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martes, 2 de agosto de 2016

Vamos chilenos, a recuperar el camino al progreso y la Justicia....


La desaprobación ciudadana a la gestión de la Presidente
Michelle Bachelet llegó a cifras inimaginables de un 70%,
su aprobación llega a un modesto 20%.
Valoramos el retorno de José Piñera a nuestro país, es
una demostración de que aún hay gente con la decencia
y el valor necesarios para defender sus ideas.
El agresivo exabrupto del Canciller de Bolivia, David
Choquehuanca, que es una clara amenaza belicista,
que simplemente no puede ser tolerado.



 
Tenemos lo que nos merecemos,
por Roberto Ampuero.



Impresiona ver cómo un país que navega entre turbulencias, perdiendo altura y con pilotaje deficiente, termina por extenuar, desencantar y atormentar a sus habitantes. Esto acarrea pérdidas -en armonía social, tranquilidad de espíritu, felicidad y calidad de vida, entre otras- que nadie cuantifica y de las cuales nunca nos indemnizan. Al contemplar a Chile desde lejos, seguir sus medios y debates, su rumbo errático y la pérdida de la autoconfianza, uno nota que hoy es un país carente de sueños de futuro, tiranizado por la inmediatez, la minucia, la descalificación y el resentimiento.


Vivir en Chile es como viajar en un tren bala, pero no porque nos dirijamos raudos a un destino cierto, sino porque no alcanzamos a comentar el paisaje que pasa ante nuestros ojos. Son tan numerosos los desaguisados gubernamentales, los escándalos en torno a la relación entre política y negocios, los fiascos oficialistas y opositores, la crisis de las instituciones y los desórdenes, que resulta difícil digerir los problemas que se suscitan cada día. Los recientes borran los anteriores; quien se queda comentando el último traspié de La Moneda, al día siguiente está passé. Como cada jornada es más nefasta que la anterior, se torna arduo abordar en profundidad la incesante cascada de problemas y proponer soluciones razonables e innovadoras.


¿Hay responsabilidad de la ciudadanía en todo esto? Muchos políticos no lo dirán, pues dependen de los votos para permanecer en el poder o acceder a él, y nada peor en este sentido que leerle las levitas al pueblo. Pero nosotros, ciudadanos, tenemos gran responsabilidad por lo que ocurre. Basta de buscar culpables solo en los demás. Unos son responsables por no votar y dejar en manos minoritarias el país. Otros, por dejarse influir por la cultura del espectáculo, la adicción a la frivolidad y la adoración de la popularidad, por no votar por el más capaz, mejor preparado y con mejor currículum, sino por el más simpático, dicharachero y cercano, como si las elecciones al Municipio, el Congreso o la Presidencia fuesen un concurso para paliar la falta de afecto en la familia o entre conocidos. No estamos para pensar mucho, nos embaucan con un discurso que promete un Estado rico, sabio y que lo hará todo, y una selfie con el candidato para mostrar a los amigos. Después esperamos que los ganadores actúen como gente capacitada.


Conviene echar un vistazo a los requisitos para postular a Diputado, Senador o Presidente. En rigor, basta con tener cierta edad y educación, residencia o ser chileno. No hay exigencias que filtren un poco más y seleccionen a candidatos que estén por formación a la altura de los desafíos de un mundo cada vez más complejo, en el cual al menos los Parlamentarios deberían tener además nociones de inglés, Legislación, computación y economía, cuando no título superior. Hay Parlamentarios que en sus CV incluyen "tener estudios de", grado académico inexistente. O se tiene un grado o no. El empeño solo no debería ser registrado, pues induce a engaño.


Una población que busca a los culpables solo en los políticos y no se mira en el espejo para preguntarse si votó de modo informado y crítico ante las promesas irrealizables, también tiene responsabilidad en cuanto ocurre. No debe solo victimizarse e indignarse. Con una población así, que es acrítica, ingenua, indiferente o entiende su voto como moneda de cambio, todo es posible. Los mismos que en 2013 desconocieron el modelo que perfeccionaron desde 1990, buscan hoy en baúles los atuendos que vestirán para distanciarse de lo hecho desde 2014. Cambiarán otra vez de nombre y redactarán nuevo programa, y habrá quienes seguirán creyendo en ellos. En esto, la izquierda es magistral: desde hace cuarenta y tres años mantiene etiquetados a sus adversarios de "pinochetistas", mientras ella misma, celebrando una supuesta lealtad a los principios y al pueblo, se ha transfigurado desde entonces: de ultrarrevolucionaria pasó a socialdemócrata, luego a cuasi-neoliberal, y desde 2013 a una repentina enemiga furibunda del modelo. Ahora remienda paños para la transfiguración de 2017, cuando se cumplirá un siglo del primer modelo que celebró con pasión: la revolución rusa.


¿Hemos aprendido de los riesgos que implica votar por el candidato más acogedor o simpático? ¿Seguiremos premiando a quienes ejecutan la milagrosa transfiguración? ¿Apoyaremos de nuevo a quienes desde la calle incitan a derribar la casa común sin garantizar la existencia de un techo bajo el cual pernoctar? ¿Nos identificaremos otra vez con quienes idealizan al Estado y postulan que debe resolvernos los problemas? Habrá que ver. Pero una cosa es evidente: hoy tenemos lo que nos merecemos.




Historia repetida,
por Jorge Navarrete.



Conocemos el libreto. Un cierto hecho instala la necesidad del cambio de Gabinete, lo que es secundado por los partidos políticos que componen la coalición oficialista, la oposición acusa que se trata de una señal de debilidad, el Gobierno lo desmiente pero, más temprano que tarde, se renueva el elenco de los principales colaboradores del Presidente de la República.


¿Qué habría de ser distinto en esta ocasión? Sólo quizás el momento y la forma. En efecto, y por razones muy distintas, la entrevista del ex Presidente Lagos aparecida el pasado jueves o los resultados de aprobación del Gobierno que publicará la encuesta Cadem este lunes, pudieran haber alterado los ritmos con que La Moneda debió haber manejado este nuevo capítulo de tan vieja teleserie. Pero la mayor dificultad, me parece a mí, estriba en la titánica tarea de convencer a un grupo de profesionales -especialmente si éstos disponen de un cierto prestigio y patrimonio político que quieren preservar y proteger- de que asuman la tan temeraria como peligrosa tarea de ingresar a este Gobierno y por el tiempo que le resta.




Así las cosas, la Presidente de la República puede optar entre tres alternativas.




La primera, para estos efectos diremos la minimalista, es simplemente limitar el cambio de Gabinete al reemplazo de todos los Ministros o Subsecretarios que pretendan ser candidatos en la próxima elección Parlamentaria y Senatorial, como es el caso de la Ministro Claudia Pascual. En este escenario, no deberíamos tener grandes expectativas de lo que ahí resulte, pues se trataría de una modificación más bien sectorial, por no decir lateral, la que poco y nada debería incidir en la gestión de este Gobierno.




La segunda, de carácter práctica, es mover las piezas internas de las que actualmente se dispone para, en una suerte de reconocimiento a la tarea bien cumplida, promover a los colaboradores que han efectuado bien sus tareas y eventualmente desprenderse de aquellos que abiertamente defraudaron las expectativas. Bajo esta posibilidad es que, por ejemplo, podríamos ver al Ministro Máximo Pacheco acercarse al Palacio de La Moneda, para así reforzar el equipo que deberá liderar la última etapa del Gobierno.




La última, más radical y quizás por eso menos probable, la que también puede combinarse con las dos anteriores, es repetir el libreto que Bachelet ya escribió una vez y hacer una modificación profunda del equipo político del Gobierno. Tal opción, además de las dificultades inicialmente descritas en esta columna, enfrenta el problema de que el Ministro del Interior fue recientemente elegido y, en el caso del titular de Hacienda, su segunda remoción sería una señal muy compleja de explicar, tanto en Chile como en el extranjero.




Puestas así las cosas, quizás la más importante novedad y dónde estará centrada la atención, sea en el destino del actual Ministro Nicolás Eyzaguirre; cuestión que tampoco contribuirá a mover significativamente la aguja de las expectativas públicas y privadas.



El rey va desnudo,
por Luis Cordero.



La decisión del Gobierno de remover a la Rector de la nueva Universidad de Aysén, luego de que ésta decidiera no renunciar, ha generado una nueva controversia sobre los alcances de la autonomía de las casas de estudio, y ha logrado concitar el rechazo unánime en el mundo universitario. Está en juego el rol del Ejecutivo en la gestión de estas instituciones, sean públicas o privadas, por lo que este caso puede terminar generando un escenario diferente para el proyecto de educación superior, que quizá no se evaluó antes.




Es cierto que de acuerdo con la Ley, y mientras no se aprueben los estatutos de esta universidad, el Presidente de la República puede remover a su autoridad máxima "por motivos fundados". Esta exigencia implica que la autoridad no tiene completa discrecionalidad, algo que la Contraloría debe evaluar, sobre todo considerando que el actual Contralor precisamente viene del mundo universitario. La última vez que la Contraloría intervino en algo semejante fue en 1990, en la remoción de la Rector de la Universidad de Playa Ancha. En esa oportunidad rechazó la solicitud y el Gobierno debió insistir.




La autonomía universitaria ha sido en los últimos noventa años una cuestión compleja en el sistema institucional. En la década de los 30 existió una ácida disputa entre la Contraloría y la Universidad de Chile sobre los alcances de la autorregulación universitaria, en la que finalmente triunfó el organismo Contralor. La reforma Constitucional de 1971 buscó consagrar la autonomía universitaria como una garantía Constitucional que evitara la intromisión del Estado en las decisiones de las comunidades universitarias y permitiera su autogobierno. Sin embargo, bajo la Constitución de 1980 las universidades Estatales han sido consideradas igual que cualquier organismo de la administración pública y el Tribunal Constitucional ha terminado por reafirmar ese criterio.




Cuando el proyecto de educación superior se estaba transformando en una oportunidad para discutir la verdadera naturaleza de las universidades Estatales y el rol de las universidades públicas, el Gobierno decide acudir a la remoción unilateral de un Rector. Con eso reaviva los fantasmas de la intervención Gubernamental en el sistema universitario y con ello también genera incentivos para alianzas que hasta hace pocos días eran impensables. El discurso ha terminado siendo otro: es necesario respetar la autonomía universitaria aunque el Estado sea propietario o financie con fondos públicos su operación. El Ejecutivo logro rápidamente que los Rectores Vivaldi, Sánchez y Peña estén plenamente de acuerdo en algo.




Así entonces, como en el cuento de H. C. Andersen, lo obvio está a la vista de todos: el Gobierno va desnudo nuevamente.



Las ideas si tienen sexo,
por Sergio Melnick.



Una manzana puede alimentar una persona. Es excluyente en el consumo, si me la como yo tú no puedes hacerlo y por eso aparece la economía; la gestión de las limitaciones de la materia.




Una gran idea, sin embargo, puede alimentar a millones y hasta cambiar la realidad como la percibimos. Cambia la historia. Lo curioso es que no sabemos exactamente que son las ideas. Para hablar de las ideas necesitamos ideas, y eso nos deja en el punto inicial. El verdadero desarrollo depende de las ideas, y esa es la mejor inversión posible. Eso es la verdadera definición de la educación: por un lado el logro de la autodidaxia universal y por otro la producción de buenas ideas de acuerdo al talento. Eso es justo lo que no hacemos en nuestro país.




Las ideas tienen algunas características interesantes. Por ejemplo no ocupan un espacio predeterminado. Pueden moverse a la velocidad de la luz. Y no son excluyentes en el consumo. Si te doy mi idea o traspaso un conocimiento, no lo pierdo, ahora la tenemos ambos. Al contrario, podría crecer ya que se junta a la base de ideas del otro que yo no conozco. Lo más interesante es cuando se cruzan tus ideas y las mías.




En efecto, las ideas, como los genes, de hecho se cruzan entre sí. Con los genes la biología evoluciona. Con las ideas evoluciona la cultura. El equivalente a los genes, en la cultura se llama Memes (R. Dawkins). Las ideas al cruzarse engendran crías normalmente superiores a sus padres. Y es curioso que cuanto más antagónicas aparecen en principio, más valiosos son los hijos. Es el viejo modelo dialéctico tesis-antítesis-síntesis. La síntesis es un acto creativo, integra las polaridades, las trasciende, las eleva a otro nivel que las define de otra manera. Por cierto la nueva síntesis se transforma en tesis y aparece de inmediato otra antítesis y así sigue el proceso de abstracción que significa síntesis. ¿Hasta dónde llega la síntesis de los opuestos? Ese es el tema de la espiritualidad, de la trascendencia, de las creencias cosmogónicas, que no es del caso aquí.




Lo relevante es que si cruzamos siempre las mismas ideas consigo mismas se producen los mismos resultados del incesto: empiezan a fallar. En la práctica eso es el fundamentalismo, la ceguera incluso a ver la evidencia disponible o a considerar realmente el mérito lógico de la mirada del opuesto. Eso es lo que pasa en Chile. Nadie escucha al otro de verdad. Nadie debate seriamente. A nadie le interesa realmente la verdad sino sostener sus propias creencias.  Yo soy el bien, el otro es el mal. Pero somos adversarios, no enemigos. Los fundamentalistas no quieren un espacio libre para vivir sus ideas, quieren que todos vivan como ellos, ese es el drama. Luchan por el poder para obligar a ello. Es la teoría de la retroexcavadora. No debe quedar registro alguno de la herejía de los otros. Unos bárbaros queman los libros, otros matan a los adversarios, otros destruyen sus símbolos, otros organizan inquisiciones etc.



La síntesis de los polos contiene lo mejor de ambos. ¿Qué pasaría si la izquierda y la derecha realmente intentaran colaborar en vez de destruirse? Es la maravilla de la paz. Es decir, ¿qué pasaría si esas ideas tuvieran sexo y engendraran otras nuevas, más poderosas, y que las incluya a ambas? El amor genera los hijos deseados, que son cuidados, educados y estimulados a crecer. La polaridad del amor es el poder, el control, la dominación.




En la política la forma más poderosa del amor (a su misión y el prójimo) es en primer lugar el conocimiento real de los temas (no la Wikipedia y dogmas) y la coherencia. La sociedad moderna no admite caricaturas. Luego el amor se expresa a través de las virtudes de la humildad, la tolerancia, el respeto, la transparencia, la honradez, la probidad, la verdad, y la pureza de intención. Ahí está la falla de nuestra política.




Veamos un par de ejemplos. La reforma tributaria fue aceptada por la derecha por el 3% del PIB. Ese era el gran objetivo. ¿Por qué no acordar con la derecha la mejor manera de hacerlo? Por el fundamentalismo del poder. La gratuidad es un tema difícil pero la derecha acepta una buena dosis de ella, por cierto no la universal. ¿Por qué no acordar un camino de mutuo acuerdo? ¿Cómo sería? ¿Por qué transformarlo en un tema simbólico del poder?




En educación lo que interesa es que los muchachos aprendan y progresen, en salud que las personas estén más sanas. Ese es el real objetivo. ¿Por qué poner los medios a la altura de los objetivos si sólo son medios? Es decir ¿por qué debe ser Estatal necesariamente? Si coincidimos en el objetivo, los medios son instrumentales. Pero si somos fundamentalistas siempre hay una sola forma superior de hacerlo todo, y es la que “yo” creo.






Nadie disputa la importancia ni existencia del Estado. Otra cosa es el Gobierno. El Estado debe regular sin duda, pero ¿cómo puede ser Juez y parte si además administra? De nuevo confundimos los fines con los medios.


Es tiempo de que permitamos que las ideas opuestas tengan sexo y nazcan nuevas ideas capaces de hacer evolucionar nuestra cultura hacia el desarrollo y la buena convivencia.



Debates actuales,
por Eugenio Guzmán.



La semana pasada se lanzaron dos libros que, aunque difieren en sus temáticas y estilos, aportan una ayuda significativa a la comprensión en los debates actuales en el país. Me refiero al libro de Rolf Lüders, Gert Wagner y José Díaz, y al de Mauricio Bravo, quien compila y analiza junto a Mauro Salazar entrevistas sobre la reforma a la educación superior a políticos e intelectuales. En éste participan Fernando Atria, Jaime Bellolio, José Bengoa, Andrés Benasconi, Harald Beyer, José Joaquín Brunner, Juan Eduardo García-Huidobro, Ricardo Paredes, Luis Riveros, Pedro Pablo Rosso, José Rodríguez, Claudia Sanhueza, Federico Valdés, Camila Vallejo y Ennio Vivalvi.


¿De qué modo libros de objetivos tan diversos nos aproximan al debate actual? El primero es una radiografía en cifras del desarrollo social y económico del país entre 1810 y 2010, que nos permite constatar una realidad innegable: nunca nuestro país había alcanzado un desarrollo social y económico como el actual. Más aún, al analizar las cifras de los últimos 30 años, la mayoría —si no todos— los indicadores socio-económicos muestran un desempeño y velocidad notables, tampoco antes vistos. Sin embargo, paradójicamente, la sensación ambiente es de pesimismo y se culpa al "modelo" de una serie de males que la evidencia claramente niega, pues los hechos hablan de lo contrario: el cambio de una sociedad de la miseria a una sociedad de mayor prosperidad, incluso si se compara a nivel latinoamericano e incluso mundial.




Por su parte, el trabajo de Bravo, cuya metodología consiste en poner sobre la mesa las distintas visiones de intelectuales y políticos, proporciona una amplia batería de herramientas deliberativas en la discusión sobre el tema. Así, proporciona al lector de los modelos y propuestas que distintos entrevistados tienen sobre la educación superior. Lejos de retroexcavadoras y frases ad hoc armadas para atraer la atención irreflexiva, el texto nos proporciona las bases sobre las que se cimenta dicho debate. El libro nos permite comprender por qué la discusión actual sobre el actual proyecto de Ley no logra suscitar acuerdo. Ello no sólo se concluye de las discrepancias entre los entrevistados, es decir, de cómo es entendida la naturaleza del problema y las soluciones derivadas de sus visiones, sino que también del hecho de que ante un tema de tanta complejidad, la metodología y el diseño de soluciones son altamente complejos y requieren de mayor inclusión, reflexión y deliberación.




Lo anterior no supone que en política debiéramos evitar tomar opciones cuyos costos puedan ser altos, sino que ellas deben enfrentarse con un margen tal que opaque las promesas de campaña, o, más exactamente, evitando que las campañas y programas de Gobierno sean capturados por las promesas, para que de ese modo la política sea un quehacer prudente.



Vuelta a los liderazgos,
por Héctor Soto.



Cuando en política hay descuido en las terminaciones, incluso la obra gruesa puede quedar puesta en entredicho. Por lo mismo, no es raro que tanto la UDI como Chile Vamos estén en estos momentos bajo los efectos del escándalo que supuso cambiar a última hora, al filo del cierre de las inscripciones, el nombre del candidato a Alcalde de Las Condes. Todo lo que el sector había ganado poniéndose de acuerdo en la confección de una plantilla única de candidaturas a Alcaldes -desafío que, huelga decirlo, no fue fácil- quedó empañado por ese resabio de política fáctica que recuerda prácticas de las cuales la derecha -al menos la derecha que quiere calificar para el futuro, la derecha más sintonizada con la transparencia democrática- debería arrancar como de la peste.




Impresentable. Es lo que menos se dijo. El episodio vuelve a poner de relieve la distancia que media entre la gente y la clase política, o al menos entre la gente y una fracción de las dirigencias. El episodio es lamentable no sólo por razones de principios, sino también porque no había necesidad. El Alcalde De la Maza estaba en todo su derecho de no respostularse. Lavín tenía sobrados méritos para ser candidato. Pero esta especie de traspaso del mando dinástico y de facto obviamente que devuelve a la derecha a una matriz patronal que está enteramente reñida con los valores de la participación y la transparencia, por un lado, y con el respeto que merecen los partidos, los liderazgos y las instituciones del bloque opositor, por el otro.




Mal precedente. Pésimo, porque la candidatura de Lavín parte con un peso muerto que le jugará en contra. Y porque si el Alcalde actual se sentía  llamado a responsabilidades políticas mayores, cosa que es enteramente atendible y legítima, esta es probablemente la mejor manera de defraudarlas. No es así como se debuta en las ligas mayores de la actividad pública.




En una época en que la política se hace más a partir de testimonios que de discursos, errores como este pueden costar caro. La opinión pública al día de hoy está mucho más abierta a perdonar las equivocaciones que a tolerar las inconsecuencias.




¿Acaso no había consenso, por ejemplo, en que el escándalo de Caval alcanzó las proporciones que tuvo no por ser un negociado entre rifleros y rifleras que andan al cateo de la laucha, sino por contrariar en los hechos el discurso de la igualdad de la Presidente de la República? ¿Acaso no estábamos de acuerdo en que el Chile actual ya no tolera una sola divergencia más entre lo que se dice y lo que se hace?




Bueno, pareciera que no todos piensan así. Por lo visto, todavía quedan actores políticos que   creen posible seguir estirando la cuerda y confiando en las bambalinas.




Nadie está libre de cometer errores. El cometido por la Ministro Delpiano esta semana, sin ir más lejos, al referirse en términos descomedidos a la Universidad Autónoma, no obstante  describir con entera franqueza un desenlace de la política de gratuidad que el Gobierno no previó, fue a todas luces una imprudencia. Pero ella se disculpó y apenas lo hizo el tema dejó de serlo. En el caso de Las Condes, en cambio, el entuerto se va a estirar como chicle durante un tiempo, en explicaciones y contraexplicaciones, cada una más inconducente que la otra y, al final, toda esta cháchara en torno al despropósito no hará otra cosa que poner al desnudo la fragilidad de los partidos, la persistencia del caciquismo en la derecha, la debilidad de las directivas y la impunidad con que pueden seguir operando los caudillos.




Tal como se han estado dando las cosas, parece difícil que la salida a la actual crisis pueda provenir de la orgánica de las instituciones. Eso significa que, bien o mal, tendrá que venir de los liderazgos, lo cual -siendo más riesgoso- también puede ser más rápido y efectivo. Desgraciadamente, como sociedad, no tenemos ni la racionalidad ni la densidad cívica para recuperar a través de los partidos (muy desprestigiados), de los bloques políticos (frágiles por donde se los mire) o de los poderes del Estado (indolentes, además de desacreditados) una sintonía básica entre lo que piensa la gente y lo que piensan las cúpulas políticas. Por eso, las miradas ahora se dirigen a llaneros más o menos solitarios, a figuras como Piñera, como Lagos, como Insulza, que son cartas probadas y que por mucho que no dialoguen muy bien con lo que es el Chile actual, como lo cree mucha gente, ofrecen sí lo que en estos momentos está haciendo falta: brújula, experiencia y mando.




Aunque la cátedra está expectante de lo que pueda ocurrir en las próximas Municipales -que, como dijo esta semana el Presidente Lagos, nos van a confirman lo que ya sabemos: que la gente está muy ajena al sistema político y que, en una altísima proporción, no va a ir a votar-, lo más probable es que las incertidumbres comiencen a disiparse antes de esa elección, cuando en dos o tres semanas más se conozca la nueva encuesta CEP. Este factor va a ser tanto o más gravitante que la elección y las figuras que encabecen el sondeo serán las llamadas a cubrir el actual vacío de poder.




No habla muy bien de la masa crítica de una sociedad y del sistema político en su conjunto que el futuro dependa tanto de los líderes. Pero una cosa es lo que uno quisiera y otra es lo que las cosas son. Chile ya apostó con Bachelet por un liderazgo que parecía imbatible, catártico, y que no resultó. Ahora vendrá otra apuesta, también por una figura. Y habrá que cruzar los dedos para que quien sea el elegido tenga un capital mínimo de sensatez y prudencia para empezar a resolver la crisis. Este Gobierno no lo tuvo y, bien mirado, nunca quiso tenerlo.



El rubicón de Lagos,
por Max Colodro.



En su última entrevista en La Tercera, el diagnóstico del ex Presidente Lagos fue sencillamente demoledor: a su juicio, obviando el golpe militar de 1973, Chile atraviesa hoy la crisis política e institucional más grave de su historia; en rigor, no sabe si el país resistiría un año y medio más en la misma situación, entre otras cosas, porque ‘pareciera haber’ un claro vacío de poder. Expresiones todas plagadas de sentidos y connotaciones delicadas, que abren por tanto un caudal de interrogantes sobre sus reales alcances.




En los hechos, se podrá o no compartir los términos y el fondo del análisis, pero lo cierto es que la visión sobre el momento actual exteriorizada por Ricardo Lagos lo ubica en las antípodas de la coalición que hoy Gobierna el país; un bloque de partidos que paradójicamente tendría que ser la obligada base de sustentación de una eventual candidatura Presidencial. Así, esta distancia cada vez más insoslayable entre el ex Mandatario y la Nueva Mayoría, ya puede anticiparse como el primer gran desafío político que deberá sortear si finalmente decide reiniciar un camino de retorno a La Moneda.




Es cierto que Ricardo Lagos no adjudicó responsabilidades directas del Gobierno en la génesis y el desarrollo de la presente crisis institucional. Pero sus dudas respecto a si el país puede resistir un año y medio más fue en clara referencia al lapso de tiempo que le resta a la actual administración, algo que no pudo ser una mera casualidad. En efecto, dicha mención sólo vino a reforzar el vínculo establecido por el propio Lagos entre la secuencia temporal de la crisis, y el intervalo que aún resta para la asunción de un nuevo Gobierno.




Así las cosas, una visión muy crítica del presente sumada a los disensos que cada vez con más fuerza recorren a la Nueva Mayoría, parecen ser la base desde donde el ex Mandatario decidió iniciar la construcción de su eventual propuesta política. El malestar y el descrédito general, junto al imperativo de una rectificación lo llevan a plantear la necesidad de un proyecto de unidad nacional, algo que también contrasta con la lógica polarizadora con que la actual administración ha desplegado su esfuerzo reformista.




El tono, el énfasis y no poco del contenido planteado por Ricardo Lagos en esta entrevista poseen algo muy cercano al reconocimiento de un fracaso del proyecto político encarnado en la Nueva Mayoría. Y la pregunta obvia es, entonces, cuánto de ese planteamiento tiene o tendría real acogida en el oficialismo; cuántos de quienes hoy son parte del ethos Gobernante podrían sentirse efectivamente representados por un discurso y una propuesta de esas características.




En síntesis, no sin una importante cuota de riesgo, el ex Presidente Lagos optó por iniciar un reposicionamiento ubicando en primera línea el enorme contraste que en la actualidad existe entre su visión del momento político y la de aquellos que se mantienen aún firmes en torno al imaginario de la Nueva Mayoría. Decidió de algún modo cruzar el Rubicón fijando una línea divisoria respecto de la cual no es ni será fácil volver atrás, precisamente porque lo único esperable de ella es que ayude establecer un nuevo eje ordenador para la centroizquierda, un margen para el futuro realineamiento de fuerzas en el sector al que aspira a representar.







NO+AFP,
por José Ramón Valente.



Durante años, las AFP fueron el niño símbolo del milagro chileno. No había país que nuestros Gobernantes visitaran en el cual no se les felicitara por la creativa y exitosa transformación de nuestro sistema de pensiones. En el plano local, académicos de distintas tendencias políticas daban cuenta de los beneficios de las AFP, en cuanto promotoras del crecimiento económico y principales responsables del acelerado desarrollo de nuestro mercado de capitales. Lamentablemente, durante todos esos años nos olvidamos de destacar entre los propios trabajadores chilenos el principal atributo del sistema de AFP, que no es su aporte al crecimiento, no es su aporte al desarrollo del mercado de capitales y no es su contribución a fomentar el ahorro nacional. El principal beneficio del sistema de AFP es haber entregado cuentas de ahorro individuales a millones de trabajadores chilenos, que ningún político, o grupo de interés organizado puede arrebatarles, como si lo hicieron durante décadas en el sistema de reparto que existía previo a las AFP.


Como consecuencia de lo anterior, muchas personas bien intencionadas pueden haber esperado que, así como el sistema de AFP había obrado milagros para la economía chilena, obraría también milagros para su propia pensión. Obviamente, la desilusión es grande al constatar que no hay nada milagroso en las AFP. Estas instituciones son simplemente administradoras de los ahorros de los trabajadores. Las AFP han hecho una muy buena labor multiplicando el esfuerzo de ahorro de los trabajadores a través de acertadas decisiones de inversión. La razón de quienes aparecemos defendiendo a las AFP es precisamente esa. Pero lamentablemente, si no hay ahorro tampoco habrá buenas pensiones.




Quienes no son tan bien intencionados se han aprovechado de la baja importancia que los trabajadores le confieren al hecho de contar con sus propias cuentas de ahorro individual, del olvido de cómo era realmente el sistema antiguo de reparto en Chile y de la ignorancia de la gente respecto de rol que les compete a las AFP en la determinación del monto de la pensión que ellos van a obtener. Todo esto con el objetivo de retrotraer el sistema de pensiones chileno a la situación previa a la existencia de las cuentas de ahorro individual.




¿Pero qué ganan los detractores mal intencionados del sistema de AFP? Retomar una fuente de recursos que permite comprar votos, conseguir empleos para sus correligionarios y otorgar pensiones como las de la ex señora del Diputado Andrade para sus familiares y amigos. Si sumamos los dineros que hay en las más de 9 millones de cuentas individuales que tienen hoy a su nombre los trabajadores chilenos, la cifra llegaría cerca de US$ 150 mil millones. Esto es diez veces el tamaño del fondo soberano que Chile tiene para hacer frente a los embates de las crisis internacionales. Con un botín de esa magnitud solo podemos esperar que el embate contra las AFP este recién comenzando.




Lo que los trabajadores chilenos deben saber es que quienes hoy hacen flamear la bandera que dice NO+AFP son los mismos que, de ser exitosos, le arrebataran sus ahorros de toda una vida. A cambio le ofrecerán una mejor pensión, promesa que obviamente no serán capaces de cumplir.



¡Mira el salar del litio!,
por Nicolás Luco.



Tesla construye en EE.UU. una megaplanta para fabricar baterías de ion litio para sus autos eléctricos.

Si estuviera en el complejo deportivo del Estadio Nacional en Santiago, de 63 hectáreas, esa planta ocuparía 53. Inmensa. Estará lista en 2018.


Para ese año, Tesla piensa producir 500 mil autos eléctricos. (El último año, Honda, por ejemplo, produjo 2,06 millones de vehículos). Más de 14 marcas en el mundo apuntan a producir automóviles con baterías de litio.

El 85% del litio está en un triángulo que abarca Chile, Argentina y Bolivia: suscita inversiones internacionales. Y el precio sube, no porque el mineral sea escaso, sino por la demanda a futuro. Todavía el litio cuesta poco: una astilla del valor de la batería.


El miércoles, la U. de Massachusetts publicó una investigación sobre el salar de Atacama, donde está nuestro litio. (El salar ocupa 3 mil km {+2} , espacio para 5.600 megafábricas Tesla).


Midieron la profundidad de la cuenca del salar y llegaron a 1.200 metros. Y estudiaron la succión y evaporación del agua que lo ha ido formando. (Ya en 1972, Gerardo Díaz del Río y otros geólogos en la U. de Chile habían publicado estudios similares).

En volumen, yo calculo el material de la cuenca en 3,6 billones de metros cúbicos. Harto. (No es todo litio; el 10% es agua).


Calculé que 566 Parques Metropolitanos de Santiago cabrían enterrados en el Salar. ("Más o menos" porque: imaginé el material del Parque Metropolitano como un cubo ficticio formado por la mayor altura, 880 m, multiplicada por la superficie, que son 722 hectáreas). Podrían ser el doble, porque el cubo imaginario tiene una altura idéntica en todos los puntos: podrían ser unos mil 200 Parques Metropolitanos los "enterrados" en el Salar.

En enero, el profesor Rachid Yazami, director del programa de baterías de la Universidad de Nanyang, Singapur, dijo en el Congreso del Futuro, que la cuenca de nuestro salar no solo era profunda, sino que contenía el litio de mayor pureza del mundo. Además, la sequedad del desierto asegura el mejor ambiente para procesar el mineral.


Es un talismán para Chile, otro recurso no renovable que explotar.


Pero, ¿y la naturaleza?


Cuando uno pisa el Salar, divisa la fauna: miles de flamencos, para empezar. Bello. Yo fui por esos lares acompañando al Premio Nacional de Ciencias Pedro Labarca, del CECS, Valdivia, y su equipo. Recogían microorganismos, llamados "extremófilos" por sobrevivir en las peores condiciones. Sus cualidades, escritas en sus genes, podrían aprovecharse en plantas y animales para un planeta sediento.


Ver todo eso convence de que la ambición por el litio no podrá arrasar con la vida, el medio ambiente.

Pero el litio cambiará el vivir. Habrá que crear formas de generar, transmitir y distribuir energía, distintas al hoy. Lo dijo Daniel Olivares, profesor de Ingeniería PUC, el lunes pasado: pidió imaginar la demanda eléctrica de automovilistas cargando todos de noche sus baterías de litio.


Baterías de ese litio del futuro que se ha ido formando, por cientos de miles de años, en nuestro inmenso salar.








Cuestionamientos al sistema de AFP.



La masiva marcha del fin de semana (“No más AFP”) puso en primera plana la discusión respecto al actual sistema previsional chileno, en lo que se busca presentar como un descontento masivo de la población a raíz de las bajas pensiones que estarían entregando las AFP. Parece evidente que el sistema de capitalización individual, que fue diseñado hace casi 40 años, necesita una serie de perfeccionamientos de modo que el objetivo de lograr tasas de reemplazo cercanas al 70% se cumpla en la mayoría de los casos. Sin embargo, el país cometería un grave error si cambiara este sistema para volver al antiguo sistema de reparto, el que Fiscalmente resultó insostenible, además de profundamente discrecional en los beneficios que entregaba.


Uno de los beneficios más evidentes para los trabajadores del actual sistema previsional ha sido la exitosa administración de los fondos, pues a pesar de las crisis que han afectado a la economía mundial en estas tres décadas, la rentabilidad promedio anual para sus aportantes supera el rendimiento de sistemas similares presentes en otros países de la OCDE.
De los más de US$ 150 mil millones que hoy administra el sistema, algo más de US$ 50 mil millones corresponden a aportes de los trabajadores; el resto es fruto de la rentabilidad.


Quienes proponen volver a un sistema de reparto deberían transparentar que dicho esquema no sólo ha sido
ineficiente en entregar las pensiones que promete -en Francia, por ejemplo, un 61% de los trabajadores recibe como pensión un monto inferior al que ese mismo país se fijó como referencia-, sino que desde el punto de vista Fiscal pone una presión que resulta insostenible, especialmente cuando las expectativas de vida aumentan y las sociedades envejecen, realidad que también está ocurriendo en nuestro país. Los manejos discrecionales en el monto de las pensiones no son posibles bajo el sistema de AFP, y la posibilidad de cometer irregularidades con los fondos es muy baja -de hecho, no hay antecedentes de que algo así haya ocurrido-, dado el alto nivel de fiscalización que tiene el sistema. Un beneficio adicional ha sido el favorable impacto que los mayores niveles de ahorro e inversión han tenido sobre el crecimiento del país y desarrollo del mercado de capitales.


Sin duda, el flanco más complejo tiene que ver con el monto de las pensiones. Ello pasa en buena medida porque desde el punto de vista político se tomen decisiones complejas, pero a la vez indispensables.
El gran desafío es flexibilizar el mercado laboral, de modo que más personas tengan empleos formales, coticen y eviten lagunas previsionales, la principal razón de las bajas pensiones. También cabe Legislar sobre elementos fundamentales para incrementar las tasas de ahorro como el aumento de la edad de jubilación, cobertura del sistema y monto de ahorro -el 10% de la renta es insuficiente a la luz de la realidad-. Australia, Canadá, Hungría y el Reino Unido, entre otros países, han aumentado gradualmente la edad legal de jubilación. Seguir posponiendo la entrada en vigencia de la cotización de los independientes tampoco resulta razonable. Todo ello es perfectamente posible de complementar con un mayor pilar solidario del Estado.


No es afortunado que las AFP hayan desaprovechado este tiempo para sensibilizar a la población de las ventajas de la capitalización individual, y que la dirigencia política haya postergado el necesario ajuste de los parámetros del sistema.
El debate que se ha abierto brinda la oportunidad de introducir estos perfeccionamientos de manera responsable.



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Letra Marcha: Soldados del 73

Letra Marcha Soldados del 73

Autor: Rosabella Liniers
Compositor Gianfranco



Son hermanos los Infantes,
todas las armas y soldados del ayer
Carabineros, Marinos y Aviadores
Combatientes del 73.

Un sólo cuerpo, un sólo corazón,
noble misión, proteger a la Nación,
la frente en alto saliendo del cuartel,
los soldados del 73.

Ya dió la orden mi General,
para vencer tenemos que luchar,
no ha sido arriada jamás nuestra bandera,
orgullo eterno de nuestra libertad.

En el recuento se hace el silencio,
por los heridos, los caídos que no están,
lo lamento mi Capitán,
mi Sargento no le puede contestar.

La Patria es libre, llegó la paz,
en el desierto, el cielo, azul el mar,
ya nuestros hombres cantan victoria
Combatientes del 73

Ya dió la orden mi General,
para vencer tenemos que luchar,
no ha sido arriada jamás nuestra bandera,
orgullo eterno de nuestra libertad.

Piñera anuncia propuesta de reformas educacional y tributaria, gentileza EMOL

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