Los que se pueden ir del Gobierno
por Gonzalo Rojas Sánchez.
Muchos en la derecha esperan a un mesías, más
allá de 2014. Buscan y rebuscan entre sus figuras más conocidas, pero llegan a
una triste conclusión: no existe. Por cierto que los liderazgos personales son
valiosos, imprescindibles, pero el proceso por el que se gestan no depende de
los deseos de unos electores ansiosos, sino más bien de la conformación de una
generación de personas de entre las cuales dos, tres, o cuatro puedan ser
descollantes y logren asumir esa conducción. O sea, hay que descubrir un grupo,
una camada, y trabajarlo.
Al terminar el primer año del Gobierno Piñera,
afirmamos que lo mejor de su administración era ese conjunto de muchos cientos
-quizás miles- de jóvenes profesionales que habían acudido al Gobierno para
servir a su país.
Cuando a Jaime Guzmán en 1972 lo convocaron la
prensa y los gremios, la universidad y la política, tenía apenas 26 años. ¿Por
qué no podrían surgir uno, dos o tres grandes liderazgos de entre la generación
de servidores públicos que han estado actuando desde 2010 en los diversos
escenarios?
Si Guzmán tenía por patrimonio su
inquebrantable solidez moral e intelectual, carecía a su vez de experiencias de
Gobierno. Por eso, quienes hoy llevan ya casi cuatro años doblando la espalda
al servicio de los más débiles, bien podrían suplir con esa dedicación lo que
les pueda faltar de excelencia personal.
Los jóvenes que se han desgañitado por hacer un
buen Gobierno no deben abandonar sus tareas, si se frustrara el 50% de
posibilidades que tienen de continuar con Evelyn Matthei. Son portadores de dos
experiencias que no deben ser privatizadas: saben cómo se atornilla al revés en
la administración pública; es decir, hasta qué punto los concertacionistas y
comunistas obligan a sus gentes a trabajar en contra del bien común con tal de
recuperar las estructuras y las platas del poder. Y, en segundo lugar, conocen
las poderosas maquinarias de Bachelet y Teillier en todos los ámbitos: han
tenido que enfrentar a ese activismo que se opone a toda iniciativa que haga a
las personas más libres, menos borregos del Estado. Ellos se la han sufrido, en
terreno. Pregúnteles lo duro que ha sido.
Por cierto, la perspectiva de algunos -en caso
de ser derrotada su candidatura- es privatizarse. Pero algo les dice, por allá
dentro, que ni es justo ni lo van a lograr. No es justo, porque ya tienen unas
experiencias de servicio público a las que muchos hemos aportado y de las que
deben seguir respondiendo: se metieron en esto, ahora no arruguen. Y si se
fueran a la vida privada, qué pena, porque van a comprobar que, tal como viene
la mano, lo privado se va a esfumar.
Lo que se espera de esos jóvenes profesionales,
entonces, es que si dejan el Gobierno, sea para integrarse a otros ámbitos de
servicio, donde consoliden sus capacidades: colaboración con las ONG que sean
de mayor afinidad con su actividad actual, reforzamiento de los partidos que
los han promovido (y que los necesitarán más que nunca), incorporación a esas
nuevas organizaciones políticas que vitalizarán su sector, dedicación a tareas
municipales, etc.
Algunos, unos pocos, son ya candidatos al
Congreso: por ejemplo, los ex Intendentes de la Cuarta y de la Octava, los ex Gobernadores
de Limarí y de Talca, varios Seremis... Bien por ellos, pero eso no basta.
La nueva derecha, sea lo que sea, dependerá en
gran medida de quienes hoy tienen menos de 40 años y una experiencia de Gobierno
que desde los años 70 y los 80 nadie en su sector podía exhibir.
A ellos les corresponderá, por fin, configurar
las dos grandes opciones de la derecha chilena futura: un gran partido
humanizador y una alternativa liberal.
El regreso,
por Daniel Mansuy.
En muchos sentidos, la campaña Presidencial de
Michelle Bachelet ha rozado la perfección. En efecto, ha sabido administrar su
ventaja, sorteando los riesgos y las polémicas de bajo calibre. También ha
manejado bien el difícil arte de la ambigüedad: cuando ella habla, cada uno de
sus partidarios escucha una cosa distinta. Además, ha evitado cualquier atisbo
de pregunta incómoda, y eso le otorga una libertad de palabra inaudita en un
candidato.
Pero la estrategia, si bien es efectiva,
contiene más de una paradoja. Por un lado, al mismo tiempo que enarbola las
banderas progresistas, la candidata sigue una estrategia ultraconservadora:
Michelle Bachelet prefiere enterrar sus talentos a arriesgarlos en el juego
democrático. Se comporta como capitalista que sólo busca acumular, porque no
está dispuesta a invertir un gramo de popularidad, ni a cambio de kilos de
contenido. Nada de esto debería sorprendernos; después de todo, durante buena
parte de su Gobierno, la ex Presidente no estuvo dispuesta a exponer su
popularidad en función de algún objetivo político (bastaría recordar su actitud
vacilante luego del terremoto, o sus oscilaciones respecto del binominal). Es
curioso, pero ella misma se convirtió en el fin de su acción, asumiendo un
personalismo que responde a los códigos del espectáculo. Dicho de otro modo, se
convirtió en celebridad y empezó a jugar otro juego, que de política tiene muy
poco.
Uno puede preguntarse por las consecuencias de
ese cambio. No se trata de negar la legítima búsqueda del poder, pero la
política también debe nutrirse de otras dimensiones, sin las cuales el mismo
poder se vuelve estéril. Se ha dicho, con razón, que la actitud de la candidata
daña la calidad de nuestra deliberación pública. Pero el problema es más
profundo: Michelle Bachelet no parece percibir que para conducir el proceso que
se avecina va a necesitar dosis muy elevadas de política, y que la
despolitización que tanto le acomoda hoy, la va a perjudicar mañana. Si
queremos avanzar en reformas sustantivas, es hora de hacer política en serio y
dejar atrás los programas vagos y superficiales; si queremos impulsar cambios,
debemos poner la popularidad al servicio de ellos.
Existe un síntoma especialmente grave de este
fenómeno: el silencio respecto del pasado. La candidata nunca ha ensayado una
explicación verosímil de los motivos de su regreso ni ha elaborado ningún tipo
de discurso que asuma en serio el desafío de hacerse cargo de las dos décadas
de Concertación, pues pretende que su sola persona constituye un motivo
suficiente. Pero, ¿qué quiere consolidar, qué quiere corregir, qué quiere
cambiar? ¿Les atribuye todas las falencias de su coalición a factores
extrínsecos? ¿La Nueva Mayoría ha resuelto sus dificultades? La historia de un
país responde a una narrativa que nunca puede escribirse dándole la espalda al
pasado. Este es uno de los silencios más intrigantes de Michelle Bachelet.
“Tras el demagogo, había un estadista”, decía
Mario Góngora recordando a Arturo Alessandri, quien regresó al poder con una
reflexión a cuestas y con objetivos políticos articulados. En ausencia de esos
factores, todo regreso está condenado a ser más propio de la farándula que de
la política.
Juridicidad burlada.
El 20 de octubre de 2011, un grupo de personas
protagonizó una toma violenta de una de las salas del ex Congreso Nacional,
donde se encontraba sesionando la Comisión mixta del Senado y de la Cámara de
Diputados que analizaba el presupuesto 2012. Tras la llegada del Ministro de
Educación, apareció un grupo de personas gritando “esto es territorio de
todos”, para luego arremeter violentamente contra las puertas cerradas hasta
que ellas cedieron. Una vez en el interior de la sala, procedieron a insultar a
algunos Parlamentarios y autoridades, a vociferar y a provocar tal desorden,
que la comisión mixta quedó impedida de sesionar. El Presidente del Senado de
esa época, Guido Girardi, se negó a ordenar el desalojo por medio de la fuerza
pública y la toma se prolongó por alrededor de 10 horas. La principal demanda
de los participantes en esta toma se plasmaba en una gran pancarta con la frase
“Plebiscito ahora”.
Desórdenes de esta especie son hechos que
revisten caracteres de delito de acuerdo con el Código Penal chileno y pueden
ser castigados con pena de reclusión de hasta 540 días, o hasta de cinco años
si se han proferido amenazas contra un Parlamentario o un Ministro en ejercicio
de su cargo. En consecuencia, la Ley obliga a la Fiscalía a investigar estos
hechos y a perseguirlos penalmente. Sin embargo, tras dos años de
“investigación” en una causa en que los hechos se encuentran disponibles en
grabaciones de video, el Fiscal adjunto Víctor Vidal estableció como condición
para una suspensión condicional del procedimiento la realización de activismo a
favor de la misma consigna que expresamente había motivado la toma; esto es,
realizar acciones al apoyo al movimiento “Marca tu voto” (con las letras AC, es
decir, Asamblea Constituyente), que busca imponer por vía plebiscitaria una
nueva Constitución. El Juez de turno, basándose en consideraciones políticas
que expresaban su inequívoca simpatía por la condición propuesta, la aprobó sin
perder la ocasión de añadir que ella sería “completamente coherente con el
proceso histórico que viene viviendo el país” —a todas luces, un explícito
pronunciamiento político, y no Jurídico—. Ni el Tribunal ni la Fiscalía
repararon —o no quisieron reparar— en el carácter controvertible de la campaña
promovida por el citado movimiento, que pretende exigir del Servicio Electoral
la interpretación y contabilización de marcas “AC” en las cédulas electorales,
que carecen de todo sentido conforme a la Ley.
Al desconocimiento de la normativa electoral —o
a su antojadiza interpretación—, la Fiscalía y el Juez de turno añadieron lo
que no puede sino considerarse como una grave falta de criterio, así como la
infracción del principio de que a los Magistrados —como a Militares y Fiscales
del Ministerio Público— les está vedado en cuanto tales el emitir
pronunciamientos políticos, lo que en este caso fue infringido de modo
flagrante.
Y aunque la Ley acepta que las condiciones para
suspender el procedimiento puedan ser muy variadas, aparece como una burla a
las instituciones y un grave riesgo para ellas —como lo ha destacado el Presidente
del Senado, Jorge Pizarro— y para las personas afectadas el hecho burdamente
paradójico de que quienes protagonizaron una serie de actos de violencia
resulten ahora arbitrariamente favorecidos. Esta clase de actuaciones muestra
una grave fragilidad del sistema —en este caso, de la reforma procesal penal—,
que no puede descansar simplemente en las reglas, sino que además necesita
personas idóneas e independientes para hacerlas funcionar.
Confianza en la Justicia.
El centro de estudios Libertad y Desarrollo ha
dado a conocer los resultados de una encuesta sobre “confianza en la Justicia”,
realizada telefónicamente el 30 de septiembre pasado, sobre una muestra de 756
casos. Los resultados indican que el 80% de los encuestados califica al sistema
de Justicia chileno como “poco o nada confiable”, mientras el 87% considera que
en Chile “los Jueces favorecen a ciertos grupos más que a otros”. Ambas cifras
son congruentes con las de la encuesta aplicada el año pasado. Al mismo tiempo,
el 61% de los encuestados declara que recurriría a la Justicia si se viese
envuelto en un conflicto con otra persona, aunque solo 40% estima que el
criterio más importante al evaluar el desempeño de un Juez es el apego de sus
decisiones a la Ley.
Lo más interesante —y, al mismo tiempo,
preocupante— de una encuesta como esta parecen ser, sin embargo, su enfoque y
perspectiva. Por la clase de preguntas planteadas, el sondeo sería una especie
de encuesta de “satisfacción del consumidor” de prestaciones de Justicia. El
citado centro de estudios tiene derecho a hacerlo, y escruta con eso un sentir
ciudadano poco investigado. Y no cabe duda de que los procesos de adjudicación
que tienen lugar en los Tribunales pueden observarse desde tal perspectiva. No
obstante, es inevitable preguntarse qué visión de la Justicia se promueve al
hacerlo. Al parecer, la intención es medir si la ciudadanía estima que los Jueces
resuelvan con estricto apego a las Leyes que los ciudadanos democráticamente se
han dado, o si, por el contrario, piensa que para los juzgadores lo importante
no son las Leyes, sino aquello que es percibido —o se estima que es percibido—
por la opinión pública como políticamente correcto en el momento en que se da o
se dará a conocer la decisión Judicial. Pero el riesgo —seguramente no querido—
es que, al menos en ciertos grupos de Magistrados, una respuesta sostenidamente
mayoritaria en favor de la segunda opción produzca el efecto perverso de
fomentar una visión que no solo invite a los Jueces a imponer sus propias
convicciones personales sobre lo que es justo —activismo Judicial—, sino
incluso a ajustar sus decisiones a los movimientos de la opinión pública
—populismo judicial—. Lo ratificado judicialmente en el caso de los imputados
por la toma del Senado —que requiere análisis separado— es un indicio alarmante
de esto.
Por fortuna, muchos Jueces están en cierto modo
habituados a esta clase de presión difusa de la opinión pública, y no es raro
escuchar de ellos mismos o de personas cercanas a ellos que si no tuvieran la
capacidad de resistir esa presión ambiental, ni siquiera estarían en
condiciones de desempeñarse como Jueces. Existe una sutil pero enorme
diferencia entre la conciencia que todo Juez debe tener sobre la realidad
social en la cual se aplican las Leyes, y la función no jurisdiccional, sino
política, de ignorar o acomodar la Ley cuando ella no dice lo que el público al
que el Juez se dirige quisiera escuchar. La mantención y respeto de esta
diferencia es tan determinante para la vigencia del Estado de Derecho, que la
sociedad puede y debe exigir a los Jueces la máxima diligencia al momento de
discernir si aquello que están resolviendo corresponde exactamente a la
decisión democrática plasmada en la Ley aplicable al caso. Si no fuera así,
aunque la decisión satisfaga sus propias preferencias y garantice óptimos
resultados en las encuestas de percepción, carecería de legitimidad.
Derrota en postulación a Panamericanos.
Contra todos los pronósticos positivos
adelantados por la delegación nacional, el viernes, Chile fue ampliamente
derrotado en la selección realizada en Toronto, para definir la ciudad sede de
los Juegos Panamericanos de 2019. Con sólo nueve votos, muy por debajo de los
31 obtenidos por Lima (que se quedó con la organización), Santiago compartió el
segundo lugar con la localidad Argentina de La Punta.
Las altas expectativas que generaron quienes
encabezaron este proceso -dando por seguro un resultado favorable- y la natural
frustración provocada tras la derrota, dejan algunas lecciones que deben ser
recogidas para eventuales postulaciones futuras a distintos certámenes
deportivos. La votación puso en evidencia que para obtener este tipo de
nominaciones no es suficiente presentar una propuesta onerosa en términos de
inversión (el plan de Chile contemplaba montos por US$ 658 millones, algo menor
a la iniciativa peruana) ni tampoco desplegar un lobby previo con las otras
delegaciones. También parecen primar de manera importante los incentivos
económicos que se ofrecen a los países participantes. De hecho, Perú propuso
repartir un porcentaje de los derechos televisivos del evento deportivo.
Al
momento de proyectar un resultado optimista, la delegación nacional no aquilató
bien esos factores adicionales, llevándola a una falsa ilusión de triunfo.
Porque de haber tenido un mejor diagnóstico de lo contundente que sería la
votación en favor de Perú, lo más conveniente hubiese sido que la delegación
chilena retirara la candidatura antes de aparecer con semejante diferencia.
Tras la derrota, el Subsecretario del Deportes ha señalado que se debe ir por
los Panamericanos del 2023. No obstante, lo ocurrido en Toronto aconseja no
hacer anuncios ni adoptar decisiones de forma apresurada. Por ahora, lo más
oportuno es concentrarse en organizar adecuadamente los certámenes más
inmediatos, como son los Juegos Odesur de 2014 y Copa América de 2015.
El valor de las donaciones privadas.
Numerosas organizaciones sociales han venido
solicitando la aprobación de una Ley Única de Donaciones, que unifique las
distintas normativas hoy vigentes en esta materia. Entre otros, se solicita su
simplificación y el establecimiento de un límite único de donaciones que
resuelva la actual divergencia de topes para donar. Asimismo, se recalca la
necesidad de establecer un tope anual conocido, ya que las empresas actualmente
desconocen durante gran parte del año cuál será él, pues depende de su renta
líquida imponible al término del año.
Son aspectos importantes, atendibles y
necesarios para incrementar las donaciones en nuestro país. Este año se
aprobaron perfeccionamientos en diversos aspectos de la actual Legislación,
reduciendo restricciones innecesarias y simplificando procedimientos, pero sin
abordar a cabalidad los aspectos mencionados. La Legislación actual es compleja
y a varios respectos anticuada. Más de 90 normativas Legales regulan los
beneficios tributarios de empresas y personas naturales donantes, y las
características de los donatarios. Entre otros factores, eso explica que las
tasas de donaciones sean bajas en Chile —apenas el 0,04% del PIB— en
comparación con los países desarrollados.
Es necesario ampliar el monto límite de
donación y las áreas en que puedan ellas efectuarse. Se requiere un sistema
simple, de fácil tramitación y que a la vez impida abusos contra el patrimonio Fiscal.
Para eso se debería establecer un nuevo estándar de transparencia para las
donaciones con beneficio tributario, de modo que pueda fiscalizarse debidamente
el uso efectivo de las donaciones. Eso reduciría la suspicacia histórica
—entendible— de las autoridades económicas y también de ciertos sectores que no
miran con simpatía la opción de las donaciones particulares. Cabe suponer que
la evidencia mundial irá imponiendo paulatinamente un cambio de mentalidad,
tanto en las autoridades como en la población, y un perfeccionamiento en la
normativa puede contribuir a ello.
También debe eliminarse todo resabio de que una
parte de lo que done un privado vaya a un fondo común que administre el Estado,
porque eso desalienta al donante: este normalmente desea apoyar a una causa o
institución específica, y no está dispuesto a que su aporte vaya parcialmente a
otros propósitos, que pueden incluso ser muy distintos de los suyos, o aun
opuestos, por voluntad de instancias en las que, inevitablemente, puede
sospechar que incida la voluntad del Gobierno de turno, aunque revistan las formas
de entes colegiados técnicos y transversales.
La experiencia mundial muestra que con una Legislación
adecuada, el incentivo tributario a las donaciones privadas puede ser una
eficaz herramienta para complementar y fortalecer las políticas públicas, en
beneficio de toda la sociedad.
Improvisación constante en cambios a la PSU.
La controversia que se ha generado a raíz de
los numerosos cambios anunciados por el Consejo de Rectores (Cruch) al proceso
de admisión universitaria 2014 -relacionados con el aumento de ponderación del
ranking de notas y la introducción del segundo decimal en las notas de
enseñanza media, entre varios otros-, constituye otra evidencia de la
improvisación con que se ha tratado este tema, con una nueva y abrupta
alteración en las reglas del juego para quienes deben rendir la PSU a fin de
año. Por ello, sería conveniente no insistir y esperar a que exista más
sustento empírico que justifique los cambios y dar tiempo a los alumnos para
prepararse. Lamentablemente, este tipo de polémicas impide una discusión sobre
la necesidad de contar con un sistema de admisión que supere las deficiencias
que se han detectado en la PSU y el rol que deben desempeñar las universidades
en la sociedad.
En el proceso de admisión 2013 debutó el llamado
ranking de notas -que busca bonificar con mayor puntaje a los alumnos de mejor
rendimiento académico- y, sin que sus beneficios hayan sido del todo
demostrados, el Consejo de Rectores decidió ampliar este año su ponderación,
que inicialmente era 10% y ahora podría llegar a representar hasta el 40% del
puntaje final. Inesperadamente, el Cruch resolvió, asimismo, incorporar un
segundo decimal en las notas de enseñanza media (NEM), que podría provocar
fuertes diferencias entre postulantes que antes de dicho anuncio contaban con
idéntico puntaje. El Instituto Nacional ha anunciado que recurrirá a Tribunales
para detener la aplicación de esta medida -es posible que otros
establecimientos sigan estos pasos-, mientras que se han conocido antecedentes
de que algunos colegios bonificarán las calificaciones de sus alumnos para que
no se vean perjudicados por estos cambios en la ponderación de notas. Todo ello
es el resultado de la implementación de políticas apresuradas y que,
ciertamente, agregan una fuerte cuota de incertidumbre adicional sobre el
alumnado que está pronto a rendir la PSU.
Hay coincidencia entre los expertos de que la
Prueba de Selección Universitaria no ha logrado los objetivos que se buscaron
cuando se introdujo en reemplazo de la Prueba de Aptitud Académica, hace ya una
década. Entonces se criticaba muy fuertemente la PAA, por ser un instrumento
que discriminaba por nivel socioeconómico y que se limitaba a medir aptitudes,
pero no conocimientos. La PSU no ha hecho sino profundizar esas distorsiones,
con el agravante de que con los múltiples cambios de que está siendo objeto se
pierda aún más su capacidad de seleccionar conforme a criterios de excelencia
académica. Es conveniente que el proceso de selección a la educación superior
se apoye en una prueba estandarizada, porque ello entrega garantías a todos los
partícipes, pero es indispensable que dicho instrumento cuente con reglas
estables y sin improvisación.
Detrás de los cambios que se han introducido a
la PSU subyace una declarada intención
por corregir los problemas de mala formación académica que presenta el sistema
escolar, facilitando el ingreso a la educación superior a estudiantes
vulnerables o con ciertas desventajas respecto de aquellos provenientes de la
educación particular pagada. Esas diferencias deben ser corregidas mediante
políticas que apunten a mejorar la calidad de la educación escolar, y no
corresponde traspasar esa responsabilidad a las universidades, cuya misión
fundamental es asegurar la excelencia académica, lo que en sí mismo constituye
un significativo aporte al progreso del país.
El drama de la inmigración en Europa.
En pocos días la pequeña isla italiana de
Lampedusa, cercana a la costa de Africa, fue escenario de dos de los numerosos
naufragios en que perecen muchos de quienes intentan huir a Europa de la
miseria y los conflictos de sus países de origen, sumando más de 300 muertos en
ambas ocasiones. Tales noticias causaron gran impacto mediático al unirse a la
saturación de refugiados en esa isla que es vista como puerta de entrada a una
vida mejor, con llamados humanitarios de la Alcaldesa del lugar y del Papa
Francisco. La Armada italiana, por su parte, aumentará el patrullaje en el
Mediterráneo para impedir en lo posible el tráfico de inmigrantes que se hace
allí en condiciones subhumanas. Sin contar los muertos, en este año sólo las
islas de Malta y Lampedusa han recibido a 32.000 personas.
El problema, sin embargo, es inmensamente
mayor. La afluencia hacia las naciones desarrolladas de Europa proviene no sólo
de Africa sino también del Medio Oriente y aun de los propios países europeos
del Este, como Hungría y ciertas zonas de los Balcanes. Los casos abundan. En
Rusia, acaban de ser detenidos 1.200 inmigrantes del Cáucaso, a raíz de
diversos incidentes debidos a que la población rechaza la llegada de quienes
vienen de regiones que fueron antes parte de la URSS. En Francia, lugar
tradicionalmente privilegiado para los extranjeros, el Gobierno socialista de
Hollande enfrenta críticas por la deportación de una estudiante kosovar y su
familia por ser gitanos.
No se trata sólo de los venidos desde fuera de
Europa, sino también de migraciones internas en el Mercado Común hacia los
países más prósperos recargando su presupuesto social, que se han duplicado en
la última década. Ambas corrientes están fomentando una fuerte reacción
xenófoba. También en Francia, el triunfo electoral de un miembro del extremista
Frente Nacional en un pueblo del sur trae el temor a que la tendencia se
generalice, y algunos creen que el gesto de Hollande pretende atraer al
electorado que pide dureza. El propio Presidente del Consejo Europeo reconoció
este lunes el peligro de que en la elección comunitaria de mayo los partidos
“eurófobos” de los diversos países capitalicen este descontento produciendo un
quiebre de imprevisibles consecuencias.
Así, el drama humanitario posee además un
riesgo político. El ideal sería mejorar la situación económica interna de las
naciones de origen, para frenar la emigración, pero en su mayoría viven
enfrentamientos muy graves, como Libia, Egipto o Siria, o son dictaduras
corruptas, donde la ayuda exterior se pierde. Tampoco es posible abrir sin
límites las compuertas a la marea hoy sobre todo africana, pero que se extiende
a otras latitudes, lo que crearía una crisis insoluble. El desafío está en
armonizar equilibradamente los derechos de todos, algo cercano a la cuadratura
del círculo, o a lo menos evitar los peores abusos y establecer canales
adecuados para una inmigración que alivie la actual necesidad sin dañar
gravemente la economía europea, ya bastante débil en un extenso sector, y
—quizás lo más importante— refuerce la antigua cultura de acogida de un
continente que históricamente ha formado su civilización gracias a sucesivas
migraciones, desechando la tentación xenófoba.
Correspondencia destacada.
Señor Director:
Fallo por toma del Congreso.
La próxima vez que cometa una infracción grave
al conducir, y me toque hablar con el Juez, le voy a solicitar como medida
alternativa que me permita enseñarles a los jóvenes cómo manejar sobre 200
kilómetros por hora en Costanera Norte.
Alejandro Cifuentes C-M.
Señor Director:
Visita de Dwight Eisenhower.
El 14 de octubre, La Tercera publicó un interesante
artículo relacionado con las diversas actividades cumplidas por el General y
Presidente de los Estados Unidos Dwight Eisenhower, quien en su vida militar
intervino en diversos conflictos bélicos en algunos continentes y culminó su
existencia como Presidente de los EE.UU.
Me extrañó, no obstante, que se haya omitido su
visita en 1960 a nuestro país en calidad de Mandatario de la nación del norte.
Luego de haber cumplido sus obligaciones
protocolares en La Moneda, el Mandatario estadounidense se trasladó a la
Escuela de Carabineros, donde en calidad de “centinela” de la puerta de acceso
al plantel me correspondió rendirle honores. Le presenté armas y él cortésmente
descendió del automóvil, realizando el saludo militar protocolar.
La ceremonia fue filmada por el Noticiario
Emelco en aquellos años y fue difundida en los cines del país. Este anecdótico
recuerdo lo guardo ahora como un oficial Jefe en situación de retiro de la
institución.
Benito Iturra Zambrano.
Señor Director:
Asamblea constituyente.
Me parece curiosa la lógica de don Alfredo
Joignant (14 de octubre), con la que pretende desvirtuar la posición del Constitucionalista
Raúl Bertelsen. En efecto, para demostrar lo que supone “la naturaleza inicua e
injusta” de la actual Constitución, plantea algunas preguntas que inducen a la
respuesta que él busca. Y, si he entendido bien, su conclusión es que la
legitimidad de una Constitución exigiría que todos estuviéramos dispuestos a
morir por ella, pues “sólo así podríamos experimentarla como propia”. Este
milagro se alcanzaría mediante una asamblea constituyente. En todo esto percibo
el eco de la consigna “revolución, patria o muerte”, que se escucha en otras
latitudes.
Miguel A. Vergara Villalobos.
Téngase presente.
Los desmanes provocados
por algunos alienados en las celebraciones de la clasificación de Chile a
Brasil 2014 nos obligan a recordar que la Justicia no está funcionando desde
que la concertación, actual nueva mayoría, rebajó penalidades, quitó
atribuciones a las policías y transformó la Ley en “garantista” para los
delincuentes.
Pueblos bien
informados
difícilmente
son engañados.