Las
encuestas siguen mostrando una caída, que ya lleva más de 37
semanas, del
apoyo
a la Presidente Michelle Bachelet, que escasamente aparece respaldada
en
su quehacer por un modesto 23% y el Gabinete que la acompaña es
sustentado
por
un escuálido 19% de la población.
Avanzar
sin tranzar,
por
Eugenio Guzmán.
Resulta
sorprendente que a pesar de la baja popularidad del Gobierno, éste
aún siga adelante con las reformas. La única excepción fue la
reforma electoral, que, aunque tuvo más apoyo, se encontraba entre
las últimas prioridades de la población. ¿Por qué no cambiar de
rumbo? ¿Es que la irracionalidad se ha instalado en el Ejecutivo y
la Nueva mayoría? Sería una respuesta simplista.
Una hipótesis
distinta permite sostener que éste es el resultado de varias
consideraciones. Primero, la Nueva Mayoría está Gobernando para sí.
El 24% de apoyo en las encuestas le basta.
Existe
coincidencia ideológica en los temas de las reformas; es decir, se
las quiere aprobar, y aunque se diga otra cosa a final de cuentas la
Cámara de Diputados es un buzón que aprueba las propuestas del
Ejecutivo. Así, sin excepción, los Parlamentarios de todos los
partidos de la Nueva Mayoría han apoyado los proyectos.
Para el
oficialismo, el problema de la baja aprobación de las reformas tiene
que ver con un problema de comunicación y no de aceptación.
Habiendo despejado todos los liderazgos díscolos y siendo
reemplazados por otros con poderes acotados, Bachelet y la Nueva
Mayoría se encuentran en una dinámica de poder que favorece a la
primera, siendo capaz de ordenar y dominar a los partidos.
El tiempo se
agota y es preferible absorber el costo ahora y no durante las
próximas elecciones. Además, habida cuenta de que el proceso
Legislativo pasa inadvertido con la mediatización de los procesos
Judiciales, esto permite aprobar las reformas con menos estridencia.
Los efectos
negativos de las reformas no serán inmediatos y la caída de
popularidad es un costo inevitable, que podría ser recuperado
conforme las elecciones dominen la agenda y la critica al Gobierno se
desvíe a otros temas, en particular aquellos de carácter
Constitucional que tengan eco en la población.
Si bien pueden
existir otras explicaciones adicionales, lo cierto es que éstas son
suficientes para seguir impulsando sin autocríticas las reformas. No
obstante, si la situación económica sigue empeorando y la
popularidad cae al 20%, el escenario puede ser muy complejo.
Dos
Adanes y una encrucijada,
por
Paula Escobar.
Hay
fortalezas que se ponen en el currículum, pero hay otras que se
dicen de nosotros al momento de morir. El problema es que rara vez
coinciden, dice el destacado columnista y escritor David Brooks en
su libro "El camino hacia el carácter", en que reflexiona
sobre cómo la sociedad actual incentiva la búsqueda de las
primeras virtudes en desmedro de las segundas. Una consecuencia de
aquello serían las profundas crisis éticas y valóricas en todo el
mundo.
Brooks adhiere a la idea de que la naturaleza humana está compuesta por dos "Adanes": Adán I es aquel que ambiciona las recompensas externas: éxito, prestigio, premios, dinero, fama. Es el del currículum. Adán II, en cambio, busca satisfacciones internas, menos estridentes y sin competir con otros. Busca serenidad, un sentido discreto pero sólido de lo que es bueno y malo, amar profundamente, conectarse con una causa más trascendente que su propio bien. "El mercado de consumo nos incentiva a vivir de acuerdo a cálculos utilitarios para satisfacer nuestros deseos y perder de vista las opciones morales envueltas en cada decisión diaria", escribe el autor.
El camino del carácter no pasa por olvidar a Adán I -sería perder motores importantes de cambio y progreso-, sino en combinarlo con la voz divergente de Adán II, que va a poner el criterio, la prudencia, la mirada de largo plazo y la capacidad de sustraerse a lo que sería "popular" hacer. El verdadero carácter, para Brooks, se forja en el cultivo de las virtudes de "funeral", algo que la cultura y la educación actuales raramente enfatizan.
Si pensamos en la crisis de legitimidad que atraviesan la política y los negocios en nuestro país -¿y el deporte?-, no se puede dejar de pensar en cómo Adán I ha tomado control total de la manera de actuar de muchos chilenos, al punto de caer en conductas irregulares, ilegales o a lo menos impresentables, sin darle demasiadas vueltas al asunto.
Pero además, y aquí me parece que hay un punto fundamental, hay rasgos del primer Adán no solo en aquellos con problemas de boletas o facturas, sino también en quienes han denostado el camino chileno hacia el desarrollo y la democracia. Porque Adán I es el de la ardiente impaciencia, el que quiere todo rápido, al igual que quienes se avergüenzan de los últimos 25 años y reniegan de todo lo logrado en nuestro país. Quieren cambios espectaculares y rápidos, y al igual que aquellos que son seducidos por el éxito instantáneo, creen en los atajos. Descalifican la gradualidad, la imperfección, la búsqueda de consenso, el diálogo. Pero resulta que con esos ladrillos se construyó una transición a la democracia pacífica y ejemplar, y se ha mejorado la calidad de vida de millones de chilenos. Falta mucho, qué duda cabe. Pero así como el camino al verdadero carácter pasa por no olvidarse de quien se ha sido, tampoco es sano que un país pretenda renegar de su historia. Menos que transforme en nada lo conseguido por hombres y mujeres que, con sus imperfecciones y sus aciertos, construyeron con la gracia de no destruir lo logrado anteriormente.
Esta crisis puede devolvernos el respeto por nuestra historia y la valoración de un camino recorrido lenta pero sostenidamente. Quizás sin la rapidez que pide Adán I, pero con la profundidad humana y contradictoria de Adán II.
Es
verdad: paremos las leseras,
por
Sergio Melnick.
La política es
un arte más que una ciencia, porque está más llena de
subjetividades que otras disciplinas sociales. Es el gran juego del
poder y está cargada de emociones. Hay ideologías que parecen más
bien religiones fundamentalistas, hay todo tipo de cruces de
intereses, hay afectos, y es muy difícil equilibrar las urgencias
con el largo plazo. Por ello, la ingeniería social del marxismo no
puede funcionar. La sociedad es una entidad viva, inteligente,
evolutiva y no se pueden hacer experimentos sociales con ella. La
clave es buscar la evolución, no la revolución.
En el caso de
nuestro país, la contingencia se ha tomado la agenda de manera un
poco tóxica. Hay políticos, ejecutivos, empresarios y dirigentes
cuestionados por temas de corrupción, varios ya procesados. La
economía a la baja; hay paros, tomas y marchas diarias, la clase
política completamente cuestionada, y el Gobierno también. Esto
ocurre como resultado de una batería de reformas estructurales de
muy mala factura técnica, improvisadas y de tenor muy populista, lo
que despierta las pasiones. Mientras ello ocurre, la historia pasa
por el lado y el futuro se nos arranca aceleradamente.
A mí me gustaría
abrir los diarios y encontrar los verdaderos debates del futuro en
estos tiempos. El futuro en este siglo tiene nombre y apellido:
ciencia y tecnología. Dos temas ampliamente postergados reducidos a
discursos y a buenas intenciones. El país se da el lujo de declarar
un bono como derecho social permanente, que cuesta en torno a US$ 500
millones cada año, recursos que no están para la ciencia y la
tecnología, ni la salud, educación, tercera edad, u otras.
La discusión
sobre qué es calidad de la educación en este siglo simplemente no
existe y el debate es sobre temas administrativos pobremente
calculados.
En vez de
prepararnos para la web 3.0, que ya se está iniciando, los
estudiantes se toman sus establecimientos y dejan de estudiar. Los
profesores en forma justa quieren y merecen ganar más, pero nunca
hablan de educación. Mientras el mundo avanza a una sociedad del
conocimiento, compleja y diversa, nosotros tratamos de hacer una Ley
sindical para trabajadores típicos del siglo pasado. Cuando la
educación cambia de paradigma hacia el lenguaje post simbólico, y
la nueva mente tecnológica colectiva, y la biología se empieza a
fusionar con la biología (Singularidad de Kurzweil), en Chile
tratamos de estandarizar y Estatizar la educación, lo que nos hará
retroceder al menos unos 20 años. Cuando el mundo de los negocios
evoluciona aceleradamente a una compleja red de valor mundial y
digital basada en la externalización estratégica, las nubes y otros
conceptos afines, en Chile tratamos de evitar la externalización a
todo ritmo.
Cuando en el
mundo se habla de metaversos, realidad aumentada y la Internet de las
Cosas (IoT), nosotros queremos seguir la revolución bolivariana.
Cuando el mundo construye el nuevo paradigma del Omnichannel para los
consumidores, nosotros estamos preocupados de controlar los horarios
de los malls o del cobro de sus estacionamientos. Los temas de
bioética casi no se tratan, la nanotecnología pareciera no existir,
y el Estado es demasiado lento en digitalizarse. La Regionalización
es sólo un discurso. Mientras el mundo avanza en las e-sciences
basadas en la Big Data, que a su vez influye los sistemas lógicos de
decisiones, nosotros queremos que los partidos políticos se dediquen
a reinscribir a sus miembros durante un año y discutimos cuándo
empieza la “pre campaña”. El mundo financiero, que es la
interfase entre la economía física y la nueva economía virtual,
requiere nuevas regulaciones de apertura, no de restricciones.
Mientras la tecnología en salud avanza a pasos agigantados nosotros
estamos preocupados de quién construye físicamente los hospitales.
Cuando entramos al mundo de la inteligencia artificial, nuestros
políticos quieren definir los contenidos educacionales. En fin.
Reconozco que hay
algunas excepciones en nuestro país. Aunque discrepo casi en todo
con Girardi, es el único que empuja el tema del futuro en el
Congreso y se ha sumado el Senador Chahuán. La DC ha hecho algunos
ejercicios de escenarios futuros. CNN desde hace un tiempo permite a
científicos hablar de su trabajo y alcances. Jorge Babul hace su
tarea solitaria predicando en el desierto. Probablemente hay otros
ejemplos, pero son pocos. Por eso estamos llegando tarde a la fiesta
del siglo 21 y seguiremos mirando al futuro por el retrovisor.
Raíz
de la sociedad civil,
por
Joaquín Fermandois.
Denostar al Estado subsidiario se
ha convertido en un must en políticos y académicos. Mas, ¿qué es
la subsidiariedad? Un grupo de 12 estudiosos relativamente jóvenes
de la política y de las ideas (el editor, Pablo Ortúzar, y Claudio
Alvarado, Daniel Brieva, Eduardo Galaz, José Francisco García,
Hugo Herrera, Gonzalo Letelier, Daniel Mansuy, Aldo Mascareño,
Matías Petersen, Manfred Svensson, Sergio Verdugo) se propuso
estudiar la historia del concepto y de la discusión contemporánea
alrededor del mismo. Su intención es rescatarlo y el resultado no
dejará contentos a muchos, porque entraña crítica a moros y
cristianos. De paso, surge un cúmulo de reflexiones sobre lo que
llamamos sociedad civil.
Su remoto origen está en Aristóteles; después es desarrollado por Santo Tomás y el pensamiento moderno. Sin embargo desde los años de Rerum Novarum de León XIII (1891) adquiere el carácter de propuesta polémica como una alternativa en los debates políticos de nuestra era. En la Introducción, el editor presenta la genealogía de la idea y sus variaciones, exposición recurrente de manera complementaria en la mayoría de los otros coautores; a veces lo hace repetitivo; las más de las veces exploran las diversas facetas de un tema apasionante y decisivo para el orden político. Casi todos se refieren a la distinción efectuada entre el concepto negativo de subsidiariedad (que el Estado no asuma el quehacer de las sociedades intermedias), que los autores tienden a ver con ojo peyorativo, y el positivo (que el Estado y las organizaciones intermedias contribuyan a fortalecerse mutuamente, lo que da más atribución al primero), que la mayoría mira con benevolencia e incluso, en algún casos, citando como fuente nada menos que a Milton Friedman, por sorprendente que sea el recurso.
En general, no desconocen los peligros de una sociedad formada exclusivamente por cuerpos intermedios, que se transforma en fragmentos que combaten con egoísmo por su particular y pequeño interés. Por legítimo que sea, se deteriora el cuerpo político, en suma, la idea de nación y de totalidad. Lo mismo al revés, cuando el liberalismo y el marxismo creen en una racionalidad que emerge de manera espontánea, como razón inherente a la naturaleza. Daniel Mansuy se refiere en este sentido a la importancia de la legitimidad política, al referirse a la crítica de Raymond Aron a Friedrich Hayek: "En rigor, el liberalismo de Hayek asume que los hombres ya han recibido la educación para ser libres, pero no se detiene nunca a reflexionar sobre ese proceso, que conlleva grados importantes de coerción o de heteronomia (...). Los hombres libres y responsables no nacen bajo los árboles. El problema de la educación política es completamente omitido en la doctrina de Hayek, porque hablar de educación supone hablar de costumbres y órdenes necesariamente colectivos".
Si bien ninguno muestra nostalgia por el colectivismo ni por un papel sin limitación del Estado, la mayoría no es menos crítica del paneconomicismo -que muchas veces se confunde con el liberalismo ("neoliberalismo" es un concepto más complejo de lo que comúnmente se dice) o dominio sin restricciones del mercado en su sentido puramente económico-. Habría sido interesante ahondar en qué tiende a someter a los cuerpos intermedios. Además, estos no constituyen puras empresas de competencia económica, sino que habría que incluir a los sindicatos, y sobre todo a las ONG y a la universidades de orientación pública. Aunque algunas de ellas sean exclusivamente públicas, su función posee cierta dinámica propia. Por cierto, los sistemas marxistas asfixiaron toda autonomía de la sociedad civil, incluyendo los sindicatos.
Y como la realidad humana es compleja y contradictoria, también habría que referirse al reverso, que el desarrollo económico, tecnológico y hasta científico está ligado a grandes empresas competitivas, surgidas de iniciativas en general individuales, innovadoras. Sin ellas no hay economía moderna y, a la vez, son algo más que "cuerpos intermedios".
El
cojo y el empedrado,
por
Fernando Villegas.
Ya se sabe: la
raza humana no está particularmente dotada para asumir
responsabilidades y/o reconocer culpas, pero sí para endosarlas a
terceros; por eso, en directa proporción al acelerado descrédito
del Gobierno, el país se ha ido llenando, según denuncian locuaces
portavoces de la NM, de sediciosos y saboteadores. Mejorando la
performance de Caín, primer especialista de marketing en esa
materia, quien sólo dijo “¿acaso soy yo el guardián de mi
hermano?”, acá se es más explícito y se indica con el dedo a
los infractores. Si alguien cree que así no se hace Gobierno, se
equivoca; Pedro negó a Cristo tres veces y sería la piedra sobre
la que se construyó la Iglesia. En Chile, donde se practica con
esmero el ejercicio de negar culpas y responsabilidades y decir la
verdad sólo en la escasa medida de lo posible, pero mentir aun
cuando debiera ser imposible, tal tejido de embustes suele ser la
piedra angular sobre la que se erigen Gobiernos y regímenes. La
cobardía moral y la deshonestidad galopante son talentos
indispensables para el éxito en la política.
Por eso, cada
nuevo Gobierno culpa al anterior de los males que puedan sobrevenir,
como si éstos ya hubieran ocurrido; así se anticipan a la
ignominiosa realidad de haber prometido como nunca y ofrecer
resultados mediocres como siempre. Y si acaso el pálpito acerca del
fracaso es excesivo, entonces se recurre a medidas precautorias
extremas; recuérdese cómo la NM llegó a La Moneda haciendo
alardes de “auditorías” en casi toda repartición pública para
insinuar la existencia de innumerables desfalcos o desastres con los
cuales tendría que lidiar. Posaron como implacables funcionarios
del FBI allanando la mansión de Cara Cortada y como a la historia
le gustan los chistes ese show publicitario y político se dio
vuelta de carnero y hoy no hay auditoría que estos auditores puedan
resistir.
En el despliegue
de este viejísimo reflejo condicionado de negar o evadir las culpas
es inevitable -porque la pura negación de responsabilidades, al
existir el desaguisado, es insuficiente- que, en subsidio, algún
otro se haga aparecer como culpable; por eso siempre sacar el bulto
se complementa con un endoso a terceros. Sólo cuando es
ABSOLUTAMENTE IMPOSIBLE los acusados del embrollo aceptan tardías
responsabilidades, aunque siempre revestidos de una histriónica
postura de héroes y hasta de mártires. Y entonces, desde un
pódium, frente a cámaras y micrófonos, nos recitan una línea de
mala dramaturgia ya de sobra conocida: “Reconozco virilmente
etcétera etcétera…”.
Paranoia.
Cuando es una colectividad -Gobierno, partido político, gremio, empresa, colegio, universidad, etc.- la que está en falta, culpar al prójimo es procedimiento de compleja factura. La falta es más grave en su calidad, más amplia en su cantidad y enormemente más dañina en sus efectos porque amenaza la legitimidad de la agrupación y sus privilegios o pretensiones de obtenerlos. Por lo mismo -y a la pasada ofreciéndole al respetable público un pararrayos para descargar sus resentimientos y frustraciones, las cuales no faltan y en realidad abundan y sobran- el cordero de Dios que borra los pecados del mundo ha de cargarse no simplemente con un error, sino con peso culposo de gran envergadura, catastrófico, imperdonable y ojalá satánico. No basta indicar que el denunciado se equivocó o se tentó; ha de agregarse que lo hizo animado de un apocalíptico espíritu de destrucción.
Cuando es una colectividad -Gobierno, partido político, gremio, empresa, colegio, universidad, etc.- la que está en falta, culpar al prójimo es procedimiento de compleja factura. La falta es más grave en su calidad, más amplia en su cantidad y enormemente más dañina en sus efectos porque amenaza la legitimidad de la agrupación y sus privilegios o pretensiones de obtenerlos. Por lo mismo -y a la pasada ofreciéndole al respetable público un pararrayos para descargar sus resentimientos y frustraciones, las cuales no faltan y en realidad abundan y sobran- el cordero de Dios que borra los pecados del mundo ha de cargarse no simplemente con un error, sino con peso culposo de gran envergadura, catastrófico, imperdonable y ojalá satánico. No basta indicar que el denunciado se equivocó o se tentó; ha de agregarse que lo hizo animado de un apocalíptico espíritu de destrucción.
Para que dicha
exculpación sea plausible quienes llevan a cabo la transferencia
han de creer sinceramente en su inocencia y en la culpa ajena. Para
lograrlo se imaginan víctimas de una conspiración constituida por
fuerzas del mal laborando en su contra. Han de ver en todo tropiezo
la acción de un “proveedor externo”, a súcubos e íncubos del
Averno repletos de exquisita perversidad. Eso, en la literatura
psiquiátrica, se llama paranoia. Es la dolencia que aqueja hoy al
Gobierno. De la arrogancia pasó a la confusión, luego al
desaliento y ahora se encamina por sus propios pies al pabellón de
las enfermedades mentales.
¡Sedición!
Algunos hechos aislados pero significativos son los primeros síntomas de esa larga y penosa enfermedad. Se habla ya, en diversos círculos de la NM y del Gobierno, de “sedición”. Un sitio-Twitter del PPD se refería hasta hace unos días a la “sedición y cobardía” de una lista de direcciones Twitter de personas contrarias al régimen. Estos ciudadanos, debida y públicamente identificados para que se conviertan en blanco de las hordas linchadoras, no son ya simplemente críticos, sino sediciosos. A esa laya de acusaciones se ha sumado Osvaldo Andrade, quien al fin se ha animado a sacar palabra después del largo silencio, de seguro muy difícil, que le inspiraron los escándalos envolviendo a gente de su sensibilidad. Cosa parecida hizo el Senador Navarro en Tolerancia Cero cuando adjudicó a Evelyn Matthei -y de refilón a muchos otros- la mala situación que vive la economía, arguyendo en su estilo golpeado que ella “está incendiando el país”, al cual, agregó, la NM lo tendría en “excelentes condiciones para la inversión extranjera”. Se ve que es hombre con sentido del humor. El de Navarro, Andrade, el Twitter y tantos otros es el consabido lenguaje del fanático, quien no tolera ni la menor transgresión de su doctrina, pero sobre todo no tolera darse cuenta de que su doctrina vale hongo. De ahí su ardor por denunciar y sancionar duramente a heréticos, apóstatas y meros críticos.
Algunos hechos aislados pero significativos son los primeros síntomas de esa larga y penosa enfermedad. Se habla ya, en diversos círculos de la NM y del Gobierno, de “sedición”. Un sitio-Twitter del PPD se refería hasta hace unos días a la “sedición y cobardía” de una lista de direcciones Twitter de personas contrarias al régimen. Estos ciudadanos, debida y públicamente identificados para que se conviertan en blanco de las hordas linchadoras, no son ya simplemente críticos, sino sediciosos. A esa laya de acusaciones se ha sumado Osvaldo Andrade, quien al fin se ha animado a sacar palabra después del largo silencio, de seguro muy difícil, que le inspiraron los escándalos envolviendo a gente de su sensibilidad. Cosa parecida hizo el Senador Navarro en Tolerancia Cero cuando adjudicó a Evelyn Matthei -y de refilón a muchos otros- la mala situación que vive la economía, arguyendo en su estilo golpeado que ella “está incendiando el país”, al cual, agregó, la NM lo tendría en “excelentes condiciones para la inversión extranjera”. Se ve que es hombre con sentido del humor. El de Navarro, Andrade, el Twitter y tantos otros es el consabido lenguaje del fanático, quien no tolera ni la menor transgresión de su doctrina, pero sobre todo no tolera darse cuenta de que su doctrina vale hongo. De ahí su ardor por denunciar y sancionar duramente a heréticos, apóstatas y meros críticos.
Lo de “sancionar
duramente” no es metáfora. Ahí donde gente parecida se apropió
de todo el poder, como sucede en Venezuela, paraíso de referencia
de más de un militante y congresal de la NM, pronto comienzan a
verse los abusos. En ese país uno o dos Parlamentarios han sido
sacados a empujones del Congreso, acusados de traición y
arrastrados a una mazmorra. En solidaridad los hinchas nacionales
del socialismo bolivariano -lo que sea eso signifique- no cesan en
atribuir al “golpismo” las tribulaciones de Chávez primero, de
Maduro después.
Se viene, es
notorio, un importante cambio semántico, aunque esperamos, Dios
mediante, vaya a quedarse sólo en eso; por ahora el mote de
“fascista”, demasiado vago, manoseado y apenas indicando, si
acaso indica algo, un mero aunque desagradable atributo de la
persona, está siendo reemplazado por el epíteto de “sedicioso”,
el cual señala no ya un rasgo de carácter o de postura, sino un
determinado actuar potencialmente sancionado por la Ley.
Genealogía
El término “sedicioso”, voceado o insinuado desde muchos lugares de la intrincada maquinaria partidista-Gobiernista-ONGeista y callejera de la NM y sus variantes, pertenece desde tiempos inmemoriales al diccionario de la izquierda. Esta lo desenfunda cuando, como es costumbre, su modelo populista-socialista-bolivariano-griego-cubano-coreano o cualquiera sea su particular catadura y denominación se precipita en el fracaso. Luego de tantas promesas de inaugurar una nueva y superior sociedad, el desastre, ya sea a uno o a 40 años plazo, es imposible de explicar. ¿Cómo confesar que es resultado de la incompetencia y/o la irremediable falacia de sus principios doctrinarios? Preciso entonces es inventar la presencia de un adversario tal como la Teología Cristiana lo hizo con Lucifer, único modo de explicar la porfiada existencia del Mal. De acuerdo a los tiempos, el Satán del progresismo ha sido el imperialismo yanqui, el modelo capitalista o la globalización, a los que se suman como villanos invitados los golpistas, la CIA, las campañas del terror, los acaparadores, los momios y hoy en día los sediciosos.
El término “sedicioso”, voceado o insinuado desde muchos lugares de la intrincada maquinaria partidista-Gobiernista-ONGeista y callejera de la NM y sus variantes, pertenece desde tiempos inmemoriales al diccionario de la izquierda. Esta lo desenfunda cuando, como es costumbre, su modelo populista-socialista-bolivariano-griego-cubano-coreano o cualquiera sea su particular catadura y denominación se precipita en el fracaso. Luego de tantas promesas de inaugurar una nueva y superior sociedad, el desastre, ya sea a uno o a 40 años plazo, es imposible de explicar. ¿Cómo confesar que es resultado de la incompetencia y/o la irremediable falacia de sus principios doctrinarios? Preciso entonces es inventar la presencia de un adversario tal como la Teología Cristiana lo hizo con Lucifer, único modo de explicar la porfiada existencia del Mal. De acuerdo a los tiempos, el Satán del progresismo ha sido el imperialismo yanqui, el modelo capitalista o la globalización, a los que se suman como villanos invitados los golpistas, la CIA, las campañas del terror, los acaparadores, los momios y hoy en día los sediciosos.
Cuando
se llega a esta etapa de paranoia desatada buscando incendiarios
para explicar el naufragio de la economía y a golpistas para
explicar la abdicación en materia de autoridad, siendo el último
capítulo la vergonzosa rendición del Ministro Eyzaguirre, se
evidencia que la era de las promesas y afirmaciones rotundas está
abriendo paso a la de las culpas de terceros. Los sediciosos
llegaron ya bailando el ricachá…
El
otro Ferrari chocado,
por
Roberto Ampuero.
Manejando bajo los efectos del
alcohol, Arturo Vidal puso esta semana en peligro a terceros, y
chocó y destruyó su Ferrari, con lo que desató un debate. El
caso convirtió al fútbol en metáfora de la política, pues, con
el proceso de reformas estructurales, la Presidente ha estrellado,
a mi juicio, otro Ferrari, uno mucho más valioso: Chile. Guardando
las proporciones, en el contexto de América Latina, el Tercer
Mundo y varios países de Europa oriental, Chile era hasta hace
poco una suerte de Ferrari. No uno impecable, desde luego, pero sí
uno que muchos celebraban, imitaban o deseaban tener.
Para el azoro de quienes siguen corriendo, nuestro vehículo está hoy en panne a un costado de la carretera. El auto, que ocupó por decenios un sitial de avanzada, al descollar en categorías como reducción de la pobreza, aumento de la clase media, empleo, consumo, prosperidad, integración al mercado mundial, ingreso per cápita, diversificación exportadora, calidad de vida, transparencia, democracia y libertad, devino bajo Bachelet en un pálido reflejo de lo que fue.
A pesar de haber sido manejado por distinguidos pilotos, como el prudente Aylwin, el pragmático Frei Ruiz-Tagle, el conciliador Lagos o el enérgico Piñera, el auto ya no corre. ¿Por qué? Mecánicos teóricos e incompetentes, bajo la batuta de una conductora que en el pasado no lo hizo mal, metieron mano al motor y hasta ahí llegamos. Del admirado coche solo queda hoy el encabritado caballo de su escudo.
No era un Ferrari italiano, sino uno modesto, pero con innegable caché. En los setenta manejábamos apenas una "chancha" o una Citrola, nada comparable con los Torino que construían allende los Andes. Entonces éramos un grisáceo país regional, no el "agrandado" que fuimos hasta que descoyuntaron el motor. Nuestro coche fue construido entre muchos y a lo largo de decenios, y corría seguro, y si bien necesitaba ajustes y reparaciones, no merecía el desmontaje completo ni el injerto de piezas de modelos fallidos.
Pues aquí estamos ahora, a la vera del camino, viendo cómo otros nos pasan. Los problemas del vehículo nos inquietan: economía en declive, inversión estancada, delincuencia en alza, empleo a la baja, reformas a toda vela, brotes de anarquía, falta de liderazgo, disputas Gubernamentales, crisis de confianza, improvisación. Y como si no bastara: acefalía en el Ministerio Secretaría General de la Presidencia, Servicio de Impuestos Internos, Contraloría General de la República y Embajada en Argentina, (en la que ayer se nombró a un ex Subseecretario de Allende) por mencionar algunos casos.
Y eso no es todo. La piloto de nuestro carro averiado exhibe problemas de estilo en la conducción: la tendencia al "secretismo", que condena su propia escudería, y el empleo de un lenguaje inusual en la tradición de los pilotos criollos. Ejemplo: cuando descalifica a quienes expresan agobio por la impericia o morosidad con que llena cargos clave de la república. Con "dejémonos de leseras" -indeleble como el "paso" de su época como candidata-, la piloto cruzó el fino deslinde que acota las formas dentro de la sociedad democrática, el trato a los ciudadanos y el ejercicio de su alta investidura.
Cada Gobierno lega al país, a través de sus líderes, un lenguaje que perdura. Los regímenes autoritarios dejan un léxico áspero, agresivo, y los Gobiernos democráticos, uno que puede ir de la exquisitez a la ordinariez. Los Gobiernos deben cuidar su estilo, porque expresa su alma y adquiere una función educativa en la sociedad. Desde el "dejémonos de leseras" como reacción ante una legítima inquietud de la mayoría, Chile ya no es el mismo. Hay frases que marcan un antes y un después en una administración. Y esa es una de ellas.
En fin. Aquí estamos, aguardando ver cómo la autoridad repara nuestro hasta hace poco celebrado vehículo. Quisiera que esto fuera un mal sueño, como debe quererlo el "Rey Arturo" cada vez que ve las fotos de los restos de su Ferrari. Una grúa remolcó ya su auto. El nuestro, en cambio, continúa detenido a la vera del camino. Y eso sí que no es lesera.
Nuevas improvisaciones en gratuidad.
Al anunciar el inicio de la
gratuidad efectiva para los estudiantes pertenecientes al 60 por
ciento más vulnerable de la población, el Gobierno sostuvo que
esta iniciativa no podía ser general, sino restringida al Consejo
de Rectores, dadas las debilidades del marco Legal que regula la
educación superior chilena. Sin embargo, no parece justo
responsabilizar a miles de estudiantes, merecedores del beneficio,
por las prioridades que el propio Gobierno ha definido. Por ello
este anuncio fue recibido con gran rechazo por distintos sectores
de la población.
En efecto, es ampliamente compartido el diagnóstico de que el sistema de educación superior carece de un marco regulatorio adecuado. Pero hay diferencias sobre cómo debería ser. El Gobierno anterior envió un proyecto de Ley que creaba una Superintendencia de Educación Superior y otro que reformulaba el Sistema de Aseguramiento de la Calidad. Si bien surgieron algunos cuestionamientos a estas iniciativas, ellas no parecían insalvables y, de hecho, el primero de estos proyectos fue aprobado en general en el Senado. Pese a ello, el actual Ejecutivo decidió no continuar su tramitación.
Frente al rechazo generado por los anuncios de gratuidad para los alumnos de algunos planteles, el Ministro de Educación mostró una apertura a ampliar el beneficio siempre que las instituciones cumplan con algunas exigencias, pero que han sido hasta ahora planteadas de manera muy imprecisa. Así, se ha dicho que las instituciones no deberían ser controladas por empresas con fines de lucro, sin que quede muy claro la interpretación específica de esta exigencia, particularmente en el caso de las universidades; que ellas deberían tener una carrera académica, desconociendo la enorme heterogeneidad de las instituciones de educación superior, y que sean financieramente transparentes. Esta última exigencia hoy se cumple, ya que las instituciones de educación superior están obligadas a enviar sus balances al Ministerio de Educación de acuerdo con criterios definidos por este, e incluso se publica un análisis con esa información.
Algunos Rectores y expertos han recomendado otras exigencias, todas muy legítimas, pero estas se deben discutir en el Congreso en una Ley específica, en lugar de definirse en una glosa presupuestaria que determine discrecionalmente qué instituciones son merecedoras del beneficio de gratuidad para los estudiantes más vulnerables. Mientras esa Ley no se dicte, la alternativa deseable es que los estudiantes de todas las instituciones que cumplan con las exigencias vigentes reciban el beneficio. Una opción intermedia es que para acceder a este beneficio ellas firmen un convenio que las comprometa a cumplir nuevas exigencias (que el Ejecutivo pueda querer establecer en una futura Ley) en un plazo razonable. Así, podría conciliarse un trato no discriminatorio con el deseo de la autoridad de fortalecer el marco regulatorio.
Peligros para la libertad de expresión.
La Asociación
Nacional de la Prensa (ANP), que agrupa a más de cien medios
escritos en todo el país, ha manifestado su profunda preocupación
ante el poder Ejecutivo y el Legislativo, respecto del proyecto de
Ley que pretende facultar al Estado a disponer el cierre de un medio
de prensa como sanción, en caso que no se cumplan las nuevas
regulaciones sobre reciclaje productivo, así como requerir de la
misma decisión Estatal para cualquier apertura de un medio. La ANP
ha dejado en claro de igual manera que comparte la finalidad de
profundizar los esfuerzos en materia de reciclaje, dando cuenta de
los esfuerzos que hoy realizan las empresas periodísticas en todo el
país en ese sentido y que exhiben notables resultados de acuerdo a
los estándares existentes.
Uno de los elementos esenciales de la libertad de expresión es que la creación y operación de los medios de prensa no quede sujeta a la decisión discrecional de la autoridad administrativa o del poder político, estándar que es reconocido universalmente como parte fundamental del Estado de Derecho y de las bases de una sana democracia. El peligro que existe es que cuando el Gobierno de turno sienta en la prensa un enemigo a vencer, recurra a este tipo de facultades y las ejerza en forma mañosa o como una forma de controlar la disidencia a la línea oficial. Es evidente el interés que tendrían muchos de los Gobiernos del eje bolivariano en contar con una facultad de este tipo, para facilitar el ejercicio de las presiones que sistemáticamente han intentado aplicar sobre la prensa que no sigue pautas oficialistas.
El proyecto de Ley en cuestión fue presentado durante la anterior administración e impulsado entusiastamente durante la actual, y contiene un conjunto de regulaciones que pretenden que el productor de determinados bienes y servicios se haga responsable del reciclaje de los elementos que forman parte de su producción y que constituirán elementos de desecho luego de su consumo. Se trata de una finalidad muy positiva y que forma parte de los esfuerzos que se deben realizar para la protección del medio ambiente, pero su regulación específica requiere de la rigurosidad técnica y de la prudencia jurídica que evite una carga excesiva sobre las actividades que afecta, o que ponga en peligro otras garantías Constitucionales. Precisamente esto último es lo que ocurre cuando en el proyecto se faculta al Estado a cerrar un periódico o una revista cuando, a su juicio, no se han cumplido las exigencias de reciclaje planteadas, o a requerir una autorización especial para la apertura de un medio escrito, lo que constituye una forma de “censura previa” contraria al artículo 19 nº 12 de la Constitución, a la Ley Nº 19.733 sobre “Libertades de Opinión e Información y Ejercicio del Periodismo” y a tratados internacionales celebrados y ratificados por Chile en la materia.
El Poder Legislativo debería eliminar estas normas del proyecto de Ley, como primer paso, y luego revisar en profundidad el resto de su contenido, ya que se le han formulado reparos de fondo a la forma como busca promover el reciclaje, generando costos desproporcionados e introduciendo una burocracia más allá de todo lo razonable. Así lo recomienda, además, la experiencia comparada de países como Alemania, Francia u Holanda, donde ha sido posible cumplir con este objetivo sin afectar la libertad de prensa de esta forma.
Las listas de espera pueden reducirse.
Con acierto y valentía, la
Ministro de Salud ha declarado que las listas de espera, que tanto
aquejan a su sector, no se terminarán nunca. Hoy las cifras son muy
altas, pues se ha dicho que existen más de un millón y medio de
chilenos que esperan una consulta con un médico especialista y más
de 200 mil pacientes inscritos para ser operados. Hace 15 años,
cuando la Ministro de Salud era la actual Presidente, ella afirmó
que si bien el problema no se podría resolver en un plazo de tres
meses, como las colas en los consultorios, habría un trabajo serio
que pondría fin a las listas de espera en un plazo algo mayor. Pero
15 años más tarde la realidad vuelve a golpear los planes
optimistas, sin que ninguna de las dos Ministros haya reparado que
en el sector privado, con 3 millones de beneficiarios, no existen
listas de espera y, por el contrario, podría ser un importante
socio que contribuya a terminar con esta pesada carga.
Así lo dio a conocer el Presidente de la asociación gremial Clínicas de Chile, quien se refirió a la crisis de la salud como una oportunidad para afianzar la alianza entre el sector privado y el público, puesto que mediante ella se podría constituir un mecanismo para dar solución al acuciante problema que viven los enfermos. Pues mientras cientos de miles de chilenos esperan una solución para algún problema de salud, las clínicas privadas cuentan con toda la capacidad para corregir esas largas esperas y remediar las angustias de la enfermedad a los pacientes. El sector privado, ha dicho, está preparado, con sus profesionales, su infraestructura y avanzada tecnología para resolver el problema del sector público.
La cooperación público-privada es un camino que se ha utilizado para el progreso de Chile en muchas oportunidades. Cabe recordar que no siempre fue así, pues hubo una época en que se aspiraba a que el Estado fuera el responsable del desarrollo y se procedió a arrinconar al sector privado. Esos años coinciden con los de menor crecimiento y mayor retraso de nuestro país respecto del resto del mundo, pero cuando se buscó esa asociación hubo resultados extraordinarios tanto en la construcción de carreteras como en los puertos, en el turismo, en vivienda y en un sinfín de materias en que Chile dio un salto adelante.
En las circunstancias actuales que enfrenta el sector salud, bien podría recurrirse a la conocida fórmula de asociar a privados con las inquietudes del sector público. Por supuesto surgirán voces que reclamen, de acuerdo con el nuevo espíritu que ha intentado implantar la Nueva Mayoría, porque las clínicas y sus profesionales obtienen ganancias con estos servicios, pero bastaría preguntarles a los enfermos si ellos prefieren ser atendidos en los hospitales en alguna fecha futura indefinida o en clínicas privadas ahora mismo. Nadie duda de que sería una fórmula pragmática que resuelve un problema que no solo es grave, sino que se va agudizando cada día que pasa.
Carrera docente sin rumbo.
La
asamblea general del Colegio de Profesores decidió el jueves pasado
continuar con el paro nacional indefinido en rechazo al proyecto de
carrera docente que se tramita en el Congreso. Ello a pesar de que el
Ministro de Educación aceptó integrar -pese a su negativa inicial-
una mesa tripartita para discutir la iniciativa y a las múltiples
indicaciones de que ha sido objeto el proyecto, introducidas bajo la
presión de una movilización ilegal que tiene a cientos de miles de
estudiantes sin clases. La paralización es contraria a la
Legislación vigente, aunque ya no existe autoridad que esté
dispuesta a aplicarla.
Inexplicablemente el Ministro ha ido cediendo a cada una de las demandas del Colegio de Profesores -la exigencia de que integrara la mesa tripartita la calificó de un “desborde de la institucionalidad”, pero aun así accedió a participar-, y no obstante las concesiones que ha hecho para lograr un proyecto a gusto del gremio, este último mantuvo el paro.
Es una negativa señal para el normal funcionamiento de la institucionalidad que la máxima autoridad del sector esté dando la impresión de que se encuentra sobrepasada por los intereses de un gremio, y que pese a haber sido defraudada por el Colegio de Profesores, aun así mantenga una “disposición al diálogo”, sin siquiera exigir como condición que el paro llegue a su inmediato fin. La inaceptable concesión de haber conformado una mesa tripartita excluyente de otras visiones, parece confirmar que el Ministerio ha perdido el control sobre su propio proyecto.
No menos grave es que el Ministerio haya aceptado que la Comisión de Educación -que preside una Diputado comunista- resolviera suspender la tramitación del proyecto, lo que constituye un hecho inédito en sede Legislativa. Este conjunto de situaciones debilitan ciertamente los engranajes institucionales del país.
Es de esperar que, a lo menos, el daño que se está causando a cientos de miles de niños y jóvenes, inhiba a los dirigentes del sindicato de profesores y a los Parlamentarios que los apoyan a fundar sus pretensiones y posiciones ideologizadas en una “calidad de la educación” que parece no tener importancia real.
El
dedazo de la Kirchner.
Como Gobernador de Buenos Aires y
candidato con grandes posibilidades de triunfo, Scioli intentó
mantener cierta independencia de la Presidente, lo que le granjeó un
trato poco amable de la Casa Rosada que, para disuadirlo de la
contienda, jugó a apoyar la candidatura del Ministro del Interior,
Florencio Randazzo (que se bajó ofendido). Un gran fracaso para
Cristina, que al final debió reconocer que su pretendido delfín no
conseguiría ganar en las primarias de agosto y, de paso, le daría a
su máximo rival, Mauricio Macri, el gusto de ser el candidato más
votado en esas elecciones.
La designación de Zannini provocó la inmediata caída de los bonos argentinos, y el alza del dólar blue , señal de que los inversionistas piensan que el oficialismo podría efectivamente ganar en octubre, y que con esa fórmula no hay garantías de que se corrijan las anomalías de la política económica de los Kirchner. Zannini, desde su cargo en la Secretaría Legal y Técnica de la Presidencia, es considerado el cerebro detrás de las medidas más controvertidas del kirchnerismo, desde la apropiación de los fondos de pensiones y las reservas del Banco Central para pagar deuda; de la expropiación de YPF; de la Ley de medios que buscaba la destrucción del Grupo Clarín; de la reforma al Poder Judicial, que buscaba el control de los Jueces, y del intento por reformar la Constitución para permitirle una reelección indefinida a Cristina. Zannini, un ex maoísta, es visto como el comisario a cargo de mantener el "modelo" y de garantizar el blindaje para evitar posibles investigaciones Judiciales por corrupción en el entorno Presidencial.
Zannini además es el verdadero líder de La Cámpora, el movimiento juvenil de Máximo Kirchner -quien no tiene ni la formación, ni la experiencia, ni la habilidad política del ahora candidato a Vicepresidente- y cuyos miembros están ubicados estratégicamente en cargos clave de la administración. Las encuestas señalan que la mayoría quiere cambio, pero también que se mantengan las políticas sociales, y en ellas Scioli llevaba la delantera. Ahora habrá que ver si Zannini es un refuerzo o un lastre para las aspiraciones del Gobernador porteño.
En la oposición, Macri -que nombró a Gabriela Michetti como compañera de fórmula- deberá evitar conflictos en la coalición, como los surgidos antes de inscribir las listas de candidatos, para llegar de la mejor manera a las primarias y consolidar su posición con miras a octubre. Con socios como Elisa Carrió, campeona anticorrupción, y otros líderes de peso propio, siempre hay riesgo de que se produzcan fricciones que afecten la fortaleza de la alianza.
Comienza
a perfilarse la carrera presidencial en EE.UU.
La competencia por la Casa Blanca va adquiriendo forma, con varios candidatos ya oficialmente en campaña para las elecciones primarias. La semana pasada, el republicano Jeb Bush hizo su esperado anuncio en Florida, en una universidad de mayoría hispana, con música hispana, presentadores bilingües y él mismo hablando parte de su discurso en fluido castellano. Comentaristas señalaron que después de un Presidente negro, con una candidata mujer en la arena, falta el representante de los hispanos, aunque sus antepasados sean anglosajones y se presenten dos candidatos de verdadero linaje latino, los Senadores Marco Rubio y Ted Cruz. A pesar de esto, han evitado comprometerse con una política migratoria que pudiera alejar a los sectores más xenófobos.
Con más de una docena de precandidatos, los electores republicanos deberán elegir con cuidado a quienes no solo representen sus intereses, sino también a quien tenga más posibilidades de derrotar al oponente demócrata, que todo indica por ahora que sería Hillary Clinton. Bush tiene fuerte apoyo del partido y una gran capacidad de recaudar fondos, pero deberá alejarse de la imagen de hijo y hermano de Presidentes para ganar las bases populares. Por ahora, con una etiqueta de "conservador social moderado", lidera por muy poco margen el sector (0,2% de ventaja, según un promedio de encuestas realizado por RealClearPolitics para mayo y junio).
Sus contrincantes más competitivos serían Rubio -quien representa también al sector "conservador social", con una mirada más de "halcón" sobre la política exterior-, y el Gobernador de Wisconsin (contrario al matrimonio gay), Scott Walker. Con menos probabilidades, los siguen el "libertario" Rand Paul, Ted Cruz (que tiene fuerte apoyo del Tea Party) y el neurocirujano y carismático afroamericano Ben Carson. En la lista hay figuras llamativas pero sin ninguna opción de ser nominadas, como el millonario Donald Trump o Carly Fiorina, la ex CEO de Hewlett-Packard, quien es muy útil para atacar a Hillary sin que el partido sea catalogado de "machista".
En el lado demócrata, Hillary Clinton parece estar corriendo sola (47% arriba, según el promedio de sondeos), a pesar de que hay al menos tres contendores de peso -el ex Senador Bernie Sanders, y los ex Gobernadores Lincoln Chafee y Martin O'Malley- y dos más que podrían lanzarse al ruedo, el ex Senador Jim Webb y nada menos que el Vicepresidente Joe Biden. La feroz campaña en contra de la ex Primera Dama por ahora no ha hecho mella, pero podría golpearla más adelante.
Cuando la competencia esté más avanzada puede darse el escenario de que Bush, Rubio y Walker, sin descartar a Paul o a Cruz, vayan a la recta final de las primarias en 2016, codo a codo con Hillary y alguno de sus rivales.
Pueblos
bien informados
difícilmente
son engañados.