oligarquías, las organizaciones de abusadores anónimos, que de
democráticas no tienen nada.
No,
no se trata de esos estudiantes movilizados que quieren erigirse
-planificadamente y cada 30 días- en canon y medida de los malestares, sino de
esos otros grupos de patudos que invaden espacios que llaman "de
todos", pero que día a día ellos mismos van transformando en dominios de
unos pocos, de esas oligarquías de abusadores.
Qué
simpáticos los ciclistas, qué bien le hacen a la vida en común, pero desde que
decidieron invadir las veredas nos tienen a los peatones con el alma en vilo.
En noviembre pasado eran uno por cuadra; hoy llegan a casi cuatro. Van con
casco -¿temerosos de que algún transeúnte les dispare con una bazuka?- y a
velocidades de crucero; no faltan los que incluso circulan concentrados en sus
celulares, una lepra ya lamentable entre bípedos, pero peligrosísima cuando vas
al mando de dos ruedas. Señoras con niños, ancianos: contraten seguros
especiales.
Algo
nos une en todo caso, porque a cada metro los ciclistas y los peatones nos
encontramos con abundantes excrementos de perro. La producción de los canes
vagos -protegidos por las oligarquías animalistas-, incrementada por las
encantadoras mascotas que circulan de la mano de sus amos, suma toneladas de
fecas que inundan las veredas. Pocos -casi siempre extranjeros- son quienes
usan la bolsita del caso para recoger. Los demás, oligarcas chilensis, dejan la huella
como demarcación de territorio.
Igual
cosa hacen los grafiteros, aunque en nocturnidad. A las sombras de la noche se
acogen también las oligarquías de los abusadores del silencio: organizan fiestas
en lugares públicos -el castillo del cerro Santa Lucía es un ícono-, pero
desconocen las leyes de la transmisión del sonido: inundan con su agresividad
las habitaciones de pacíficos residentes que intentan dormir, pero dan las 11 y
dan las 12, y tam, tam, tam...
Los
cineastas son un gremio de especial prepotencia. Anda tú a pedirles que te
dejen salir de tu casa: ellos están filmando; es decir, ellos están en posesión
de la realidad, ellos la están capturando en video o en celuloide; como tú eres
la ficción, aguántate. Oligarquía pura.
Y
el garabato. Sí, el garabato es el gran fetiche de las nuevas oligarquías: lo
usan en el Metro, en la calle, en el restaurante, en la entrada a clases. Aquí
estoy yo, afirman con la grosería; aquí estoy yo, el liberado, el dueño de la
situación.
Súmale
los automovilistas que se detienen sobre el paso de peatones, los tipos que se
sientan en las escaleras del Metro, el patán que abre las piernas en la micro o
en el bus interurbano, de modo que el asiento paralelo queda reducido al 25%
del espacio; los skaters que se lanzan a fracturar tobillos, los cuatro tipos
en fondo que copan una vereda, como si fuera de una sola vía.
Probablemente,
todos estos no son los abusadores a los que se refiere Bachelet en su
publicidad, cuando ella afirma que "No más abusos". Quizás la
precandidata no está pensando en esas oligarquías que, autodenominándose
minorías, han pasado a dominar la escena del centro de la capital. Ella
seguramente no se refiere a ellos, pero ellos sí la tienen a ella por
referente.
Cada
uno de esos grupos -a veces son las mismas personas- se siente dueño de un
espacio público que arrebata a la generalidad de los ciudadanos. Su mentalidad
es la del aprovechador que espera que, en nombre de sus derechos, el Estado le garantice
sus caprichos.
Y
eso, ciertamente, calza muy bien con la oferta Bachelet.
Capriles dio la sorpresa, por Andrés
Oppenheimer.
La impresionante demostración de fuerza del candidato
opositor venezolano Henrique Capriles en las elecciones del domingo -a pesar de
un injusto proceso electoral en el que su rival disfrutó de todas las ventajas-
ha convertido al ganador oficial, Nicolás Maduro, en un Presidente electo
políticamente débil.
De acuerdo con los resultados oficiales anunciados por la
oficialista Directora del Consejo Nacional Electoral, el Presidente en
funciones, Nicolás Maduro -heredero político del Presidente Hugo Chávez-, ganó
con el 50,75% de los votos, mientras que Capriles recibió el 48,98%.
Pero incluso si ese resultado fuera correcto -Capriles no lo
reconoció, y está exigiendo un recuento-, Maduro fue proclamado ganador con un
escaso margen de victoria del 1,7%, que fue significativamente menor que el
10,8% que obtuvo Chávez en las elecciones de octubre.
Esto significa que casi 700.000 de los que votaron por
Chávez en las elecciones pasadas lo hicieron en esta ocasión por Capriles, o
que Capriles fue capaz de atraer a cientos de miles de votantes que se habían
abstenido en los pasados comicios.
El poder de convocatoria de Capriles fue impresionante si
consideramos que tuvo que lidiar con una formidable maquinaria estatal al
servicio de Maduro y que tuvo que hacer campaña con reglas electorales que el Gobierno
hizo a la medida para asegurar la victoria de Maduro. No fue en vano que
Capriles dijo que ésta era una contienda de David contra Goliat.
El Gobierno de Maduro convocó a estas elecciones casi
inmediatamente después de la muerte de Chávez para beneficiarse del sentimiento
de solidaridad nacional hacia el fallecido Presidente. Maduro no solo usó los
enormes recursos estatales del monopolio petrolero estatal PDVSA para financiar
su campaña, sino que controló la mayoría de los medios de comunicación.
Bajo las reglas de la elección, el candidato de oposición
solo podía usar cuatro minutos diarios de propaganda televisiva pagada por
canal de televisión, mientras que Maduro podía utilizar 14 minutos, sin contar
las interminables cadenas nacionales que hacía casi a diario en su calidad de
Presidente en funciones.
También, el Gobierno presionó a los empleados públicos
-cuya cifra ha crecido de los 800.000 cuando Chávez asumió la presidencia, en
1999, a 2,4 millones hoy en día- a votar por Maduro, e intimidó a los votantes
de oposición a que no sufragaran, al difundir rumores de que las máquinas
automáticas de votación podían identificar a quienes votaban por Capriles.
El Ministro de Defensa, Diego Molero, cuyas fuerzas armadas
estaban a cargo de custodiar los colegios electorales, dijo en una ceremonia
pública el 7 de marzo que las fuerzas armadas de Venezuela "son
revolucionarias, antiimperialistas, socialistas y chavistas", un mensaje
poco velado destinado a intimidar a los votantes opositores o a convencerlos de
que no valía la pena votar, porque los militares no permitirían una victoria de
la oposición.
Aun así, a pesar de estos y otros obstáculos, Capriles
recibió casi la mitad o más de los votos, según a quien queramos creer. De
acuerdo con la oposición, recibió más del 50%.
Y Maduro fue tan mal candidato, que su propio
lugarteniente, Diosdado Cabello, concedió en un tweet después de la votación
del domingo que las fuerzas gubernamentales necesitaban llevar a cabo "una
profunda autocrítica" de su campaña.
Tanto Maduro como la Presidente del Consejo Nacional
Electoral de Venezuela, Tibisay Lucena, mencionaron las elecciones
estadounidenses del 2006 ganadas por George W. Bush y las del 2006 ganadas por
el mexicano Felipe Calderón como ejemplos de victorias por un margen aún menor,
que no impidieron que los respectivos ganadores sirvieran sus términos.
Lo que Maduro y Lucena no dijeron es que la victoria de
Bush fue aceptada por su rival demócrata después de un recuento y que la de
Calderón fue respaldada por las misiones observadoras internacionales que
supervisaron todo el proceso electoral durante meses, incluido el acceso a la
televisión, mientras que el Gobierno venezolano solo permitió
"acompañantes electorales" de países amigos, quienes llegaron poco
antes de las elecciones en misiones de turismo político para presenciar el voto
del domingo.
Mi opinión: Hay serias dudas sobre la legitimidad de
Maduro, que aumentan cada hora.
Si Maduro está tan seguro de que ganó, ¿por qué adelantó la
proclamación oficial de su victoria, en vez de esperar el recuento total del
voto que él mismo había prometido en su discurso de victoria el lunes por la
madrugada?
Si no tiene dudas de que sacó más votos, ¿por qué se hizo
proclamar Presidente en una ceremonia "express", en vez de hacer el
recuento de votos que demandaba Capriles -y que apoyaron la Unión Europea, Estados
Unidos y otros países- que, de convalidar los resultados, le podría haber dado
total legitimidad a su Gobierno?
El motivo del repentino cambio de opinión de Maduro sobre
el recuento de votos podría ser que sabe que no ganó, o que teme que los 3.200 casos
de violaciones electorales que documentó la oposición podrían cambiar los
resultados oficiales.
¿Qué pasará ahora? Maduro comenzará a denunciar diariamente
presuntas conspiraciones nacionales e internacionales contra su Gobierno -como
sus cotidianas acusaciones sin prueba alguna de que Washington inoculó el
cáncer a Chávez- en un intento de desviar la atención de su cuestionada
legitimidad.
También silenciará a Globovisión, la última cadena
televisiva antichavista, que, según informes de prensa, ha sido vendida a
empresarios cortesanos del Gobierno, con la esperanza de que una censura más
estricta le permita mantenerse en el poder.
Pero el hecho es que la oposición de Venezuela ha surgido
fortalecida de la votación del domingo y que será difícil para Maduro imponer
una dictadura al estilo cubano en Venezuela.
A menos que permita un recuento total de los sufragios,
como él mismo prometió en su discurso después de la votación, Maduro comenzará
su mandato con un aura de ilegitimidad, y su Gobierno populista podría
implosionar pronto bajo la presión de una economía que está colapsando,
divisiones internas dentro del chavismo y una oposición revitalizada.
Sindicalismo
en un año electoral.
El presente año abundará en elecciones -primarias,
Parlamentarias, Presidenciales en primera y probablemente segunda vuelta, y tal
vez también de Consejos Regionales- y en importantes definiciones. Desde la vuelta
a la democracia que no se daban elecciones con tantos cuestionamientos a los
consensos sociales bajo los cuales el país se ha venido desenvolviendo con
evidente éxito: cuestionamientos al modelo de creación de riqueza, a la
tecnocracia de ambos sectores como fuente generadora de ideas para el diseño de
las políticas públicas y a instituciones básicas. Desde la Constitución como
ordenadora de la convivencia nacional, a las AFP como forma de ahorro para la
vejez, a las isapres como seguros de salud, y aun a la democracia
representativa como forma de Gobierno. Y todo ello en un marco de desprestigio
de la política y de los políticos.
Paradójicamente -o quizás por esa misma razón- esto se da
en un contexto de gran bonanza económica, en que los niveles de vida, salarios,
empleabilidad y consumo, sin precedentes en nuestra historia, nos ponen en el
umbral del desarrollo. Es muy posible que ese mismo éxito, alcanzado no solo
por los logros del presente Gobierno, sino a resultas de la acumulación de
acertadas políticas asociadas al modelo de desarrollo que el país ha seguido
por más de 30 años, sea el que le permite a grupos sociales tener ahora la
holgura como para plantear dichos cuestionamientos. En tiempos de estrechez, el
esfuerzo por sobrevivir y sobrellevar las dificultades no deja tiempo para
lucubraciones conceptuales, ni para manifestaciones y movilizaciones.
El sindicalismo, representado entre otros por la CUT,
liderada por Bárbara Figueroa (PC), plantea que el período electoral es
precisamente el más apropiado para insistir en sus demandas, pues considera que
es el momento en que quienes aspiran a cargos de representación popular están
más dispuestos a escucharlas. Y, en el ambiente antes descrito, los
planteamientos de la CUT, otras veces percibidos como radicales o anacrónicos,
en la situación actual solo son una más de las expresiones del referido paisaje
cuestionador.
De allí que no extrañe el que la Federación de Trabajadores
del Cobre, una de las instituciones sindicales más poderosas del país, sostenga
un conjunto de reivindicaciones que van mucho más allá del horizonte laboral, y
constituyan directamente líneas de política general, como la reestatización del
cobre y del litio, la eliminación del sistema de AFP y de la tercerización como
forma de gestionar a la compañía. Los portuarios, cuyas demandas sí han sido de
carácter más laboral, aunque planteadas mediante paros ilegales, han despertado
la solidaridad de otros sindicatos portuarios, también con paralizaciones
ilegales, creando un cuadro de inestabilidad de la actividad productiva que
afecta negativamente a los trabajadores de otras industrias, que dependen de
los puertos para su normal operación.
La acción centralizada y concertada de movilizaciones
ilegales (por no darse en el marco de negociaciones colectivas) entorpece el
trabajo fluido de los agentes económicos y el proceso de creación de riqueza,
base fundamental de las posibilidades de prosperidad para la población,
anterior aun a intentar redistribuirla. Es un inquietante panorama, que no
favorece el crecimiento del país ni a los trabajadores, cuyos empleos y
salarios dependen finalmente del dinamismo del sector privado. Y no beneficia,
en definitiva, a ningún partido o movimiento democrático, pues si se logra
crear un clima de incertidumbre institucional, ello solo aprovecha a quienes
instrumentalizan la democracia, pero no creen realmente en ella.
Avances
en enseñanza media.
Una vez más los resultados de una prueba común en distintos
cursos de la educación escolar despiertan el interés y las expectativas de la
opinión pública. En este caso son los del reciente Simce para cuarto básico y
segundo medio en matemáticas y lenguaje, y aunque se hicieron también algunas
pruebas específicas, como en ciencias naturales e idiomas, son las dos primeras
aquellas que permiten seguir la evolución del grave problema de la calidad de
la enseñanza en esos niveles. En síntesis, hay satisfacción por un notorio
avance en matemáticas y, en cambio, preocupación por el estancamiento que se
observa en lenguaje. Cabe sí tener presente al juzgar el lento efecto de las
medidas que se van adoptando en la materia y que por su naturaleza suelen ser
de largo plazo.
Por cierto, los datos recogidos entregan también otras
conclusiones que merecerán un estudio cuidadoso, como el aumento en tres puntos
de la diferencia entre establecimientos particulares y públicos en la prueba de
matemáticas de segundo medio, pues mientras los primeros suben nueve, los
segundos sólo seis. O, asimismo en ese curso, el hecho de que las mujeres
siguen teniendo mejores resultados en lenguaje, mientras los hombres las
superan en matemáticas pero disminuyen aun más en lo primero, y el que de
manera inédita el mayor puntaje global sea para matemáticas, que presentaba
hasta ahora el peor déficit. Lo mismo vale, en general, para calibrar el éxito
de una parte importante de los liceos Bicentenario y la influencia que están
desarrollando en regiones.
Más allá del interés que suscitan los rankings escolares,
donde felizmente surgen nuevos nombres y vuelven a aparecer colegios que
muestran así la consolidación de su progreso, lo que importa es deducir qué
factores han contribuido a él. Entre ellos destacan, según las experiencias
favorables ya conocidas, aun en situaciones de notorias carencias, el liderazgo
de los Directores, el trabajo en equipo incluyendo la colaboración de las
familias, el esfuerzo y las iniciativas de los maestros y sus innovaciones
pedagógicas. Por ello, si bien hay en marcha proyectos para atraer al
magisterio mejores candidatos y estimular su capacidad y rendimiento
profesional, parece necesario reforzar la labor de los profesores en actual
ejercicio, aplicando a todos y afinando su todavía débil mecanismo de
evaluación, así como ampliar la renovación y las aún muy limitadas atribuciones
de los Directores.
Respecto al freno que se aprecia ahora en el campo del
lenguaje, el desafío parece complejo y va más allá del cambio en los criticados
contenidos programáticos, dado el antecedente del escaso margen de comprensión
de lo que leen por parte de los alumnos (y también de práctica lectora). Es un
aspecto vinculado al ambiente cultural de las familias difícil de abordar y en
que se requiere un aporte adicional importante de la escuela y ojalá de la
educación informal, en especial quizás los medios de comunicación masivos, que
no suelen contribuir a ello en forma positiva. Como se ve, en esto y en lo
anterior, la tarea es múltiple y compleja, porque debe centrarse no sólo en la
calidad de los métodos y el material intelectual que se entrega sino sobre todo
en el comportamiento de las personas que intervienen, incluyendo por cierto a
los propios estudiantes.
Incertidumbre
política tras elecciones venezolanas.
El resultado de las elecciones Presidenciales celebradas en
Venezuela del domingo abre una etapa de incertidumbre política en ese país,
donde el Gobierno y la oposición deberán jugar roles que no han ocupado en
mucho tiempo y en la cual ya no es un axioma la supremacía popular del
chavismo.
La sorpresa que significó el estrecho triunfo de Nicolás
Maduro ratifica que la proyección del chavismo tras la muerte del “Comandante
Presidente” será problemática y que no
está garantizado que la simple invocación del nombre de Hugo Chávez ni el
carácter de “heredero” de éste sean garantía de éxito político. Las
dificultades por las que atraviesa el país -inflación, falta de inversión,
corrupción en las altas esferas, delincuencia, escasez energética- son graves y
buena parte de la población ha tomado conciencia de la ausencia de respuestas del
Ejecutivo para solucionarlos, más todavía ahora que Chávez ya no está y ha sido
reemplazado por un político que carece de su carisma y autoridad.
El hecho de que Maduro haya apresurado la ratificación de
su triunfo por parte del Consejo Nacional Electoral no sólo demuestra una vez
más el debilitamiento institucional que ha impulsado el chavismo en Venezuela,
sino también la fragilidad política del oficialismo, que no se ha atrevido a
pasar por un nuevo conteo de votos -exigencia reclamada por el abanderado
opositor, Henrique Capriles-, y su voluntad de aferrarse al poder sin respeto
por las formalidades.
La negativa del proclamado Presidente electo a darle
transparencia al proceso de escrutinio puede radicalizar aún más las posturas,
y terminar generando una situación de difícil manejo y alta conflictividad. Ya
se han producido algunas muertes de manifestantes que junto con repudiar al Gobierno
le reclamaban de la falta de legitimidad al triunfo oficialista. Maduro deberá,
además, enfrentar las críticas provenientes desde el interior del Partido
Socialista Unido de Venezuela a raíz de su pobre desempeño electoral, lo cual
amenaza con quitarle cuotas de poder en beneficio de otros sectores más
vinculados al aparato económico y militar del chavismo.
Capriles, por su parte, ha ratificado su fuerza como líder
indiscutido de la oposición. El 48,98% de los votos que obtuvo supone un
resultado extraordinario, en especial si se considera que tuvo sólo 30 días
para realizar su campaña, que el año pasado había sido derrotado con claridad
por Hugo Chávez y que, tal como en aquella ocasión, el Gobierno utilizó ahora
todos los medios a su alcance para conseguir un triunfo. La campaña de Capriles
apuntó a denunciar los excesos en que ha caído el chavismo y a prometer una
restauración democrática en Venezuela.
La comunidad democrática internacional no debe ser
indiferente a la manera en que se ha desarrollado el proceso electoral en
Venezuela. Corresponde exigir al Ejecutivo de ese país que dé explicaciones frente a las inquietudes
planteadas por la oposición. En caso de no ser aquellas convincentes, nadie
debe sentirse forzado a reconocer la legitimidad de autoridades que no están
dispuestas a aclarar dudas muy razonables o a permitir que terceros
independientes -como la OEA, por ejemplo- sean capaces de resolverlas. El hecho
de que ya varios países -en su mayoría Gobernados por autoridades de nulas o
dudosas credenciales democráticas- hayan reconocido a Maduro como Presidente no
debe inhibir a las naciones verdaderamente democráticas.
Atentado
en maratón de Boston.
Dos artefactos explosivos detonados la tarde del lunes, a
pocos metros del punto de llegada donde se desarrollaba la concurrida maratón
de Boston (Estados Unidos), provocaron la muerte de tres personas y dejaron más
de un centenar de heridos de diversa consideración. El hecho generó gran temor
entre los participantes y asistentes al evento deportivo, y llevó a las
autoridades a activar los protocolos de seguridad -principalmente en Nueva York
y en Washington- frente a la posibilidad que se tratara de un nuevo atentado
terrorista en escala, como el que afectó a ese país el 11 de septiembre de
2001.
Si bien se inició de inmediato una investigación para
determinar el origen del ataque y a los eventuales responsables del mismo,
todavía no existe certeza sobre quiénes podrían estar detrás de lo ocurrido y
las motivaciones que habrían tenido para perpetrar una acción de este tipo.
Para ello habrá que esperar los resultados del proceso indagatorio que se está
llevando adelante con el propósito de determinar la autoría del atentado y
establecer con exactitud si fue un acto realizado por algún desquiciado de
manera individual o se está en presencia de células terroristas que han
comenzado a operar nuevamente en territorio norteamericano.
De comprobarse esto último, y aunque se trata de un ataque
de menor intensidad, será inevitable que
los norteamericanos vuelvan a revivir los traumas provocados por los atentados
del 11-S, aumentando probablemente la sensación de desprotección de sus
habitantes. En este sentido, parece necesario no sólo extremar las medidas de
seguridad, sino que mejorar aquellas que hasta ahora se estaban implementando
en los eventos públicos masivos, pues este ataque demostró que también son
blanco de interés para la comisión de atentados. Así lo entendió Reino Unido,
país que ha comenzado a tomar todos los resguardos para garantizar que no
ocurra algo similar en la maratón de Londres que se realizará este domingo.
Curiosidad:
Pueblos bien informados
dificilmente son engañados.