Algunas
precisiones sobre el sistema electoral,
por Eugenio Guzmán.
Los sistemas electorales no son sagrados y, por
lo tanto, pueden ser reformados e incluso cambiados radicalmente. Por la misma
razón es que no existe el “mejor” sistema electoral. Así, dependiendo de los
objetivos políticos que se busquen y de las experiencias histórico-políticas,
tanto propias como comparadas, es que un sistema electoral puede ser más
adecuado para una sociedad que otro.
No obstante, cuando el Ministro del Interior señala
que “después de 25 años con un sistema electoral perverso, que ha hecho tanto
daño a la democracia chilena, podemos enviar un proyecto que va a fortalecer la
democracia en Chile…”, está expresando todo lo contrario. Por lo pronto, de un
plumazo ha restado toda validez al Congreso, pues son los mismos Diputados y Senadores
producto de este “sistema perverso” quienes harán dicha reforma. Y qué decir
sobre su afirmación de que dicho sistema “ha hecho tanto daño a la democracia
chilena”.
Incluso cuando se afirma que “va a fortalecer
el poder de las Regiones, que va a fortalecer la posibilidad de que las fuerzas
emergentes se incorporen al Parlamento, que va a fortalecer la posibilidad de
que mujeres y jóvenes puedan integrar el Congreso”, la verdad es que tampoco es
claro que así ocurra.
Anteriormente, el Ministro Peñailillo había
expresado: “Espero que esté la voluntad para llegar a un sistema proporcional
como está en todas las democracias del mundo, democracias fortalecidas, que no
pueden ser bajo un sistema donde las minorías vetan a las mayorías y donde
muchas veces este sistema, digamos, ha llevado a que da lo mismo quiénes sean
los candidatos y da lo mismo por quién uno vote”. Si por “democracias
fortalecidas” se entiende a las democracias de los países desarrollados y las
más antiguas, habrá que recordarle que entre ellas están Estados Unidos, el
Reino Unido, Canadá, Australia y Francia, y que ninguna emplea sistemas
proporcionales. Además, habrá que aclarar que países como Alemania y Nueva
Zelandia, también democracias bastante consolidadas, emplean sistemas mixtos.
De más está aclarar que el sistema binominal es
proporcional. De hecho, el arrastre de la lista explica la existencia de los
llamados Parlamentarios binominales que recientemente obtuvo la Nueva Mayoría.
Y que lo mismo, y con mayor claridad, puede ocurrir bajo el nuevo proyecto.
Por otra parte, si de cuotas, se trata la
experiencia internacional no señala que esas “democracias fortalecidas” tengan
implementados sistemas de cuota como las que se proponen en la reforma. De
hecho, países como Canadá, Reino Unido, Australia, Austria, Alemania, Holanda,
Dinamarca, Suecia, Suiza y Noruega, por citar algunos, sólo emplean cuotas
voluntarias (no legales) a nivel de los partidos. Más aún, en EE.UU., Nueva
Zelandia, Finlandia y Japón no tienen Legislación ni tampoco cuotas
voluntarias. Esto no quiere decir que la Legislación no pueda ser un incentivo;
no obstante, la experiencia comparada está demostrando que son otros factores
los que inciden más que las cuotas.
Por último, decir que bajo el binominal “da lo
mismo por quién uno vote”, si bien se refiere a las tasas de reelección, es
algo que apreciamos en todo tipo de sistemas, y ejemplos huelgan.
En general, si bien se puede aceptar que la exageración
y desinformación responde a la retórica típica de la política para instalar un
tema, cuando se trata de reformas como las que se quieren llevar a cabo, lo
propio es una justificación que sea algo más templada y ajustada a la realidad;
de otro modo, queda en evidencia la falta de acuciosidad de las propuestas.
Los
Miserables,
por Hermógenes Pérez de Arce.
A veces se van los mejores, mientras nosotros seguimos aquí. Lo digo
pensando en Alfonso Márquez de la Plata, que iba a visitar a los presos
políticos militares a Punta Peuco y les prestaba ayuda, mientras tantos de
nosotros no los visitamos ni les mandamos nada.
También Alfonso escribía y publicaba libros en
defensa de la verdad histórica que ninguna otra editorial se interesa por
publicar y (casi tan meritorio) obtenía una ganancia, porque hay una opinión
pública silenciosa, si bien minoritaria, que se interesa por la verdad y compra
esos libros. Distribuyó algunos de los míos y periódicamente me mandaba un
cheque. Hubo un tiempo en que estuvo enojado conmigo porque yo llamaba a no
votar por Piñera, pues no se le podía creer e iba a destruir a la derecha. Pero
después no sólo me perdonó, sino que el año pasado me dijo textualmente:
“Tenías toda la razón”, en particular tras la mayor traición del señalado
sujeto, cuando trasladó a un decena de los presos políticos militares a un
penal peor, sólo para ganar el apoyo de la izquierda más odiosa en las
encuestas, siendo que antes, siendo candidato y para ganarse los votos de la
familia militar, le había prometido a ésta velar por un debido proceso y por la
aplicación de la prescripción a los uniformados procesados y presos.
Pero el Gulag de Punta Peuco, donde están los militares, sigue peor. El
otro día me escribió el hijo de un General preso, que fue a ver a su padre
octogenario y enfermo. Almorzó con él la vianda del penal, que les fue servida
por un anciano Brigadier, porque Gendarmería no cumple esa tarea. Y si los Oficiales
presos políticos no hicieran también el aseo de las celdas y las letrinas,
nadie lo haría. Son ellos, personas honorables que en su vida civil jamás han
cometido un delito, que están presos por haber prestado oídos a los políticos
(“¡esto se arregla sólo con fusiles!”) y combatido a los terroristas en una
guerra declarada por éstos, no por aquéllos, para tomarse el poder por las
armas y someternos a todos a una dictadura indefinida y totalitaria.
Como buenos chilenos, les hemos pagado
metiéndolos presos, no sólo contra la Ley, sino a veces contra la verdad de los
hechos. Hay algunos Oficiales purgando prisión perpetua por haber ordenado
matar a un grupo de terroristas entrenados en Cuba. Uno de ellos niega siquiera
haber dado la orden de matarlos. Uno se pregunta en qué mundo vive cuando lee en el diario y en
la revista “Time” que los “drones” norteamericanos mataron días atrás a 40
terroristas de Al Quaeda en Yemen del sur, sir forma de juicio y, claro, con
algún daño colateral, como el de haber dado muerte a varias mujeres y niños.
Pero el mundo aplaude y le da el Premio Nobel de la Paz a Barack Obama
mientras renueva sus periódicas
imprecaciones contra Augusto Pinochet, el culpable de haber acudido al
salvataje de Chile ante la invocación de los demócratas y haberlo transformado
en una sociedad pacífica y próspera.
Un Brigadier anciano, indiferente y con la cabeza gacha sirvió las
viandas al General y su hijo. Pues si aquél saluda o conversa pierde el derecho
a los beneficios penitenciarios que el reglamento reconoce a los que prestan
servicios de aseo y alimentación. Gendarmes flojos y barrigones están
vigilantes de que altos Oficiales hagan bien el aseo y sirvan las viandas sin
conversar con los demás presos, so pena de perder puntos para una posible
salida dominical. Caballeros que nunca transgredieron la Ley se someten
cumplidamente en el presidio a las mayores indignidades impuestas por
burócratas de izquierda y sus “cómplices pasivos”. En cambio ahora mismo un
sujeto que cometió incendios terroristas en el sur está optando al indulto de
Michelle Bachelet, porque padece de una enfermedad. Los presos políticos
militares enfermos mueren, en cambio, en la cárcel. ¡Qué país miserable!
Los periodistas que publican el diario digital “Chile Informa”,
Bernardita Huerta y Fernando Martínez, les llevan a los condenados del Gulag
chileno algunas menestras y ayudas para mitigar sus carencias. En la última
edición relatan cómo, en una celda de dos por tres metros donde cumplen condena
dos Oficiales, que duermen en una litera de hierro con una cama arriba y otra
abajo, conversaron con ellos en el reducido espacio. Si no fuera por la ayuda
de personas de buena voluntad, carecerían de elementos esenciales para la
existencia y hasta de abrigo cuando arrecia el frío. Cuatro años, cinco años y
un día, diez años y cadena perpetua, sin derecho a la garantía de las eximentes
Legales de responsabilidad ni a la cosa juzgada, la presunción de inocencia, la
verdad de los hechos, el principio de Legalidad y demás instituciones básicas
del derecho penal inmemorial, porque un abogado comunista dictaminó “¡lesa
humanidad!”, delito establecido en Chile en 2009 y cuya tipificación ni
siquiera se ajusta a los hechos; o “¡secuestro permanente!”, según el cual los
condignos Ministros de las Cortes superiores de Justicia sostienen que los
militares presos tienen todavía privados ilegalmente de libertad en sus celdas
de dos por tres a extremistas que habrían detenido en 1973, ardid constitutivo
de una “verdad Judicial” que la sabia opinión pública chilena, la gran “prensa
libre” del país y tanta persona dotada de algún “ascendiente moral” presume de
compartir expresa o tácitamente. Es que “la Justicia ha hablado", dicen.
¡Qué país miserable!
Pero, por lo menos, la estatua de Juan Pablo II ha sido indultada. La
Universidad San Sebastián la mandó confeccionar a alto costo, para instalarla
ante su frontis, en Bellavista. Pero entonces el Consejo de Monumentos
Nacionales, donde dominan izquierdistas ateos furiosos por la caída del Muro de
Berlín, dictaminó que no podía estar ahí: era demasiado grande y no condecía
con el entorno. Pero el mismo Consejo no había objetado un gigantesco letrero
instalado a pocos metros y desde hacía años. Es que la izquierda jamás
perdonará el papel fundamental que jugó Juan Pablo II en la caída de los
totalitarismos socialistas. Ni siquiera un asesino venido desde detrás de la
Cortina de Hierro pudo silenciarlo. Afortunadamente, los vecinos pobres de
Bajos de Mena se han beneficiado y hoy están orgullosos de que entre ellos se
erija la monumental estatua. No temen que “contamine su entorno”, como el
Consejo de Monumentos Nacionales. ¡Qué país miserable!
Entretanto, Generales, Brigadieres, Coroneles y
Mayores siguen con la cabeza gacha limpiando letrinas, sirviendo y retirando
viandas, para luego lavar escrupulosamente los recipientes en que vendrán las
del turno siguiente, y luego se recluyen en sus celdas de dos por tres metros,
bajo la mirada vigilante de gendarmes dotados de barriga prominente.
Esos militares presos salvaron a un país
miserable. Tal vez bien merecido tienen por eso lo que están pasando..
Reforma
tributaria: ideología vs. técnica,
por Sergio Melnick.
El Gobierno ofrece una reforma estructural que,
según dicen, durará los próximos 30 años, pero que debe ser discutida en un par
de meses. ¿Es eso racional?
El Gobierno dice que esto estaba en “el
programa”, que la gente votó por eso. No obstante, en primer término nadie lo
leyó, ya que fue publicado sólo un par de semanas antes de la elección; y
segundo, contenía sólo ideas generales, no el cómo, ni menos las implicancias.
No era un programa propiamente tal, eran declaraciones de intenciones, eran
titulares.
El diablo está en los detalles. No se Gobierna
con puras intenciones, sino con la adecuada elaboración e implementación de lo
propuesto. Lo que hemos visto es un proyecto elaborado por economistas de
escritorio, extremadamente ideológicos en un tema extremadamente técnico. Desde
Allende que no teníamos tanta ideología en hacienda, lo que fue una de las
claves por las que tuvimos 30 años sostenidos de progreso. En ese período, lo
más reguleque fueron precisamente los resultados de Bachelet en su primera
administración, y eso no lo podemos perder de vista.
Ya sabemos que Bachelet no es ordenada en el
gasto, como lo demostró en su Gobierno. Eso ocurrió desde el primer año, no
sólo en la crisis financiera, y terminó con un déficit fiscal del 4%, en cifras
del FMI. Ya partió con un bono permanente, que es una tragedia como política
pública. Sabemos también que no es prolija en la gestión, eso nos lo recuerdan
Transantiago, EFE, ENAP, Sename, Chiledeportes, 27-F, etc. Y ahora nos lo recuerdan
la lamentable telenovela de los nombramientos inapropiados o los 10 proyectos
de Ley en educación que irá improvisando en el camino.
La oposición es denostada y descalificada, en
vez de enfrentada con argumentos técnicos. “Es que defienden a los ricos”, es
el titular inmediato. Pero no es así. No hay progreso posible sin crecimiento y
sin empleo, y eso depende de la inversión. Eso es lo que está en juego. Lo que
beneficia a los pobres y a la clase media es el empleo, y en el período de
Piñera se generaron un millón de nuevos puestos de trabajo, el resto es sólo
música. La respuesta de este Gobierno es que la reforma tributaria aumenta el
crecimiento, lo que es una negación de principios económicos muy básicos, puro
voluntarismo ideológico.
El argumento de los ideólogos del Gobierno
dice, “lo mismo criticaban en la reforma de Aylwin y no pasó lo que decían”.
Curioso argumento. Aylwin creció al 7,7%, Lagos ya sólo lo hizo al 5,4%, Frei
al 4,4%, y Bachelet al magro 3%. ¿No pasó nada? Piñera tuvo la enorme crisis
europea y los efectos del horrible terremoto, y a pesar de ello creció al doble
que Bachelet, y no tuvo desequilibrio en las finanzas, además de restaurar el
fondo del cobre a más de US$ 23.000 millones. Si el problema es la elusión del 1%
de los más ricos, lo obvio es fiscalizarlos uno por uno, no botar el árbol
entero, que es lo que van a hacer.
Esta reforma tributaria es como esos remedios
que curan una enfermedad, pero cuyos efectos colaterales matan al enfermo.
Claramente bajará el ahorro, subirán los precios, aumentará el endeudamiento de
las empresas, habrá menos inversión, menos empleo, subirán las viviendas de la
clase media profesional, aumentará la elusión, recaudará menos de lo proyectado
y generará déficit fiscal, afectará las pensiones vía valor de las empresas,
generará mayor burocracia y gasto público que no llega a las personas, sólo por
mencionar algunos efectos laterales.
¿No será mejor conversar y discutir en
profundidad estos temas? ¿Por qué el apuro de pasar la aplanadora? Más grave
aún, ni siquiera sabemos cómo se gastarán esos recursos en educación. ¿Y si el
proyecto es malo? ¿Y si sólo se focaliza en la gratuidad y lo público sin
llegar a hacer nada relevante en calidad para el siglo 21?
Entre tanto, las pugnas y descalificaciones
internas de la Nueva Mayoría son un pésimo pronóstico. A 40 días del nuevo Gobierno,
empieza a reaparecer un ideologismo polarizador propio de los 60, como ocurre
en Argentina y Venezuela.
Futuro de los
nuevos referentes políticos.
El proyecto del Gobierno para cambiar el
sistema electoral binominal plantea sin duda desafíos a las grandes coaliciones
que han dominado la escena política dentro del actual marco Legal, pero la
forma que finalmente adopte esa iniciativa, que ya está siendo criticada desde
varios puntos de vista, también condicionará, para bien o para mal, a las
diversas formaciones de menor tamaño que han surgido en el último tiempo en la
centroderecha —como Evópoli o Amplitud— o en distintas gradaciones del
progresismo, como Revolución Democrática, el PRO de Marco Enríquez-Ominami o
Fuerza Pública de Andrés Velasco, cuya potencia efectiva se conocerá recién en
la contienda municipal de 2016.
De éstos, los tres primeros están ya dentro del
sistema Parlamentario. En el caso de ME-O se aprecia el comienzo de una nueva
estrategia que podría, por una parte, aunar otros grupos aún más a la izquierda
para robustecer una alternativa a los dos bloques mayores, o para llegar en
definitiva a una convergencia, al menos en temas concretos, con la Nueva
Mayoría (cosa que él mismo había descartado durante la campaña de 2013). Y el
referente liberal encabezado por Andrés Velasco tiene fijado un consejo para
hoy que podría orientar sobre su camino. Si bajo el binominal se favoreció la estabilidad
de las instituciones, en el panorama que empieza a diseñarse se esperaba que
aumentaría la representación de un registro más amplio de tendencias, pero ello
supone clarificar los objetivos y capacidades de todas ellas, incluyendo la
transformación en nuevos partidos de las que aún no lo son.
La ventaja del cambio respecto de la normativa
vigente depende de muchos factores y no está garantizada. De hecho,
simulaciones realizadas por centros de estudios, como la Escuela de Gobierno de
la Universidad del Desarrollo, el Observatorio Electoral de la Universidad
Diego Portales o el centro de estudios Libertad y Desarrollo, muestran que las
grandes alianzas mantendrían su influencia (con mejores resultados para la
Nueva Mayoría) y que los partidos pequeños e independientes quedarían
marginados o con mínima participación. Es cierto, sí, que aquello puede
corregirse en la propuesta inicial, ya que sigue pesando sobre este asunto la
incógnita de la abstención electoral y que falta sobre todo una serie de
cambios complementarios relativos al funcionamiento y financiamiento de los
partidos y las elecciones.
Hasta
donde se conoce, la reforma electoral de Bachelet tiende a restablecer las
pautas anteriores a 1973, que impulsaron los criticados “tres tercios”
partidistas. Por otra parte, la posible existencia de pequeños núcleos
autónomos en el Congreso, cuya mayor importancia radicaría en la capacidad de
decidir las mayorías cuando ninguna de las grandes colectividades o alianzas
las alcanzaran por sí solas, constituye un evidente peligro. De ahí no sólo la
necesidad de un análisis cuidadoso de la futura Legislación en la materia, sino
que asimismo la conveniencia de que las nuevas formaciones partidistas
demuestren su vocación de presencia territorial presentando candidatos y propuestas
en la próxima elección Municipal, que se organicen en torno a principios bien
definidos, de sólidas convicciones democráticas y preocupación por el bien
común por sobre intereses de corto alcance, y que cuenten con liderazgos
capaces de renovar para mejor la vida pública nacional, pues es evidente que la
calidad de la política está íntimamente ligada a la calidad de los políticos.
Postura
chilena ante Bolivia.
Con el propósito de exponer a la comunidad
internacional la posición de Chile frente a la demanda marítima interpuesta por
Bolivia contra nuestro país ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), y
contrarrestar la propaganda internacional desplegada por esa nación para
conseguir apoyo a su causa, la Cancillería nacional está evaluando contratar
una asesoría comunicacional.
Se trataría de una medida inédita de la Diplomacia
chilena para este tipo de procesos, y que sería del todo pertinente en la
medida que sirva para fortalecer la defensa de los intereses del país en esta
materia y reforzar, desde una perspectiva comunicacional, el trabajo jurídico
del equipo chileno que nos representará en La Haya. Implementar una iniciativa
comunicacional -que se complemente con las gestiones Diplomáticas- tiene pleno
sentido, la que debe dar cuenta de la consistencia y unidad en la postura que
se busca difundir, y que acertadamente reiteró el Ministro de Relaciones
Exteriores, al señalar que la entrega de
mar “está cerrada para siempre”, remarcando que esa ha sido la posición
permanente de Chile y que en la CIJ no se está discutiendo el tema de la
soberanía.
En el pasado se han dado algunas señales
equívocas en el marco de la agenda que se discute con Bolivia, por lo que en la
etapa que se abre se da una nueva oportunidad para establecer con claridad los
lineamientos de la defensa chilena -basados en un apego irrestricto a los
tratados suscritos- y ofrecer una agenda de diálogo y entendimiento que
favorezca la integración más plena, evitando las debilidades exhibidas
anteriormente.
El interés expresado por Parlamentarios de
distintas tendencias en cuanto a difundir la postura de Chile en instancias regionales y globales -como
cumbres y foros-, supone también un valioso aporte que se debe llevar a cabo.
Graves
amenazas a la libertad de expresión.
El informe anual 2013 de la Relatoría Especial
para la Libertad de Expresión dependiente de la OEA dio cuenta de las prácticas
que diversos Gobiernos de la región han llevado a cabo para sofocar o impedir
el libre ejercicio del periodismo y la libertad de opinión, donde resultan
especialmente graves los casos de Ecuador y Venezuela. Se trata de un
diagnóstico poco alentador, que debería ser tomado en cuenta por los gobiernos,
para exigir en las instancias correspondientes el respeto a valores esenciales
para el adecuado funcionamiento de la democracia.
En el caso de Ecuador, el informe denuncia que
el Presidente Rafael Correa aprovecha su investidura para “demonizar y
sancionar” a sus críticos y a la prensa. Se reporta la “estigmatización
sistemática” a periodistas y defensores de derechos humanos mediante acciones
judiciales y legales, como la Ley de Comunicación, convertida en un instrumento
intimidatorio, que ha consagrado los “linchamientos mediáticos” como una
práctica de amedrentamiento. En este diagnóstico ha coincidido también la
Sociedad Interamericana de la Prensa (SIP), que en reiteradas ocasiones ha
hecho ver el deterioro de la libertad de prensa en ese país.
Venezuela es un caso aún más grave, pues según
la Relatoría, el Gobierno aplica con mayor severidad su poder para cercenar
derechos humanos y contaminar el entorno donde debería ser posible un
periodismo informativo, dando cuenta de numerosos periodistas que han sido
objeto de detenciones, interrogatorios y amenazas por parte de agentes de
seguridad. Se denuncia, asimismo, la restricción a divisas o insumos para la
impresión, lo que también ocurre en Argentina, reporta el informe, hechos que
también han sido ampliamente documentados por la SIP. La abrumadora evidencia
expuesta obliga a una enérgica reacción de condena y alertar sobre el peligro
que significa privar a la ciudadanía de un derecho esencial como la información
libre y sin censura.
Enfoques
Internacionales:
Obama, bajo
presión en Asia y Ucrania.
En el balance positivo de Obama, debe haber
tenido un efecto apaciguador su compromiso de renovar los tratados de seguridad
regionales y, en especial, la inclusión en estos, aunque con reservas, de las
islas Senkaku/Diaoyutai, administradas por Japón y reclamadas por Beijing.
Habría también un acuerdo energético con Tokio que le otorgaría prioridad en
las ventas del gas de esquisto, para disminuir su dependencia de la generación
nuclear. Frustrado regresará, en cambio, por no haber logrado abrir el mercado
japonés a las exportaciones de arroz y carnes blancas.
Los extendidos compromisos asumidos por el
Presidente se vinculan con la tensa situación por la que atraviesan los
ribereños del Asia Pacífico. No fue mayor sorpresa que, hace un par de años,
Estados Unidos desplazara el eje de su Diplomacia al Pacífico, en desmedro de
Europa y del Medio Oriente. Así lo obligaban, desde hace más de una década, el
desafiante poder de China y el apabullante crecimiento de la economía asiática,
que se transformó en su mayor socio comercial. A ello se agregan los riesgos
para la seguridad mundial provenientes de las ásperas relaciones entre las
principales potencias y líderes de esa región.
Las tensiones por las que atraviesa el Asia
Pacífico no surgen únicamente del poder y de las reclamaciones marítimas de
China, ni por los otros problemas que allí se experimentan (muchos de ellos,
históricos, como los desencuentros recíprocos entre Filipinas, Japón, Malasia,
Corea del Sur y China, y entre todos con Corea del Norte). El mayor desafío
para el Presidente ha sido enfrentar el escepticismo por sus actuaciones en las
crisis globales y por los temores sobre los alcances de los entendimientos
entre su país y China.
No han facilitado el indispensable liderazgo de
Obama su distanciamiento de la crisis de Siria, la aparente debilidad ante la
anexión rusa de Crimea y la disfuncional relación con su Congreso, que le
impide contar con la vía rápida para concretar una zona de libre comercio,
mediante el acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), que debería contribuir a
la unidad y a la prosperidad de los integrantes de ese pacto. Tampoco lo ayudan
la rebaja del presupuesto del Pentágono ni la contradictoria atención
preferente del Secretario de Estado, John Kerry, al Medio Oriente.
Asegurar el compromiso de EE.UU. con la
estabilidad del Asia Pacífico, garantizar que se materializará el TPP y
suavizar las divisiones en una zona tensionada no son algo posible de lograr
simplemente con una gira. Esos cometidos exigen acciones sucesivas y
compartidas, que afirmen su liderazgo.
La peor
crisis, desde la Guerra Fría.
Mientras Obama visitaba el Asia, la delicada
situación en Ucrania se agravó, hasta transformarse, según muchos, en la crisis
internacional más seria desde la Guerra Fría. Fracasaron estrepitosamente los
recientes acuerdos de Ginebra para descomprimir las cosas, y se procedió a un
limitado despliegue de tropas por parte de EE.UU., en reacción a las instaladas
por Rusia en la zona tensionada.
Probablemente, cuando Washington giró al Asia
Pacífico como prioridad de su Diplomacia, lo hizo convencido de que se había
alcanzado la estabilidad en Europa. Ahora tendrá que volver a destinar más
atención y recursos a su asociación transatlántica. El panorama mundial ha
cambiado drásticamente con la anexión de Crimea y con las evidencias de que el
Presidente Putin aspira a controlar varias repúblicas desmembradas de la Unión
Soviética. Por el momento, está clara su intención de alterar la autonomía de
Ucrania, debilitar su frágil Gobierno y deslegitimar las próximas elecciones
del 25 de mayo. Su objetivo es atemorizar a los ucranianos y al vecindario,
para evitar que se asocien con la Unión Europea (UE) y con la OTAN. Al igual
que China, Rusia quisiera evitar estar rodeada de Gobiernos independientes, con
afinidades democráticas y con EE.UU.
En estos propósitos, el Presidente Putin ha
invadido y alterado la integridad territorial de un Estado independiente. Esta
agresión desestabiliza inquietantemente a Europa, atemoriza a Gobiernos
fronterizos de Rusia y Ucrania -incluyendo a los del Báltico- y pone a prueba
la capacidad europea y de Washington para restablecer el orden y sancionar al
agresor. Por ahora, parecería irreversible la anexión de Crimea y se elevan las
posibilidades de una mayor penetración rusa en la región.
Las primeras reacciones de EE.UU. fueron
débiles sanciones económicas a dirigentes e instituciones de Rusia, las que
ahora se intensificarán; el despliegue más bien simbólico de tropas en Polonia,
y presiones para que los países de la UE aumenten su contribución a la seguridad
de su continente.
Podría ocurrir que Obama pretenda revivir una
política de contención gradual, persistente y paciente para evitar el
escalamiento, como precisamente ocurrió en la Guerra Fría. Sin embargo, no le
será fácil eludir algunas medidas para aislar y debilitar al Gobierno ruso.
Para afincar su liderazgo, y dada la imposibilidad de llegar a acuerdos con
Putin -todo indica que se ha llegado a una completa pérdida de confianza entre
ambos mandatarios-, Obama debe demostrar firmeza y compromiso con la seguridad
europea.
Pueblos bien informados
difícilmente son engañados.