La
gran herencia de Chavez es sin duda la dilapidación de fondos públicos,
la corruptela, la expatriación de 2 millones
de venezolanos, el pisoteo
de las libertades, el racionamiento de
alimentos, cortes de electricidad
permanentes,
una inseguridad agobiante, un odio social irracional y la
dictación
de una Constitución que han sobrepasado cada vez que les ha
convenido.
Los dos legados del
Presidente,
por Andrés Oppenheimer.
La muerte
del Presidente venezolano, Hugo Chávez, marcará probablemente el principio del
fin de la influencia política de Venezuela en América Latina,
pero también es probable que su influencia dentro de Venezuela se mantenga
durante décadas.
Contrariamente
a la suposición generalizada en los medios de prensa internacionales de que
Chávez fue el heredero político del otrora líder guerrillero de Cuba, Fidel
Castro, es muy posible que el difunto Presidente venezolano pase a la historia
como un fenómeno político más cercano al del hombre fuerte argentino Juan
Domingo Perón.
Lo mismo que
Perón, Chávez fue un oficial de las fuerzas armadas y un maquinador de golpes
de Estado que coqueteó primero con el fascismo, luego se inclinó a la
izquierda, y una vez en el poder dio millones a los pobres gracias a un boom
mundial de los precios de las materias primas, lo cual lo distinguió de
presidentes venezolanos anteriores que solamente habían hecho promesas vacías a
las masas empobrecidas del país.
Y, lo mismo
que Perón, Chávez era un narcisista -en una ocasión usó 489 veces la palabra
"yo" en un mismo discurso, el 15 de enero de 2011- que creó a su
alrededor un culto a la personalidad y que impulsivamente regaló miles de
millones de dólares en su país y en el extranjero, sin rendición de cuentas
alguna, a expensas de destruir las instituciones de su país y gran parte de su
economía.
La
influencia de Chávez en Latinoamérica durante sus 13 años en el poder creció en
una forma directamente proporcional a los precios del petróleo en el mundo.
Cuando él
subió al poder, en 1999, los precios del petróleo rondaban los US$ 9 por
barril. Cuando los precios del petróleo empezaron a subir gradualmente a más de
US$ 80 el barril durante los años siguientes, Chávez empezó a financiar a
políticos leales a su causa en Bolivia, Nicaragua, Ecuador y otros países latinoamericanos,
y acabó creando su bloque de aliados en el continente, ALBA, que siguieron su
modelo narcisista-leninista, que él llamó Socialismo del Siglo XXI.
Hacia 2006,
Chávez estaba regalando hasta US$ 3.700 millones al año en América Latina -en
comparación con los US$ 1.200 millones de la administración de Bush- para
comprar influencia política mientras buscaba respaldo a su fracasado intento de
hacer entrar a Venezuela en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Muchas de
sus promesas nunca se materializaron -como en el caso de un gasoducto que debía
ir de Caracas a Buenos Aires, el cual los escépticos bautizaron como el
"Hugoducto"- y algunas de sus promesas de enormes proyectos de
infraestructura en África y Asia provocaron críticas en su propio país, donde
las carreteras y los puentes se desmoronaban.
Pero la
influencia de Chávez en el extranjero empezó a menguar después que los precios
del petróleo alcanzaron una cifra récord de US$ 146 el barril en 2008. Desde
entonces, y especialmente después de que a Chávez le fuera diagnosticado un
cáncer a mediados de 2011 y los precios del petróleo bajaron, los petrodólares
de Chávez se han confinado a Cuba, Bolivia, Nicaragua, Ecuador y algunas islas
del Caribe.
Ahora, con
la economía de Venezuela casi hundida en el caos, una tasa de inflación del 30%
y pocas probabilidades de que los precios del petróleo alcancen las alturas
anteriores, Venezuela tendrá que renunciar a sus ambiciones regionales, por la
simple razón de que se ha quedado sin dinero.
Y, sin importar
quién gobierne Venezuela en el futuro, los días de la megalomanía populista
financiada con el petróleo probablemente han terminado, debido a las tendencias
globales en la industria energética.
Según la
mayoría de los pronósticos, Estados Unidos reemplazará a Arabia Saudita como el
mayor productor de petróleo del mundo en cinco años, lo cual causará una
reducción en las importaciones petroleras de EE.UU. y una declinación en los
precios mundiales del petróleo. Esto hará difícil a los sucesores de Chávez
seguir financiando a los aliados populistas radicales de Venezuela en la
región.
No obstante,
dentro de Venezuela, el chavismo sobrevivirá probablemente como la mayor fuerza
política durante las próximas generaciones. Debido a que los años de Chávez en
el poder coincidieron con el mayor boom petrolero en la historia reciente de
Venezuela, y debido a que Chávez regaló tanto dinero a los pobres, él tiene más
posibilidades de ser recordado como un "campeón de los pobres" que
como el populista que destruyó el sector privado del país, ahuyentó a los
inversionistas e hizo que Venezuela fuera más dependiente del petróleo que
nunca.
De ahora en
adelante, de forma muy parecida a lo que ocurrió en Argentina tras la muerte de
Perón, la mayoría de los candidatos presidenciales se declararán
"chavistas", aun cuando desprecien al difunto ex oficial golpista que
fue electo Presidente.
Y, de forma
muy parecida a lo ocurrido en Argentina en las últimas décadas, veremos a
políticos "chavistas" de todos los colores: izquierdistas radicales,
moderados, centristas y derechistas. En los discursos interminables de Chávez,
que a veces duraban más de seis horas, encontrarán suficientes citas memorables
para respaldar cualquier teoría política.
Guillermo
Lousteau, profesor de la Universidad Internacional de la Florida que encabeza
el Instituto Interamericano de Democracia, considera que Chávez pasará a la
historia no tanto como Perón, sino como Ernesto "Che" Guevara: una
figura mítica, pero cuya influencia hoy en día es más romántica que política.
"Chávez
se convertirá en un ícono cultural: veremos camisetas con el rostro de Chávez,
así como vemos las camisetas con el rostro del Che Guevara, pero su influencia
no irá más allá de eso", me dijo Lousteau.
"Chávez
ya no está vivo para mantener unido al movimiento chavista, como lo estaba
Perón después de haber sido derrocado", indicó Lousteau. "Sin un
líder carismático, y con una economía cuesta abajo, el chavismo hará
implosión".
Mi opinión:
Los ciclos políticos de América Latina tienden a cambiar cada 12 años, y es
probable que la muerte de Chávez -combinada con los precios estancados de las
materias primas- acelere la decadencia de la "revolución bolivariana"
en Latinoamérica.
De la misma
manera que tuvimos dictaduras militares en los 70, socialdemocracias en los 80,
gobiernos neoliberales en los 90 y chavismo en la primera década del siglo XXI,
es posible que estemos entrando a una nueva década, diferente, que ojalá sea de
pragmatismo democrático.
Pero la
imagen inmerecida de Chávez como el mayor adalid de los pobres en la región -de
hecho, países como Perú y Chile redujeron la pobreza más que Venezuela en años
recientes, y sin debilitar sus democracias- tendrá un impacto negativo duradero
en Venezuela. Como sucede a menudo con los países ricos en materias primas, los
líderes populistas florecen durante los booms en los precios mundiales de las
materias primas. Luego, cuando bajan los precios de las materias primas y ellos
dejan sus cargos -ya sea que los derroquen o que, como en el caso de Chávez,
mueran en el cargo-, sus sucesores tienen que tomar medidas económicas
impopulares, y los seguidores de los antiguos líderes populistas pueden decir:
"Estábamos mejor cuando nosotros estábamos en el poder".
Venezuela no
será una excepción a la maldición de las materias primas en Latinoamérica. El
populismo de Chávez conservará su popularidad durante décadas. Tomará mucho
tiempo, y mucha educación, convencer a muchos venezolanos de que el chavismo
era "pan para hoy, hambre para mañana", y que los países de mayor
éxito son aquellos que tienen instituciones fuertes, en lugar de hombres
fuertes.
A 40 años del desastre de la UP,
por
Gonzalo Rojas Sánchez.
En un año de
aniversarios, la izquierda tiene claro su diseño: callarse hasta las vísperas
del 11 de septiembre, y en ese momento, arremeter con todo.
Evitará así
ser vinculada con el proyecto dictatorial marxista, hasta el momento mismo en
que crea que le conviene desfigurar la reacción ciudadana, aquella que los
civiles comenzamos y que los militares terminaron.
Por
anticiparnos a ese diseño comunicacional, algunos seremos acusados y
perseguidos -una vez más-, pero a pesar de esos riesgos, no vamos a quedarnos
en silencio esperando aquella manipulación.
Fue entre
marzo y septiembre de 1973, justo durante seis meses, exactamente 40 años
atrás, que el país vivió su peor momento histórico, su más dramática
experiencia. Hay que hablar de esos días, hay que contarles a los menores de 50
qué fue todo eso, de qué consecuencias fueron salvados.
Fue el
período del desastre completo, del intento de dominación de los poderes
Legislativo y Judicial por parte del Poder Ejecutivo, de la sistemática
violación de los derechos humanos de todos los opositores, de una deliberada
discriminación arbitraria contra los adversarios. Allende, un dictador
encubierto en tensa relación con guerrilleros y terroristas, era al mismo
tiempo un abierto colaborador de la agresión soviética y cubana. Mientras unos
funcionaban en la clandestinidad, otros lo hacían a la luz pública. Pero todos
tenían el mismo propósito: subyugar a Chile.
Por eso,
estos seis meses deben servir para varios propósitos.
Primero,
para asumir que conocer la verdadera historia de Chile es entenderse a uno
mismo. Que todos aquellos que sostienen que no vale la pena insistir en el
pasado frustran la posibilidad de un diálogo sobre el bien y el mal, porque los
acontecimientos no son entelequias, sino encarnaciones. El pasado está en
nosotros: es lo que somos, somos lo que fue.
En segundo
lugar, porque gran parte de los temas de esa terrible situación del 73 está hoy
vigente: hay por delante unas elecciones manipulables (como las de marzo de
aquel año), y una nueva ENU que se nos viene (con un controlismo educacional
creciente), y una violencia organizada (en La Araucanía y en Santiago, en los
campos y en las calles), y una judicatura amenazada (desde dentro esta vez), y
un PS que guarda silencio cuando se le recuerdan sus afanes violentistas (por
algo será), y una economía que mientras más beneficios otorga, más vulnerable
parece a los contradictores que buscan estatizarla (¿para que vuelvan las tres
áreas?), y un PC calculador y siniestro (al que muchos miran candorosamente
también hoy).
Servirá,
además, el recuerdo de aquellos meses del 73 para desvirtuar una torpe
afirmación: todos fuimos culpables. No, no es cierto.
Unos se
propusieron convertir a Chile en una sociedad bajo control de los partidos
marxistas y del Estado. Así lo declararon con todas su letras, y cualquiera
puede leer incluso hoy -a pesar de la mayoritaria censura comunicacional y
universitaria- los cientos de textos en ese sentido. Otros, simplemente
reaccionamos para conservar la dignidad y la libertad. Éramos conscientes de la
historia del comunismo en el siglo XX y no estábamos dispuestos a ser
esclavizados: tremendo crimen el nuestro.
Cuando
algunos gritan que no habrá perdón ni olvido, otros contestamos que trataremos
siempre de perdonar, pero que no es humano olvidar: no pretendan que anulemos
la vital experiencia del drama causado por Allende, por sus partidos y por su
gente.
¿Quieren
discutir? Estamos disponibles. Bienvenidos los debates, el gran seminario
"sobre el final de la UP", las publicaciones y las conferencias. Es
lo que corresponde, es lo ético, es lo histórico.
Trataremos
siempre de perdonar, pero no es humano olvidar.
Un buen gobierno,
por
John Biehl del Río.
Anda suelto
en el barrio un peligroso virus político que se propaga reclamando que, luego
de elecciones libres y limpias, se puede y debe gobernar indefinidamente. Más
aún, que no existen alternativas. El maltrato que se da a la democracia cuando
se le niega ser mucho más que elecciones honestas se manifiesta rápidamente en
deterioros en la libertad, en las oportunidades económicas y en la paz interna
de los pueblos. Gobernar un país negando la oportunidad de que las minorías
puedan llegar a ser mayorías conduce a quimeras y demagogias que en su andar y
retórica destruyen la arquitectura democrática.
El gobierno
del Presidente Piñera confirma que estamos liberados de ese virus. Chile puede
beneficiarse, y mucho, con la alternancia en el poder. La actual administración
ha sido buena y oportuna. Su éxito debiera alegrarnos. Excluyo, naturalmente, a
los extremos obscenos de la política, aquellos cuyas creencias son verdades
únicas que les impiden disfrutar del robustecimiento de la democracia. En su
momento no creí en la importancia de este cambio. Lo pensé prematuro.
Desde Don Patricio Aylwin hemos tenido buen
gobierno. El imprimió el sello humanista y liberador de la transición militar a
la democracia. Una joya política que los historiadores, con la perspectiva que
les es propia, sabrán ubicarlo como singular. Los tres gobiernos que le
siguieron mantuvieron el signo de la nueva historia: unidos en la acción,
sostenidos por fuerzas centrípetas, con la razón y el diálogo para vencer ese
pasado tan arraigado, hijo de la dispersión centrífuga de quienes se sentían
llamados, probablemente, por defectos auditivos.
El gobierno
de Sebastián Piñera se transforma, entonces, en la primera alternancia y a él
corresponde evitar que prevalezcan en su administración sus propios extremos
políticos. Su constante llamado al diálogo dentro y fuera de su alianza, a lo
que se agregan hechos concretos reiterados en su gobernar, atestiguan que ha
cumplido sobradamente. Sin duda, también en su sector despertó la vía de los
iluminados, aquellos que confunden alegremente la sombra de la bota con el
diálogo y el compromiso.
Serán los cientistas sociales los que podrán
comparar, objetivamente, los logros de los gobiernos de Frei, Lagos, Bachelet y
Piñera. Existen reglas para ello. Hay formas de definir los períodos en que les
tocó gobernar. Maremotos y terremotos, crisis externas o internas, empleo y
pobreza, salud y lo que usted quiera. Desde que los norteamericanos decidieron
medir todo para entenderlo mejor, el tamaño importa. El hombre políticamente
racional no existe. El que vota es políticamente emocional.
Se ha
acelerado la inclusión en los beneficios del desarrollo en todos los campos.
Entre las metas posibles a mediano y largo plazo están los niveles de
desarrollo de los países nórdicos. Encontrar el camino justo para que el
egoísmo no lo concentre en pocos o la repartición demagógica les quite todo a
todos parece ser el objetivo del reto político que Chile tiene por delante.
El comportamiento
ciudadano, alentado estos días por el mundo de las redes sociales, tiene como
sus pantallas grandes la televisión y la primera plana de los diarios. Es un
universo donde el exhibicionismo y la pretensión no tienen límites; donde la
tragedia y el éxito se comparten con niveles impúdicos de exageraciones, medias
verdades o distorsiones completas. Las próximas elecciones podrán ser ganadas
por el mejor drama, el llanto más desgarrador, la denuncia más canallesca. Todo
vale en un mundo de emociones.
La última
vez que tuvimos sistema electoral proporcional elegimos sucesivamente todas las
ofertas del sistema político, destruyendo cada uno de los gobiernos en
oposiciones desproporcionadas: González Videla, Ibáñez, Alessandri, Frei,
Allende. La Concertación ya se dividió y comenzó el camino del ayer.
Prefirieron castigar a un hombre bueno y a un nombre grande. Juntando rencores
malignos, cabalgando la ignorancia supina. Que en la Alianza suceda lo mismo,
no está lejos. El mal profundo está en otra parte. Mientras no exista una
reflexión ciudadana real, es preferible continuar con gobiernos centrípetos. Se
trata de la única vez en que los partidos están obligados a negociar de cara al
país.
Día internacional de la Mujer.
En el día
consagrado internacionalmente a homenajear a la Mujer, deseamos a todas
nuestras compatriotas y a todas las féminas del mundo un día, que ojalá se haga
extensivo a los 365 del año, todas las felicidades que puedan existir en el
mundo.
Nota de la Redacción:
Nuestra visión de que el
Gobierno del Presidente Sebastián Piñera ha realizado una excelente gestión en
beneficio del país y de los más desposeídos, no quita que seamos muy duros para
juzgar el incumplimiento de algunas promesas, como las hechas en el Circulo Español
a los militares en retiro, o que nos
inhibamos de criticar los absurdos homenajes que se han realizado al fallecido
dictador de Venezuela, Hugo Chávez, los ridículos
3 días de duelo nacional o que nos parezca aceptable que nuestro Mandatario
vaya a las exequias del ex dictador.
Seguimos en nuestras vacaciones....
Seguimos de vacaciones,
las que solamente hemos interrumpido por la noticia del fallecimiento del
tirano dr Venezuela, Hugo Chávez Frías, y el singular traspaso del poder a
Nicolas Maduro Moros, en clara contravención a la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela que establece que debió haber asumido el cargo vacante
el ex militar Diosdado Cabello Rondón, Presidente de la Asamblea Nacional de
Venezuela.
Pueblos bien informados
difícilmente son
engañados.