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NACIONALES
El
Gobierno y los empresarios
Ha
sido una semana dominada por el tema internacional, en que el
Gobierno se anotó éxitos como el resultado en la OEA, donde la
abrumadora mayoría del continente descartó multilateralizar la
demanda marítima boliviana, o (pese a la insólita actitud de
Ollanta Humala) la concreción de la cumbre en Paranal. También la
encuesta Adimark trajo buenas noticias al Presidente Piñera (subió
su evaluación en 7 puntos) y el clima político insinúa una
mejoría, a medida que siguen los tanteos entre el titular del Senado
y el oficialismo.
Pero
además estos días han visto —a raíz, primero, de la decisión de
Colbún de plantear el virtual «congelamiento» de HidroAysén, y,
luego, de los duros juicios del propietario de Agrosuper por el caso
Freirina— cómo se explicitan críticas visiones empresariales
sobre la situación del país y el papel que el Gobierno está
cumpliendo. Se trata de inquietudes arrastradas desde hace tiempo y
que ahora han irrumpido en la discusión pública. La propia decisión
de Piñera de reunirse hoy con los principales empresarios del sector
eléctrico es de alguna forma una respuesta frente al tema y una
señal de que en Palacio se empieza a recibir el mensaje.
El
diagnóstico. Quienes conocen los
ánimos prevalecientes entre los privados advierten la incidencia de
factores diversos. Por una parte, los problemas específicos de cada
sector, pero también la constatación de diagnósticos comunes,
resumidos en la dificultad para sacar adelante nuevas iniciativas,
que atribuyen tanto a su frecuente judicialización como a pesadas
trabas burocráticas. Ello, en un ambiente-país de alta irritación,
donde la protesta callejera y el recurso a la vía de los hechos para
oponerse a cualquier proyecto con algún viso de polémica se vuelven
recurrentes. En ese escenario —se quejan algunos—, las
autoridades, a todo nivel, han tendido a paralizarse y a dilatar, por
temor, las decisiones. El reclamo lo resumen en la demanda de que “se
haga cumplir el Estado de Derecho”; esto es, que se garantice que
aquellas propuestas que se ajustan a la ley puedan desarrollarse sin
problemas y que su concreción no dependa de lo que vaya o no a hacer
un grupo de «piqueteros».
El
cuestionamiento al Gobierno es doble. Por
una parte, se le acusa de la señalada debilidad para tomar
decisiones que puedan ser impopulares y para hacer cumplir la ley; en
este sentido, el episodio Barrancones (cuando una gestión
presidencial echó abajo un proyecto aprobado por la Corema regional)
marcó un hito que no se olvida. Pero también se apunta a la actitud
general asumida por las actuales autoridades, que desde el momento de
llegar al poder buscaron, a través del discurso y de decisiones
específicas (partiendo por el alza de impuestos de 2010), marcar
distancias con el mundo empresarial... el mismo del cual provienen el
Presidente y parte de sus colaboradores. Con ello, se señala, se ha
exacerbado en el país un cierto clima en que el accionar de los
privados aparece identificándose con conceptos como el abuso o la
explotación indiscriminada de recursos naturales, y donde la libre
iniciativa y la idea misma de empresa pierden valoración social.
Esas críticas apuntan en particular a entidades como el Sernac o a
figuras como el ministro Longueira, pero se extienden a muchas otras
instancias, desde el Ministerio de Salud a autoridades regionales, y
hasta tocan el rol jugado por sus propios gremios, donde algunos no
ven una contraparte fuerte que responda a lo que estiman ofensivas
antiempresariales.
¿Hay
base? Los juicios anteriores
ameritan, sin duda, matices importantes. Desde luego, las cifras de
crecimiento dan cuenta de una economía bullente, donde los privados
siguen encontrando espacios para desarrollarse. Por otra parte, la
mayor sensibilidad ciudadana frente al abuso es un desafío para los
propios empresarios en cuanto a mejorar sus prácticas y su
comunicación con la sociedad, pero también una realidad ante la
cual al Gobierno no le cabe sino actuar, tanto por razones de
justicia como de elemental racionalidad política. Dicho eso, también
es efectivo que se ha incurrido en excesos en el discurso y en la
adopción de ciertas medidas —aun siendo un asunto menor, el caso
de la absurda polémica por los estacionamientos en los malls es un
buen ejemplo—, y que en cambio ha habido lentitud e incluso falta
de decisión en temas claves. La valiosa agenda de competitividad, si
bien registra avances importantes, todavía tiene mucho por andar y
aparece relegada frente a iniciativas de mayor impacto popular. De
este modo, si bien no podría afirmarse que éste sea un gobierno sin
principios (su manejo en Educación y su firme defensa de la libertad
de enseñanza lo muestran) o sin sello propio (ahí están el ingreso
ético familiar o el reenfoque de Corfo como agencia jugada por el
emprendimiento), las debilidades apuntadas por los privados sí
tienen una base real.
Posibles
efectos del desencuentro. Podría
pensarse que muy pocos, dadas las buenas cifras económicas aludidas.
Sin embargo, ello también debe ser matizado, y mucho. De partida,
los números que registra el país en estos dos años se explican en
parte por el alto precio del cobre, el impulso de la reconstrucción
o la recuperación post crisis de 2009. Pero junto a ello también —a
juicio de especialistas— han jugado un papel central las
expectativas que generó entre los privados la llegada de la
administración Piñera, con su gran promesa de mejorar la gestión y
soltar las trabas que impedían el desarrollo. En la medida en que
esas expectativas empiezan a aparecer de alguna manera insatisfechas
o frustradas, el impacto en la actividad puede ser importante, máxime
en un escenario internacional marcado por la incertidumbre, y cuando
ya algunas cifras —como el Imacec de abril— sugieren que la
crisis europea ha comenzado a hacer sentir sus efectos. La dura
advertencia que hoy hace el ex ministro de Economía Fontaine, de que
“el camino de deteriorar el clima de negocios a propósito de ganar
puntos en alguna encuesta es pan para hoy y hambre para mañana”,
apunta precisamente a eso. Porque una cosa es no querer ser «el
gobierno de los empresarios» y otra muy distinta empezar a ser
percibido por algunos de ellos como su enemigo.
UNA
MEDITACIÓN PARA EL FIN DE SEMAMA
Las
frágiles libertades.
A
pesar del desarrollo del país, del acceso más universal a la
educación, de la existencia, garantizada por la Constitución y las
Leyes, de libertad de las personas, un grupo, que se dice tolerante y
contrario a la discriminación, demuestra que entre su verba y su
acción hay una distancia sideral.
La
libertad es un elemento frágil, cuándo unos pretenden quitársela a
los otros, sea con legislaciones restrictivas o con actos de matonaje
y violencia, podemos estar casi seguros que en el corto plazo
llegarán al poder e intentarán anular los derechos de toda la
ciudadanía.
A
lo largo de la historia del mundo hemos visto como estos personajes
que vociferan en defensa de los derechos, por cierto solo los de
ellos, cuándo se siente fuertes simplemente abrogan los derechos de
los demás e instauran regímenes feroces en los que se pisotean
todas las libertades de los pueblos.
Quisiéramos
ver a nuestras Autoridades y a toda la clase política clamando por
que se respete el pensamiento de los que piensan distinto,
lamentablemente vemos a un sector que insiste en llenar el país de
odiosidades, amenazas a los que tienen una visión distinta, que a
nada bueno pueden conducir.
Alguien
dijo por allí, “Estoy en desacuerdo con tus ideas, pero defiendo
tu sagrado derecho a expresarlas”, pensamos que este mensaje
es la esencia de la democracia, pues, el día en que lleguemos a
pensar todos igual, que además de ser tedioso, será, sin duda, por
una imposición forzosa.
La
idea de imponer la visión propia a los demás por la fuerza
sencillamente hace retroceder a la humanidad a la época de las
cavernas, donde existía solamente el derecho del más fuerte, o del
más osado o del más poderoso, sin que existiera derecho alguno para
quienes tuvieran una opinión distinta.
Esperamos
no llegar a ver otro momento en que energúmenos esgrimiendo piedras,
palos o armas de fuego como argumentos supremos para dirimir las
diferencias, lleguen a alzarse con el poder, será el momento en que
perdamos la humanidad para llegar a una animalidad total.
Quienes
usan la violencia como argumento político están reconociendo,
implícitamente, que no son capaces de convencer a los demás con
razones y argumentaciones lógicas, su ignorancia, impotencia y
rabia les lleva a una forma de enajenación mesiánica que les lleva
a sentirse con el poder de subyugar a los demás.
Una
de las normas de convivencia más elementales nos sugiere no hacer a
otros lo que no nos gustaría que nos hagan a nosotros, sin duda
alguna a los que hoy reivindican su derecho a la fuerza contra los
que difieren con ellos no les gustaría que por el poderío otros le
intentaran hacer cambiar sus ideas.
UNA
CARTA DE PLENA CONTINGENCIA
Señor
Director:
Documental
sobre Pinochet.
Estos
días me he preguntado por qué las Autoridades nada hacen para
prevenir las revueltas de los extremistas en cada homenaje que no es
de su sector.
Me
parece absurdo que el PC pueda honrar a quien quiera, pero cuando la
gente de otro pensamiento lo hace, no puedan soportarlo. Es
lamentable que nadie haga nada y que los subversivos de siempre vayan
a estos actos simplemente a hacer destrozos. Me parece una falta de
respeto por parte del Gobierno el quedarse sin hacer nada sólo para
no bajar en las encuestas.
En
este caso se trata sólo de un documental del ex General Pinochet que
no tiene la misma mirada populista que acostumbran tener los
reportajes hechos en el país. Para matar la ignorancia hay que
conocer las dos partes.
Nelson
Grez Ibarra.
NOTA
DE LA REDACCIÓN
Por
este fin de semana, y a solo 2 días de la presentación del
documental Pinochet, que consideramos la otra cara de la moneda, les
dejamos con nuestras meditaciones sobre las amenazas contra los que
participen en el evento, una visión de la semana chilena (*),
y una carta muy decidora, en la esperanza de que quienes han
llamado a contramanifestaciones piensen en las implicancias de su
acto y estén dispuestos a asumir la consecuencias de su bárbaro
proceder.
Esperamos
también que las Autoridades nacionales no tengan que cumplir con su
deber de protección a los que pacíficamente quieren conocer la
versión que durante 20 años se ha ocultado por algunos sectores de
nuestra política, que han sacado jugosos dividendos del engaño, ni
tengan que sancionar a quienes quieren impedir que la verdad de los
otros tenga el derecho a aflorar para que podamos llegar a nuestras
propias conclusiones.
Una
cosa que consideramos destacable es el silencio cómplice de parte
importante de la prensa escrita sobre la situación de exclusión que
se pretende contra una parte importante de nuestra sociedad y la
actitud complaciente de algunos medios audiovisuales que han puesto
más leña a la hoguera, es decir, creemos que la prensa, tantas
veces arrogante, en este caso se ha destacado por una cobardía moral
inédita.
Terminaremos
estas palabras con una cita de Voltaire que consideramos atingente al
tema que nos convoca: “El fanatismo es a la superstición lo que el
delirio es a la fiebre, lo que la rabia es a la cólera. El que tiene
éxtasis, visiones, el que toma los sueños por realidades y sus
imaginaciones por profecías es un fanático novicio de grandes
esperanzas; podrá pronto llegar a matar por el amor de Dios...”
Una
cosa que consideramos destacable es el silencio cómplice de la
prensa escrita sobre la situación de exclusión que se pretende
contra una parte importante de nuestra sociedad, la actitud
complaciente de algunos medios audiovisuales que han puesto más leña
a la hoguera, es decir, creemos que la prensa, tantas veces
arrogante, en este caso se ha destacado por una cobardía moral
incomprensible.
Pueblos bien informados
dificilmente son engañados.