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martes, 26 de julio de 2016

Vamos chilenos, salvar la Patria es posible.....

La encuesta Cadem, develada ayer, da cuenta de un Gobierno rechazado
por la mayoría de la ciudadanía y la preocupación de gran parte del
pueblo ante la expectativa de perder el trabajo.
La marcha contra las AFP, realizada el domingo con la participación de unas
50 mil personas, es una evidencia de que el país se mueve por eslóganes y no
por razones.
La Convención del Partido Demócrata, destinada a proclamar la candidatura
Presidencial de Hillary Clinton se realiza en un ambiente de crisis, una
parte importante de su militancia se opone a su nombramiento.
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La democracia en el siglo 21,
por Sergio Melnick.






Iván Krastev, un brillante cientista político búlgaro, pone el dedo en la llaga. De todos los juegos políticos del poder, la democracia es el mejor, nadie lo duda. La fuerza es reemplazada por las ideas. Pero, ¿qué pasa si las personas ya no quieren participar? En el mundo cada vez menos gente va a votar. ¿Será porque no gustan las opciones? ¿Habrá alguien que realmente me represente? ¿Será porque pueden quizás cambiar Gobiernos, pero no las políticas? La democracia es un invento humano y por ende imperfecto. Debe evolucionar hacia adelante, no hacia atrás. Los niños ya no juegan Ludo, juegan Nintendo.




La era tecnológica tiene paradigmas mucho más entretenidos y enormemente más productivos para la gente. Las revoluciones de antes tenían nombres ideológicos como comunismo, liberalismo, nacionalismo, islamismo etc. Hoy tienen otros nombres: Internet, Facebook, Tuiter, realidad virtual, Wb 3.0., globalización. Y estas nuevas formas de revolución son como múltiples big bang simultáneos que se retroalimentan entre sí. El contenido ya no es importante, es el medio.




En los últimos 50 años, la democracia acoplada a la fuerza creativa de los mercados y la innovación, ha hecho algunas cosas bien y otras mal. Sin duda ha traído progreso, bienestar y diversidad, ha instalado un sinnúmero de derechos, ha generado libertad, movilidad, acceso a la información, botó los muros y una enorme evolución cultural-tecnológica. Aun así está entrando en descrédito masivo. La respuesta es que debe haber fallado en algo. En la sociedad del conocimiento la popularidad es necesaria pero ya no suficiente. La clase política es crecientemente tipo Wikipedia. También ha generado una revolución de expectativas y de la velocidad para cumplirlas, lo que genera malos políticos y formas de populismo.




La tecnología en sí misma está llena de sombras sociales. Ni hablar de la web profunda y los controles de los que no nos percatamos o la cantidad de basura que circula en redes sociales. La gran capacidad de manipulación, la ira que se desborda en forma anónima. La neurociencia descubrió cómo tomamos decisiones: no son las ideas, son las emociones y la democracia entonces empezó a manipularlas abiertamente. Se instaló una cultura de la desconfianza por diversos motivos. Más aún, los políticos insisten en subir los impuestos para tener más poder y control.




La revolución digital es implacable. La coherencia imposible porque efectivamente cambiamos de opinión, necesitamos hacerlo, pero no se nos perdona. Nos llaman traidores. Los políticos seguirán así insistiendo en sus errores. La transparencia por sí misma no es el antídoto último. El control ciudadano tampoco, aunque necesario. No cambiará la confianza en las instituciones ni menos en las personas. Será más difícil mentir, robar, y matar, pero la transparencia, si lo pensamos bien, no es más que una herramienta de gestión de la desconfianza y esa es la clave central.




La sociedad moderna está siendo basada cada vez más en la desconfianza y la democracia básicamente descansa en la confianza, en la representación del poder por otros. Hay un tipo de desconfianza que es fundamental pero tiene que ver con la fuerza de ideas y el diseño con pesos y contrapesos. Es una desconfianza creativa. Es la falsificación de las teorías científicas, el debate fecundo. Pero eso es otra cosa diferente a la que ocurre hoy. La política se ha transformado literalmente en la administración de la desconfianza. Lo que se transparenta por un lado se oculta por el otro. La transparencia siempre será selectiva.




Ya no es el “gran hermano” vigilando, serán las masas vigilando y desconfiando. Todos son sospechosos de algo. Más tarde o más temprano una media verdad los desprestigiará. ¿Qué ciudadanos decentes querrán ir a los cargos públicos para sufrir de la eterna desconfianza y escrutinio sin ética? ¿Será eso una sociedad verdaderamente libre? La confianza es la clave.




Las instituciones democráticas han perdido credibilidad. Chile es un ejemplo patético de ello en este momento. La brecha entre la opinión de los políticos y de las personas es abismante. Las élites se autorreproducen y perpetúan como tales. La revolución tecnológica nos lleva a la complejidad y su herma teoría del caos. Pero la política debe trabajar con la ambigüedad, con lo cualitativo, y eso es sujeto de desconfianza.




La tecnología, sin duda, amplía el dominio del control ciudadano y aporta luz, pero también la semilla de la desconfianza. Donde hay mucha luz también hay una gran sombra.







Los cabildos y el desprecio,
por Pablo Correa.



Para lo público, estas últimas semanas han estado cargadas de malas noticias: la captura de tal o cual servicio por parte de un partido, el abuso de la norma para beneficio personal, justificaciones legalistas, descrédito, etc. Frente a este desfile de mediocridad y maltrato al Estado, es totalmente esperable la desafección ciudadana por la vida política, como lo refleja la baja participación en los cabildos provinciales.


De todos los problemas que genera la captura del Estado, uno de los mayores es que alimenta la apatía política, entendida no desde un punto de vista de participación partidista, sino como la total falta de interés por involucrarse en la búsqueda de aglutinadores colectivos. Nos hemos convertido en ciudadanos sin espíritu crítico, renunciando a las mismas herramientas que una sociedad abierta y democrática nos entrega. El desprecio por lo político y lo público, la apatía por lo colectivo, el individualismo materialista, el reemplazo de la actitud crítica y de las manifestaciones culturales por una sociedad de información vacía, son el mayor desafío que enfrenta nuestra sociedad.


Este es un riesgo enorme, porque estamos en un contexto de permanente lucha entre democracia y totalitarismo. Nunca debemos renunciar a defender la democracia, puesto que solo ella nos proporciona un marco institucional capaz de permitir las reformas sin violencia y, por consiguiente, el uso de la razón en los asuntos políticos.




Y la democracia se defiende a través de la política, que no puede ser simplemente entregada a un grupo de burócratas, profetas o charlatanes. Es rol de cada uno involucrarse en la discusión política, puesto que siempre será preferible que la moralidad del Estado sea controlada por los ciudadanos y no a la inversa.




La forma de hacerlo implica hacerse responsable. No podemos dejarnos vencer por la prevalencia de lo individual. Por el contrario, y desde el punto de vista de la construcción de instituciones colectivas, necesitamos impregnar lo público de los valores éticos que ponen al hombre y a su dignidad como fin; tales como la justicia, la libertad, la empatía o la igualdad.




Esta carrera nunca es corta ni definitiva. Siempre es de avances y retrocesos, siempre amenazada y siempre de victorias parciales. Con todo, es posible y consecuencia del éxito de la libertad en todos los ámbitos: sociales, políticos, culturales, institucionales y por supuesto, también en el económico.



No más maniobras,
por Axel Buchheister.



La renuncia de Manuel José Ossandón a Renovación Nacional ha despertado críticas. Se le acusó de ser personalista y de estar preocupado únicamente de su candidatura, en desmedro de la unidad de Chile Vamos, cuando el momento no está para darse gustitos.




Son críticas sin fundamento y de quienes no tienen autoridad para formularlas, cuando hace tiempo vienen operando para que Sebastián Piñera sea el candidato Presidencial, inventando argumentos y realizando maniobras para que lo sea sin competencia. La primera, no decir de frente que es candidato. Pero igual nos plantean que es la única alternativa válida; debe ser porque él no es personalista. Asimismo, que al calificar a un segmento importante de adherentes de la derecha de “cómplices pasivos”, estaba pensando en la unidad y en representar a todos los que lo apoyamos con nuestro voto.




¿Qué sería no darse un gustito?: apoyar a Piñera. A su turno, Joaquín Lavín, un “bacheletista” declarado (nunca se ha disculpado ni retractado de eso, y ahora se extraña que las bases de centroderecha no lo apoyaran como esperaba), ha dicho que constituye la única opción y que lo demás “es música”. Tanto Ossandón como Piñera, y cualquier otro que tenga la ambición, tienen derecho a ser candidato Presidencial y a participar en un proceso institucional para ello. La competencia aporta y no divide, pues motiva a las bases, que sienten que fueron consideradas y que el ganador es su indiscutido representante.




La renuncia de Ossandón tuvo una sola causa: la fundada sospecha de que lo iban a tramitar hasta que llegara el plazo de un año antes de la elección, en que quedaría impedido -como le sucedió a Cristián Labbé- de presentarse a primera vuelta como independiente, por ser militante de un partido (“ley antidíscolos”). Y que en ese mismo momento le negarían la realización de una primaria, con el argumento que no cabe dañar la opción del ungido con personalismos y candidaturas sin destino. Cuando las candidaturas tienen el destino que les dan los votantes, y no las opiniones interesadas.




Pretender ser candidato no es ser personalista, porque si es así, todos lo son. Lo es querer ser candidato con la “sandía calada”, minimizando costos propios; o sea, pensar antes que nada en sí mismo. Personalismo es retirarse cuando se advierte que no hay agua suficiente en la piscina, dejando huérfano al sector que lo ha apoyado. ¿Acaso no es el nivel de agua lo que está midiendo Sebastián Piñera antes de declararse candidato? Así, ¿quién garantiza que declarado tal no se retirará, para evitar costos personales, si advierte que el nivel del agua al final no dio? Lo que necesitamos son más candidatos como Felipe Alessandri, que quiere ser y no arranca si se pone difícil, como muchos creyeron que se la estaban poniendo. De ese temple están hechos los ganadores. Lástima por Carolina Lavín, que terminó fuera por secretaría y que era una opción prometedora que no se midió.




No más maniobras, que haya competencia. Y no más el argumento que es mejor evitarla porque pueden ganar los otros, y que las cosas pueden ir peor. Nunca es inoportuno hacer las cosas bien y menos ahora con los peligros que se enfrentan.



De superhéroes a juego de tronos
por Luis Cordero.



John Higgs explicó que una de las características de los inicios del siglo XXI es cómo la manera de comprender los problemas cambió, desde los superhéroes, a los juegos de tronos; es decir, de historias basadas en personas con altos valores que luchan individualmente por la justicia, a relatos complejos del poder en donde es difícil identificar quienes están en lo moralmente correcto.




Esto es, en parte, lo que ha vivido nuestro país en los últimos años. Descansamos durante un tiempo sobre el relato de los héroes de la democracia, de aquellos que hicieron posible su retorno, redimiéndose incluso de un pasado culpable por la pérdida de la misma. Ese relato se acabó cuando la derecha demostró que democráticamente podía volver al poder, lo cual no sólo implicaba la recuperación de éste mediante el voto, sino que también su capacidad para Gobernar.




Desde entonces hemos vivido una especie de juego de tronos, en donde ambas coaliciones han desatado disputas internas a ratos intestinas, recurriendo a todo tipo de alianzas, hasta que el escándalo del financiamiento irregular de la política demostró que las complejidades del poder eran bastantes más difíciles de abordar de lo que muchos creían. Al final del día, en la opacidad de su ejercicio existían relaciones que sobrepasaban los límites de lo tolerable. La relación del dinero y la política terminó siendo el símbolo de una verdad vergonzante, difícil de reconocer para todos.




Esto no es muy distinto de lo que ha sucedido con la Ministro Blanco por estos días. Entre acusaciones de desgobierno en su sector a uso indebido de herramientas de contratación de personal, nadie puede desconocer otra realidad bochornosa: los vínculos de la política con la repartición de cargos en la administración pública, algo en lo que Blanco no es más que un símbolo de una práctica transversal en el sistema institucional, y en lo cual ninguna de las coaliciones puede ostentar superioridad ética.




En un contexto de esas características hemos decidido entregar, con cierta irresponsabilidad, la solución de los problemas de la política a los Fiscales –algo de lo cual la experiencia comparada no muestra buenos resultados–, como si esto fuera un relato de ciencia ficción en donde héroes persiguen a villanos, las reglas para que eso suceda importan poco y lo relevante es el castigo.




En un mundo así, desconocemos las complejidades de la política, preferimos el integrismo moral del juicio a la vergüenza que nos lleva el reconocimiento del error y la adopción de medidas correctivas, promoviendo una sociedad en que –como en Ciudad Gótica– existan "personas que sólo quieren ver arder el mundo", sin importar los resultados finales de dicha hoguera.



Daño institucional,
por Max Colodro.



Los últimos tres Gobiernos terminaron por consagrar una práctica que ha afectado el normal y buen funcionamiento del Congreso: designar a Parlamentarios en ejercicio en cargos de Ministro, instalando una expectativa que vino a debilitar la necesaria independencia que deben tener los Legisladores a la hora de evaluar las iniciativas del Ejecutivo, y que altera además una decisión soberana ejercida en las urnas.


Ahora la Presidente Bachelet fue aún más lejos: designó en un alto cargo de Gobierno -Director Nacional del Sename- a una ex Fiscal que tuvo en sus manos la investigación del caso 27-F, es decir, la causa en que se debían establecer las responsabilidades civiles y penales por la fallida alerta de tsunami ocurrida en 2010; un juicio en que ‘casualmente’ estuvo involucrada la anterior administración de Michelle Bachelet.




En dicho proceso, la ex Fiscal Solange Huerta decidió interrogar a la Mandatario en calidad de testigo y no como imputada, resolviendo al final que los responsables últimos de un ‘error’ que costó numerosas vidas humanas, fueron el ex Subsecretario Patricio Rosende y la ex Directora Nacional de Onemi Carmen Fernández. La Presidente Bachelet fue en rigor exculpada de toda responsabilidad en los hechos, una decisión que a la luz del cargo que desde ahora ejerce la ex Fiscal, no puede sino generar un lamentable manto de dudas.




Pero el asunto es más de fondo: como ya ocurre con los Parlamentarios, desde hoy los Fiscales tendrán también la expectativa de pasar a ocupar cargos en un actual o futuro Gobierno, afectando inevitablemente las resoluciones procesales que decidan tomar, más aún cuando ellas puedan comprometer a autoridades en ejercicio. Así, la Presidente Bachelet instaló otro precedente nocivo, que debilitará la autonomía de juicio del órgano persecutor y cuyas implicaciones a futuro son sin duda impredecibles.




Resulta delicado que un Gobierno opte por no cuidar las instituciones, precisamente en un contexto donde la desconfianza y el desprestigio de las mismas se expanden como una densa mancha de aceite. Poco o nada puede decir entonces la autoridad cuando la Cámara de Diputados aprueba una moción sobre financiamiento de la educación pública sabiendo que es abiertamente inconstitucional; o cuando se decide intervenir en un proceso judicial en curso, citando a la sede Parlamentaria a un imputado con arresto domiciliario por el brutal crimen del matrimonio Luchsinger-Mackay, contraviniendo el principio Constitucional de que -salvo Fiscales y Jueces- ningún otro poder público puede ‘abocarse al conocimiento de causas pendientes’. Entre otras cosas, porque los Diputados tienen la facultad de solicitar la remoción de los Jueces de los Tribunales superiores, de los Fiscales Regionales y del Fiscal Nacional.




Chile vive hoy una espiral de deterioro institucional donde las actuales autoridades, más que parte de la solución, están siendo parte del problema. Durante este Gobierno, la seriedad y el rigor técnico de las políticas públicas se han venido deteriorando. A lo que se agrega ahora una falta de cuidado con las instituciones que no es seguro que sea completamente involuntaria. En rigor, no puede descartarse que la intencionalidad detrás de muchas de estas decisiones tomadas por el Ejecutivo y por Parlamentarios oficialistas tenga de base un deseo consciente de debilitar el orden institucional, un modo de hacer viable lo que algunos todavía consideran un imprescindible ‘cambio de modelo’.



Proyección,
por Adolfo Ibáñez.



Cuando se trata de proyectar al país, los partidos de izquierda parten de la base que, por sus ideologías, hay que cambiarlo todo: rebelarse contra el pasado y partir de cero. Y la derecha, pensando solo en números o cifras, cree que todo es cuestión de eficiencia en la gestión. Y ya sabemos, por larga y reiterada experiencia, que no es ni lo uno ni lo otro: ni los Gobiernos tipo Alessandri-Piñera, ni los tipo revolución años 60 y 70-Nueva Mayoría. En la derecha, además, se agrega un problema tremendo: su complejo de no ser izquierda, lo que la hace plegarse a cualquier solución que venga de ese lado, con tal que no sea tan extrema. Así la realidad del país queda relegada, olvidando que somos lo que somos, valga la redundancia. Y que a esto es a lo que hay que aplicar la acción de Gobernar.


Se trata de abrirnos al futuro y de generar mística para levantar el ánimo, sobrellevar las dificultades y aunar los espíritus.
Es preciso proyectarnos en el tiempo valorando lo que somos. Es decir, hay que reconocer lo valioso que recibimos del pasado junto con fortalecer el deseo de seguir manteniendo nuestra identidad. En este sentido el atropello de las instituciones rompe la continuidad que proviene de los años. En ellas ha quedado plasmado el tiempo vivido, por cuanto son producto de diálogos y debates anteriores, algunos posiblemente muy remotos, pero siempre presentes. Las retroexcavadoras, las marchas y las ocupaciones de locales violentas y destructivas no son formas de diálogo cívico, sino que apuntan a imponer, nunca a comunicarse con los demás.


Desarrollarse en conformidad a los valores que vienen del pasado, y
que hay que actualizar permanentemente para proyectarse al futuro, es propio de gente libre, es decir, de quienes viven en la libertad que nace desde el fondo del alma, que es lo más propio de lo humano. Lo contrario es salirse de la realidad y rebelarse en contra de sí mismo: es propio de esclavos, empleando metafóricamente este último término. De allí solo resulta la decadencia por destrucción del legado, atados a un presente sin soporte alguno porque carece de futuro: es el cese de la herencia espiritual que se transmite a través de las generaciones y que da forma a las diferentes culturas.

Valorar y fortalecer la libertad de alma es la base de sociedades dinámicas que se proyectan al futuro, ampliando sus horizontes y dando cabida material y anímica a las nuevas generaciones. Esto último es lo que se echa de menos como trasfondo de los debates actuales.



La gasificación y la solidez,
por Héctor Soto.



Posiblemente sea esperar peras del olmo pretender que la Nueva Mayoría reconozca el fracaso de su proyecto político. Es obvio que la coalición no lo puede hacer mientras quede alguien -como la Presidente, quizás como algún dirigente o partido político- que todavía siga confiando en su viabilidad histórica. De una manera u otra, el bloque necesita salvar a lo menos las camas y dicen que la esperanza es lo último que se pierde. De ahí que la estrategia oficialista sea enfrentar los próximos desafíos electorales con cortinas de humo tipo la nueva Constitución. Sea o no una buena idea, hay que reconocer que no es mala como maniobra para sacar la discusión pública de la desastrosa gestión política y económica que hasta aquí ha tenido este Gobierno.


El país, sin embargo, discurre en otra frecuencia, y donde más esto se nota es en el peso político que vuelven a recuperar figuras como Ricardo Lagos en la centroizquierda y Sebastián Piñera en la derecha.




Más allá de lo que digan las encuestas, este es un hecho de la causa. Nadie más distinto de Bachelet que Lagos y que Piñera. En medio de la gasificación del escenario político, ambos son percibidos como referentes sólidos. Detrás de Lagos hay un largo y probado magisterio republicano. Detrás de Piñera se advierte un capital no menor de eficiencia y sentido común. Y si bien esto no significa que vayan a ser ellos necesariamente los candidatos, el retorno del liderazgo de uno y otro responde a un vacío que La Moneda en estos momentos simplemente no puede llenar. No lo llena Bachelet, que sigue decepcionando, ni lo llenan sus Ministros. Tampoco lo hace un precandidato o candidato continuista, que reivindique como suyo el deprimente legado de este Gobierno. Lagos y Piñera, entonces, son la respuesta de la opinión pública a la necesidad de un cambio de rumbo o golpe de timón. Un cambio muy drástico si Piñera fuera el sucesor; a lo mejor no tan drástico, pero sí muy marcado si fuera Lagos.




No es que los ex Presidentes tengan el camino despejado. No lo tienen. Es cierto que el viento el año pasado y este ha corrido a favor de Piñera. Fue tal vez el único liderazgo político que, además de resistir, incluso se fortaleció. El caso de Lagos es distinto, porque su nombre se ha estado imponiendo, más que por iniciativa suya, porque el oficialismo comienza a inquietarse ante lo que percibe como una evidente experiencia de orfandad. Cuando fracasa la madre, vaya que se vuelve necesario el padre. Para estos fines, de momento al menos, nadie representa mejor esa figura que Lagos. Pero tampoco es número puesto. Falta que él se decida. Falta que marque más en las encuestas. Buena parte del bloque hasta hace poco lo estuvo demonizando y no hay oráculo que garantice que en el tiempo que queda para la campaña logrará remover todos los vetos que le impuso la izquierda.




No habla tal vez muy bien de la renovación de la política que el país tenga que volver a convocar liderazgos del pasado. Después del largo cantinfleo que supuso el discurso sobre el derrumbe de las viejas elites, y sobre la emergencia de un contingente de valores jóvenes que venía a jubilar a los viejos tercios, es un poco matapasiones tener que apelar a cartas ya probadas. Una manera de asumirlo es diciendo que este es el regreso de los muertos vivientes, que los carcamales nunca se rinden a la primera, que Lagos está siendo inflado por la derecha o que Piñera se ha fortalecido sólo por su insaciable apetito de poder. Pero son simplismo y leseras, por cierto. La realidad es más fina y tiene más peso. Si la ciudadanía está mirando a uno o a otro es porque no quiere saber nada de la eventual continuidad de este Gobierno. Nunca la palabra cambio interpretó a más gente que ahora.




En todo caso, lo que venga no va a tener nada que ver con una hipotética restauración. Los países no progresan a salto de mata, sea para adelante, sea para atrás. Progresan con gradualidad, a partir de lo que tienen y del rumbo que quieran tomar. Lo que sí tiene sus días contados es el mito refundacional, que implicó en un momento que Chile partía de cero, que el cambio de modelo era inevitable, que había que abjurar de todo lo que había significado la transición y que había que corretear a palos de la escena política a los cuadros que habían dirigido el país de los últimos 30 o 40 años.




En rigor, nada de eso se cumplió. Con la llegada del Ministro Burgos a Interior, la vieja Concertación tuvo que acudir a la sala de urgencia para salvar a la Nueva Mayoría de la calamitosa gestión de Peñailillo, Arenas y la G90. El programa de reformas se comenzó a hundir semana a semana, mes a mes, en cifras concluyentes de rechazo. La ciudadanía pidió un poco más de respeto a los desprestigiados consensos del pasado y el anunciado reemplazo de las viejas elites por las nuevas nunca se produjo como se anunció que se iba a producir: de un solo paraguazo.




Definitivamente, las cosas no funcionaron así. A menos que se produzca un quiebre revolucionario, en realidad nunca funcionan así. Aunque no le guste al utopismo mesiánico, todo es mucho más lento y gradual. Algunos ajustes, sin duda, que eran necesarios. Alguna renovación, de hecho, se produjo. Algún malestar, indudablemente, existía. Y parece estar fuera de discusión que algo había que hacer. El problema es que el diagnóstico que acompañó al Gobierno de la Nueva Mayoría fue errado, y tanto lo fue que ahora la propia Presidente dice que el crecimiento es prioridad de su administración. En buena hora. Eso quizás no significa mucho, porque una cosa es decirlo y otra muy distinta es demostrarlo.




Como declaración de intenciones, simpática. Como decisión de gobierno, tardía.



Quién debe ser el titular de la acción penal en los
delitos tributarios? El caso chileno,
por Nelson Pozo.






Desde el año 2014, el país viene conociendo un conjunto de hechos que han originado, en materia tributaria, numerosas investigaciones en sede administrativa, a través del Servicio de Impuestos Internos y en sede del ente persecutor, esto es, el Ministerio Público, lo que ha suscitado una controversia jurídica respecto de determinar a quién corresponde la investigación y la titularidad de la acción penal ante la existencia de un delito tributario.


Al respecto, es ilustrativo dar una mirada a la legislación extranjera, la cual ha fijado tres parámetros para determinar el órgano competente en materia de acción penal tributaria. Por un lado, la primacía del órgano administrativo, como entiende en la práctica la legislación chilena; en una segunda hipótesis, la primacía del órgano persecutor penal (Ministerio Público) y, un sistema mixto, que permita la actuación conjunta de ambos órganos.


La recomendación del comité de expertos que ha elaborado el "Corpus Iuris", de la Comunidad Económica Europea partiendo del informe del Comité Rokroskill sobre la situación en Inglaterra, Escocia e Irlanda, ha advertido los riesgos de permitir que esta materia se conozca por Jueces legos y se ha mostrado partidaria de la especialización judicial.


De ahí que el artículo 26 del Corpus, sobre la fase de enjuiciamiento de los delitos contra los intereses financieros de la unión, señale que las jurisdicciones "se compondrán obligatoriamente de Jueces profesionales, en la medida de lo posible, especializados en materia económica y financiera, y no de simple jurado o escobinos".


Por su parte, la tendencia nacional radica en el SII la exclusividad de la acción penal en los delitos tributarios o delitos contra el erario público, como los conoce la doctrina foránea, a partir de que el conflicto en el ejercicio de las potestades administrativas, atendido el actual sistema reformado por la Ley N° 19.806, sobre Normas Adecuatorias a la reforma procesal penal, viabiliza que es el servicio el que investigue, en una fase de carácter exclusivamente contencioso-administrativo, la determinación y procedencia en la aplicación de una multa en materia impositiva, en el entendido que se trata del único órgano técnico establecido en nuestro ordenamiento jurídico que tiene las competencias técnico-profesionales para realizar dicha indagación.


En un segundo plano, y luego de agotada la investigación de naturaleza administrativa, el Servicio de Impuestos Internos tendrá los presupuestos objetivos para establecer técnicamente si estamos o no en presencia de una infracción tributaria.


En tercer lugar, y como posterior paso a la investigación de carácter administrativo, el Servicio de Impuestos Internos podrá formular cargos sancionables con multas, y si el mérito lo requiere, deducir la imputación penal correspondiente.

Necesario es precisar que el servicio ejerce la facultad privativa que le otorga el artículo 162 del Código Tributario a partir de criterios históricamente consolidados, tales como: la gravedad de las irregularidades detectadas; la reiteración en la comisión de los delitos; el efecto ejemplarizador o pedagógico en otros contribuyentes; el perjuicio Fiscal; la calidad y suficiencia de la prueba reunida (motivación de los hechos o presupuestos fácticos), y la factibilidad de obtener una condena.


En este sentido, cabe ponderar la doctrina tradicional del SII, en la persecución penal del delito tributario, para lo cual tiene especial relevancia la decisión adoptada por ese servicio no solo por la no ubicación del contribuyente o que este no haya aportado sus antecedentes y que su boleta o factura haya sido rectificada por la empresa emisora, sino que por su concurrencia al SII para aclarar su situación, aportando su contabilidad, prestando declaración, acompañando informes y todos los antecedentes que permitan acreditar la materialidad y efectividad de los servicios prestados.

Es a contar de estos elementos que surge el dilema de la exclusividad de la acción penal tributaria, la cual aparece cuestionada, no tanto en su materialidad, sino en la forma en que se ha ejercido la atribución del Director del servicio para perseguir criminalmente a unas personas, y no hacerlo respecto de otras; ello obliga a reflexionar sobre su compatibilidad con los estándares de un Estado de Derecho.


Creemos que la opción de facultar al Ministerio Público con la exclusividad de la acción penal tributaria sería atentatoria a dos criterios: al aspecto técnico-profesional de su fase indagatoria administrativa, y en un segundo criterio de carácter orgánico-funcional, que es el Servicio de Impuestos Internos, el órgano público, afecto al principio de legalidad de todo órgano del Estado, que vela por su imparcialidad y objetividad; además, del criterio funcional propiamente tal, por ser el SII el organismo del Estado que más experticia y conocimiento tienen sobre recaudación y tributos. (Extracto Ponencia XII Seminario de Derecho Constitucional Tributario en Iberoamérica, organizado por la Suprema Corte de Justicia de México, Julio 2016).



Género, militancia y Gran Labor Previa…,

por Fernando Villegas.



Ha sido una semana de intensa y animada vida social; mientras una romería de autoridades y Congresales visitaba en turnos horarios preacordados a la Ministro de Justicia para manifestarle apoyo por y para su Gran Obra, casi simultáneamente doña Solange Huerta estaba siendo ungida como Director del Sename. Ya era hora. El Sename está a cargo de la rehabilitación de menores en problemas y por ese motivo resultaba poco presentable que en sus recintos hayan -hasta la fecha- muerto 186 de ellos. Es el tipo de situaciones que crean delicados temas de imagen corporativa. Indudablemente se necesitaba con suma urgencia la intervención decidida y eficaz de un o una titular en posesión de los debidos requisitos y doña Solange los cumple a satisfacción de La Moneda. Sus méritos son múltiples, pero en lo que toca a los que demanda su flamante destinación pesaron decisivamente los tres que en esta, la era de las transformaciones profundas, son de estratégica importancia: la militancia, el género y la gran labor previa del candidato. En cada uno de esos ítems ella cumple a cabalidad. En efecto, la señora Huerta está relacionada con el PS, colectividad en la cual militó alguna vez, pertenece al género debido -cosa de la mayor relevancia para la Presidente, quien no por nada dirigió varios años el Centro de Madres del Planeta- y desde luego cumplió una gran labor en su anterior rol como Fiscal a cargo del caso 27/F, proceso en el que con serena firmeza y femenina energía llevó a la justicia sin dejarse influir por la majestad del cargo a todos los implicados en el más sonado, colosal y letal fracaso de los órganos del Estado. Era un antecedente que debía tomarse en cuenta y ser recompensado para satisfacción de grandes y chicos.


Un Gobierno curricular
Ha sido uno de los méritos más destacables de este Gobierno precisamente ese, el considerar en lo que valen los antecedentes laborales de los Ministros e incluso hasta de las más medianas y oscuras autoridades del “Staatsapparat”. Si alguien tiene dudas sobre esta materia, basta, para despejarlas, examinar las virtudes de los miembros del Gabinete.




Véase el caso de Educación. La Secretario de Estado Adriana Delpiano indudablemente puede ostentar, como la señora Huerta, el género debido, la militancia que corresponde y por cierto una Gran Labor Previa. En Justicia y con gran lucimiento está en el timón doña Javiera Blanco, quien puede dar muestras de una adecuada militancia, del género correcto y una Gran Labor Previa, aunque por razones ajenas al servicio y de las cuales la dirección no se hace responsable la señora Blanco ha requerido, para sostenerse, del apoyo solidario de toda la NM. En Trabajo, la cartera la maneja doña Ximena Rincón. Rincón quizás tiene una militancia con gusto y olor a arroz graneado, PERO en subsidio posee con más méritos que ninguna otra Secretario de Estado los encantos del género y además una Gran Labor Previa como dama de compañía de la Mandatario. En Vivienda, la señora María Paulina Saball militó en consagradas instituciones, como el Comité Pro Paz, la Vicaría de la Solidaridad y en la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación y por lo tanto y de seguro ha cumplido una Gran Labor Previa. En Minería, la cartera está en manos de Aurora Williams, quien amén de mujer milita donde se debe y seguramente ha cumplido una Gran Labor Previa. En el Ministerio del Deporte la señora Riffo milita en las filas del progresismo y ha cumplido una Gran Labor Previa en abdominales. En Salud ni qué decirlo: la señora Castillo, la Ministro, no sólo es dama y milita con las huestes que conducen la nación a la Felicidad Eterna, sino además, como es público y notorio si se revisa el libro de contabilidad de su cartera, ha cumplido no sólo una Gran Labor Previa sino también Presente. El Ministerio de la Mujer no requería una Gran Labor Previa porque no existía antes nada parecido. Bastaba sólo la condición de mujer y la militancia.




¿Y los hombres?
También hay hombres en el Gabinete, pero muchos compensan esa lamentable identidad de género con rasgos personales y laborales de condición y expresión vaporosa y exánime, sino exangüe. ¿Quién sabía, por ejemplo, que hay un señor Céspedes en Economía, un señor Furche en Agricultura, un señor Osorio en Bienes Nacionales, un señor Badenier en Medio Ambiente, un señor Ottone a cargo (¿?) de las Artes y la Cultura y un señor Barraza en Desarrollo Social, sea lo que sea que esta última expresión signifique?




Es verdad que hay especímenes Ministeriales masculinos que no han tenido el tino suficiente para hacerse invisibles. Son inevitablemente más conocidos porque tienen ciertos méritos o curiosas peculiaridades. El recién llegado señor Fernández, quien fue puesto a cargo de Interior, tuvo el mérito de hacer apostasía de sus viejas creencias y adoptar la agenda Presidencial como devocionario de cabecera. Hizo noticia, además, inventando la denominación que corresponde a la posición que hoy disfruta la decé en la repostería y cocina de Palacio. Por su parte, el señor Eyzaguirre ha sido alguna vez, según lo registró el Diario Oficial, Ministro de Educación. Su labor en ese ramo del saber y del hacer quizás haya pasado algo desapercibida, pero ahora ayuda a conducir los destinos de la patria desde una cartera llamada Ministerio Secretaría General de la Presidencia cuya labor ha sido y será siempre ignota. El verdadero mérito de Eyzaguirre, el que lo diferencia de los  Osorio o los Badenier, es que suelta de vez en cuando simpáticos chascarros al estilo de su madre, la maravillosa actriz Delfina Guzmán. Lo distingue además un aire general de pije progresista que suscita sospechas en el proletariado, pero es un defecto que compensa con su férrea lealtad a la Mandatario. Eso vale su peso en oro. El mérito y notoriedad de Marcelo Díaz radica en su capacidad para desplegar en sus vocerías una tolerable imitación del buenazo de Cantinflas. En cuanto a Rodrigo Valdés, quien primero se hizo notar llegando a La Moneda en calidad de salvavidas financiero, hoy es conspicuo por su velocidad para admitir errores luego de súbitos telefonazos de la Presidente y advertencias del Vicepresidente en las sombras, el señor Teillier. Oportunamente y en cada ocasión se le ha hecho ver la luz y su obsecuencia o consecuencia ha brillado resplandeciente.




Extras en acción
A los méritos que con tanta abundancia manan del Gran Elenco Ministerial, el Estado, afortunadamente, también puede sumar los abnegados servicios de miles de militantes repartidos en cada una de las docenas de reparticiones que constituyen su organigrama. De la competencia y capacidad promedio de estos servidores públicos la ciudadanía puede todos los días recabar muestras contundentes en la gestión que celebran en sus unidades administrativas y de lo cual los medios de comunicación informan diariamente, a veces con innecesario tono de alarma. No siempre se les conoce y por eso es difícil averiguar los detalles de su Gran Labor Previa. Dicha ignorancia por parte del pueblo soberano es posiblemente el complemento de la privacidad de la que esperaba disfrutar Dávalos, el Primer Hijo de la República, pero un aciago destino se cruzó en la senda de su invisibilidad y tronchó prematuramente su carrera. Así es; el anonimato y la discreción es el territorio que prefieren habitar los actuales servidores del pueblo. Nada de vacías vanidades, sino Gran Gestión y dignas pensiones.



El lado bueno de las cosas,

por Joaquín García Huidobro.



Manuel José Ossandón ha anunciado su retiro de Renovación Nacional y su deseo de emprender, más o menos por cuenta propia, su camino hacia la Presidencia de la República. Esta noticia tiene un lado malo para el país, pero también representa una oportunidad que la centroderecha bien podría aprovechar.


El lado malo tiene que ver con una posible "peruanización" de la política chilena. Perú es un país magnífico, con gente muy agradable y que todavía conserva restos del Virreinato, aunque tiene una grave falencia política: la debilidad de sus partidos. De hecho, la mayoría de las agrupaciones que participaron en la última elección Presidencial se habían formado unos meses antes (la de Kuczynski es de fines de 2014). Los partidos se hacen y deshacen con la misma facilidad con que uno arma un equipo para jugar fútbol un sábado en la mañana. Esto es peligrosísimo, porque se presta para toda suerte de caudillismos y hace muy difícil la tarea de Gobernar.


Si cada uno de nuestros candidatos se encamina hacia la Presidencia por una vía propia -es decir, si los partidos comienzan a ser irrelevantes o constituyen una compañía poco útil cuando uno quiere mostrar una cara grata ante el electorado-, entonces no nos extrañemos si empiezan a surgir los aventureros. Y ya suficientes problemas tenemos en Chile como para empezar a hacer de nuestra política una forma de lotería.


En este sentido, es comprensible que los líderes de los partidos de centroderecha y distintos Parlamentarios hayan manifestado su molestia por esta migración un tanto intempestiva. Necesitamos partidos fuertes, y la renuncia de Ossandón apunta en la dirección contraria.


Pero veamos ahora el lado bueno, de cara a la próxima elección Presidencial. No sé lo que pensaron ustedes, pero a mí me horrorizó la cantidad (proporcionalmente inversa a la calidad) de candidatos que tuvimos en nuestra elección presidencial de 2013. En Chile es muy fácil ser candidato: basta con contar con el patrocinio ciudadano del 0,5% de los votantes de la última elección para Diputados (6.698.524). Eso lo consigue cualquiera, porque entre los amigos de los amigos no es difícil llegar a 33.493 firmas.


No se trata solo de que un acto tan importante como una candidatura Presidencial se esté tomando en Chile con la misma seriedad con que alguien organiza una presentación en una fonda dieciochera. Sucede que, por definición, una campaña Presidencial supone un debate, confrontación de posiciones, y formular propuestas al país acerca de los temas fundamentales de nuestra convivencia. Pero con nueve candidatos parloteando no hay diálogo posible, y resulta muy fácil que alguien nos pase gato por liebre: así nos sucedió con la ganadora de la última elección Presidencial.


Recordemos un momento los debates que tuvimos la oportunidad de presenciar. Era tal el cúmulo de disparates que se oían, que la pobre Evelyn Matthei parecía una extraterrestre; así, Michelle Bachelet pudo colocarse en el medio, como la candidata de la moderación. Y ciertamente parecía mesurada, en comparación con Roxana y otros.


Todo hace pensar que el año próximo volveremos a tener un circo semejante. Por eso, resulta imprescindible que haya más de un candidato que diga cosas mínimamente razonables, y aquí Ossandón juega un papel importante. Ya que no podremos tener una primera vuelta con 3 o 4 candidatos, al menos hay que conseguir que, del tiempo total que se dedica a la discusión pública, haya un porcentaje significativo de minutos en que se oigan cosas mínimamente sensatas: que nadie debe gastar más de lo que tiene; que Fantasilandia está bien, pero solo para ir de paseo con los niños por unas horas; que la voz de la calle no es necesariamente la voz de Dios, y que existe una institución que se llama familia, que es necesario proteger.


Dicho con otras palabras, en la próxima elección podríamos tener varios candidatos (él, Velasco, Piñera u otro, Kast) que, por encima de sus diferencias doctrinales, sean capaces de mantener un pie a tierra.
En suma, se trata de conseguir un ambiente poco propicio para los fumadores de opio (para emplear la certera expresión del gran Escalona), lo que será bueno para el país, que, después del experimento de la Nueva Mayoría, necesita una cura de realidad. De este modo, podremos decir que esta escapada de Ossandón habrá terminado por beneficiar al partido de la sensatez.



Deporte y genética.



El Comité Olímpico Internacional hizo públicas las sanciones contra Rusia tras demostrarse que adulteró las pruebas antidoping de sus atletas durante los Juegos Olímpicos de Invierno 2014, en Sochi. El COI decidió no expulsar a Rusia, pero exige que cada deportista ruso demuestre ante su federación internacional que no es culpable y cumple con los estándares de competitividad, entre otras condiciones.


Es un juicio lapidario contra el Estado ruso y un desafío extraordinario para las federaciones, que deberán analizar un sinnúmero de apelaciones en un tiempo brevísimo, de cara a los JJ.OO. de Río, que comienzan el 5 de agosto. La sanción condena el complot Estatal de Moscú, otorgando el beneficio de la duda a los individuos. Pero, a la vez, no hace sino dibujar interrogantes sobre el futuro del deporte.




Es una obviedad decir que un hombre no podrá naturalmente correr los 100 metros planos en cinco segundos. Y que los superatletas están llegando a los límites de la eficiencia tolerada públicamente, aunque casi nada se sepa de lo que ocurre en la intimidad de los laboratorios deportivos. ¿Cuál será la razón y el corazón de la alta competencia, entonces, con la tecnología colonizando la biología humana?




Vanessa Heggie, historiadora de la U. de Cambridge, recuerda que siempre las personas han temido que técnicas artificiales corrompan el deporte. A comienzos del siglo XX eran regulares los reclamos contra los deportistas que sacaban una ventaja entrenando meses o semanas para una carrera, cuando lo natural era que los corredores llevaran una vida relativamente normal.




Heggie recuerda los casos de Caster Semenya y Usain Bolt en el Mundial de Atletismo de 2009. Mientras a la atleta se la sometió a un indigno examen de sus órganos para confirmar que era mujer, aunque con características sexuales masculinas y femeninas, ni a Bolt ni a ningún atleta hombre se les han hecho test genéticos para dilucidar si tienen la excepcional condición cromosómica 47-XXY, que gatilla un crecimiento veloz en la niñez, una ventaja en potencia (¿ilegítima?) para los atletas. Qué es normal y qué no, es la pregunta.




A fines de 2015 un grupo de académicos publicó el libro "The future of sports". Afirman que en algunos años los atletas estarán autorizados a usar mejoras genéticas para prevenir lesiones, y proyectan que habrá dos tipos de ligas: la de los atletas naturales —amateurs— y la de los potenciados genéticamente.




Andy Miah, profesor de la U. de West of Scotland, plantea que el verdadero peligro para el deporte es el determinismo genético. Lo que amamos del deporte profesional es el drama, la heterogeneidad, los jovencitos o jovencitas que se roban la película. Pero si la alta competencia se reduce a biologías casi indiferentes diseñadas para el triunfo, estaremos más cerca de un circo romano que de la paideia griega.

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Letra Marcha: Soldados del 73

Letra Marcha Soldados del 73

Autor: Rosabella Liniers
Compositor Gianfranco



Son hermanos los Infantes,
todas las armas y soldados del ayer
Carabineros, Marinos y Aviadores
Combatientes del 73.

Un sólo cuerpo, un sólo corazón,
noble misión, proteger a la Nación,
la frente en alto saliendo del cuartel,
los soldados del 73.

Ya dió la orden mi General,
para vencer tenemos que luchar,
no ha sido arriada jamás nuestra bandera,
orgullo eterno de nuestra libertad.

En el recuento se hace el silencio,
por los heridos, los caídos que no están,
lo lamento mi Capitán,
mi Sargento no le puede contestar.

La Patria es libre, llegó la paz,
en el desierto, el cielo, azul el mar,
ya nuestros hombres cantan victoria
Combatientes del 73

Ya dió la orden mi General,
para vencer tenemos que luchar,
no ha sido arriada jamás nuestra bandera,
orgullo eterno de nuestra libertad.

Piñera anuncia propuesta de reformas educacional y tributaria, gentileza EMOL

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