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martes, 4 de agosto de 2015

Rápida mirada a los temas que complican al país....

Las marchas y contramarchas constantes del Gobierno de Michelle Bachelet
nos hablan de la improvisación y falta de experiencia con que manejan los
asuntos públicos, a la vez que avalan la mala evaluación ciudadana de esta
administración que ha obtenido en el sondeo de Adimark la peor calificación
de los últimos 100 años.




La distinción amigo-enemigo,
por Roberto Ampuero.


Después del concepto Presidencial de "realismo sin renuncia", que tolera diversas interpretaciones, uno sigue preguntándose cuál es la auténtica Nueva Mayoría que nos Gobierna. ¿La intolerante que, tras el triunfo, amenazó con usar retroexcavadoras, o la conciliadora que hoy rescata, en forma retórica al menos, la necesidad de lograr acuerdos que no sacrifiquen el programa? ¿Cuál es en verdad la Nueva Mayoría? ¿Esa que, con la copa del triunfo electoral en alto, anunció que barrería con las bases del modelo, o esta que, afectada por los upper cuts de la economía y las encuestas, extiende desde la lona su mano al adversario, pidiendo parar el combate y dialogar?


Si es la segunda, el país tal vez podrá respirar tranquilo en la misma medida en que entre los jacobinos del conglomerado se apoderará la sensación de haber sido defraudados. Si en cambio es la primera, la coyuntura actual sería una táctica para controlar daños, reordenar fuerzas y preparar una ofensiva que apacigüe a los jacobinos. Llegan señales mixtas de La Moneda. No puede ser de otro modo: las visiones antagónicas que palpitan en el oficialismo impiden estibar la carga, por ello nuevos cónclaves serán imprescindibles.


Para entender el alma fracturada y el rumbo errático de la Nueva Mayoría conviene echar una mirada a ciertos conceptos que inspiran a su ala dura, que goza del poder de veto por estar en La Moneda y la Alameda. Sugiero por ello leer a la politóloga belga Chantal Mouffe, de gran influencia en la izquierda dura latinoamericana y los movimientos Podemos, de España, y Syriza, de Grecia. En especial recomiendo su libro "En torno a lo político", de 2007. Basándose allí en la distinción amigo-enemigo como categoría crucial de lo político, elaboración del nazi y furioso antiliberal Carl Schmitt, la intelectual posmarxista advierte que la izquierda seguirá perdiendo identidad y convocatoria mientras persista en su política de consensos. A su juicio, la izquierda debe superar su complejo ante el conflicto político, y en lugar de proponerse destruir la sociedad democrática y liberal, como en la etapa marxista, debe conquistar desde dentro, en sentido gramsciano, el Estado, para impulsar las transformaciones profundas.


En su opinión, el avance del liberalismo en lo económico y político, y el desplome del comunismo en 1989, facilitaron la hegemonía liberal mundial, la extinción de los partidos comunistas y la "capitulación" socialdemócrata. Mouffe cree que gran parte de la izquierda se obnubiló con el pluralismo, abandonó la lucha revolucionaria y aceptó el statu quo , convencida de que la democracia se reduce a competir por un Estado que, ávido de consensos, no tolera transformar las relaciones de poder. La belga estima que la izquierda debe apartarse de la idea de la "clase obrera" como la fuerza revolucionaria, y articular las demandas de diversos "sujetos colectivos" (organizaciones sociales) que no teman romper los consensos ni asumir el conflicto político como algo normal en democracia.


Leyendo a Mouffe, uno entiende que, por su secuela de derrotas, la izquierda jacobina no puede seguir transando en la Nueva Mayoría: el fracaso de la UP y, en los ochenta, de la "rebelión popular" contra Pinochet, el fin del comunismo, el eclecticismo de China y Vietnam, el fracaso bolivariano, y el viraje de Cuba constituyen derrotas delicadas. Pese a su retórica agresiva, la izquierda dura está debilitada por los golpes. Hoy despliega una crítica feroz al "modelo liberal", pero es incapaz de postular algo propio y viable. Si se doblega ahora ante la moderación "concertacionista", perdería lo único que justifica su existencia e identidad.


Los textos de Mouffe permiten entender las fuerzas centrípetas que tensan a la Nueva Mayoría, y suponer que, tras la notable tarea democratizadora cumplida por la Concertación, para la Nueva Mayoría ya escasean -más allá del apego al poder- misiones de largo plazo que sus integrantes puedan emprender en forma armónica y consensuada.
De delantales, médicos y revoluciones,
por Fernando Villegas.




La aparición pública de Su Excelencia usando un delantal blanco -esperamos ver pronto un estetoscopio colgando de su cuello- cada vez que las circunstancias recomiendan lucir el atuendo de un médico de consultorio en vez de la sobria tenida de Presidente de la República, a lo cual se suma su famoso dicho de que hacer tal cosa es “grito y plata”, no es una muestra aislada de equilibrismo político lindando con la comedia y quizás hasta con el delirio, otro salto de la coalición y su timonel a los equívocos parajes de la fantasía como remedo y sustituto de la realidad, sino parte integral de la ya muy sobajeada táctica de gestión de crisis con insólitas presentaciones de la Mandatario y también de planeación propagandística en gran escala. Es, el comunicacional, el ámbito donde el Gobierno apuesta más fichas sin importarle que su valor asemeja el de los billetes del “Metrópolis”. Nada más normal: el hábitat de las izquierdas es siempre un paisaje verboso y engañoso donde  suelen moverse con excelencia. Pero atención: el rostro impenetrable con que se hace uso de esos recursos histriónicos para re-encantar a las multitudes no es sólo para ganar alguna próxima elección, sino para mantener los prerrequisitos políticos y emocionales de una revolución. Es en lo que la Presidente y la mitad de la NM están embarcadas.




Revolución es la palabra. REVOLUCION, no “retroexcavadora”. No porque no haya ni guillotinas ni pobladores asaltando una Bastilla deja de serlo. Revolución es exacta y simplemente esto que tenemos entre manos, un proceso político de gran ambición teórica e infinita indefinición práctica, siempre traumático, iniciado y desarrollado por un grupo de iluminados -de hecho, enceguecidos- con una Gran Revelación de cambio institucional al que consideran TAN necesario, TAN bueno y TAN irrebatible que por imponerlo están dispuestos a todo. Esa ceguera al principio arrogante y muy pronto violenta aparece con mecánica y fastidiosa reiteración en cada proceso similar estudiado por la historia. También es parte de él que algunos revolucionarios nieguen serlo, a veces por puro cinismo, en otras por pura necedad. Estos últimos creen que están embarcados sólo en un campaña de reformas para implementar simples ajustes, en nuestro caso ajustes al estándar de la Ocde, al siglo XXI o a la “madurez” de las actuales generaciones.




Esta revolución cuenta con los auspicios del Gobierno y la NM, pero además del apoyo a regañadientes -porque desean ir aun más lejos- de las variopintas hordas de jóvenes indignados y/o furiosos que copan calles, asambleas y paraninfos, de feligresías partidistas ávidas de comer de la mano del Estado, de los ancianos de la vieja izquierda que entraron de lleno en su segunda infancia política, feministas del apocalipsis, “alternativos” varios y electorados duros a los que se pinta como encarnaciones de un mítico “mandato ciudadano”. Es gente que no está en lo suyo simplemente por apoyar un Gobierno de “reformas”.




Gramsci Redux.



En efecto, mientras los anestesistas de la coalición se empeñan en tranquilizar a la ciudadanía diciendo que no es para tanto y sus curanderos en el Gabinete tratan de disminuir el tranco, los activistas se apoderan gradualmente de los espacios donde hay o puede crearse poder. Ya se enteraron que lo del asalto al Cuartel Moncada o ganar una elección a lo Allende es insuficiente. Se han puesto más sofisticados y releído a Gramsci. Comprendieron que una sociedad no cambia con un golpe de mano sino mediante una transformación masiva -o siquiera decisiva- de actitudes y pensamientos, de valores y estados de ánimo, de creencias y apetencias. Saben que no se trata sólo de cambiar de Gobierno, sino de implantar un nuevo discurso político, cultural, sexual y étnicamente correcto. Y saben que para eso no basta con predicarlo sino deben imponerlo como hizo la cristiandad con el Evangelio, mostrando por un lado la conveniencia del bautizo y por el otro la inconveniencia a palos de no hacerlo; para eso están los muchos y activos monaguillos con que cuentan en los medios de comunicación, los incentivos de las agencias Gubernamentales manejando el “gasto social”, la presión verborrágica y delirante derramada a borbotones en las redes sociales, la violencia en los espacios públicos y la actividad de grupos organizados haciéndose presentes en toda ocasión de “participación democrática”. Cuentan sobre todo con el miedo del ciudadano común deseando no ser tildado de reaccionario o hasta fascista, con la colaboración de los oportunistas y con esa pasividad fatal de las “mayorías silenciosas”, precondición de todo emprendimiento de esta naturaleza porque además de silenciosas son timoratas, meras manadas listas para el matadero o la esquila.




Doble-hablar.



En el libro 1984 de Orwell, distopia inspirada por el paraíso comunista, se describe una asfixiante dictadura totalitaria cuyo lenguaje oficial es regulado por los misterios y protocolos del “doble-hablar”. Como sucedía en la URSS, donde una palabra ajena al dogma podía significar un tiro en la nuca o una temporada de 20 años en el Gulag, cada vocablo del mundo de 1984 significaba lo que fuera el decreto de esa semana de los Líderes Bienamados. Todo, en 1984, es eufemismo, hipocresía, “dialéctica”; el Ministerio de la Guerra se llama Ministerio de la Paz y dos más dos pueden ser cinco si así lo determina el último congreso del partido. Orwell apenas exageró; recuérdese que en la URSS de Stalin se rechazaban las teorías científicas creadas por cientistas burgueses. Pasó con la genética.




¿No tenemos en Chile una versión apequenada del doble-hablar?  Véase el caso de las llamadas “asambleas ciudadanas” donde en realidad impera la voluntad de una banda organizada de activistas. Véase en qué consisten los eventos de “participación democrática”, arreglados de antemano por los organizadores. O las tomas escolares protagonizadas por 20 individuos que responden presuntamente a “la voluntad del estudiantado”. O las votaciones libradas a gritos entre una docena de dirigentes, pero que se hacen equivaler al “voto de las bases”. Hace rato ya que los sufragios del 25% del electorado fueron igualados a un “mandato popular” y al “pueblo soberano”, identidad espuria que es el fundamento y legitimidad de la NM. Y no olvidemos la agenda programática y Constitucional de una confusa y desintegrada coalición, pero empeñada en asociarla con “lo que pide la gente”. Doble-hablar…




Interfaces.



No se crea que estas virtualidades semánticas y gestuales se mantienen para siempre flotando en un mundo espectral; al contrario, se deslizan desde la realidad a la fantasía y viceversa con la facilidad con que cambian de dimensiones las entidades malignas del cine de terror. No por nada los tropicales y cariñosos “Desayunos con el Presidente” de Chávez se traducían en un dos por tres en matones callejeros apaleando y hasta matando a manifestantes de oposición. Regímenes dados a sustituir su fracaso en la realidad con la fantasía onírica de la propaganda, ofrecen, entre otras curiosidades, precisamente la de que si bien pierden contacto con el mundo tangible y lo confunden con sus sueños, al mismo tiempo y en compensación desarrollan una capacidad sonambúlica para cruzar las fronteras de ambos.




Lo estamos viendo. Iniciativas reales para reparar los desaguisados son sustituidas por eslóganes, las rectificaciones urgentes por los anuncios, los actos de Gobierno por simpáticas chapitas; al mismo tiempo esa crema pastelera de engañifas mediáticas es acompañada por acciones o inacciones reales en el espacio público, medidas administrativas y/o políticas contra quienes no se alinean, acorralamientos en la calle, amenazas surtidas y frenesíes descerebrados en las redes sociales, presiones Judiciales, Legislaciones al vapor, listas de enemigos públicos, piquetes de activistas, funas a la orden, sumarios a policías, degradaciones funcionarias y organizaciones paralelas funcionando dentro de la misma Moneda.




El minimalismo de Burgos,

por Luis Cordero Vega.




La semana pasada, el Ministro del Interior, Jorge Burgos, expuso su opinión sobre la nueva Constitución, indicando el rol que ésta debe cumplir y el mérito que le otorga a la de 1980. Su intervención estuvo marcada por dos ideas centrales: la primera, que la Constitución debe servir esencialmente para la arquitectura del poder, y la segunda, que ésta no puede ser utilizada para la realización de un programa político, lo que algunos pueden interpretar como una cierta limitación al reconocimiento de derechos sociales. En su opinión, éstos dependen más de la Legislación que de la Carta Fundamental.




La tesis de Burgos es lo que se denomina minimalismo Constitucional, que en términos sencillos se traduce en promover una Constitución con reglas simples para la organización del Estado y algunos derechos básicos, dejando los demás asuntos en manos de la deliberación democrática del Congreso. Pero esta pretensión olvida una cuestión básica. Las Constituciones son arreglos institucionales del Estado y de éste con los ciudadanos, que dan origen a incentivos para la adopción de decisiones públicas custodiadas por los Jueces. Es por esto que sus reglas no pueden tener pretensión de neutralidad.




Esto es básico en materia de derechos. Uno de los principales temores de la actual discusión Constitucional está vinculado al reconocimiento de los derechos sociales, dado que, para algunos, estos constituyen aspiraciones políticas que dependen de fondos públicos. Esa idea encierra un profundo error, porque todos los derechos cuestan dinero, incluso los de simple libertad. El debate realmente importante en materia de derechos sociales es el rol que cumplen en el diseño de políticas públicas, como garantías de umbrales de dignidad para satisfacer aquellas obligaciones que no estamos voluntariamente dispuestos a cumplir frente a terceros. Es una explicación que va más allá de satisfacer obligaciones morales, y en la cual los Jueces cumplen un rol esencial.




Muchos pasan por alto —como dice Beck— que si la Constitución es la carta de triunfo de la política, los Jueces deciden lo que la Constitución significa y, por lo tanto, la extensión de los derechos, algo que forma parte también de la arquitectura institucional, pero que genera una inevitable tensión entre derechos y democracia mayoritaria.




El minimalismo Constitucional de Burgos es correcto, pero puede encerrar el peligro de negar el rol que cumplen los derechos sociales en las sociedades democráticas, bajo la idea de que responden a un programa político, desconociendo el modo en que se ha logrado su garantía y el rol que juegan los Jueces como parte de la arquitectura del poder.




Que haya castigo,
por Axel Buchheister.




Durante una manifestación de trabajadores en el mineral de El Salvador, hubo un muerto y un herido a bala. Todos coinciden en que los autores de los disparos fueron Carabineros. Los dirigentes laborales y voces de izquierda exigieron inmediata condena, política y Judicial, y castigo a los responsables, que por cierto serían quienes percutaron las balas y todos los que están en la cadena de mando hacia arriba.




Estamos de acuerdo, los hechos no pueden quedar sin castigo. El punto es quiénes son los responsables y de qué. Porque la izquierda, maestra comunicacional, ha logrado instalar una verdad sin contrapeso: la protesta social justifica todo y los desórdenes públicos son un derecho. Y los encargados de reprimirlos, la policía, son los culpables de lo que suceda. Tesis a la que suman los Gobiernos, haciéndose los desentendidos que ellos son los que envían a la policía a cumplir tan ingrata función. Y si bien a la ultraizquierda le entusiasma que las responsabilidades lleguen a las autoridades civiles, éstas han sido peritas en dejarlas cómodamente a nivel de Carabineros.




Pues bien, la Ley -que se supone es la regla que nos rige, no las directivas de la izquierda- no dice eso, ya que prohíbe la paralización de actividades laborales fuera del proceso de negociación colectiva formal, impedir a los ciudadanos realizar sus actividades normales y las tomas de caminos y espacios públicos, como también la destrucción de la propiedad pública y privada.




En particular, tampoco permite que se atente en contra de la vida ni la integridad física de los Carabineros. Porque en este caso existe otra versión: los efectivos policiales acusan que los persiguieron con -al menos- un enorme cargador frontal (tanto, que tenía hasta vidrios blindados) para arrollarlos, y en defensa de su integridad dispararon al conductor para que cesara el ataque, lo que produjo rebotes que provocaron el lamentable desenlace en terceros que estaban cerca, pero que eran parte de los disturbios.




Ni usted ni yo sabemos a ciencia cierta si es efectiva esa versión (era de noche y fue una situación confusa), pero debe ser investigada con igual celo por el Ministerio Público como la que dan los “trabajadores” (como si los Carabineros no lo fueran). Pero hay dos antecedentes que la hacen plausible: una grabación de video a la distancia que lo demostraría y el simple argumento lógico que los Carabineros saben que siempre se les echa la culpa, así es que si se animaron a usar sus armas de fuego, tienen que haber estado bien asustados. Y de ser efectiva, no sólo los policías están exculpados, sino que ahí hubo un delito de homicidio frustrado en la persona de éstos, que debe ser investigado y sancionado. También debe establecerse de dónde salió la maquinaria, porque puede haber sido sustraída -otro delito- o entregada voluntariamente, lo que pudiera constituir complicidad.




Se supone que el Ministerio Público es autónomo e imparcial, y que investiga a los que cometen delitos, no importa quiénes sean. Y que tiene la obligación de dar garantías a todos, sean “trabajadores” o Carabineros. Veamos.




El fascismo oculto de Gabriel Boric

por Francisco Belmar Orrego.




Gabriel Boric ha hecho evidente algo que algunos ya sospechábamos. Le bastaron dos años en la Cámara para ser un burgués con todas sus letras. No porque gane dinero o porque use trajes caros. Eso es completamente irrelevante. Lo que nos habla de su aburguesamiento es que, al contrario de lo que muchos piensan, le ha dado la espalda a la protesta.




Tras los dichos de Fernando Villegas en Tolerancia Cero, una escasamente visitada librería de Ñuñoa decidió devolver a editorial toda la obra del panelista. La reacción fue de película. Boric y otros personajes de relevancia, en un gesto voltaireano, levantaron la voz y criticaron la medida. Incluso, el dueño de la franquicia salió al paso para aclarar que no era su librería la que había hecho el anuncio. “Censura” fue lo más suave que gritaron y “facho” el calificativo menos duro que usó el Diputado.




Resulta paradójico que alguien que le debe su cargo a las movilizaciones estudiantiles critique un acto de protesta. Sobre todo considerando que solo el librero tendrá que asumir las consecuencias. No habrá autos quemados ni jóvenes golpeados y detenidos. Solo un comerciante que se arriesgará –por una convicción moral- a perder clientes. Eso no es censura en ninguna parte, sino un legítimo acto de rebeldía. Quizás debiéramos recordar que, tal como decía Murray Rothbard, sólo en una economía libre el boicot es posible como protesta pacífica.




Disfrazados de pura corrección política, los comentarios de Boric solo tienen sentido en un aspecto: la demonización del individuo. Si es así, entonces lo fascista en la determinación del librero es haber cometido un acto de desobediencia individual. Por esto, solo sería legítima la queja cuando el individuo se funde en la masa o en el movimiento social.




Las preguntas que resultan de esto son interesantes. ¿Sería fascista que Boric decidiera protestar no comprando en esa librería? ¿Sería fascista realizar una huelga de hambre? E incluso ¿No sería “muy facho” llegar al Congreso a costa de un movimiento social? Quizás, como él puede aventurarse a juzgar las objeciones de conciencia, otros podamos aventurarnos a sospechar de su afán voluntarista. Quizás anhela, quién sabe, decirle a las librerías qué deben vender y qué no.




Ahogados en un vaso de agua,
por Héctor Soto.




La experiencia de ahogarnos en un vaso de agua es rara y muy chilena. Teníamos todo a nuestro favor para perseverar en el camino que en las últimas tres décadas abrió horizontes a nuestra economía y entregó mayor densidad a la sociedad. Pero algo ocurrió en nuestro imaginario político que terminamos por desertar. ¿Las razones? Muchas: que el desarrollo no era inclusivo; que el mejoramiento de los indicadores de igualdad era muy lento; que en la base de la sociedad se estaban incubando sentimientos profundos de malestar; que el modelo tenía un pecado de origen; que el sistema estaba capturado por los poderosos… y toda la agenda que impuso la conciencia autoflagelante de la antigua Concertación unida al ethos refundacional de la Nueva Mayoría. En consecuencia, era el momento de pasar a otro ciclo político, para darle al Estado mayor protagonismo, abrir la puerta a los derechos sociales y refundar desde fojas cero nuestra institucionalidad.




En esas tres tareas simultáneas estuvimos casi todo el año pasado y lo que va corrido del actual. Fue la gran fiesta refundacional y el sueño del pibe de la izquierda dura. El resultado ha sido un desastre. El país se frenó, las expectativas se fueron al suelo, la desconfianza se disparó y el único liderazgo político potente que existía -el de Bachelet- comenzó a desgastarse a mediados del 2014 por los errores de su Gobierno y en el verano simplemente se pulverizó, a raíz del dudoso negociado vía tráfico de influencias que afectó a su familia.




El balance del nuevo ciclo político hasta ahora es de terror. Políticamente, la Presidente, que hasta ese momento era incombustible, se descapitalizó por completo. Chile, que en el tramo final del siglo XX pareció haber vencido la maldición del desarrollo mediocre que lo atrapó durante más 50 años, volvió a sus antiguos estándares de frustración, con tasas de expansión del PIB en torno a un mísero 2%. En términos de cohesión social, en los tres últimos años el país ha destruido más confianza en las instituciones de la que pudo construir en 20, y si bien el alza de la conflictividad social parece circunscrita a sectores como los estudiantes, los profesores o los trabajadores del sector público, lo cierto es que el instrumento de la violencia se ha estado extendiendo como gangrena entre tomas, manifestaciones y protestas. En un contexto de notorio desborde policial, gran inoperancia Gubernativa, completa indolencia Judicial y una buena dosis de complicidad mediática.




Ayer el Gobierno se reunió con su coalición para consensuar de qué modo podrían continuar este nuevo ciclo político. La gran mayoría sabe que de persistir en el mismo rumbo esto va al descalabro. Todos reconocen que alguna rectificación hay que hacer. El tema es cuánta y en qué dirección. Para eso es el cónclave. Para revisar ese inventario de ideas apolilladas que es el programa, limarle un poco los dientes y fijar la hoja de ruta de lo que la Presidente llama el segundo tiempo de su administración.




El margen de acción del Gobierno en este cónclave es limitado. Podrá moverse sólo entre lo que el realismo impone -tal es el piso- y lo que en el techo la Nueva Mayoría pueda tolerar sin antes desintegrarse. La fórmula, por lo mismo, es ni tanto ni tan poco. El riesgo es que en este tira y afloja el Gobierno empiece a cavar su propia tumba, porque, como se ha visto en las últimas semanas, el país no está para medias tintas. Como en los Evangelios, aquí el que no recoge, simplemente desparrama.




Es una ventaja para el oficialismo que el encuentro se produzca en momentos en que las viejas heridas en materia de derechos humanos han vuelto a la palestra. Pocos asuntos unen más a la coalición que este, y en momentos en que la Nueva Mayoría tiene dificultades para concordar una mirada de futuro, no es tan malo saber que el pasado sí los une.




Si el cónclave es un poco traumático para la Nueva Mayoría es porque recortará buena parte de la épica refundacional del programa. Y si nadie quedará muy contento es porque no está previsto evaluar con rigor el verdadero estado de pérdidas y ganancias con que terminó el primer tiempo tanto para el Gobierno como para el país. Como cuesta mucho admitir errores, los asistentes se saltarán ese ejercicio y harán lo que ya ha hecho la Presidente: hacerse la desentendida, decir que cambió el escenario, que ahora la plata no alcanza para todo y que hay que priorizar. Muy matapasiones, por cierto. Al Gobierno le quedan 33 largos meses por delante, pero para efectos prácticos ya terminó.




Lo que se discutió en el conclave no es cómo Chile pueda volver a ser el país que fue, sino, más bien, cómo podría acostumbrarse a vivir con un cepo en el cuello de menor tamaño que el que le pusieron en marzo del año pasado.




Ya que con ése no se podía mover, a ver si con este otro al menos puede caminar.




Opiniones sobre las Leyes laborales.





El Presidente de la Corte Suprema, Sergio Muñoz, hizo un duro diagnóstico del marco laboral que rige en Chile en medio del seminario "Los derechos fundamentales y la Eficacia Directa en el derecho laboral nacional: la experiencia italiana y chilena", organizado por el máximo Tribunal del país.


En su intervención -sobre la evolución histórica del derecho laboral en Chile-, el Magistrado aludió a que el actual sistema tiene su origen en la política reformadora de la institucionalidad del trabajo implementada en el régimen militar, señalando que "el debate de estos meses tiene su origen y explicación en las medidas de corte neoliberal que entraron a regir 35 años atrás", y que el gran desafío del Legislador y de la sociedad chilena es borrar las asimetrías que existirían en el derecho colectivo del trabajo en el país.


Como ejemplo de lo que a su juicio es la precariedad laboral actual, el Magistrado señaló que "a pesar de ser la huelga un derecho fundamental reconocido Constitucionalmente, la regulación chilena limita su ejercicio solo al proceso de negociación colectiva reglado; permite, además, el reemplazo de trabajadores en huelga y favorece la desvinculación individual de estos".


Extrañamente, lo que aparece como una suerte de denuncia es la realidad de muchas naciones con amplias credenciales democráticas, como son la mayor parte de los países de la OCDE.


Pero en un aspecto más de fondo, cabe preguntarse sobre los alcances de una definición de esa naturaleza por parte del Presidente de la Corte Suprema. Sin duda, sus palabras no representan necesariamente el pensamiento de la totalidad de ese Tribunal, y más bien deben ser analizadas como una intervención a título personal en el contexto de una actividad de tipo académico. Consultado por las reacciones que despertó esta ponencia, el Ministro de la Corte Lamberto Cisternas ratificó el carácter personal de las expresiones del Ministro Muñoz. Con todo, sus palabras, de evidente contenido político en un tema de alta sensibilidad contingente, suscitaron una comprensible polémica cuyos beneficios para la independencia del Poder Judicial son dudosos.


Distinto es el caso de la opinión que puede tener y expresar el Presidente de la Corte Suprema respecto a las dudas y dificultades que encuentran los Tribunales superiores de Justicia en la interpretación y aplicación de la Legislación laboral -o cualquier otra-, pero esa no parece ser la situación. Los dichos del Presidente de la Corte tampoco fueron una opinión respecto a cómo la marcha política del país está afectando la labor de la Justicia chilena, cuyo lugar natural por lo demás ha sido tradicionalmente el discurso en la inauguración del año Judicial.


En momentos de crispación nacional y controversia política, las máximas autoridades institucionales deben redoblar los esfuerzos por evitar levantar polémicas en ámbitos que no parecen inherentes a sus responsabilidades públicas. Es primordial cautelar el valor y ascendiente de sus investiduras para las relevantes definiciones que por su propia naturaleza les corresponderá abordar, aunque ello pueda significar relegar por momentos la manifestación pública de legítimas apreciaciones y aspiraciones de valoración personal.


Tensión en el PC.



El desarrollo de las tensiones dentro de la Nueva Mayoría mientras se lleve a cabo el cónclave será un buen indicativo de cómo seguirá la marcha del Gobierno en los meses venideros.




Los ánimos decisivos que por estos días ha enfrentado el Partido Comunista indican que el sector más duro ha analizado la eventualidad de abandonar el Gobierno, aunque sigue siendo amplio dentro del partido el segmento que siente que, después de 41 años de haber llegado a conformar el actual Gobierno, es una etapa que no debe dejarse atrás tan fácilmente. Se resguarda la decisión a la Comisión Política, una vez resuelto el cónclave, que según el jefe de la bancada PC será la instancia en que se jugará el futuro de la Nueva Mayoría.




La decisión dependerá también de si se ha debilitado la directiva del Diputado Teillier o si acaso es la vieja táctica del PC que tiene como antecedente histórico el Gobierno de González Videla, en momentos en que el partido se encontraba dentro del Gobierno radical, y sin embargo apoyaba las violentas huelgas que lo pusieron en la encrucijada.




Eran otros tiempos aquellos en los que el imperio soviético dominaba victorioso luego de la Segunda Guerra Mundial. Pero perdieron la Guerra Fría, y hace décadas se viven otros tiempos políticos, donde el comunismo tiene poca cabida. Cabe mencionar que el Partido Comunista chileno es de los pocos en el mundo que sobreviven, por lo que es un hecho meritorio que además éste posea cupos Parlamentarios. Es por esto que muchos en el partido preferirán quedarse dentro del alero paternalista de la Nueva Mayoría.




Habrá que ver cuánto está dispuesta a ceder la Presidente, quien desde comienzos de su Gobierno ha intentado demostrar su poder y no aparecer pauteada por las decisiones de los partidos ante la opinión pública. Lo vimos con el último cambio de Gabinete, anunciado de forma intempestiva en un programa de televisión. Es por esto que deben establecerse consensos en los que el PC pueda ver fines comunes con la Nueva Mayoría.




Discrecionalidad Estatal y derechos de los ciudadanos.





La historia reciente de Chile se ha preciado de tener entre sus activos el que existe un Estado de Derecho y que la Ley establece un marco de actuación para las autoridades. Sin embargo, la realidad actual dista mucho de ese ideal y hoy es posible apreciar en varios campos de la vida nacional que los ciudadanos están expuestos a excesivos grados de discrecionalidad Gubernamental, en términos que ella puede afectar sus derechos en forma arbitraria y sin que exista protección que lo ampare.




Es probable que esto sea resultado de una exageración interesada de los casos de abusos o infracciones cometidos por empresas o personas -de parte de quienes por consideraciones ideológicas o de poder pretenden darle un rol omnipresente al Estado -, lo que dio pábulo a que en diversas decisiones del Poder Ejecutivo, Judicial y, especialmente Legislativo, se hayan consagrado Legalmente facultades demasiado amplias bajo el supuesto argumento que debe “fortalecerse el rol fiscalizador del Estado”. Lo cierto es que en las sociedades democráticas al evaluar esas facultades también se tiene presente el interés de proteger al ciudadano frente a la discrecionalidad y abuso del poder Estatal, cualquiera sea el sector político que le corresponda detentarlo.




Un ejemplo claro de esto es lo que ha ocurrido en materia tributaria, porque hasta antes de las denuncias de aportes ilegales a las campañas existía la convicción social de que el Servicio de Impuestos Internos (SII) actuaba en forma totalmente independiente del poder político; que el ejercicio de la acción penal era la última herramienta para el caso que no fuera posible cobrar los tributos por la vía administrativa; y que la Fiscalía debía actuar frente a todos los casos conforme a criterios conocidos y equitativos.




Sin embargo, en el tiempo reciente un ex Director del SII ha declarado la existencia de presiones desde el Poder Ejecutivo que de ser ciertas afectarían la independencia del ente recaudador –inexplicablemente no investigadas por la Cámara de Diputados, una de cuyas atribuciones es fiscalizar los actos del Gobierno. Siempre se señaló que se daban amplísimas facultades al SII –incluyendo acceso a toda la información y facultades intrusivas- bajo el entendido de su independencia del poder político, garantía hoy enteramente en cuestión.




El sistema Judicial tampoco ha exhibido consistencia en los criterios aplicados en estas causas, dando por ejemplo amplia publicidad a algunas diligencias y absoluta discreción a otras, o priorizando unas causas frente a otras de características casi idénticas.




Lo que aquí se señala respecto del ámbito tributario hoy es posible de apreciar también en otras áreas de la acción Estatal, como ocurre por ejemplo en materia ambiental, en la regulación de la salud privada o en otros sectores regulados y fiscalizados por entes públicos, o cuando el Estado deliberadamente deja de hacer cumplir el Estado de Derecho, como ocurre en La Araucanía. Si la política en Chile aspira a ser de calidad, no sólo debe preocuparse de darle más poder al Estado, sino también de generar controles que impidan que éste se ejerza en forma arbitraria.




La creciente discrecionalidad es, en buena medida, consecuencia de no ajustarse a la imparcialidad que demanda la Ley. Ella debe hacerse respetar siempre, incluso en aquellos casos en que lo que dicta la Legislación no coincida con una determinada expectativa que tenga la sociedad. Si es el caso, es legítimo que se busque perfeccionar o modificar dicha Ley, pero lo que no cabe es cuestionar o criminalizar una actuación que se ha ajustado a lo que ella establece. La autoridad debe dar en este “segundo tiempo” claras señales de que se buscará rectificar este camino.



Farmacias de barrio.





Mediante una modificación Legal, el Ministerio de Salud busca que se autorice a la Central Nacional de Abastecimientos (Cenabast) a comprar medicamentos a los laboratorios y distribuirlos entre farmacias independientes de barrio, con los importantes descuentos a los que se accede en las adquisiciones de altos volúmenes. Estas rebajas -que pueden alcanzar hasta un 30% en algunos casos- serían habituales para las grandes cadenas, pero impensables para pequeños establecimientos. Esa iniciativa permitiría a las farmacias de barrio rebajar sus costos y vender esos remedios con precios más bajos y cercanos a los de las grandes cadenas de farmacias. En rigor, esta situación podría detectarse en muchos ámbitos, desde la distribución de alimentos a la ropa y electrodomésticos, y es propia del funcionamiento de una economía libre.


Con todo, el tema interesa a las autoridades de salud por las características sociales de los sectores atendidos por las farmacias de barrio. Aunque esos locales representan del orden del 50% de los establecimientos farmacéuticos, solo venden cerca del 10% de los remedios que se comercializan en el país, pero suelen ubicarse en sectores con poblaciones más vulnerables y/o alejados de los grandes centros urbanos, incluso en Comunas en que no están presentes las modernas cadenas farmacéuticas. Así, preocupa al Ministerio que esas personas se vean expuestas a pagar precios más altos por muchos de sus medicamentos.


Para resguardar el objetivo de rebajar los precios finales, la propuesta contempla limitar los márgenes de utilidad que puedan hacer las farmacias de barrio en la venta de los medicamentos adquiridos por esa vía a un monto entre 5% y 10%. Previsiblemente, ese aspecto es rechazado por la Asociación de Farmacias Independientes, que propone que, en su lugar, "se fije una banda de precios para toda la industria".


No es claro el desenlace que tendrá esta propuesta, pero la situación parece reproducir las dificultades del diseño de subsidios a la oferta de bienes y servicios, en vez de orientar esas ayudas a las personas que requieren un apoyo social en esa dimensión. Los efectos colaterales y las distorsiones que generan estas intervenciones Estatales, independientemente de las intenciones que las animan, suelen subestimarse y no se resuelven necesariamente con un entendimiento entre las autoridades y el gremio de las farmacias de barrio.


Exigencias en transparencia.





Las irregularidades conocidas el último tiempo sobre el financiamiento de la política, han reactivado la discusión sobre probidad y transparencia en el sector público. Hay una serie de iniciativas que se discuten en el Congreso, que apuntan a corregir vacíos u omisiones o introducir nuevas exigencias en cuanto a declaración de patrimonio e intereses.




Uno de ellos es el proyecto de Ley de probidad en la función pública, el cual fue ingresado a tramitación en 2011 y al que el Gobierno ha colocado urgencia. Su tramitación ha sido compleja, y actualmente se discute en comisión mixta. El análisis de algunos de sus contenidos despierta dudas de que se logre el objetivo de tener una Ley que conjugue apropiadamente la necesidad de tener más transparencia en el actuar público versus el debido resguardo de información personal. Por ejemplo, en materia de declaración de interese se busca extenderla a todo cónyuge con independencia del régimen patrimonial, incluso si aquel no tiene ningún vínculo con la actividad política (incluso se evalúa incluir a los hijos).




La obligación de incorporar una extensa nómina de parientes consanguíneos y la consagración de nuevas normas para constituir fidecomisos ciegos en caso de poseer acciones cuyo valor supere las 25.000 UF, o de lo contrario enajenarlas; o la obligación de ciertas autoridades de vender o renunciar a participaciones en propiedad de empresas que tengan algún tipo de relación comercial con el Estado representan complejidades que deben ser analizadas en profundidad por el Congreso y el Gobierno, porque existe el riesgo de que ante tal cantidad de restricciones –más otras que también se discuten en el Congreso- de termine por desincentivar el interés por ingresar al servicio público.



Ejemplo africano para América Latina.




En esta, la cuarta gira de Obama al continente africano, y la primera en la que incluyó el país de su padre, Kenia, el Presidente aprovechó su gran ascendiente como afroamericano para hablar de la importancia de la democracia. En el trasfondo de su política hacia África está la creciente presencia de China en la región.


Estados Unidos busca contrarrestar esa influencia con programas de asistencia, pero también con aportes financieros, y comparó las ofertas de su país con las inversiones chinas en infraestructura "con trabajo extranjero" (en referencia a que China lleva a sus propios obreros) y la explotación de recursos naturales. "Deben ser buenos negocios para África; crear puestos de trabajo, y capacitar a los africanos. Ese es el tipo de asociación que ofrece Estados Unidos".


En un discurso en la sede de la Unión Africana que marcó su gira, Obama dio una lección de democracia. Ejemplificó con lo ocurrido hace unas semanas en Burundi, donde el Presidente fue reelegido para un tercer mandato, después de meses de violentas protestas en su contra. Su mensaje también iba dirigido a Etiopía, donde el Gobierno acaba de conseguir los cien escaños del Parlamento, en elecciones el mes pasado. "Elecciones libres y equitativas; libertad de expresión, de prensa y de reunión, son derechos universales y están escritos en todas las Constituciones africanas", dijo Obama. Pocos los respetan. Y hay casos extremos, como los de Robert Mugabe, quien lleva 35 años Gobernando Zimbabue; el del Presidente de Guinea Ecuatorial, que está desde 1979, y Paul Biya, que en Camerún Gobierna desde 1982.


América Latina no tiene casos tan exagerados, pero dada la propensión de ciertos Gobernantes a cambiar las Constituciones para permitirles mantenerse en el poder, sin más se puede llegar a aberraciones políticas como las comentadas. Hugo Chávez estableció la "reelección indefinida", que le permitió un cuarto mandato que no terminó; Rafael Correa, ya en su tercer mandato, está haciendo esfuerzos para que se le permita el cambio Constitucional que lo habilitaría para una nueva reelección.


En Bolivia -donde, al igual que en Ecuador, gracias a una nueva Constitución Evo Morales pudo presentarse a otros comicios por estar en el segundo mandato de la nueva institucionalidad- ya está desatada la campaña para habilitar la reelección indefinida. Si bien el Gobierno se ampara en las peticiones "espontáneas" de los movimientos sociales, altas autoridades, como el Vicepresidente Álvaro García Linera, sostienen que Evo es el candidato natural para seguir con "el proceso de cambios" y con la demanda marítima, ya que solo él tiene toda la legitimidad que le da ser el primer mandatario indígena.


Siendo así las cosas, es preocupante que los países de América Latina, habiendo recuperado la democracia después de largos períodos de Gobiernos militares, comiencen a buscar esquemas políticos que se alejan de las democracias modernas. Morales y Correa debieran tener en cuenta lo que dijo Obama en África: si un líder piensa que es "el único que puede mantener la nación cohesionada, ese líder ha fracasado en la construcción efectiva de su nación".


Ucrania en la geopolítica rusa.


Siguen los enfrentamientos en Ucrania entre las fuerzas Gubernamentales y los rebeldes prorrusos, mientras Estados Unidos amplió la lista de personas e instituciones rusas sancionadas por el Gobierno. Washington pretende mantener la presión sobre Moscú para que retire el apoyo a los rebeldes ucranianos.


Rusia usó su veto en el Consejo de Seguridad de ONU para evitar que se forme un Tribunal Especial que investigue el derribo de un avión sobre territorio ocupado por los rebeldes, a los que se sindica como responsables, usando armamento ruso. Moscú niega que su rechazo tenga que ver con una supuesta culpabilidad, y lo atribuye a que el incidente no supone una amenaza para la paz. Más bien tiene relación con su estatus en el Consejo y con el temor a que se ponga en el banquillo a oficiales rusos, y por ende a su sistema político.


Con un Gobierno decidido a demostrar que Rusia es una potencia global que no se doblega, debe esperarse que mantenga su presencia (encubierta) en la región. La rivalidad con Occidente es profunda, y hay que considerar que ya mucho colaboró Rusia al participar en el tratado nuclear con Irán, por lo que es difícil que renuncie a intereses geopolíticos considerados vitales para abuenarse con los aliados de la OTAN. Rusia ha contado con sus socios del BRICS, Brasil, India, China y Sudáfrica, que hicieron caso omiso de las medidas punitivas internacionales. Aun así, para China, Rusia es un socio comercial y no un aliado, a pesar de los esfuerzos de Putin de instalar un nuevo referente de seguridad en el Oriente.


Una pronta resolución de la crisis ucraniana es improbable. El quiebre entre Ucrania y Rusia es real y se requerirá tiempo para restablecer relaciones normales. El tema tiene una piedra de toque: la anexión de Crimea, un botín que Moscú no cederá.


¿Cómo afectará esta crisis a las relaciones de Moscú con las ex repúblicas soviéticas? Es una incógnita. Ya Bielorrusia y Kazajistán se han mostrado inquietos por el expansionismo ruso. Y en Armenia, un país dependiente de Moscú, hubo protestas inéditas el mes pasado. Los esfuerzos de integración de Moscú con su área de influencia son siempre mirados con recelo.


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Letra Marcha: Soldados del 73

Letra Marcha Soldados del 73

Autor: Rosabella Liniers
Compositor Gianfranco



Son hermanos los Infantes,
todas las armas y soldados del ayer
Carabineros, Marinos y Aviadores
Combatientes del 73.

Un sólo cuerpo, un sólo corazón,
noble misión, proteger a la Nación,
la frente en alto saliendo del cuartel,
los soldados del 73.

Ya dió la orden mi General,
para vencer tenemos que luchar,
no ha sido arriada jamás nuestra bandera,
orgullo eterno de nuestra libertad.

En el recuento se hace el silencio,
por los heridos, los caídos que no están,
lo lamento mi Capitán,
mi Sargento no le puede contestar.

La Patria es libre, llegó la paz,
en el desierto, el cielo, azul el mar,
ya nuestros hombres cantan victoria
Combatientes del 73

Ya dió la orden mi General,
para vencer tenemos que luchar,
no ha sido arriada jamás nuestra bandera,
orgullo eterno de nuestra libertad.

Piñera anuncia propuesta de reformas educacional y tributaria, gentileza EMOL

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