Caricatura que nos muestra la triste realidad
chilena, atacada ferozmente por la
delincuencia,
con anuencia de Gobiernos, Leyes y Tribunales
permisivos.
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DOCUMENTAL
“PINOCHET”
Para
este helado fin de semana, en el que además, según los pronósticos
lloverá. Les sugerimos ver el documental “Pinochet”, que sin
duda ayudará a muchos a conocer la realidad de los sucesos de
nuestra historia reciente y a entender las motivaciones de una época
de convulsiones que no fue provocada precisamente por los
Uniformados.
Curiosamente
este film también nos señalará el porqué de las reacciones
desesperadas de violencia de algunos sectores, que han falseado los
acontecimientos, pues de emerger completamente la verdad perderán el
poder político y los beneficios económicos que han obtenido
engañando a nuestros pueblo, especialmente a la Juventud.
No
somos nostálgicos del Gobierno Militar, pero consideramos que la
monstruosa falsificación de los hechos nos arriesga a perder la
democracia que nos legaron, además, por cierto de poner el riesgo la
continuidad de un proceso que sacó a Chile de la miseria y lo
proyectó a estadios de desarrollo en los que jamás soñamos estar.
Si
tuviésemos un Gobierno que no estuviese manejado por la visión
falsaria de las izquierdas seguramente este material sería incluido
en los currículos educacionales como un seguro para que no volvamos
a repetir una historia que los chilenos hemos pagado con tanto dolor,
y podamos llegar a la necesaria reconciliación.
Sin
pretensión de influir en nadie, esperamos que después de verlo cada
uno saque sus propias conclusiones y realice un análisis propio de
lo que pasó desde el Gobierno de Frei padre, pasando por la maldita
experiencia de la unidad popular, hasta el fin del Gobierno de
Pinochet, les dejamos con la obra del director chileno Ignacio
Zegers:
TEMAS
PARA MEDITAR
Economía
chilena, resistiendo en buen pie.
Los
últimos meses han sido inquietantes para la economía mundial, y si
bien hasta el momento no se ha desatado una nueva gran crisis como la
de 2008, gran parte de los países nunca logró salir de ella. En el
duro trance del euro, hoy las miradas están puestas en Grecia y
España, pero los problemas parecen no circunscribirse a ellas y
amagan también a Italia. A ese complejo escenario se suma una
preocupación creciente por el futuro de la economía china, en tanto
que permanecen las interrogantes sobre la real recuperación de la
economía de Estados Unidos.
En
semejante cuadro, la economía chilena ha continuado mostrándose en
buena forma. La actividad interna muestra una ralentización de sus
índices (el último Imacec fue de 4,8 por ciento), pero por ahora no
se observan desequilibrios ni debilidades importantes, sino más bien
una desaceleración moderada.
De
paso, este crecimiento menor ha despejado el fantasma del
sobrecalentamiento, que fue incipientemente discutido hacia fines del
año pasado.
Eso
se ha visto refrendado por el IPC de mayo, que no registró
variación. Lo más significativo es que en abril se marcó un
quiebre en la tendencia alcista de los precios de alimentos, en línea
con lo que está ocurriendo en el mundo.
Por
otra parte, la demanda interna, en especial el consumo, se mantiene
con buen ritmo de crecimiento, aunque este es algo menor al de los
meses anteriores.
Los
riesgos externos han ido en aumento en las últimas semanas, y pese a
que el Banco Central y el Gobierno aún no necesitan aplicar medidas
para enfrentarlos, sí han de estar preparados para hacerlo. Una
crisis mundial mayor sin duda afectaría a nuestro país, tal como
siempre lo ha hecho en el pasado.
Y
si bien el presidente del Banco Central ha calificado como neutral el
sesgo de las tasas, es posible que el instituto emisor deba iniciar
en algunos meses más nuevamente un estímulo monetario, si los
problemas mundiales se agudizaran.
Por
parte del Gobierno, es tema de importancia la flexibilidad laboral
durante crisis económicas, mediante la cual puede operar un sistema
en que el que sea posible trabajar medio tiempo y recibir el 75 por
ciento de remuneración. En caso de que la crisis se agrave, una de
las variables más prioritarias que han de protegerse es el empleo, y
una medida como la propuesta apunta resueltamente en la dirección
correcta.
La
pobreza de las naciones,
por
David Gallagher.
Son
muchos los libros que pretenden seguir el camino de "La riqueza
de las naciones" de Adam Smith, en su intento de descubrir qué
es lo que hace que un país sea exitoso. El más reciente es "
Why Nations Fail " ("Por qué fracasan las naciones"),
una inmensa obra de Daron Acemoglu (economista) y James A. Robinson
(politólogo), publicada hace poco en Estados Unidos. La tesis del
libro fue adelantada por Acemoglu cuando vino al CEP hace un par de
años. Básicamente, es que los países exitosos son aquellos que
tienen instituciones sólidas que además son "inclusivas":
los ciudadanos tienen igualdad de acceso a ellas, y nadie es
excluido. En cambio, los países que fracasan son los que tienen
instituciones débiles o, peor, "extractivas", diseñadas
por una élite para "extraerles" renta a los demás.
Acemoglu
y Robinson rechazan toda teoría anterior que haya pretendido
explicar el éxito de un país, y lo hacen aportando incontables
"datos históricos". Éstos los reúnen con el aplomo de
científicos sociales que no se sienten limitados por las pedestres
disciplinas del historiador. Los autores se pasean con desparpajo por
la historia del mundo, desde la edad del hielo hasta ahora, saltando
sin pudor de la revolución industrial al imperio Ming, o del imperio
romano al surgimiento de la Mesopotamia. Así nos van "demostrando"
que el éxito de un país no tiene nada que ver con cultura,
religión, geografía, clima o etnia. Ni siquiera con "buenas
ideas". Algunos economistas parecen creer, según ellos, que a
los países les va a ir bien si se les da a sus gobernantes buenas
ideas económicas, como si éstos no supieran leer y no fueran
capaces de descubrirlas ellos mismos en la copiosa literatura que
existe. Acemoglu y Robinson alegan, plausiblemente, que recetas como
las del "consenso de Washington" no funcionaron en muchos
países porque sus élites no querían que funcionaran: temían que
mercados abiertos a la competencia, y por tanto a la "creación
destructiva", iban a terminar destruyendo su poder "extractivo".
Los
viajes vertiginosos de Acemoglu y Robinson a través del tiempo y el
espacio son muy entretenidos. Los dos se parecen a aquellos
novelistas que usan la historia como fuente de inspiración, sin
tener que detenerse en hechos que no son interesantes o funcionales a
su tesis. A veces, en sus arrebatos de entusiasmo, se tropiezan. Por
ejemplo hablan a menudo de "ley británica" cuando quieren
decir "ley inglesa", y para rebatir la tesis, sin duda
dudosa, de que es la cultura inglesa la que explica el éxito de
países como Estados Unidos o Australia, nos recuerdan que "Sierra
Leona y Nigeria también fueron colonias inglesas". Cierto, pero
la diferencia es que Estados Unidos y Australia fueron no sólo
gobernados, sino masivamente poblados por ingleses.
Si
fueran historiadores, Acemoglu y Robinson estarían más abiertos a
la idea de que el éxito de un país no depende de un solo factor,
sino de varios que se dan en combinación. Es raro, aunque común
entre economistas, ese afán de que sea sólo uno. Con todo, el libro
es una elocuente vindicación de la igualdad de oportunidades, tan
necesaria en cualquier país, no sólo porque optimiza los recursos
humanos y reduce las tensiones sociales, como dicen los autores, sino
porque su existencia es un imperativo moral.
Me
quedé pensando en cuáles instituciones chilenas son "inclusivas"
y cuáles son "extractivas". Tenemos una economía de
mercado relativamente inclusiva, pero nuestro sistema educacional no
lo es. Tampoco lo es nuestro sistema centralista de organización
territorial. Tal vez no sea casual, entonces, que las protestas de
estos años vengan de los estudiantes y de las regiones.
Apertura
del litio a la inversión privada.
El
Gobierno ha decidido llamar a licitación internacional para celebrar
contratos especiales de operación de yacimientos de litio. Este
mineral -del que Chile posee reservas significativas- enfrenta una
creciente demanda por la importancia que ha adquirido en la industria
farmacéutica y de acumulación de energía (baterías). La modalidad
permitiría entregar en exploración, explotación y beneficio en
cualquier parte del territorio determinados sectores por 20 años, en
los que se podrían extraer hasta cien mil toneladas, por lo que el
Estado cobraría un monto de $ 2.500 millones por la asignación y un
7% de las ventas brutas.
Si
bien lo ideal sería someter el litio al régimen general de la
minería, declarándolo concesible, lo cierto es que la determinación
del gobierno muestra al menos la voluntad de avanzar en el
aprovechamiento de una riqueza en que el país tiene ventajas y no
explota plenamente, en la medida que, inexplicablemente, no es
legalmente posible que se desarrolle actividad privada en torno a
ella, como ocurre en otros recursos mineros. Invocar un supuesto
carácter estratégico -incluso su importancia en el ámbito nuclear
ha decaído- para que su explotación quede reservada al Estado
carece de sentido, como en su momento se sostuvo respecto del cobre y
cuya posterior apertura a la actividad privada dio origen a un
acelerado crecimiento del sector, que ha generado enormes beneficios
para el país y a su desarrollo económico. El Fisco, por su parte,
no debe distraer recursos realizando inversiones que pueden ser
materializadas por el sector privado y que tiene mejores aptitudes de
gestión empresarial que aquel.
La
Constitución encomendó a la ley orgánica constitucional minera la
determinación de qué minerales serían concesibles, aparte de
definir directamente que no lo podrían ser los hidrocarburos
líquidos y gaseosos y los que están situados en aguas marítimas
nacionales. Dicha ley declaró como no concesible al litio, lo que
constitucionalmente significa que el Estado se reserva para sí la
explotación, sea directamente o a través de concesiones
administrativas -que no otorgan garantía sólida al inversionista- o
contratos especiales de operación, que obligan a indemnizar si se
revocan anticipadamente. No existe una razón de fondo que justifique
que el litio no pueda ser concesible, pero intentar hoy revertir esta
declaración requeriría una ley de quórum de 4/7 de los miembros en
ejercicio del Congreso. Esta dificultad explica que el Presidente
recurra a la atribución que directamente le entrega la Constitución
de celebrar contratos de operación, para lo cual se llamará a
licitación, a fin de que ponga en marcha una actividad que no debe
seguir siendo postergada. Las riquezas tienen que ser explotadas
cuanto antes, entre otras razones, por el riesgo de que su utilidad
pueda desaparecer ante cambios tecnológicos.
La
licitación prevé el cobro de una regalía por el Estado como
titular del recurso -en este caso no se aplica el tributo específico
a las rentas mineras (“royalty”), que se refiere a la explotación
de los minerales concesibles-, y sin perjuicio de cobrar los
impuestos generales a la renta, todo lo cual asegura importantes
ingresos al Fisco. Se ha dicho que ese cargo será de un 7% fijo,
pero entonces no queda claro sobre qué base se resolverá la
licitación, que tendría que hacerse en favor de aquel que ofrezca
el mayor beneficio económico para el Estado.
"Salve"
Italia,
por
Tamara Avetikian.
Salve",
se saludan en Italia. "Que estés bien". Parece un
sortilegio para espantar los malos augurios. Siempre optimistas, casi
hasta la exageración, por estos días los italianos se ven abatidos.
Abrumados por el peso de la debacle económica que los tiene luchando
contra la recesión. En esta crisis, la tradicional dolce vita ha
sido reemplazada por una austeridad que en la península no es bien
acogida.
Con
una deuda pública que supera al PIB, un crecimiento negativo y una
cesantía en alza, los empleados tienen miedo a perder sus trabajos,
los empresarios luchan para salvar sus negocios y todos deben
ahorrar. Eso se nota en las calles y el comercio. En las típicas
tavole calde y trattorie la clientela no falta, pero consume menos.
En las tiendas, con menos compradores que los habituales, no es raro
ver ofertas y precios rebajados.
La
economía maltrecha no es lo único que ha golpeado por estos días
el ánimo de los italianos. El terremoto de Emilia Romagna, una zona
donde no hubo actividad sísmica en siglos, tiene a 16 mil personas
durmiendo en refugios y carpas, aterradas por las réplicas; dejó 26
muertos y decenas de edificios patrimoniales destruidos.
En
el ámbito político, después del desprestigiado Silvio Berlusconi,
dicen que Mario Monti, el tecnócrata que debía salvarlos, tampoco
ha estado a la altura. Desde un lado lo critican por no enfrentar los
intereses creados (de funcionarios públicos, sindicatos o
empresarios) y ser incapaz de aplicar las medidas que necesita con
urgencia la economía italiana para ser más competitiva y lograr el
esquivo crecimiento (apenas 0,75 por ciento promedio en los últimos
15 años) que podría sacarlos del hoyo financiero. Desde el otro,
por pedir sacrificios a quienes menos tienen.
Los
italianos católicos están golpeados también por las filtraciones
en el Vaticano, los VatiLeaks, que según el vocero del Papa no son
una amenaza, sino un "chantaje".
Y
como si todo esto fuera poco, el fútbol, el gran refugio de las
masas populares y de parte de la élite, ha dado un espectáculo
lamentable con el Calcioscomesse, el escándalo de apuestas ilegales
y compra y venta de partidos. La corrupción no es novedad en Italia,
y tampoco es primera vez que hay "arreglines" en el
resultado de los partidos. Lo nuevo, quizás, es que están
involucrados mafiosos extranjeros y que la intriga se maneje desde
Singapur. Lo doloroso, para muchos, es que estén implicados clubes
importantes y que ídolos de la pelota, como Gianluigi Buffon, "San
Gigi", también cayeran en prácticas prohibidas, como las
apuestas. A tanto llegó esto, que Monti sugirió que se suspendan
las actividades futboleras por dos o tres años.
Se
necesitará, creo, más que el mágico saludo " salve "
para que los italianos salgan a flote, recuperen la confianza en sí
mismos y la alegría para vivir la dolce vita otra vez.
UNA
CARTA PARA PENSAR
Señor
Director:
Registro
nacional de pedófilos.
Hacer
un país más seguro para los niños es tarea de todos los
ciudadanos, en especial de quienes somos padres. Pero también, qué
duda cabe, es un deber del Estado.
Con
la promulgación de la ley que crea el registro de agresores sexuales
contra menores de edad se ha avanzado en la entrega a la ciudadanía
de una herramienta potente para la defensa de los menores y el
desincentivo de estos crímenes.
En
muchas agresiones sexuales contra menores, los pedófilos al cumplir
su pena recuperan su libertad, constituyéndose en un riesgo cierto
para los niños y adolescentes. Es por ello que el acceso de la
ciudadanía al mencionado registro permitirá a los padres,
guardadores e incluso autoridades estar alertas frente a este peligro
latente, contribuyendo al desincentivo de las acciones
delictuales de los potenciales perpetradores que, por su esencia y
naturaleza, son de difícil rehabilitación.
Es
destacable la ampliación del catálogo de delitos que lleva
aparejada esta nueva legislación: no sólo incluirá a los autores
de violación, estupro o abusos sexuales, sino que también a los que
cometan robos o sustracción de menores con violación o los autores
del delito de violación con homicidio.
Estamos
ciertos que esta iniciativa se transformará en una medida efectiva
de prevención y seguridad en beneficio de los niños de nuestro
país. Esperamos que las próximas acciones legislativas estén
orientadas a impedir la eliminación de antecedentes penales de
personas condenadas por agresiones sexuales contra menores, lo que
hoy permite que individuos condenados por estos crímenes eliminen
sus antecedentes penales y ante nuevos delitos aleguen como atenuante
su irreprochable conducta anterior.
Alejandro
Espinoza, Director Fundación Amparo y Justicia.
N
de la R: Los
artículos de esta edición fueron tomados de medios de circulación
nacional por considerar que los temas tratados deben ser incluidos
necesariamente en la discusión de las ideas.
Pueblos
bien informados
dificilmente
son engañados.